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Al calor del crack de la economía mundial: Un furibundo ataque contra la clase obrera argentina


En 2008 los capitalistas, para salvar sus ganancias, respondieron a la crisis mundial que amenazaba con llegar a Argentina y al Mercosur no con “reparto de la riqueza” sino con miles de despidos. Más de 500. 000 obreros perdieron sus trabajos, centenares de trabajadores en negro, quienes no figuraban en ninguna estadística, eran expulsados del proceso productivo. Los trabajadores que no habían sido alcanzados por los despidos, quedaron trabajando en condiciones terribles, con aumentos infernales de los ritmos de producción y condiciones laborales cada vez más parecidas a la esclavitud.
La crisis económica mundial arrastra al conjunto de los trabajadores a la hambruna y a la crisis social, en Europa y en Estados Unidos, los monopolios imperialistas descargan sobre las espaldas de los trabajadores la crisis que ellos no generaron. Primero le hicieron creer a su clase obrera que los culpables de la misma eran los inmigrantes y los echaron a todos como perros. Luego las transnacionales concentrando su producción a nivel internacional, se achicaron y despidieron a miles de trabajadores en Francia, España, Inglaterra, Irlanda y en EE. UU. Para aplicar este feroz ataque el imperialismo reclutó a todas las direcciones traidoras, que desde la V internacional de Chávez, Castro, Morales y Hu Jintao junto a la burocracia y aristocracia obrera le ataron las manos a los trabajadores para impedir una respuesta revolucionaria de masas ante el crack.

Los estados imperialistas en Europa y EE UU “invirtieron” miles de millones de dólares y euros para salvar a sus bancos, esos parásitos del capital financiero. Cuestión que profundizó, de inmediato, el endeudamiento de esos estados como en Grecia, Portugal, España, Italia cuyo déficit actual asciende hasta lo inaudito, y que los llevó a la total bancarrota. En Estados Unidos el porcentaje de desocupación dio un salto histórico y la deflación, recesión y la tendencia al crack sobrevuela toda Europa. La burguesía privatiza las ganancias y socializa las pérdidas, haciendo pagar los costos de la crisis a la clase obrera.
Pero en las semicolonias, en el 2009, como Argentina, Brasil, Chile y algunos países de África al ser proveedores de materias primas vieron rebotar esta crisis. Las exportaciones para China, es decir para las transnacionales relocalizadas allí y para el consumo de los más de 300 millones de la nueva clase media china, hacen de locomotoras de la economía de estos países, recreando un ciclo de crecimiento rastrero que no resuelve en lo más mínimo ninguna de las contradicciones de la crisis mundial.
En Argentina la economía se desaceleró pero mantiene su crecimiento basado en la más brutal superexplotación y las exportaciones a China. Las fábricas aumentan su producción sin emplear más trabajadores, producen el doble con la misma cantidad de obreros que habían quedado después de la oleada de despidos. Los capitalistas apuntando a la cabeza de los trabajadores los chantajean con la desocupación y subocupación, lo que tiende a hundir cada vez más y más sus salarios.
Le imponen a la clase obrera condiciones de trabajo terribles, igual que en las maquiladoras, por ello en las filas obreras aumentan las muertes y mutilaciones por falta de seguridad laboral. Y como si esto fuera poco para recuperar sus ganancias, desatan una terrible inflación que va hundiendo el salario obrero cada día más. Inflación creada por la emisión de pesos, que en Argentina los Kirchner tienen que emitir, para mantener el peso devaluado en relación al dólar y para cubrir los 6.000 millones de dólares que le pagaron al FMI en concepto de la deuda externa. Este es el secreto de la burguesía cipaya para reconstituir un ciclo rastrero de corta expansión ligado a esa verdadera bomba de tiempo que es China.
Le impusieron a la clase obrera la escala móvil de reducción salarial, aumento de la tasa de explotación, aumento de la tasa de desocupación. Por otra parte, un ataque despiadado a la vanguardia obrera que enfrenta esta ofensiva, se descarga por parte de la burguesía imperialista, en Kraft, en Mosconi, y este golpe certero es lo que le permite a esta burguesía rastrera imponer la política de “te echo cuando quiero, te vuelvo a tomar cuando quiero, te exploto lo que quiero, y si protestás, te reprimo y vas preso”.
Pero la crisis mundial no da respiro. La bancarrota capitalista es total. La burguesía argentina festeja y despilfarra, pero cuando la burbuja china estalle, cuando el crack chino retumbe en el mundo, del Mercosur no quedará ni rastro. La clase obrera debe prepararse para combates decisivos. No vienen tiempos de paz, sino de guerra de clases.EDITORIAL

Comité Redacor
07 de Julio de 2010

 

 

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