20 de marzo de 2019
Las condiciones internacionales que empujan al gobierno y a los capitalistas
en Argentina a un ataque brutal contra las masas
Una nueva ofensiva imperialista cerca Venezuela
y asedia toda América Latina
América Latina está sacudida por la guerra de Wall Street contra los explotados. El imperialismo yanqui ha lanzado una nueva ofensiva recolonizadora sobre su “patio trasero”, secundada por los cipayos del “Grupo de Lima”, que hoy se concentra en cercar Venezuela. No hay lugar siquiera para las cobardes burguesías bolivarianas, que hace rato se han rendido y entregado la lucha antiimperialista de las masas de América Latina.
Esta es la verdadera fortaleza detrás de la brutal ofensiva de los capitalistas y el gobierno odiado de Macri.
En la guerra comercial de las grandes potencias imperialistas por el control del mercado mundial y las zonas de influencia, Trump viene por todos los negocios y riquezas de América Latina.
EEUU ha cerrado las fronteras aduaneras a Alemania, mientras le quiere imponer a Inglaterra su ruptura con Maastricht.
Se prepara y ya está yendo a ofensivas superiores y para ello el “patio trasero” yanqui es su espacio vital. Lo más avanzado de este ataque es el bloqueo, cerco y asedio a Venezuela, donde el chavismo, de rodillas, prepara su rendición.
En estos momentos EEUU está en una ruptura comercial ya abierta con China. Busca cercarla y obligarla a rendirse, a entregarle a Wall Street todos sus negocios fundamentales, desde las telecomunicaciones hasta las empresas del estado que dan ganancia. Como dijo el senador republicano, Marco Rubio, “cualquier convenio con China debe dejar a EEUU en el extremo superior de la cadena de valor y China limitarse a suministrar insumos de menor valor”.
Las potencias imperialistas no pueden permitir que China avance a controlar ramas de producción de punta en la economía mundial, como amenaza a hacerlo con Huawei en la telefonía y telecomunicaciones… y mucho menos a costa de copiar patentes del imperialismo, logradas a partir de fuertes inversiones en el aparato industrial militar. El plan que está en curso, y lo que necesita el imperialismo para sobrevivirse de su crisis, es semicolonizar China… y Rusia. Ya está claro que no hay lugar para nuevas potencias imperialistas, sino que estas sobran.
Cercar China es lo que necesitan no solo EEUU sino todas las potencias imperialistas, como así también una nueva vuelta de tuerca al saqueo de todo el mundo semicolonial.
Si todo esto prepara el imperialismo yanqui para China y todo el Pacífico, ¿qué no es capaz de hacer el imperialismo yanqui y sus socios comerciales en su “patio trasero”? Ellos deben salir de su crisis y arrojársela al mundo.
En los países imperialistas, el ataque a la clase obrera es brutal, buscando arrebatarle todas sus conquistas. Ayer, en 2008, Obama, travestido de bonachón, con la excusa del crac de Wall Street le sacó todas las conquistas a los trabajadores norteamericanos… Les quitó las jubilaciones y el seguro de desempleo y les impuso suspensiones masivas, mientras subvencionaba a la oligarquía financiera de Wall Street para luego devolverle sus grandes bancos saneados.
A la clase obrera francesa le arrebataron la jornada de 35 horas semanales y le impusieron por decreto la flexibilización laboral, que ha resultado ser una receta organizada y centralizada por el G20 contra toda la clase obrera mundial.
Como parte de esta ofensiva en su “patio trasero”, los yanquis buscan transformar a América Latina en un territorio de maquilas como son el este europeo, China y demás países asiáticos.
La flexibilización laboral que en Argentina los capitalistas no pudieron aplicar desde el Parlamento en 2017 (por la formidable batalla de la clase obrera contra el despojo a las jubilaciones), hoy intentan imponerla con un brutal chantaje de miles de despidos, tirando toda la crisis sobre los trabajadores. Un golpe económico para desorganizar sus filas. Una verdadera “guerra comercial” pero contra los explotados. Los patrones “ajustan su producción al mercado”. Allí donde ya no les sirve producir, se hacen importadores o llevan sus capitales a la Bolsa, a las tasas de interés o directamente fuera del país. Ellos nunca pierden.
