volver al índice del Organizador Obrero Internacional Especial Libia


Para conquistar el pan y la independencia nacional:
¡La clase obrera, apoyada en las clases medias empobrecidas y arruinadas del campo y la ciudad, debe tomar el poder en el norte de África y Medio Oriente, como una misma revolución que debe estallar en Europa, EE.UU. y demás potencias imperialistas!

Para el Foro Social Mundial, para el reformismo, la clase obrera tiene sólo dos alternativas: O a los pies de los bolivarianos, o sea ser masacrada en un frente militar con Khadafy “contra el imperialismo”; o bien, sometida a los gobiernos provisionales “democráticos”, a la cueva de bandidos imperialistas de la ONU y a sus generales contrarrevolucionarios

Hay que hablar claro. Lo que busca aplastar Khadafy o lo que hoy se intenta someter a la ONU y a los generales contrarrevolucionarios “democráticos” de las potencias imperialistas, no es “a la ciudad de Bengasi”, sino al doble poder armado de la clase obrera y las masas explotadas que allí existe.
El que no denuncia esto, el que no ve que tantas fuerzas contrarrevolucionarias concentradas en Libia están al servicio de aplastar un poder armado de la clase obrera, está engañando a la clase obrera mundial y derrotando de antemano toda lucha seria contra el imperialismo.
Es que, Khadafy, los generales “democráticos” contrarrevolucionarios del AFRICOM de EEUU y de la ONU y los gobiernos bonachones llamados “provisorios” y “democráticos”, no pueden ni van a permitir que cada hombre de Bengasi tenga un fusil, maneje una pieza de artillería o un lanzagranadas, o que esté arriba de un tanque, junto a un soldado raso.
Porque, ¿cómo podrían los dueños de las petroleras, de los bancos, los grandes comerciantes y burgueses de Bengasi y toda Libia explotar a sus obreros, si éstos llegan a la mañana a trabajar a las fábricas y empresas con el Kalashnikov en el hombro?
El que no le dice esto al proletariado le está mintiendo. No le está diciendo la verdad. No es ni siquiera un demócrata serio. Es un cretino sindicalista que está preparándose para desarmar a la clase obrera y los explotados en nombre de la “democracia” y la libertad”. Es que no hay reclamo obrero y organización obrera más fuerte que la clase obrera armada con su milicia, para conquistar no solamente el pan, sino también para derrotar y expropiar a los parásitos de los capitalistas y el imperialismo.

Así de sencillo. Esa es la línea que separa de un lado al socialismo revolucionario, los que defendemos los intereses históricos de la clase obrera, y del otro a los que están colgados a los faldones de la burguesía para salvarles su propiedad. Todo lo demás es palabrerío.
La clase obrera del Norte de África y de Libia no ha tenido tiempo de hacer “grandes sindicatos”, porque gobiernos contrarrevolucionarios la oprimieron y aplastaron durante décadas, porque sus hijos por millones fueron a trabajar y morir como esclavos en la Europa imperialista. Allí, estos señores de la aristocracia y burocracia obrera, llamados “socialistas” y que hacen partido autodenominados “anticapitalistas”, los dejaron afuera de sus sindicatos. Jamás levantaron las demandas de los obreros inmigrantes (que son una parte decisiva y fundamental de la clase obrera europea y norteamericana) como parte de las demandas de la clase obrera de sus países, como por ejemplo la lucha por “¡A igual trabajo, igual salario!”. No pararon una sola fábrica ni organizaron ninguna lucha decidida cuando fueron expulsados como perros de la Europa imperialista en quiebra millones de inmigrantes, que hoy combaten en las calles de Libia, de Egipto, de Bahrein, de Yemen.
Los levantamientos revolucionarios “espontáneos”, “desorganizados” de las masas del Norte de África y Medio Oriente, han demostrado tener un altísimo nivel de consciencia, organización, claridad del enemigo y elección de métodos de lucha correctos -como la milicia, el comité de soldados, el comité de fábrica y el comité donde se agrupan todos los sectores populares empobrecidos-, para arremeter contra la ciudadela del poder y los gobiernos contrarrevolucionarios, para luchar por el pan.
Justamente, la clase obrera de Egipto, que construyó enormes comités de fábrica y dio enormes luchas por salario en el 2008/2009, y que fuera perseguida con sus dirigentes encarcelados, empujó a los sectores de las masas revolucionarias a tomarse la plaza de El Cairo. Puso a sus hijos, centenares de miles de jóvenes obreros desocupados, con los que juntos pusieron en pie los comités que destruían las comisarías, combatían en la plaza de El Cairo contra los progroms contrarrevolucionarios de Mubarak. Hijos de obreros desesperados se inmolaban prendiéndose fuego
como sucedió en Túnez. De esa fibra y de esa madera están constituidos el temple de hierro de los combatientes de Bengasi, que saben que, o se mueren de hambre, o se mueren combatiendo a las fuerzas contrarrevolucionarias.
Las mujeres de los explotados llevan a sus hijos al campo de batalla. Ellos saben que si sus líneas se rompen, serán masacradas sus familias.
De ese temple no está hecha (ni tiene una sola astilla) la izquierda socialimperialista y demás reformistas sirvientes de la burguesía.

