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Polémica con la izquierda latinoamericana y mundial


Cuando el castrismo se apresta a imponer la restauración capitalista y la suerte del Estado obrero cubano depende enteramente de los combates del proletariado internacional, los renegados del trotskismo sellan su histórica subordinación a la burocracia castrista.

Los renegados del trotskismo sostuvieron por izquierda, durante décadas, la política contrarrevolucionaria de la burocracia castrista. Por un lado están los que devinieron en abiertamente castristas, como el SWP norteamericano que se transformó directamente en una agencia de viajes a La Habana al interior de los Estados Unidos. También la corriente de Alan Woods devino en consejeros directos de la burguesía chavista y sostenedores abiertos de los hermanos Castro. El mandelismo y el lambertismo hace ya décadas se proclamaron defensores de la burocracia castrista. El otro sector de los renegados del trotskismo son los que hoy encubren a la burocracia restauracionista cubana disfrazándose de “críticos” del castrismo, como el morenismo y los gramscianos del PTS, para “lavar sus ropas” y “no quedar pegados” ante los agudos acontecimientos que ya están aquí. Por ello vemos en sus publicaciones de las ultimas semanas “álgidas polémicas”, destilando confusión reformista sobre la vanguardia del proletariado internacional. Los dos sectores de los renegados del trotskismo –los abiertamente castristas y los “críticos”- han quedado en la barricada contraria de los intereses históricos del proletariado cubano, puesto que son destructores del programa trotskista y la IV Internacional como demostraremos en la polémica que aquí presentamos.


Los morenistas llaman a “enfrentar al castrismo” con un “frente democrático” junto a la burguesía... Como en Bolivia y Honduras: siempre a los pies de la “burguesía democrática”

Los morenistas que ayer –bajo la pluma de Nahuel Moreno en su documento sobre situación mundial de 1965- afirmaban ante el proletariado mundial que Castro y el Che Guevara eran “revolucionarios jacobinos” sólo comparables, según ellos, a Lenin y Trotsky, hoy intentan despegarse del castrismo, pero en su intento no hacen más que profundizar su reformismo y bancarrota.
Bajo las banderas del “frente democrático”, los morenistas renegados del trotskismo aplican la política de colaboración de clases, de subordinación del proletariado a la burguesía. Algunos la aplican en Cuba “contra la burocracia” como los morenistas más clásicos de Convergencia de Izquierda (CI), Izquierda Socialista (IS) y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) que hacen un frente con la burguesía “por más democracia”; y otros morenistas como la LIT-CI aplican la misma política de frente con la burguesía pero “contra la dictadura” en Cuba, donde afirman que el capitalismo ya se restauró definitivamente en los 90.
Así, en un artículo del 12 de abril de 2010, Convergencia de Izquierda sostiene: “Cuando tarde o temprano, caiga el régimen castrista por el enorme descontento popular, y no por los gusanos de Miami, probablemente se abrirá un espacio de amplias libertades democráticas, y es posible que la mayoría de la población se vuelque a los partidos procapitalistas, por la ausencia de partidos trotskistas revolucionarios.
¿Vamos a prohibirlos? ¿Aceptaremos que el PC, que hunde las conquistas de la revolución, sea el único legal? ¿O congelamos la revolución hasta que surjan los partidos que nos gustaría tener?
Nosotros nos colocaremos del lado de los trabajadores y el pueblo, que en medio de enormes confusiones lucharán contra el embargo imperialista, contra los castristas aliados a las multinacionales…”. Y finalmente para rematar la argumentación de su política y programa aseguran que: No podemos reemplazar la inevitable experiencia que deberán hacer los trabajadores cubanos con los partidos capitalistas, para llegar a la conclusión de que necesitan hacer un partido revolucionario y tomar el poder, esta vez como corresponde: con los organismos democráticos de la clase obrera.
