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Siria - 03 de abril de 2018

Testimonios de un sobreviviente de las cámaras de torturas de las cárceles del gobierno fascista de Al Assad

De mis recuerdos de mi detención en el matadero humano
del edificio rojo de la prisión militar de Saidnaya

EL DOCTOR CRIMINAL DESTRIPADOR EN LA PRISIÓN Y EL PRESO NAJUM AL NAIF

En ese terrible día del quinto mes de 2014, temprano en la mañana llegó el carcelero y nos dio el discurso diario al ala diciéndolo en un dormitorio que tenía un animal muerto (¡qué cerdo!). Algunos de los detenidos fueron llamados a los dormitorios. Luego de esto dijeron “denles el espacio del dormitorio, y cuando llega el doctor, si pregunta si algún dormitorio tiene enfermos y responden que sí, va a ser sólo cuando sean un cadáver, cerdos. ¿Entendido mierdas? Y cualquier dormitorio que tenga un enfermo, estará en el baño o cubierto de ropa de cama y no irá al doctor”.

En ese momento había en mi dormitorio un gran número de enfermos de tuberculosis, diarrea, sarna e infecciones graves como resultado de la pudrición de la piel por los efectos de las golpizas y la tortura, Sin embargo guardamos silencio sobre todas las enfermedades existentes, porque sus instrucciones era de matar a cualquier preso que dijera que tenía algún padecimiento o estaba infectado con alguna enfermedad.

En nuestro dormitorio había un anciano llamado Najum al Naif Abu Hossam, de la provincia de Daraa, que tenía siete hijas y un niño. Este hombre tenía sarna en su cuerpo y había sido torturado unos días antes por la famosa rueda (la rueda de Saidnaya). Como resultado de los fuertes golpes en las piernas, se fragmentó la carne del pie de la de la pierna, y hasta los huesos de sus piernas se volvieron muy claramente visibles. Debido a la falta de tratamiento y de medicamentos y la mala higiene, esto se convirtió en una infección muy grande y con un olor muy nauseabundo que salía de sus pies y su cuerpo lleno de los efectos de la sarna fue una imagen muy aterradora, de un hombre anciano con los huesos de los pies claramente visibles y su cuerpo tomado por la sarna, pus e inflamaciones de todos los lados.

Era el momento en el que iba a entrar el carcelero y con él, el médico (pero también carnicero) de la prisión, e hicimos que los hermanos presos que estaban muy mal entraran al baño, según habían sido las instrucciones.

Uno de los hermanos presos vuelve antes de que entre el médico de la prisión. Se llamaba Abd el Wahab Khaled Hilal, de una ciudad de Daraa llamada Namr. Nos dijo: "Me gustaría sentarme en medio del dormitorio y hablarle al doctor sobre Najum Naif Abu Hossam y dejar que lo vea, y vea su caso y sus piernas, y que hacemos con eso. Sería un pecado (está mal, N. del T.), muchachos, tiene siete hijas y un niño. Ojala sea tratado por la humillación” le dijo a algunos hermanos en el dormitorio. “Mirá, Abd el Wahab, no le digas nada, porque van a matarlos a él y a vos y no los beneficia en nada” le dijeron a Abd el Wahab los hermanos en el dormitorio. Y dijo que él quería hacer lo mejor y que no muera delante de nuestros ojos, sentado ahí; que le dé un medicamento y Dios mediante saldría todo bien.

Poco tiempo después escuchamos el sonido de los carceleros y el doctor de la prisión acercándose a nuestro dormitorio hasta que llegaron y abrieron la puerta y entraron a donde estábamos, y nosotros nos arrodillamos contra la pared y nuestras manos cubrieron nuestros ojos; y el joven Abd el Wahab estaba arrodillado en el medio del dormitorio. Y preguntó el doctor carnicero (¿tienen algún enfermo hijos de……?)
Abd el Wahab: Sí señor.
Doctor: ¿Y dónde está, mierda?
Abd el Wahab: En el baño, señor.
Doctor: tráiganlo acá
Entonces entraron al baño dos de los presos y trajeron al preso Najum al Naif y lo pusieron frente al doctor y volvieron a su lugar.
El médico criminal le preguntó con un tono de vergüenza “¿qué tenés viejo cerdo?”. Y respondió Najum al Naif “mire mis piernas, señor. Y mi cuerpo. ¿Qué les pasa?”

Le dijo el doctor cerdo a los carceleros que estaban con él: “pónganlo en un móvil y lleven abajo a este hijo de…”
Y vendaron los ojos del preso Najum al Naif con la remera que llevaba puesta y lo pusieron en el móvil y lo bajaron tal como dijo el doctor. Luego cerraron la puerta y continuaron su recorrido por el ala con el doctor criminal, y tomaron lo que había de los cuerpos de los detenidos dentro de los dormitorios y salieron del ala.

No pasó ni media hora cuando entraron al dormitorio los cerdos carceleros junto con el doctor criminal y con el preso anciano Najum al Naif en el móvil en el que se lo llevaron. Entraron como perros rabiosos cazando una presa, con palos y picanas.
Preguntaron por el que les contó sobre el enfermo Najum al Naif. El carcelero le dijo: “Hijo del pecado, ¿no te dijimos que cuando entra el doctor y pregunta si hay un enfermo tienen que decir que no hay nada y está todo bien, sólo si hay un cadáver?”. Y lo pusieron junto a Najum al Naif y después nos dieron la orden de quitarnos la ropa completamente y nos golpearon con toda la fuerza que tenían.  Los golpes y la tortura fueron más fuertes para Abd el Wahab y Najum al Naif.

Luego pusieron al preso Najum al Naif acostado de espaldas frente a la puerta del baño y nos dieron la orden: “todos entren en el baño” y todos nosotros entramos, y nos dieron la orden “todos salgan del baño” y en ese momento estábamos todos adentro y salimos pisoteando el cuerpo del preso Najum al Naif.
Todos los presos que estaban en el dormitorio entraron y salieron del baño por las instrucciones del carcelero. Estábamos desnudos y los látigos, palos y picanas se amontonaban sobre nosotros por todos lados y junto a la puerta del baño estaba el anciano, el preso Najum al Naif. Nos pasamos así hasta que nos ordenaron que nos arrodilláramos en nuestro lugar, contra la pared, como fue la instrucción anterior, insultando con blasfemias.

Después de salir del dormitorio, vimos la gran tragedia. El cadáver del preso Najum al Naif. Se convirtió en uno de los mártires. Nos hicieron matarlo. A nosotros, los presos, nos hicieron pisotearlo de acuerdo a sus órdenes hasta quitarle la vida.
El resto de los presos en el dormitorio llorábamos y estábamos muy tristes. Su piel era de color azul oscuro y cubierta por la sangre que derramamos  de nuestros cuerpos y de los abscesos, la sarna y las infecciones y comenzamos a ayudarnos unos a otros para algunos de nosotros poder olvidar lo que pasó ese día muy difícil de tormento, miedo y horror.........
Por supuesto, estas palabras y este escrito no equivalen ni un poco a esos momentos en los que estuvimos.

Oh Señor de todos los mundos, no te olvides de estar con todos los presos.

Mohammed Abu Faisal


Mohammed Abu Faisal

 

 

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