¡Basta de echarle la culpa a la clase obrera de las traiciones de sus dirigentes! A pesar y en contra de ellos, se combatió en Egipto, y la clase obrera dio sus mejores hijos en la avanzada de sus combates en las milicias obreras, en los comités de soldados, en los comités de autoorganización de las masas en los barrios obreros y donde habita todo el pueblo pobre. Allí está concentrado lo más heroico y avanzado del proletariado mundial.
La estrategia de la burguesía es disolver esos organismos y someterlos a la “democracia”. La política de los revolucionarios no puede ser otra que echar a la burguesía de los organismos de lucha, organizarlos y centralizarlos a nivel local, regional y nacional, para poner en pie un doble poder de organismos de la clase obrera y las masas explotadas, que destruya la maquinaria de dominio de los explotadores, imponiendo una revolución obrera y socialista victoriosa.

Los señores “socialistas”, pseudo-intelectuales, charlatanes, inválidos políticos, se vanaglorian de sus “poderosos sindicatos” que en Europa, debilitados por ellos mismos, no agrupan a más de un 10% de la clase obrera. Son enemigos de organizar los comités de fábrica, los comités de desocupados, los comités de inmigrantes, únicos capaces de poner en pie poderosas organizaciones de lucha de los que sufren los peores ataques al interior de las potencias imperialistas. Este es el único camino para poner en pie poderosos sindicatos, que no dependan ni subordinen los intereses del conjunto de la clase obrera a una minoría de aristócratas y burócratas obreros, pagados en las potencias imperialistas con sobresueldos que otorgan los explotadores con las superganancias que consiguen en los países que oprimen.
¿Es una izquierda de intelectuales ciegos o de traidores conscientes, que no reconocen a los explotados tomando el fusil y el lanzagranadas en la milicia de Bengasi? ¿Qué dirán ahora? ¿Dirán que son los hijos de la burguesía? ¿Dirán que son los generales “democráticos” del ejército de Khadafy “pasados de bando” a último momento los que desarmaron a Khadafy y lo combatieron en Brega y su ofensiva en Ras Lanuf, o en Misrrata y los barrios populares de Trípoli, donde fueron masacrados?
¡Son obreros en armas luchando por el pan, ilustres reformistas! Ustedes, colgados en los despachos de los capitalistas y entregando las conquistas de la clase obrera mundial, conscientemente quieren vestir de “democráticas” a las revoluciones obreras y socialistas que han comenzado, para tirarle tierra en los ojos a la clase obrera mundial y que no siga ese camino para triunfar.
Insistimos, dígannos ustedes dónde están los hijos de los burgueses y los generales “democráticos” combatiendo en el campo de batalla. Allí sólo está la clase obrera y sus batallones de obreros desocupados, sus hijos y las capas arruinadas de todo el pueblo pobre del campo y la ciudad. Por eso ese combate es tan fuerte y se han juntado tantas fuerzas de la contrarrevolución… de la “democracia”… y del reformismo, para derrotarlo.

