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Venezuela - 17 de mayo de 2019

Luego de meses de cercar y bloquear a Venezuela, ahora, con el Grupo Lima, el imperialismo incorpora a Cuba al pacto para avanzar en la colonización de la nación.
La casta de oficiales bolivariana regatea su parte de los negocios y la rendición de Venezuela con los yanquis.

Para derrotar la agresión imperialista yanqui y a su lacayo Guaidó…
la clase obrera debe romper todo apoyo y sometimiento político a maduro y a su gobierno

Hay que desarmar a los generales de la boliburguesía, armar al pueblo, expropiar a la oligarquía y a los banqueros y expulsar al FMI

¡Basta de farsa de la Revolución Bolivariana!
¡Ningún pacto con el imperialismo y sus lacayos!
¡Paso a la clase obrera! ¡Paso al Caracazo!

Venezuela lleva más de tres meses bajo una brutal agresión imperialista. Sus cuentas y negocios en el exterior como las refinerías de PDVSA en EEUU han sido bloqueadas por el imperialismo. Los yanquis ya hace años vienen utilizando al gobierno de Maduro y a su régimen de militares millonarios bolivarianos como un “limón exprimido” para que ataquen y maten de hambre al pueblo, le entreguen enormes recursos de la Cuenca del Orinoco a EEUU y paguen todos los intereses de una deuda fraudulenta al FMI y a los banqueros de Wall Street.
Mientras el pueblo come de los basurales, Maduro ha garantizado no tocarles los intereses ni a los banqueros, ni a los capitalistas, ni a la oligarquía. Esta última, junto a los bolivarianos, controla toda la cadena de la comercialización y productos básicos de consumo de las masas.

Desde enero el imperialismo ha definido que las condiciones ya están maduras, valga la redundancia, para que caiga Maduro y quedarse ellos con el control directo de los negocios del petróleo y los minerales de Venezuela. Para eso Trump nombró a Guaidó como su presidente…

Así, Venezuela está concentrando la atención de millones de trabajadores en el mundo. Los sucesos del 30 de abril, con el llamado del oligarca Guaidó a una nueva insubordinación militar contra Maduro, que ha vuelto a fracasar, junto a acontecimientos como la liberación de Leopoldo López y los choques parciales de la base social de Guaidó contra las fuerzas de represión, volvieron a poner a Venezuela en el centro de la escena…

Lo que está claro es que al imperialismo yanqui no le da la relación de fuerzas aún dentro de EEUU para un ataque político y militar superior contra la nación venezolana, por el límite que la propia clase obrera norteamericana le ha puesto al gobierno de Trump. Tampoco le da esa relación de fuerzas en América Latina porque, pese a los avances imperialistas y la entrega por parte de las burguesías nativas de la lucha antiimperialista de los explotados, las masas están lejos de haber sido sacadas de escena.
Al imperialismo no lo para en su ofensiva la “valentía” de Maduro y demás cobardes de las burguesías nativas latinoamericanas, que están totalmente imbricadas en sus negocios como socias menores del mismo, actuando algunas de ellas como agentes directos o indirectos del dominio yanqui en su “patio trasero”. Los Maduro, los Morales, los Lula, los Kirchner y los Castro, hace rato se rindieron.
La clase obrera y las masas del continente, no se han rendido. Es este el límite que tiene la agresión imperialista sobre la nación venezolana y Latinoamérica.

