03/04/2014

UCRANIA: una alternativa de hierro

UNA COLONIA TUTELADA POR EL IMPERIALISMO
O SOVIÉTICA, SOCIALISTA E INDEPENDIENTE


Tropas rusas en Crimea

Plaza Maida, enero 2014

¡Fuera el FMI, Maastricht y la OTAN!

¡Fuera de Ucrania y Crimea las tropas blancas contrarrevolucionarias de Putin, sicario del imperialismo y hasta ayer fiel pagador del FMI con su socio Yanukovich!

¡Por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas soviéticas y revolucionarias en Ucrania, el Glacis, Rusia y todas las ex repúblicas de la URSS!

Por Carlos Munzer

 

Ucrania estalla en cesación de pagos. Así se disloca y entra en crisis este eslabón más débil del control imperialista de las colonias y semicolonias tuteladas del este europeo.

Desde Diciembre de 2013, Ucrania entró en una verdadera cesación de pagos, sometida al FMI con una deuda externa de 65.000 millones de dólares, con vencimientos este año de 13.000 millones de dólares. Se calcula que la deuda total ucraniana a largo plazo ronda los 140.000 millones de dólares, lo que representa un 80% de su PBI.

Desde los años ’90, cuando con el estallido de la ex URSS logra “su independencia”, Ucrania no ha logrado recrear un mercado nacional, cuestión que nunca logró desde su existencia, a excepción de cuando se federó con la URSS de Lenin y Trotsky en 1921-1922. Luego pasó a ser parte de esa cárcel de naciones sobre la que se asentó el estalinismo en la “Gran Rusia”.
Ucrania al no poseer un mercado nacional en su territorio, no puede articular una división del trabajo dentro de sus fronteras nacionales. Desde este punto de vista, su inserción en la división del trabajo en la economía mundial y en Europa en particular, es mirando al oriente, articulando una cadena productiva con Rusia; o bien hacia el Occidente, hacia la Europa de Maastricht a la cual está ligada con miles de relaciones económicas y financieras.

En el este de Ucrania, sus enormes acerías y minas de carbón en la llamada zona “rusófila” de la región del Donbass (en la cuenca del río Don) producen para el aparato militar ruso con máquinas obsoletas que perduran de la época de la ex URSS. Sus minas de carbón se sitúan entre las mayores del mundo; sin embargo, la industria pesada en el este de Ucrania precisa de la importación de productos energéticos y de gas natural, lo que la hace totalmente dependiente de las transacciones comerciales y las relaciones económicas con Rusia.

Por otro lado, su zona occidental mira y se articula con la Europa imperialista. En su capital Kiev, se controlan las finanzas que se recaudan con las comisiones por el transporte y con el pago del peaje de los tres gasoductos que pasan por Ucrania desde Rusia, con los cuales se abastece el 100% de las energías de los países del este europeo como Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania, etc. y el 30% del consumo del gas de la Europa imperialista. El Gazprom, la empresa rusa, realiza este abastecimiento con sus socios europeos como la BASF y la Siemens alemana, la Gas de France y la Total francesas, la ENI italiana, etc.

Desde este punto de vista, Ucrania es un lugar de paso y de tránsito del gas ruso, imprescindible para el funcionamiento de la producción de las potencias imperialistas europeas.

A Rusia se la presenta como una gran “exportadora de armas”. Es indudable que lo es. Para ello la nueva burguesía rusa aprovecha el viejo aparato industrial militar de la ex URSS. Pero decir sólo esto es una quimera, o por lo menos es no decir toda la verdad. El aparato industrial militar ruso funciona gracias a la alta tecnología que le venden Francia, Alemania y en menor medida, EE.UU., tal cual ahora sale a la luz en esta crisis de Ucrania exponiendo los enormes negocios de alta tecnología que la Europa de Maastricht realiza con Rusia. Podríamos decir que Rusia es dependiente para su industria militar de la tecnología de Francia y Alemania.
Asimismo Rusia es fundamentalmente exportadora de productos primarios como el gas y el petróleo. La Europa imperialista succiona ya desde hace décadas el gas, el petróleo y las riquezas rusas, y Putin y sus pandillas burguesas se quedan con una parte de la renta petrolera y gasífera por las exportaciones que realiza. Europa ha quedado imbricada, así, desde Portugal a las estepas rusas, bajo el mando de las potencias imperialistas, de quienes depende Rusia desde el punto de vista financiero, de la alta tecnología y de la colocación de sus productos primarios.
La burguesía “gran rusa”, asociada a los cartells y transnacionales imperialistas en la industria armamentística, en la extracción del gas y el petróleo, mantiene, heredada de la ex URSS, un complejo, aunque en gran medida obsoleto, de una industria que le permite substituir importaciones y lo hace oprimiendo asimismo a pequeñas repúblicas y regiones, a las que somete como parte de un mercado nacional común.

Alemania es el gran distribuidor del gas ruso en toda Europa. Necesita mantener el statu quo con Rusia, a la que le succiona la energía. Pero a la vez también necesita controlar y debilitar a Rusia por el hecho de depender de ella desde el punto de vista de la energía. La oportunidad que se presentó en Ucrania con su default, le vino muy bien a Alemania y a la Europa imperialista para extender sus fronteras hasta la Rusia misma, para controlar directamente todos los gasoductos que llegan a Berlín y Frankfurt.

Por su lado, EE.UU. es el gran acreedor, como veremos luego, de la Europa oriental sometida por el FMI, tal cual colonias expoliadas, y en última instancia, desde Wall Street, es el prestamista de los países imperialistas europeos de segunda que están en ruinas y endeudados, luego de que sus bancos quebraran en el crac del 2008.

Ucrania es un eslabón clave pero el más débil de esa cadena de la división del trabajo, que une las fuentes del gas y la energía de Rusia con el resto de Europa. Ucrania es un eslabón clave. Allí las pandillas capitalistas, tanto las que miran a oriente como las que miran a occidente, desde la caída de la URSS en los ‘90 y el renacimiento de una Ucrania “independiente”, se pelean el control del gobierno de Kiev porque desde allí se cobran las comisiones por el tránsito del gas y se manejan las finanzas.
Ese centro financiero de Kiev es y ha sido motivo de disputa de las fracciones burguesas nativas que en algunos momentos negociaban con Rusia y en otros con la Europa imperialista, vendiéndose en cada oportunidad al mejor postor, es decir, al que le dejaba mejores comisiones por el control del peaje por el paso de dichos gasoductos.

Por otro lado, la tragedia de la restauración capitalista ha hecho retroceder la cuestión agraria, dejando las llamadas “tierras negras”, de gran fertilidad, en manos de las grandes cerealeras como la Monsanto y de una riquísima oligarquía.
El 90% de los territorios ucranianos es un plano inclinado hacia los mares Negro y de Azov. Sus tierras cultivables abarcan 48.600 millones de hectáreas. De allí se exportan alimentos a China y a todos los países del este europeo. Su producción de trigo, maíz y ahora de soja para el mercado mundial, que deja una renta agraria anual de 20.000 millones de dólares, ha dado origen a una nueva oligarquía agraria ligada directamente a la Monsanto, a la Cargill y a la City de Londres y Wall Street.

El estallido de la crisis ucraniana ya rompió el statu quo y la estabilidad en toda Europa y a nivel mundial. Es que Ucrania ha entrado en crisis y en cesación de pagos con su gran acreedor que es EE.UU. a través del FMI, con su monumental deuda externa. El único statu quo que EE.UU. le permite tener a Ucrania es el de ser una colonia tutelada para cobrarse sus deudas como usurero. La Europa de Maastricht quería controlar a Ucrania como “república asociada”, es decir, como colonia vasalla.
Lo que se abrió hoy es una disputa por Ucrania, entre la UE y EE.UU., a ver quién llega primero a controlarla y ser el encargado de distribuir los negocios. Putin dice: “no me dejen afuera” y demuestra que él puede ser el gendarme para aplastar al proletariado si éste se levanta no sólo en Ucrania, sino también en Rusia y toda Eurasia.