Estos reformistas confesos le dicen al proletariado que para enfrentar a la burocracia castrista hay que aliarse con la burguesía explotadora. Hablan de una primer “etapa de la revolución democrática” llamando a la unidad con la burguesía, bajo la excusa de “acompañar la experiencia de las masas con los partidos capitalistas” ya que… “no hay partido revolucionario“ en Cuba. ¿Pero a que partidos capitalistas se refieren? Los principales agentes del capitalismo en la isla hoy son los Castro y su camarilla que desde el partido militar controlan la economía en dólares y los negocios con las empresas mixtas. Estos morenistas seniles lo que están planteando es la unidad con un ala del partido restauracionista que habla de “libertades democráticas”, para acelerar la consumación de la restauración capitalista. Es decir que su “primer etapa” de la “revolución democrática” no es más que su lucha por una república democrática… burguesa. A esto se refería el morenismo cuando en los 80 cacareaba que “el modelo del socialismo era Cuba más democracia”.
Estos estafadores, que hablan en nombre del marxismo, plantean que en la “segunda etapa” de su revolución es cuando se conquista la independencia de clases y se avanza al socialismo “esta vez como corresponde: con los organismos democráticos de la clase obrera”. Sin embargo, si el proletariado cubano establece una alianza con la “burguesía democrática” para “derrotar al castrismo” como pregona el reformismo, lo que se derrota en primer lugar es al propio proletariado cubano, que queda sometido ante la burguesía, cerrando así definitivamente el camino al surgimiento de los soviets como organismos de máxima independencia de clase del proletariado, garantizando el triunfo absoluto de la burguesía sobre la clase obrera con la restauración capitalista.
Convergencia de Izquierda y los morenistas clásicos como Izquierda Socialista llaman a la subordinación absoluta del proletariado cubano a la burguesía “democrática”, la cual bajo ningún punto de vista atacaría la esencia de la política restauracionista de los Castro ¿Qué burgués amigo del morenismo levantaría la demanda “¡Abajo la desigualdad social y salarial!”? Sólo la vanguardia del proletariado enfrentando a la burocracia restauracionista puede levantar: ¡Abajo la desigualdad social! ¡Abajo la burocracia parasitaria y sus privilegios! ¡Por la igualdad salarial!, que son demandas motoras de toda revolución política.
Por otro lado la LIT-CI, otra versión de los morenistas, que afirma que la restauración capitalista ya se ha consumado definitivamente en Cuba y que estamos ante una dictadura burguesa, sostienen la misma política que CI, IS, MST etc. puesto que también llaman a la unidad del proletariado con la burguesía, esta vez “para enfrentar la dictadura”.  Y esto lo dicen polemizando con el Partido Comunista de Brasil, es decir, con el mismo castrismo agente de la restauración.
La teoría de “revolución democrática” y “frente democrático”, no es más que una reedición morenista de la “revolución por etapas” de los stalinistas que llevara a un sangriento derrotero al proletariado mundial, política que fuera firmemente enfrentada por la IV Internacional con la teoría-programa de la Revolución Permanente.
Es la misma política de colaboración de clases que aplicaron todos los morenistas y el resto de los renegados del trotskismo en Honduras, donde subordinaron a la resistencia de masas al “frente democrático” encabezado por Zelaya contra la dictadura de Micheletti. Allí fueron las masas las que combatieron y dejaron su sangre en las calles, mientras el cobarde bolivariano Zelaya, al que la LIT-CI llamó a sostener, se exiliaba cómodamente en República Dominicana. Este mismo “frente democrático” aplicaron todos los reformistas para Bolivia en 2008, incluida la LIT-CI sometiendo al proletariado a Evo Morales para que “no triunfe el fascismo de la Media Luna”, cuando era el propio gobierno de frente popular de Morales quien impedía el aplastamiento revolucionario del fascismo pactando con él. Por el contrario, los trotskistas internacionalistas sostenemos que el proletariado solo puede defender la democracia y enfrentar al fascismo, con los métodos de la revolución proletaria: dividiendo a las FF.AA. con comités de soldados, milicias obreras, preparando las condiciones para tomar el poder, luchando por la tierra, destruyendo la base militar yanqui, en el caso de Honduras, y rompiendo con el Frente Popular en Bolivia.


