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24 de octubre de 2021


Homenaje en el 5to aniversario de la muerte de Abu Al Baraa

Abu Muad, del comité redactor de
"La Verdad de los Oprimidos"

“Homenajeamos a Abu Al Baraa, un obrero de la construcción que había metido algunas materias en la universidad, que rezaba, y que se hizo trotskista, que estaba convencido de la batalla por el programa de la IV Internacional y que dio su vida porromper el cerco a Aleppo porque sabía que era el primer paso para llegar a Palestina”

 

Buenas tardes camaradas.

Este es un día muy difícil para quienes estuvimos codo a codo con Abu Al Baraa.
Abu Al Baraa era un joven obrero de la ciudad de Alepo, sirio y musulmán, como cientos de miles en Medio Oriente. Tuvimos el honor de conocerlos y conocerlo particularmente a él, después de haber sido parte de esa marea revolucionaria enorme de jóvenes que se sublevaba por todo Oriente Medio y derrocaba a los gobiernos proimperialistas de Qadafy, Hosni Mubarak o Ben Alí. A esos obreros les iba la vida en que se triunfe en Siria. Como parte de esa marea revolucionaria es que llegamos en 2012 a la ciudad de Aleppo.
Un camarada me dijo una vez que los revolucionarios siempre se reconocen en el frente de batalla. Y fue así. Fue en 2012, en la sublevación de Aleppo, que nos reconocimos con Abu Al Baraa como compañeros, camaradas y revolucionarios.En ese momento comenzamos una enorme trayectoria que hoy, a 10 años del inicio de la revolución siria, todavía no termina. El compañero supo dar las mejores y más feroces batallas con nosotros contra el régimen de Bashar. Pero también supo ser perspicaz y darse cuenta de que no bastaba con levantar el fusil contra el enemigo que estaba enfrente. Había que dar una batalla política porque quienes se estaban montando sobre esarevolución para destrozarla.
Fue así que al calor de las batallas que dábamos, con las balas zumbando en las orejas, siempre teníamos un momento para discutir la política que teníamos que llevar adelante y cómo sacarnos de encima a esa mugre de la burguesía sunita que se montaba sobre la victoria de los jóvenes revolucionarios en Siria y no hacía más que traicionarla poco a poco. Cuanto más avanzaban los jóvenes revolucionarios, más se sentían las balas que disparaban por detrás no solo la burguesía sunita, sino también el islamismo radical, que con las banderas del antiimperialismo asomaba cabeza para llevarse y arrebatarle a esa revolución a lo mejor de la vanguardia y meterla en una encerrona en la que terminarían derrotados, asesinados o cooptados por direcciones traidoras y generalestan asquerosos como los de Bashar.

A Abu Al Baraa nos acercó el programa de la revolución. Empezamos a plantear que había que expropiar a la burguesía. No había otra salida. Abu Al Baraa en el frente de batalla se daba cuenta que las municiones no alcanzaban, que el combustible nos quedaba corto y que había que darle de comer a todos los que estábamos en el frente. No veíamos otra opción que expropiar a la burguesía chiita, alawita y kurda, que ya empezaba a hacer jugosos negocios con toda la sangre de los caídos.
El eje fundamental de nuestro programa también era -y Abu Al Baraa siempre lo decía- coordinar a todos los combatientes del planeta, porque la revolución siria era un eslabón más de una cadena de revoluciones de todo Medio Oriente. Abu Al Baraa fue perspicaz y se dio cuenta de que sus hermanos obreros también estaban en los países imperialistas, que habían direcciones de la izquierda traidoras que se habían encargado de separar a los obreros de Medio Oriente de los obreros de los países imperialistas, acusándolos a él y tantos compañeros más de “jihadistas”, “terroristas” o “bárbaros”.

