05 de marzo de 2014
EL OCASO DEL CHAVISMO
El FMI manda:
el crac está aquí y todas las clases poseedoras ya han decidido que lo deben pagar las masas
Maduro se recuesta en las Fuerzas Armadas para atacar a los trabajadores y el pueblo,
mientras la “derecha” levanta cabeza para terminar su obra. |
Desde hace semanas, las movilizaciones de las clases medias en las grandes ciudades, que fueron reprimidas por la policía y las bandas del gobierno, con un saldo de más de 10 muertos, cientos de heridos y detenidos, vienen convulsionando a Venezuela, donde se ha abierto una verdadera crisis política.
El chavismo, el castrismo y toda la izquierda del Foro Social Mundial denuncian un “intento de golpe de Estado fascista” contra el gobierno de Maduro y “la revolución”, encabezado por un sector de la MUD dirigido por Leopoldo López y Corina Machado.
Esta campaña internacional contra “un golpe fascista” es un gran engaño a los explotados para ocultar que quien está dándole un brutal “golpe” a la clase obrera y las masas trabajadoras en Venezuela y aplicando el plan del FMI hoy es el gobierno de Maduro, al que el imperialismo utiliza como a un limón al que hay que exprimir a fondo contra las masas.
En octubre-noviembre de 2013 comenzó a abrirse en Venezuela un duro proceso de luchas obreras como respuesta a la devaluación, la superinflación, la carestía de la vida. Centenares y centenares de convenios duermen congelados en el Ministerio de Trabajo, lo que significa un verdadero congelamiento del salario desde hace 4 años en un país con 25-30% de inflación anual. Esta oleada de luchas terminó con la más feroz de las represiones, con obreros detenidos, despedidos, desalojados de las fábricas que quedaron militarizadas.
El reformismo y la izquierda de renegados del trotskismo pintan una situación en la que proclaman la existencia de un “golpe de estado de la derecha contra Maduro”. Para algunos hay condiciones para ello y para otros todavía estas condiciones no están. Pero para todos, Maduro es “inconsecuente” en “enfrentar a la derecha”. Todos buscan poner a la clase obrera como fuerza de presión para que Maduro contenga a la derecha. Por ello esta izquierda afirma que Maduro le “capitula” a la derecha. Esto es envenenar la conciencia de la clase obrera mundial y atarle las manos al proletariado venezolano para que no pelee por sus demandas. Paralizar las fuerzas del proletariado, impedir que irrumpa con sus demandas actuales y enfrente el ataque de Maduro y los “bolivarianos” es crear las condiciones para que hoy levante cabeza la “derecha”, y para que inclusive se preparen nuevas intentonas golpistas en el futuro.
Son enemigos de llamar a preparar y organizar una HUELGA GENERAL contra el ataque del gobierno y los milicos millonarios bajo el mando de Cabello. “¿Huelga General?”, preguntarán. “Pero eso es hacerle el juego a López”, nos dirán. ¿Qué significa esto? Que para no “hacerle el juego a López”, los obreros deben aceptar pasivamente que los maten de hambre, los repriman y perder todas sus conquistas… pero si ese es el plan de López y el FMI que hoy aplica Maduro.
Es, desde la izquierda, exigirle a las masas y a la clase obrera que sean ellos los que paguen la crisis, sin chistar y si no, palos, represión y Ley Anti-huelga, tal como hace el chavismo en su ocaso y bancarrota. Una clase obrera maniatada, reprimida, dispersada, imposibilitada de enfrentar el brutal ataque que a cuenta del FMI descargan los “bolivarianos” es el camino más corto a fortalecer a la “derecha” y que ésta levante cabeza.
Hay que ser claros. Maduro sostenido por Capriles y Obama, luego de las elecciones nacionales y municipales, es quien encabeza el ataque contra los trabajadores y el pueblo. No pararlo a tiempo es crear las condiciones para llevar al proletariado venezolano a las peores de las derrotas.
Como en el Régimen del Pacto del Punto Fijo de fines de los ‘80, lo que hoy se discute es en qué momento y quién va a aplicar el “gasolinazo” contra las masas, para recaudar los U$S 15.500 millones de vencimiento de deuda e intereses que necesita el FMI para cobrarse su usura. El reformismo y la charlatanería de la “revolución bolivariana” sólo buscan adormecer a las masas y atarle las manos para luego ejecutarlas con un impuestazo histórico.
Como a un “limón exprimido”, Obama y Capriles sostuvieron al gobierno de Maduro y de la boliburguesía millonaria para que ataque duramente a la clase obrera y a las masas empobrecidas
La farsa de la “revolución bolivariana” fue para expropiar la verdadera revolución obrera y campesina que estalló al inicio del siglo XXI en todo el continente, y una vez que lo logró ha transformado a Venezuela en una verdadera “colonieta” del FMI. La reciente reunión de la CELAC en La Habana, de los gobiernos del ALBA, el Mercosur y el TLC, comandada por la ONU y el FMI, fue para fortalecer a los gobiernos latinoamericanos para que redoblen el ataque contra las masas a cuenta de las transnacionales, Wall Street y las potencias imperialistas.
Así es que toda la convulsiva situación venezolana se reduce a un solo punto: el FMI quiere cobrar. La discusión actual en el régimen de la Constitución Bolivariana es qué agente del capital financiero garantizará pasar el ataque hasta el final para que el FMI termine de cobrarse hasta el último dólar de una Venezuela quebrada.