En actual impasse de los acontecimientos de Venezuela, se ve toda la cobardía de la burguesía nativa, valiente para matar a tiros y a los garrotazos al pueblo y sumisa y cobarde ante Guaidó, que no tiene ejército, ni siquiera parlamento, ni jueces, ni periódicos, pero al que Maduro le tiene más miedo que al mismo demonio, puesto que es un títere de los yanquis puesto por Trump.
Los generales de las FFAA bolivarianas son parte inseparable y socios de los negocios de los capitalistas, el imperialismo y la oligarquía en Venezuela. Ellos se han quedado con una parte de los mismos, pero ahora el imperialismo viene por todo. De eso se trata la “resistencia” bolivariana: renegociar a favor del imperialismo las superganancias de la renta petrolera a condición de quedar como accionistas minoritarios.
El imperialismo intenta dividir a la casta de oficiales, pero ésta última es el verdadero “partido político” de la burguesía bolivariana que busca pactar como un verdadero cuerpo burgués sus negocios ante una futura transición que le dé salida a Maduro. Los yanquis les han dicho que se rindan, que Maduro se vaya al exilio y serán ellos los que se encargarán de repartir los negocios.
La negociación, como dijimos, ha entrado en un impasse. Mientras Venezuela sigue bloqueada y asediada, los bolivarianos cumplen todo su rol, manteniendo con sus servicios secretos y sus fuerzas represivas el control a rajatabla y con manu militari de las masas hambrientas. Guaidó se cuida muy bien de no llamar a las masas empobrecidas a ganar las calles. Este títere del imperialismo, de alzarse con la victoria, aplastará igual o más que Maduro a las masas.
La aparición de Leopoldo López liberado “sorpresivamente” por el SEBIN (servicios secretos de Maduro) y colocado en la Embajada de España no es un dato menor. Está clarísimo que López es una prenda de Maduro para la negociación. En las actuales condiciones, hace rato que el régimen bolivariano aceptó una negociación con el Grupo Lima y con el mismo Guaidó…

La puerta del Grupo Lima se ha abierto y comienzan a realizarse negociaciones entre emisarios de Guaidó y Maduro en Noruega. No solo está dispuesto a ingresar el Papa, sino también la nueva burguesía castrista del PC cubano, ya probada en estos menesteres.

 

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En Colombia, el castrismo organizó el desarme y la entrega de la resistencia y de las FARC, cuestión que le dio paz y estabilidad al régimen de las bases yanquis en ese país. Hoy, las fuerzas paramilitares y el gobierno han quedado con las manos libres junto a los fascistas para matar a miles de luchadores obreros y campesinos que quedaron expuestos a una brutal masacre, por ese pacto infame de entrega y rendición que firmaron con los yanquis la dirección de las FARC, la nueva burguesía castrista y el gobierno de Santos y Uribe.
La nueva burguesía del PC cubano tiene una larga experiencia en realizar acuerdos contrarrevolucionarios de colaboración con el imperialismo en el continente. El castrismo impulsó la farsa y engaño de la “vía pacífica al socialismo” que terminó con la masacre de la clase obrera chilena y el triunfo de la dictadura de Pinochet en 1973.
En Centroamérica en los ‘80, concretaron los pactos de Contadora y Esquipulas. En Nicaragua, la derrota de Somoza significó una guerra sangrienta, que dejó más de 100 mil muertos del pueblo nicaragüense que en las calles aplastó a la Contra armada por EEUU desde Honduras. Desde La Habana, con EEUU y el Papa, hicieron que el sandinismo le entregue el poder a la burguesía nicaragüense de Chamorro y se constituyan en fuerzas oficiales del Estado burgués para “garantizar el juego libre de las instituciones democráticas”, como decían, garantizándoles la propiedad a todos los capitalistas y terratenientes de Nicaragua.
En El Salvador sucedió una verdadera tragedia. El Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, llegaba a combatir a las puertas de la capital y el castrismo los llevó a una ofensiva de guerra de posiciones que significó una feroz derrota militar. Terminó pactando el ingreso de los “comandantes” salvadoreños con la casta de oficiales fascistas de Roberto d’Aubuisson…

 

