volver al índice del Organizador Obrero Internacional Nº 12 Parte II

 

Túnez: Como ya se grita en las calles...

"¡Se tiene que largar todo el gobierno y también el presidente!"
¡Abajo el gobierno de “transición” continuador del régimen de Ben Alí!
¡Fuera el “Consejo para la protección de la revolución” de la burguesía “opositora” y los burócratas traidores!

¡QUE LA UGTT Y TODAS LAS ORGANIZACIONES OBRERAS ROMPAN CON LA BURGUESÍA!
¡FUERA LA BUROCRACIA COLABORACIONISTA DE LA UGTT!
¡TODO EL PODER A LA UGTT, SOSTENIDO POR LOS COMITÉS DE FÁBRICA, LOS COMITÉS DE DESOCUPADOS Y LA MILICIA OBRERA!´

Para conquistar el pan, el trabajo y la independencia nacional
¡Las masas en lucha autoorganizadas y armadas deben aplastar a la casta de oficiales, hacerse del poder y expropiar al imperialismo y a la burguesía cipaya!


Luego de la caída de Ben Alí, el proletariado y las masas enfrentan el intento de instauración de un gobierno de colaboración de clases para expropiar la revolución

Las heroicas masas tunecinas derrotando a la policía en las calles, saqueando las comisarías y conquistando el armamento, poniendo en pie barricadas, confraternizando con los soldados rasos, con huelgas generales regionales, ocupaciones de fábrica, paralizando el país y rodeando la ciudadela del poder, es decir con una verdadera insurrección impusieron el 14 de enero el derrocamiento revolucionario de Ben Alí y su dictadura de 23 años, dejando descalabrado al régimen y totalmente debilitado al estado burgués.
El imperialismo y la burguesía cipaya reconocieron muy bien que estaban ante el inicio de una grandiosa revolución obrera y socialista, cuyo motor es la lucha por el pan, la tierra, el trabajo, la libertad y la independencia nacional. Es por eso que para intentar cerrar la crisis revolucionaria, inmediatamente montaron un gobierno de “transición” de frente popular, comandado por el presidente Mebazaa, el primer ministro Ghannouchi y los dirigentes sindicales de la UGTT (Unión General de Trabajadores de Túnez).

Pero la clase obrera y los explotados de Túnez demostraron ser un millón de veces más perspicaces que los “estados mayores” y los “estrategas” de las corrientes reformistas, que aún hoy siguen hablando de supuestas “revoluciones democráticas”.
A una semana de haber caído el gobierno de Ben Alí y el RCD, las masas continuaban ganando las calles. Esta vez contra el gobierno de “transición” de los mismos patrones que sostuvieron la sangrienta dictadura. Decenas de miles de manifestantes llegaban desde todo Túnez y rodeaban el parlamento al grito de “no nos iremos de acá hasta que caiga el gobierno”.Trazando un ángulo de 180° con las direcciones reformistas, el proletariado y las masas explotadas marcharon sobre la UGTT y obligaron a los dirigentes traidores a renunciar inmediatamente a sus cargos como ministros del nuevo gobierno.

Así, conquistando la verdadera independencia de clase y desarrollando sus organismos de doble poder como los llamados “comités obreros de protección y supervisión de la revolución”; las masas, es decir la amplia mayoría del pueblo, los trabajadores, los desocupados, los estudiantes, las clases medias arruinadas del campo y la ciudad, ganaban confianza en sus propias fuerzas, derrotaban a la burocracia colaboracionista y se ponían como objetivo no dejar piedra sobre piedra del régimen infame. Al calor de sus combates, el fuego de la revolución se propagaba al norte de África y Medio Oriente, aterrorizando a la burguesía imperialista y a todas las fracciones de la patronal cipaya.

 Con acciones revolucionarias suplementarias, las masas barren al primer ministro Gannouchi y dejan en crisis al gobierno de “transición”

El aún más débil gobierno de “transición” de Mebazaa y Ghannouchi  intentó con algunas “reformas” cosméticas fortalecer las instituciones del régimen derrocado, como el archirreaccionario parlamento, la casta de oficiales del ejército y la policía asesina. Esto enfurecía a las masas que veían que se había ido “Alí Baba” –Ben Alí- pero que aún continuaban en los puestos claves del gobierno “los 40 ladrones” –los miembros del RCD-. Las masas tunecinas sacaban la conclusión de que este gobierno de “transición”, lejos de traer “democracia”, venia a expropiar la heroica revolución por pan, trabajo y libertad de las masas insurrectas, para salvar la propiedad privada y los negocios del imperialismo y la burguesía nativa.