Se discute si lo hace Maduro apoyado por Capriles; si se llama a elecciones anticipadas puesto que Capriles puede terminar de desprestigiarse por sostener a Maduro en su ataque; si se reconstituye un pacto entre todos, y todos juntos pasan el ataque y Maduro termina de quemarse ante las masas; si es López apoyado en las clases medias puesto que Maduro ya perdió toda base social, etc.
Todas son variantes de Wall Street y el imperialismo. Es una carrera de velocidad por ver quién termina de derrotar y aplastar al proletariado venezolano a cuenta del FMI.
El “Socialismo del siglo XXI” significa U$S 105 mil millones de deuda externa con el FMI y los buitres imperialistas. En 2014 Maduro debe pagar U$S 15.500 millones. Para ello impusieron 20% de desocupación crónica, 60% de inflación, devaluación para saquear el salario obrero y triplicar las superganancias de los importadores, tarifazos, congelamiento de salarios, desabastecimiento de alimentos e insumos básicos de las masas, derrumbe del 30% de la productividad petrolera, militarización de fábricas, represión y cárcel para los obreros y campesinos pobres que luchan. Los explotados deben hacer colas durante horas para intentar conseguir papel higiénico o jabón, mientras los boliburgueses, devenidos en una “patria importadora”, hacen fabulosos negocios con el dólar asociados a las grandes cadenas alimenticias y a las cerealeras ¡Ellos son la “inflación”! Con el control del gobierno, liquidan dólar a 6.6 bs. y venden mercadería a 75 u 80 bs.
Es esta boliburguesía la que se llevó 270 mil millones de dólares a Miami y Wall Street, mientras PDVSA quedaba quebrada.
Es que en la Venezuela bolivariana, como en todo país semicolonial, la fracción más importante de la burguesía es el imperialismo. Los bancos, las industrias, las importaciones, etc. están bajo su control. La casta de oficiales de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB), pilar del Estado burgués, es la junta de gerentes administradores del imperialismo a cambio de una parte de los negocios.
El saqueo imperialista sobre Venezuela le ha impuesto a las masas las mismas condiciones de miseria y padecimientos que dieran origen al Caracazo de 1989. El crack ya está aquí, Venezuela ha chocado con las rocas submarinas de la crisis mundial. Lo único que tiene por delante el gobierno de Maduro es redoblar su ofensiva contra las masas quitando el subsidio al combustible para garantizar el pago de la deuda al FMI y las superganancias de las transnacionales. Ése es su rol bajo la tutela de Obama, que lo usa como a un limón al que le está exprimiendo todo el jugo.
Por ello Maduro, apoyado por Capriles, lanzó en 2013 y principios de 2014 un brutal ataque contra la clase obrera y contra las clases medias arruinadas. Con el proletariado bajo la bota del chavismo gracias a la traición de sus direcciones, las clases medias arruinadas y desesperadas por la devaluación, la inflación y el desabastecimiento ganaron las calles pidiendo “seguridad”, “libertad”, “dólares frescos” buscando una salida reaccionaria a su bancarrota.
Con el crac económico, el Pacto Maduro-Capriles entra en crisis.
Leopoldo López y la vieja oligarquía venezolana se montan sobre la movilización de las clases medias arruinadas como una nueva alternativa política para pasar el ataque a las masas
La burguesía bolivariana no terminaba de festejar las resoluciones proimperialistas de la cumbre de la CELAC en La Habana, donde todos aplaudieron la restauración capitalista en Cuba -que configura el golpe contrarrevolucionario más duro al proletariado y las masas del continente-, que en Venezuela se abrió una crisis política de enorme magnitud. Desde el 12 de febrero, decenas y decenas de movilizaciones en las principales ciudades –marchas estudiantiles en un comienzo, y con el correr de los días cada vez más masivas- vienen sacudiendo el país, enfrentándose a la policía y a las bandas armadas del gobierno, con muertos, heridos y detenidos.
En esta situación Leopoldo López se montó sobre las movilizaciones, que son la expresión de que el pacto Maduro-Capriles entró en crisis y ya no contiene a las clases medias y que a su vez el imperialismo prepara nuevas alternativas políticas, puesto que intuye que a Maduro le queda “poco jugo” y teme que éste no pueda terminar de pasar el ataque liquidando el subsidio al combustible. Si la burguesía no cierra rápidamente estas “divisiones en las alturas”, puede terminar abriendo la puerta a una irrupción de la clase obrera como en el Caracazo.
La crisis política está en pleno desarrollo. Maduro le exige a Capriles que cumpla con lo pactado, que se haga responsable de la situación y saque a las clases medias de la movilización callejera. Capriles mostró desde el primer momento su voluntad de mantener el pacto pero no puede controlar las movilizaciones.
Ahora Maduro saca la “bandera blanca” y llama a una mesa de diálogo por la “Paz” con la “derecha” que ellos llaman “golpista”, mientras a la clase obrera le ofrece más represión y miseria. No es de extrañar que Maduro proponga un abrazo con los “López” para intentar cerrar la crisis política con un nuevo pacto que pueda contener esta nueva fuerza opositora, si ayer Chávez se abrazaba con Uribe en la Unasur sobre la base de la masacre de la resistencia colombiana. También se abrazó a Obama, al que llamó a votar y se abrazó con los gusanos de Miami junto a Castro para la restauración capitalista en Cuba.
