El caso del oligarca ucraniano Rinat Ajmétov

Ni “pro-rusos” ni “pro- europeos”:
la burguesía ucraniana tan sólo hace negocios con todo
El capital no tiene patria

Rinat Ajmétov es uno de los hombres más ricos de la Antigua Unión Soviética y de Europa. Es dueño de las minas donde los obreros de Lugansk y el Donetsk entraron en huelga a fines del pasado abril. También es dueño de acerías y fábricas del este, de los complejos metalúrgicos de Azovstal e Illich, de la fábrica de vagones y locomotoras Azovmach que exportan casi la totalidad de su producción a Rusia; del Donbass Palace, el hotel más lujoso del este de Ucrania; y del club de fútbol Shajtar Donetsk. 
Como todos los magnates ucranianos, ha financiado las campañas de políticos encargados de representar sus intereses. Así Ajmétov fue uno de los hombres del entorno de Yanukovich, el depuesto presidente ucraniano.

Ajmetov, atemorizado por las huelgas de los mineros de Lugansk y Donetsk y por los levantamientos de las masas del este que ponen en cuestión la propiedad en todo el territorio, no dudó en anochecer “pro-ruso” y amanecer “pro-europeo”, luego de garantizar sus negocios con los planes del FMI y el Banco Mundial de reconversión de todas las minas y acerías.

Por estas razones, este oligarca hasta ayer “pro-ruso” y sostén de Yanukovich, se convirtió prontamente en un acérrimo defensor del gobierno de Kiev, y comenzó a instar por “la paz” y el desarme de los “terroristas pro-rusos”.
En todas sus fábricas al llegar el mediodía comenzó a hacer sonar la “sirena de la paz” e instó a los trabajadores de sus industrias a que marcharan por ello. Pero no contento con esto, en la ciudad de Mariupol formó “equipos de protección civil”, compuestos por dos policías y ocho obreros, con la excusa de “impedir los saqueos, y también cualquier provocación que pueda derivar en más violencia”.