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08 de agosto de 2014 - LIBIA

La contraofensiva imperialista para aplastar las revoluciones del Magreb y Medio Oriente: genocidio del perro Bashar en Siria, golpes contrarrevolucionarios de la junta militar en Egipto, y gobiernos de “izquierda” con la burguesía “democrática” para salvar y cogobernar con los jueces y militares asesinos de Ben Alí en Túnez

Este es el plan de Ginebra 2, que ahora le ha devuelto poder de fuego al sionismo y le ha permitido a EEUU atacar directamente objetivos de la resistencia de las masas en Irak

En Libia, Heftar, comandado por Obama y la OTAN se ha sublevado en un golpe militar para aplastar la revolución libia
Las brigadas rebeldes, junto a la juventud y los petroleros defienden Benghazi y Trípoli, defienden la revolución
Mientras, la burguesía intenta montar un nuevo parlamento fantoche para cerrar el vacío de poder y que no sean las masas revolucionarias las que se lo tomen

¡Por un Comando Centralizado Nacional Único de todas las brigadas de los rebeldes, para coordinar y centralizar la lucha contra Heftar!

¡Congreso Nacional de las brigadas rebeldes, los obreros petroleros, de comités de fábricas y estudiantes revolucionarios!

¡Ese es el único poder legítimo!

13/6/2014

Hafter, comandado por Obama y la OTAN viene a aplastar la revolución libia.
Las masas obreras y las milicias rebeldes han defendido Benghazi, la capital de la revolución.

¡Ni Hafter ni el CNG!
¡Congreso nacional de delegados de las organizaciones obreras, los comités de los petroleros en huelga
y de las milicias rebeldes!

¡Fuera el imperialismo y sus lacayos de Libia!
¡BASTA YA! ¡Todo el poder a los de abajo!

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17/5/2014

Libia al día: Los choques abiertos entre revolución y contrarrevolución han comenzado

Los generales khadafistas, bajo el mando de Heftar, lacayo de la OTAN y de la CIA atacan en Benghazi a las masas que con su revolución derrotaron a Qadafy, sirviente del imperialismo

De las barriadas obreras, de las brigadas rebeldes y de la juventud revolucionaria salieron las fuerzas que detuvieron, por el momento, este ataque contrarrevolucionario

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El imperialismo viene llevando adelante una de las más feroces ofensivas contrarrevolucionarias para borrar por completo todo rastro de aquella espectacular cadena de revoluciones que tuvieron lugar en el norte de África y Medio Oriente a principio del 2011. En esta ofensiva se demuestra una vez más que las masas de la región no han dicho su última palabra. Es así que como parte de esta ofensiva el imperialismo ha movido a sus agentes contrarrevolucionarios, centralizados desde Ginebra 2, para terminar de aplastar la revolución en Libia, el país donde más lejos llegaron las masas pues es donde descalabraron el estado burgués y sus instituciones de dominio y donde pudieron ajusticiar ellas mismas, gracias a su valentía, al sirviente del imperialismo Muamar al-Qadafy.
Aquí fue destruida la casta de oficiales khadafista y se abrió un verdadero régimen de doble poder con las masas armadas. Esta situación, donde hay dos poderes dentro de un mismo estado, no se puede ni se podrá sostener en el tiempo. La burguesía necesita desarmar a las masas, y ha intentado ya llevar adelante varios planes que han fracasado, gracias al heroismo de las masas que defienden la revolución.
Intentó, en primer lugar, movilizar a las clases medias reaccionarias exigiendo el desarme de las milicias y la formación de una policía y ejército único. Asimismo comenzó a organizar estas instituciones del estado burgués con utilizando viejos oficiales khadafistas revestidos de “democráticos”. Compró y corrompió a algunas de las direcciones de las milicias (dirigentes de los denominados “escudos”). Utilizó a estas direcciones para someter a las milicias al estado burgués y para dejarlas desprovistas, y al miliciano darle la opción de que o deja el arma, o se anota en el ejército.
Pero este plan fracasó porque las masas que hicieron la revolución no aceptaban desarmarse ni desorganizar su estructura de milicia. No aceptaban la verticalidad ni cadena de mando del ejército. Usaban la inscripción en el mismo sólo como medio de conseguir fondos y seguir organizados para, según como ellos lo veían, proteger la revolución. No se sometían directamente al gobierno ni a la cadena de mando de la “nueva” oficialidad.