El imperialismo yanqui sabe que con la mano de obra esclava ucraniana, la reconversión con alta tecnología de las minas de carbón y las siderurgias que den ganancia, el cierre de las que no sirvan, la apropiación de sus tierras fértiles y el control de los gasoductos -con lo que le cobraría comisiones a toda Europa-, se cobraría holgadamente esa deuda externa fraudulenta que a fines de los ’80 le impusiera a todos los ex estados obreros con la restauración capitalista, quedando mejor posicionado para recolonizar inclusive a la “Gran Rusia”.

Solamente desde este punto de vista se podrán comprender las posiciones de las potencias imperialistas europeas y de EE.UU. frente a Ucrania.
Para EE.UU., el usurero y el acreedor, a Ucrania hay que tomarla ya con la OTAN y cobrarse sus deudas quedándose inmediatamente con todas sus riquezas, mientras que para la Unión Europea hay que discutir contra Rusia tomando medidas para presionar a Putin para que este retroceda de Ucrania pero manteniendo el statu quo existente bajo otras formas, permitiéndole a Rusia alguna injerencia política en los negocios del este europeo y haciéndole concesiones económicas. Pero para la UE Ucrania tampoco tiene otro camino que ser el de una colonia tutelada pero por Alemania y Francia.

En su viaje a Europa, Obama le ha dicho a todas las potencias de la UE: “Ucrania nos recuerda que el precio de la libertad no es gratis”. El imperialismo yanqui no permite que Alemania y Francia sigan haciendo enormes negocios de alta tecnología militar con Rusia y casi no pongan fondos para la OTAN que está bajo el mando anglo-yanqui. EE.UU. no va a permitir que Francia le siga vendiendo porta-helicópteros de altísima tecnología a Rusia, inclusive cediéndole parte de esta, asociada al complejo militar ruso, por 6.000 millones de dólares, y mucho menos que Alemania siga entrenando a 30.000 soldados rusos por año en un simulador de guerra de alta tecnología, sin poner un dólar a la OTAN.

EE.UU. como potencia dominante exige ser él quien encabece y distribuya los negocios en el este europeo y hasta Moscú.
Poner a la OTAN como garante de la “independencia” ucraniana contra Rusia, no es un chantaje tan sólo a Putin para disciplinar a su agente, sino también a todas las potencias imperialistas europeas para que ellas se sometan al imperialismo dominante. En su viaje a Europa, Obama le dijo a la UE que debe terminar con su dependencia energética de Rusia si realmente quieren avanzar en recolonizarla. Mientras, le decía que “si quieren comprar gas norteamericano lo tendrán que pagar mucho más caro que el ruso” o terminar con esas “normas ecológicas” con las cuales las petroleras europeas disputan negocios en el mundo y realizar ellas fracking en territorio europeo para abastecerse de gas como lo hace EE.UU.

Mientras, todos juntos amenazan a Rusia con aislarla. Putin se ha tomado Crimea, como veremos luego. Para el imperialismo por ahora en la negociación con Rusia para que abandone Ucrania, esta península no es clave. Ya de hecho, se la ha cedido. Ello incluye dejarle a Rusia el control de uno de los tres gasoductos que pasan por Crimea. Le han dejado una pequeña tajada a su agente, pero para que se retire de Ucrania.
Viéndolo desde el punto de vista de la división del trabajo y la ubicación de Ucrania, la que ha sido despojada fue Rusia de la parte de los negocios en Ucrania. El imperialismo va a por todo. Ha mandado a la ruina y le ha impuesto “tratados de Versalles” a las potencias imperialistas menores que perdieron la carrera comercial en Europa como Grecia, España, Portugal, Irlanda, etc.

Las tropas rusas se han puesto en las fronteras del este de Ucrania. Estas exigen una Ucrania federada, con el este teniendo autonomía lingüística, política y comercial. Y a la vez, Putin, el sicario del imperialismo, negocia que sean él y sus tropas los gendarmes encargados de masacrar y aplastar todo levantamiento revolucionario de los obreros de Ucrania y todas las ex repúblicas soviéticas. Amenazan con levantamientos pro-rusos en el Donetsk, Járkov y Lugansk, para imponer esa política de federación, manipulando el sentimiento de las masas que efectivamente se quedarán sin trabajo puesto que lo que prepara el FMI en esa zona es la reconversión de las acerías y minas de Ucrania, cerrando las que den pérdida. Putin no está en contra de esto. Lo único que quiere es entrar en los negocios.

Rusia lo que está haciendo es peleando por mantener su viejo “mercado nacional” que incluye el este de Ucrania, totalmente integrado a la división del trabajo rusa. Esto pelea Rusia… que no le saquen un brazo. ¿Rusia imperialista? La Rusia de los zares peleaba Japón. En alianza con Inglaterra y Francia en la Primera Guerra Mundial, peleaba por llegar a Polonia y todo el imperio Otomano… inclusive quedarse con la antigua Persia, lo que serían hoy Irak e Irán. La “Gran Rusia” de hoy pelea por que no le amputen los brazos y las manos de su “mercado nacional”. Lo de Putin son sueños imperiales pero el resultado es cada vez más una Rusia avanzando a ser una semicolonia, cercada por el imperialismo luego de la restauración capitalista en el ‘89.
Es que en el ‘89, con el estallido de la ex URSS, a Rusia se le desmembraron decenas de repúblicas y naciones con las que esta tenía articulada una producción y un mercado común. Los que hablan de una “Rusia imperialista” callan que este es un raro “país imperialista” que perdió todas las repúblicas que anteriormente oprimía.
Para dar un ejemplo, Rusia en Eurasia perdió Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán, Uzbekistán, etc., donde quedó con bases militares asociada a EE.UU. e Inglaterra para cubrirles la espalda a las tropas imperialistas que invadieron Afganistán. Rusia también perdió el Cáucaso, con Georgia. Perdió asimismo a Armenia y Azerbaiyán que hoy se disputan, a cuenta de distintas potencias imperialistas, el territorio de Nagorno Karabaj. Allí está una de la reservas más grandes del planeta del petróleo (al nivel de la iraní), que se lo llevan la British Petroleum, la Chevron, la Basf, etc. por uno de los oleoductos que pasando por Georgia y el Cáucaso y el Mediterráneo, llega a Turquía desde donde se redistribuye a Europa y a nivel mundial.

Con Ucrania ha estallado un eslabón fundamental y corredor gasífero del gas que une a Europa desde Rusia a toda la Unión Europea, controlado por Rusia y la UE.
La Ucrania expoliada y saqueada por el imperialismo, ha quedado con uno de los movimiento obreros peores pagos de toda Europa con salarios de 300 dólares y estrangulada con la enorme deuda externa que tiene con el FMI, mientras el gas pasa bajo sus pies por monedas.

Ucrania es el estallido de un eslabón clave de la fuente de energía con la que se abastece a Europa. Es el estallido de un eslabón que ya no puede pagar más el saqueo imperialista. Es un estallido, y eso es lo que se vivió en los últimos meses, de las relaciones políticas entre las fracciones y las distintas pandillas burguesas ucranianas, a las que se les volvió imposible convivir en un mismo país, en función de sus intereses económicos y de mercado que poseen. Esto es lo que explica la grave crisis política abierta en “las alturas”, es decir, la monumental crisis en la que entró el gobierno de Yanukovich tironeado entre Rusia y la UE, para ver quién era el garante del pago al FMI y de EE.UU. de la deuda externa. En diciembre de 2013 ya Ucrania había chocado con las rocas submarinas del crac y el default. Ya nada iba a volver a ser como antes.

