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Reproducimos el artículo “Parias en su propia tierra”, que fuera publicado por primera vez en el Boletín de Informaciones Obreras Internacional N° 1 – Segunda Época de noviembre del 2000, en momentos en que las masas palestinas se levantaban en una ofensiva revolucionaria contra el sometimiento al estado sionista-fascista de Israel.

Este mismo artículo luego fue ampliado y su versión definitiva fue publicada en el Suplemento Especial de Democracia Obrera N° 34 de enero del 2009.

Este artículo, entonces, fue terminado de escribir en su versión definitiva cuando la cuestión palestina nuevamente volvía a ponerse en el centro de la escena mundial tras la masacre del sionismo, comandado por el carnicero imperialista Obama, en la denominada “Operación Plomo Fundido”.

El siguiente artículo constituye una visión y explicación desde el punto de vista histórico de la instalación del estado sionista-fascista de Israel ocupando la nación palestina y confinando a su pueblo a vivir en los campos de concentración de Gaza y Cisjordania.

Es un artículo para contribuir a la comprensión del rol del estado de Israel como gendarme del imperialismo en la región y desenmascarar el mito de la supuesta “tierra prometida” y “nación judía sin estado” que “tendría derechos bíblicos para instalarse en Palestina”, que no son más que engaños para justificar la existencia y accionar del estado sionista como “portaaviones” del imperialismo en tierra palestina para asegurar las rutas de petróleo y mantener sometidas a las masas explotadas de la región.



 

Enero de 2009

LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO PALESTINO BAJO LA BOTA DEL IMPERIALISMO
Y DEL ESTADO SIONISTA-FASCISTA DE ISRAEL

PARIAS EN SU PROPIA TIERRA

 

Sesenta años de masacres e intentos de exterminio a manos del Estado sionista-fascista de Israel; 60 años de indomable lucha de la clase obrera y el pueblo palestino por la liberación de su nación ocupada