La política del morenismo de “frente democrático” ya se aplicó en Rusia y Polonia con la restauración capitalista


Ante los procesos de revolución política en la ex URSS contra la burocracia stalinista restauracionista, Nahuel Moreno y su corriente la LIT-CI desplegó todo su programa oportunista. Así en la revolución política de Polonia en 1980-82 la clase obrera se levantaba contra la burocracia poniendo en pie un sindicato de masas por fuera del control stalinista llamado Solidaridad. El mismo había adquirido un carácter de semi soviet –“semi” por que no llegó a organizar a los soldados armados-. Frente a estos acontecimientos el morenismo planteaba que debía surgir un gobierno de Walesa apoyado en el sindicato Solidaridad, que rompiera con la burocracia, porque significaría el establecimiento de un gobierno obrero y campesino, es decir, el triunfo de la revolución política. Pero éste no hubiera sido un “gobierno obrero y campesino”, sino todo lo contrario. Walesa era un agente directo restauracionista del Vaticano y del imperialismo, y un “gobierno de Walesa apoyado en Solidaridad” no hubiera sido mas que un gobierno del “Príncipe Lyov” apoyado en un soviet dirigido por los conciliadores, es decir, un gobierno menchevique restauracionista que jamás podría “romper con la burocracia”. Distinto era luchar por ¡Todo el poder a Solidaridad!, que significaba justamente que los trabajadores derrocaran a la burocracia mediante la guerra civil e impusieran su propio poder, enfrentando y echando del seno del soviet a los agentes del imperialismo y la Iglesia como Walesa.
Luego, ante los acontecimientos del 89 el proletariado había llegado cargando con enormes derrotas tanto al interior de los estados obreros como en toda Europa. El régimen restaurador había llevado a la absoluta descomposición las fuerzas productivas, hundiendo en la peor de las miserias a las masas rusas. Las conquistas de los estados obreros habían sido liquidadas y, con ellas, la conciencia igualitaria de las masas. Todo el Este europeo estaba endeudado con el FMI y los viejos burócratas stalinistas se hacían burgueses saqueando todo a su alrededor y fugando millones y millones de dólares a los paraísos fiscales capitalistas. Tal como lo pronosticaba Trotsky y la IV Internacional, la restauración no vino de la mano de la invasión militar imperialista, sino de la penetración de mercancías, esta vez bajo las formas de endeudamientos del estado. Los levantamientos de las masas en el 89 fueron entonces revoluciones políticas tardías. Las masas ya no tenían conquistas para defender y se sublevaban por el pan, jabón y elementos básicos, identificando el “socialismo” con la mayor de las miserias. La ausencia de la IV Internacional, que había sido usurpada por sus liquidadores, fue un factor determinante para el triunfo de la restauración capitalista. 
Las masas ya habían sufrido un golpe contrarrevolucionaria con la reunificación capitalista alemana. En Rusia, frente al “golpe de Agosto” en 1991 un sector restauracionista del ejército se levantó contra la camarilla también restauracionista del Parlamento que dirigía entonces Gorbachov. Por no contar con soviets y una dirección revolucionaria a su frente, las masas quedaron fuera de escena y Yeltsin se puso a la cabeza del “enfrentamiento al golpe”, que diera como resultado la imposición de un gobierno menchevique restauracionista que terminó de liquidar las bases del estado obrero. El morenismo nuevamente en pos de “enfrentar el golpe” quedó a los pies del restauracionista Yeltsin. Por ello mientras caían los ladrillos del Muro de Berlín y se restauraba el capitalismo, en Argentina el MAS y la LIT mantenían un frente político (el “Frente del Pueblo”) sosteniendo al PC que devenía en nueva burguesía.
