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El carácter internacional de la revolución boliviana

La revolución boliviana de 2003/2005 no fue un rayo que cayó del cielo sereno, sino que es parte y un eslabón decisivo, de la revolución latinoamericana, americana y mundial. Fue la última de las revoluciones abiertas de lo que podemos denominar el “ensayo general revolucionario” en el mundo semicolonial, que se iniciara con la revolución ecuatoriana en 1997/2000, con la heroica revolución palestina en setiembre de 2000 y de la revolución argentina de 2001. Las masas, en Latinoamérica, se insurreccionaban aquí y allá en respuesta al ataque que el imperialismo descargaba a las masas del mundo semicolonial producto de la crisis económica mundial del 1997/2001.
Al grito de “Fuera Gringos”, “Ni 30 ni 50, el gas para los bolivianos”, “Fusil metralla, Bolivia no se calla” la revolución del Altiplano fue la que más lejos llego, pues con la alianza obrera y campesina conquistada en las calles, con sus organismos de doble poder locales de las CORs, CODs amenazando dividir al ejercito, dislocó todas las instituciones del régimen de la Rosca, tirando abajo al gobierno de Goni (2003) y de Mesa ( 2005) poniendo así en cuestión el conjunto de la propiedad privada del imperialismo y su dominio en la región. La burguesía y el imperialismo temblaban horrorizados, pues el fantasma de la revolución obrera y socialista se paseaba ante ellos.
Esta heroica revolución se transformó en una revolución bisagra pues amenazaba con extenderse a todo el continente. Al calor del heroico combate de los obreros y campesinos pobres bolivianos podía reavivarse los fuegos de la revolución del 2001 en Argentina, Ecuador, Venezuela justo que comenzaba a darse el despertar de la clase obrera en Estados Unidos. Su lucha antiguerra, paralizó los puertos de la costa Oeste y los inmigrantes ponían en las calles a un millón de trabajadores.
Para aplastar esta revolución, el imperialismo junto a las burguesías nativas tuvieron que recurrir a la política de frente popular, es decir, al anteúltimo gobierno burgués antes del fascismo o de la revolución proletaria triunfante, según Trotsky, para intentar encerrar a los “demonios de la revolución” en la colaboración de clases. Esto lo hacían el mismo tiempo que montaban un frente popular a nivel continental para que no quede piedra sobre piedra de ese “ensayo general revolucionario”. Las direcciones contrarrevolucionarias, agrupadas en el Foro Social Mundial fueron las que impusieron la expropiación de este proceso, desincronizando los combates de las masas de las semicolonias de la lucha contra la guerra que había iniciado la clase obrera de los países imperialistas. Así, allanaron el camino para que la revolución Palestina fuese aplastada a bombazos limpios por el estado fascista de Israel, para que como en Fallujah fuera masacrada la resistencia iraquí, para que la revolución ecuatoriana sea estrangulada luego de que las masas derrocaran al gobierno de Gutiérrez, y para que en Argentina se estrangulara la revolución de la mano de ese canalla de Fidel Castro quien en persona apoyó al gobierno de los Kirchner y le dijo a la clase obrera que no se podía hacer otra Cuba, que había que producir para que luego el gobierno de los Kirchner pudiera repartir la riqueza.
Las direcciones contrarrevolucionarias de todo pelaje, las burocracias colaboracionistas, estalinistas y los renegados del trotskismo son los que juntos dividieron, país por país a las masas del conjunto del continente desde Alaska hasta Tierra del fuego. Subordinaron a la clase obrera a su propia burguesía, manteniéndola sometida a los distintos gobiernos de frente popular. El futuro del proletariado y los explotados latinoamericanos y en primer lugar, el destino de Cuba como primer estado obrero del continente, aunque en extrema descomposición, depende del desarrollo definitivo de la heroica revolución de los obreros y campesinos pobres bolivianos.

Tanta agua por parte de las direcciones reformistas aun no logra apagar el fuego de la revolución de las masas bolivianas. Ésta vive hoy en los combates de los obreros fabriles de La Paz, lucha que significa un claro proceso de ruptura con el gobierno de frente popular, que nada le ha dado a las masas, y que ya se ha extendido a los obreros y campesinos pobres potosinos, a los mineros de Huanuni y a El Alto revolucionario. Frente a este combate es que las mismas direcciones que ayer se han juntado en el ELAC para subordinar proletariado boliviano al gobierno de Morales, hoy se vuelven a juntar en el CONCLAT para intentar desviar esta lucha y volverla a encausar bajo las alas del frente popular. ¿Por qué tanta preocupación y centralización de estos señores dirigentes? Es que el verdadero carácter de la lucha que han iniciado los fabriles es el de poner en cuestión todos los dispositivos contrarrevolucionarios que hasta la fecha el imperialismo ha montado para expropiar la lucha revolucionaria no solo de las masas bolivianas, sino la lucha antiimperialista del conjunto de las masas latinoamericanas. Es que si la clase obrera boliviana logra, rompiendo el corsé del frente popular conquistando su independencia política de la burguesía, restableciendo la alianza revolucionaria con los campesinos pobres y acaudillando al conjunto de los sectores explotados de la nación, reencauzar su lucha revolucionaria por el camino del 2003-2005, volvería a poner a la orden del día la revolución latinoamericana. Esta lucha sería un golpe certero que desestabilizaría todos los pactos contrarrevolucionarios con los que se estranguló la revolución en el continente. Sería la llave que necesita la clase obrera norteamericana para romper la subordinación al carnicero Obama que le impusiera la burocracia de la AFL-CIO y los renegados del trotskismo, para que vuelva a insurreccionarse la Comuna de Oaxaca, para que vuelvan a resonar en las calles de la Argentina y del Ecuador el grito revolucionario del “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Pero lo más importante sería un salvavidas para mantener una de nuestras mayores conquistas, el estado obrero cubano que hoy se ve seriamente amenazado por el plan de restauración capitalista de la burocracia castrista.
Los stalinistas y los renegados del trotskismo se han colocado de la vereda de enfrente del combate de los fabriles de La Paz, por eso han votado en contra de su valiente moción que llama a romper con todos los gobiernos bolivarianos y su demagogia de izquierda en el CONCLAT. Se han ubicado como defensores de estos gobiernos una vez más. Los trotskistas de la FLTI también hemos optado por un lado de la barricada. Nuestra opción es la revolución, es estar junto a los fabriles que combaten a la burocracia de la COB y al gobierno de Morales. Optamos por combatir y generalizar su grito de guerra de “Montes traidor, fuera de la COB” y “abajo el gobierno de Morales”. Luchamos por extender su lucha a todo el movimiento obrero latinoamericano y mundial “Para los bolcheviques leninistas, no hay ninguna tarea mas importante que la de establecer la conexión y mas tarde la unificación entre las diferentes partes de la organización proletaria del continente, creando un organismo tan bien construido que cualquier vibración revolucionaria de él acaecida en la Patagonia, repercuta inmediatamente como transmitida por un sistema nervioso perfecto, en las organización proletarias revolucionarias de los EE.UU. Mientras tal cosa no se realice, la tarea de los bolcheviques leninistas en le continente Americano, no se habrá llevado a cabo” León Trotsky 1937.

 

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