Pero la “oposición” de los “López” por el momento no acepta la propuesta y exige que Maduro termine de atacar a las masas, demostrando que es esta nueva fuerza política quien controla a las clases medias arruinadas. La realidad, aunque todo el reformismo quiera ocultarlo, es que no hay ninguna contradicción entre la existencia de la derecha de los “López” y el régimen de la Constitución Bolivariana. Es el ataque de Maduro al movimiento obrero y las masas lo que ha permitido el fortalecimiento de una oposición fantoche más de derecha. Todos estos agentes de Obama y el FMI han sostenido el ataque contra la clase obrera y la han dejado maniatada y enormemente dividida.
Cuanto más y más el chavismo ataca a la clase obrera y las masas… más y más pierde peso en las calles y levanta cabeza la vieja oligarquía venezolana. El ciclo de la burguesía chavista, que regateó una parte de los negocios con el imperialismo, hace tiempo que llegó a su fin. El chavismo no puede llamar a la clase obrera a las calles para enfrentar a la “derecha”. La izquierda que le exige esto a Maduro solo engaña a los trabajadores y al pueblo. A la clase obrera Maduro le dio Ley Anti-huelga, palazos y represión en cada lucha, militarización y congelamiento salarial. Hay que decirles la verdad a los trabajadores. ¡Dejen ya de mentir! Un llamado de Maduro a la clase obrera a enfrentar a López y la vieja oligarquía significaría su suicidio y el de toda la clase dominante. El plan de todos ellos es aplicar un nuevo “gasolinazo” para juntar los fondos para pagarle la deuda al imperialismo. El plan de todos es superexplotar aun mucho más a la clase obrera venezolana para que pague la crisis.
La prueba de ello es que la derecha es la que ganó las calles montándose en la desesperación de las clases medias arruinadas. La oligarquía sabe que si Maduro fracasa sostenido en las FFAA bolivarianas… ellos, con las clases medias reaccionarias tirándoselas contra el movimiento obrero, son quienes llevarán hasta el final el ataque de Maduro.
En Venezuela estalló un crac. Se encuentra al borde de una cesación de pagos. Sólo puede conseguir más créditos para endeudarse. Sólo puede entregar más y más sectores de la industria petrolera a las trasnacionales para que inviertan. Por delante sólo puede atacar al pueblo con nuevos gasolinazos como lo hicieran las clases poseedoras en el Caracazo. Expropiando la revolución obrera y campesina en Venezuela y América Latina, la “revolución bolivariana” resultó ser un rodeo para terminar atando con dobles cadenas la nación al FMI y a Wall Street.
Para combatir por el salario y el trabajo digno, contra el desabastecimiento, la carestía de la vida y contra el FMI:
la clase obrera venezolana, rompiendo con la boliburguesía y entrando al combate por sus demandas, es la única que puede salvar a la nación, acaudillando al conjunto de las clases oprimidas
Ante la catástrofe que impuso el sometimiento de la nación al imperialismo -que viene a por todo y que hace jugar a todos sus agentes para conquistar sus objetivos- la clase obrera debe dar una respuesta.
Tan sólo su demanda de aumento salarial de acuerdo al costo de la vida y de terminar con la carestía y el desabastecimiento, pone en cuestión todo el plan del FMI y de todas las pandillas capitalistas que se enriquecen a costa del hambre del pueblo. Por ello, la irrupción de la clase obrera por sus demandas inmediatas contiene en sí misma un combate abierto contra el imperialismo y su dominio sobre Venezuela. Para ello la clase obrera debe romper con el PSUV y con la burguesía chapista, y así desenmascarar la falacia y el engaño de los Capriles y los López, disputándoles la dirección de las clases medias arruinadas.
Lo que está en cuestión en la actual crisis política es qué clase y qué alianza de clases dan una salida a la Venezuela completamente sometida al imperialismo. Es decir, si la salida la da una alianza de la burguesía bolivariana y sus FF.AA. aplastando definitivamente al movimiento obrero y al resto de los explotados, garantizando una transición ordenada electoral a un nuevo gobierno en 2015. Si la dan otras variantes de alianzas reaccionarias, apoyadas en las clases medias arruinadas también bajo la dirección del imperialismo. O si es la clase obrera, como caudillo de las clases medias pauperizadas y los explotados, la que da una salida, expropiando al imperialismo y la burguesía nativa y demoliendo al estado burgués con la revolución proletaria.
La tarea del momento es refundar la UNT sin burócratas para romper con la burguesía e imponer la ¡HUELGA GENERAL! La clase obrera es la única que puede dar una salida favorable para las clases medias arruinadas y los campesinos pobres. El proletariado debe irrumpir con sus demandas de trabajo, pan, contra la inflación y la devaluación, por la libertad de sus presos, y en ese combate derrotar el ataque de Maduro, aplastar a la reacción de los “López”, romper con el FMI y Wall Street expropiando a la boliburguesia, a la oligarquía de Capriles y López y a los banqueros imperialistas.
Una enorme tensión entre las clases se respira en las calles de Venezuela. Se ha abierto una crisis política; ninguna de las clases y sectores de clases puede convivir en paz. Bajo los golpes del crac, la crisis política ha llegado a las calles y es allí donde se resolverá.