Más aún, milicias rebeldes, en mayo de 2013, se tomaron el parlamento y obligaron a votar la “ley de privación de la política” prohibiendo que ningún ex funcionario o militar qadafista pudiera tomar altos mandos en el gobierno o el ejército. Inclusive forzaron la renuncia del, por entonces, presidente del CNG Mohammed Mgarief y varios ministros, quedando un gobierno débil.
Solamente dos meses más tarde, en julio, los obreros petroleros comenzaron una enorme huelga paralizando la producción del sexto país exportador de petróleo de la OPEP. Se tomaron asimismo los puertos y pusieron en cuestión quién era el dueño de las riquezas de Libia. El gobierno del CNG intentó enviar a milicias, cuyos dirigentes los tiene comprados, a reprimir las huelgas bajo la excusa de que “eran qadafistas desestabilizando el nuevo gobierno”. Pero los milicianos llegaron y reconocieron que se trataba de obreros en huelga reclamando el salario. Por ello se pasaron del lado de los obreros, garantizando que no sean reprimidos.
Estos hechos demuestran, una vez más, la crisis de dirección revolucionaria de los explotados, porque las masas tenían a su alcance la toma del poder y no la llevaban a cabo. Se abría una crisis revolucionaria en las alturas en donde el CNG no podía gobernar y las masas derrotaban los intentos de éste por desarmarlas, imponían que se votaran leyes, se tomara el parlamento, el petróleo, pero aún así no el poder. No tenían a su frente una dirección que les planteara que los obreros somos capaces de tomar el poder y dirigir el estado y garantizar la producción de las riquezas para cumplir todas las demandas de la revolución a todos los explotados.

 

El imperialismo intenta aplastar la revolución definitivamente con un golpe contrarrevolucionario,
pero es derrotado por el combate de las masas explotadas

Fue por ello que el imperialismo, desde Ginebra 2, asentado en la caída de Homs (Siria), largó a un hombre de la CIA, el monigote con bigotes Khalifah Heftar, general del alto mando en el ejército de Qadafy en los 80s, a dar un golpe. Desde principios de mayo está llevando a cabo una abierta ofensiva reaccionaria contra el doble poder de las masas con la excusa de “combatir el terrorismo” apoyado por la vieja casta de oficiales qadafistas.
Esta ofensiva del imperialismo en Libia es parte de su intento de generalizar la relación de fuerzas conquistada en Siria a toda la región, es decir, terminar de aplastar hasta el último vestigio que queda de la revolución que desde el 2011 conmoviera a todo el Magreb y Medio Oriente. Para esto tiene que terminar de controlar la insurrección que se levantó en Irak, aplastar a las masas palestinas y terminar de desarmar a las masas de Libia y disolver su doble poder. Por esto vemos hoy a todas las burguesías regionales conteniendo los levantamientos revolucionarios en Irak, al gendarme sionista masacrando a las masas de Gaza y a Heftar y sus fuerzas contrarrevolucionarias intentar aplastar el doble poder de las masas de Libia.
Hoy vemos que el imperialismo, luego de devolverle el poder de fuego al sionismo, ataca directamente a la nación iraquí, defendiendo un gobierno títere de esa colonia de la Halliburton y las petroleras imperialistas que se impuso con la invasión a esa nación. El golpe en Libia de Heftar es un eslabón más de esta cadena contrarrevolucionaria, como fue el golpe militar de al-Sisi en Egipto y la mantención de los regímenes opresores y antiobreros de Yemen y Marruecos, sostenidos por la V flota yanqui del Mediterráneo.

