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Colombia - Junio de 2018

Luego del pacto de las FARC, los Castro, Santos y EEUU de entrega de la resistencia colombiana, se consuma la farsa de la “segunda vuelta” de las elecciones presidenciales

Duque y Petro: dos candidatos de Trump y Wall Street

Con el 54% obtenido por el uribista Duque y el 42% de Petro,
Se relegitima el régimen de las 9 bases militares norteamericanas

En una abierta política de colaboración de clases…
El PST (el partido de la LIT-CI en Colombia) llamó a votar por Petro

El pasado 17 de junio se enfrentaron en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales dos candidatos de Trump y Wall Street: el uribista Iván Duque y el ex-guerrillero Gustavo Petro. Ganara quien ganara, siempre triunfaban los yanquis.
Duque finalmente superó a Patro con el 54% de los votos y será quien comande el próximo gobierno de los verdugos de la clase obrera y los explotados en Colombia.
Este proceso electoral es un enorme triunfo para el conjunto del imperialismo y la burguesía, que logran legitimar el régimen de las 9 bases militares yanquis tras los “Acuerdos de Paz” de La Habana firmados por la dirección de las FARC, los Castro, Santos-Uribe y el imperialismo yanqui.
Estos “Acuerdos de Paz” significaron el desarme unilateral de las FARC y la entrega de la resistencia colombiana por parte del castrismo a una brutal masacre de dirigentes campesinos y obreros a manos de los paramilitares y las FF.AA.
La traición histórica del castrismo abrió la puerta a la expropiación a sangre y fuego de millones de campesinos y la entrega plena de sus tierras a las trasnacionales imperialistas, fundamentalmente a la Chiquita Brands, sucesora de la United Fruit Company, promotora de sanguinarias dictaduras militares en Centroamérica durante todo el siglo XX.
Tras los Acuerdos de La Habana y con el TLC, en Colombia se ha profundizado el brutal proceso de semicolonización como jamás había visto este país. Del mismo modo que hizo con la tierra, el gobierno de Santos avanzó en la entrega de la minería a la Glencore, la BHP Billiton y la Anglo American, y el petróleo a la Chevron, la Exxon, Repsol y BP.
En las ciudades, la clase obrera sufre condiciones de esclavitud, despidos y persecución de sus dirigentes. A diario se suceden los asesinatos y masacres en la ciudad y el campo. Las cárceles del régimen están pobladas con más de 7 mil presos políticos.
Esto se ha garantizado con un régimen de cuasi-protectorado bajo la tutela de los generales del Pentágono, que rigen Colombia como los centuriones del Imperio Romano en los territorios conquistados.
Estos son los resultados del pacto entre Obama y los Castro con el cual entregaron el estado obrero cubano al imperialismo y hoy la bandera yanqui ya flamea en La Habana y que en Colombia ha definido la actual tragedia que padecen los explotados.

Estas condiciones de sometimiento y saqueo imperialista generaron un enorme desprestigio del régimen y el odio al gobierno semi-fascista de Santos.
El proceso electoral vino a vestir de “democrático” al régimen. Con el resultado -Duque obtuvo el 54% de los votos y Petro el 42%-, los explotadores avanzan en establecer un bipartidismo entre el uribismo y una centroizquierda burguesa encabezada por Gustavo Petro, con el cual edulcorar ante los explotados al régimen post-pacto contrarrevolucionario de La Habana.
Con el ingreso de Colombia a la OTAN, este país deviene abiertamente en un portaaviones del imperialismo yanqui contra las masas latinoamericanas, que le permitirá profundizar su ofensiva sobre su patio trasero.

