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Recuadro:

¿Quién son Thaksin Shinawatra y su UDD; y quiénes son los actuales gobernantes Abhisit y el rey?

La burguesía tailandesa está ligada a las inversiones imperialistas de la región. Abhisit, la casta de oficiales del ejército y la elite thai son quienes controlan esto, que han desplazado a la variante burguesa nacionalista de Thaksin.

En Tailandia gobierna el rey Bhumipol Adulyadej, que está ya muy anciano (82 años) y enfermo. Pero, tal como en España, hay elecciones a un parlamento fantoche y a un primer ministro, que hace las veces de jefe de gobierno. El rey –que pertenece a una dinastía que está en el trono desde hace cientos de años- todavía hasta hace poco mantenía un halo de “divinidad” y prescindencia de los asuntos políticos que le permitía hacer de árbitro entre los sectores burgueses y sus seguidores, pero esto se ha perdido, ya que viene apoyando abiertamente las represiones de Abhisit. Rodeando al rey y aliado con el sector más concentrado y  tradicional de la burguesía tailandesa se hallan los nobles de la corte y los llamados “camisas amarillas”, jóvenes pertenecientes a la nobleza y a la pequeña burguesía de Bangkok enriquecida por el turismo y los negocios financieros de la bolsa tailandesa, que tienen el respaldo del ejército y el año pasado protagonizaron un putsch tomando el aeropuerto internacional de Bangkok, para evitar que Thaksin (que se encuentra en el exilio) vuelva al país y que sus partidarios forzaran un llamado a elecciones (que todos saben hubiera ganado Thaksin fácilmente en ese momento).
Thaksin fue electo en 2001 y luego reelecto en 2005, como primer ministro, es decir, como jefe de la junta que administra los negocios de la burguesía de conjunto, en este caso la burguesía thai, socia menor y gerente local de las inversiones directas imperialistas en ese país. Es así que Thaksin y su pandilla (que más tarde formaron la UDD, arrastrando tras de sí a grandes sectores de masas, los ya nombrados “camisas rojas”) estuvieron en el directorio de la elite (la burguesía thai), ya que él mismo es un rico empresario de telecomunicaciones y dueño de cadenas de televisión y telefonía por satélite, con inversiones en toda la región.
Como político, con discurso demagógico y populista, prometió a las masas pobres de Tailandia redistribuir la renta, servicios sociales y de salud pública al alcance de todos, microcréditos para las familias y microemprendimientos. Bajo el gobierno de Thaksin se implementaron algunas de estas medidas, dejando a los campesinos con líneas eléctricas, celulares y aire acondicionado, pero sin nada qué comer y en la extrema pobreza.
Este burgués thai millonario fue depuesto por un golpe en el 2006 y las elecciones llamadas por la junta militar que dio el golpe fueron ganadas por una coalición de la UDD con otros opositores menores, la que fuera inmediatamente despojada del poder (sin elecciones, sino por decisión del rey y de la elite, con el apoyo de la mayoría del ejército) para que asuma el actual primer ministro Abhisit Vejjajuva, quien abrió causas contra Thaksin y congeló sus cuentas bancarias por mil millones de libras.
Sea por las pequeñas concesiones que dio a las masas, o bien sea por la persecución del ala Abhisit, Thaksin se ha colocado como una especie de “ídolo”, arrastrando tras de sí a gran cantidad de campesinos pobres, reprimidos brutalmente por Abhisit y el ejército tailandés asesino.
Así, la fracción de la burguesía nacional de Thaksin se apoyó en el campesinado pobre para negociar su tajada de la renta nacional de la superexplotación al movimiento obrero; y hoy al estar por fuera de los negocios, para recuperarla, los llama a movilizarse contra Abhisit abriendo brechas en las alturas. Para esto usa consignas democráticas formales de “nuevas elecciones”, pero demagógicas, puesto que para nada llama al derrocamiento revolucionario de la archirreaccionaria monarquía que es la institución fundamental a través de la cual el imperialismo controla el estado y el régimen de Tailandia y obtiene los superbeneficios de saqueo de la nación. Monarquía que normalmente hace de árbitro entre las fracciones burguesas y concentra en su poder las bandas de hombres armados al servicio del imperialismo y de todas las clases poseedoras de la nación.
Para nada se le va a ocurrir a Thaksin y a su fracción burguesa “opositora” impulsar hasta el final las demandas democráticas estructurales como son la expulsión del imperialismo de la nación y la lucha por la tierra y la reforma agraria. Es que le temen más a las masas movilizadas y armadas que a sus socios burgueses e imperialistas con los cuales tienen enfrentamientos circunstanciales pero miles de negocios en común.
Por ello, las masas ya han percibido que solo podrían obtener las demandas de pan, trabajo y tierra tirando abajo al gobierno hambreador y al archirreaccionario régimen monárquico.
Es por eso que los oficiales del ejército de Thaksin y la burguesía que controlaba a las masas en lucha se rindieron justo en el momento en que la lucha obrera y campesina tendía a transformarse en una insurrección victoriosa de las masas explotadas que podía dejar descalabrado al régimen monárquico y al estado burgués y a todas sus instituciones.
Se rindieron, en última instancia, para facilitar la represión sangrienta contra las masas que ya no las podían controlar ni manipular.
Indudablemente, lo que Tailandia vuelve a poner sobre la mesa en el combate de la clase obrera internacional es que la clase obrera, arrastrando tras de sí a los campesinos pobres, es la única clase que podrá llevar hasta el final las conquistas de las demandas democráticas revolucionarias de las masas y la nación oprimida, haciéndose del poder, expropiando a los explotadores, y demoliendo la maquinaria estatal existente que funciona a cuenta de ellos.

 

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