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Argentina 14 de septiembre de 2019

 

Del Caño y Del Plá votan la Ley de Emergencia Alimentaria junto al gobierno de Macri, el PJ y todos los políticos patronales

El FIT-U convalida la estafa de la burguesía a millones de trabajadores hambrientos

La Ley de Emergencia Alimentaria que acaba de tener media sanción en la Cámara de Diputados vuelve a demostrar que la burguesía y este sistema decrépito ya no pueden ni siquiera alimentar a los trabajadores.
Los partidos patronales, después de la brutal represión de la Bullrich a los desocupados el día anterior, aprobaron por unanimidad aumentar de $ 30 a $ 45 la suma de la ración por chico en los comedores.
Este aumento miserable saldrá de una redistribución del presupuesto. Se lo sacarán a los explotados en salud o educación. Es decir que ni siquiera será pagado por los capitalistas. Y encima la inflación no tardará en pulverizarlo en pocas semanas. Las cerealeras, la oligarquía y la burguesía agroindustrial tienen el alimento a precio dólar y en el último año casi lo duplicaron (la harina 98%, el pollo 92%, la leche 86%, el arroz 79%, el aceite de girasol 71%).
Así “solucionan” el hambre los capitalistas, burlándose de los hambrientos.

Pero lo realmente escandaloso fue que Del Caño (PTS) y Del Plá, que le pidieron el voto a los trabajadores diciéndoles que iban a defender su causa, hayan apoyado esta ley de hambre, diciendo que la acompañaban como un “paliativo” aun sabiendo que era insuficiente.
Los diputados del PTS y el PO votaron con los Fernández y Macri en contra del pliego de reclamos de los desocupados, que exigían aumentar el monto de los planes sociales de $ 7,000 a $ 15,000, más planes y mayores subsidios a las cooperativas. Hicieron un frente político con el PJ y el gobierno contra los trabajadores, un frente parlamentario de colaboración de clases con los verdugos de la clase obrera para votar una ley anti-obrera.
De esta manera el FIT-U se ha hecho responsable frente a los trabajadores de los planes de miseria de la burguesía; sale a sostener el “pacto social” como su pata izquierda justo cuando el gobierno y el PJ le tiran limosnas al movimiento piquetero para impedir que retome el camino del 2001 contra el hambre y llegar a octubre. Belliboni, dirigente del Polo Obrero, dijo públicamente “nuestra idea no es que (Macri, NdR) no gobierne y se vaya. Queremos que gobierne hasta diciembre para que resuelva los problemas”. ¡Y después dicen “que la crisis la paguen los capitalistas”!
La diputada Schlottauer de Izquierda Socialista, también del FIT, tuvo la valentía de abstenerse en la votación y denunciar la trampa burguesa.
Un diputado obrero revolucionario hubiera utilizado la tribuna parlamentaria y la repercusión mediática para agitar ante los trabajadores que el hambre no lo resuelve la caridad burguesa sino la clase obrera expropiando a la oligarquía y los monopolios cerealeros imperialistas, planteando blanco sobre negro la necesidad del triunfo de la revolución para imponer una salida obrera a la crisis. Pero el FIT-U está muy lejos de esto.

La mayoría de los dirigentes de los llamados “movimientos sociales” son corrientes ligadas a los partidos burgueses o a la Secretaría de Acción Social de turno, que no tienen nada que ver con los combates revolucionarios de Cutral-Có y Mosconi, cuando los desocupados dejaron la sangre de Teresa Rodríguez, Aníbal Verón y Justiniano, en la ruta peleando por trabajo genuino. Si para conseguir la miseria de los Planes Trabajar hubo que hacer eso, ¿cómo el FIT-U puede insinuar siquiera que de la mano del Parlamento burgués puede haber solución al hambre de millones de obreros?

El PTS y Del Caño venían pidiendo que se reúna el Congreso y tome medidas “en favor de las mayorías populares”. Pues bien. Su programa se aplicó. El Frente de Todos reunió al Congreso y la burguesía votó unánimemente esta estafa a los trabajadores. El PJ y el gobierno votaron mil y una veces contra los trabajadores en todos estos años. ¿Qué esperaba Del Caño?