La crisis ucraniana expresa la situación desesperada del movimiento de masas, que no soporta más vivir como hasta ahora. Ante esa situación, como demuestra toda la génesis y el resultado provisorio de la crisis política ucraniana que le costara la cabeza a Yanukovich, las potencias imperialistas tan sólo se anticiparon a un final anunciado: o se abría una revolución donde intervenía el movimiento obrero uniendo al oriente y el occidente, o apoyado en las clases medias ricas y la burguesía financiera de Kiev, el imperialismo cortaba la agonía y se quedaba con toda Ucrania como sucede ahora, convirtiéndola en una colonia tutelada y bajo el “manto protector” de la OTAN. Esta relación de fuerzas no sólo el imperialismo quiere imponérsela a las masas de Ucrania, sino también a la “Gran Rusia” que amenaza con no permitir semejante humillación y exige seguir siendo parte de los negocios de los países por donde transita su gas y de los que necesita para que funcione su mercado interno, como es el este ucraniano.

Para el imperialismo Ucrania debe ser una “nueva Georgia”, ese lugar de tránsito de los oleoductos de Azerbaiyán y Nagorno Karabaj hacia Europa pasando por el Mediterráneo a Turquía que lo redistribuye.

Ahora la UE y EE.UU. quieren toda Ucrania. La crisis mundial abierta en 2008, amenaza con reabrirse ferozmente nuevamente como veremos luego. El imperialismo necesita no solo a Ucrania, y esta es una gran conclusión  que el proletariado debe sacar, sino necesita terminar de recolonizar a Rusia en el próximo período y quedarse con todos los negocios, con sus fuentes de gas y petróleo hasta sus estepas.

Ucrania es un paso y un eslabón decisivo en esa ruta del imperialismo. EEUU con el viaje de Kerry en el mes de Febrero, dejo en claro quién es el dueño de Ucrania, incluso para sus socios de Europa… el acreedor: EE.UU. y la OTAN. Tanto EE.UU. pisó Ucrania que se llevó todas sus reservas de oro a la Reserva Federal. El imperialismo yanqui ha intimado a su sicario Putin, a que a partir de ahora “cesaron sus funciones” en Ucrania.


Obama y Putin

Rusia aun no es una colonia ni una semicolonia. Es un país capitalista que depende del imperialismo y de la economía-mundo capitalista para desarrollar inclusive su producción en ramas enteras de la industria en Rusia. El sistema bancario ruso convive con la gran banca imperialista del Citybank, el HSBC, el Bundesbank… tan solo Alemania tiene 6.000 empresas en Rusia con inversiones directas de 25.000 millones de euros. Pero aun Rusia no es ni una colonia, ni aun una semicolonia puesto que desde el punto de vista político, todavía mantiene una relativa independencia con las potencias imperialistas con las cuales negocia su ubicación como guardián de la propiedad de todos en Eurasia y aprovecha también el aparato industrial militar de la vieja industria soviética.

Aún faltan muchos golpes imperialistas, zarpazos contrarrevolucionarios, crac y estrangulamientos económicos, para recolonizar Rusia o China, y sobre todo, hacen falta guerras, de agresión directa, por interpósita persona, para colonizarlas.
Como veremos en este trabajo, el sistema imperialista mundial, que por el momento respira aliviado porque las direcciones traidoras del proletariado apagaron el fuego de la revolución, hoy para reconstituir históricamente su tasa de ganancia debe comenzar a producir en gran escala fuerzas destructivas de alta tecnología y robótica, que no está volcada a la producción para terminar con la esclavitud asalariada, sino para la destrucción, como son los drones, la óptica, la alta tecnología, los Osprey, los simuladores de guerras tecnológicas, etc.
Pues bien, para el imperialismo ha llegado la hora de nuevas guerras de baja intensidad, y masacre a las masas y a las revoluciones como vemos en Siria, para empezar a destruirlos y volver floreciente la rama de la industria militar con nuevas guerras de alta tecnología. Es decir, el imperialismo sólo puede salir de su crisis terminal y reconstituir su tasa de ganancia, desarrollando fuerzas destructivas.

Hoy los reformistas de la izquierda lacaya de Wall Street silencian la masacre de Siria. Allí se utilizaron desde armas convencionales para masacrar a más de 300.000 explotados, y tener a 10 millones en campos de refugiados en la frontera de Siria, en carpas en medio del desierto. Este genocidio contra la revolución proletaria es apenas un anticipo de lo que está dispuesto y necesita hacer el imperialismo para salir de su crisis.

 

Con el estallido de la ex URSS en el ‘89, y con estas y otras crisis políticas que le precedieron,
ya ha quedado claro que Ucrania solo puede devenir en una colonia tutelada del imperialismo,
si el proletariado no lo derrota y avanza a una nueva revolución socialista

Como vemos, desde el ‘90-‘91, la “independencia ucraniana” ha sido una cadena de crisis, estallidos, defaults, cesación de pagos y enormes choques burgueses por los negocios. La ausencia de un “mercado nacional” ucraniano es lo que define que hay fracciones burguesas que no pueden convivir entre sí y manejar en común un estado, sin destruirse o anularse mutuamente.

Ambas fracciones, la del oriente y la del occidente, estrangulan al sacrificado proletariado ucraniano, que efectivamente es el único que tiene un “interés nacional” que lo une en todo el territorio de Ucrania (como lo hace también con toda la clase obrera europea): derrotar al imperialismo y al FMI. Expropiar la tierra de la nueva oligarquía de la Monsanto, la Cargill y sus lacayos de Kiev para tener trigo y pan barato. Y terminar con los salarios de hambre de 300 dólares con los cuales la burguesía los ha sometido y los somete para profundizar una Ucrania maquila y usar a su mano de obra como obreros de segunda en toda Europa. Estas son las consignas motoras y la tarea histórica que tienen planteada la Ucrania colonizada, que solo pueden ser conquistadas, como ya ha sido demostrado históricamente en el 21-22, con el triunfo de la revolución de los consejos de obreros y soldados, como Ucrania soviética.

Ucrania entró en default. La situación se volvió insostenible entre todas las clases y sectores de clase de la sociedad. Una situación revolucionaria comenzaba a abrirse entre diciembre de 2013 y febrero de 2014.

Pero los planes para Ucrania no fueron ni ya son los mismos para el imperialismo. Alemania se venía anticipando buscando que Ucrania, ante el default y la crisis, ingrese a la UE. Ello presuponía incluso una negociación con las grandes pandillas burguesas de los “oligarcas” de Ucrania ligados a los negocios con Moscú, e inclusive que siguiera Yanukovich en el gobierno, pero imponiéndoles condiciones leoninas para sacar a Ucrania de la cesación de pagos.

Putin apareció con 15.000 millones de dólares como garantía de pago, para seguir en los negocios. Pero, como ya dijimos, EE.UU., como el acreedor y el usurero, dijo “yo me quedo con todo” y puso su pie en Ucrania con la amenaza de la OTAN.

Lo que queda de la Ucrania saqueada por las pandillas burguesas asociadas a las grandes potencias imperialistas, insistimos, no es una “Ucrania independiente y democrática” sino una colonia de la OTAN y de la UE. Una decadencia sin fin.


Invasión rusa a Georgia en 2008

Si esto no fuera suficiente, están las bayonetas rusas siempre dispuestas a aplastar cualquier revolución del proletariado. Es que esto es lo que hizo Rusia en 2008 en Georgia. Se levantaron los obreros contra Saakashvili, contra su brutal plan de hambre y ataque al salario. Los trabajadores de Osetia del Sur, que estaba anexada a Georgia, querían escapar de semejante hambruna ligándose a sus hermanos de Osetia del Norte que están federados a Rusia. Con la excusa de apoyar esta “vuelta a casa” de Osetia del Sur, el ejército ruso entro y masacro a toda la clase obrera georgiana, que se había sublevado contra el gobierno de Saakashvili, dejando un tendal de más de 5.000 muertos en un país de no más 3 millones de habitantes.
Cualquiera que recorre las rutas del Cáucaso o de la ex Osetia del Sur, ve que las promesas de Putin de mejorar la calidad de vida de los explotados no existieron; sólo se ven las mismas casas bombardeadas que continúan destruidas desde hace 6 años.
Los obreros ucranianos conocen de esto. Por la experiencia de Georgia y por todos los antecedentes de haber estados sometidos a esa cárcel de naciones que fue la “Gran Rusia” de los zares y luego bajo la bota de Stalin.
Eso es lo que le ha permitido a la burguesía de Kiev hacer demagogia “pro-europea” ante las masas. Pero los obreros del este, manipulados por Putin, saben que en la Europa de Maastricht no tendrán asegurados sus trabajos y ven a millones de obreros esclavos padeciendo sus mismas penurias en las calles de Madrid, Atenas, París, Berlín, etc.
La traición de la direcciones de la clase obrera de Europa, como veremos luego, es la que facilita a cada paso y garantiza la división del proletariado ucraniano, al someter al movimiento obrero de toda Europa a la Maastricht imperialista, o bien, haciendo pasar a Putin como un “liberador de los pueblos” cuando éste sostiene a genocidas como Al-Assad en Siria.