Es más, los "democráticos" de hoy, que sostuvieron la autocracia de Ben Alí ayer, llamaban, junto a los piratas imperialistas como Sarkozy, Obama y Zapatero, a que los empresarios aterricen en Túnez para volver a repartirse los fabulosos negocios que administraba la pandilla de Ben Alí. Pero las masas hambrientas no aceptaban este plan, ya que ellas, que entregaron su sangre con cientos de muertos y miles de heridos, no reciben ni pan, ni trabajo, ni libertad. El grito de la revolución ahora era: “nos robaron las riquezas, no dejemos que nos roben nuestra revolución”.

Durante la segunda quincena de enero y todo febrero los combates no dejaron de sucederse. La clase obrera imponía su peso con sus métodos de lucha. Manifestaciones, huelgas, tomas de fábricas, movilizaciones, piquetes, ocupaciones del parlamento y marchas a la Embajada francesa al grito de “¡Fuera el imperialismo, fuera el embajador Boillon!, obligaban al gobierno de “transición” a tener que conceder algunas demandas ultra parciales. En varias regiones los organismos de autodeterminación y democracia directa de las masas en lucha, los “comités obreros de protección y supervisión de la revolución”, los comités de fábrica, los comités de desocupados y los comités de vigilancia obreros armados, ya habían tomado el control de la situación, estableciendo un doble poder territorial, que disolvió las fuerzas de represión, se hizo cargo del funcionamiento de los hospitales, las escuelas y hasta de las municipalidades, de donde las masas echaron a todos los representantes del RCD.

La fortaleza de la revolución que había comenzado en Egipto y Libia, renovaba y potenciaba la combatividad de los explotados en Túnez, quienes volvían a irrumpir de forma generalizada contra el gobierno de “transición” que en los primeros días de febrero anunció la asunción de 24 nuevos gobernadores, de los cuales 19 eran del RCD.

El 20 de febrero las masas se movilizaron en todo el país contra el gobierno de “transición”, desconociendo el dictado de “estado de emergencia”. En la plaza central 200.000 manifestantes rodearon el palacio de gobierno. Una columna de obreros y de la juventud revolucionaria combatió por horas contra la policía, sostenida por el ejército. Las masas saquearon negocios y supermercados. Tres comisarías en el centro de la ciudad fueron incendiadas. Cinco muertos y decenas de heridos fue el resultado de la batalla.
Las masas agitaban sus consignas de “Gannouchi lárgate”, “RCD lárgate”, “basta de mentiras y mascaradas”, “fuera todos los que quieren robar nuestra revolución” y “revolución en Túnez, revolución en Egipto, revolución hasta la victoria” junto a proclamas en apoyo a la revolución en Libia.
Al otro día el primer ministro Gannouchi era derrocado, y con él todo su gabinete de miembros del RCD. Pero esto no cubría la satisfacción de las masas que ahora declaraban “se tiene que largar todo el gobierno y también el presidente”, en referencia al jefe de estado Mebaaza y al nuevo primer ministro Essebsi.
El ejército, al cual toda la burguesía y las direcciones traidoras describían como “defensores de la revolución”, también comenzó a ser cuestionado: “¿Dónde está Rachid Ammar (militar con cierta popularidad) y sus promesas de “proteger la revolución”?” era el grito que tronaba en las calles durante esas jornadas.
¡Viva las masas tunecinas que con sus acciones revolucionarias nuevamente le marcan el camino al proletariado mundial! ¡El único poder que los explotados deben reconocer es un gobierno de las organizaciones obreras y de las masas en lucha, que basado en el armamento generalizado y la autoorganización, expropie al imperialismo para conquistar el pan y la independencia nacional!

 El gobierno de Essebsi y su llamado a una “Asamblea Constituyente”, sostenido por toda la burguesía, la burocracia sindical y las direcciones reformistas, intenta frenar la ofensiva revolucionaria de las masas

La revolución en Túnez ha entrando en una carrera a contrarreloj. Las masas han llegado muy lejos imponiendo un doble poder local y regional basado en los “comités obreros de protección y supervisión de la revolución”,  organismos de autodeterminación y democracia directa de los explotados en lucha, que aún tiene la tarea inconclusa de ganarse a los soldados rasos para la revolución.