Los capitalistas y su gobierno vienen por todo, apoyados sobre esta ofensiva imperialista yanqui sobre el mundo y en particular, sobre América Latina.
Pero los yanquis solo pueden avanzar porque en todos estos años el castrismo y las burguesías bolivarianas estrangularon la lucha revolucionaria y antiimperialista de los explotados del continente. La mayor expresión de esto es el infame pacto Obama-Castro, con el que se restauró el capitalismo en Cuba al grito de “el socialismo no va más” y con el que se entregó la resistencia obrera y campesina colombiana. Una verdadera puñalada por la espalda que es la que, en última instancia, creó las condiciones para esta nueva ofensiva imperialista.
Las burguesías bolivarianas están totalmente rendidas. Maduro no presenta resistencia y ya hace rato es el encargado, tal cual limón exprimido, de matar de hambre y a los tiros a las masas venezolanas y garantizar el pago de la fraudulenta deuda externa al FMI. A Guaidó no se atreve a tocarle un pelo.
Lula se entregó al juez Moro y a Bolsonaro, mientras la Kirchner desfila por los tribunales y declara sin chistar ante el juez Bonadío. Demostraron que prefieren arrodillarse al imperialismo antes que llamar a las masas explotadas a expropiar a los bancos y transnacionales yanquis, de los cuales son socios menores, porque le temen más a los obreros y campesinos en armas que a las tropas del Pentágono.
Lo que le ha impedido a Trump invadir directamente Venezuela es el escalofrío que aún le provoca al establishment norteamericano y a las burguesías latinoamericanas un escenario tipo Irak o Vietnam. Trump aún no tiene base social en EEUU para nuevas ofensivas militares. El movimiento de supremacía blanca que intentó alentar en la primera parte de su presidencia como base social para su política contrarrevolucionaria mundial, fue derrotado y sacado de las calles, inclusive físicamente, por el movimiento negro, la juventud rebelde y los trabajadores de EEUU, con los hispanos a la cabeza de esa lucha. No fueron los sinvergüenzas y testaferros del Partido Demócrata de Wall Street, sus “candidatas mujeres” ni los charlatanes anti-socialistas como Sanders, quienes han impedido ofensivas superiores de los yanquis en el planeta. Han sido los trabajadores y el pueblo norteamericano, a quienes Trump quiere separar de los trabajadores del sur del continente con un muro en el Río Bravo para que no entren nuevas masas latinoamericanas migrantes a ese país. Más de 30 millones de trabajadores de origen hispano ya viven y luchan al interior de EEUU contra la bestia imperialista. Los inmigrantes son perseguidos con sus hijos dentro de EEUU y cuando buscan cruzar la frontera.
La política yanqui frente a los países que quiere colonizar en lo inmediato pero que no puede invadir militarmente, es la que ya aplicó junto a Al Assad, Erdogan y Putin en Siria. Allí, como no podía ingresar a las ciudades rebeldes, las cercó por hambre y las asedió militarmente, siendo luego entregadas desde adentro por la cobarde burguesía sunnita. Eso es, ni más ni menos, lo que están haciendo los yanquis en Irán para terminar de quedarse con las rutas del petróleo de Medio Oriente, a sabiendas de que los ayatollahs están de rodillas ante Wall Street e inclusive ante el Bundesbank alemán.
Ese es el plan en gran escala de cerco y guerra comercial que se está preparando para colonizar China. Y es, ni más ni menos, el que se está implementando en Venezuela con una cobarde burguesía que no le ha tocado ni un dólar ni un milímetro de propiedad ni a los banqueros, ni al FMI, ni a la oligarquía, que se han robado los activos de la nación venezolana en el exterior. Mientras Guaidó entra y sale por la aduana de Caracas, Venezuela está cercada por hambre y militarmente desde Colombia y Brasil, inclusive con tropas yanquis directas. Está asediada, con sus suministros cortados, mientras Maduro de rodillas suplica por una negociación.
