LA CUESTIÓN CUBANA:


Al calor de la crisis económica mundial imperialista, el Castrismo en un pacto con el imperialismo y las burguesías Latinoamericanas intenta imponer la restauración definitiva del capitalismo en la isla.
¡La clase obrera mundial debe impedirlo!
El programa para la revolución política contra la burocracia castrista restauracionista es una prueba de fuego que divide reforma de revolución

 

ÍNDICE:

- La utopía reaccionaría del “socialismo en una sola isla” lleva al abismo a la revolución cubana

- Cuba: Una excepción en los procesos de restauración capitalista de 1989.

- Polémica con la izquierda latinoamericana y mundial

 

Un brutal ataque contra las masas cubanas por parte de la camarilla restauracionista de los Castro


Con la profundización de la crisis económica mundial, el régimen restauracionista de los hermanos Castro encabeza hoy, un feroz ataque sobre los trabajadores y las masas empobrecidas de la isla. A ello responde el discurso de Raúl Castro en el IX Congreso de la Unión de Juventudes Comunistas de Cuba, juventud sedienta de derecho de herencia y propiedad privada. Allí los Castro lanzaron el grito de guerra de toda la burguesía mundial: “Que la crisis la paguen los trabajadores”. Anunciaron un millón de despidos expresando: “sabemos que sobran cientos de miles de trabajadores en los sectores presupuestado y empresarial, algunos analistas calculan que el exceso de plazas sobrepasa el millón de personas y este es un asunto muy sensible que estamos en el deber de enfrentar con firmeza y sentido político (…) continuar gastando por encima de los ingresos sencillamente equivale a comernos el futuro y poner en riesgo la supervivencia misma de la revolución”; y continuó “si mantenemos plantillas infladas en casi todos los ámbitos del quehacer nacional y pagamos salarios sin vínculo con los resultados, elevando la masa de dinero en circulación, no podemos esperar que los precios detengan su ascenso constante, deteriorando la capacidad adquisitiva del pueblo”.
La burocracia restauracionista le dice a los explotados del mundo que los culpables de los padecimientos y la miseria en Cuba son los heroicos obreros cubanos. ¡Canallas! ¡La responsable de la crisis en la que se hunde Cuba es la parasitaria burocracia restauracionista! La burocracia castrista hace tiempo ya que ha dejado de defender las bases del estado obrero “a su manera” –es decir, como decía Trotsky, hundiéndolas como lo hacía la vieja burocracia estalinista en la URRS-, y ha devenido en abiertamente restauracionista, en agente directo de la restauración capitalista. El “socialismo en una sola isla” demuestra todo su carácter de utopía reaccionaria contra la revolución cubana. Es la pandilla de los Castro la que ha impuesto un régimen restaurador del capitalismo que se asienta en la imposición de la doble moneda. Se han impuesto en la isla dos economías que liquidan el régimen de transición.
Por un lado, una economía capitalista de las inversiones extranjeras y las sociedades “mixtas”, los joint ventures con el imperialismo en turismo, hotelería y la minería del níquel, que se maneja con el peso convertible uno a uno con el dólar (“chavito”). En esta economía se enriquecen los parásitos de la burocracia y sus hijos; surgen nuevos ricos, dueños y gerentes de hoteles, negocios y empresas. También aparecen las nuevas clases medias ligadas a la pequeña propiedad de la tierra y el comercio minorista urbano, junto al surgimiento de un pequeño sector de trabajadores que cobra salarios diferenciales en las empresas mixtas, ávidos de consumo de celulares, electrodomésticos, etc. No es de extrañar entonces que Raúl Castro,en el Congreso de las “Juventudes Comunistas” se hay dirigido a esta firme base social para la restauración. Porque estas “juventudes comunistas” son los hijos de los burócratas, que gozan de celulares, I-pod, zapatillas Nike, etc. y quieren recibir la herencia de lo que sus padres acumularon en los bancos “off shore” de las Bahamas, lo que le robaron a las masas cubanas, en sociedad con el imperialismo.