El hombre del imperialismo, Heftar, comenzó atacando en Benghazi con todo el poderío militar, aviones y misiles de largo alcance, a la brigada 17 de febrero -la primera brigada compuesta por obreros, jóvenes y desocupados creada a los inicios de la revolución del 17 de febrero del 2011. Al ver este panorama las masas identificaron al monigote como agente del imperialismo y continuador directo de la política del ajusticiado Qadafy.
Rápidamente se rearmaron los comités de defensa barrio por barrio y se volvieron a juntar y salir a la calle aquellos que incluso habían “guardado el fusil bajo la almohada” para poder defenderse de los ataques terribles del pro-imperialista Heftar. Las masas armadas con piquetes en las entradas de los barrios y sus comités se coordinaban y repelían en la resistencia el ataque de Khalifah, el hombre de la OTAN y la CIA.
Heftar quedó recluido a las afueras de Benghazi, apostándose en ciudades del este libio como Marj, Beida y Tobruq, y desde allí tratar de juntar fuerzas. Muchos generales khadafistas se aliaban a él.
En un primer momento, este fue el caso de otro general qadafista revestido de “democrático”, Bu Khamada, que había quedado en Benghazi al mando de las llamadas “fuerzas especiales”. Pero viendo que el golpista fracasó a manos de las masas, tuvo que rever su postura y adoptar una posición “neutral”.
También fue este el caso de las brigadas de Zenten, dirigidas por una burguesía regional vinculada en miles de negocios comunes a Heftar.

Por su parte, los jóvenes en las brigadas de Msratah marchaban nuevamente con su arsenal a Trípoli, la capital del país, para solidarizarse con sus hermanos explotados de Benghazi y detener el avance de Zentan.
Fue así que Heftar, junto con la cúpula del gobierno de qadafistas fantoche del CNG, intentaron una vez mas “sacar de escena” a las brigadas de Msratah compuestas en su mayoría por obreros y jóvenes desocupados, utilizando casi la misma estrategia que habían utilizado en noviembre del 2013 para ensuciarlas, engañarlas y obligarlas a que se retiren vergonzosamente de los puestos que habían conquistados desde el 2011, aislándolas de las masas de la capital y luego enviándoles bandas reaccionarias en nombre “del pueblo”.
Necesitaban “retomar” el control total de la capital pues el espectacular paro de petroleros que llevaba casi un año de huelgas y piquetes armados para parar la producción y detener el saqueo imperialista de hidrocarburos estaba culminando gracias a que el gobierno había corrompido y pactado con la dirección del sector de los obreros portuarios para que estos comiencen a vender el stock en puerto. Esto les daba tiempo para terminar de corromper, comprar y reventar a los obreros petroleros en las zonas de producción que aun no habían pactado. Pero este pacto se vio quebrado por una brigada que solidarizándose con quienes no habían pactado y exigiendo que sus demandas sean escuchadas volvió a cerrar algunos de los puertos que deberían de vender el stock de hidrocarburos.

Por ello durante el mes de julio de este año, un pequeño grupo de las brigadas de Msratah dirigido por los más corruptos y aliados al CNG lanzó un ataque sobre el aeropuerto de la capital controlado desde el 2011 por las brigadas de Zentan y destruyendo el 90% de los aviones para así aislar por aire al país, ensuciar y aislar al conjunto de las brigadas rebeldes de Msratah que se encontraban en Trípoli y conducirlas a una nueva y vergonzosa retirada.
Sin embargo, esto no tuvo el efecto deseado por la burguesía del CNG y el hombre de la CIA, Heftar, pues la muerte de jóvenes rebeldes msratienses en la operación generó la furia de los explotados junto a la juventud de Msratah y así se alzaran y marcharan a la capital a combatir con más fuerza y convencidos que la lucha que debían llevar adelante era contra las brigadas de Zentan identificándolas como contrarrevolucionarias y abiertamente pro-planes-yankies en la región. Marchando al grito de “¡No somos de la OTAN, viva la revolución mundial!”.

