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Estados Unidos
- 12 de junio de 2020

Los trabajadores y el pueblo de Seattle toman el local central de la policía de la ciudad

Se pone en pie la Zona Autónoma de Capitol Hill,
bajo el control del pueblo negro, los trabajadores y la juventud rebelde

¡Por la disolución de las fuerzas represivas!

¡Que las armas pasen a manos del pueblo negro y los trabajadores sublevados!

En Seattle, la revuelta de los trabajadores y el pueblo negro de EEUU sube un nuevo escalón. Esto sucede luego de que días atrás el alcalde de Minneapolis del Partido Demócrata fuera expulsado de una asamblea en las calles de la ciudad, donde intentó intervenir, porque se negó a acatar la resolución de las masas de disolver a la policía. Ya Trump había quedado escondido en un bunker debajo de la Casa Blanca, cercado por los explotados en lucha. Y mientras tanto, las mentiras y el engaño de “reforma policial” del Partido Demócrata ya no convencen a nadie… Todo esto significa que el pueblo negro y los trabajadores han tomado en sus manos darle cumplimiento al mandato de su lucha: ¡disolución de la policía y de las fuerzas represivas! ¡Armas para el pueblo! Esa es la única justicia efectiva frente al brutal crimen de George Floyd y de todos los trabajadores y la juventud que cayeron asesinados en manos de la policía y los supremacistas blancos.

Ante la sublevación de masas en EEUU, desde la izquierda reformista venían proponiendo “democratizar” a la policía asesina, como si se pudiera volver “democrática” y “pacífica” a una jauría de perros.
El sinvergüenza de Sanders, que venía engañando a las masas hablando de “socialismo”, se bajó muy pronto de la carrera electoral y se apuró en pasarle el mando a sus jefes: Biden y demás farsantes contrarrevolucionarios del Partido Demócrata. Intentaba así sacar a los explotados hambrientos de las calles para llevarlos nuevamente a una trampa electoral. Pero hoy ha quedado claro que Sanders es un mentiroso y ya no puede engañar más a las masas cuando estas irrumpieron en lucha revolucionaria.
Junto a esto, en 24 estados que están controlados por los Demócratas amigos de Sanders, se reprime y se asesina al pueblo igual o peor que en los demás estados controlados por el partido de Trump. El mayor ejemplo de esto, es que en Minneapolis el que mató y asesinó a George Floyd fue el partido de Biden-Sanders al mando de la policía fascista y asesina de esa ciudad.

La izquierda social-imperialista de EEUU y a nivel internacional incluso planteó, como es el caso de la FT del PTS de Argentina, el SWP de Inglaterra o la ISO de EEUU, poner en pie “comisiones independientes” para “presionar al FBI” para que este “investigue bien (!!!!!)” y presente las “pruebas reales” al ¡¡¡Departamento de Justicia yanqui!!! (sic). Una posición de verdaderos cobardes políticos y miserables sirvientes del estado burgués.
Pero las masas sublevadas tampoco le hacen caso a estos impostores del socialismo y verdaderos demócratas vulgares, consejeros por izquierda del Partido Demócrata, que hace rato vienen pregonando la lucha por una “democracia real”, “generosa” como le llaman… Esa es la democracia para ricos y para los esclavistas que viene asesinando y martirizando al pueblo negro y los trabajadores de EEUU y todo el mundo.

Estas direcciones no son más que la continuidad del stalinismo que durante décadas sostuvo al Partido Demócrata y a su "ala izquierda" en Yalta, para asentar la política de "coexistencia pacífica", que significaba que la burocracia soviética entregaba cada revolución proletaria que se desarrollaba en Occidente.
En 2008 el pacto de los Castro con Obama, al que sostuvieron, ovacionaron y lo llevaron como invitado de honor a La Habana para restablecer relaciones con los yanquis, fue un duro golpe contra el pueblo negro y la clase obrera de EEUU. En nombre de la revolución cubana, los Castro se abrazaban con el Tío Tom, con el peor de los esclavistas: un negro representante de Wall Street, con el cual el imperialismo se puso una cara "bonachona" en 2008 para poder arrojarle toda su crisis a la clase obrera mundial y al proletariado norteamericano en particular, que vio perder todas sus conquistas.
Bajo las condiciones de ese pacto infame, los Castro culminaron el proceso de restauración capitalista en la isla el pueblo negro fue atado de pies y manos para someterlo a Obama, que los reprimió violentamente con la misma policía asesina que hoy está bajo el mando de Trump. Aún recordamos a Michael Brown, a Eric Gardner, a Freddie Gray… Por ello, fue durante la presidencia de Obama que se puso de pie el movimiento de las Vidas Negras Importan (Black LivesMatter), que surgió combatiendo contra ese gobierno de los Demócratas imperialistas.