Palestina fue hasta la mitad del siglo XX una colonia inglesa. Pero cuando el imperialismo inglés entró en su etapa de decadencia y empezó a retirarse de parte de sus dominios tras la segunda guerra mundial, la posta pasó a manos del imperialismo yanqui. Pero en lugar de mantenerla como protectorado, las po­tencias imperialistas, encabezadas por los EEUU, idearon la creación del Estado de Israel, encubriendo de esa manera - con el manto "humanitario" de darle tierra a una supuesta "nación judía" que la ha­bría perdido- el establecimiento de un dispositivo militar, una cuña para contro­lar a las masas oprimidas de Medio Oriente y del Magreb (Norte de África) - que comenzaban un proceso de lucha re­volucionaria por liberar a sus naciones de la colonización británica y francesa- y a la vez, asegurarse el acceso y el control de las rutas del petróleo.
"Presiento que el presidente (de los Estados Unidos, NdeR) será el nuevo Moisés que hará nacer el niño de Israel en el desierto" (1), declaraba un congre- sal norteamericano al salir de una reu­nión con el presidente yanqui.
El "nuevo y democrático Moisés", el imperialismo yanqui, sostenía y sostiene económica y militarmente la constitución y permanencia del Estado sionista-fascis­ta de Israel. Sólo en ese financiamiento se basa el mito del "milagro" israelí. Para su creación y sostenimiento, el imperialismo se apoyó y se apoya en el sionismo que es un movimiento político dirigido por la burguesía financiera de origen judío, la misma que, como el magnate Rothschild, no dudó en financiar al estado fascista alemán a mediados del siglo XX.
El sionismo, surgido en Europa a fi­nes del siglo XIX tras la bandera de "un pueblo sin tierra para una tierra sin pue­blo" y eligiendo Palestina sobre la base de las "tradiciones bíblicas”, fue apoyado desde un primer momento por la gran burguesía financiera judía. Ésta impulsa­ba el establecimiento de una "patria" para sus "hermanos" en Palestina porque te­mía que la corriente de emigración de masas judías, producto del hambre y la miseria, desde la Europa Oriental hacia la Occidental, produjera una ola antisemita que se volviera en su contra. A la vez, la burguesía sionista veía en esta salida una manera de alejar a estas masas pobres y desposeídas de la influencia y la agita­ción revolucionarias.
El sionismo fue así un fenómeno opuesto al de los trabajadores e intelec­tuales europeos de origen judío que abra­zaron la causa de la clase obrera, que fueron parte de las luchas revoluciona­rias en Europa y como tales, cayeron ba­jo el fascismo y desarrollaron gestas he­roicas como la del ghetto de Varsovia.
La burguesía sionista que se había apoyado inicialmente en el imperialismo británico (el "anterior Moisés"), consciente de que éste, aún victorioso, había salido debilitado de la Il Guerra Mundial, va en busca de su "nuevo Moisés", el impe­rialismo norteamericano que, a sangre y fuego, crea el Estado sionista-fascista, racista de Israel, imponiendo ese enclave imperialista armado hasta los dientes co­mo gendarme en la región, y concretan­do la mentira sionista de "una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra".
Porque en absoluto Palestina era una "tierra sin pueblo". Por ello, para concre­tar la creación del enclave sionista, era necesario expulsar a la mayoría de los palestinos y expropiar sus bienes. "Cuan - do ocupemos la tierra... expropiaremos poco a poco la propiedad privada en los Estados que se nos asignen. Trataremos de desanimar a la población pobre alejándola más allá de la frontera, procurando empleo para ella en los países intermedios y negándole cualquier empleo en nuestro país... Tanto el proceso de expropiación como de eliminación de los pobres deberá ser llevado adelante discreta - mente y con circunspección." (2), decla­raba Theodor Herzl, uno de los fundado­res del sionismo.
El 29 de noviembre de 1947 se "legiti­ma" la partición de Palestina y el estable­cimiento del Estado israelí por medio de una votación de la ONU -un verdadero ministerio de colonias del imperialismo; la misma ONU que aprobó el ataque a Irak en 1991, al Kosovo y a Serbia en y a Afganistán en 2001; la misma ONU que avaló la agresión inglesa en las Malvinas, la que encubre la ocupación de Haití y su transformación en un protecto­rado yanqui, y la que cubre con un man­to de "unidad de la comunidad mundial" la defensa de los intereses rapaces del imperialismo y santifica sus sanguinarias intervenciones militares en todo el mun­do con el argumento de la defensa de la "democracia".
La creación del Estado de Israel con­tó también con la colaboración de la bu­rocracia stalinista que apoyó la partición y ocupación de Palestina. Así, la traidora burocracia stalinista cumplía a rajatabla en el Medio Oriente, con el pacto contra­rrevolucionario de Yalta firmado a la sali­da de la segunda guerra mundial con los imperialistas yanquis y británicos.