Por otro lado, la otra economía, la de la amplia mayoría de los obreros y campesinos, donde sólo se usa el peso cubano súper devaluado, y que aún trabaja en el viejo sector nacionalizado de la economía, sobrevive con cartillas de racionamiento del hambre, salarios miserables de 18 dólares mensuales que no se cobran ni en la más negrera maquiladora imperialista en China.
En medio de la crisis de la economía mundial y con la devaluación del dólar, los parásitos cubanos necesitan emitir, cada vez más, peso cubano devaluado, para comprar más cantidad de dólares, lo que termina generando la inflación de la cual, desvergonzadamente, culpan a las masas explotadas.. ¡Ellos son los que crean inflación y se lo quieren hacer pagar a las masas cubanas con despidos, recortes en la salud y la educación! ¡Y los cínicos de la burocracia restauracionista quieren acusar a los obreros y campesinos de ser los responsables de esto! Son los burócratas los que permitieron la pequeña propiedad de la tierra y la apertura del comercio minorista urbano. Son los parásitos de la burocracia y sus hijos los que ya son dueños de negocios, hoteles y empresas. ¡Esos 800.000 burócratas y sus hijos, son los que vienen enriqueciéndose con la doble moneda! ¡390.000 burócratas ya tienen salarios de gerentes en dólares en las “empresas mixtas”! ¡Ellos son los verdaderos parásitos que no producen nada y en sus cómodos despachos se llenan los bolsillos viviendo de la economía dolarizada que administran asociados con la burguesía imperialista!
Sumado a las derrotas que le infligieron al proletariado en el continente, el castrismo le ha impuesto a las masas cubanas la más grave derrota: una terrible desmoralización. Los obreros y campesinos cada vez identifican más al “socialismo”, no con una conquista, sino con salarios de hambre, inflación, carestía de la vida y miserables cartillas de racionamiento para comer. Es que el socialismo no es la administración de la miseria como lo hizo creer el stalinismo y el castrismo. Por el contrario, es el modo de producción donde sin patrones ni burgueses, se produce para “salir del reino de la necesidad” satisfaciéndolas en su plenitud. Para ello hay que derrotar a la burguesía mundial y su modo de producción capitalista. El régimen restaurador de los Castro, con una casta llena de privilegios y enriquecimiento que puja por ser nueva burguesía, permite la reproducción de una nueva clase media comerciante en la ciudad, y relaciones de propiedad capitalistas en el campo, ganando así cada vez más base social restauracionista. A su vez, el castrismo cuenta con un ejército de parásitos que reciben remesas en dólares enviados por los cuadros políticos que, por miles, están desparramados en el continente estrangulando la revolución. Así recrean, con sus jugosas remesas en dólares, nuevos gusanos al interior de Cuba. El régimen restaurador profundiza a grado extremo la desigualdad social y liquida la conciencia igualitaria de las masas.   
Por ello el régimen de la burocracia es el que ha empujado a la juventud cubana a que abandone la escuela y la educación, porque necesita ir a trabajar por unos dólares más en los hoteles y empresas, para intentar entrar en el ciclo de consumo. Y por ello es que el castrismo quiere largar este ataque a las masas, aprovechando su confusión y desmoralización, para asestarle un golpe de gracia al estado obrero en aguda descomposición y definir la restauración capitalista.
La burocracia castrista quiere hacer que la crisis la paguen las masas con despidos, suspensiones, recortes en el gasto estatal, etc., tal como lo están haciendo ahora todos los gobiernos burgueses del mundo, como en Grecia, Kirguistán, etc. Pero este ataque que quieren largar los burócratas castristas es la envidia de cualquier gobierno burgués del mundo, ya que en una isla donde trabajan 6 millones, quieren despedir nada más ni nada menos que a ¡un millón de trabajadores! Esto demuestra claramente que este ataque está liderado por una pandilla restauradora que quiere conscientemente avanzar, de manera definitiva, a la restauración capitalista en la isla.