El régimen yanqui tuvo que jugar al stalinismo y al castrismo en 2008 para desviar la oleada de lucha del pueblo negro, de los que peleaban contra la guerra y luego, del movimiento Occupy Wall Street.

Más tarde aparecería Sanders hablando de un "socialismo" que no pasaba los límites de la verborragia de un oportunista. Su pérfido rol hace 4 años atrás fue llevar a la clase obrera a los pies de la Clinton. Ahora hizo lo mismo con Biden, el gran magnate del gas. Pero esta vez, esto fue un mal cálculo por parte del Partido Demócrata. Su flanco izquierdo quedó descubierto y tampoco ahora está el stalinismo para cubrirlo y salvarlo.
Sumado a esto, los renegados del trotskismo también tuvieron un mal cálculo: siguieron a Sanders hasta la casa de Biden, con grupos enteros como la ISO de EEUU disolviéndose dentro de su movimiento. Mientras tanto, lo mismo sucedía a nivel internacional con corrientes como el PSOL de Brasil, entre otras, que envió a su dirigente Pedro Fuentes a proponerle a Sanders hacer una “internacional socialista” en el continente americano. Así terminó esta gente: colgado a los faldones del alcalde demócrata de Minneapolis, el jefe de la policía asesina de George Floyd.

La clase obrera y el pueblo negro salieron a las calles, empujados por el látigo del capital, en momentos en que la burguesía ya había jugado y desenmascarado a todas sus mediaciones para sobrevivirse.
Esta es la experiencia que desarrollaron las capas avanzadas del pueblo negro, de la clase obrera y de la juventud que hoy combaten en las calles de todo EEUU. Bajo estas condiciones se forjó el ala izquierda que encabeza las luchas actuales del pueblo negro y el movimiento obrero norteamericano.

Los explotados ya no creen en farsantes. Las masas llegaron muy lejos en su lucha como para entregar la victoria que sienten cercana. Ningún partido o estado mayor preexistente en EEUU llamó a estas acciones revolucionarias, ni en este país ni mucho menos a coordinarlas a nivel internacional, cuestión que sí logró la chispa de Minneapolis que encendió la pradera.
Comenzaron acciones independientes de los explotados, que no delegan y que han tomado el combate en sus manos. Una lucha política de masas, donde estas han comprendido que derrotando al gobierno y a sus fuerzas represivas, tienen abierto el camino a su liberación social, conquistando salario, trabajo, salud, educación y techo. La tarea del momento: poner en pie los organismos para ese combate, que no pueden ser otros que la milicia negra, obrera y popular, armando al pueblo y desarmando al estado burgués.  

La toma de la comisaría de Seattle es un jalón más de estas jornadas revolucionarias que conmueven a todo EEUU y al mundo entero. La clase obrera norteamericana ha entrado al torrente de la revolución mundial, junto a sus hermanos de Chile, de Ecuador, del Líbano, de la heroica resistencia siria contra el fascista Al Assad… El combate en suelo norteamericano es  hermano de la lucha de los obreros de Nissan y Renault, de la sublevación de los Chalecos Negros de Francia, de la juventud rebelde de Grecia y los trabajadores de Inglaterra, que se han coordinado en acciones de lucha internacionales con los trabajadores de EEUU, marcando un hito histórico en la pelea por recuperar el internacionalismo militante en las filas obreras. En la Europa imperialista se enfrenta a los piratas de Frankfurt, a la V republica francesa y los carniceros de la city de Londres, socios de los yanquis, demostrando que la hora del despertar y de la ofensiva de la clase obrera europea contra el Maastricht imperialista, también ha llegado.