EL EXTERMINIO Y LA EXPULSIÓN DEL PUEBLOPALESTINO DE SU PROPIA NACIÓN

Esta resolución y el nuevo plan de ocupación y establecimiento de un Esta­do judío en Palestina se realizaron sobre la base de la terrible derrota sufrida por las masas palestinas con el aplastamien­to de la heroica insurrección que prota­gonizaron desde 1936 a 1939 luchando contra el dominio imperialista francés e inglés. Para aplastar esta insurrección, que comenzó con una huelga general que duró seis meses, el imperialismo utilizó la mitad de los efectivos de todo el ejérci­to inglés, que en ese momento era uno de los más poderosos del mundo. Miles de palestinos fueron muertos, detenidos y condenados a la horca o a prisión.
Pero el pueblo palestino volvió levan­tarse en 1947, contra la partición y ocu­pación de su nación por el estado sionis­ta. Se sucedieron huelgas y manifestacio­nes de protesta.
Para aplastar y aniquilar la resistencia del pueblo palestino, el "nuevo Moisés" norteamericano y el sionismo fascista lanzaron una campaña terrorista. "La única solución es una Palestina, o al menos una Palestina Occidental sin árabes. Y no hay otro camino que transferir todos los árabes desde aquí a los países vecinos, transferirlos a todos: ni una aldea, ni una tribu deben quedar." (3). El plan fascista se aplicó sistemáticamente, apelando a las matanzas masivas aldea por aldea, casa por casa, fábrica a fábrica. Como ejemplo, el 31 de diciembre de 1947, en la refinería de petróleo de Haifa donde se venían desarrollando luchas conjuntas de obreros árabes y judíos contra la patronal imperialista, un comando de Irgún (4) arrojó bombas y ametralló una cola de obreros árabes que estaban en la puerta de la refinería por trabajo. Centenares de obreros fueron muertos y heridos.
El 9 de abril de 1948, unidades espe­ciales de la Haganá (ejército "extraoficial" del sionismo) tomaron la aldea de Deir Yassin, y recorriendo casa por casa, arro­jando granadas dentro de las mismas y degollando a los sobrevivientes, extermi­naron a todos sus pobladores civiles, la mayoría de los cuales eran mujeres, an­cianos y niños.
El líder de la organización terrorista sionista Irgún, Menachem Begin, luego primer ministro israelí, describía así este plan de exterminio: "Todas las fuerzas judías avanzaban a través de Haifa como un cuchillo en la manteca. Los árabes huían llenos de pánico gritando: ¡Deir Yassin!... Este éxodo masivo pronto de - vino en una enloquecida e incontrolable huida".
El 14 de mayo de 1948, sobre la base del exterminio y la expulsión de miles y millones de palestinos, era proclamado el Estado de Israel.

LA GUERRA "ÁRABE-ISRAELÍ" DE 1948-49

Egipto, Jordania, Siria, Irak y otros países árabes, declararon la guerra al es­tado de Israel. Ante ello, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, con el apoyo de sus sirvientes de la burocracia stalinista, terminaron de armar hasta los dientes al ejército sionista.
Para demostrar su lealtad al pacto de Yalta y Potsdam y su rol contrarrevolu­cionario, la burocracia stalinista envió ar­mas y aviones a los sionistas por inter­medio de Checoeslovaquia. Se escribía así, con sangre palestina, una de las pá­ginas más negras de la traición stalinista a la revolución mundial.
Después de algunos meses de comba­te, en 1949 los ejércitos convencionales de los países árabes sufrían una humillan­te derrota en la guerra que fue llamada "guerra árabe-israelí". Como resultado, el Estado de Israel terminaba de ocupar el conjunto de la nación palestina, salvo una pequeña franja de Cisjordania y de Belén que, según la resolución de la ONU, junto a Jerusalén Oriental, debían quedar bajo jurisdicción de la cobarde burguesía jordana y su sanguinaria monarquía.
Es que era imposible derrotar militar­mente, en una guerra de ejércitos con­vencionales, al estado sionista armado y sostenido financieramente por todas las potencias imperialistas. Para ganar la guerra e impedir la imposición del Estado sionista-fascista de Israel, era necesario sublevar y armar a la clase obrera y las masas explotadas -y en primer lugar, a las masas palestinas refugiadas en Jor­dania, Líbano, Siria, etc.- de todo Medio Oriente, desde Egipto hasta Irak, en una misma y única guerra nacional contra el ocupante sionista y sus amos imperialis­tas. Pero las cobardes burguesías árabes jamás podrían hacerlo. Como toda bur­guesía nacional -es decir, clase propieta­ria, socia menor del imperialismo-, las burguesías árabes temían y temen más a la lucha antiimperialista y revolucionaria de las masas que al imperialismo y a su gendarme sionista, porque saben que la clase obrera y los explotados armados no se limitarán a expulsar y expropiar a los imperialistas y al estado sionista, sino que atacarán también su propia propie­dad privada.
Así, las burguesías árabes le daban la primera de muchas puñaladas por la es­palda al pueblo palestino, y lo entregaban en el "altar" del sistema capitalista imperia­lista. Y no solamente eso sino que, ade­más, se anexaron las únicas tierras que le quedaban al pueblo palestino: Egipto se anexó la Franja de Gaza, y Jordania, por su parte, se quedó con Cisjordania.