De imponerse definitivamente la restauración capitalista en Cuba, el imperialismo le asestará una gran derrota al proletariado del continente y estabilizará su dominio en su patio trasero.


Hoy, ante la bancarrota capitalista y su crisis mundial, el imperialismo debe liquidar el último estado obrero que -en absoluta y aguda descomposición gracias a la política restauracionista del castrismo- aún sobrevive tan sólo a unas 90 millas de las costas de EE.UU. Es que la crisis económica mundial le impone a la burguesía imperialista la necesidad de aplastar al conjunto del proletariado mundial y con ello, uno de sus principales bastiones de resistencia: el estado obrero cubano. El ataque generalizado que el gran capital ha lanzado contras los explotados del mundo implica la liquidación de las conquistas históricas del proletariado mundial, cuya máxima expresión es, aún hoy, el estado obrero cubano. 
La restauración que intentan terminar de consumar el imperialismo y las burguesías nativas junto a la burocracia castrista, significa un golpe certero para que no quede ningún vestigio del combate revolucionario que las masas latinoamericanas y norteamericanas protagonizaron en el primer lustro del siglo XXI, como la revolución argentina y la ecuatoriana. Tienen que terminar de liquidar la revolución boliviana iniciada por los obreros y campesinos en 2003; deben impedir que se desarrolle el combate de la clase obrera peruana. Pero, sobre todo, deben infringirle una derrota superior a la clase obrera norteamericana, que ayer se levantó contra las guerras de saqueo del imperialismo yanqui, por las demandas de los trabajadores inmigrantes, el sector más explotado del proletariado al interior de la bestia imperialista y que hoy, por el accionar de las direcciones traidoras, se encuentra a los pies de Obama.

Por ello, para Obama y las distintas potencias imperialistas se vuelve fundamental terminar de consumar la restauración capitalista en Cuba, para propinarle una enorme derrota al proletariado mundial y a la lucha antiimperialista de las masas, en momentos en que el proletariado de Kirguistán, Grecia y toda Europa gana las calles  lo que implicaría la destrucción de la conciencia de que las masas pueden hacerse del poder, expropiar a la burguesía y conquistar su propio estado, un estado obrero.
Por otro lado, esto profundizaría la estabilización de todos los regímenes burgueses en su patio trasero. Y lo que no es menor, el imperialismo yanqui conquistaría en Cuba una mano de obra altamente calificada para usarlos como esclavos en las futuras maquilas yanquis. Sobre los huesos del proletariado del continente, estas medidas ubicarían en inmejorables condiciones al imperialismo yanqui, para enfrentar la crisis económica y derrotar a sus competidores en las disputas interimperialistas.

Una vez expropiada la revolución en América Latina y en EE.UU. , con la farsa de la “revolución Bolivariana” los Castristas intentan dar un salto en la restauración capitalista.