Los combates que llevaban adelante los jóvenes de Msratah contra las brigadas de Zentan se intensificaban cada vez más y los números de muertos en ambos bandos crecían, lo que obligaba al imperialismo y a las burguesías locales a cambiar la estrategia, ya que clase opresora no podía imponer su dominio. El objetivo era aislar el combate tildándolo de un mero problema de clanes y al mismo tiempo hacer que ambas ciudades, quienes en el 2011 habían reventado al ejército y las instituciones burguesas qadafistas, se desarmen malgastando su armamento, mientras que las burguesías de estas ciudades, aprovechando a las direcciones colaboracionistas, se montan por encima de esas luchas para controlar y poder llegarse a instalarse en Trípoli, en desde donde se administra la entrega del petróleo de la nación al imperialismo, para así poder negociar con éste sacar más tajada en el reparto de rentas petroleras, imponiéndose sobre otras fracciones burguesas locales.
Varios fueron los intentos por mediar una “paz” entre ambas brigadas, siempre bajo el discurso de problemas de clanes y encubriendo que la verdadera batalla que se está librando es entre revolución y contrarrevolución, pero esos intentos fracasaron. Los milicianos rebeldes de Msrata, al igual que los petroleros, convencidos hoy  más que nunca que la revolución del 17 de febrero debe vivir, se negaban a un alto el fuego. Otros rebeldes de otras ciudades, en contra de sus direcciones, se sumaban al combate por la revolución del 2011.

En Benghazi, las brigadas iniciaban ofensivas contra las fuerzas abiertamente pro-imperialista dirigidas por Heftar. Rápidamente identificaron a Bu Khamada y sus “fuerzas especiales” como aliado al monigote. Luego de días de intensos combates, los rebeldes de la ciudad de Bangazi festejan hoy -junto con la fiesta de culminación del mes sagrado para el islam, el Ramadán- un avance por sobre las tropas del general qadafista Khalifa Heftar. El martes 29 de julio, luego de durísimos enfrentamientos, los jóvenes trabajadores y desocupados organizados en las brigadas pudieron tomar el cuartel general de las “fuerzas especiales” dirigidas por Bu Khamada y “limpiar” Benghazi de las fuerzas de Heftar y aliadas abiertamente al imperialismo y la reacción.

 

Hay un vacío de poder en donde la burguesía es derrotada en sus intentos de desarmar a las masas
y el proletariado no puede tomar el poder a causa de la crisis de dirección revolucionaria

Heftar no se pudo imponer. El CNG carece de autoridad ante las masas, ya desde hace rato. Intentaron un nuevo engaño electoral, que votó un nuevo parlamento, un “CNG 2”, llamado “Casa de Representantes”. Se juntó por primera vez en Tobruq, bien lejos de la capital, a emitir comunicados de que “se pronuncian en contra de la violencia y de los grupos armados”. Pero aun no pueden hacer nada por desarmar a las masas, pero intentará hacerlo. Aún no pueden imponer su gobierno. La crisis revolucionaria en las alturas sigue abierta y ya se ha vuelto crónica, con más de un año de vacío de poder. Ni la burguesía Libia logra dar una salida, ni tampoco la clase obrera, por crisis de dirección, como hemos explicado. Las condiciones para la toma del poder estuvieron y están, pero comienzan a descomponerse porque, por la dirección colaboracionista del proletariado, éste no lo toma, e intentarán llevarlas al nuevo parlamento libio, que sin dudas buscará imponerse como nuevo gobierno qadafista revestido de desarme y sometimiento de las masas.
Viendo el golpe de Heftar derrotado, la ONU, la embajada yanqui y turca, inglesa (la cual su convoy fue atacado por las masas pero lograron escapar) entre varias otras de países europeos y asiáticos han retirado todo su personal de la capital del país, cual fuera en su momento, bastión del las fuerzas más reaccionarias en el país. Por estos hechos, las masas que resisten en Trípoli, están empezando a ser acusadas de islamistas, paso previo a ser marcadas como terroristas por el imperialismo.