La casta de oficiales bolivariana negocia las condiciones de su rendición

Los hechos del 30 de abril confirman la negociación que está en curso. La liberación de Leopoldo López fue ordenada por la oficialidad bolivariana. El motín impulsado por Guaidó -al que solo adhirieron 25 soldados y oficiales medios-, denunciado como “golpe de Estado” por el Jefe de las FF.AA. Padrino López, no tuvo más que una tibia reacción de las fuerzas antimotines de represión interna.
El encarcelamiento de Zambrano, el segundo de Guaidó, es parte de esta negociación “a punta de pistola” entre los generales bolivarianos, la oligarquía y el imperialismo. Si el 30 de abril, los generales liberaron un “rehén”, ahora, al ver que la ofensiva del imperialismo no avanzó, toman a Zambrano como un nuevo “rehén”.
Mientras esto sucede, el imperialismo no se detiene en su ofensiva y ahora puso bajo su control la Embajada venezolana en Washington, desalojando a activistas leales a Maduro con la fuerza policial y colocando a funcionarios leales a los yanquis ligados al sector de su títere Guaidó.
Trump quiere una rendición incondicional, que la burguesía nativa le entregue todos los negocios. Busca imponer un gobierno de Guaidó que garantice una transición, con elecciones de las cuales surja un gobierno directo del imperialismo, apoyado en una casta de oficiales abiertamente proimperialista como la de los años del régimen Pacto de Punto Fijo. El imperialismo yanqui necesita un generalato de colonia, bajo el mando directo del Pentágono como en Colombia.
Un nuevo pacto contrarrevolucionario se prepara ahora en Venezuela. Basta mirar a Haití como último antecedente donde, apoyado por los yanquis, por Cuba, por la ONU y encabezada por la delegación de las FFAA de Brasil dirigida por Lula, llevaron a las tropas de la MINUSJUSTH a invadir esa nación. El imperialismo sabe con qué agentes cuenta para conquistar el petróleo venezolano.
A la vez, las corrientes de la izquierda reformista sirviente de las burguesías nativas, intentan mantener más y más a la clase obrera sometida políticamente a Maduro con la excusa de “derrotar el golpe”, en momentos en que las FFAA bolivarianas ya están en un acuerdo de la entrega y la rendición con los yanquis.
Desde los grupos ex trotskistas hasta los desechos del stalinismo afirman que hay un “golpe militar en Venezuela”... Los marxistas sabemos que los golpes los dan las FF.AA. bajo el mando de la casta de oficiales ¿Cómo enfrentar el golpe militar sin desarmar a esa casta de oficiales que hoy sostienen a Maduro y mañana serán generales bajo el mando directo de Trump? Las FF.AA. están para defender los intereses del conjunto de la burguesía y el imperialismo y no a los trabajadores y sus intereses.
¿Cómo derrotar y enfrentar el golpe sin llamar a los sindicatos y las organizaciones obreras y de campesinos pobres, a los hambrientos que deben realizar interminables filas en los supermercados, a buscar a sus hermanos, a sus hijos, a sus primos que están en el ejército para organizar comités de soldados para que los explotados con las armas en la mano, conquisten el pan, aplasten al imperialismo e impongan que la crisis la paguen los poderosos?

Hay que desarmar a los generales bolivarianos, asesinos y cómplices del imperialismo, y armar al pueblo. La estafa de la “revolución bolivariana” es un rodeo que terminará llevando a la clase obrera a los pies del fascismo y a la colonización directa de Venezuela por parte del imperialismo.
No es la alianza de la clase obrera con la burguesía la que derrotará el golpe militar del imperialismo y de Guaidó. Será la alianza de la clase obrera con los campesinos pobres y los sectores arruinados de la ciudad la que, armándose, retomará el camino del Caracazo y garantizará parar el ataque colonialista yanqui, poniendo en desbandada las ofensivas de la oligarquía y la contrarrevolución…
Si la revolución no lo impide, los generales van a terminar entregando la nación al imperialismo. Será una gran derrota para los explotados y los pueblos oprimidos de América Latina. Revolución Socialista o colonia yanqui es la alternativa inmediata para Venezuela y para toda América Latina.