Las corrientes de la izquierda mundial se han dividido. Algunas de ellas desde el FSM proclaman lealtad absoluta a Maduro y que la clase obrera debe morirse de hambre, comer cada dos días y perder todas sus conquistas en aras de sostener al gobierno “bolivariano” que la ataca duramente todos los días.
Anunciar hoy la existencia de un golpe de estado como el del año 2002 es anunciar una tempestad para que pase la “tormenta” de Maduro de robo al salario, carestía de la vida y su brutal ataque contra la clase obrera. El conjunto de las FF.AA., el verdadero poder del régimen bolivariano, ya decidió que sea Maduro el que ataque hasta el final a las masas. Desmovilizar a la clase obrera hoy, también es crear las condiciones para que si Maduro fracasa, sectores de las FF.AA. se animen nuevamente a dar un golpe militar. Es que el miedo de estos sectores a ser derrotados como en el 2002 se disipará a cada momento en que la clase obrera y las masas no intervengan en esta crisis política.
Otras corrientes de la izquierda proclaman que la “clase obrera debe intervenir de forma independiente”… ¿Cómo?, preguntamos nosotros… ¿harán un nuevo partido? ¿Se presentarán a elecciones como el FIT en Argentina y prometerán resolver semejante catástrofe con leyes?… la crisis ya esta aquí, el crac ya está aquí. Si el proletariado no irrumpe de forma independiente con sus demandas de lucha, con el método de la Huelga General, nadie le podrá disputar las calles a López y dividir a las clases medias arruinadas. Para ello la clase obrera debe derrotar el ataque de Maduro que es quien encabeza la guerra del FMI y Wall Street contra la clase obrera y la nación oprimida.
En última instancia, el surgimiento de López y el ataque de Maduro, son las dos puntas de una misma soga para estrangular al proletariado e impedir que éste acaudille a las clases medias, en el camino de un nuevo Caracazo para derrotar el ataque que ya está aquí y se va a profundizar con la entrega del petróleo y el “gasolinazo”.
El pacto Maduro-Capriles, un régimen bipartidista de la Constitución Bolivariana que en 2013 y principios de 2014 lanzó un brutal ataque al pueblo
Contra todo el engaño del FSM, que denunciaba que el gran enemigo de los explotados eran Capriles y la MUD, la crisis económica y social demostró que durante el 2013 hubo un gran acuerdo en toda la burguesía, garantizado por las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas: la clase obrera y los explotados deben pagar la ruina de la nación provocada por el saqueo imperialista. La base de esto fue el pacto Chávez-Capriles quienes bajo el mando de Obama –al que ambos llamaron a votar- reflotaron en base a la Constitución Bolivariana una suerte de régimen bipartidista con una “oposición” fuerte ante las masas. La muerte de Chávez había ocurrido en momentos en que importantes sectores del proletariado comenzaban a romper con él, y la burguesía utilizó su muerte para cerrar esa crisis política. Así fue que el pacto Maduro-Capriles pudo darle continuidad al plan de ataque y así sucedió.
Capriles, lejos de organizar un “golpe”, como decía toda la izquierda mundial, juró lealtad a la Constitución Bolivariana y fue un sostén fundamental del gobierno de Maduro, porque éste, controlando los sindicatos estatizados, era el único que podía descargar la bancarrota de la nación sobre los explotados. Para el imperialismo, Maduro era un “limón” con mucho jugo para sacar.
Esto fue lo que quedó claro en el 2013. En medio de un terrible crac que hundió a la nación, el gobierno del “Socialismo del Siglo XXI” le hizo vivir un verdadero infierno a los explotados. La inflación alcanzó casi el 60%, mientras se mantienen los salarios congelados desde hace 4 años. Se profundizó el desabastecimiento de alimentos, papel higiénico, arroz, pan, etc. y la especulación de la gran burguesía comercial. En Venezuela, los explotados y las clases medias dedican no menos de 3 ó 4 horas por día recorriendo supermercados y almacenes para conseguir alimento. El bolívar vale cada vez menos. La desocupación real no deja de aumentar. En las fábricas se suceden los chantajes y las suspensiones de obreros por parte de la patronal, como ocurre en las ensambladoras, donde cerca de 100 mil obreros ven amenazados sus puestos trabajo.
Octubre-Noviembre de 2013: pese a las traiciones de sus direcciones, la clase obrera venezolana presentó batalla
La oleada de luchas obreras de octubre-noviembre del año pasado, cuyo punto más alto fue la heroica huelga de SIDOR, fue la posibilidad de que el proletariado rompa definitivamente con el chavismo y se ponga de pie como clase independiente, con un programa para que la crisis la paguen el imperialismo y la burguesía venezolana, los que realmente la provocaron. Ése era el camino para partir a las clases medias, ganarse a sus sectores más oprimidos y soldar la alianza obrera y popular.
Contra esto, el régimen movió todas sus piezas. La burocracia de los sindicatos estatizados -con la colaboración de todos los renegados del trotskismo como Chirino en la UNT- sometió al proletariado a los “laudos” del Ministerio de Trabajo chavista y los que no se disciplinaron inmediatamente, fueron duramente reprimidos por Maduro y las FANB, con total acuerdo de la oposición burguesa de Capriles, López y Machado.