Inclusive en Benghazi, luego de que los explotados derrotaran a las fuerzas de la contrarrevolución, toda la burguesía mundial está acusando de que “la ciudad ha caído a manos de jihadistas”, declarando que la brigada perteneciente a la burguesía sunnita “musulmana radical” Ansar al-Sharia estaría al frente de un supuesto “emirato islámico”. Hoy vemos nuevamente a la burguesía musulmana radical montarse por sobre los levantamientos de las masas para contenerlos, tal como lo hiciera en Irak; y vemos nuevamente a toda la prensa mundial acusar a todos los explotados de “terroristas islámicos”.
Hoy, el imperialismo tiene que usar más agentes, como a las burguesías “musulmanas radicales” para que, desde dentro de los combates de las masas, los controlen. Luego de hacerlo, como toda burguesía nacional, indudablemente usará esa posición para negociar la renta petrolera. Pero el imperialismo buscará que sea una burguesía socia menor la que negocie unas migajas del petróleo que saquea y no las masas controlando directamente toda la riqueza.
Por ello hoy en Libia el nuevo plan que tienen es la partición, la “libanización” que hicieron jugar en Siria. Este consiste en redibujar las fronteras en el país nor-africano para poder así garantizar el saqueo de los recursos de hidrocarburos, con cada sector burgués garantizando el sometimiento regional del proletariado y la entrega de las riquezas. Esto es lo que comenzamos a ver desarrollarse en Benghazi, con la burguesía sunnita “musulmana radical” intentando controlar la región de la Cyernaica, y con las burguesías de Misrata y Zenten buscando controlar Tripolitania.
A no dudarlo que si éstas se imponen sobre Heftar, las fracciones burguesas montadas por encima de las masas revolucionarias tratarán de imponer un futuro negro para los explotados. Es que estas direcciones burguesas no están “luchando” para expropiar la propiedad a la burguesía y el petróleo para devolverlo a sus verdaderos dueños, los trabajadores y explotados de Libia, sino para ser ellos, estas burguesías musulmanas “radicales”, quienes controlen las riquezas y hagan sus negocios. Para lograr sus objetivos, tendrán que desarmar a las masas y aplastar su doble poder para someterlas. Por ello, este nuevo régimen que vendrán a imponer será sin dudas brutal hacia las masas, nuevos “Heftar” y Khadafis bonapartistas, para aplastarlas y someterlas.

El imperialismo en Libia necesita un golpe contrarrevolucionario que termine de aplastar a las masas para imponer un Bonaparte que garantice el saqueo del petróleo, el sometimiento de las masas y el disciplinamiento de todas las fracciones burguesas. Pero este plan, con Heftar, le fracasó. Y se ve imposibilitado de llevarlo adelante EEUU mismo con tropas de invasión, porque su propia clase obrera no se lo permite. EEUU tiene hoy un “síndrome Irak” como ayer lo fuera Vietnam, que, por la derrota sufrida allí, el proletariado en la metrópoli se levanta en acciones de lucha contra la intervención militar norteamericana en cualquier parte del mundo.
Hoy vemos al proletariado de EEUU levantarse contra Obama al grito de “Basta de financiar al sionismo que masacra en Gaza”. Hoy vemos al proletariado de Francia en barricadas contra la policía en lucha contra la masacre del sionismo a las masas palestinas. Este es el mejor aliado de los explotados del Magreb y Medio Oriente, que puede propinarle duros golpes a la bestia imperialista desde adentro. Las masas tienen a su favor una relación de fuerzas que le está imponiendo un límite al accionar del imperialismo.

 

La revolución del 17 de febrero no ha sido derrotada
¡Hay que llevarla hasta el final, con la clase obrera como caudillo de la nación oprimida tomando el poder!