Para derrotar a Trump y Guaidó y conquistar el pan, ¡hay que desarmar a los generales asesinos y armar al pueblo!

Si se impone el plan del imperialismo, la hambruna, la represión y la barbarie actual serán un juego de chicos. Venezuela y la casta de oficiales va a quedar bajo el mando directo del Pentágono y el hambre que hoy padecen los trabajadores en Catia, Petare, etc., no va a ser nada comparado con lo que prepara el imperialismo yanqui. La Venezuela colonia del imperialismo norteamericano será la perpetuación de las condiciones haitianas para el pueblo.
Para derrotar la ofensiva imperialista y de la oligarquía de Guaidó y López hay que romper con el FMI y retomar el camino del Caracazo. ¡Fuera yanquis de Venezuela y América Latina!
Hay que romper ya mismo con el imperialismo, confiscando inmediatamente todas las propiedades de los yanquis y la oligarquía golpista y desconocer el 100% de la deuda externa.
Maduro y los generales hambrean y reprimen al pueblo y se niegan a tocarle la propiedad al imperialismo que se roba CITGO en Estados Unidos y las reservas en Londres y Lisboa. ¡Basta de esa farsa de Revolución Bolivariana de los “antiimperialistas” de cartón que se preparan para pactar con Trump, Guaidó y López!
¡HAY QUE ARMAR A LOS TRABAJADORES Y DESARMAR Y A LOS GENERALES ASESINOS!
Por milicias obreras para enfrentar a los golpistas y defender las barriadas de la represión de la Guardia Nacional, el SEBIN y los “Colectivos Bolivarianos”.
Por comités de soldados rasos que destituyan a los oficiales verdugos y se pasen con sus armas del lado del pueblo.
Para que coman los explotados hay que tomar control de los depósitos y grandes almacenes de la oligarquía y los generales, poniendo en pie comités populares de abastecimiento en cada barrio, comités de fábrica y comités de desocupados para conquistar el trabajo, el salario y las mejores condiciones para los obreros y explotados venezolanos.
¡Que los bolivarianos devuelvan los US$ 300 mil de millones que fugaron a los bancos de Miami, Nueva York y Londres!
¡PASO AL CARACAZO!

Esta batalla se definirá en las calles de Nueva York, San Pablo, Bogotá, el DF, La Habana y Buenos Aires. El gran aliado de los explotados es la clase obrera norteamericana, que debe ponerse de pie para impedir el robo a PDVSA y todo intento de agresión militar de su burguesía imperialista a Venezuela. ¡Hay que parar a Trump! ¡A las calles a retomar el combate contra el 1% de parásitos de Wall Street!
¡Por la unidad de la clase obrera contra el imperialismo y sus lacayos, desde Alaska a Tierra del Fuego!

SOLO LA REVOLUCIÓN OBRERA Y CAMPESINA PUEDE SALVAR
A VENEZUELA
Y AMERICA LATINA DEL IMPERIALISMO

 

 

Si Trump no puede invadir Venezuela es por la resistencia de clase obrera norteamericana y del continente