En esta pelea, los trabajadores y el pueblo norteamericano no son ni serán chovinistas porque sabrán reconocer en África al hermano negro súper-explotado y en China, al esclavo que construyó la infraestructura de EEUU junto a los esclavos negros, dejando a centenares de miles de ellos enterrados también debajo de los diques y las vías del ferrocarril construidos en el siglo XIX y principios del siglo XX. La clase obrera y las masas de EEUU, tal como ayer lo hicieron con el pueblo vietnamita, también serán solidarias con los explotados de China cuando se subleven contra esos miserables mandarines del PC, que les cuidan los negocios a las transnacionales imperialistas con el látigo en la mano.
Los obreros de la GM en Silao, México, se han sublevado enfrentando a esa patronal yanqui, contra los despidos y la persecución a sus dirigentes, para no morir por coronavirus en las líneas de producción. A no dudarlo, que unidos a esa lucha, los trabajadores de la GM de EEUU y de todas las automotrices podrán recuperar lo que le arrebataron ayer el gobierno de Obama y hoy el de Trump.

El día del asesinato de George Floyd se incendiaba la comisaría de Minneapolis, un verdadero centro de tortura del pueblo negro, odiado por las masas. Hoy se toma la comisaría central de Seattle, con los policías huyendo porque ya no es creíble que ellos se arrodillen. Las masas quieren su disolución.
En estos combates interviene el pueblo negro, los trabajadores desocupados, los que fueron despedidos por negarse a trabajar y a arriesgar su vida en medio de la pandemia del coronavirus, los que no tienen salud, los que vieron morir a los suyos sin tener un hospital digno, los inmigrantes que como los latinos cuando pierden su trabajo no tienen nada, ni siquiera una jubilación. Todos ellos han comprendido que si derrotan y disuelven a la policía asesina del régimen infame de los piratas contrarrevolucionarios de Wall Street, estarán mil veces más cerca de conseguir todas sus demandas. Y tienen razón.
Insistimos, desarmar a la burguesía significa y significará tener la puerta abierta, si los trabajadores se arman, para conquistar salud, educación, salario, para recuperar el trabajo y el techo expropiado por los banqueros y para vivir dignamente. Así la lucha política revolucionaria de masas subsume en sí misma toda la lucha económica para que los explotados recuperen sus conquistas.
Las masas ya saben y sus capas más avanzadas ya aprendieron este carácter de la lucha que están protagonizando.

 

Y ahora hay que subir un escalón más…

Se tomaron las comisarías, el cuartel en Seattle y ahora ¡hay que tomarles las armas y desarmar a los opresores!

¡Hay que poner en pie tribunales representativos del pueblo negro y los trabajadores para juzgar y castigar a los asesinos de nuestros mártires en todas las ciudades de EEUU!

Con enormes jornadas revolucionarias comienza a ponerse de pie la revolución norteamericana
¡Hay que generalizar las acciones de Seattle a todo el país y a todos los Estados!
¡Hay que desarmar a las bandas armadas de los piratas de Wall Street!
¡Disolución de la policía, el FBI y la CIA!
¡Hay que aplastar a las bandas fascistas de los supremacistas blancos, que están armadas hasta los dientes y están siendo preparadas por la gran patronal esclavista para más temprano que tarde bañar en sangre al pueblo sublevado!

Trump amenaza con mandar al ejército a matar al pueblo... Los yanquis ya lo han hecho en centenares de oportunidades contra los pueblos que saquean como Vietnam, Corea, Afganistán, Panamá, Irak... Pero de esos lugares debieron irse derrotados. Esto no fue solo por la heroicidad de las masas de aquellos países que combatieron -o aún combaten como en Irak-, contra las tropelías del imperialismo yanqui y sus bases militares en todo el planeta, con las que sostienen a gobiernos contrarrevolucionarios, como Al Assad en Siria, o al estado fascista de Israel que masacra y ocupa la nación palestina.
Las derrotas militares yanquis en los pueblos que oprimen tuvieron un protagonista fundamental: los trabajadores y las masas de EEUU, cuyos soldados, hijos del pueblo, se negaron a matar para defender los negocios de los monopolios imperialistas. Fue el movimiento de veteranos de Vietnam, así como la “Marcha del Millón de Obreros Contra la Guerra” durante la invasión a Irak, los que paralizaron la máquina de guerra yanqui desde adentro, para que los pueblos oprimidos se sacaran de encima a las tropas invasoras.