En la fábrica Civetchi, 8 compañeros fueron condenados a 5 años de prisión por querer organizar su sindicato. La huelga de Mitsubishi terminó con la militarización de la planta. A 10 dirigentes petroleros se les aplicó la Ley Anti-huelga por exigir la firma del convenio colectivo y la actualización de los salarios. Hoy son acusados de terrorismo y conspiración.
Los charlatanes burgueses que hoy se rasgan las vestiduras hablando de “democracia”, como López –quien apoyó el golpe de 2002 y Chávez le garantizó su impunidad- y Machado, ocultan y apoyan este ataque a la clase obrera. ¡Ellos quieren democracia para subir al poder y quedarse con la renta petrolera! Para los explotados, ¡un régimen blindado!
Las direcciones reformistas de la clase obrera impidieron una lucha independiente y centralizada y permitieron que el régimen se fortalezca y descargara la crisis económica sobre las masas. Hoy prima la división y dispersión de las filas obreras, sometidas a una u otra fracción burguesa. Así pudo la burguesía descargar una verdadera catástrofe económica y social sobre las clases explotadas.
Con el proletariado bajo la bota de los bolivarianos, los sectores más arruinados de los trabajadores sobreviviendo de dadivas y limosnas del estado y con un blindaje bonapartista del régimen dedicándole un presupuesto millonario a las fuerzas represivas bolivarianas, Maduro tiene por delante tocar la última “caja” para pagar al FMI: el subsidio al combustible, que significaría una nueva ronda de ataques, con más devaluación e inflación insoportables y un redoblado saqueo.
En los honores al aniversario de la muerte de Chávez, el gobierno está desplegando ante las masas todo el poderío de las Fuerzas Armadas venezolanas, que no están para atacar al imperialismo sino para intimidar a la clase obrera para que acepte el ajuste que está en curso, y para que las fracciones burguesas se disciplinen para atacar todos juntos al movimiento de masas y poder entregar lo que el FMI necesita llevarse de la expoliación de Venezuela.
Como ya dijimos, claro está que no queda un solo vestigio de los rasgos de nacionalismo burgués que tuvo en su momento el chavismo para expropiar la revolución, donde utilizaba la movilización de la clase obrera para regatear con el imperialismo una parte de los negocios. Maduro es ya un agente directo de las trasnacionales con quienes debe firmar nuevos y jugosos acuerdos petroleros para terminar de entregarles por completo la nación.
El gobierno chavista no puede movilizar al proletariado para resolver la crisis puesto que éste irrumpiría con la Huelga General por pan y salario contra el imperialismo y los banqueros. Inclusive haría peligrar de forma decisiva los propios intereses de la boliburguesía, y por supuesto los del MUD y las FANB.
El de Maduro ha devenido en un gobierno de “frente popular bajo formas de partido”, con la UNT completamente estatizada como un apéndice del PSUV pero sin ningún apoyo de las masas obreras. López sabe que Maduro no puede movilizar a las grandes masas y sólo apoyarse en los militares. Y por ello López se fortalece en las calles y llama a no abandonarlas. Y desde allí inclusive le disputa un sector de la clase obrera que ya ha roto y odia al gobierno de la inflación, la carestía de la vida y el hambre.
La decadencia de Venezuela y la situación de barbarie que se les ha impuesto al proletariado y al pueblo son el precio que debe pagar la nación para mantener las fabulosas ganancias de las transnacionales y el FMI, de los boliburgueses millonarios, sus generales y la oligarquía de Capriles y López. ¡400 mil burgueses parásitos, socios minoritarios del gran capital imperialista, hunden en la miseria a 28 millones de obreros, campesinos, pequeños comerciantes y estudiantes! El que quiera saber dónde está la renta petrolera y la Reserva Federal de todos estos años de “boom”, ¡que busque en las cuentas de Wall Street, de los accionistas del Citibank, del HSBC, el Royal Bank of Scotland, de Cargill, de la Mitsubishi, Toyota, Ford, Chevrolet! ¡Que vea a los oficiales bolivarianos y a los cabecillas del “Socialismo del siglo XXI” como Rafael Ramírez, el presidente de PdVSA y superministro de Maduro, uno de los hombres más ricos de Venezuela! ¡Ellos son los verdaderos culpables de la ruina de la nación!
¿A dónde va Venezuela?
La situación en Venezuela está signada por la crisis mundial imperialista que estalló en 2008. Los parásitos de Wall Street se devoraron U$S 90 billones que el trabajo humano no había producido, y le tiraron esa crisis al mundo para que éste pague el parasitismo y malos negocios de aquellos. Ante la respuesta revolucionaria de los explotados del mundo, con su vanguardia en el Norte de África y Medio Oriente -que retumbó en todo Europa y en el propio EE.UU. con el movimiento “Occupy Wall Street”-, el imperialismo reagrupó a todas las direcciones reformistas del proletariado mundial para impedir la sincronización de la revolución proletaria y para que cerquen a la clase obrera país por país para así sostener un sistema putrefacto. La consumación de esta tarea se expresó en la reunión del FSM de Túnez en 2013, a la que asistieron todos a homenajear a Chávez, apoyar a Obama y sostener el genocidio de Al Assad a cuenta del imperialismo en Siria.