Pero esta situación debe definirse. En 1917 Lenin alertaba de esta cuestión en plena Revolución Rusa en “Las tesis de abril”: “Este doble poder se manifiesta en la existencia de dos gobiernos: uno es el gobierno principal, el verdadero, el real gobierno de la burguesía, «el gobierno provisional» de Lvov y Cía., que tiene en sus manos todos los resortes del poder; el otro es un gobierno suplementario y paralelo, un gobierno de «control» encarnado por el Soviet de diputados obreros y de soldados de Petrogrado, que no tiene en sus manos ningún resorte del poder, pero que descansa directamente en el apoyo de la mayoría indiscutible y absoluta del pueblo, en los obreros y soldados armados (…) No cabe duda de que tal «entrelazamiento» no puede durar mucho. En un mismo estado no pueden existir dos poderes. Uno de ellos está destinado a desaparecer, y toda la burguesía rusa está ya, en todas partes, haciendo todos los esfuerzos posibles por eliminar y debilitar a los soviets, por reducirlos a la nada y por establecer el poder exclusivo de la burguesía”.

Esto que en la revolución rusa de 1917 intentó hacer la burguesía, es lo que ahora se apresta a realizar el gobierno de “transición” bajo el mando de Essebsi, quien ha llamado para el mes de julio a una “Asamblea Constituyente”. En total sintonía con el gobierno, veintiocho partidos políticos burgueses “opositores”, incluidos los islámicos del Ennahda –que fuera legalizado luego de 30 años de proscripción-, han llamando en una declaración realizada en común con  la burocracia de la UGTT y el “frente 14 de enero” de la izquierda tunecina (apoyado por el NPA francés y las corrientes reformistas a nivel internacional), a que se ponga en pie un “Consejo para la protección de la revolución” para convocar a una “Asamblea Constituyente”.
Con la coalición de todos los sectores de “oposición” al RCD y su llamado a “Asamblea Constituyente” han montado una nueva trampa. Han puesto en pie un verdadero frente popular cuyo objetivo es, al decir de Trotsky, engañar, adormecer y desorganizar a la clase obrera y las masas explotadas con ilusiones “parlamentarias” o “constituyentes”, paralizando la voluntad política del proletariado que a través de sus direcciones colaboracionistas es sometido a la burguesía.
Con esta pérfida política de colaboración de clases -que no hace más que allanar el terreno para que la reacción y la contrarrevolución levanten cabeza-, buscan expropiar la heroica revolución que ha comenzado salvaguardando la propiedad privada de los monopolios imperialistas y la burguesía nativa. Quieren impedir que las masas centralicen sus organismos de doble poder, fortalezcan sus milicias, avancen en partir al ejército, aplasten a la casta de oficiales, se hagan del Poder y expropien al imperialismo y la burguesía para conquistar el pan y todas sus demandas.

Los trotskistas alertamos a las masas tunecinas que nada bueno vendrá de la “Asamblea Constituyente” llamada por toda la burguesía, la UGTT y la izquierda reformista. Esta es la experiencia de la revolución boliviana donde la “Constituyente” no sólo no le dio ninguna de sus demandas a las masas sino que fue el ámbito donde se dio el pacto entre el gobierno de Evo Morales con la oligarquía de la Media Luna fascista y las transnacionales, que garantizó la continuidad de las superganancias de los monopolios imperialistas, saqueadores de la nación boliviana, y le permitió al conjunto de la patronal asentar un régimen de transición expropiador de la revolución.
Ante la revolución obrera y socialista que ha comenzado en Túnez, lo único “democrático”, contra la estafa de “Asamblea Constituyente”, es que la clase obrera y las masas explotadas tengan pan, trabajo y puedan liberar al Túnez semicolonial del imperialismo. Estas tareas, tal como demuestra el gobierno de “transición”, jamás podrá cumplirlas ninguna fracción de la burguesía nativa. Sólo el proletariado que es la única clase verdaderamente nacional, que no tiene ningún interés que lo ate al imperialismo, elevándose como caudillo de la nación oprimida puede conquistar la ruptura con el imperialismo y expropiar los bancos, las fábricas, las tierras y todas las propiedades de las transnacionales y de la burguesía tunecina. Solamente un gobierno basado en la autoorganización y armamento de las masas en lucha es el único gobierno que puede garantizar que haya pan y trabajo para todos los explotados de Túnez. Solo las masas armadas tomando el poder podrán conquistar la democracia hasta el final. Como plantea Trotsky en “Nota biográfica de Lenin”: “La dictadura del proletariado, dijo Lenin, representaba el nivel de democracia más alto posible para la mayoría trabajadora del pueblo, poniendo en manos de los trabajadores todos los bienes materiales (edificios para las reuniones, imprenta de periódicos, y demás) sin los cuales la “libertad” sigue siendo una ilusión.”