En el inicio del siglo XXI, como pilar fundamental de los pactos contrarrevolucionarios de la burguesía bolivariana con el imperialismo, la burocracia castrista, expropiando y estrangulando el proceso de revoluciones en el continente americano, se terminó de ganar el derecho para devenir en la nueva burguesía en Cuba. Por ello el plan del imperialismo yanqui no es más invadir con los gusanos de Miami, o con una intervención militar directa. El plan es permitir que la burocracia castrista, en devolución por los servicios prestados al imperialismo, se recicle en burguesía.
Si la ofensiva restauradora hoy puede dar un salto con este ataque sin que las masas cubanas reaccionen aún frente a ello, es porque con la farsa de la “revolución bolivariana” con Fidel a la cabeza y los “bolivarianos” organizados en el Foro Social Mundial, con frentes populares, golpes y pactos contrarrevolucionarios con el imperialismo, estas burguesías y sus sostenedores las direcciones traidoras expropiaron el combate antiimperialista y revolucionario de masas del continente americano. Cada una de estas derrotas y golpes contrarrevolucionarios que aplicaron a las masas del continente, como en Honduras, Bolivia, Colombia, Haití, fueron derrotas aplicadas directamente a las masas cubanas, es decir, sucesivos “Tiananmen” para la restauración capitalista en Cuba.
En Ecuador, Argentina, Bolivia; con la comuna de Oaxaca en Méjico; con los levantamientos en Chile y Perú y el ascenso contra la guerra y por los derechos de los inmigrantes en EE.UU., las masas llevaron adelante combates revolucionarios y anti imperialistas contra todos los gobiernos sirvientes del imperialismo yanqui en la región. Frente a ello y centralizado desde el FSM, se levantó un frente popular continental, sostenido principalmente por el castrismo y la burocracia y aristocracia obrera en Brasil, junto al resto de las burocracias y aristocracias obreras del continente, para cercar y estrangular las acciones revolucionarias de las masas. Las corrientes de los renegados del trotskismo como el lambertismo, el morenismo y el mandelismo, entre otras, fueron parte de este frente popular continental, centralizando a los sindicatos combativos de Brasil, EE.UU., Bolivia, Venezuela, Haití desde el Encuentro Latinoamericano de Trabajadores (ELAC), para subordinar a estas organizaciones obreras a la política de colaboración de clases continental del castrismo y de la burocracia brasilera y así llevar a la derrota al ala izquierda del proletariado del continente.
En Ecuador en el 2002, desde el FSM, se promovía como “niño mimado” al Coronel Lucio Gutiérrez, el milico que luego expropió la revolución iniciada por las masas que desde el 2000 venían de echar a varios presidentes. Y cuando las masas derrocaron en el 2005 a Gutiérrez con la “rebelión de los forajidos”, fueron los bolivarianos con Castro a la cabeza, los que corrieron a sostener al burgués Correa para estrangular nuevamente la revolución ecuatoriana.
El castrismo jugó un rol clave en estrangular el combate de las masas venezolanas contra el golpe pro imperialista dirigido por los yanquis en el año 2002. Plegándose a la política de Lula de conformar un “Grupo de países amigos de Venezuela”, fueron los encargados de llamar a las masas a no expropiar, a no ajusticiar a la casta de oficiales golpista y a poner de nuevo en el gobierno a Chávez, que durante el golpe, mientras las masas ponían su sangre en las calles, huyó como un cobarde a esconderse en una base militar protegido por la cúpula de la iglesia.
En la revolución argentina que se abrió el 20 de diciembre de 2001, vimos a Castro viajar en dos ocasiones a este país. En el 2003, cuando habló en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la ciudad de Buenos Aires, en un acto organizado con el apoyo de los renegados del trotskismo y en el 2005 para participar de la “Contracumbre”, organizada por los gobiernos bolivarianos con Chávez a la cabeza. En ambas ocasiones vino a decirles a las masas que no había que hacer una revolución, una nueva Cuba en Argentina, sino que había que apoyar al gobierno de Kirchner, y que la clase obrera tenía que ponerse a producir, ya que luego este gobierno “repartiría la riqueza".
Cuando las masas bolivianas iniciaron su enorme revolución en el 2003-05, el frente popular contrarrevolucionario continental de Castro y los bolivarianos fue el encargado de cercar a esta enorme revolución. Esto lo hizo controlando al proletariado de todo el continente y llamando a las masas a atar su suerte al gobierno de Frente Popular de Evo Morales, al cual incluso lo asistieron de cuadros y asesores cubanos para impedir que Bolivia se convirtiera en una nueva Cuba. Los renegados del trotskismo se subordinaron a esta política y organizaron, desde los sindicatos petroleros de Brasil dirigidos por el lambertismo, un congreso continental “en defensa de las hidrocarburos”, para cercar a las COR del Alto y sus resoluciones revolucionarias del 6-7 julio de 2005, e impedir que la clase obrera boliviana, sincronizada con el proletariado brasilero, atacara la propiedad de la Total Fina francesa y su subsidiaria Petrobras de Brasil.