Estas batallas se libran mientras sus hermanos de Gaza resisten heroicamente los bombardeos y las masacres del ejército del estado de ocupación fascista-sionista de Israel y sus hermanos de Cisjordania se alzaron, a pesar y en contra de Al Fatha, en una verdadera huelga revolucionaria.
Diferentes frentes de una misma batalla en esta guerra de clases donde el imperialismo se ha decidido por eliminar por completo todo tipo de intento de avance de las masas explotadas por sobre su dominio. Se libra hoy en Bangazi y Trípoli, en la suerte de los valientes combatientes iraquíes, las masacradas masas sirias por Bashar armados por Putin y con la ayuda de la guardia Iraní y Hezbollah, a cuenta de Obama y el imperialismo, se libra hoy en Gaza, el destino de toda la clase obrera mundial, desde los obreros de Paty y Las Heras, hasta los aguerridos estudiantes chilenos, o los heroicos mineros del sur de África.

El combate que se libra hoy en Libia demuestra que es uno de los frentes más candentes en la lucha de clases a nivel mundial entre revolución y contrarrevolución, ésta aun no ha culminado.
Pese a la enorme crisis de dirección en la región, donde el FSM y todos los renegados del trotskismo se han dedicado de calumniar y aislar a las masas de la región diciéndoles que los que pelean en Libia, como lo hacen con las masas iraquíes también hoy, son “tropas terrestres de la OTAN”, los explotados y las brigadas rebeldes siguen resistiendo valientemente los ataques imperialista y a los lacayos de los parásitos de Wall Street que vienen para aplastar la revolución.

Se siente el calor de una revolución que no se ha apagado. La última palabra no está dicha. ¡Hay que unificar las filas de los explotados! Hoy están pesando en el centro de la escena las brigadas de rebeldes. Solamente es su dirección colaboracionista la que les impiden seguir este camino de llamar a un verdadero Congreso Nacional de los explotados libios y tomar el poder.
¡Fuera Heftar, comandando por la OTAN y Obama! ¡Fuera la OTAN y el imperialismo!
¡Por un Comando Centralizado Nacional Único de todas las brigadas de los rebeldes, para coordinar y centralizar la lucha contra Heftar! ¡La dirección de las brigadas se eligen con democracia directa votada por todos los que luchan en las shura (asamblea), y que estos sean revocables! ¡Los dirigentes se someten a lo que las shuras voten! Heftar trata de dividirnos, a los soldados de base que pelean en las filas de las brigadas de Zentan, hay que llamarlos para que se unan a este Comando único Nacional y peleen por el triunfo de la revolución del 17 de febrero. ¡Así todos los de abajo podemos decidir el curso de la historia de nuestra revolución!

¡Trípoli y Bengasi se defienden! Hay que centralizar el doble poder de los explotados ya en un verdadero Congreso Nacional de las brigadas rebeldes, los obreros petroleros, de comités de fábricas y estudiantes revolucionarios, para unificar las filas de la revolución del 17 de febrero contra Heftar, la burguesía Libia y el imperialismo, y resolver la crisis revolucionaria en las alturas a favor de los explotados, tomando el poder. ¡Ese es el único poder legitimo! ¡Por un gobierno provisional revolucionario de las brigadas rebeldes y las organizaciones obreras! 
Este gobierno es el único que podrá expropiar sin pago y bajo control obrero toda la industria petrolera, para conseguir las demandas de los obreros petroleros, que son las demandas de todos los explotados y de la revolución Libia. De esta manera, terminaremos con el saqueo y le propinaremos el golpe más duro a las petroleras imperialistas, las jefas de Heftar. ¡Fuera todas sus transnacionales imperialistas y sus lacayos de Libia! ¡Basta ya! ¡Todo el poder a los de abajo!
¡El petróleo para los libios! para garantizar salarios, trabajo y vivienda con condiciones dignas para toda la clase obrera Libia y sus hermanos los obreros inmigrantes, salud y educación gratuitas y de calidad, y todas la demandas de la revolución.
En Palestina y en Libia una sola lucha contra el sionismo, la OTAN, sus gobiernos fantoches agentes del imperialismo.

Movimiento Revolucionario de las Milicias Rebeldes de Libia

 

 

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