volver al índice del Democracia Obrera Nº 50 volver a la declaración de Argentina Con el verso de la “democracia” que encarcela y mata a los trabajadores, y el terror de las bandas parapoliciales, la Kirchner y Macri quieren aplastar a la clase obrera Detrás de la disputa por los negocios entre las facciones burguesas de la Kirchner y la oposición gorila, encabezada por Macri y Carrió, existe un gran acuerdo: aplastar a la clase obrera para que no quede ni rastro del 2001 y garantizar mayores condiciones de superexplotación para que el imperialismo y las trasnacionales sigan haciendo jugosos negocios. En esencia la discusión es ¿cómo se hace? Para el “frente democrático”, con un férreo control de los sindicatos y las organizaciones obreras vía la estatización y con sus perros de presa de la burocracia sindical, con la casta de jueces videlista-peronista-radical y las FFAA legitimadas listas para reprimir y encarcelar a los sectores que se escapen del control de sus instituciones. Para los Macri y Carrió imponiendo el terror y aplastando físicamente a como de lugar, incluso armando bandas parapoliciales que escarmienten a la izquierda del movimiento obrero, avanzando sobre sus organizaciones de lucha, si fuera necesario también contra la burocracia colaboracionista. En las descaradas negociaciones entre los “democráticos” y los gorilas, los K hacen gala de lo efectivo de su política. Dicen: yo legitimé todas las instituciones del régimen que fueron puestas en cuestión por la revolución, desvié cada lucha del proletariado porque controlo a la burocracia y aplasté a los más rebeldes sin que me tiemble el pulso, utilizando los más brutales métodos videlistas como cuando impuse el terror en Las Heras, persiguiendo a luchadores casa por casa, encarcelando y torturando obreros. Yo, dicen los K, procesé a más de 6000 luchadores obreros y populares con mis jueces legitimados, y encarcelé a quienes como Martino osaron enfrentar en mi país a mi socio, el estado sionista fascista de Israel. Yo, dice la Kirchner, un día hago aprobar la ley del matrimonio igualitario en el Congreso que relegitimé y al otro mando a la gendarmería a reprimir a los obreros de Kraft-Terrabusi que cortaban la ruta en defensa de sus puestos de trabajo. Y sino mando a mis matones de la burocracia sindical y mato. ¡Viste! Mi política sirve. Mientras, los gorilas proclaman que ya no es necesaria tanta demagogia, y que es peligroso para sus negocios. Que hace falta una mano dura que no dude en reclutar lúmpenes y barrabravas para funcionar directamente como fuerza de choque y asesinos a sueldo que imponga el terror para que nadie más ose levantarse ni por el más mínimo de los reclamos. El plan, comandado por los monopolios imperialistas, es el mismo: aplastar a las masas e imponer maquiladoras en todo el continente. Ya lo decía Trotsky a propósito de España en los ’30: “La coalición con la burguesía bajo la etiqueta del frente popular, la participación en el gobierno de frente popular, el apoyo político a un gobierno de este tipo, la renuncia a la agitación independiente y a la organización de cara al derrocamiento revolucionario del gobierno burgués, no pueden, en el mejor de los casos, sino alargar la agonía de la democracia burguesa y facilitar el triunfo del fascismo”. L.T. “Respuestas a preguntas relativas a la situación española 1937”. Esto que vemos en Argentina no es para nada un fenómeno nacional, sino una expresión más de cómo el imperialismo, sus bancos, trasnacionales y monopolios, utilizan a todos sus agentes para aplastar a las masas e impedir la revolución. Ya los vimos actuar en Honduras, en Ecuador y en Bolivia, donde los fascistas controlan la mitad más rica en hidrocarburos del territorio nacional. Para hacerlo, para imponer estos planes de estrangulamiento sobre el proletariado y las masas explotadas han contado con los servicios de la izquierda reformista que somete a las masas a los Chávez, Morales, Lula y Kirchner que a su vez pactan con los “gorilas” para defender el conjunto de la propiedad y los intereses del imperialismo. Las lecciones del marxismo revolucionario advierten que para la clase capitalista la diferencia entre democracia y fascismo no es decisiva, sino que utiliza para sus propios fines a uno u otro régimen según lo necesite. Para la izquierda reformista la democracia burguesa es la propia fuente de su existencia. Para el proletariado es de vida o muerte impedir que surja el fascismo y la condición es conquistar la total independencia de sus organizaciones de lucha de la burguesía, poner en pié sus órganos de autodefensa y aplastarlo militarmente. ¡Hay que romper con la burguesía! El camino lo marcan las masas boliviana ¡Fuera los dirigentes colaboracionistas de las organizaciones obreras! ¡Abajo los traidores! |