Nuevamente, en el 2008, vimos el pérfido rol del castrismo, cuando, luego de que el gobierno de Evo Morales derrotara y desarmara al ala izquierda del proletariado boliviano y su vanguardia, los mineros de Huanuni, la “Media Luna” fascista, agente directo del petrolero anglo-yanqui, se levantó para dar un golpe contrarrevolucionario. Luego de la masacre fascista contra los obreros y campesinos en Pando, cuando las masas se levantaban para enfrentar y aplastar al fascismo, los castristas fueron los garantes del pacto contrarrevolucionario que firmaron Evo Morales y la “Media Luna”. Pacto que dejó la mitad del país en manos de los fascistas, un tercio del territorio en manos de la casta de oficiales del ejercito boliviano asesino y el resto del país bajo el control del gobierno anti obrero del frente popular de Evo Morales.
En Colombia, en el 2008, también pudimos ver al propio Fidel Castro encabezar junto a Chávez la operación “Jaque Mate” a la resistencia colombiana. Luego de que llamaran incansablemente a la resistencia a desarmarse, a entregar los prisioneros y rendirse ante el gobierno cipayo de Uribe, sirviente del imperialismo, “porque no podían triunfar” ni “hacer una nueva Cuba”, lo que vino fue un brutal y sangriento ataque contra la los militantes de las FARC y la resistencia colombiana. Lo que no lograron el imperialismo yanqui y la burguesía colombiana en 50 años, lo conquistó el castrismo y el chavismo gracias al pacto del abrazo Uribe-Chávez, sobre la sangre de la resistencia colombiana. Así quedaron las bases de esa resistencia desarticuladas, diezmadas y desmoralizadas.
El castrismo y su agente el zapatismo fueron los responsables en el 2006 de ahogar la comuna obrera y campesina de Oaxaca, que amenazó con iniciar la revolución en México, y que planteaba desarrollarse en Estados Unidos a través del movimiento de los trabajadores inmigrantes. Este combate de las masas mejicanas contra el régimen del TLC se desarrollaba al interior de los EE.UU. con el levantamiento de millones de obreros inmigrantes que, unidos al movimiento anti guerra liderado por los portuarios de Oakland y los piquetes anti guerra, llamaron a la huelga general contra el carnicero Bush. Contra esta única revolución, que se quería poner en pie a ambos lados de la frontera del Río Bravo, en México el castrismo y el zapatismo subordinaron el levantamiento obrero al frente democrático del partido burgués de López Obrador, el PRD, tan sirviente del TLC como el partido PAN del entonces presidente Fox. Mientras tanto en EE.UU. el castrismo, usurpando toda la autoridad con la que cuenta la revolución cubana dentro del proletariado norteamericano de color e inmigrante, puso a la clase obrera a los pies de Obama, llamando a apoyar a éste contra Bush. Mientras que el ELAC llamaba a través de su dirigente Clarence Thomas del sindicato portuario de la Costa Oeste de EEUU, a votar a “cualquiera, menos a Bush”.
En el combate anti colonial que dieron las masas de las Antillas en Guadalupe, el Castrismo garantizó un cerco para impedir que esas fuerzas contagien al proletariado cubano. Frente al golpe pro imperialista de Micheletti en Honduras en el 2009, el castrismo fue el pilar fundamental para imponerle la rendición a las masas que heroicamente resistían el golpe. Con sus laderos Chávez y Ortega de Nicaragua, exigían la restitución de Zelaya, mientras subordinaron la resistencia de las masas al frente democrático que terminó pactando con los golpistas permitiendo el asentamiento del golpe militar.
El último de los servicios que vienen de prestar los Castro al imperialismo, fue ante la ocupación por los marines de Obama del Haití devastado. Desde el 2000 la burocracia castrista apoyó a las tropas de la ONU asesinas de hambrientos (la Minustah). Y en el 2010 frente al terremoto, con la excusa de la “ayuda humanitaria”, abrió su espacio aéreo a la US AIR FORCE, para que el imperialismo ocupe el territorio haitiano y así preservar su propiedad privada.
Fue entonces, primero con un política continental contrarrevolucionaria de frentes populares para cercar y estrangular la revolución en el continente, y luego como garante de los pactos contrarrevolucionarios para asentar los golpes que el imperialismo daba contra las masas, que la burocracia castrista le permitió al estado mayor del imperialismo yanqui en crisis, que pudiera superarla con el recambio de Bush por Obama, y así reiniciar su ofensiva para recuperar su patio trasero. Ahora sacando de escena a las masas latinoamericanas y norteamericanas, la burocracia se juega a dar el salto definitivo hacia la restauración del capitalismo en Cuba, para transformar a Cuba en una “nueva Venezuela” capitalista con su propia burguesía nativa.