Vale decir entonces que, hace ya 20 años que las masas esperan “la segunda etapa de la revolución política” prometida por los morenistas, donde se “forjarían los soviets que expropiarían a la burguesía desarrollando tareas socialistas”, etc. Pero lo que se impusieron fueron masacres en Chechenia, Bosnia, Kosovo, ocupaciones militares y aplastamientos de las masas, crack como en Rusia con el consiguiente aumento de los sufrimientos y padecimientos inauditos de las masas. A esto la dirección de la LIT-CI le llama “restauración capitalista por la vía pacifica” ¡Canallas! Para estos pacifistas no existió la masacre de Tiananmen en China!! Está muy claro que no son las direcciones de estos partidos políticos quienes resistieron con sus cuerpos las masacres en Chechenia, ni trabajan en las fábricas rusas donde la burguesía, látigo en mano, se está vengando del poder de la dictadura del proletariado de 1917 con superxplotación salvaje, saqueo y brutal opresión contra la clase obrera. Luego de 20 años de restauración capitalista en los ex estados obreros, hay pequeños grupos como el PTS que dicen que ésta no se impuso, y lo que hay no es nueva burguesía, sino “mafias” que impiden el normal funcionamiento del capitalismo… como si la burguesía no fuera una gran mafia y ése su funcionamiento normal. Una vergüenza!
Trotsky no contemplaba ninguna “revolución democrática”, es decir ninguna etapa intermedia, al contrario, esta significaba para la IV Internacional el aborto de la revolución política, es decir, una de las formas de la contrarrevolución. Y esto era así por que a diferencia del capitalismo, el socialismo no se reproduce automáticamente, sino que implica una construcción consiente. De darse en Cuba la “revolución” que pregonan estos morenistas, lo único que se implantaría sería la reproducción automática del capitalismo. Efectivamente el programa de “frente democrático” del morenismo con la burguesía hoy en Cuba equivale a: la restauración capitalista.


El PTS ante la cuestión cubana: un programa para la “vía pacífica a la revolución política”.


El PTS publicó su declaración el 25 de marzo, en ella desliza toda su política y programa gramsciano ante esta cuestión trascendental para la lucha de clases mundial. Señalan que hoy la principal amenaza contra las conquistas de la revolución cubana son “el imperialismo y la burocracia”, indican que “El programa de la revolución política es la única vía de plantear la defensa de las conquistas de 1959 mediante la lucha contra el bloqueo y las amenazas imperialistas, contra las políticas represivas y los privilegios de la burocracia y los nuevos ricos, exigiendo la revisión de todo el plan económico bajo control de los obreros y campesinos y las más amplias libertades democráticas y políticas para las masas y para todos los partidos que defienden las conquistas de la revolución de 1959, impulsando la creación de organizaciones independientes de las masas y su movilización revolucionaria en defensa de las conquistas y derechos populares. Se trata de oponer a las dos políticas que empujan las fuerzas de la restauración, la burocracia y el imperialismo, la regeneración del estado obrero mediante la instauración del poder de los consejos obreros y campesinos, donde tengan libertad los partidos que defiendan la revolución.” (La Verdad Obrera 367)
Para el PTS y su programa de “revolución política” en Cuba, la lucha por terminar con la desigualdad social y los privilegios de la burocracia, no tiene nada que ver con el derrocamiento revolucionario del castrismo, cuando ello es la esencia del programa de la revolución política de los trotskistas. Así decía el Programa de Transición a propósito del programa de la revolución política en la URSS: “Un nuevo ascenso de la revolución en la URSS empezará indudablemente bajo la bandera de la lucha contra la desigualdad social y la opresión política. ¡Abajo con los privilegios de la burocracia! ¡Abajo el stajanovismo! ¡Abajo con la aristocracia soviética con sus rangos y medallas! ¡Mayor igualdad salarial en toda clase de trabajo! (...) Es imposible realizar este programa sin el derrocamiento de la burocracia, que se mantiene por la violencia y la falsificación. Sólo el levantamiento revolucionario victorioso de las masas oprimidas puede resucitar el régimen soviético y garantizar su ulterior desarrollo hacia el socialismo.