La clase obrera y las masas explotadas no deben detener su ofensiva. Es necesario demoler y destruir al Estado burgués e imponer la República obrera y socialista que será un millón de veces más democrática que la más democrática de las republicas burguesas. ¡Abajo el gobierno de “transición” que comandan Mebazza y su secuaz Essebsi! ¡Abajo el “Consejo para la protección de la revolución”! ¡Hay que imponer la ruptura de las organizaciones obreras con la burguesía y el imperialismo! ¡Hay que tomarse las comisarías y desarmar a la policía asesina, para fortalecer las milicias obreras y populares! ¡Hay que aplastar a la casta de oficiales asesina! ¡Hay que poner en pie los comités de soldados rasos! ¡Hay que desarrollar, extender y centralizar los organismos de autodeterminación y democracia directa de las masas en lucha! ¡Hay que conquistar un Consejo nacional con delegados de base de los “comités obreros de protección y supervisión de la revolución”, los comités de fábrica, los comités de desocupados, los comités de vigilancia obreros armados y la UGTT, es decir un gran Congreso nacional de los trabajadores, los soldados rasos y las masas en lucha, que tendrá un millón de veces más legitimidad y autoridad que este gobierno sostenido por el imperialismo y las direcciones colaboracionistas de las masas!

 Para conquistar el pan, el trabajo y la independencia nacional…
¡Hay que imponer la ruptura de la UGTT y las organizaciones obreras con la burguesía, y luchar por un programa obrero de emergencia! ¡Todo el poder a la UGTT, sostenido por los comités de fábrica, los comités de desocupados y la milicia obrera!

 
Frente a este verdadero frente popular que intenta erigirse para sostener al gobierno de “transición”, las masas deben imponer la ruptura de las organizaciones obreras, principalmente de la UGTT, con la burguesía. La burocracia sindical no puede seguir más al frente de la central obrera. Las masas ya le impusieron a los dirigentes de la UGTT que retiren a sus ministros del gobierno de Gannouchi, y estos burócratas nuevamente quieren poner de rodillas al proletariado frente a la burguesía.
Como si esto fuera poco el comité ejecutivo de la UGTT el 8 de febrero emitió un comunicado, en una clara defensa al gobierno de “transición”, planteando que van “a trabajar para reestablecer la seguridad, hacer frente a las fuerzas anti revolucionarias que están tratando de desestabilizar a la gente, lo que dificulta el normal funcionamiento de las instituciones, y que influyen negativamente en el clima social”. También dicen detrás de las movilizaciones, las huelgas y las ocupaciones de fábrica está el RCD, y llaman a sancionar a todos los afiliados que no acaten la disciplina de la central obrera.
Es por todo esto, que NO pueden estar más al frente de la UGTT los burócratas colaboracionistas que se abrazan al imperialismo y la burguesía “democrática”, como antes lo hacían con el asesino Ben Alí, y se ponen en la vereda de enfrente de los obreros y jóvenes revolucionarios que entregan a sus mártires, ponen en pie las barricadas, enfrentan y derrotan a la policía, riegan las calles con su sangre, ocupan las fábricas y establecimientos, imponen el aumento de salario y levantan la demanda de escala móvil de salarios y horas de trabajo para que la juventud desocupada pueda ingresar a trabajar. 
¡Basta de “Consejos” y pactos con la burguesía que sostuvo a Ben Alí! ¡Hay que quitarle todo el apoyo de las organizaciones obreras al gobierno de “transición”! ¡Abajo la burocracia colaboracionista de la UGTT! ¡Que la UGTT rompa con la burguesía y se someta a los comités de fábrica, a los organismos de las masas en lucha y a la milicia obrera! ¡Todo el poder a la UGTT, a las organizaciones obreras y a las masas en lucha autoorganizadas y armadas! ¡Hay que preparar una insurrección triunfante que imponga un gobierno revolucionario de la clase obrera y todas las masas en lucha, basado en sus organismos de autodeterminación, democracia directa y armamento!

Para conquistar el pan, el trabajo y la independencia nacional, el proletariado acaudillando a la mayoría explotada de la nación oprimida debe luchar por imponer un programa obrero de emergencia que de salida a la crisis y libere a esta semicolonia de las cadenas que la atan al imperialismo: ¡Hay que expropiar, sin pago y bajo control obrero, todas las fábricas, bienes, propiedades y bancos del imperialismo y la burguesía cipaya!
¡Por una banca estatal única que les condone las deudas y les de créditos baratos a los pequeños comerciantes arruinados! ¡Fuera el FMI! ¡Abajo todos los tratados políticos, económicos y militares que atan la nación oprimida al imperialismo! ¡Por la nacionalización del comercio exterior!
¡Aumento de salarios ya para todos los trabajadores! ¡Trabajo para todos! ¡Por un turno más en todas las fábricas y establecimientos, reduciendo la jornada laboral para que entren a producir todas las manos disponibles!
¡Abajo la Constitución de Ben Alí y el imperialismo! ¡Libertad a todos los presos políticos! ¡Tribunales obreros y populares para juzgar y castigar a todos los asesinos de los mártires de la clase obrera y los explotados!