Ahí está la clase obrera de Yemen, siguiendo el camino de sus hermanos de Libia y Bengasi. ¿Qué dirá el reformismo cuando centenares de miles comienzan a armarse, a derrotar a la policía, a destruir al ejército asesino que hace una semana masacrara a 50 niños y mujeres? ¿Dirán que no son obreros? ¿Dónde están los burócratas sindicales que dirigen estas luchas?
Para combatir, las masas utilizan los organismos que ellas construyen y que tienen a mano para organizar sus filas: la milicia, el comité del barrio, que a veces llaman “populares” y que los “marxistas” no quieren reconocer, con la excusa de que “los dirige la burguesía”, cuando allí están los obreros y sus hijos junto a los desocupados que se organizan barrio a barrio, a los que hay que centralizar con los comités de fábrica y de soldados, para sacarlos de la influencia de la burguesía.
En Yemen, los que combaten son el 35% de desocupados de un total de 23 millones de habitantes, donde el 46%, es decir, la absoluta mayoría de la población adulta (que no vive más de 55 años) vive con 2 dólares por día.
Los explotados de Yemen no tienen tiempo. No pueden tomarse 150 años para organizar sus sindicatos, intervenir en los parlamentos burgueses, conseguir las jornadas de 8 horas para después, en el futuro, hacer la milicia obrera y el socialismo. Ellos, como todos los explotados que entran a la marea revolucionario, han comprendido que sin fusil no hay pan ,y sin derrotar al gobierno que agrupa al conjunto de lo explotadores, no se puede triunfar.
La clase obrera y las masas explotadas revolucionarias le dan cátedra a los señores reformistas, que sólo saben conspirar contra ellas.

Los señores reformistas niegan que la clase obrera no es tan sólo sujeto para la lucha económica. La clase obrera, como lo demostró Libia, también organiza milicias, desarma a la policía, divide al ejército y conquista el armamento para derrocar a sus verdugos. Eso se llama lucha política de masas, que es la que realizan los explotados cuando entran en maniobras de revolución, se rompe la paz social y se entra en fase de guerra civil.
Si bien es criminal hacer tinglados sectarios contra los sindicatos dirigidos por la burocracia y no colaborar con las masas para recuperarlos en épocas de paz, es un millón de veces más criminal no luchar por coordinar y centralizar los organismos de doble poder, de acción y democracia directa, armados, que se dan las masas para derrotar a los gobiernos y regímenes de los explotadores, más allá de quien los dirija. Eso es organizarse para conspirar con los explotadores contra la revolución socialista.
En estos organismos los revolucionarios tendremos que combatir por echar de los mismos a la burguesía y sus agentes. Éstos lucharán por disolverlos, sometiendo a la clase obrera no a sus propios intereses, sino a los intereses de la burguesía llamada “democrática” o “progresista”.
La crisis más grande de la clase obrera es la de sus dirigentes, la sobreabundancia de direcciones que hablan en su nombre y están colgadas de los faldones de la burguesía.
En la ofensiva de Bengasi a Trípoli, en los combates que recorren todo el Norte de África y Medio Oriente y que impactan a la clase obrera mundial, sobran las condiciones para el triunfo de los explotados. Lo que falta es un estado mayor internacional de la clase obrera, de sus mejores combatientes, para llevar estas primeras victorias y pasos revolucionarios hacia delante, al triunfo.
Como decía León Trotsky, el problema no son las masas, sino lo que hacen sus “señores” dirigentes.