Hoy Wall Street, Obama y el FMI, habiendo sacado la revolución de escena, han lanzado su contraofensiva y le están haciendo pagar la crisis mundial a sus competidores imperialistas, y fundamentalmente a las naciones y pueblos oprimidos del mundo. La ofensiva del FMI en Venezuela para cobrar sus U$S 105 mil millones es la expresión de esta situación mundial. Por ello Venezuela no tiene salida: o deviene en una completa colonia del FMI gracias a la farsa de la “revolución bolivariana”, o el proletariado acaudilla a los explotados para derrotar al imperialismo con la revolución socialista.
Una nueva ronda de la crisis económica mundial está en curso. La tendencia a la caída de la producción en China y la búsqueda de las potencias imperialistas de nuevas fuentes de mano de obra barata y esclava, empuja a nuevos procesos de relocalización de las trasnacionales.
El imperialismo yanqui le arrojó su crisis al mundo y a través del FMI ha entregado créditos en bonos sin valor de sus superbancos y de las superburbujas que éstos armaron hacia el mercado mundial. Ahora quieren cobrar lo que prestaron, como sucede en todo el este europeo. Ahí está la Ucrania convulsionada con una deuda externa de más de U$S 70 mil millones con el FMI, que, como la de Venezuela, deben pagar este año.
Si EE.UU como el gran usurero del mundo y a la vez deudor, no le da respiro -junto con Alemania-, a las potencias imperialistas menores como España, Grecia, Portugal, Italia, etc., que quedaron en crisis por el crac de 2008, será mil veces más implacable con los países semicoloniales para cobrarles la usura.
Las convulsiones políticas de Venezuela y Ucrania de hoy expresan enormes temblores, cuyo epicentro es el imperialismo tirándole nuevos golpes de su crisis al mundo.
El plan de Maduro es llegar a las elecciones de 2015 habiendo descargado todo el ataque sobre las masas. Si finalmente a Maduro “no le quedara más jugo” y el pacto con Capriles no pudiera resolver la crisis política, no se puede descartar que las FF.AA. “bolivarianas”, que están llenas de masacradores del Caracazo, de golpistas del 2002, de asesinos de la clase obrera, saquen un “pronunciamiento” e impongan un gobierno de transición de Cabello (Presidente de la Asamblea Nacional y principal hombre de la oficialidad de las FF.AA.) “hasta nuevas elecciones”. Tampoco podemos descartar que la oficialidad, a cuenta del imperialismo, termine por sacar a López de la cárcel si es necesario y ponerlo al frente de la nación. Las FF.AA. son “bolivarianas” en tanto y en cuanto esta estafa les sirva para mantener sus negocios. Insistimos, todas estas variantes están al servicio de Obama, el FMI y Wall Street.
Mientras más avance Maduro en su plan de ataque proimperialista, mientras más se profundice la crisis social y el proletariado permanezca sometido a la colaboración de clases con el gobierno, más se fortalece la preparación de nuevas variantes reaccionarias del capital financiero, que el día de mañana puedan ser utilizadas por el imperialismo para dar verdaderos golpes de estado, si lo considera necesario. Es la política de frente popular y colaboración de clases la que le prepara el camino a la contrarrevolución y a nuevos golpes bonapartistas.
HAY QUE REFUNDAR LA UNT SIN BURÓCRATAS SINDICALES COLABORACIONISTAS PARA ROMPER CON LA BURGUESÍA BOLIVARIANA
La vieja oligarquía de López y Capriles levanta cabeza porque Maduro, bajo las órdenes del FMI, ha sometido y atacado brutalmente a la clase obrera
Para restablecer la alianza obrera y popular, la clase obrera debe salir a luchar por sus demandas, que son las de todo el pueblo explotado y de la nación oprimida
La clase obrera debe levantar sus propias reivindicaciones que son las de todas las clases explotadas de la nación. Las fuerzas burguesas y el imperialismo vienen a por el “gasolinazo”. Mantienen sus negocios con las cerealeras y las cadenas comerciales. Los banqueros se siguen llevando la renta petrolera y el FMI sigue cobrando. ¡Basta ya!
¡Basta de laudos! ¡Fuera el Ministerio de Trabajo de las organizaciones obreras que mantiene congeladas nuestras convenciones colectivas! ¡Aumento general de salario indexado al costo de vida y la inflación! ¡Escala móvil de salarios y horas de trabajo y un turno más en todas las fábricas para imponer trabajo para todos!
¡Libertad y desprocesamiento a los trabajadores por luchar! ¡Comités de autodefensa! ¡Abajo la Ley Anti-huelga chavista! ¡Fuera el sicariato y las guardias militares reaccionarias, tanto las de Maduro como las de López, que sólo atacan a los obreros en lucha!
Para enfrentar esta verdadera catástrofe de hambre, desabastecimiento e inflación, ¡hay que expropiar sin pago y bajo control obrero a las transnacionales y a los banqueros imperialistas!
Para terminar con la fuga de dólares hay que romper con el imperialismo, nacionalizar el comercio exterior y expropiar sin pago y bajo control de todos los sindicatos, las organizaciones obreras y con comités de abastecimiento, a todas las cerealeras y grandes cadenas comerciales que lucran con el hambre del pueblo.
¡Hay que terminar con el IVA e imponer un impuesto progresivo a las grandes fortunas… de los López, los Capriles y los millonarios de las boliburguesía!
¡Ni un dólar a la deuda externa! ¡Fuera el FMI y el imperialismo de Venezuela!
¡HUELGA GENERAL!