¡Por una sola y única revolución en el norte de África y Medio oriente! ¡Por brigadas internacionales para combatir en Libia junto a las milicias contra las bandas de hombres armados de Khadafy!

El combate revolucionario de las masas de Túnez es un eslabón de una única revolución en el Norte de África y todo Medio Oriente contra los monopolios imperialistas que saquean toda la región y súper explotan y condenan al hambre y la esclavitud al conjunto de la clase obrera y las masas explotadas del mundo.

La revolución tunecina fue una enorme chispa que se extendió a toda la región con enormes combates de lucha política de masas por el pan y el trabajo, contra los gobiernos y regímenes burgueses, sirvientes del imperialismo. Así se pudo vivir en el Egipto revolucionario donde las masas irrumpieron al grito internacionalista de “¡Viva Túnez! ¡Fuera Mubarak!” y derrocaron la autocracia.
En Yemen, Argelia, Mauritania, Jordania, Bahrein, las masas ganan las calles contra los regímenes, monarquías y gobiernos antiobreros. En la misma Arabia Saudita la burguesía tuvo que dar ciertas concesiones -por ejemplo que 100.000 trabajadores estatales tercerizados pasen a planta permanente de inmediato- como una política preventiva para impedir que la revolución irrumpa en uno de los países con mayor producción y reservas petroleras del mundo. En Irán las masas nuevamente se ponen de pie y enfrentan al gobierno y al régimen antiobrero de los Ayatollahs.

Pero es en la batalla de Libia donde se juega el destino inmediato de la revolución tunecina y de toda la región. Allí las masas con una heroica insurrección y sus milicias que enfrentan en guerra civil al gobierno del asesino Khadafy, sostenido por el imperialismo, se han ganado a la base del ejército en regiones enteras y mantienen el control en parte del país. Mientras las fuerzas de choque de mercenarios y las tropas leales a Khadafy perpetúan su masacre contra los explotados, los “jefes de las tribus” y los oficiales que no derramaron una sola gota de sangre y se han pasado a último momento al bando de la revolución, intentan transformar el combate en una guerra de campos burgueses para impedir que las masas expropien a los expropiadores y tomen el poder. Al mismo tiempo EE.UU. y las potencias europeas permiten que Khadafy aplaste a la Libia insurrecta y en caso de que masas tomen bajo su poder la capital Trípoli, se aprestan a preparar una intervención militar bajo el paraguas de la OTAN y la ONU para estrangular la revolución.

El proletariado tunecino tiene una enorme tarea por delante para con sus hermanos de clase libios. El régimen de Khadafy mantiene bajo su control las ciudades de Ras el Ajdir, Wazin y Nalut, todas ellas en las fronteras con Túnez. El ejército tunecino se encuentra apostado allí, por orden del gobierno de “transición”, para impedir que el proletariado y las masas irrumpan en un combate revolucionario e internacionalista común a uno y otro lado de la frontera. La burocracia de la UGTT  y las direcciones reformistas que se harán presentes en Túnez el 19 y 20 de marzo, subordinándose a la burguesía a través del “Consejo para la protección de la revolución” y su llamado a la “Asamblea Constituyente”, se niegan a que la poderosa clase obrera tunecina intervenga en la lucha por derrotar a las tropas de Khadafy. A no dudarlo que si las masas en Libia son derrotadas, la burguesía en Túnez, y también en Egipto, se verá fortalecida para pasar a una ofensiva contrarrevolucionaria contra los explotados.
Es de vida o muerte para el triunfo de la revolución en Túnez, que el proletariado parta al ejército aplastando a la casta de oficiales y libere las fronteras para que los obreros libios y egipcios que llegan a Túnez puedan curarse, alimentarse, recibir armamento y organizar en común el avance de la ofensiva revolucionaria en toda la región. ¡Una sola clase, una sola lucha! ¡Por el envío de BRIGADAS INTERNACIONALES YA A LIBIA para combatir junto a las milicias obreras para aplastar las fuerzas contrarrevolucionarias de Khadafy y pelear por una dirección proletaria para que triunfe la guerra civil expropiando al imperialismo y la burguesía cipaya! ¡Hay que acabar con el saqueo imperialista, derribar al muro de Rafah, destruir al estado sionista-fascista de Israel y liberar a las masas palestinas! ¡Hay que aplastar la V flota del ejército yanqui! ¡Hay que transformar a toda la región en la tumba de las tropas imperialistas! ¡Hay que derrotar al gobierno del protectorado yanqui en Irak! ¡Por el triunfo de la resistencia en Afganistán e Irak! ¡Por la derrota de todas las burguesías cipayas “pan árabes”, “laicas” e “islámicas”, todas sirvientas del imperialismo, sostenedoras del estado sionista-fascista de Israel y masacradoras de sus propios pueblos!