La "Nakba" palestina

Así, con una verdadera catástrofe ("Nakba") contra el pueblo palestino, se fa­bricó la "tierra sin pueblo" que proclamaba el sionismo. Luego, el estado israelí apli­caba la "ley de propiedad de las personas ausentes", según la cual el palestino que se hallaba "ausente" perdía todas sus pro­piedades por estar éstas abandonadas. Por el solo hecho de ser palestino, se per­día el derecho a tener propiedades y cual­quier otro derecho. Esos derechos solo estaban reservados por la ley a los habi­tantes de origen judío, aunque nunca hu­bieran vivido en Palestina hasta entonces, y se le negaban a los que habían habitado esas tierras por siglos. Convirtieron así a la clase obrera y al pueblo palestino en extranjeros y parias en su propia tierra.

LAS GUERRAS DE 1967 Y 1973: EL ESTADO SIONISTA EN BUSCA DE TIERRA, AGUA Y ESCLAVOS PALESTINOS

Como enclave imperialista, el Estado sionista-fascista de Israel se construyó sobre la base de la expulsión de los pa­lestinos y de la implantación masiva de población de credo judío y de convicción sionista transplantada artificialmente desde todos los confines de la tierra: des­de Estados Unidos, Argentina, Alemania, pero sobre todo, desde los estados del Este europeo transformados en estados obreros deformados luego de la segunda guerra mundial, desde los que afluyeron cientos de miles de burgueses y pequeño-burgueses de credo judío huyendo de la expropiación de la burguesía en esas naciones. Estos últimos, judíos "ashkena­zi", conforman hoy la élite burguesa del estado sionista.
Para albergar semejante flujo de po­blación, el estado sionista necesitaba y necesita cada vez más tierra y fuentes de agua. De la misma manera, después de expulsar o transformar en parias desposeídos en su propia tierra a los palesti­nos, el estado sionista los necesitaba co­mo mano de obra esclava para que traba­jaran en sus fábricas, en las de las trans­nacionales imperialistas, en la construc­ción de acueductos, caminos, etc., y en sus tierras.
Para conseguirlos y para afirmar su papel de gendarme imperialista en la re­gión, este enclave imperialista impulsó una serie de guerras. La primera, empu­jado desde atrás por el imperialismo bri­tánico y el francés, fue en 1956 contra Egipto, en momentos en que Nasser ve­nía de nacionalizar el Canal de Suez. Ocu­pó inmediatamente la península del Sinaí, aunque luego se retiró de ella una vez ter­minada la guerra.
En 1967, el Estado de Israel lanzó, contra Egipto, la llamada "guerra de los seis días". En la misma, volvió a ocupar la península del Sinaí y llegó a 100 kilóme­tros de El Cairo. Terminada la guerra, re­trocedió pero se apropió de la Franja de Gaza y de su población de refugiados pa­lestinos asentados en campamentos; se apropió también de Cisjordania, y tomó el control de Jerusalén Oriental, asegurándose así millones de trabajadores palesti­nos a los que explotar como mano de obra esclava. Al mismo tiempo, se garan­tizó las fuentes de agua más importantes de la región, ocupando el territorio sirio de las llamadas Alturas del Golán, y la margen izquierda del río Jordán que se­para Cisjordania de Jordania.
El Egipto burgués de Annuar El Sadat intentó, en 1973, recuperar la Franja de Gaza, en la llamada "Guerra del lom Kippur" (Año nuevo judío). Luego de ser de­rrotado por el estado sionista armado hasta los dientes por el imperialismo, Sa­dat terminó siendo el primer gobernante burgués del Medio Oriente en reconocer al estado sionista-fascista de Israel. Co­mo si fueran pocas, otra puñalada por la espalda contra el pueblo palestino y con­tra la clase obrera y los explotados de to­do Medio Oriente.