 

Ucrania llega tarde a la constitución de las naciones en el Siglo XIX.

Ucrania es una nación que no pudo ser. En la época imperialista ya no hay lugar ni siquiera para nuevas naciones. Tan solo para colonizar y recolonizar las actuales y para que las potencias imperialistas se repartan y disputen esas zonas de influencia. Esto es lo que sale a la luz en esta crisis ucraniana.
Ucrania sometida históricamente al imperio otomano, a Polonia, al Imperio Austro-húngaro luego a la Rusia de los zares, llegó tarde a la constitución de las naciones que desarrolló el capitalismo en Europa en el siglo XIX. Sometida esencialmente por el zarismo, fue colocada de inmediato en esa cárcel de naciones que era Rusia.
La era de la constitución de los estados nacionales burgueses ya llegó a su fin en los albores del Siglo XX cuando el imperialismo, que es reacción en toda la línea, controló todo el mundo colonial y semicolonial al que transformó en sus zonas de influencia. En dos guerras mundiales, las potencias imperialistas se disputaron estas zonas de influencia. Las potencias vencedoras a la salida de las guerras inter-imperialistas dibujaron a su antojo las fronteras de las naciones en los pueblos que oprimían y las volvieron a dibujar y reconstituir luego de cada guerra.

Fue la heroica revolución socialista de la URSS del ‘17 la que le dio a Ucrania luego en 1922 el derecho a la autodeterminación e incluso a la independencia. Esa Ucrania soviética del ’22 decidió federarse voluntariamente con las Repúblicas Soviéticas de la URSS. Así, sólo como Socialista y Soviética, Ucrania pudo tomar en sus manos su propio destino.
El trágico final de este proceso histórico hacia adelante devino con la expropiación de la Revolución de Octubre y la imposición de la “noche negra” del estalinismo que volvió a transformar nuevamente a las Repúblicas Soviéticas en una cárcel de naciones. Ucrania nuevamente quedo atrapada allí. El resultado de estos acontecimientos es que con la restauración capitalista del ‘89-‘90, los ex estados obreros del este de Europa no se ubicaron como Alemania y Francia, sino como colonias tuteladas de las distintas potencias imperialistas.

El ejército rojo marchando por las calles de Kiev en 1919

La “independencia” de Ucrania lograda de la ex-URSS a partir de los ’90 no fue más que una fantasía, una ilusión. En esa fecha Ucrania nació como “nación independiente” haciéndose cargo del 17% de la enorme deuda externa que tenía Rusia con el Citybank y la banca imperialista, sometida brutalmente a ésta; con una base militar rusa que garantizaba y garantiza la circulación de los gasoductos y oleoductos por el territorio ucraniano hasta Alemania; y sometida a los negocios de la burguesía “gran rusa” asociada a las grandes empresas petroleras imperialistas como la Total francesa, la BASF alemana y la British Petroleum, que extraen el gas y el petróleo de las estepas rusas para abastecer a toda Europa.
En los ’90 Ucrania “nació” heredando la catástrofe de Chernobyl, que diezmó gran parte de la producción de sus tierras y a su población… Ucrania nació como una semicolonia y como un eslabón de los negocios de las grandes potencias imperialistas europeas con Rusia. Nació entregando todas sus ojivas nucleares.

Ucrania como nación “independiente” burguesa es una utopía. La vida ya dio un veredicto. Luego de la restauración capitalista del ’89 Ucrania estuvo 100% tutelada y vigilada a cuenta del imperialismo por las tropas rusas, dirigidas directamente desde la City de Londres y desde el FMI. La nueva burguesía yeltsinista rusa nadaba en dólares desde la City de Londres y Mónaco. Desde allí se monitoreaba al gendarme ruso en los primeros pasos de la “Ucrania independiente”.
En 2004, en 2009 y como lo vemos hoy, se sucedieron permanentemente sucesivos estallidos, desgarramientos sociales, enfrentamientos de pandillas burguesas, sometimiento y súper-explotación descarnada del proletariado ucraniano. Desde la “revolución naranja” en 2004, la cesación de pagos del 2009 y tal como sucedió en la crisis actual, fueron devorados distintos gobiernos “pro-rusos” o “pro-europeos”, como el de Kuchma, la Timoshenko y luego el de Yanukovich, todos odiados por las masas.

Es decir, resumiendo, Ucrania no tiene un mercado nacional. Las distintas fracciones burguesas ucranianas (de las cuales la fundamental es el imperialismo que la saquea a través del FMI, de su renta agraria y de un tránsito barato del gas hacia Europa) no tienen un anclaje común en un mercado nacional.
Inclusive, por la atrofia de su dependencia de la ex URSS estalinista, Ucrania no tiene ni siquiera una lengua universal.
Estrangulada por los bancos y las transnacionales europeas, y sometida al FMI, Ucrania ha perdido toda independencia nacional.
La bota de Putin va más allá de la producción del este ucraniano con el complejo militar ruso. Putin, el sicario del imperialismo, quiere mantener su lugar como garante de la “paz social” y de la super-explotación del movimiento obrero ucraniano y no tan sólo para la producción de su aparato industrial militar, sino también para garantizar el tránsito del gas a la Europa imperialista que sale de las estepas rusas.

 

Las demandas de la clase obrera ucraniana son las únicas que pueden unificar a la nación en todas sus fronteras, desde oriente a occidente, para enfrentar a todos sus verdugos, que no tienen patria, sino solo negocios que defender.

Nuevamente los charlatanes antimarxistas le echan la culpa al proletariado ucraniano de la traición de las direcciones de la clase obrera europea y mundial, que son las que realmente dividen sus filas

Los revolucionarios afirmamos que sólo la clase obrera ucraniana tiene intereses comunes y por ello es la única clase “nacional”. Hoy el proletariado “mira a Europa” o “a Rusia”, de cuya relación dependen gran parte de sus empleos. Es que ganando salarios de hambre y con millones de obreros inmigrantes que se van a trabajar a la Europa imperialista o a Rusia, las familias obreras de Ucrania son obligadas a desgarrarse. Con 300 miserables dólares de salario en Ucrania vive uno de los proletariados más explotados de Europa y del mundo, tanto en el este como en el oeste del país.

La demanda de ganar en euros como ganan los obreros de Europa Occidental, es lo que realmente puede unificar a toda la clase obrera y los explotados de la nación. Ganar 2.000 ó 2.500 euros es una demanda que unifica a toda la clase obrera ucraniana en su país y la une en sus reclamos con el proletariado del este europeo, con el de las potencias imperialistas de Maastricht y con el de Rusia en particular.
Este programa obrero es el punto de partida para conquistar la ruptura de la clase obrera ucraniana ya sea con ese sicario del imperialismo de Putin o con la burguesía de Kiev y Wall Street.
El proletariado ucraniano es la única clase que tiene intereses nacionales desde el oriente al occidente del país. Al unificar sus filas con un programa de clase, la clase obrera enfrentaría inmediatamente a todas las pandillas burguesas de Ucrania, lacayas del imperialismo, y a la opresión “gran rusa” de Putin y sus militares genocidas, sicarios de Wall Street. El proletariado para comer necesita volver a colectivizar la tierra, rompiendo con el imperialismo. Estas tareas sólo pueden resolverse con la toma del poder, combinándolas con tareas directamente socialistas.