Para derrotar el ataque contra las masas cubanas, hay que derrocar el régimen de los Castro con la revolución política. El combate de las masas de Grecia, Kirguistán y Bolivia viene en ayuda de las masas cubanas.


La tragedia de la revolución cubana es que su dirección, el castrismo, impuso en los últimos 51 años la utopía reaccionaria del socialismo en una sola isla, socavando y descomponiendo desde el inicio las conquistas de la revolución del ‘59, y derrotando con su política internacional las revoluciones en todo el continente americano, en las que se sostenía la conquista del primer estado obrero en el continente.
Por ello a los hermanos Castro y su camarilla les va la vida en estrangular la revolución norteamericana y latinoamericana, por eso fueron y son tan IMPLACABLES. Al igual que en la ex URSS en el ‘89, donde el principal partido restaurador del capitalismo era el PC de Gorbachov y Yeltsin, como accionistas directos del City Bank, donde iban los millones de dólares del saqueo de los ex estados obreros; hoy el principal partido restauracionista en Cuba es el de los Castro. Es esta camarilla la que, erigida como Bonaparte de las distintas pandillas de la burocracia restauracionista, intenta guiar “ordenadamente” la entrega de Cuba a la economía mundial imperialista, siguiendo el modelo impuesto por los mandarines rojos del PC chino. Las sucesivas purgas de funcionarios responden al intento de disciplinar a las capas más ávidas y ansiosas de propiedad, que intentan, a cada momento, dar zarpazos para acelerar la conquista definitiva del derecho de herencia capitalista. La camarilla de los Castro busca entonces evitar el disgregamiento del régimen restaurador. Disgregamiento que podría abrir brechas en las alturas, por las cuales podrían irrumpir las masas cubanas enfrentando la restauración. En esto es el ejército cubano, como institución central del plan de restauración, quien juega un papel fundamental llevando adelante aquellas purgas.
El imperialismo yanqui, conciente del rol de la camarilla de los Castro, mantiene el Bloqueo a Cuba, como un ataque contra las masas para que se hundan más y más en la miseria. Pero a su vez lo mantiene para empujar a que surja dentro del partido restaurador, que se enriquece centralmente de la mano de los imperialismos español y francés en el níquel y el turismo, un sector abiertamente pro yanqui, que levante la política de que, sentándose a dialogar con Obama, se puede levantar el bloqueo.     
Sin el derrocamiento revolucionario del conjunto de la burocracia restauracionista, terminará por imponerse una dura derrota para la clase obrera mundial. ¡No hay tiempo que perder!
Hoy, la burocracia castrista y el imperialismo preparan la estocada final de la restauración capitalista. Sólo la clase obrera puede impedirlo. La alternativa entonces es: o la restauración capitalista que hundirá a las masas cubanas en la miseria, superexplotación y someterá a Cuba aún más que en el pasado colonial; o una revolución política que derroque a la burocracia restauracionista castrista, restaure las bases del estado obrero e imponga la democracia obrera para que Cuba sea un bastión de la revolución socialista latinoamericana y mundial.
¡Las fuerzas del proletariado cubano para enfrentar la restauración capitalista están en el combate de los explotados griegos y los inmigrantes de toda Europa; en la revolución Kirguiz; en los obreros y campesinos peruanos que enfrentan el saqueo de las transnacionales y el TLC; en los obreros bolivianos que amenazan con imponer la ruptura de sus organizaciones de lucha con el gobierno de Evo Morales y han iniciado su revolución política marchando en La Paz contra la burocracia colaboracionista de la COB al grito de “Montes traidor, fuera de la COB” siendo la vanguardia de la lucha contra los pactos contrarrevolucionarios de la burguesía bolivariana y el imperialismo!