A pesar de la rendición de Maduro y los bolivarianos, de las amenazas de Trump, del enorme poderío militar del Pentágono, de contar con las tropas colombianas en el oeste y las tropas brasileñas en el sur; a pesar de tener bases en Aruba, Curazao y Puerto Rico frente a las costas venezolanas; a pesar de todo eso, Trump no ha podido poner ni un solo soldado en territorio venezolano y hoy debe limitarse a hacer una guerra de asedio, estableciendo un cerco político, económico y militar sobre Venezuela.
Claramente, no se debe a la resistencia fantoche de esa boliburguesía cobarde. ¡Basta de engaño! ¡Bajo la estafa de la “revolución bolivariana”, América Latina se ha llenado de bases militares yanquis!
Si Trump no invadió es porque la relación de fuerzas con la clase obrera norteamericana y del continente se lo impide.
Los obreros norteamericanos no aceptan ninguna nueva aventura militar de su propia burguesía contra los pueblos del mundo. Por eso el “bravucón” Trump no ha tirado un solo tiro aún. Cuando Trump azuzó a las bandas fascistas del Ku Klux Klan y los “supremacistas blancos” como fuerza de choque contra los explotados negros y latinos, éstos los aplastaron en las calles. Esa es la relación de fuerzas al interior de Estados Unidos.
En América Latina la clase obrera está lejos de estar derrotada. Una invasión yanqui puede terminar en una pesadilla como la de Vietnam para el imperialismo.
Por eso Trump, mientras amenaza, deja que Venezuela se hunda, que Maduro hambree y reprima al pueblo en nombre del “antiimperialismo”, para destrozar la conciencia antiimperialista de las masas venezolanas conquistada con el Caracazo y los combates revolucionarios de 2002-2003.
Así sigue ganando terreno y preparando las condiciones de la rendición definitiva de la oficialidad, para quedarse con el petróleo, estrechando el cerco no solo sobre Venezuela sino también sobre Cuba, Nicaragua y todo el continente.

 

 

El imperialismo yanqui viene por Venezuela, y por todas las riquezas de América Latina

La embestida yanqui sobre Venezuela no es un rayo en cielo sereno. Estamos ante una ofensiva generalizada del imperialismo norteamericano para recolonizar América Latina.
El capital financiero yanqui necesita hacer retroceder a las semicolonias latinoamericanas a la condición de colonias, para redoblar el saqueo de los recursos naturales y la esclavitud del movimiento obrero y generalizar a todo el continente las condiciones de maquila del norte de México.
Trump quiere convertir a Venezuela en una colonieta yanqui para liquidar PDVSA y entregarle las mayores reservas petroleras del continente directamente a Chevron y Exxon, sin intermediarios de la burguesía nativa.
Como parte de esta ofensiva, toda la región está bajo ataque. En Cuba, Wall Street vuelve por las 200 mil propiedades que les arrancó la revolución de 1959 y que hoy, en el capitalismo restaurado por el castrismo, están en manos de los nuevos ricos del PC y los monopolios imperialistas europeos del turismo, el níquel, etc.
En Colombia, donde el Pentágono tiene 9 bases militares, avanza el genocidio silencioso de las bandas de Duque, la oligarquía, Cargill y la Chiquita Brand Co. contra los campesinos pobres, con cerca de 600 dirigentes y guerrilleros desmovilizados asesinados desde 2016.

Las burguesías bolivarianas le abrieron las puertas a Trump
La izquierda mundial calla y oculta que fueron las propias burguesías bolivarianas y la ex-burocracia castrista, hoy devenida en una nueva burguesía surgida del PC Cubano, las que le abrieron las puertas de América Latina al imperialismo norteamericano.
Sin dudas, la restauración capitalista en Cuba, que significó la liquidación del único Estado Obrero del continente, es la gran victoria contrarrevolucionaria que le ha permitido al imperialismo volver por todo en su patio trasero.
En 2009, Fidel Castro y Chávez hicieron un pacto político con Obama, que terminó con la restauración del capitalismo en Cuba y con los Acuerdos de La Habana, donde la resistencia obrera y campesina colombiana, que venía combatiendo desde hacía 60 años, fue entregada por el PC cubano a una brutal masacre de los paramilitares y las FF.AA. colombianas bajo la dirección del Pentágono.
Esta entrega sentó las condiciones para que hoy el imperialismo yanqui dé por terminado el ciclo histórico de las burguesías bolivarianas y se lance sobre su patio trasero. Las burguesías nativas ya cumplieron su rol histórico de expropiar la revolución latinoamericana de comienzo del siglo XXI: Ecuador en 1997, la revolución Argentina en el año 2001, la revolución boliviana desde el año 2003.
Castro y los bolivarianos, al entregar desde el Foro Social Mundial la lucha antiimperialista y revolucionaria de las masas del continente, le abrieron las puertas al imperialismo para que venga por todo. Primero pactaron con Obama, la cara bonachona de Wall Street. Ahora aparece Trump con el “gran garrote”.
La gran tragedia es que la restauración capitalista en Cuba ha impuesto un “1989” en América, un nuevo y brutal golpe contra la lucha por la revolución socialista, tal como lo hizo el stalinismo entregando la URSS y los ex Estados Obreros del Este europeo, China, etc. El grito de Trump es “El socialismo se terminó, nunca más socialismo en este hemisferio”, señalando a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Pero en Cuba hace años que se restauró el capitalismo, el derecho de herencia y la propiedad privada. Venezuela y Nicaragua son Estados capitalistas semicoloniales en una brutal descomposición.
Los traidores del FSM, con la estafa del “socialismo del siglo XXI”, han llevado a que los explotados identifiquen al “socialismo” y el “antiimperialismo” con el hambre, la represión y la barbarie de la Venezuela Bolivariana y la miseria del pueblo en la Cuba capitalista de los nuevos ricos del PC.

