Los mitos y falsificaciones son comunes en la historia para enmascarar y disfrazar a un gobierno, partido, político o hecho. La burguesía lo realiza constantemente a través de innumerables mecanismos. Las direcciones sindicales y de la izquierda, también apelan a esta treta para encubrir sus traiciones y subordinación a los enemigos de la clase obrera y la nación: el imperialismo y la burguesía.
Existen incontables ejemplos que ilustran lo que menciono aunque por cuestión de espacio quedarán afuera. Estamos acostumbrados al bombardeo industrial de la propaganda del gobierno nacional en la que nos aclaman sobre su carácter nacional y popular, de cómo gracias a sus políticas el país creció como nunca antes, de la defensa de la nación ante los poderes financieros internacionales, de la recuperación de la industrial con respecto a la década del 90, del progreso de la educación y la salud.
Tales mensajes se replican por boca de las burocracias sindicales de manera directa o indirecta, y también por la izquierda. De una u otra forma otorgan a los gobiernos bolivarianos característica que solo ellos ven. Lamentablemente, el FIT, por boca del diputado de la nación, Nicolás del Caño, realizó declaraciones que van en este sentido, afirmando que “el gobierno Cristina Kirchner ha decidido encarar su última etapa de gobierno aprobando leyes que piden las multinacionales, la Iglesia o las clases acomodadas que reclaman seguridad”, que está transitando un “giro derechista”, cuestión que es importante… “porque atraviesa toda la etapa política que estamos viviendo”; cuestión que “representaría un abandono de las banderas históricas”. Para rematar más abajo con que…“fue duro golpe a la política represiva del gobierno y un triunfo de los trabajadores que una jueza ordene el retiro de la panamericana de la gendarmería”.
Es necesario tener talento para que en unas pocas palabras se pueda resumir una sumisión vergonzosa hacia un gobierno, un estado burgués semicolonial y hacia un régimen. Porque si hubo un “giro a la derecha”, quiere decir, que anteriormente el gobierno estaba a la “izquierda”, que era progresivo por la cantidad de medidas a favor de los obreros, o que opuso alguna oposición al imperialismo.
Nada de esto. Escribir tales definiciones es crear falsas expectativas sobre las instituciones del régimen burgués para la clase obrera y el pueblo; es lavar la cara y legitimara la demagogia burda de un gobierno nacional, que como todo gobierno en el capitalismo es un administrados de los intereses y negocios del conjunto de los capitalista, que en un país semicolonial como el nuestro, está constituida fundamentalmente por el imperialismo. Denota una política reformista sobre el Estado burgués. Es la decadencia teñida de rojo.
Las últimas medidas tomadas por el gobierno nacional y el estado son la manifestación de la verdadera cara antinacional, antipopular, antiobrera y de sumisión a los dictados de las multinacionales y de las cortes internacionales, principalmente de Nueva York. El Kirchnerismo ha gobernado a favor de las clases acomodadas, las corporaciones o la iglesia desde el minuto cero. Bajo las condiciones de profundización de la crisis económica mundial, caída de los precios de las materias primas agrícolas, las fuerzas represivas del Estado, policía, gendarmería, se volverán cada vez más agresivas tratando de eliminar todo intento de resistencia de la clase obrera. Estamos ante el real rostro de un gobierno y un régimen que está desplegando todo su arsenal para cumplir su función de centinela de la propiedad privada y de los negocios de los patrones, de otorgarles “seguridad”. Porque el conjunto de los capitalistas necesitan ahondar la explotación obrera y exprimir aún más los recursos de la nación para continuar con sus superganancias. Mientras que para el pueblo pobre le espera la carestía de vida, trabajos flexibilizado, en negro, despidos, suspensiones e inflación.
