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28 de diciembre de 2014

La cumbre de MERCOSUR en Paraná

La farsa de la burguesía cipaya y su “Unidad Latinoamericana” en supuesto “beneficio de los pueblos”

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Correos de Lectores
Por Ulises

 

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El día 17 de diciembre último se reunieron los presidentes de la Argentina, Brasil, Uruguay, Paragua y de Venezuela en la ciudad de Paraná por la 47 cumbre del Mercosur. También concurrió el presidente boliviano Evo Morales, quien negocia el ingreso de Bolivia al bloque regional. En dicho encuentro se trataron temas menores como la implementación de un pasaporte y patentes comunes y de otras cuestiones de índole sanitaria, ciencia o sobre la necesidad de un nuevo fondo de financiamiento para la inversión en infraestructura. También se mencionaron los avances de un posible acuerdo comercial con la Unión Europea. Esta reunión se produjo en medio de un nuevo capítulo de la crisis económica mundial que se manifiesta en la baja de los precios del petróleo y de las materias primas, la recesión Japonesa, la crisis europea y la desaceleración de China y la India. Todos expresaron que para enfrentarla era necesaria una mayor integración productiva por parte del bloque. En cada discurso, los mandatarios hablaron de que el Mercosur es un ejemplo de cómo es posible una integración en “beneficios de los pueblos”, de que los Estados deben continuar en la misma dirección pero profundizando la inclusión social.

Sin embargo, lejos de buscar una integración en beneficios de los pueblos, el MERCOSUR es un bloque edificado por los monopolios imperialistas y Estados semicoloniales de Brasil, Argentina y Uruguay durante los 90 para saquear y explotar a la región. Por lo tanto, tanto en los 90 como en el nuevo milenio, los gobiernos bolivarianos actúan como una junta de gerente de las trasnacionales imperialistas. La cumbre de Paraná fue un encuentro para ver como enfrentar la agudización de la crisis en función de los intereses de las trasnacionales, las burguesías nacionales, de cada estado y de los gobiernos. Para consensuar la manera de que las masas sigan pagando la crisis y de cómo proteger a la propiedad privada de la sublevación de la clase obrera. En ese sentido, los gobiernos votaron crear un sistema de “intercambio de información de inteligencia para movimientos delictivos”. Es que el instinto de clase y el panorama de crisis les dice muy bien que la lucha de clases puede profundizarse al calor de la crisis. No hay un consenso derechista en proceso como tampoco existió un consenso progresista en el pasado. Siempre actuaron así.
Con el Mercosur, los únicos beneficiados e “integrados” son las trasnacionales, y solo en unas pocas ramas industriales como la automotriz o en la agroindustria

El mito de la integración latinoamericana. Mercosur: una junta de gerentes

La demagogia es usada cotidianamente por los bolivarianos. También lo es, que la izquierda los califique de progresistas. Cada uno de los participantes de esta última cumbre subrayó que la integración se fue forjando en base al desarrollo de la industria, con inclusión social, consolidación de la democracia y el respeto a los derechos humanos.

Sin embargo, el engaño de una supuesta “unidad” o “integración” de los hermanos países latinoamericanos” se descubre analizando las bases económicas y sociales de cada país sudamericano.
Las economías están orientadas hacia el mercado exterior como exportadoras de commodities hacia EEUU, China y la Unión. Mientras que alrededor de un 17% de las exportaciones latinoamericanas se destinan a la región. En la división internacional del trabajo se ubican como exportadores de alimentos y materias primas agrícolas, metalíferas o de energía. No existe un proceso de integración ni complementariedad regional entre los países ni mucho menos al interior de cada uno. Hay muchos más elementos que los separen de los que los unen, a pesar de tener un pasado, lengua y costumbres en común.

La única integración existente es la que tienen las empresas trasnacionales que controlan el aparato productivo de cada país y que fueron reconfigurado de acuerdo a sus intereses.  En el proceso de relocalización de las industrias, en el reparto de los negocios y de la inversión de capital que se profundizó en la década del 90, el MERCOSUR fue tomado de campo de acción para el desarrollo de algunas ramas industriales y de la agroindustria. Es utilizada como un mercado interno para comercializar algunos bienes de consumos, y de plataforma para la exportación agrícola y minera hacia el pacífico, EEUU y Europa principalmente.

Los monopolios automotrices son el ejemplo de la integración imperialista a nivel industrial. Principalmente entre Argentina y Brasil aprovechan los beneficios de escala del mercado ampliado, la protección arancelaria, etc. La Argentina destina a Brasil aproximadamente la mitad del total de exportaciones industriales. Por eso, las devaluaciones son tan sensibles en la relación de ambos países.
El dominio y sojuzgamiento imperialista es gráfico es la rama agroalimentaria. Funciona paralelamente a las ramas industriales pero sin la menor integración. Un pequeño grupo de empresas como Cargill, André, Continental, Dreyfus y Bunge y Born; Monsanto, DuPont Pioneer, Syngenta, Bayer CropScience, Basf estructuraron a Brasil, Argentina, Paraguay y el oriente boliviano alrededor del cultivo de la soja transgénica; también del maíz y el trigo. Ellos mismo denominan a la zona de “república de la soja”. Detrás de ellos están asociados las burguesías nacionales tradicionales y hasta la mediana y pequeña burguesía a través de los llamados pools de siembra. Desde el Mercosur exportan a China principalmente.
Dentro de ese panorama, Venezuela y Bolivia aparecen de proveedores energéticos con el petróleo y el gas.

Con la baja de los precios de los commodities, los gobiernos bolivarianos se aprestan para capear la tormenta. No se impone un cambio de rumbo sino un endurecimiento de los regímenes políticos. Lo que vuelve fundamental que la clase obrera comprenda el verdadero carácter del MERCOSUR. La burguesía, sus estados y gobiernos trazan una política continental para profundizar el saqueo y la superexplotación de la clase obrera. El engendro del Palasur, es un intento que busca legitimar en las urnas una institución tan reaccionaria como los parlamentos de cada país.

La izquierda del FSM y las burocracias sindicales constituyen una pata esencial para mantener la estructura del saqueo, subordinando al proletariado detrás de los estados y de los intereses de alguna fracción u otra de la burguesía. Develar tales cuestiones es primordial para identificar a los verdaderos enemigos.

Los explotados debemos proponernos una política revolucionaria en el mismo sentido. La unidad de la clase obrera del continente es vital. No por idealismo internacionalista sino por necesidad práctica.

Ulises