El ocaso del kirchnerato... el ocaso de la impostura y el fraude anti-obrero de la "Revolución Bolivariana"

¿La clase obrera argentina tras las huellas de la rebelión de los explotados de Brasil?

Estamos presenciando el ocaso del kirchnerato. Un gobierno que surgió con el 17% de los votos. En el medio de uno de los grandes hitos históricos de la clase obrera argentina, la revolución del 2001.
Los trabajadores y el pueblo pobre que habían votado por De La Rúa, lo sacaron en las calles. Había prometido ser distinto al menemato, y sólo fue su continuidad, bajo nuevas formas. Cavallo, el representante de la Banca Morgan, había sido ministro de ambos.
El kirchnerato no sacó fuerzas del apoyo de las masas, sino que en aquellos años surgían las llamadas “revoluciones bolivarianas”. Los enormes levantamientos de lucha revolucionaria de la clase obrera que comenzaran en Ecuador, Bolivia, Argentina y Venezuela fueron expropiados por las burguesías nativas, sostenidas por el stalinismo y los renegados del trotskismo que los legitimaban por izquierda.
Los Chávez, los Castro y los Morales vinieron a Argentina en el 2003-2005 a convencer a la clase obrera de que Kirchner era un “luchador antiimperialista”.
En las escalinatas de la Facultad de Derecho, en un discurso público, Castro anunciaba que Kirchner iba a repartir la riqueza. Toda la izquierda argentina salió en su apoyo. Mientras tanto, con una feroz devaluación de más de un 200%, el salario de la clase obrera fue totalmente saqueado. Millones de trabajadores desocupados eran llevados por los capitalistas como mano de obra esclava a las nuevas maquilas.

Con la devaluación, con los subsidios a los capitalistas, con la legitimidad que le dieron los “bolivarianos” que encubrió una feroz explotación a la clase obrera, se asentó el kirchnerismo. Este cooptó a sectores de las clases medias, no sólo con demagogia “setentista”, sino con un ciclo de expansión y consumo abierto por la devaluación, la renta agraria, el aumento de los precios de los minerales y la inversión de las transnacionales del MERCOSUR.

Las “revoluciones bolivarianas”, incluso en Venezuela, hoy sacudida por una feroz catástrofe y padecimiento de las masas (sólo comparable con los niveles de fines de los `90), resultaron ser una estafa para impedir el triunfo de la revolución socialista.
La misma Cuba ya no “reparte”. Es entregada a los capitalistas y al imperialismo por los hermanos Castro. Con mercados regionales como el ALBA, la nueva burguesía cubana se asoció a las burguesías nativas latinoamericanas, despidiendo a centenares de miles de obreros, destruyendo el comercio exterior nacionalizado, decretando el derecho de herencia, entre otras medidas. Han llevado a Cuba a la restauración capitalista y esto fue posible porque el castrismo y los ex-trotskistas que lo legitimaron, estrangularon la revolución socialista en América Latina.
El grito de guerra de este rejunte del Foro Social Mundial fue “¡no hay condiciones para hacer una nueva Cuba en América Latina, ni en Cuba!”. Y lo que surgió fue más colonización del continente.
El imperialismo yanqui vino por su patio trasero, luego de sus aventuras militares en Irak… Obama resultó ser el “buen vecino” americano para los Castro, los Chávez y los Lula. El nuevo Bush tiznado sólo profundizó el saqueo de las riquezas del continente y, en el medio del crac de Wall Street, hundió a la clase obrera norteamericana en las mismas condiciones de maquila en las que están los obreros de México y América Latina.
Lo que estamos presenciando entonces, es el ocaso de esa mentira e impostura, de lo que fue la “revolución bolivariana”, donde sus prohombres, como Lula, Kirchner, Morales y Chávez, resultaron ser tan lacayos del imperialismo como los presidentes de los países atados al TLC. Si estos, hoy se sobreviven, es porque le imponen durísimos ataques a las masas.

En su bancarrota el imperialismo no reparte ni democracia, ni libertad, ni pan. La sangre con la que las potencias imperialistas regaron el Magreb y Medio Oriente revolucionarios, el martirio de la clase obrera china, de los obreros de África, son un indicio de que el imperialismo no sale de su crisis sin aplastar al proletariado. Una América Latina saqueada en sus commodities, minerales y materias primas para el ciclo de expansión del capitalismo en el Pacífico, no está para democracias liberales, ni juegos izquierdistas, ni para gobiernos que coquetean con el pueblo.

