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Desde Hebrón…
13 de diciembre de 2015

Nahil Abu Esha, recientemente liberada de las mazmorras del ocupante sionista
 nos cuenta su historia, cómo son tratadas
y el hostigamiento cotidiano que viven por parte del ocupante sionista...

Nahil no era la primera vez que había estado encarcelada, cuando tenía doce años fue arrestada por el ejército sionista, otras dos veces más estuvo en prisión y la última vez llegó a estar encerrada en las cárceles del ocupante por tres años.
La situación dentro de las cárceles es terrible, no hay ser humano que pueda vivir allí rodeado de insectos, ratas, en un lugar húmedo donde en verano el calor se hace insoportable y en invierno no se puede estar. No tienen estufas ni ventiladores y las cárceles están superpobladas.
Hasta hace un tiempo atrás, a todas las prisioneras palestinas las tenían en la cárcel de Hasharon, pero en el último tiempo el sionismo lanzó una brutal ofensiva sobre las mujeres palestinas deteniendo a centenares de ellas. Las dividieron entonces en dos cárceles, aquellas que están esperando ser sentenciadas van a la cárcel Damon, y las que ya fueron sentenciadas quedan en Hasharon.

Las mujeres palestinas dentro de las cárceles han llevado adelante protestas para poder conseguir las pocas cosas que se les permiten tener, como ser una cama, utensilios para cocinar y una tele.
En el día por general están en las celdas y dos veces por día salen a un pequeño parque donde se ven con las demás compañeras y caminan un poco.
Muchas veces estas “salidas” son prohibidas como forma de castigo. Lo mismo sucede con las familias permitidas a visitarlos, muchas veces les prohíben por un mes tener visitas.

Recuerda Nahil que para el “Día de independencia de Israel”, Nakba, los oficiales les ordenaron a las compañeras que se pongan de pie y entren a sus celdas antes de tiempo. Shireen Issawi y ella se negaron hacerlo, y quedaron un mes sin tener visitas. Lo mismo les pasó cuando una vez uno de los oficiales de alto rango fue a revisar las celdas les ordenaron que se pongan de pie, y ellas se negaron, las castigaron con dos meses sin recibir visitas.

Nos cuenta que no tienen ningún tipo de asistencia médica. A las compañeras que tienen tratamientos previos no se los permiten hacer, a menos que tengan diabetes y necesiten insulina, pero que mismo en esos casos muchas veces ni siquiera les traen toda la dosis necesaria. Ella por ejemplo se estaba haciendo un tratamiento dermatológico fue totalmente interrumpido. Salió de la cárcel con piedras en la vesícula, problemas crónicos en los huesos y un problema en el colon. Nahil explica que la mayoría de las compañeras mientras que está en la cárcel ya desistió de pedir ir al médico y que cuando salen tienen graves problemas médicos, en su mayoría crónicos.
Nahil nos dice que el sionismo, mientras las tiene en sus cárceles, sólo las observa enfermarse hasta morir.

La comida que les sirven, si se le puede llamar comida es terrible. Hace unos años atrás, debido a las protestas que ellas llevaron adelante se acordó que la comida de las presas palestinas era cocinada por las mismas presas y no por las reclusas israelíes, que hostigan constantemente a las presas palestinas con insultos y gritos a la noche que no dejan dormir.
Esto de a poco fue cambiando y hoy en día la comida es hecha por las presas israelíes, cuestión que además de que la comida está congelada, muchas veces viene con insectos, o prácticamente cruda. Cuenta Nahil que la única forma para poder comer es agarrar los pedazos de carne o verduras que sirven, lavarlos y volverlos a cocinar.

Experiencias de la vida cotidiana, hay de por miles, de ella, de sus compañeras de celda, pero creo que hay dos que valen la pena resaltar. Quizás, para uno que llega a leer esto, desde lejos, nos cuesta comprender lo que realmente significa algunas cosas. Muchas veces he escuchado hablar de los traslados de las compañeras, sin realmente entender lo que esto significaba. Los traslados son de una prisión a otra prisión, o de la prisión al juzgado para escuchar una sentencia que no sirve para nada. Estos viajes, lejos están de lo que uno humanamente se puede imaginar. Por un lado te despiertan muy temprano y podes a llegar estar tranquilamente 12 horas sin ir al baño, sin comer y tomar agua. Además de esto, en los camiones que se viajan, se hace esposados y muchas veces hasta esposas en los tobillos, los asientos son de metal y estos camiones son compartidos con las presas israelíes que las insultan constantemente durante todo el viaje y las escupen. Ni que hablar que quien conduce el vehículo no le importa que atrás tiene a personas. Nahil dice “hubo veces que lo único que quería era volver a acostarme a mi celda”.  Encima ella, titulada como “peligrosa” porque dijeron que intentó abrirse uno de los candados que tenía en los tobillos con un mini alfiler (el que usan las mujeres musulmanas para sostenerse el hiyab), era esposada cada vez que salía de la prisión o cuando recibía visitas.
Nos explicó que a pesar de esta situación, como pueden protestan, cuando la situación se les presenta. Por ejemplo  llevó adelante una huelga de hambre por dos días porque a ella y a otras compañeras nos las dejaban salir a caminar fuera, la realizó por dos días porque las fuerzas de ocupación ordenaron que coman o las forzarían a comer.

Sobre la situación actual de Palestina, dijo: “Yo sé que en la cárcel la situación era muy mala, pero cuando salí –hace un mes atrás- y veo los asesinatos que hay, la campaña de que nosotros somos “terroristas”, y como asesinan a nuestros jóvenes. Esta situación también es terrible e inaceptable. Nosotros peleamos por nuestros derechos, nuestra tierra, queremos libertad. Son los ocupantes los que a cada paso ni siquiera respetan los acuerdos ya firmados.  Por ello vamos a seguir peleando”.

P.P.
Corresponsal de la Editorial Socialista Rudolph Klement

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