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Venezuela 24 de enero de 2019

Este artículo concentra las conclusiones políticas y programáticas de la declaración de la dirección del Colectivo por la Refundación de la IV Internacional-FLTI, presentada como editorial en este periódico, sobre las condiciones internacionales que moldean los acontecimientos que conmueven a Venezuela y América Latina.
Aquí planteamos las condiciones y premisas del programa para enfrentar el ataque imperialista sobre América Latina, particularmente en Venezuela.

El imperialismo yanqui viene por el control directo de América Latina. Maduro y la boliburguesía están de rodillas

Solo la revolución obrera y campesina puede salvar a Venezuela de las garras de Trump y Wall Street

¡Hay que desarmar a los oficiales de las Fuerzas Armadas donde anidan los golpistas de Trump! ¡Armas para el pueblo!


¡Para que el pueblo coma, hay que expropiar a los banqueros y los capitales yanquis en Venezuela!

Venezuela está cruzada hasta sus cimientos por una aguda crisis de dominio. El imperialismo norteamericano ha lanzado una embestida para imponer la colonización directa de la nación de la mano de la oligarquía. Trump y sus lacayos de la OEA solo reconocen como único presidente a Guaidó, el joven representante de la oligarquía, Presidente de la Asamblea Nacional.

El imperialismo yanqui viene por todo... Los bolivarianos le abrieron la puerta estrangulando la lucha antiimperialista de las masas de Venezuela y América Latina

Los hechos recientes demuestran que Maduro ya no le sirve como instrumento al sistema capitalista y al imperialismo en Venezuela. El imperialismo lo considera un “limón exprimido”. La burguesía nativa ya ha cumplido su rol histórico de desorganizar y derrotar la enorme lucha antiimperialista de los trabajadores de ese país y de América Latina, tal como se desarrolla en la editorial de este periódico.
En décadas anteriores en Venezuela, los gobiernos del régimen del pacto de Punto Fijo fueron los que intentaron imponer condiciones de hambruna generalizada para pagarle al FMI. Pero fueron derrotados por el Caracazo y una enorme ofensiva de masas.
Hoy son los bolivarianos -es decir, los que expropiaron esa lucha con los coroneles, hoy generales, que aplastaron el Caracazo en 1989 dejando 3 mil muertos- quienes lograron imponer los planes de hambre, carestía de la vida, gasolinazo, etc. que ni siquiera Carlos Andrés Pérez pudo imponer en aquellos años.

Maduro y los generales han hundido a los explotados en un infierno de hambre, miseria y muerte, con 3 millones de refugiados venezolanos recorriendo América Latina como parias sin tierra. Maduro ya hizo su trabajo. La estafa de la “Revolución Bolivariana” llega a su fin.
Las masas no defienden al gobierno bolivariano como sí ocurrió con Chávez ante el golpe de 2002. ¿Por qué van a hacerlo si éste, en nombre del “socialismo” y el “antiimperialismo”, les impuso la peor miseria y represión para garantizarles los negocios a los banqueros y al FMI?
Ahora vienen los continuadores de la obra de Carlos Andrés Pérez, después de décadas, para asentar el dominio norteamericano y terminar de colonizar Venezuela, y con ello escarmentar a todas las masas de Latinoamérica.
El camino de ingreso de los yanquis a Venezuela está abierto. Los bolivarianos abrieron la puerta para que ahora venga la reacción y complete su trabajo.

Maduro y la boliburguesía, de rodillas ante la embestida de Trump y la oligarquía

Lo que está en disputa hoy es qué pandilla burguesa va a controlar a la oficialidad de las FFAA bolivarianas para aplastar a las masas: si se sigue aplastando a los explotados con la estafa de la “Revolución Bolivariana” o si la casta de oficiales se cambia de chaqueta y se pone la que realmente tiene, la de los asesinos del Caracazo.
Esta cuestión central no se define en la Asamblea Nacional, ni en la Constituyente ni en ninguna institución seudodemocrática del régimen de la Constitución Bolivariana, sino en la embajada yanqui y en los cuarteles de los generales bolivarianos, de los que saldrán los Pinochet para aplastar al pueblo.
Maduro y la boliburguesía están rendidos de antemano. Mientras el imperialismo desconoce abiertamente a Maduro y llama a los generales a que lo depongan, éste no se atrevió a tocarle un solo centímetro de propiedad a los capitales yanquis en Venezuela ni a la oligarquía.
Es que en los países semicoloniales las dos clases fundamentales que se enfrentan son el imperialismo por un lado y el proletariado por el otro. Maduro sabe que la única forma que tiene para resistir a la ofensiva imperialista es armando a los trabajadores y al pueblo, cosa que no hará jamás.
La lucha de las masas armadas contra el imperialismo y la oligarquía se convertiría inmediatamente en una lucha feroz contra los generales y el gobierno por el pan, que atacaría la propiedad del conjunto de la burguesía y las transnacionales. Por eso la boliburguesía, clase poseedora y socia menor del imperialismo, le teme más a los obreros armados que a una invasión imperialista, aunque esta última ponga en peligro su suerte.
Por eso sus bravuconadas se silenciarán rápidamente cuando suene el primer disparo. Así sucedió siempre con las cobardes burguesías nativas, en Chile en 1973 con Allende (que prefirió morir antes que armar a los obreros), en Argentina en 1955 con Perón huyendo y dejando que la reacción masacre a los obreros en Plaza de Mayo… o en Venezuela en 2002, cuando Chávez se rindió ante Carmona y Bush.