¡Abajo la burocracia castrista restauracionista, su plan de despidos, y todas las medidas pro capitalistas que liquidan las bases del estado obrero! ¡Ni un solo despido! ¡Ningún recorte en salud y educación! ¡Expropiación sin pago y renacionalización de todas las empresas y ramas de producción y de las tierra entregadas a los monopolios imperialistas, de las empresas “off shore” de la burocracia y de los inversionistas cubanos y extranjeros! ¡Reimposición del monopolio del comercio exterior, reimposición de la planificación sobre toda la economía del país, y planificación económica democrática discutida, decidida y controlada por la clase obrera y los campesinos!
Contra la burocracia restauracionista que vive con enormes privilegios y lujos, que maneja dólares y pesos convertibles, mientras los obreros y campesinos pasan enormes penurias, es necesario levantar la bandera de la lucha contra la desigualdad social: ¡Abajo la burocracia y sus privilegios, rangos y condecoraciones! ¡Basta de desigualdad salarial y social! ¡Basta de parásitos: todos los burócratas deben ir a trabajar, cobrando el salario medio de un obrero y en pesos cubanos! ¡Abajo los salarios diferenciales y los premios por producción en las empresas mixtas y los monopolios imperialistas! ¡A igual trabajo, igual salario en todos los sectores de la economía! Hay que poner fin a las “dos economías” y a las dos monedas, reimponiendo una moneda única que refleje la real productividad del trabajo del conjunto de la economía cubana. Hay que terminar con el secreto comercial con el que se esconden las fabulosas ganancias de las transnacionales, pero también las ganancias y la propiedad con que se está quedando la burocracia y que se esconde tras las “acciones” en las “sociedades anónimas”.
Este camino no pude imponerse sin el derrocamiento revolucionario de la burocracia restauracionista. Esto solo será producto de una abierta guerra civil contra la burocracia. La lucha es por la democracia obrera y para conquistarla debemos enfrentar a la burocracia en guerra civil: ¡Por consejos de obreros, campesinos y soldados armados, donde sólo tengan lugar la amplia mayoría que vive con 18 dólares y no tiene privilegios ni prebendas! En esos consejos, la mayoría de la población cubana que quiere a dar la vida en defensa de las conquistas de la revolución, podrá discutir, debatir y decidir democráticamente sobre su propio destino. Allí las masas podrán tomar en sus manos la resolución de sus problemas, decidir democráticamente cómo enfrentar el bloqueo imperialista, qué sacrificios –e inclusive qué concesiones circunstanciales- están dispuestas a hacer. En esos consejos podrán los explotados tomar en sus manos la defensa militar de la isla ante toda agresión imperialista, garantizando el armamento de todo el pueblo, único camino para expulsar a los yanquis de Guantánamo, esa base norteamericana a kilómetros de La Habana, donde se tortura a los combatientes antiimperialistas de la resistencia de las masas en Medio Oriente.
¡Abajo el régimen de partido único de la burocracia restauracionista del PC! ¡Los consejos obreros, campesinos y de soldados deben ser quienes decidan democráticamente qué partidos reconocen como legales, con un único requisito: demostrar que defienden las conquistas de la revolución!
Los obreros cubanos tienen derecho de defenderse de la explotación de los nuevos patrones en las empresas mixtas y privadas, y del ataque y abuso de la burocracia restauracionista en las empresas estatales: ¡Hay que imponer la libertad de organizar sindicatos!
¡Abajo los pactos contrarrevolucionarios de la burguesía bolivariana y los Castro con el imperialismo! ¡Abajo el pacto de Chávez-Uribe contra la resistencia colombiana! ¡Abajo el pacto de Evo Morales con la Media Luna fascista en Bolivia! ¡Abajo los pactos de sometimiento de la clase obrera a la burguesía bolivariana!