La izquierda europea cerca la revolución en el Magreb y Medio Oriente

Lo que permitió la ofensiva de Khadafy no fue la “genialidad” burguesa de rearmar hasta los dientes al ejército contrarrevolucionario; sino que por crisis de dirección revolucionaria de la clase obrera, las insurrecciones de Ras Lanuf y Siwaya quedaron aisladas de los combates de Yemen, Egipto y Túnez. Pero, fundamentalmente, fue permitido por que las direcciones reformistas, las direcciones de los sindicatos y los partidos llamados “anticapitalistas”, sometieron a la clase obrera europea a su propia burguesía y la pusieron como mendiga reclamando que los explotadores “rectifiquen sus ajustes” y retrocedan en el ataque brutal de despidos y reducción salarial, tal como lo votaron desde pomposos encuentros internacionales como la Contra Cumbre de Madrid o Socialismo 2010. De esta forma impidieron que se sincronizara, en un mismo combate, la lucha de la clase obrera europea y de los países imperialistas con la de los explotados del mundo colonial y semicolonial.

Toda la izquierda “anticapitalista” llama a la “solidaridad” en general, pero no propone ningún curso de acción concreto a las masas europeas para solidarizar efectivamente con las masas libias. Justamente, la mejor solidaridad de la clase obrera europea es profundizar la lucha contra su propia burguesía, imponiendo la huelga general revolucionaria para echar abajo a sus gobiernos imperialistas y sincronizar su combate con el de los explotados del Norte de África y Medio Oriente, que es el mejor y único camino para recuperar su salario, sus jubilaciones, educación, salud, etc. La solidaridad concreta es luchar por paralizar la maquinaria de guerra desde adentro mismo de las potencias imperialistas. Se acabó la hora de las palabras. Es el momento de la acción.

¿Cómo sacar a las masas desesperadas en Bengasi, a punto de ser masacradas por Khadafy, de la influencia del gobierno provisorio burgués de esa ciudad, que somete a las masas a la ONU y las potencias imperialistas porque “son ellas las que las liberarán de su martirio kadafista”? Justamente esto es lo que intenta el imperialismo también con su ataque contrarrevolucionario en Libia. La clase obrera francesa, italiana, norteamericana, inglesa, podría perfectamente tomarse los puertos (como ya lo hicieran los obreros de Oakland en la lucha contra la guerra de EEUU en Irak). Desde allí podrían embarcar todo tipo de armas, municiones y comida para la Bengasi insurrecta, y negarse a embarcar, o simplemente destruir, todo cargamento que vaya a armar y alimentar a los ejércitos y flotas imperialistas o a los asesinos y mercenarios de Khadafy.
Toda la izquierda del Foro Social Mundial, después se lamentará, y para justificar sus propias traiciones, culpará a la “inmadurez” de los obreros de Bengasi, del norte de África y todo Medio Oriente. En realidad es al revés. La única “crisis de subjetividad” es la cobardía y la sumisión de los que dicen ser dirigentes de la clase obrera y someten a las masas a la burguesía.

La izquierda “bolivariana” del lado del carnicero Khadafy.