Para imponer todas las demandas de los explotados, derrotar el ataque de Maduro y el FMI, restablecer la alianza obrera y popular derrotando a los López, Capriles y demás oligarcas antiobreros
Hay que terminar de sepultar la mentira chavista. Fue el Caracazo de 1989 quien enfrentó al FMI. Fue esa alianza obrera y campesina, junto a las clases medias arruinadas de la ciudad, la que aterrorizó al imperialismo, y no ese charlatán de Chávez y su oficialidad, que masacraban a miles de explotados. Esa es la alianza que debe volver para enfrentar la catástrofe actual con un nuevo Caracazo. Durante todos estos años de charlatanería, Chávez insultaba a Bush mientras le vendía el petróleo con el que funcionaba el aparato militar yanqui que ocupaba y masacraba Irak y Afganistán, mientras la boliburguesía se llenaba los bolsillos ¡Ésa es la estafa de la “revolución bolivariana”!
El camino que deben seguir las masas venezolanas lo marcaron los explotados de Brasil, que en junio de 2013 ganaron las calles contra Dilma y el saqueo imperialista. Y cuando sus direcciones de la CUT y también de la Conlutas y la izquierda reformista quisieron montarse en su lucha, las masas proclamaron “No nos representan” y expulsaron a esos sirvientes de sus movilizaciones. En Venezuela hay que seguir ese mismo camino: ¡la dirección de la UNT y la izquierda reformista “no nos representan”!
Es la clase obrera la única que puede darle una salida a los explotados de la nación, porque es la única que puede dirigir la lucha por romper con el imperialismo. El movimiento estudiantil se encuentra manipulado por fracciones burguesas reaccionarias porque el proletariado no le puede demostrar en las calles que puede llevar sus demandas al triunfo, y con ello dividir al movimiento estudiantil y que sus sectores progresivos se unan a una lucha verdaderamente antiimperialista. La clase obrera puede demostrar cómo terminar rápidamente con la falta de alimentos y la carestía de la vida, garantizándole a las clases medias arruinadas, expropiando a los banqueros, imponiendo la apertura de los libros de contabilidad de las cadenas comerciales, controlando el comercio exterior y rompiendo con el FMI, la resolución de todos sus padecimientos.
Para romper con el imperialismo la clase obrera debe romper todo sometimiento a la burguesía bolivariana y sus instituciones ¡Basta de que nuestras organizaciones de lucha estén a los pies de nuestros enemigos de clase! Ayer la izquierda reformista llamó a juntarle 10 millones de votos a Chávez, hoy se trata de sublevar a más de 10 millones de obreros para intervenir como clase en la crisis política actual y enfrentar esta catástrofe de hambre y miseria inaudita, para volver a ponernos de pie contra el imperialismo y sus lacayos.
La clase obrera debe ponerse de pie:
Hay que coordinar a los que luchan. Hay que conquistar comités de empresa. Hay que terminar con la burocracia sindical colaboracionista…
La clase obrera debe ponerse de pie:
Hay que organizar sin demoras comités de desocupados y comités de abastecimiento y de control de precios.
La clase obrera debe ponerse de pie:
Hay que organizar comités de soldados. La casta de oficiales del ejército bolivariano son los asesinos del Caracazo y los golpistas del 2002. Ellos no dudarán en llenar a Venezuela nuevamente de sangre para aplicar el plan del FMI y mantener las superganancias de las distintas pandillas de la burguesía venezolana.
Para imponer este camino urgente, la tarea del momento es recuperar la UNT y las organizaciones de lucha para nuestra clase, sobre la base de la más amplia democracia obrera e independencia frente al Estado. Hay que convocar de inmediato UN GRAN CONGRESO DE DELEGADOS DE BASE DE TODO EL MOVIMIENTO OBRERO PARA REFUNDAR LA UNT.
Hay que coordinar a los que luchan y ¡romper con la burguesía, con SU gobierno y el control estatal de nuestras organizaciones! ¡Fuera el Estado, el gobierno y el Ministerio de Trabajo de las organizaciones obreras! ¡Desconozcamos sus mediaciones, hechas a la medida de los patrones! ¡Refundemos la UNT desde abajo hacia arriba, con los comités de fábrica y de desocupados, las asambleas y los piquetes! ¡Hay que imponer la HUELGA GENERAL!
El régimen ha descargado la más brutal represión contra nuestras luchas y la persecución de nuestros mejores compañeros. El sicariato actúa impunemente en el campo y la ciudad. Las milicias bolivarianas están para cuidar la propiedad de los capitalistas. Para defendernos organicemos los Comités de Autodefensa obreros y populares.
No permitamos que los compañeros de CIVETCHI continúen presos ni un día más. ¡Basta de persecuciones a los luchadores obreros! ¡Libertad inmediata a todos los presos por luchar! ¡Desprocesamiento de todos los luchadores obreros y populares! ¡Abajo las leyes antiterroristas y antihuelgas! La clase obrera es la que puede garantizar los más elementales derechos democráticos como la libertad de reunión y de prensa que el chavismo aplasta.