El proletariado ucraniano es el único tiene en sus manos la única posibilidad de unir a Ucrania con las demandas de “romper con el FMI y recuperar las tierras más ricas de Europa” para poder comer dignamente. Es la única clase ucraniana que se puede unir con el reclamo “mínimo” de un salario de acuerdo al costo de vida… y para conseguir esto debe romper con la burguesía y expropiar a todas sus pandillas que la someten al imperialismo.
Sólo la clase obrera tomando el poder resolverá estas tareas mínimas fundamentales para que Ucrania sea una nación, combinándolas inmediatamente con la expropiación de la burguesía, de la nueva oligarquía y del imperialismo, y retomando la lucha por restaurar una Ucrania soviética e independiente que será un bastión en la lucha por la revolución socialista en el este y en el Occidente de Europa. Sólo desde aquí y desde esta tarea inmediata que tiene por delante el proletariado ucraniano y de todo Europa, Ucrania, los estados del este europeo y de toda la Europa imperialista podrán salvarse de la catástrofe del crac y la bancarrota capitalista.

Los revolucionarios socialistas afirmamos que si el proletariado de Ucrania no ha logrado unir sus filas, no es porque no haya demandas y necesidades inmediatas que lo unifiquen. Es porque las aristocracias y burocracias obreras de las potencias imperialistas de Europa Occidental, han acorralado a la clase obrera europea y han impedido que éstas derroten a los gobiernos imperialistas que ya desde hace años han lanzado un ataque en toda la regla contra sus conquistas.

Estas direcciones le han cerrado el camino a la heroica revolución griega y a los levantamientos de la clase obrera española, italiana y de toda Europa. En el 2009-2010 decían que se podía “morigerar el ajuste” y que se podía conquistar un “Maastricht más social”, es decir que se podía “morigerar” el bestial ataque imperialista contra la clase obrera de sus países, y sobre todo contra el proletariado de las naciones oprimidas del Glacis y el este europeo, donde las grandes transnacionales imperialistas llevaron sus maquiladoras y esclavizaron a la clase obrera de esos países. Estas direcciones, sosteniendo a un “Maastricht más social”, permitieron que el FMI como agente y usurero de Wall Street, sometiera con dobles y triples cadenas de expoliación y saqueo a los países del este europeo.

Ahora, muchos de estos “ilustrados socialistas” se quejan del “atraso político” y de la “división” del proletariado ucraniano. Y se preguntan: ¿cómo puede ser que la clase obrera ucraniana “no haya intervenido en esta crisis política de forma independiente”?, como lo hace cínicamente el PTS y su “sello internacional” de la FT. Si todas las direcciones traidoras del proletariado europeo le dijeron que se podía “morigerar” el ataque de las potencias imperialistas de Europa y volver “socialista” a Maastricht, es decir, a la Unión Europea de los carniceros imperialistas.

Otros se preguntan: ¿cómo puede ser que el proletariado del este de Ucrania quiera seguir atado a Moscú? Digamos que en esta crisis política nadie defendió al gobierno de Yanukovich, como veremos luego, y sobraban condiciones para unificar a la clase obrera ucraniana. Pero hablemos claro: todos esos lacayos de Wall Street, esos traidores del Foro Social Mundial, se dedicaron a decirle a toda la clase obrera mundial que Al-Assad, Khadafy, Putin y los mandarines del PC Chino eran aliados del proletariado y de su lucha contra el imperialismo.


Huelga general en Grecia, noviembre de 2010

Fue el accionar de las direcciones traidoras del proletariado internacional y del europeo en particular, el que estranguló a la clase obrera ucraniana y le impidió que, por ahora, ésta intervenga de forma decisiva y centralizada en la monumental crisis política y económica en Ucrania.

Los sinvergüenzas del FSM reunidos en el 2010 en España, convocaban junto a todos los renegados del trotskismo, a una supuesta “huelga general europea”. Llamaban desde los plenarios de todos los sindicatos a marchar a Grecia. Pero para estos partidos social-traidores y las burocracias sindicales, los obreros del este no son “de Europa”. Europa terminaría en Alemania, cuando para el imperialismo, su “patio trasero” del este, incluidas las estepas rusas, es clave para hacer funcionar a sus transnacionales con energía barata y mano de obra esclava. Las potencias imperialistas han llenado de maquiladoras desde Polonia a Ucrania, a Letonia, Bielorrusa, a los Balcanes. Esta situación le garantiza al imperialismo tener mano de obra barata y en negro, que la hace ingresar del este a trabajos eventuales a las metrópolis imperialistas y luego la despiden para que vuelvan a sus países de origen.
Los obreros rumanos de la Renault se sublevaban en el 2009 y decían “queremos ganar como los obreros de la Renault francesa”.
Hay que aclarar que dirigidos por estas corrientes traidoras, y con los partidos anticapitalistas haciéndose los “distraídos”, dejaron al proletariado de Rumania, de Hungría, de Letonia, etc., que se levantaba contra el FMI en aquel año del 2009, aislado de la clase obrera griega, francesa y de la Europa Occidental… y le fue muy mal al proletariado de los países imperialistas y a la clase obrera de las colonias del este.
Si no es desde aquí, desde esta visión histórica del último período de la lucha de clases de Europa, ningún obrero serio podrá comprender los límites y el sometimiento que aún sufre el proletariado ucraniano tras las distintas pandillas burguesas que lo chantajean, como hace la burguesía “rusófila” del este de Ucrania,  diciéndoles que si se van con la UE perderán todos sus empleos, o como lo hace la camarilla de Kiev, manipulando a los obreros prometiéndoles que de la mano del FMI y de Alemania podrán “ganar algún día como los obreros de la Renault francesa”.
Sin esta visión de las condiciones materiales e internacionales de la Ucrania colonizada, ningún marxista podrá orientarse en un sentido revolucionario ante la monumental crisis política y económica que se ha abierto en ese eslabón decisivo que es Ucrania en la cadena de colonias y semicolonias que las potencias imperialistas europeas y el FMI controlan hacia el este.

Si la clase obrera ucraniana no toma la centralidad de la lucha para resolver la cuestión nacional, si su combate es nuevamente expropiado por la burguesía y Ucrania es sometida por dobles y triples cadenas por el imperialismo, el proletariado europeo verá peligrar rápidamente todas sus conquistas. Esto es lo que deben comprender la clase obrera de toda Europa, y de Rusia en particular.

 

La bancarrota imperialista de Wall Street y la crisis capitalista mundial de 2007-2008 llevó al estallido y a un profundo estancamiento a la Europa de Maastricht y a una brutal crisis a los estados del este europeo

En el crac del 2008-2009 está la génesis del actual estallido económico y político, el default y el dislocamiento de Ucrania de la división del trabajo europea

La bancarrota de Maastricht y de Wall Street del 2007-2008 llevó como un tsunami esa crisis a las endebles economías de los países del este europeo. Esto significó el estallido y la cesación de pagos de todos los ex estados obreros de Europa del Este.
A la caída de la URSS en el ’89, todos estos estados estaban estrangulados, como América Latina, por fenomenales deudas externas contraídas con el FMI y la banca imperialista.
En el 2009, luego de pagar sucesivos vencimientos de dichas deudas, los países del este de Europa tenían un quebranto de casi 2 billones de dólares. Europa Occidental también ardía en llamas: todos los bancos imperialistas estaban al borde de la crisis y el crac.
La posibilidad de un default generalizado en el este europeo hacía temblar a los ya quebrados bancos de las potencias imperialistas de Maastricht. Es que el 84% de los billones de dólares que debían los estados del este eran deudas contraídas con los bancos imperialistas europeos. Se trataba de una gran cadena de robo y saqueo del capital financiero, que iba desde las estepas rusas de Europa a Wall Street, pasando por Alemania y todas las potencias europeas. Había que desincronizar la entrada del proletariado de Oriente con el del Occidente de Europa que en esos momentos presentaba enormes batallas contra los ataques de los estados imperialistas en Grecia, Francia, Italia, etc.
Por eso el G-20 fortaleció con fondos al FMI para que con préstamos usureros pare el default de esos países del este. EE.UU. apareció entonces como el gran usurero. Por eso hoy el imperialismo yanqui es quien se levanta como el gran árbitro de los acontecimientos del este de Europa y el que en última instancia va a definir el curso de los acontecimientos. El usurero manda. Por ello, ante los nuevos acontecimientos y como ya dijimos, fue Kerry quien viajó inmediatamente en el mes de Febrero a Ucrania, la declaró “tierra de la OTAN” e intimó a Rusia a quedarse en la frontera. El acreedor tomó posesión de Ucrania. Y ésta quedó nuevamente estrangulada, como ayer en el 2009, con pactos leoninos de acuerdo con el FMI.