La burguesía bolivariana dice que hay que “enfrentar al imperialismo” junto al carnicero Khadafy. Le dicen a la clase obrera libia que debe luchar unificada con las tropas mercenarias que siguen masacrando a las masas en Trípoli y que siguen atacando Bengasi para aplastar la revolución. ¡No se puede luchar en un frente militar con Khadafy “contra el imperialismo”, porque Khadafy no lo está! Éste está en una carrera de velocidad con las tropas de la ONU para ver quién aplasta primero a Bengasi y las masas insurgentes. El imperialismo disciplina a su agente, al que alentó a que llegara inclusive a las mismas puertas de Bengasi, para ser ellos los generales “democráticos” que, desarmando Bengasi, aplasten a todo la clase obrera y el pueblo Libio y controlen directamente el petróleo de la nación, sometida con dobles y triples cadenas.
Los bolivarianos, como Chávez, sólo han sostenido a los enemigos de la clase obrera de Medio Oriente, como Khadafy, Ahmadinejad y los Ayatollahs iraníes. Ellos son representantes de la burguesía nativa que negocian con el imperialismo y sus transnacionales una tajada de la renta petrolera.
Han demostrado ser unos cobardes y asesinos antiobreros ante cada lucha decisiva y revolucionaria antiimperialista que han dado la clase obrera y los pueblos oprimidos.
Hoy, ni los bolivarianos ni su socio Khadafy de Libia están en un frente militar contra al imperialismo. Los revolucionarios no dudaríamos ni por un instante en colocarnos en ese frente militar de la nación oprimida contra el imperialismo, sin darles a ellos ningún apoyo político. Pero ellos no han disparado, salvo algunas salvas al aire, ninguna bala ni dieron ninguna lucha contra el imperialismo.

¡Son unos cobardes! Marchaban a Bengasi en una cadena de contrarrevoluciones masacrando al pueblo explotado de Libia, cuando fueron rearmados y alentados desde atrás por el imperialismo. Ahora, cuando los aviones imperialistas dejan caer sus bombas para disciplinar a su propio agente, dicen que harán “marchas pacíficas para unirse con sus hermanos de Bengasi” y “reestablecer la unidad nacional”.
¿Cuál es el programa militar de Khadafy? Sumisión total al imperialismo. Acatamiento de la resolución de la comisión de negociación y acuerdo de la ONU y cese de hostilidades. Khadafy se ha puesto bajo la disciplina de la ONU, y con él, todos los bolivarianos, que buscan afanosamente en Libia reconstituir el viejo poder de las tribus y el ejército asesino, sirviente del imperialismo.
Pero esta vez es el AFRICOM, el comando norteamericano, y la legión extranjera de los carniceros imperialistas franceses, los que quieren todo el botín, sin repartir, es decir, un régimen del protectorado como en Irak. Sólo el avance de la revolución podrá detener semejante avance de la contrarrevolución en Libia.

Estos “antiimperialistas” bolivarianos son los mismos que en Bolivia, con el frente popular de Evo Morales, hicieron un pacto con la Media Luna fascista que masacraba a los explotados; son los mismos que, como Chávez, alimentan la maquinaria de guerra del imperialismo yanqui vendiéndole petróleo; son los mismos que en Cuba, de la mano de los hermanos Castro, anuncian un millón de despidos y acusan a los obreros de ser “vagos”, largando un ataque contra los explotados que nada tiene que envidiarle a los peores ataques de los más reaccionarios gobiernos burgueses; son los mismos que masacran junto al imperialismo, como el gobierno de Brasil y Argentina, a las masas en Haití.
¡Charlatanes! ¡Cobardes! ¡La clase obrera de América Latina debe romper con las burguesías bolivarianas! Solo se puede enfrentar al imperialismo expropiando sin pago y bajo control obrero todos sus bienes para detener la guerra Sólo la clase obrera revolucionaria, y no el carnicero Khadafy -que entregó durante décadas la nación al imperialismo-, puede detener esta masacre. La clase obrera es la única clase que puede enfrentar consecuentemente al imperialismo atacando su propiedad y su dominio.

Por una Conferencia Internacional del trotskismo principista y las organizaciones obreras revolucionarias