El PAPEL DE LAS BURGUESIAS ÁRABES EN LAS MASACRES CONTRA EL PUEBLO PALESTINO

Para concretar su plan, el estado sio­nista no reparó en aliarse con los gobier­nos burgueses árabes como los de Egipto -como ya hemos visto-, El Líbano y Jorda­nia. Al rey Houssein de este país le corresponde haber provocado en septiembre de 1970 una matanza de 20 mil refugiados palestinos mientras las fuerzas israelíes, con el apoyo de la flota yanqui en el Medi­terráneo, los bombardeaban.
En 1982, cerca de 3.000 refugiados palestinos, en su mayoría ancianos, mu­jeres y niños, fueron asesinados en los campamentos de Sabra y Shatilla en Bei­rut, en un operativo dirigido por el gene­ral sionista Ariel Sharon, por entonces Ministro de Defensa israelí, comandando a sus aliados, los milicianos falangistas organizados por la fracción burguesa de la minoría cristiana maronita libanesa. Luego de esa masacre, el estado sionista ocupó el sur del Líbano hasta el año
2000.

1987-1993: LA HEROICA RESISTENCIA DE LA "INTIFADA" Y LA IMPOSICIÓN DE LOS ACUERDOS CONTRARREVOLUCIONARIOS DE OSLO

Masacrados, desterrados, encerrados en verdaderos ghettos y condenados a vivir como parias en su propia tierra, el genocidio del pueblo palestino es uno de los más grandes de este siglo. Pero tam­bién es una de las gestas más heroicas del proletariado internacional la indoma­ble lucha y resistencia de la clase obrera y el pueblo palestino por liberar a su na­ción ocupada por el gendarme sionista.
Sin duda, la llamada "Intifada" -guerra de las piedras- iniciada en 1986-87, es uno de sus episodios más significativos. Fueron casi 7 años de lucha de resisten­cia de los explotados palestinos. Todos los días, niños desde 8 o 9 años, jóvenes, adultos, mujeres, ancianos, se enfrenta­ban en los campamentos y ghettos pales­tinos con las tropas del ejército sionista, armados sólo con piedras, que es lo úni­co que abundaba y abunda en las tierras estériles y desérticas de los "bantustanes" en los que están confinados.
Nuevamente quedó claro, en la Intifa­da, el nefasto rol de la burguesía nacional palestina, con Arafat y la OLP a la cabeza. Primero se dedicaron a "glorificar" desde el exilio en Túnez la resistencia de la Inti­fada, pero se cuidaron muy bien de ga­rantizar que las masas siguieran desar­madas, y que siguieran teniendo sólo pie­dras en sus manos para enfrentar a los tanques, los blindados, los fusiles, los misiles y demás armamento sofisticado del estado sionista. Y luego, cuando aún así no lograron controlar la rebelión de las masas que, a cada paso, amenazaba con transformarse en lucha ofensiva y re­volucionaria, le propinaron una nueva y decisiva puñalada por la espalda al pue­blo palestino.
Así, en 1993 y luego de la destrucción a bombazos de Irak en la primera guerra del Golfo, veíamos la imposición de los acuerdos contrarrevolucionarios de Oslo, en los que Arafat y la OLP entregaron la lucha histórica por la destrucción del es­tado sionista-fascista de Israel -es decir, la lucha por la liberación palestina-, a cambio de ser esa fracción de la burgue­sía palestina la encargada de esclavizar al pueblo palestino en los campos de con­centración de Gaza y Cisjordania, todo ello presentado como pasos hacia la "conquista" de un "estado palestino" conviviendo con el estado sionista usurpador de la tierra palestina. Se imponía así un enorme dispositivo contrarrevolucionario que se sumaba al existente gendarme sionista, para estrangular la resistencia palestina.