En Venezuela la única clase consecuentemente antiimperialista es la clase obrera
No se puede aceptar que la resistencia a la ofensiva del imperialismo y de la oligarquía sea, como dice la izquierda mundial, de esa boliburguesia cobarde, que siempre ha pactado con el imperialismo y que, al día de hoy, no le ha tocado un solo dólar al imperialismo, ni un centímetro de propiedad a esa oligarquía.
La verdadera clase revolucionaria y antiimperialista en Venezuela, a la que Trump quiere quebrarle el espinazo, es la clase obrera, una de las que más ha luchado contra el imperialismo en los últimos 30 años en el continente.
El año 1989 derrotó los planes del FMI y Bush padre con el Caracazo. En abril de 2002, cuando Chávez se rendía ante el golpe pinochetista de Bush hijo y FEDECAMARAS -la gran patronal venezolana-, la clase obrera rodeó los cuarteles llamando a los soldados a rebelarse contra la oficialidad golpista y ocupó fábricas y los pozos y refinerías de PDVSA. El año siguiente, en 2003, derrotó un brutal lock-out patronal organizado nuevamente desde la embajada yanqui y FEDECAMARAS. Los obreros se levantaron, echaron a la vieja burocracia sindical y pusieron a funcionar PDVSA. Inmediatamente Chávez y la oligarquía y el imperialismo norteamericano tuvieron que volver a pactar para sacar a los obreros de PDVSA y de las calles.
En todos estos años la “revolución bolivariana” logró lo que no pudieron Bush ni el FMI: hundir en el hambre y la barbarie a la clase obrera venezolana. La boliburguesía pactó con el imperialismo y le entregó el petróleo en acuerdos de explotación mixta de PDVSA con Exxon, Repsol, Total, etc.; le entregó los yacimientos minerales del Orinoco a las mineras yanquis y canadienses y le pagó cada dólar de deuda externa al FMI y la gran banca imperialista de Wall Street y la City de Londres.
Hoy la clase obrera venezolana está hundida en el hambre y la barbarie. El sistema de salud está colapsado, sin insumos y la gente se muere sin atención médica. Los salarios alcanzan para comer menos de una semana, pulverizados por una hiperinflación de más de 1 millón por ciento. Mientras más de cinco millones de explotados migran hacia países vecinos en busca de trabajo, la desocupación supera el 50%. Venezuela es una nación sometida a la barbarie, como Haití o cualquier nación del África saqueada.
Sólo la clase obrera, acaudillando al conjunto de los explotados de la nación puede liberar a Venezuela del imperialismo, conquistar la tierra y la independencia nacional, que solo podrá realizarse íntegra y efectivamente con el triunfo de la revolución socialista.

 


 

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