Estamos ante una corriente pacifista pequeñoburguesa que no prepara al proletariado cubano para un choque violento contra la burocracia restauracionista. Evidentemente la dirección de Albamonte, retomando los pasos del pablismo, sostiene un programa reformista contra la burocracia castrista como si se tratara de una burocracia que aún no es contrarrevolucionaria, sino centrista, a la cual se le puede “exigir la revisión de todo el plan económico” e incluso se le puede imponer “el control de los obreros y campesinos”. Así el PTS abraza el programa de James Petras que “critica” a la burocracia restauracionista, planteándole que debe ponerle unas gotas de “glasnost” gorbachoviana –es decir “democracia”- a la restauración capitalista, alertándola que tanto enriquecimiento de los parásitos castristas puede provocar una irrupción del proletariado.
El PTS no dice ni una palabra de que en las “organizaciones independientes de las masas” no puede haber lugar para la aristocracia-burocracia obrera castrista. Por tal, dichos organismos de masas sólo podrán surgir en el camino de la lucha contra la burocracia, en la pelea por su derrocamiento, como lo decía Trotsky: “Auténticos soviets de obreros y campesinos sólo pueden surgir en el curso del levantamiento contra la burocracia. Tales soviets serán incitados a pelear cruelmente contra el aparato policíaco-militar de la burocracia ¿Cómo podemos, entonces, admitir en los soviets representantes de ese campo contra el que empieza el levantamiento?” (“Es necesario expulsar de los soviet a la aristocracia obrera” 1938).
Para ellos la lucha por la democracia obrera en Cuba, no tiene como condición que surjan organismos de autodeterminación y democracia directa sin la burocracia, o sea reales, puesto que con la burocracia adentro no serían más que organismos completamente maniatados por el castrismo, por lo cual Trotsky decía: “En ningún caso se puede contraponer la reivindicación de expulsar a la burocracia a la exigencia de legalización de los partidos soviéticos. En realidad estas consignas se complementan mutuamente. Hoy, los soviets son un apéndice decorativo para la burocracia. Solo su expulsión, que es impensable sin un levantamiento revolucionario, puede regenerar la lucha de diversas tendencias y partidos en el interior de los soviets. ” (Ídem)
El PTS termina oponiendo la legalización de los partidos que defiendan las conquistas de la revolución con el derrocamiento revolucionario de la burocracia, pues para ellos se trata de conquistar la democracia de manera formal, exigiendo las más “amplias libertades democráticas”. Esto es lo opuesto a lo que planteaba Trotsky: “No se trata de una delimitación “constitucional”, aplicada sobre la base la base de criterios jurídicos determinados, sino de la autodelimitación real de los campos de lucha. Los soviets sólo pueden surgir en el curso de una lucha decisiva. Serán creados por las capas de trabajadores que se pongan en movimiento. La importancia de los soviets consiste precisamente en el hecho de que su composición no se determina por criterios formales, sino por la dinámica de la lucha de clases. Ciertas capas de la “aristocracia” soviética vacilarán entre el campo de los obreros revolucionarios y el campo de la burocracia. El que estas capas entren en los soviets y qué fase, dependerá del desarrollo general de la lucha y de la actitud que los diferentes grupos de la aristocracia soviética adopten en esta lucha. Aquellos elementos de la burocracia y de la aristocracia que, en e curso de la revolución, se pasen al lado de los insurrectos, también encontrarán indudablemente un lugar en los soviets. Pero esta vez no como burócratas y “aristócratas”, sino como participantes en el levantamiento contra la burocracia. En ningún caso se puede contraponer la reivindicación de expulsar a la burocracia a la exigencia de legalización de los partidos soviéticos. En realidad, estas consignas se complementan mutuamente.” (Ídem) Para el PTS, dar las más amplias libertades democráticas no significa, al mismo tiempo, derrocar a la burocracia para conquistar los soviet y la democracia obrera, y por esa vía no hacen mas que subordinarse a ella, todo a cambio de poder exponer en la “Feria del Libro de La Habana” las ediciones de sus libros…¡una vergüenza!
