Por un verdadero programa revolucionario En el II Encuentro de trabajadores de Zona Norte el PTS hizo votar como punto 4 de las resoluciones: “Desarrollar una campaña por los derechos de la mujer, en especial por los derechos de la mujer trabajadora”. Los trotskistas no reconocemos a la “mujer en general y a las trabajadoras en especial” porque no se trata de una cuestión de género sino de clase. A la mujer trabajadora no hay nada que la una a la mujer burguesa, todo la separa. La mujer burguesa no es explotada en ninguna fábrica, es patrona. No realiza tareas domésticas sino que esclaviza a otras mujeres como sirvientas para que limpien, cocinen, laven la ropa, etc. La mujer burguesa desde el embarazo tiene la mejor atención médica y cuando su hijo nace, esclaviza a otras mujeres para que se lo cuiden y lleva a su hijo a los mejores colegios y universidades y todo eso sin que signifique para la mujer burguesa ningún trabajo. Por eso las mujeres trabajadoras no tenemos nada en común con Cristina Kirchner, Amalita Fortabat, Lilita Carrió, etc. Las demandas de la mujer trabajadora deben ser las primeras en levantarse, ya que estamos hablando de uno de los sectores más explotados del proletariado. La mujer obrera es triplemente explotada por la patronal, porque además de la explotación que sufre en las fábricas, la mujer trabajadora realiza un trabajo suplementario no pagado, como lo es la tarea doméstica para mantener la fuerza de trabajo y la crianza de sus hijos que la patronal explotará en el futuro. Los trotskistas afirmamos que sólo se puede pelear por este programa revolucionario para la mujer trabajadora, luchando por el triunfo de la revolución socialista sin la cual no podrá liberarse la clase obrera, de la cual la mujer trabajadora es parte. Como decía la III Internacional: “Mientras exista la dominación del capital y la propiedad privada, la liberación de la mujer no será posible (…) La igualdad no formal, sino real de la mujer no es posible más que bajo un régimen donde la mujer de la clase obrera será la dueña de sus instrumentos de producción y de distribución, tomando parte en su administración y teniendo la obligación del trabajo en las mismas condiciones que todos los miembros de la sociedad trabajadora; en otros términos, esta igualdad solamente es realizable después de la destrucción del sistema capitalista y su reemplazo por las formas económicas comunistas. Solamente el comunismo creará un estado de cosas en el cual la función natural de la mujer, la maternidad, no estará en conflicto con las obligaciones sociales y no impedirá más su trabajo productivo en bien de la comunidad. Pero el comunismo es al mismo tiempo el fin último de todo el proletariado. En consecuencia la lucha de la obrera y el obrero por este fin común, debe ser dirigida inseparablemente para el interés de ambos.”(negritas nuestras) “Las secciones de la IV Internacional deben buscar apoyo entre las capas más explotadas de la clase obrera y por consiguiente, entre las trabajadoras. En ellas encontrarán fuentes inagotables de devoción, abnegación y espíritu de sacrificio.” “¡Paso a la mujer trabajadora!”
|