La candidatura de Gustavo Petro estuvo al servicio de este plan. Es que luego de desarmar y entregar a la resistencia, la dirección de las FARC se hundió. En las elecciones legislativas del mes de marzo pasado solo obtuvieron un mísero 0,32% de los votos.
Con un discurso “anti-Urube” y “anticorrupción”, la candidatura de Petro surgió como un engaño para canalizar el odio de las masas contra las instituciones de dominio de los explotadores y el gobierno de Santos y disfrazar de “democrático” a un régimen totalmente bonapartista, tutelado por las 9 bases militares, la Chiquita Brands y los parapoliciales, con gobiernos y partidos políticos títeres de los yanquis. Un crudo botón de muestra de esto es que no terminaban de contar el último voto y ya eran asesinados 3 dirigentes comunales en Cauca.
A este embaucador de Petro se lo ha presentado como un “candidato del pueblo”. Nada de eso. Petro es un ex-dirigente del M19 que en 1990 se desmovilizó y pactó con la oligarquía y el imperialismo; un delator y entregador de la resistencia que devino en un político de la burguesía. Fue corredactor de la Constitución de 1991, ocupó escaños en el Congreso en diversas oportunidades e incluso fue alcalde de Bogotá en el año 2010, desde donde avaló la instalación de las bases militares yanquis en territorio colombiano y administró los negocios del imperialismo y la oligarquía bogotana.
Él fue un pilar fundamental en esta trampa de las elecciones presidenciales contra las masas y para ello contó, lamentablemente, con la colaboración de corrientes que se reclaman de la clase obrera, como el Partido Socialista de los Trabajadores, el grupo de la LIT-CI en Colombia.
En marzo, el Comité Ejecutivo del PST hizo pública una “Carta Abierta” dirigida a Petro, proponiéndole que encabece un “frente de izquierda y los trabajadores”, en lugar de formar un frente con partidos burgueses como “Compromiso Ciudadano” hacia las elecciones presidenciales, que es el acuerdo que finalmente Petro selló.
Luego de esto, el PST “subió la apuesta” y llamó a votar “críticamente” por Petro.
El PST justificó su apoyo a Petro mostrándolo como un “candidato independiente”. Esto es un engaño a los trabajadores y explotados: Petro es un político patronal, agente directo del imperialismo. En una Colombia que ha devenido en un verdadero enclave del imperialismo norteamericano, ¡el PST habla de un “candidato independiente” que se presenta a elecciones sin el aval y el apoyo de los yanquis!
Pero incluso escondiendo quién es Petro, el propio PST no puede ocultar que la alianza “Petro Presidente” que lo postuló en la primera vuelta y la “Gran Coalición por la Paz” que lo apoyó en el ballotage, fueron frentes con partidos burgueses como “Fuerza Ciudadana”, el “Partido Alianza Verde”, “Nuestro Partido es Colombia” o “Compromiso Ciudadano”. ¡El propio PST denuncia las alianzas de Petro con estos partidos, planteando que éstos son “partidos de la burguesía y sectores que apoyan el neoliberalismo (“La unidad es con la izquierda y la clase trabajadora”, 15/05/18)!
Es más, el propio PST debe reconocer que el partido “Compromiso Ciudadano”, que apoyó a Petro en la segunda vuelta, es respaldado por el Grupo Empresarial Antioqueño, un poderoso conglomerado de 125 compañías, la mayoría de las ramas financiera y alimenticia, que inclusive tiene filiales en otros países latinoamericanos.
Todo esto es una verdadera confesión de parte: aún denunciando que es un frente con la burguesía, el PST igualmente llamó a votar por Petro, una de las variantes patronales que tuvieron los gringos para que continúen garantizando el completo sometimiento de la nación a los dictados de Wall Street. Lamentable.

La dirección del PST podrá alegar que su llamado a votar por Petro fue una táctica. No es así. Lo que es táctico para los revolucionarios es la intervención en las elecciones. Muy distinto es el apoyo político a la burguesía y sus candidatos, que es una cuestión estratégica y de principios, porque significa liquidar la independencia de clase y someter a los trabajadores a sus verdugos. En palabras de Trotsky, quien le entrega aunque sea el dedo meñique a la burguesía, le está entregando el alma al diablo. Al apoyar al burgués pro-imperialista Petro, la dirección del PST entró al infierno y deberá hacerse responsable de todas las medidas antiobreras y al servicio de la oligarquía y el imperialismo que Petro vote como senador.

La LIT-CI se ha pronunciado en Brasil contra la política de corrientes como el PSOL y el MAIS (una fracción pro-stalinista que rompió con el PSTU), que apoyan el frente de colaboración de clases de Lula y el PT junto a los partidos burgueses PSB y PDT y la iglesia. Ahora bien, no hay diferencia de contenido entre la política frentepopulista de estos partidos y la del PST de Colombia. Si la LIT-CI quiere ser consecuente con lo que dice, debe repudiar públicamente la política de su grupo colombiano. De no hacerlo, quedará evidenciado que la independencia de clase que la LIT dice defender no es más que una impostura. La LIT-CI tiene la palabra.

Florencia Barcaz y Juan Carballo

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