El rol de las direcciones traidoras de las masas es que éstas se rindan. Esto es lo que le impusieron los hermanos Castro y el fascista Uribe a la resistencia Colombiana.
El Kirchnerato termina su ciclo en medio de una contraofensiva imperialista en respuesta al enorme ascenso de masas del 2008 que, asentada en los duros golpes contra la clase obrera griega y europea, con la masacre siria, la entrega de Cuba al imperialismo y el fortalecimiento de Obama, hoy viene a por todo, en todo el planeta.

Los parlamentarios del FIT no se encontrarán en una Argentina “democrática” y con “paz social”.
El ciclo de expansión capitalista solo logrará sobrevivirse si se le extrae una enorme nueva masa de plusvalía  a la clase obrera argentina y se profundiza el saqueo de la nación.
En Brasil, las masas se sublevaron contra todas las direcciones que durante décadas entregaron el salario de la clase obrera, su vivienda, la salud y la educación. Fueron el PT y los partidos de izquierda los que desde el parlamento y el gobierno administraron excelentemente bien los negocios de los capitalistas y desde los sindicatos entregaron todas las conquistas obreras…
Las masas se sublevaron al grito de “no nos representan” y en el Brasil profundo ya entraron en una enorme ebullición los que nunca tuvieron voz ni voto en ninguna de las decisiones de esa democracia para ricos.
Las “revoluciones bolivarianas” están en su ocaso, no sólo el kirchnerato. A ninguno de ellos las masas los soportan más.
El gobierno “socialista del siglo XXI” de Maduro, no tienen nada que envidiarle a los gobiernos hambreadores de los ´90, del la COPE y la Democracia Cristiana.
Morales ha emitido bonos de la deuda externa de Bolivia y se ha asociado a la Banca Morgan, cobrando comisiones suculentas para colocarlos en Wall Street.
Lo que se trata de precisar aquí es si estos gobiernos y todas las direcciones y burocracias sindicales del continente, entregadoras de la lucha de la clase obrera, van a correr la misma suerte que la burocracia sindical y las direcciones traidoras de Brasil.

El voto al FIT es un voto de independencia de clase en Argentina, pero la burguesía ya ha detectado que expresa que existe un proceso profundo en el movimiento obrero de rebelión desde las bases contra los traidores de la burocracia sindical y sus gánsters a sueldo. Éstos que fueron los garantes de que la burguesía y las clases medias ricas se lleven la plata en “pala”,  y aquí quede el impuesto al salario, la carestía de la vida y la inflación.
Eso es lo que los trotskistas afirmamos que expresa el voto al FIT.
La burguesía se ha percatado de ello. Ha corrido momentáneamente de escena a todas las facciones de la burocracia sindical a las que ve debilitada y por abajo sostiene a todos sus buchones. Ha mandado a su casta de jueces a atacar al movimiento obrero. La burguesía necesita de una izquierda complaciente democratizante y conciliadora con todas las instituciones del estado burgués puesto que así legitimaría el blindaje que necesita el kirchnerismo para resguardarse del odio de las masas.
La burguesía no se ha asustado con el ingreso del FIT al parlamento, ni mucho menos, el voto al FIT parará el ajuste como dice Cristian Castillo, su diputado provincial, siguiendo lo afirmado por un periodista de La Nación.
Si la burguesía retrasa un nuevo ataque a la clase obrera no es porque le tenga miedo al ingreso de esta izquierda al parlamento, sino porque ya ha percibido este estado de rebelión y de predisposición al combate de amplias capas de los explotados que ya no puede controlar tan sólidamente como antes… Por eso el garrote de los jueces videlistas.
Contra la posición de los reformistas que siguen dándole un carácter progresivo al kirchnerato al anunciar, como dijo Altamira, que vendrá un “parlamente caliente” con grandes debates democráticos, el gobierno y el régimen se blindan.
Parece mentira que siendo el FIT quien tiene en sus filas a una gran parte de los 6.500 compañeros procesados, haya devenido tan abiertamente en una izquierda tan democratizante.
Los revolucionarios vamos a luchar porque al ocaso de kirchnerato le prosiga un levantamiento de masas, como en Brasil, pero organizado y dirigido por una clase obrera dura, clasista y revolucionaria que sea capaz de ponerse de pie y ser ella la que le ponga el pie en el pecho a sus verdugos, que esta vez, a no dudarlo, vienen a por todo. La dirección del FIT o le da una alternativa hacia un camino revolucionario a la vanguardia que busca presentar batalla, o será un factor más de la desmoralización de las masas. Esas son las alternativas que el FIT tiene por delante. Tiene que optar.
Nuevamente, reforma o revolución es la alternativa que está planteada para los obreros avanzados que buscan un camino revolucionario.
Los trotskistas de la IV Internacional ya elegimos con claridad la verdadera alternativa que está planteada: revolución socialista o barbarie.•

 
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