Trump amenaza entonces con enviar al ejército de Wall Street y el Pentágono, esta vez contra el pueblo negro y los trabajadores norteamericanos.
¡Sin demoras hay que volver a poner en pie los Comités de soldados en todas las bases de EEUU! ¡Ayer lo hicimos en Vietnam y luego con piquetes en las puertas del rancho de Bush! ¡Hay que llamar a la base de los soldados a desacatar a los oficiales, a unirse al pueblo sublevado y a marchar junto al pueblo negro y todos los trabajadores que reclaman justicia!

¡Que Trump se hunda en su bunker y quede enterrado en él!

El régimen infame de esclavistas que se turnan entre ellos para usar el látigo contra el pueblo negro y los trabajadores, ¡debe caer!

¡Hay que expropiar a los expropiadores de Wall Street, que le robaron 44 millones de puestos de trabajo a la clase obrera!

Para que los trabajadores y los explotados de EEUU se salven, deben atar su suerte a la clase obrera y los pueblos oprimidos del mundo que se han levantado y han tomado sus reclamos como su propia bandera de lucha.
Los carniceros imperialistas yanquis tratan al pueblo negro y a los trabajadores de EEUU como tratan a la clase obrera y las naciones del mundo semicolonial en todo el planeta. Los banqueros y transnacionales que estrangulan a las masas norteamericanas son los mismos que saquean a los pueblos oprimidos directamente o a través del FMI. Son los que asesinaron a los mineros de Marikana en Sudáfrica, bajo el mando de negros ricos que les administran sus negocios a los amos blancos de la AngloAmerican. Son los que enviaron a Putin y Al Assad a hacer el “trabajo sucio” de masacrar a las masas de Siria y quedarse ellos con todos los pozos petroleros de esa nación ensangrentada. Son los que saquen todo Medio Oriente, los que devalúan sus monedas y los que con guerras contrarrevolucionarias, como en Yemen o la nación palestina, mantienen el control de las rutas del petróleo. Son los que pisan con sus bases militares América Latina, a la que saquean desde hace décadas. Son los que someten a las masas del Pacífico con sus flotas marítimas y sus bases instaladas en Japón.
El levantamiento de los obreros de EEUU y la tendencia al ingreso al combate en la Europa imperialista, está abriendo un nuevo momento de la situación mundial: antes de que los capitalistas y sus regímenes terminasen de tirarle su crisis a las masas, estas han golpeado primero y han pasado a una enorme ofensiva a nivel internacional.

Por ello, en la clase obrera mundial están las fuerzas de los que hoy se toman la comisaría de Seattle, de los que echan al alcalde de Minneapolis, de los que se sublevan en el Bronx, de los que hicieron huir a Trump como una rata y esconderse en un bunker bajo tierra y de los millones que siguen ganando las calles.
Bastaría un llamado sin demora del pueblo negro y de los trabajadores de EEUU, poniendo el grito de guerra de “el enemigo está en casa” y de que se sienten el puño de acero de los pueblos negros de África, de los latinos que dentro de EEUU y al sur del Río Bravo son esclavizados por los yanquis, de la clase obrera europea y del Pacífico, para que su lucha termine de sincronizarse con los millones de explotados sublevados en todo el mundo.

¡Este sistema de parásitos imperialistas debe morir!

La victoria del pueblo negro y de la clase obrera de EEUU será una victoria de todos los pueblos oprimidos del mundo.
La vanguardia de la clase obrera norteamericana es el pueblo negro de EEUU que, como parte integrante del proletariado mundial, ya se ha sublevado en París, Madrid, Inglaterra, Grecia… y ya se pone de pie en el África martirizada.

¡Que nadie quiera frenar este combate conquistado por los de abajo!

¡Fuera los “cantos de sirena” de los sirvientes de izquierda de los magnates de Washington y Wall Street!

El poder de los comités de fábrica, del pueblo negro, de las asambleas populares, ¡debe ponerse de pie junto a los comités de soldados!

¡Una milicia negra, obrera y popular debe coordinarse en cada ciudad, estado y a nivel nacional!

¡Hay que poner en pie el poder de los de abajo!

¡EEUU será socialista!
Las masas ya abrieron ese camino porque son un bastión de la lucha de la clase obrera mundial.

Abu Muad, Jussa, James Sakala, Paula Medrano y Carlos Munzer
por el Secretariado de Coordinación Internacional del
Colectivo por la Refundación de la IV Internacional / FLTI

 

 

 

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