En el 2009, Ucrania fue el país más golpeado por la crisis, inclusive de todo el planeta. Su PBI ya había caído un 40%. Los bancos estaban quebrados y como en Argentina de 2001, se impuso un “corralito” que no permitía el retiro de fondos de los mismos. Su moneda fue devaluada en un 100%, lo que significó una cesación de pagos masiva de los créditos de consumo y de las tarjetas de crédito cuyos pagos estaban fijados en dólares. Así es cómo le hicieron pagar esa crisis a la clase obrera ucraniana.

Pero asimismo esta crisis recorría todo el este europeo y ya provocaba sublevaciones, levantamientos y catástrofes económicas como en Bulgaria, Eslovaquia y los países Bálticos como Letonia, Lituania y Estonia. Por su parte Rumania pudo evitar el default: 20.000 millones de dólares de préstamos del FMI la salvaron circunstancialmente. Pero todos estos países del este europeo caían como un dominó atados al imperialismo, a la usura financiera internacional y al peor de los saqueos, mientras la Europa imperialista los utilizaba como maquilas con mano de obra barata y altamente calificada, relocalizando allí sus transnacionales. Los ex estados obreros del este europeo devenían así no en “nuevos paraísos capitalistas” sino en nuevas colonias o semicolonias vilmente saqueadas.

La política del imperialismo de auxiliar a la Europa del este y a sus países en bancarrota, como ya dijimos, no fue sólo una decisión económica, sino también política. Hay que reafirmar que el pánico del capital financiero estaba dado por el peligro latente que significaba que la clase obrera del este europeo se sublevara desde las maquilas de salarios de miseria junto a sus hermanos de clase de la Europa imperialista.

No se pueden abordar los acontecimientos de la Plaza Maidán iniciados a finales de 2013, ni la crisis que significa que el proletariado no haya podido intervenir decisivamente con una acción independiente de masas, sobrepasando a la dirección burguesa que le impedía derrocar a Yanukovich, sin develar el rol que jugaron las direcciones traidoras del proletariado de la Europa imperialista. Estas direcciones fueron enemigas de ganar las calles al grito de “los obreros ucranianos deben ganar como los obreros franceses y alemanes” en solidaridad con sus hermanos de clase de Ucrania, cuando las masas ucranianas paralizaron y mantuvieron en vilo todo el país durante dos meses. Así, día a día, las fracciones burguesas pro-europeas de Ucrania y su falso “nacionalismo” no menos lacayo del imperialismo, pudieron impedir que sean los explotados los que resuelven a su favor la enorme crisis política abierta.

Marcha en Kiev, febrero 2014

Fue esa política traidora de las direcciones de la clase obrera europea, insistimos, la que le impidió al proletariado y las masas explotadas de Ucrania aprovechar a su favor esa enorme crisis de los de arriba para desmantelar todas las instituciones del estado burgués, a sus partidos y camarillas capitalistas y terminar con esa casta de oficiales del ejército ucraniano, lacaya del FMI y del carnicero Putin.

Tal como ahora, en el 2008-2009 Ucrania ardía en llamas. Aquella crisis devoró al gobierno de la Timoshenko que había arribado al poder con la “revolución naranja” y que sólo acrecentó el sometimiento de Ucrania al imperialismo a grados extremos.
El imperialismo yanqui entonces se asentó como el patrón del este de Europa y también como el socio usurero de Maastricht, otorgándoles créditos de bonos basura a las potencias imperialistas en bancarrota como Italia, Grecia, Portugal y España, que quedaron como potencias imperialistas vencidas en la guerra comercial y costeando ellas gran parte de la deuda y la debacle de Wall Street. Si esto sucedió con las potencias imperialistas menores, qué no habrá pasado con las colonias y semicolonias de los ex estados obreros del Este de Europa. Estos países del este quedaron doble y triplemente sometidos al imperialismo.
Durante estos años las penurias de las masas se volvieron insoportables. La desincronización de los combates de la clase obrera de la Europa imperialista y del este fue una verdadera tragedia para la clase obrera mundial.

El proletariado ucraniano quedó con un salario de 300 dólares, el más bajo de toda Europa. Hasta entonces la enorme migración de obreros esclavos ucranianos hacia la Europa Occidental, era un paliativo a la catástrofe económica de las masas ucranianas. Es que éstos enviaban parte de sus salarios por sus trabajos en las potencias imperialistas por 800 ó 900 dólares y así se mantenía una parte importante de la clase obrera de Ucrania. El crac y la crisis económica en Europa cerraron esta circulación de divisas. Centenares de miles de obreros ucranianos quedaron sin trabajo en Europa Occidental y en la miseria en Ucrania.

Así, y como ya dijimos, a los obreros del este les hicieron pagar esta crisis. Y también le fue muy mal a la clase obrera del occidente europeo, sometida país por país a la esclavitud y al flagelo de sus propias burguesías imperialistas. La clase obrera europea fue desincronizada.
A través del FMI y de préstamos directos, EE.UU. le tiró todos los bonos y papeles sin valor de su oligarquía financiera a las potencias en bancarrota de Maastricht, mientras se lleva valores contantes y sonantes de toda Europa. Los gobiernos y los bancos europeos le tiraron toda esta crisis al movimiento obrero.

Esto en Ucrania significó que el gobierno de Yanukovich, sostenido por el látigo de Putin, y la banda de los tres “oligarcas” multimillonarios de Ucrania, sometiéndola al FMI, agobiaron a las masas empobrecidas de las clases medias y llevaron a un callejón sin salida de miseria atroz al movimiento obrero.

A finales de 2013 las condiciones para un levantamiento revolucionario maduraban. La crisis política estalló y como, ya vimos, por traición de la dirección del proletariado europeo, una fracción de la burguesía se anticipó para abortar la irrupción revolucionaria de las masas, controlándolas y sometiendo a la Plaza Maidán a los pies de Obama y de Maastricht, mientras Yanukovich y la banda de los “oligarcas” chantajeaban para quedarse con los negocios del este europeo y así partir Ucrania. El proletariado “rusófilo” del este no intervino a favor de Yanukovich, como lo había hecho contra el levantamiento “naranja” de la Timoshenko, como veremos luego. Éstas eran las condiciones para forjar la unidad de la clase obrera. Por ahora, y tan solo por ahora, la clase obrera no ha podido dar una respuesta definitiva a esta cuestión.
Pero esta tardanza de la clase obrera ucraniana, europea, y de Rusia en particular, en conquistar la unidad de sus filas, es lo que permite que Putin y la burguesía “gran rusa” puedan manipular nuevamente al proletariado del este de Ucrania.

Así Ucrania ha estallado, como decimos en este trabajo, como el eslabón más débil del control imperialista del este europeo. Para nada la crisis ha sido resuelta. El crac está aquí. El default de la deuda está aquí. La “Gran Rusia” ha sido humillada y llevada a sus fronteras… Putin intenta resarcirse tomando Crimea, pero ya ha perdido el control central de los gasoductos que saquean el gas ruso que pasan por Ucrania. Las potencias imperialistas se sientan a la mesa y han discutido, como lo hicieron en la reunión de la UE y EE.UU. del “Pacto del Atlántico”, cómo se reparten el botín y cómo contienen a su sicario Putin.