La clase obrera de Venezuela necesita una dirección revolucionaria:
Por un partido revolucionario e internacionalista que luche por la refundación de la IV Internacional de 1938
En todos estos años, los renegados del trotskismo de la UIT, la LIT, el SWP norteamericano, etc., demostraron ser sirvientes del chavismo y las burguesías “bolivarianas”. Pintaron al comandante Chávez como “antiimperialista” y “socialista”, y algunos, como Allan Woods (de “The Militant”), se animaron a regalarle el Programa de Transición de la IV Internacional. Ellos han reunido congresos internacionales como el CONCLAT, el ELAC, etc. para votar el apoyo a los gobiernos “bolivarianos” del continente, como en Bolivia, donde fundaron el Partido de los Trabajadores con la burocracia de la COB, que terminó apoyando a Evo Morales para las próximas elecciones. Ellos han festejado el triunfo de Obama contra el Tea Party en Estados Unidos.
Junto al castrismo, le hicieron creer a los heroicos explotados de Cuba que sus aliados eran los comandantes “bolivarianos”, hoy todos arrodillados ante el imperialismo y el FMI como “pagadores seriales” de la deuda externa tal cual lo confesó Cristina Kirchner. Son cómplices de esa nueva burguesía cubana que entregó la revolución y quiere liquidar la conciencia antiimperialista de los explotados que derrotaron al imperialismo en Bahía de los Cochinos y lo expropiaron con la revolución.
Desde sus cómodos sillones de los sindicatos de la burocracia y la aristocracia obrera blanca de Estados Unidos y Europa, los renegados del trotskismo como los Allan Woods, los Jack Barnes (SWP norteamericano) miran las calamidades que azotan a las masas venezolanas. Hoy no están allí para enfrentar la ruina que provocó la “revolución bolivariana” que ellos apoyaron.
Estas corrientes son enemigas de llamar a enfrentar a la “República Bolivariana” con la revolución socialista. Su programa es el programa de colaboración de clases del viejo stalinismo y por ello levantan hoy la política “antigolpista” para defender la “democracia bolivariana”. Ahora son ellos quienes deben rendir cuentas ante el proletariado mundial por la catástrofe que vive la clase obrera y el pueblo pobre en Venezuela.
El único partido que ya probó su programa de combate contra el stalinismo y la conciliación de clases es la IV Internacional de 1938. Ése es el partido que la clase obrera venezolana necesita. Un partido revolucionario e internacionalista que le marque con claridad quiénes son sus aliados y quiénes sus enemigos. Un partido irreconciliable con el chavismo, el castrismo y los agentes de la burguesía. Un partido que enfrente la restauración capitalista en Cuba y que luche por el triunfo de la revolución socialista en todo el continente. Un partido que salde cuentas con la izquierda sirviente del ALBA y los hermanos Castro: ese partido es la IV Internacional refundada bajo su programa revolucionario de 1938.
En Venezuela se enfrentaron dos teorías y dos programas. Por un lado, la teoría de la Revolución Permanente, que pasó la prueba de Venezuela y la de todas las pruebas de las revoluciones de esta época imperialista de crisis y guerras. Las burguesías nativas de los países coloniales y semicoloniales ya no pueden llevar hasta el final las tareas democrático-revolucionarias y resolver la ruptura con el imperialismo y la cuestión agraria. Solamente el proletariado, acaudillando a las masas explotadas del campo y la ciudad, puede completar estas tareas democráticas inconclusas tomando el poder y combinándolas con tareas socialistas… Así la revolución socialista no será más que un episodio de una sola revolución internacional y mundial.
En la otra trinchera de la teoría y el programa se ubicaron los renegados del marxismo. Muchos de ellos pseudo trotskistas intentaron cubrir con un ropaje rojo “revolucionario” esta estafa que es la “revolución bolivariana”. La “revolución bolivariana” no resolvió ni la cuestión de la tierra, donde la Chiquita Brands, desde Colombia a todo Centro América y el Caribe, se lleva la renta agraria y toda la riqueza nacional junto a las cerealeras imperialistas.Tampoco resolvió la independencia nacional. La “revolución bolivariana” hoy se muestra en la CELAC ofreciendo las naciones latinoamericanas a las trasnacionales para que hagan negocios a su antojo junto a sus socios del TLC, el Mercosur y demás lacayos del imperialismo.
La “revolución bolivariana” y todos sus laderos han demostrado ser incapaces de resolver la cuestión agraria y la ruptura con el imperialismo. Pero sí fueron capaces de entregar el socialismo estrangulando la revolución latinoamericana y sosteniendo a Obama en EE.UU. para entregar Cuba al capitalismo.
La teoría programa de los renegados del trotskismo conlleva a la colaboración con la burguesía, a someter al proletariado a sus verdugos. Obligan al proletariado venezolano a suspender su lucha contra los patrones y el gobierno que los ataca en aras de “derrotar” a la “derecha golpista” de Capriles y López. El proletariado así debe mantener sus manos atadas y la burguesía dirimir quién es el que más le pega y ataca sus intereses.
A eso lleva la política reformista que le impone a la clase obrera: buscar siempre burgueses “progresistas” y “democráticos” para “enfrentar” a los “fascistas”. Su política consiste en buscar generales “patriotas nacionalistas” para “enfrentar” al imperialismo. Esta estrategia es criminal. Ha llevado a un camino sin salida al proletariado.
Pero la última palabra no está dicha. La clase obrera del Caracazo, que fuera la primera chispa que incendio América Latina contra el saqueo del imperialismo y el FMI a fines de los ‘80, puede volver a encenderse nuevamente. Nadie puede asegurar que no vaya a ser así.
Liga Comunista de los Trabajadores de Venezuela,
integrante de la FLTI-Colectivo por la IV Internacional
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