El PTS está hablando de un “revolución política” pacífica, en clave gramsciana, donde los consejos obreros por los cuales luchan, sin derrocar a la burocracia restauracionista, no serían más que una reforma en el régimen bonapartista de los Castro. En realidad para el PTS esos “organismos” son una forma de “acumulación de poder”, en definitiva organismos con los cuales se puede presionar a la burocracia -a la cual le dan un carácter centrista y no contrarrevolucionaria- para tomar medidas orientadas en morigerar la desigualdad social, y no así organismos independientes de la burocracia para preparar su derrocamiento violento revolucionario, única manera de defender a Cuba frente al imperialismo.
La IV internacional proclamó el programa de la revolución política, que en su esencia es el derrocamiento revolucionario de la burocracia con métodos de guerra civil, política que revisa y liquida abiertamente el PTS como fiel representante del reformismo de Antonio Gramsci.


La burocracia castrista restauracionista cubana no tiene ningún derecho de juzgar o castigar a ningún preso político


Durante las últimas semanas la muerte de Orlando Zapata Tamayo, producto de una larga huelga de hambre, que ha sido seguida por decenas de otros presos políticos declarados opositores al gobierno de Raúl Castro, llevó a que todos los renegados del trotskismo se pronunciaran sobre ese hecho que conmocionó la situación política mundial.
El PO en un artículo del 18 de marzo llama a la “inspección humanitaria internacional”, es decir, que le abre la puerta a la intervención de las instituciones imperialistas en actúan en nombre de los “derechos humanos” y masacran a los pueblos oprimidos del mundo. Veamos “… reclamamos la satisfacción de los reclamos de la huelga de hambre de Fariñas (…) por el derecho a la inspección humanitaria internacional de cualquier centro de detención (y de todo tipo de presos)”. (Prensa Obrera 1120) De esta forma el señor Altamira ha devenido en un consejero de la ONU, las ONGs y la Cruz Roja.
Por otro lado el PTS intenta separarse de esta escandalosa posición del PO afirmando: “En la lucha contra la represión frente a la agresión imperialista defendemos el derecho de Cuba a enjuiciar y castigar a los agentes del imperialismo, sobre todo en situaciones de guerra civil o ataques del imperialismo”; y asimismo: “La libertad de los presos políticos cubanos que no estuvieron vinculados a actos de terrorismo o apadrinados por la CIA, sin ningún tipo de solidaridad con sus posiciones políticas, es una demanda elemental contra los abusos de la burocracia. Por comisiones obreras y campesinas independientes para revisar caso por caso.
Sin embargo, esta posición típica de corrientes estudiantiles de la Universidad de Buenos Aires, no es más que una absoluta capitulación al castrismo. A los “abusos de la burocracia”, el PTS le opone “comisiones obreras y campesinas”, como si el proletariado cubano tuviera alguna posibilidad de poner en pie dichas “comisiones obreras y campesinas” sin derrotar con métodos de guerra civil a la burocracia restauracionista cubana. Pero lo más servil al castrismo de la posición del PTS es que llama a estas “comisiones obreras” para revisar  única y exclusivamente a los presos que la burocracia no ha acusado por: “actos de terrorismo o apadrinados por la CIA”, en tanto que los otros, los que si han sido tachados de agentes del imperialismo, si pueden ser juzgados por el régimen del castrismo. El PTS le entrega a la burocracia restauradora la autoridad para que catalogue, acuse y juzgue los presos políticos como agentes de la CIA. 
Los revolucionarios afirmamos que no le reconocemos a la burocracia contrarrevolucionaria, que reprimió consecuentemente toda oposición obrera y encabezó la persecución contra los trotskistas en todo el continente, que le dio asilo y condecoró como héroe a Mercader, el stalinista que asesinó al camarada León Trotsky; que se apresta a restaurar el capitalismo, que tiene el mismo programa que la burguesía para descargar la crisis sobre la clase obrera y los explotados, con miseria y despidos masivos; que entregó cada combate del proletariado revolucionario; no le reconocemos el derecho de juzgar absolutamente a ningún preso político, como tampoco a definir quién es fascista y quién no, quién es de la CIA y quién no.