La burguesía imperialista teme que los combates revolucionarios de Túnez, Egipto, Libia y Medio Oriente lleguen al corazón del proletariado y los explotados del África subsahariana profunda. Tienen terror que vuelva la revolución en Zimbabwe contra el asesino Mugabe; que triunfen las masas de Mozambique contra el gobierno estalinista del FRELIMO y que se termine de romper el cerco montado sobre el Madagascar revolucionario. ¡Por una sola y única revolución en toda África y Medio Oriente por el pan y el trabajo, contra el imperialismo,  los gobiernos, regímenes y estados capitalistas! ¡Por una Federación de Repúblicas Socialistas del Norte de África y Medio oriente! ¡Por una Federación de Repúblicas Socialistas del Sur de África!

La lucha revolucionaria del norte de África y Medio Oriente debe incendiar a la Europa imperialista. ¡Por una Huelga General revolucionaria de la clase obrera de todo Europa!

La revolución en Túnez y los levantamientos de masas de todo el Norte de África no sólo ponen en cuestión los intereses del imperialismo y sus socios menores de la burguesía nativa en el continente. El gran peligro para el capital financiero internacional es que ha comenzado una enorme revolución obrera y socialista en el “patio trasero” de Europa que amenaza con colarse al interior de las potencias imperialistas europeas. Y esto es lo que comenzó a suceder. Masas hambrientas de todo Túnez y el norte de África cruzan en balsas el Mediterráneo y arriban a las costas de Italia para conseguir comer. En Grecia las masas días atrás han conmovido al proletariado mundial con su undécima Huelga general y sus combates de barricadas contra la policía del gobierno antiobrero de Papandreau. En sus marchas, las columnas obreras llevaban pancartas que decían “¡Pueblo de Libia no están solos!” “¡No se rindan, estamos con ustedes!”.Este anuncio de combate internacionalista, es un claro homenaje a los obreros inmigrantes que son el corazón del proletariado europeo.
Es que África no es sólo una gran fuente de materias primas y minerales que saquean las transnacionales imperialistas, sino que tanto Túnez como los demás países de la región son verdaderos proveedores de mano de obra esclava para las potencias imperialistas europeas que utilizaron a millones de obreros africanos para hacer los peores trabajos en las metrópolis imperialistas. Tan es así que la mayoría de los ingresos de las familias obreras de Túnez provenían de las remesas que sus padres, hijos o hermanos les enviaban desde Europa. Muchos de aquellos obreros inmigrantes, gracias al accionar de las burocracias sindicales y los partidos social-imperialistas y su política ultra reaccionaria de “trabajo inglés, para los ingleses”, por dar tan solo un ejemplo, fueron echados como perros y deportados a sus países de África, dejando en el camino a miles de muertos en el mar Mediterráneo.

El combate que hoy encabezan los obreros revolucionarios de Túnez, Libia y Egipto por el pan, el trabajo y la independencia nacional le plantea a las masas de Europa las mejores condiciones para derrotar el ataque de los gobiernos y regímenes imperialistas como el de Papandreu, Zapatero, Sarkozy. La burguesía está aterrorizada. La clase obrera no puede desaprovechar esta oportunidad; los obreros de Grecia lo saben y ya han salido a la lucha con su undécima Huelga general. ¡Hay que sincronizar en un solo combate a la clase obrera de las semicolonias del norte de África y Medio Oriente y a la de las metrópolis europeas! ¡Una sola clase, una sola lucha! ¡Viva el combate de las masas griegas contra el gobierno antiobrero de Papandreau! ¡Que vuelvan las huelgas generales en España, para derrotar a Zapatero y a la corona española! ¡Que vuelvan las huelgas con toma de patrones y gerentes como rehenes en Francia! ¡Que se vuelva a incendiar la sede de los tories en Inglaterra y esta vez el Bukingham Palace y la sede del partido laborista!
La clase obrera europea para que triunfe la revolución en Túnez, Libia y Egipto debe llevar esa llama a la otra orilla del Mediterráneo. De lo contrario, si la revolución del norte de África y Medio Oriente es derrotada los gobiernos y regímenes estarán más fuertes para redoblar y profundizar el ataque contra su propia clase obrera.
¡La moción de las masas del norte de África de que para que haya pan y trabajo hay que tirar a los gobiernos, regímenes y estados capitalistas debe triunfar en el corazón de la Europa Imperialista! ¡Así se lucha para derrotar el ataque de los capitalistas! ¡La chispa de Túnez debe cruzar el mar Mediterráneo y volver a encender la Grecia revolucionaria para que esta vez la revolución obrera y socialista llegue a Francia, Alemania, Inglaterra, etc.! ¡Abajo todas las corrientes social-imperialistas que lo impiden!