Mientras avanzaba la revolución nosotros consolidábamos nuestro núcleo revolucionario. Abu Al Baraa fue muy hábil en declarar que cambiaba la revolución siria por un centro internacional, un partido revolucionario internacional que coordine todas las luchas y le dé a los que estábamos en el campo de batalla la visión que tanto necesitábamos para poder lograr el triunfo. Él sabía que nos enfrentábamos no solo contra Bashar, sino también contra las potencias imperialistas como Estados Unidos y Francia, la OTAN, Turquía, Irán y las milicias de Hezbollah. Rusia entraba al terreno de combate y Abu al Baraa no aflojaba.
Tuvimos el honor de ser interlocutores del programa de la IV Internacional. Tuvimos el honor de hacerle llegar las lecciones de España de los ‘30 y, aunque parecía una misión imposible, pudimos pasar el Programa de Transición adentro de Siria bajo un islamismo radical que controlaba todas las zonas y manera clandestina estudiarlo con todos los camaradas. Eso era la Brigada León Sedov.
Abu al Baraa se propuso salir de Siria para formar un centro internacional en Turquía y colaborar -como lo hizo- para que podamos sistematizar las distintas experiencias y conclusiones en un libro que finalmente pudimos presentar en la Biblioteca Nacional de Argentina en 2015, bajo el título “Siria Bajo fuego: Una revolución ensangrentada”. Orgulloso, Abu Al Baraa mostraba ese libro a todos los camaradas de la Brigada León Sedov. Cuando el islamismo radical venía a dar sermones y después de que se retiraran esos sheikhs con barba larga, tan larga como sus mentiras, Abu Al Baraa les hacía ver videos a los compañeros de la Brigada León Sedov sobre la Revolución Rusa, sobre Trotsky en el frente de batalla. Así levantaba la moral de combate de los compañeros.
Abu Al Baraa cambió su familia por venir a Latinoamérica a enfrentar, codo a codo, con junto con nosotros, a esa lacra la LIT-CI y la izquierda reformista, que paseaba a los generales burgueses del ESL por toda Latinoamérica diciendo que eran el sujeto revolucionario que todos tenían que apoyar dentro de Siria, a la vez que otro sector de la izquierda apoyaba a Bashar tildándolo de “antiimperialista”.
Como parte del mismo equipo y votado todo en asamblea, como se manejaba la BSL, con dirigentes revocables, es que se resuelve que una parte de ese equipo viaje a Grecia. Tuvimos que ponernos a la altura de lo que estaba haciendo Abu Al Baraa ahí adentro. Mientras a él le zumbaban en los oídos las balas que recibía de todos los frentes, nosotros fuimos a Grecia a ayudar a los refugiados que se ahogaban en el Mediterráneo. Acompañamos la lucha de los refugiados y culminamos en Idomeni, en una movilización que juntó a más de 10 mil personas, enfrentándonos a palazos con la policía de Macedonia y de Grecia, que custodiaba las fronteras para que los refugiados se queden ahí y mueran de hambre.
Supimos dar batallas en España y Francia. Recorrimos el mundo llegando hasta Japón. Abu Al Baraa mostraba dentro de Siria orgulloso todas esas batallas políticas. Y era ahí donde se disputaba la batalla final. Era ahí donde el imperialismo quería escarmentar a toda la juventud revolucionaria de Medio Oriente que había osado barrer con los dispositivos de control que el mismo imperialismo había impuesto en la región.

Se había impuesto un cerco aAleppo en 2016, la ciudad que había visto crecer a Abu Al Baraa con sus hermanos, su familia, un joven como cualquiera, obrero de la construcción que había metido algunas materias en la universidad, que llevaba la cabeza al piso cinco veces al día para rezar y que ahora era trotskista, que estaba convencido de que romper el cerco a Aleppo era el primer paso para llegar a Palestina. El padre de Abu Al Baraa se sumó a esta lucha bajo este mismo programa, cuando planteó que debían defender la fábrica que habían expropiado en 2016. Le pusieron una cruz sobre su cabeza y un francotirador terminó con su vida.
Aun así Abu Al Baraa siguió adelante. Lo amenazaron varias veces esos “jacobinos” del ESL. Fueron a la casa de Abu Al Baraa a decirle “te quedás en el molde o te matamos”. Bashar y Rusia bombardearon la casa donde operaba la Brigada León Sedov.
Y aun así Abu Al Baraa no bajó los brazos. Siguió organizando a la fracción de izquierda. Marcharon a los arsenales para impedir que la burguesía sunita del ESL y las burguesías islámicas acaparasen las armas. Buscaron romper el cerco de Aleppo pasando por uno de los barrios más ricos de esa zona: el barrio de Hamdaniya, donde Abu Al Baraa lideró a más de 500 jóvenes revolucionarios entrando a la zona de esos burgueses a los que en 5 años de revolución no se les había quemado ni una sola lámpara mientras toda la Siria que estaba bajo el asedio de Bashar tenía que arreglarse con 2 horas de luz por día. La OTAN y la coalición no dudaron en bombardearlos. Abu Al Baraa fue parte de esa marea que daba la vida por liberar a su Aleppo natal.
Una fatídica mañana le tocó sucumbir a él bajo las balas de un francotirador. Había quedado vivo. Fue trasladado a un hospital de Turquía. Y allí, lo que empezó Rusia con su francotirador lo terminó la burguesía sunita del ESL.
A ese joven le rendimos homenaje, que el 24 de octubre de 2016 cerró los ojos, pero empezó a bombear sangre para todos lados. Ese joven que con su ejemplo nos enseña y nos ilumina el camino para seguir adelante. Ese joven que dejó en nuestras manos el legado del periódico “La Verdad de los Oprimidos”. Ese joven que supo denunciar al PKK kurdo cuando hizo el primer pacto contrarrevolucionario dentro de Siria, cortó por la mitad la espinal dorsal de esa enorme revolución. Ese joven con el que sacamos las conclusiones de esa revolución y de otras y las pusimos al servicio de todos los combates. Ese joven que solidarizó con los presos de Las Heras. Ese joven que tuvo contacto con los presos anarquistas, que nos acercó a esos presos con los que dimos una feroz batalla en Grecia e incluso pudimos publicar un libro en común. Ese joven Abu Al Baraa al que hoy queremos recordar como combatiente, como revolucionario, como amigo, como hermano y como ser humano. Ese es el legado que nos deja, por el que vamos a morir como él lo hizo, para llevar adelante. El internacionalismo y la expropiación a la burguesía eran nuestros ejes y lo que tenemos que llevar adelante hoy con más fuerza que nunca.

 

 

 

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