2000-2002: LA MAGNÍFICA REVOLUCIÓN DE LAS MASAS PALESTINAS; SU
ESTRANGULAMIENTO POR PARTE DE ARAFAT Y LA OLP, Y SU APLASTAMIENTO A MANOS DEL EJÉRCITO GENOCIDA DE SHARON Y BUSH

Este pacto contrarrevolucionario de Oslo fue el que las masas palestinas hi­cieron estallar por los aires cuando en Septiembre de 2000, iniciaron su heroica revolución, tomando y ocupando las co­misarías de la Autoridad Nacional Pales­tina (ANP) en Cisjordania, desarmando a su policía, armándose y retomando, por esa vía, la lucha nacional contra el ocu­pante sionista.
Esa enorme revolución que alumbró el inicio del siglo XXI fue estrangulada desde adentro por la burguesía palestina. Una nueva puñalada por la espalda a la lucha del pueblo palestino por su libera­ción nacional.
Pero lo que no lograban Arafat y com­pañía con su política conciliadora con el ocupante sionista y de colaboración de clases, era terminar de desarmar a las masas palestinas de los campamentos que, de hecho, habían establecido un ré­gimen de doble poder.
Ante el fracaso de su agente, la bur­guesía palestina, en desarmar a las ma­sas palestinas, fueron el imperialismo yanqui y el propio ejército sionista los que tomaron en sus manos esa tarea.
En 2002, luego de masacrar en Afga­nistán y mientras se preparaba la guerra contra Irak, el ejército genocida de Sha­ron y Bush entró a sangre y fuego a las ciudades y campamentos palestinos de Cisjordania. Aguerrida y heroica fue la resistencia de los combatientes de los campamentos y ciudades palestinas. Pe­ro, entregados una vez más por la bur­guesía palestina, sólo tenían fusiles para enfrentar los aviones, los tanques, los misiles y las topadoras de las tropas ge­nocidas sionistas. Jenin, Nablus, Tulka­rem, Ramallah, Hebrón y demás ciuda­des palestinas fueron reducidas a es­combros, y bajo los mismos quedaron enterrados miles y miles de combatien­tes, mujeres y niños palestinos, mientras
Arafat y los "ministros" de la llamada Au­toridad Nacional Palestina eran manteni­dos a salvo en su "sede de gobierno" en Ramallah.
El símbolo infame del aplastamiento de esta heroica revolución es sin duda el Muro del oprobio con el que se cercó el campo de concentración de Cisjordania, construido con cemento provisto al Esta­do de Israel por la propia burguesía pa­lestina y levantado con sus propias ma­nos por obreros palestinos esclavos cus­todiados por soldados fascistas del ejér­cito sionista.

EL PLAN DE LA "HOJA DE RUTA" FRACASÓ POR EL EMPANTAMIENTO DE LAS TROPAS YANQUIS A MANOS DE LA HEROICA RESISTENCIA IRAQUÍ

Sobre la base de ese aplastamiento, las potencias imperialistas, el estado sio­nista, junto con Arafat y Al Fatah, comen­zaron a poner en pie el plan para un nue­vo pacto contrarrevolucionario: la llama­da "Hoja de Ruta" que profundizaba el plan de imponer una caricatura de "esta­do palestino" en Cisjordania y Gaza, es decir, en dos campos de concentración sin siquiera continuidad territorial, rodea­dos por el ejército sionista.
Este nuevo plan -apoyado no sólo por los gobiernos imperialistas, sino tam­bién, vergonzosamente, por los renega­dos del trotskismo del SU que, con sus "eurodiputados" Krivine y demás, votaron a favor del mismo en esa cueva de bandi­dos que es el "parlamento" europeo- ter­minó fracasando gracias a la heroica re­sistencia de las masas iraquíes que em­pantanaron a las tropas yanquis.
La última piedra a la lápida de la "Ho­ja de ruta" la puso la guerra nacional de las masas palestinas y del sur del Líbano que en 2006 derrotaron e hicieron huir al ejército sionista genocida.