Los obreros europeos, que tienen la llave para el triunfo de los explotados de las semicolonias, deben ponerse en pie de lucha ya mismo y romper con la política de los burócratas sindicales y las direcciones reformistas que llamaron a los gobiernos imperialistas a “rectificar” y a “menguar” el duro ataque que largaron contra la clase obrera. El proletariado debe conquistar de inmediato un Congreso Obrero continental para coordinar un mismo combate con las masas tunecinas, libias y egipcias llamando a la Huelga General Revolucionaria en toda Europa, bajo las banderas de “¡el enemigo está en casa!”. ¡Abajo Maastricht! ¡Abajo la V República francesa! ¡Abajo el gobierno asesino de Sarkozy! ¡Abajo la Corona española e inglesa! ¡Abajo Merkel, Papandreu, Berlusconi y todos los gobiernos imperialistas!
¡Hay que expropiar sin pago y bajo control obrero a todas las transnacionales imperialistas que obtienen sus superganancias en base al saqueo de las naciones oprimidas y la súper explotación de la clase obrera del mundo colonial y semicolonial! ¡Basta de ataques contra los trabajadores inmigrantes! ¡A igual trabajo, igual salario para los obreros del Norte de África, de Medio Oriente, de la Europa imperialista y del este europeo!
¡Fuera las tropas de la OTAN! ¡Fuera las tropas italianas que bajo los órdenes de Berlusconi patrullan las costas del Mediterráneo!
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa desde Portugal hasta las estepas rusas! ¡Para que la clase obrera viva, el imperialismo debe morir!

La clase obrera norteamericana debe imponer su impronta. En el estado de Wisconsin los trabajadores estatales ya se han puesto de pie contra Obama y el régimen de los “republicratas”, este combate debe generalizarse a todo Estados Unidos.
Irrumpir en ayuda inmediata de sus hermanos de clase que combaten en el norte de África y Medio Oriente, es la primer tarea y obligación que tienen por delante los obreros norteamericanos que vienen sufriendo un ataque despiadado por parte de los carniceros imperialistas. Como decía Karl Marx: “un pueblo que oprime a otro, jamás podrá liberarse a sí mismo”. ¡Hay que paralizar desde adentro toda la maquinaria de guerra imperialista! ¡Hay que negarse a cargar los barcos con pertrechos para las tropas imperialistas en Irak, Afganistán y todo Medio Oriente! ¡Que vuelva la “Marcha del millón de obreros contra la guerra” en EE.UU., con su vanguardia los portuarios de Oakland! ¡Hay que llevar la revolución al interior de la bestia imperialista!

La magnifica combatividad revolucionaria de las masas tunecinas y de toda la región del norte de África, necesita de una dirección revolucionaria para triunfar…
¡Por una Conferencia Internacional de emergencia de los trotskistas principistas y las organizaciones obreras revolucionarias del mundo!

La clase obrera y las masas explotadas tunecinas han hecho acciones heroicas y han desplegado toda su energía revolucionaria demostrando que están dispuestas a ir hasta el final. Sin embargo, aún no han podido hacerse del poder.
Esto pone de manifiesto que para triunfar y para que su heroica revolución no sea expropiada, los obreros tunecinos necesitan de una dirección revolucionaria a su frente, que desnude y enfrente la estrategia de los estados mayores del imperialismo y de las direcciones contrarrevolucionarias, marcándole al proletariado el camino a la victoria y la toma del poder burgués.
Las condiciones para que surja esa dirección revolucionaria están más que maduras. En Túnez la vanguardia revolucionaria ha decantado numerosos dirigentes en todo el país, verdaderos generales de la revolución. Ellos se conocen unos a otros, se ven todos los días, se movilizan juntos. Son los dirigentes de las ocupaciones de fábrica que arrancaron de sus puestos a sus jefes, los dirigentes de los “comités obreros de protección y supervisión de la revolución”, de los comités de autodefensa barriales y locales que se enfrentan a la policía asesina. Son los batallones de vanguardia de la clase obrera que comprendió que para poder comer, para tener trabajo, para tener una vivienda digna, tienen que demoler la ciudadela del poder.