 

El gobierno de Yanukovich, sostenido por Moscú, desde 2010 a 2013 fue la garantía de cobro del FMI y de la esclavitud de la clase obrera ucraniana

En el 2010 el gobierno de Yanukovich vino a constituir un intento bonapartista elevándose por encima de las fracciones burguesas para unificar sus negocios, hacia el este con Rusia, hacia el Occidente con sus finanzas y el gas con la Europa imperialista, y todos haciéndose garantes del pago de la deuda al FMI y fundamentalmente al imperialismo yanqui. Así, tirándole toda la crisis al movimiento de masas y con mayor endeudamiento con el FMI, Ucrania salió del colapso en ese año.

Este gobierno de Yanukovich estuvo asentado por un lado, en las tres figuras más destacadas de la súper-oligarquía ucraniana que controla sus negocios en el este de Ucrania y los comparte en Kiev, y por el otro, del lado ruso, en el carnicero Putin.

La reconfiguración de las clases dominantes en la Ucrania restaurada por el capitalismo en el ’89, sólo dio una clase anti-nacional, que no tiene patria ni bandera, sólo negocios por hacer.
La restauración del capitalismo en Ucrania, con el estallido de la ex URSS, dio nacimiento de forma inmediata a una poderosa clase de empresarios devenidos como tales de la vieja nomenclatura del Partido Comunista. Éstos en los ’90, en un golpe de manos, se quedaron con las mejores tierras y los negocios más importantes de Ucrania.


Yanukovich y Putin

Esta oligarquía tiene tanto peso, que en el mismo mes de Febrero mientras ardía la Plaza Maidán, el líder de la “oposición”, que posaba de “combativo”, el boxeador Vitali Klitschko, se reunió con Rinat Akhmetov, el hombre más rico de Ucrania y agente de Putin, para discutir los pasos a seguir ante la monumental crisis abierta con la anexión de Crimea por parte de Rusia, luego de la fuga de Yanukovich y su destitución del gobierno.
Para dar un ejemplo, el mencionado Akhmetov, que domina la producción de acero y de carbón de Ucrania, y Dmytro Firtash, que es una figura central en la industria química y la producción eléctrica, han sido los principales financiadores del Partido de las Regiones del depuesto Yanukovich.
Igor Kolomoisky, un banquero y magnate industrial, se dedica a hacer alianzas tácticas cortas con distintos gobiernos según le convenga a sus negocios.
Sobre esa súper-oligarquía se sostenía el gobierno de Yanukovich, que explotaba a la clase obrera a grados extremos a cuenta del FMI y los banqueros europeos.

En el mes de Noviembre de 2013 se volvió imposible pagar los intereses de los intereses de una deuda por demás fraudulenta y saqueadora de la nación. La Ucrania tutelada chocó con las rocas submarinas de la crisis económica mundial, entrando en una monumental cesación de pagos y en un nuevo estallido de la deuda como en el 2009. Otros países del este europeo, también como en el 2009, sufren estrangulamientos y cesación de pagos como Moldavia, Bosnia, los países Bálticos. Esto amenaza con extenderse a toda Europa del Este.

Pero esta vez el imperialismo ya viene a por todo. La oligarquía financiera internacional ha hecho sus números y ha sacado la conclusión de que ya no hay forma directa de cobrarse las deudas de los países saqueados por los usureros internacionales que no sea quedándose, como sucedió con América Latina en los ’90, con toda la infraestructura, riquezas naturales y todas las empresas que le garanticen una renta fija al imperialismo para cobrarse en activos su deuda financiera.
Por eso al imperialismo europeo, a EE.UU. y al FMI, acreedor de Ucrania, ya no les es suficiente con un gobierno que le pague la deuda. Necesitan quedarse con toda Ucrania, sus tierras y sus empresas, a las que harán quebrar sin piedad si dan déficit como las del este ucraniano. Pero sobre todo, las potencias imperialistas necesitan quedarse con el control de los gasoductos y el gas de forma directa. En estas condiciones es de cínico y de embustero pretender plantear que puede surgir una “Ucrania independiente y democrática” cuando se la está transformado en una colonia tutelada para imponerle condiciones extremas de saqueo y esclavitud. O bien, en una colonia fragmentada con su parte este tutelada y oprimida por la “Gran Rusia” y utilizada como chantaje para los negocios de esa burguesía corrupta y sanguinaria de Moscú.
Sin la expropiación de los capitalistas y sin una nueva revolución que restaure la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, como ya dijimos, es imposible resolver la cuestión nacional ucraniana.

Estos procesos profundos de la brutal crisis de las fuerzas productivas y del estallido de la Ucrania colonizada, oprimida por la “Gran Rusia” a cuenta del imperialismo y el FMI, fueron los que subyacían en el trasfondo de la monumental crisis política que se abrió en Diciembre de 2013 contra el odiado gobierno de Yanukovich, agente del FMI.

Sin partir de estas condiciones internacionales del carácter de Ucrania y su relación con el mercado mundial, y su ubicación como un estado nacional que no ha podido ni podrá ser ya independiente en los marcos del capitalismo, será imposible para todo obrero avanzado comprender la convulsión política que sacudió a Ucrania y a toda Europa en los últimos meses.

 

Los últimos días del gobierno de Yanukovich

La deuda externa de Ucrania, como vimos, no había hecho más que duplicarse hacia finales de 2013. El FMI, monitoreado por EE.UU. como acreedor, quiso asegurarse y le exigió garantías a Yanukovich del pago de la deuda externa, como fielmente lo venía haciendo hasta entonces.
Pero las arcas de Ucrania estaban devastadas. El gobierno de Yanukovich inició una negociación con la Unión Europea para que le otorgue préstamos con los cuales pagarle la deuda externa a EE.UU. y al FMI. La Europa de Maastricht, principalmente Alemania, vio a su lacayo en crisis y le impuso que para ayudarlo a pagar al FMI, tenía que abrir todos sus negocios y sus aduanas. De hecho, venía a imponerle a Ucrania un tratado de libre comercio. Es más, Alemania y el Bundesbank le exigían a Yanukovich que, antes de discutir cualquier préstamo, terminara de atacar decisivamente a las masas, aumentando el precio del gas y de los alimentos.


Las masas en la plaza Maidan contra el gobierno de Yanukovich

El gobierno de Yanukovich así se ganaba el odio de todas las masas de Ucrania. El imperialismo europeo y el FMI utilizaron a Yanukovich como “limón exprimido” para cobrarse la deuda de Ucrania. Una vez que el limón no tuvo jugo, se lo sacaron de encima.
Para Yanukovich el pacto con la Europa imperialista y Alemania significaba tener que lidiar y marchar a un choque directo con las masas hambrientas y desesperadas, y ya no tenía fuerza para ello ni base social en ningún sector de masas.
Rusia le ofreció a Yanukovich concederle 15.000 millones de dólares para que le pague al FMI la fraudulenta deuda externa y reducirle en un 30% el precio del gas. Esto le permitiría al gobierno de Yanukovich tener más tiempo para redoblar su ataque contra la clase obrera y los explotados, y pagarle al imperialismo a tiempo.

Yanukovich, como vimos, tampoco tenía base social en la clase obrera del este de Ucrania ligada a la producción para el aparato militar ruso. Es que ya tampoco allí era creíble. Venía de inclinarse sobre la UE para intentar atacar a las masas.
Su gobierno quedó pendiendo de un hilo. Sólo había que tirarlo.
La burguesía de la Plaza Maidán que contenía la irrupción independiente de masas y en toda Ucrania, intentó salvarlo, firmando un gobierno de unidad nacional el 21 de Febrero. Pero ya fue tarde. Si esto se mantenía ya ni en la Plaza Maidán ni en toda Ucrania se podía contener más la irrupción violenta de la clase obrera y el movimiento de masas.

El ocaso de Yanukovich significaba también el ocaso del control compartido de Ucrania por parte de Rusia con la banca imperialista. Rusia debía marcharse hacia la frontera del este. La consigna fue: “toda Ucrania para el FMI, EE.UU. y la Maastricht imperialista”.