El viejo Foro Social Mundial y sus herederos de la “nueva izquierda” internacional: corresponsables de la trágica situación del proletariado venezolano

En Venezuela se concentra todo el servilismo de las direcciones traidoras de la clase obrera, de bolivarianos “sin batallas”, de “socialistas” colgados a los faldones de la burguesía, que en todos estos años dijeron que “no se podía luchar contra Maduro” porque “era hacerle el juego a los yanquis”.
Centenares de luchas obreras enfrentaron a Maduro -y a Chávez antes- y ellos se encargaban de poner al movimiento obrero de rodillas frente al Ministerio de Trabajo chavista para que este “laude” a favor de los trabajadores. Grupos de los ex-trotskistas como Marea Socialista, el Partido Socialismo y Libertad (UIT) o pequeños grupos como la LTS se encargaron de estos menesteres. Durante años, dirigentes como Orlando Chirinos, junto al stalinismo, se dedicaron a juntar votos para Chávez en las elecciones, como la campaña por los “10 millones de votos para Chávez”.
El stalinismo y decenas de corrientes de la izquierda reformista presentaron al capitalismo semicolonial venezolano decadente, sometido a los superbancos de Wall Street y la City de Londres, que hundió al pueblo en el hambre y la miseria, como el “socialismo del siglo XXI”.
El mayor golpe a la clase obrera es hacerle creer que el socialismo es hambre, represión y tiros contra los explotados. Ya lo dijeron los hermanos Castro: el socialismo no va más ni siquiera en Cuba, mientras izaban la bandera yanqui en La Habana.
Por eso, someter a los trabajadores a la estafa de la “Revolución Bolivariana” es fortalecer el imperialismo para que éste vuelva con todo a su “patio trasero”.
Todas estas corrientes, ayer en el Foro Social Mundial y hoy como animadores de la “nueva izquierda” internacional, son corresponsables de esta tragedia del movimiento obrero venezolano y latinoamericano.
¡Y ahora se lamentan de que no haya una alternativa a Maduro y a la oligarquía que se ha sublevado para entregar Venezuela a la recolonización yanqui!
Los despojos de las burguesías nativas, su engaño y su cobardía, llevarán también a la tumba a todos sus agentes de izquierda y reformistas que conspiraron con ellas contra el movimiento obrero y sus luchas revolucionarias.
Para derrotar la avanzada de los yanquis y la oligarquía…
¡Fuera yanquis de Venezuela y América Latina! ¡Hay que desarmar a los generales asesinos y armar al pueblo!

Para derrotar la ofensiva imperialista, hay que romper todo sometimiento de los trabajadores a la estafa de la “Revolución Bolivariana” y a los planes de la oligarquía.
Solo así la clase obrera podrá levantar un programa para soldar la alianza revolucionaria de los trabajadores con los campesinos pobres de Venezuela, la única alianza de clases que puede aplastar las intentonas golpistas del imperialismo y la oligarquía, apoyadas en la casta de oficiales asesina.
Para aplastar al imperialismo y a la OEA, hay que luchar como en el Caracazo y abrir el camino a la revolución socialista.

¡Fuera el imperialismo yanqui de Venezuela!
¡Basta de esa estafa de la “Revolución Bolivariana”!
Hay que desarmar a los generales asesinos que se preparan para imponer el dominio yanqui a sangre y fuego…
¡Armas para los trabajadores y el pueblo! ¡A los cuarteles a buscar a los soldados rasos! ¡Comités de soldados que destituyan a los oficiales verdugos del pueblo!
¡Que se pongan en pie los comités de abastecimiento, de fábrica y las asambleas populares en las barriadas!
Para comer: ¡Ni un centavo más a la deuda externa! ¡Hay que expropiar sin pago y bajo control obrero a todas las transnacionales petroleras y mineras, la banca y las grandes cadenas de comercio!
¡Confiscación de todas las tierras de la oligarquía terrateniente! ¡La tierra para los campesinos pobres!
Basta de gobiernos de los patrones, militares y oligarcas hambreadores del pueblo…
¡Por un gobierno provisional revolucionario de obreros y campesinos pobres, apoyado en los comités armados de obreros, campesinos y soldados, y surgido de la ruina del régimen de la Constitución Bolivariana!

 

Jacobo García
por la LCT de Venezuela

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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