El FIT-U se ha asimilado al régimen burgués como una izquierda parlamentaria que considera al Congreso como un terreno de lucha por reformas y el mejoramiento de la situación de los trabajadores, tal como la socialdemocracia reformista, como si la clase obrera pudiera mejorar su existencia en los marcos del régimen actual.
Pero el FIT-U ya no puede hacer pasar las limosnas burguesas por reformas. En medio del crac y la ruina de la nación, la burguesía no solo no puede dar concesiones serias, sino que ni siquiera puede mantener el nivel de miseria actual de los trabajadores.
La concepción reformista y evolutiva del FIT-U, acerca de que la clase obrera crecerá y se hará cada vez más fuerte, es totalmente falsa. Hay 4 millones de trabajadores en negro y 3 millones de desocupados en Argentina. La decadencia del capitalismo trae desocupación y descomposición a la clase obrera. Las clases medias arruinadas buscarán una salida a su crisis y, si no la encuentran en la clase obrera, la buscarán por derecha con la burguesía. Antes de que el FIT-U pueda conquistar su “democracia extrema”, vendrán el bonapartismo y el fascismo para aplastar a los trabajadores e imponerles las condiciones de esclavitud del siglo XIX.
Por delante no hay “democratización” del capitalismo sino el garrote del Estado argentino con sus 600 mil hombres y la burocracia pistolera de los sindicatos estatizados. El chamuyo “democrático” del FIT-U y su frente político parlamentario con el kirchnerismo adormece y desarma políticamente a la vanguardia obrera de cara a esta perspectiva.
Los obreros y luchadores socialistas del FIT-U tienen una enorme responsabilidad ante la vanguardia: impedir que su dirección con su política socialdemócrata de colaboración de clases lleve a la frustración y la desmoralización a miles de obreros clasistas.

 

El programa principista del trotskismo contra el sometimiento al Parlamento de los explotadores

A 180° del accionar de Del Plá y Del Caño ante la Ley de Emergencia Alimentaria, Trotsky afirmaba en 1937, en plena guerra civil española, luego del levantamiento de Franco, que si hubiese tenido un diputado en las Cortes (Parlamento), jamás se le hubiera ocurrido apoyar siquiera mínimamente ninguna ley del gobierno porque eso hubiese significado hacerse responsable de ese gobierno de la burguesía. Tan es así, que Trotsky hubiera llamado a votar en contra del presupuesto militar del gobierno republicano. Así decía:
“Un voto favorable al presupuesto en el Parlamento no es un acto de ayuda ‘material’, sino un acto de solidaridad política. ¿Si es lícito votar por el presupuesto de Negrín, por qué no habría de serlo enviar representantes a su gobierno? (…)
La pregunta de Shachtman: ‘¿Cómo podemos negarnos a entregar un millón para comprar fusiles en el frente?’ nos ha sido hecha miles de veces a los marxistas revolucionarios por los reformistas: ‘¿Cómo pueden negar a votar los millones y millones necesarios para las escuelas y las carreteras, por no hablar de la defensa nacional?’. Admitimos la necesidad de las escuelas y carreteras, de la misma forma que admitimos la necesidad de la lucha contra Franco (…) pero nos negamos a votar los presupuestos del gobierno capitalista. (…)
Desde el punto de vista de la agitación, no tenemos ninguna dificultad, hoy día, para explicar nuestra postura en España por el voto negativo: ‘Pedimos dos millones para fusiles y solo nos dan uno. Reclamamos la distribución de los fusiles con control obrero y nos lo niegan. ¿Cómo habíamos de dar voluntariamente nuestro dinero y nuestra confianza a un gobierno que nos hace esto?’ Todo trabajador comprenderá y apoyará nuestra postura.”

Claramente, los diputados del PO y el PTS hubieran votado junto al stalinismo el presupuesto del gobierno republicano, tal como hoy votaron la ley de Macri y Fernández junto a todos los políticos patronales. Una política opuesta por el vértice al legado revolucionario del trotskismo, con el cual rompieron abiertamente y desde hace rato.

 

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