 

Ucrania y la rebelión de la plaza Maidán: una situación revolucionaria… y una revolución que aún no pudo ser

El surgimiento de una fracción burguesa que se adelanta a una irrupción de masas contra el odiado Yanukovich y arrastra a las masas a la UE

Hacia finales de 2013 una situación revolucionaria se abría en Ucrania. Las condiciones objetivas en Ucrania estaban más que maduras para el inicio de la revolución. Al decir de Lenin: quedaba claro que "los de arriba" ya no podían seguir dominado en paz y "los de abajo" ya no querían seguir siendo dominados como siempre, hastiados de las enormes penurias y padecimientos impuestos.

Es que Ucrania atraviesa una verdadera crisis social y un fenomenal crac económico. Como vimos, el hambre, los salarios miserables de 300 dólares, la súper explotación, la inflación, son las condiciones de miseria que el cipayo del imperialismo, Yanukovich, de la mano de Putin, le impuso a las masas ucranianas.

Para Lenin, para que comenzara la revolución y no sea tan sólo una situación revolucionaria, estas condiciones objetivas debían combinarse con una acción independiente de masas. Como sucede al inicio de toda revolución, estas acciones independientes de masas dejan en grave crisis al estado burgués. Estos es lo que vimos en 2011 en Libia con el desarme y la destrucción del ejercito khadafista. También sucedió en Siria con las masas conquistando su armamento luego de superar los límites de las acciones pacíficas que le imponían los religiosos musulmanes luego de los rezos, comenzando a romper por la base al ejército del asesino Al-Assad. Lo vimos en Egipto con la Plaza Tahrir derrumbando al gobierno de Mubarak, al igual que en Túnez con el derrocamiento revolucionario de Ben Alí. También sucedió en la revoluciona argentina del 2001, en Bolivia en 2003 y en todos los inicios de revoluciones donde actuaron las masas con sus acciones independientes.
Estas revoluciones son brillantes victorias de las masas. La paradoja es que por crisis de dirección, la clase obrera y los explotados terminan entregándoles el poder nuevamente a sus enemigos, que intentan expropiarlas, hacerlas retroceder o llevarlas a un baño de sangre.

En Ucrania la burguesía, percibiendo esta situación objetivamente revolucionaria, se anticipó y apoyada en las clases medias y manipulando un falso sentimiento “nacionalista”, canalizó las justas aspiraciones de un sector de las masas y su odio a Yanukovich y al carnicero Putin. Así logró contener la acción independiente de masas, y como ya dijimos, intentó canalizar la crisis política poniendo en pie un gobierno de “unidad nacional” o de pacto con Yanukovich.
Jamás se le ocurrió a las fracciones burguesas “nacionalistas” ni a la burguesía pro-europea de Kiev llamar a las masas a unirse para tirar abajo al gobierno de Yanukovich, derrotar a sus fuerzas de choque contrarrevolucionarias y terminar con la casta de oficiales del ejército ucraniano, tan lacaya y gerenciadora del látigo de Putin como de la bota del imperialismo. La burguesía jamás moviliza a las masas ni las arma, ni mucho menos llama a derrotar y a destruir la casta de oficiales de los ejércitos burgueses, porque sabe que si lo hace pondría en riesgo su propio poder y propiedad ante la clase que oprime.
El programa de la burguesía fue copar la Plaza Maidán con base que ellos controlaban, inclusive con milicias neo-fascistas para impedir que el movimiento obrero irrumpa independientemente. Fue una acción in extremis para que el péndulo de la negociación con Rusia a la que se acercaban Yanukovich, vuelva hacia una negociación con la UE. El gobierno que sobrevino a la Plaza Maidán fue un gobierno de pacto con Yanukovich que rápidamente tuvo que ser disuelto porque de mantenerse, todo ese entramado de contención y expropiación de la revolución de las masas ucranianas que estaba en ciernes, se hubiera derrumbado como un castillo de naipes.

La prueba de este enorme odio con el que contaba el gobierno ucraniano en el 2013 es que, a diferencia del 2004, cuando durante la llamada “revolución naranja” encabezada por Timoshenko contra Kuchma y su candidato Yanukovich, la clase obrera del este protagonizó enormes huelgas generales en defensa de éstos últimos, esta vez, no lo hizo. Estaba expectante. Es que el látigo de Putin y Yanukovich, bajo el mando del FMI, era lo que acercaba más y más a las masas a la Unión Europea imperialista.
Trotsky planteaba en su trabajo “La cuestión ucraniana” de 1939 que era la bota de Stalin y la opresión de la “Gran Rusia” sobre Ucrania, la que fortalecía al movimiento nacionalista de derecha que empujaba a Ucrania a los brazos de Hitler.
Esta es la contradicción que permite comprender por qué la burguesía pudo anticiparse y controlar al movimiento de masas, y llevar el péndulo de los acontecimientos al acuerdo con la UE, sin que estalle una revolución abierta con una acción independiente de masas. Es que los explotados huían a como sea de Putin.

La crisis no está cerrada. Aún hoy hay “demócratas” vulgares y parlanchines como periodistas de Le Monde y del imperialismo francés, que hablan de una “nueva primavera de los pueblos” en Ucrania. Son unos charlatanes. Ni la burguesía ni su partido nacionalista de la Plaza Maidán, movilizaron a las masas y las empujaron al combate, ni jamás tuvieron la intención de derrotar a las instituciones sobre las que se asentaba el gobierno represor de Yanukovich y de los tres oligarcas que mandan a Ucrania. Lo que entregó la burguesía de la Plaza Maidán fue una nueva soga para ahorcar al pueblo y a la nación ucraniana, tan al servicio del FMI como Putin. Por ello, insistimos, la crisis no está cerrada.


Timoshenko y el carnicero Obama

La burguesía en el medio de una enorme crisis en las alturas y de disputas interburguesas, signadas por un fenomenal crac económico, se adelantó a una acción independiente de las masas que abiertamente comenzaban a salir a las calles, como sucedió en la jornada del 20 de Febrero que arrojó un saldo de 47 muertos a manos de la represión de Yanukovich.
Cuando ese peligro se puso de manifiesto, tanto las potencias imperialistas europeas, como EE.UU. y el mismo Yanukovich empujaron inmediatamente a un pacto y a un acuerdo para cerrar la crisis en las alturas.

Como ya dijimos, luego de semanas de acampes en la Plaza Maidán, comenzaba a gestarse, con el ingreso de amplios sectores de las masas explotadas, la posibilidad de que sea la clase obrera la que irrumpa ante la crisis política –como la única clase verdaderamente nacional-, acaudillando al conjunto de los explotados con acciones de masas históricas independientes, dándole una salida a la Ucrania oprimida y resolviendo las aspiraciones nacionales. Es que es la clase obrera es la única clase que no se encuentra atada por ningún interés al imperialismo.

La burguesía aterrorizada entonces ante la perspectiva de la irrupción independiente de las masas, cerró sus filas y las brechas en las alturas. Bajo las órdenes de Kerry y la OTAN, firmaron un pacto de unidad nacional el 21 de febrero de 2014, estableciendo que iban a formar un gobierno provisional y el llamado a elecciones anticipadas para mayo del corriente año, supervisadas con observadores de la OTAN.
El 22 de febrero Yanukovich es destituido por el Parlamento. El imperialismo, luego de usarlo cual “limón exprimido” para atacar a las masas, se lo saca de encima. Ningún gobierno en el que estuviera Yanukovich podía ser presentado ante las masas como un gobierno “legítimo”, puesto que como dijimos, era odiado por éstas. Por ello, el parlamento, un día después designa a Alexandr Turchinov, perteneciente al ala de la burguesía pro-europea, presidente interino. La UE y EEUU estaban dispuestos a quedarse con toda Ucrania y desterrar a Putin de su control.

Los últimos capítulos de la revolución ucraniana ni siquiera han comenzado a escribirse. Estamos frente al prólogo. Pero ese libro, sin ninguna duda, contendrá los capítulos que demostrarán que la revolución ucraniana es una e inseparable de la lucha por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en la ex URSS y su extensión a toda la Europa imperialista.

Carlos Munzer