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Túnez

21 de julio de 2020

A casi 10 años del inicio de la revolución, cortando el yacimiento gasífero más importante del país

Trabajadores desocupados luchan por trabajo digno y atacan a las petroleras imperialistas que saquean Túnez

El viernes 17 de julio miles de desocupados marcharon hacia el yacimiento gasífero El Kamour, el más importante de Túnez, ubicado en Tataouine, en el sur del país. Cerrando la válvula de bombeo de gas, le hicieron saber al gobierno que no están dispuestos a seguir sin trabajo, sin pan, padeciendo hambre en un Túnez que se hunde en una brutal crisis económica.
La desocupación oficial en Túnez al comenzar el año era del 15%, y en la juventud es de tres veces más. Pero en los últimos meses esa cifra se ha disparado, ya que con la pandemia y la cuarentena estricta impuesta por el gobierno se han cerrado el turismo, gastronomía, hoteles, fronteras, aeropuertos… lo que significa el 25% del empleo formal (ni hablar del informal). Los despidos han sido masivos y los trabajadores no estuvieron cobrando sus salarios. También se prohibió toda venta ambulante, lo que dejó a muchos desocupados sin poder ganarse el pan día a día. Ni hablar que con el cierre de escuelas y edificios públicos, muchos trabajadores del sector público no estuvieron cobrando sus salarios.
Para abril de este año la situación era tan desesperante que HammadiChalbi se prendió fuego (como lo hiciera Bouazizi en 2011) ante la negativa del gobierno de otorgarle permiso para vender comida, aun cuando este rubro estaba abierto durante la cuarentena.
Para fines de abril, la juventud de Tataouine volvió a las calles exigiendo puestos de trabajo y respuestas del gobierno, que no cumplió en la creación de puestos de trabajo que había anunciado en 2017, cuando se vio acorralado ante una enorme lucha dada por los trabajadores.
Pasaron los meses y la miseria se profundizó. Por eso a principios de julio, miles de desocupados ganaron las calles nuevamente y el 17 de julio terminaron por interrumpir el funcionamiento del principal yacimiento gasífero del país. Los desocupados dieron un paso adelante en su lucha por trabajo digno, cercando y atacando la propiedad privada de los capitalistas y un punto neurálgico del estado tunecino.

Los trabajadores volvieron a las calles de Túnez una vez más, como en 2018 contra los salarios de miseria, como en 2017 contra la desocupación, como recurrentemente lo hicieron en 2013, 2015, 2016… Es que la revolución de 2011 no triunfó. La inmolación de HammadiChalbi por el mismo motivo que el de Mohammed Bouazizi, más de 9 años después, indica precisamente que las demandas de la revolución no fueron resueltas.
No hay dignidad. Los trabajadores siguen padeciendo hambre, la juventud sigue desocupada y sin posibilidad de futuro.
La “democracia” de Túnez fue una estafa a la revolución. Fue un rodeo para volver a poner a viejos políticos del régimen de Ben Ali a cargo, mientras se mantiene la misma casta de las fuerzas armadas y de jueces. Y ante la lucha de los trabajadores, el gobierno mandó al ejército, que posó de neutral en 2011, a custodiar la propiedad privada y los pozos gasíferos. Y Túnez sigue siendo una nación sometida completamente al imperialismo, sobre todo francés.
Esto demuestra que fue una mentira lo que afirmaba la izquierda, repitiendo como loros parlanchines lo que la prensa imperialista anunciaba, de que en Túnez fue el único lugar donde hubo una conquista democrática de la revolución. En Túnez no hay ni pan, ni trabajo, es decir, no hay dignidad, ni siquiera ha y libertad, ya que la nación sigue oprimida por el imperialismo y los jueces y las fuerzas armadas siguen manteniendo el poder en Túnez.

Atacar la propiedad privada que tomaron los desocupados en Tataouine es el camino a seguir. ¡Expropiación sin pago y bajo control de los trabajadores de todas las empresas de gas, electricidad, mineras, para poner toda la riqueza de la nación al servicio de los explotados! Trabajo para todos, repartiendo las horas de trabajo, para garantizar que todo obrero tenga un trabajo digno, con un salario igual a la canasta familiar.

Para resolver el problema del pan, que haya trabajo para todos y una vida digna, hay que retomar el camino de 2011 y llevar al triunfo esa revolución. Esto es lo que sucede también en Sudán, Egipto, o como en Líbano e Irak hoy sublevados. Es una misma cadena revolucionaria en toda la región, que hoy vuelve a Túnez, país que fuera la chispa en 2011. De Tataouine a la oleada de huelgas de los trabajadores iraníes, a los explotados libaneses e iraquíes que no dejan las calles, a la resistencia siria… ¡Una misma intifada!

Comité Redactor del periódico “La Verdad de los Oprimidos”,
vocero de los socialistas de Siria y Medio Oriente

 

 

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