Hay que ser claros con el panorama que se presenta; el cual avizora una lucha de clases aguda entre explotadores y explotados. Plantear la mínima esperanza sobre cualquier institución burgués es atar de pies y manos a la clase obrera. Festejar un fallo judicial es esparcir confusión. Un fallo, que además es pequeño, no compensa las incontables medidas antiobreras del poder judicial argentino, además de avalar negociados, corrupción, lavado, narcotráfico, la trata, etcétera. La condena a los petroleros de Las Heras es el símbolo de lo que expresamos.
Las “banderas histórica” del Kirchnerismo siempre fueron los negocios, el poder y la entrega. Durante el mandato de Néstor y de Cristina los empresarios amasaron fortunas como nunca antes. Tras recomponer y estabilizar el régimen de dominio capitalista derribado por las acciones revolucionarias de masas en el 2001, en el que las direcciones obreras tuvieron un rol estelar, su preocupación fue crear las mejores condiciones para el normal desarrollo de los negocios. Adecuándose a las condiciones internacionales “favorables” reestableciendo un modelo económico típico de los países semicoloniales: la exportación de materias primas agrícolas; el saqueo de los recursos naturales; la dependencia de las importaciones de una industria integrada al sistema de producción mundial; y la superexplotación de la clase obrera.
Lejos de oponer resistencia, en la última década aumentó el dominio del capital extranjero sobre la nación. Las mismas empresas de los 90, con pocos agregados, continúan controlando los sectores más lucrativos de la economía y desarrollando las ramas que más le convienen aprovechando “las ventajas comparativas” que otorga la región. En la Argentina las mejores tierras cultivables, las principales industrias, bancos, minas y recursos naturales le pertenecen a ellas.
Laactividad agrícola continúa siendo una de las fuentes de saqueo por excelencia en el país. La renta extraída de las “pampa” argentina constituye un manjar que se reparte entre las cerealeras, los grandes propietarios terratenientes, los pools de siembra y el gobierno a través de las retenciones. Las grandes cerealeras Nidera, Dreyfus, Cargill Bunge o AGD son los que controlan los ritmos de la agricultura de exportación y desarrollaron una compleja agroindustria para atender la demanda mundial. Las relaciones de propiedad están intactas a favor de los propietarios, y los capitales especulativos. La gran propiedad sigue siendo un cáncer que perpetúa el subdesarrollo. En un país que puede producir para 300 millones de personas y donde a la mayoría de la clase obrera le cuesta llevar un plato a la mesa, la industria alimenticia está manejada por un puñado de patronales.
La deuda externa que hipotecó la vida de millones vuelve a ser una espada que pende sobre nuestras cabezas. Miles de millones de dólares fueron a parar a la banca internacional, al FMI, al Banco Mundial y al Club de París. Otros miles de millones más se irán cuando se firme el próximo acuerdo con los fondos buitres. Mientras que la educación y salud pública se derrumban inexorablemente. Vaca muerta es un ejemplo más.
No debemos analizar un proceso político de manera secuencial, es decir, lineal; ni enceguecernos por la coyuntura. Ni creernos el ombligo del mundo. Debemos observar la realidad argentina en su conjunto, como parte de una política y economía mundial dominada por el imperialismo. El gobierno, el Estado y el régimen se preparan para hacer pagar la crisis a los trabajadores y a la nación. Siempre fue objetivo. Toda mejora conseguida fue gracias a la lucha y no a la bondad de los gobernantes. Centrar exclusivamente la política en la actividad parlamentaria y en los congresos autoproclamatorios llevan a la clase obrera a un callejón sin salida que allana el camino de las patronales.
Los explotados necesitamos tener bien claro que nos enfrentamos a un gobierno netamente proimperialista que se está sacando sus últimos adornos “progres”. Que toda su actividad está al servicio del orden capitalista. Lo expuesto arriba tan solo son algunos indicadores de su esencia. No hay un giro derechista. Tenemos que grabarnos que nada bueno puede venir de los parlamentos, legislaturas, ministerios o de jueces.
U.
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