Una línea divisoria se ha establecido al interior de la clase obrera mundial. Nuevamente: Reforma o Revolución. De un lado están los que pregonan la “democracia” y dicen que hay que reformar este sistema putrefacto, pedirle y presionarlo para que dé pan, sometiendo a la clase obrera a presionar a su verdugo para que no lo mate y no lo hambree, o pintar de colores brillantes la bancarrota más grande del capitalismo en su historia (como la que arrastra desde el 2007). Del otro lado estamos los socialistas revolucionarios, los trotskistas internacionalistas, que luchamos por refundar la IV Internacional, que levantamos las banderas del marxismo revolucionario, que cobra vida en los hechos y en la guerra de clases, puesto que no hay ni pan, ni trabajo, ni libertad ni independencia nacional, si la clase obrera y su aliados explotados del campo y la ciudad, demoliendo y destruyendo la maquinaria estatal de dominio de los explotadores, no se hace del poder imponiendo su propia dictadura de clase, contra la más feroz dictadura del capital que oprime y súper explota al proletariado mundial.
Nuevamente se enfrentan, cara a cara, la pseudo-teoría stalinista de la “revolución por etapas”, versus la teoría-programa trotskista de la revolución permanente.

La revolución ya está aquí. Hay que reagrupar las filas del movimiento revolucionario internacional. Los reformistas han centralizado sus fuerzas, defendiendo al capital y mintiéndole al proletariado, proponiéndole “democracia” cuando los imperialistas para aplastar la revolución utilizan las bayonetas de sus tropas.
Reagrupemos las fuerzas los que combatimos por la revolución proletaria, para mandar a la ruina al sistema de los banqueros parásitos del capital financiero. Es que un puñado de parásitos de Wall Street, de la City de Londres, del Bundesbank y de los barones banqueros de París, de forma ficticia y especulativa, ha hecho subir los precios de los alimentos en un 100% en el mercado mundial y en los mercados a futuro.
Las siete cerealeras que controlan el comercio de los comoditties en el mundo, en momentos en que se ha casi duplicado la producción mundial, han descargado el peor aumento de precios del pan y los alimentos en el planeta. Apuestan a los precios de los comoditties en el “mercado a futuro” de la bolsa de Chicago. Mientras tanto, acaparan la producción, como vulgares acopiadores de los alimentos en el mundo.
En Libia, en Túnez, en Egipto, En Bahrein, en Yemen está la avanzada de la lucha contra ese puñado de parásitos imperialistas.
La clase obrera mundial, atacada ferozmente por este sistema putrefacto, debe poner todas sus fuerzas y su lucha junto a sus hermanos de clase del Magreb y Medio Oriente. Es que todos los intereses de la clase obrera mundial están en juego allí.
El imperialismo lo ha comprendido y allí también ha centralizado sus fuerzas.
¡Declarémosle la guerra de clases a todas las tropas imperialistas y a sus gobiernos sirvientes y títeres de los países coloniales y semicoloniales.

¡Para que la clase obrera mundial viva, el imperialismo debe morir!
¡Todo el poder a las milicias y a todas las organizaciones que pusieron en pie las masas revolucionarias en Libia, todo el Norte de África y Medio Oriente!
¡Es el momento que la clase obrera europea debe largar ya una contraofensiva contra los regímenes y gobiernos contrarrevolucionarios imperialistas!
La clase obrera norteamericana debe romper con Obama y ponerse de pie, a pesar y en contra de los burócratas traidores sindicales de la AFL-CIO. En EEUU, los obreros de Wisconsin retoman el camino de la lucha antiimperialista contra la guerra de Irak que ayer encabezaron los portuarios de Oakland. Ellos ya afirman que “hay que luchar como en Egipto”. ¡Que empiece esa lucha y ese combate!
O se está por el triunfo de la clase obrera y la toma del poder, o por disolver el combate en “elecciones” y “Asambleas Constituyentes”. O por el camino de la revolución socialista, o por el de la “revolución democrática”

Es necesario y urgente reagrupar las fuerzas sanas de los revolucionarios. Hay que convocar a una Conferencia Internacional del trotskismo principista y de las organizaciones obreras revolucionarias que peleen por el triunfo de la revolución obrera y socialista que se ha abierto en todo el Norte de África y Medio Oriente.
Esto es por lo que luchamos desde la Fracción Leninista Trotskista Internacional.

21/3/2011

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