La ofensiva recolonizadora de las potencias imperialistas en todo el mundo semicolonial es brutal y descarnada. La partición de Siria copia el modelo de la partición de Libia, luego de que fuera abortado el proceso revolucionario que derrotó a Qadafy, con una burguesía qadafista retomando el control de Trípoli y con un golpe militar violento de Heftar ocupando Benghazi, donde las masas rebeldes habían “pasado a mejor vida” al embajador yanqui.
Cerco, bloqueo, asedio -como el que vemos en Venezuela o Irán-, guerras militares abiertas contrarrevolucionarias y ataques directos a la clase obrera mundial… es la “guerra comercial” que se abrió entre los piratas imperialistas para disputarse el mercado mundial.
El “Grupo de Lima” -con Brasil, Perú, Colombia, Argentina, Chile, etc.- es el club de cipayos de las burguesías latinoamericanas bajo el mando directo de Trump. Es el que sostiene al gobierno de Macri para que largue esta brutal guerra contra la clase obrera de Argentina.
El objetivo inmediato es transformar a América Latina y a Argentina en particular en una gran maquila. Es un chantaje en toda la línea, vía un golpe económico feroz. Quieren propinarle a la clase obrera argentina una derrota estratégica, como en los ’90, cuando el Menemato impuso el plan de las privatizaciones y centenares de miles de despidos. Y como en los ’90, hoy la burocracia sindical le ata las manos a la clase obrera para que los capitalistas y el régimen descarguen su ataque.
Pero la última palabra no está dicha. La ofensiva de Trump no tiene aún, como ya dijimos, base ni apoyo de masas en EEUU para ataques de una envergadura superior, que es lo que necesita. El plan de Bush de imponer el ALCA en el año 2000, es el que hoy busca aplicar Trump con el “Grupo de Lima”. En plena guerra por la apertura de las barreras aduaneras en todo el mundo, Wall Street quiere una zona franca con apertura económica plena para todos sus negocios.
Esto no podrá hacerlo en un acto ni está garantizado de antemano que lo logre. Los obreros y campesinos del continente no se han rendido. El imperialismo quiere transformar América Latina en una gran maquiladora, como China. Pero las maquiladoras latinoamericanas ya se sublevaron. En Matamoros, México, en la frontera con EEUU, decenas de miles de obreros y obreras de las maquilas se levantaron al grito de “Abajo los traidores de la burocracia sindical” y, como en Bangladesh y la India, han entrado al combate. Allí han comenzado a recibir su merecido las transnacionales.
En EEUU, la clase obrera presenta batalla a la ofensiva imperialista de Trump. Allí están los más grandes aliados de los trabajadores latinoamericanos.
La sublevación del México insurgente es el ejemplo para los trabajadores de Argentina y toda América Latina: sacarse de encima a la loza de la burocracia sindical, una verdadera policía interna del movimiento obrero, para poder así desplegar todo su combate contra el imperialismo.
MATAMOROS MARCA EL CAMINO HOY PARA TODA LA CLASE OBRERA DEL CONTINENTE AMERICANO.
¡HAY QUE LUCHAR COMO EN HAITÍ, CON INSURRECCIONES Y COMBATES POLÍTICOS EN LAS CALLES CONTRA LOS GOBIERNOS HAMBREADORES Y LACAYOS DEL IMPERIALISMO!
A esta ofensiva imperialista, entonces, la está conteniendo la clase obrera norteamericana con sus luchas; la empieza a enfrentar la clase obrera mexicana; le presentan batalla las masas revolucionarias de Haití con revueltas y una verdadera semi-insurrección que pone a la orden del día la derrota del imperialismo. Los portuarios de Valparaíso, Chile, rompiendo con la burocracia sindical e imponiendo la unidad con las asambleas de base, mostraron cómo enfrentar la flexibilización laboral. ¡Solo las masas explotadas del continente pueden derrotar al imperialismo!
Todos los reformistas, stalinistas y renegados del trotskismo, son enemigos de toda lucha revolucionaria para derrotar la embestida de Trump y el “Grupo de Lima”. Ellos empujan al camino de la sumisión y la conciliación de clases, a las trampas electorales de los parlamentos fantoches de América Latina. Los trotskistas atamos nuestra suerte al combate de los explotados, para que vuelva a ponerse de pie la revolución socialista desde Alaska a Tierra del Fuego.
Comité Redactor
de Democracia Obrera