La dirección que necesita el proletariado cubano para derrotar a la burocracia restauracionista es la IV Internacional refundada 


La clase obrera cubana debe mirarse en el espejo de los obreros de Kirguistán, que como los de otros ex estados obreros, están hundidos en la barbarie producto de la restauración capitalista, pero que hoy se levantaron ante el 200% de aumento del costo de vida, ganaron las calles, desarmaron a la policía y derrocaron al gobierno de Bakiev, un agente de Obama y ex burócrata stalinista devenido en burgués explotador y saqueador de esta ex república soviética.
Los obreros chinos de las metalúrgicas de Tonghua y Lingzou muestran cómo tiene que ser el primer paso de la revolución política en Cuba. Allí, para defenderse de las privatizaciones llevadas adelante por los ex burócratas del PC Chino devenidos en “patrones rojos”, los obreros hicieron rodar la cabeza del gerente y así detuvieron los 30.000 despidos y la privatización de esas acerías de propiedad estatal.
Para impedir la consumación de la restauración capitalista en Cuba, hay que derrotar al castrismo. Esta tarea es parte de la lucha contra todas las direcciones traidoras del proletariado internacional. Las mismas direcciones que hoy están impidiendo que las masas griegas y sus acciones revolucionarias terminen por derrocar al gobierno de Papandreau y den comienzo a la revolución en Grecia, como eslabón de una única revolución socialista en toda la Europa, la cual sin lugar a dudas le pondría un enorme limite al proceso de restauración capitalista, dándole un gran impulso a las masas cubanas para derrotar al Castrismo.
El proletariado cubano solamente podrá triunfar bajo la dirección de la IV Internacional, el único partido que puede unir el combate contra la burocracia restauracionista con la rebelión de la clase obrera boliviana, con la lucha de las masas griegas y kirguises, en una sola revolución socialista internacional. ¡Abajo la burocracia castrista! ¡Abajo la V Internacional de Chávez, los mandarines “rojos” de Hu Jintao, el castrismo, el PC Griego y los renegados del trotskismo! ¡Viva la democracia soviética, viva la revolución socialista internacional!
La lucha en defensa del estado obrero y las masas cubanas, debe ser un grito de guerra de la clase obrera de todo el continente. ¡Basta! ¡Hay que romper la subordinación de las organizaciones obreras a la burguesía bolivariana, a Obama, al castrismo y a las burguesías cipayas! ¡Hay que levantarse en defensa de nuestros hermanos de clase cubanos en una sola lucha continental! ¡Por un congreso continental de organizaciones obreras para enfrentar el ataque de los capitalistas y la burocracia castrista!


Los trotskistas internacionalistas de la FLTI, que luchamos denodadamente por la refundación de la IV Internacional del 38, combatimos en todas las organizaciones obreras del mundo, para que levanten como propio el combate por la defensa de las conquistas de la revolución cubana.

Secretariado de Coordinación Internacional de la FLTI
26 de Mayo de 2010.-

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