Los únicos que pueden definir en Cuba quiénes realmente son contrarrevolucionarios y quiénes no, son los obreros, campesinos y soldados cubanos que ganan un salario de US$ 18, mientras los burócratas se llenan los bolsillos viviendo de la economía dolarizada en la industria del turismo y el Níquel; son. Es a los obreros y campesinos que soportan a esa lacra burocrática parasitaria, a quienes los trotskistas le reconocemos el derecho de investigar y actuar sobre el conjunto de los presos en Cuba; son ellos quienes deben convocar a delegados de todas las organizaciones obreras de Latinoamérica y EE.UU. para imponer un congreso de los explotados en la Habana que investigue la situación de los presos políticos, con tribunales obreros y populares que investiguen, juzguen y castiguen.
Opuesto a esto los renegados del trotskismo le reconocen, o a la burguesía “democrática” -en el caso de la LIT- el derecho democrático de juzgar quien es culpable o no, o bien a la burocracia castrista –en el caso del PTS- el derecho democrático de juzgar quien es agente de la CIA y quien no.
Este combate por la justicia y la democracia obrera, es inseparable de la lucha por derrotar a los Castro que atacan a todo opositor como “agente de la CIA”, puesto que se prepara a reprimir salvajemente a todo movimiento que enfrente la restauración capitalista en Cuba.
Hoy, si hubiese un partido trotskista en Cuba, no dudamos que muchos de sus militantes estarían en la cárcel, haciendo huelga de hambre, tal como los trotskistas en la URSS, que en los campos de concentración de Vorkuta eran asesinados por la burocracia stalinista bajo las calumnias de “agentes del Mikado y la GESTAPO”. Por supuesto que los renegados del trotskismo con su política de capitulación al castrismo, no son la continuidad de los trotskistas asesinados en Vorkuta, sino más bien su negación.


Revisionismo versus trotskismo: Socialismo nacional versus revolución socialista internacional
¡Fuera las manos de los renegados de la IV Internacional fundada en 1938!


Lo que unifica categóricamente a los renegados del trotskismo, mas allá de los matices de morenistas, gramscianos o altamiristas, es que definen la cuestión cubana como una revolución nacional. Esto quiere decir que en Cuba sostienen recetas reformistas de “revolución”, mientras durante décadas se subordinaron a la burocracia castrista y su política internacional de colaboración y conciliación de clases, que aseguraba el enquistamiento de la burocracia en la isla. Fue así que los ex trotskistas en los ’60, ’70, 80, ’90 y ahora durante la primera década del siglo XXI siguieron paso a paso las órdenes de Castro sosteniéndolo por izquierda. Así es que cargan con responsabilidad en las traiciones del castrismo que impidió sistemáticamente que, bajo el influjo de 2 o 3 revoluciones proletarias triunfantes en el continente, se desatara en la isla la revolución política contra la burocracia castrista.
Trotsky en el Programa de Transición analizaba la relación de la política de la Internacional Comunista y su relación con la burocracia stalinista en la URSS: “… Cada día añadido a su dominación (se refiere a la burocracia stalinista, NdeR) contribuye a socavar los elementos socialistas de la economía y aumentar las posibilidades de restauración capitalistas. En el mismo sentido actúa la IC, agente y cómplice de la camarilla stalinista en el estrangulamiento de la revolución española y la desmoralización del proletariado internacional” (“La URSS y las tareas de la época de transición”, León Trotsky, los destacados son nuestros).
La IV internacional siempre sostuvo que la suerte de la URSS estaba estrechamente ligada al combate de clases a nivel mundial, tal como lo planteaba Trotsky en su obra “La Revolución Traicionada”: “... g) la evolución de las contradicciones acumuladas puede ir a parar al socialismo o lanzar a la sociedad hacia el capitalismo; h) la contrarrevolución en marcha hacia el capitalismo deberá romper la resistencia de los obreros; i) los obreros marchando hacia el socialismo deberá derribar la burocracia. La cuestión será resuelta en definitiva por la lucha de clases viva en los terrenos, nacional e internacional. ” Exactamente el mismo pronóstico corría para los Estados obreros deformados surgidos después de la Segunda Guerra Mundial como los del Este, China, Alemania Oriental, Vietnam y por cierto Cuba.