El problema de las masas tunecinas –y el de todos los obreros revolucionarios del norte de África, Medio Oriente y el mundo- es que ninguno de los estados mayores que a nivel mundial hablan en nombre de la clase obrera, las han llamando a tomar el poder con una insurrección triunfante. Ninguna de esas direcciones, que se reclaman “revolucionarias” y que incluso han viajado a Túnez, proclamó una estrategia para que triunfe su combate. Nuevamente la lucha por la revolución obrera y socialista que ha comenzado desnuda a estas corrientes reformistas y delimita ante los ojos del proletariado mundial quién es revolucionario y quién no; quién está por que las masas tomen el Poder e instauren una República obrera y socialista sobre los escombros del poder burgués, y quién es un sirviente de la burguesía y un vulgar enfermero de este sistema putrefacto con la pseudo teoría de la “revolución democrática”. León Trotsky, en su obra “Lecciones de Octubre”, en referencia a la toma del Poder afirmaba que “sobre este extremo se basa el criterio que permite determinar el carácter de un partido revolucionario y de un partido no revolucionario”.

Los renegados del trotskismo, los estalinistas y los maoístas, agrupados como ala izquierda de la V Internacional, son raras corrientes que se dicen “revolucionarias” que cuando la clase obrera ha quedado a las puertas del Poder, insisten en que no lo tomen porque “no hay un partido revolucionario”. ¡¿Y cómo va a haber un partido revolucionario hoy en Túnez si estas mismas direcciones que hablan en nombre de la clase obrera, del “socialismo”, “en contra del capitalismo”, todos los días se dedican a someter al proletariado a la burguesía “democrática” y sus regímenes?!
Son las mismas corrientes que se reúnen en sus “Congresos” y “”Encuentros”, como la “Contracumbre” de Madrid, el CONCLAT de Brasil, “Socialismo 2010” en EE.UU., etc., donde se niegan a llamar a la clase obrera a luchar por la revolución obrero y socialista, para terminar subordinándola a una política de presión sobre los gobiernos y regímenes burgueses.

Como parte de esta misma política, el NPA francés y su partido en Túnez llamado “Liga de la Izquierda Obrera”, integrante del frente “14 de enero”, convocan junto a la burguesía y la burocracia sindical al “Consejo para la Protección de la Revolución” y una “Asamblea Constituyente”. Para impulsar esta pérfida política su dirigente Olivier Bensancenot incluso viajó a Túnez. En la misma frecuencia, Alan Woods y su IMT actúan como consejeros de la patronal llamando a “combinar” los soviets con la “Asamblea Constituyente”, es decir, una típica política hilferdingista de subordinar los organismos de doble poder de las masas al estado burgués. Estos grupos de los renegados del trotskismo utilizan en medio de la abierta situación revolucionaria que hay en Túnez el llamado a una “Asamblea Constituyente” como una consigna estratégica, es decir, como un dogal al cuello de las masas revolucionarias ya que toda consigna democrático-burguesa mantiene su vigor revolucionario tan sólo de forma episódica, y subordinada a la lucha por los soviets y el armamento del proletariado. La “Asamblea Constituyente” que pregonan los reformistas no es más que una alternativa de poder burgués. Queda a las claras que todas estas corrientes son enemigas abiertas del triunfo de la revolución socialista que ha comenzado.

Para que la revolución en Túnez, Egipto y Libia triunfen; para que se subleve la clase obrera europea contra sus gobiernos y regímenes imperialistas; para que Medio Oriente sea la tumba de las tropas de ocupación imperialistas y del estado sionista-fascista de Israel; la clase obrera necesita centralizar su contraofensiva a nivel mundial. Para ello hay que derrotar la política de los renegados del trotskismo, de los partidos anticapitalistas, socialimperialistas y reformistas; y conquistar una dirección revolucionaria internacionalista.
El combate por poner en pie esa dirección revolucionaria no es sólo una tarea de la clase obrera tunecina, sino que es una tarea de todas las fuerzas de los trotskistas internacionalistas y de las organizaciones obreras revolucionarias del mundo.
Como planteaba Lenin en su proclama de Noviembre de 1914, esto es de vida o muerte “para llevar adelante la tarea de organizar las fuerzas del proletariado para el ataque revolucionario a los gobiernos capitalistas, para la guerra civil contra la burguesía de todos los países, para la conquistar del poder político y la victoria del socialismo”. 
Por eso desde la FLTI, que luchamos para que el movimiento obrero mundial recupere su partido revolucionario mundial que no es otro que la IV Internacional de 1938, llamamos con carácter de urgencia a una Conferencia Internacional de los trotskistas principistas y las organizaciones obreras revolucionarias; una Conferencia Internacional de los que dicen que: ¡para que haya pan, trabajo e independencia nacional hay que hacer la revolución obrera y socialista y tomar el Poder!


Julián Juárez y Florencia Barcaz

 

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