FASCISMO, FRENTE POPULAR Y BURGUESÍASNATIVAS REGATEANDO CON EL IMPERIALISMO

Para impedir que la derrota militar del sionismo en el sur del Líbano a ma­nos de las masas abriera nuevamente las puertas a la revolución palestina, vi­mos en acción, nuevamente, al fascis­mo, al frente popular, y a las burguesías nativas "nacionalistas" que regatean con el imperialismo.
Así, a partir de 2006-2007 se impuso en Cisjordania una administración del frente popular clásico -es decir, con el imperialismo directamente atrás- de Al Fatah y Abu Mazen, sostenidos por el Partido Comunista palestino, actuando como carceleros de su propio pueblo, y pactando con el estado sionista-fascista.
Por su parte, en Gaza, para contener la insurrección de las masas que derro­caron a Al Fatah en mayo-junio de 2007, se imponía una administración a manos de Hamas, es decir, de otra fracción de la burguesía palestina que, tirando co­hetes y controlando férreamente a las masas, intenta negociar con el imperia­lismo y su gendarme sionista para que le permitan jugar el mismo papel de car­celero del pueblo palestino que Al Fatah en Cisjordania.
Frente popular en Cisjordania; admi­nistración del campo de concentración en las manos de la burguesía nativa en Gaza, y fascismo -con el estado sionista imponiendo el bloqueo y cerco total con­tra Gaza para quebrar por hambre a las masas palestinas que habían osado de­rrocar y expulsar a la burguesía colabora­cionista de Al Fatah-; es lo que ha venido actuando en Palestina, preparando el ca­mino para la actual ofensiva masacradora del sionismo y para los pactos contra­rrevolucionarios que hoy preparan Sarkozy, Mubarak, los ayatollas iraníes, la ONU y Obama que se apresta a suceder a Bush.
Pero aún bajo estas terribles condi­ciones, las indomables masas palestinas no se dieron por vencido. Así, en febrero de 2008, la clase obrera y los explotados palestinos de Gaza, desesperados des­pués de dos años de bloqueo total, se le­vantaron y tiraron abajo, con sus propias manos, el muro de Rafah, para poder conseguir comida, agua, medicinas, y pa­ra poder unir su lucha a la de los obreros y los explotados de Egipto, que estaban protagonizando, al mismo tiempo, un verdadero auge proletario contra el régi­men y el gobierno dictatorial y represor del cipayo Mubarak.
Una vez más, fueron las burguesías nacionales las que le dieron una puñala­da por la espalda. Así, vimos entonces a las tropas del ejército burgués de Muba­rak junto a los milicianos de Hamas, vol­viendo a levantar, juntos, el muro de Ra- fah, volviendo a garantizar el confina­miento de las masas palestinas dentro de la Franja de Gaza, un verdadero campo de concentración a cielo abierto, que hoy ha sido reducido a escombros por el ataque genocida de Obama-Bush y el estado sio­nista-fascista de Israel.

NOTAS

  1. Máxime Rodison, "Israel, a Colonial-Settler State?”, Monad Press, New York, 1973, página 102.
  2. "The Complete Diaries of Theodor Herzl",Volumen 1, página 88.
  3. Jon Rothschild, "How the Arabs Were Out of Palestine", Intercontinental Press, Volumen 11, N¡° 38, New York, 1973, página 1206.
  4. Irgún: Organización terrorista sionista-fascista cuya juventud"... gritaba, desfilando con camisas marrones... "¡Alemania para Hitler!, Italia para Mussolini! ¡Palestina para nosotros!(M. Rodison, "Israel..." ídem, página 108).

Notas citadas por "Revista de América", Diciembre de 1973.

 


 

 

 

 

 

 


Mapa de la ocupacion de Palestina




Campamento de refugiados palestinos desplazados de sus tierras por el sionismo en 1948

 


Tropas fascistas del sionismo en la guerra de 1973

 


Acuerdo de Camp David en 1979 de reconocimiento del estado de Israel

 

 


5- Mujeres palestinas junto a sus hijos obligados a huir tras la creacion del estado sionista

 

 

 

 

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