Por ello los trotskistas, levantamos el verdadero programa de la revolución política, para derrotar al gobierno menchevique enquistado en el poder que descompuso a grado extremo a las fuerzas productivas, interrumpiendo el régimen de transición del capitalismo al socialismo: es decir, imponiendo restauración capitalista. Sin embargo le decimos a la clase obrera que el destino definitivo de las conquistas de la revolución cubana se definen hoy en las calles de Grecia donde el proletariado puja por abrir la revolución; se definen en Kirguistán donde las masas abrieron la revolución luego de 20 años de restauración sanguinaria del capitalismo. En Bolivia, los obreros fabriles ya están enfrentando a la burocracia de la COB, sostiene el pacto de Evo Morales con el fascismo de la Media Luna al grito de “¡Fuera los traidores de las organizaciones obreras!”. Los fabriles, con dinamita en mano, les están marcando el camino a los obreros y campesinos cubanos para saldar cuentas con los restauradores. En los combates del proletariado mundial que levantan las banderas de “¡Que la crisis la paguen los capitalistas!” y “¡Abajo las direcciones traidoras!” el proletariado cubano encontrará el impulso para que “la crisis la pague la burocracia castrista y su camarilla parásita”. La revolución cubana y su destino se juegan en la lucha de clases internacional. Tal cual lo decía Trotsky en el Programa de Transición, alrededor del combate contra la burocracia stalinista: “La lucha contra la Internacional Comunista en la arena mundial es hoy el aspecto más importante de la lucha contra la dictadura stalinista” (Ídem)”
Los renegados del trotskismo aplican la política de “frente democrático” en Cuba excusándose en que “no hay partido revolucionario”, cuando durante 40 años fueron, por su subordinación al castrismo, el escollo fundamental para que surja un partido trotskista revolucionario en Cuba.
Luego de disolver el centro internacional de la IV Internacional, durante la II Guerra, llevando a la capitulación a sus secciones nacionales e iniciando un curso centrista, los pablistas, cannonistas y morenistas se reunificaron en la Conferencia de 1963 sin ningún balance de sus adaptaciones y capitulaciones a la burguesía, y fundamentalmente al stalinsimo. El Pablismo, por ejemplo, disolvió la mayoría de las fuerzas de la IV Internacional en los partidos comunistas, en un “entrismo sui generis”. Y los que no aplicaron esta política de entrismo igualmente venían de traicionar, junto al mismo pablismo, en la revolución boliviana de 1952 capitulándole al nacionalismo burgués. En 1963 se reunificaron alrededor de un solo punto: “el reconocimiento del estado obrero cubano”. Sin embargo, la historia ha demostrado que lejos de haberse reunificado para defender al estado obrero cubano, se unificaron para sostener a la burocracia castrista como parte de su estrategia de buscar “alas izquierda” del estalinismo. Así como en 1989 la IV Internacional no contó con una sección revolucionaria en la URSS, capaz de dirigir al triunfo la revolución política, tarea para la que se había fundado en 1938; hoy el proletariado cubano no cuenta por el momento con una dirección revolucionaria para guiar al combate contra la restauración en curso. La razón: el accionar implacable de los renegados del trotskismo liquidadores de la IV Internacional.
La defensa de las conquistas de la revolución cubana ha quedado en manos de la vanguardia revolucionaria del proletariado mundial y del trotskismo principista. La FLTI tiene sus fuerzas comprometidas en el combate contra la restauración capitalista y, como parte de ello, la puesta en pie de una verdadera dirección revolucionaria del heroico proletariado cubano, que no puede ser otra que la sección cubana de la IV Internacional de 1938 refundada. ¡Fuera las manos de los renegados del trotskismo de la IV Internacional!

 

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