Voces desde los piquetes de una gran lucha

DO: ¿Cómo son las condiciones de trabajo en la fábrica?

“Yo soy madre soltera, tengo dos hijos, y había renunciado a otro trabajo para entrar acá. Tuvimos capacitación con un trabajador, no con personal de capacitación. Y a la persona que te capacita le dicen “vos capacitá a esta persona pero sacame la producción”; entonces es “mirá y aprendé” (…)”.

“Tenés 10 minutos de descanso en que tenés que elegir si desayunar o ir al baño. Además el baño nos queda a casi dos cuadras; y tenés que estar en tu puesto de laburo antes de que toque el timbre, entonces no son ni diez minutos de desayuno. Es decir que trabajamos casi sin descanso. Y cuando tenés errores y te tenés que quedar a arreglarlos, eso no corre como horas extras y no te lo pagan, porque tenés que cumplir con ese objetivo. Y a mí me tuvieron 9 meses para efectivizarme”.

“Acá toman de a 50 personas y quedan como mucho 10. Y ahí aprovechan y echan a los que tienen tendinitis u otras enfermedades crónicas. Yo conozco a muchas compañeras que no decían que les dolía el brazo por miedo a que las echen”.

“Somos muchas compañeras y compañeros precarizados, y cada uno en vez de ocupar un puesto de trabajo hacen dos o tres tareas al mismo tiempo. Hubo un caso de una compañera mía que estaba descompuesta y pidió ir a la enfermería pero le dijeron que no con la excusa de que no había nadie para cubrirla. Esa chica se desplomó. Y así mil casos. Otra compañera se cortó la mano trabajando en la línea, fue a la enfermería, le pusieron una vendita y a seguir trabajando (…)”.

“Tengo tendinitis y la mayoría de los compañeros están igual. Y eso ya te queda, te impide hacer cualquier otro trabajo porque la mano ya te queda mal. Y si te dan licencia, cuando volvés a trabajar te pasa lo mismo, seguís con eso y vas empeorando porque siempre hacés lo mismo”.

“La línea de producción vuela. Y vos tenés que estar al ritmo de la línea. La línea está prendida y vos tenés que correr para llegar al puesto (objetivo de producción, N. de R.). Y si no alcanzás, te tenés que quedar en tu descanso para llegar”. (…) “Atrás de cada una de nosotras anda la encargada diciéndonos a los gritos y maltratándonos; “corro y me adelanto, vamos” para que nos apuremos”.

“Hay sectores en los que te obligan a trabajar todos los sábados. Muchas compañeras siempre decían “puedo, puedo, puedo”, hasta que un día nos cansamos y dijimos que no iba más”.

“Veníamos siempre a trabajar los sábados y llegaba al final de la quincena y no ganábamos nada. Y los sábados trabajabas igual o peor, porque tenés que adelantar lo de toda la semana atrasada. (…). Al final trabajas el doble, y solo nos pagan el 50% más”.

No podés negarte a las horas extras, aunque ellos te dicen que es optativo. Te dicen que es optativo pero cuando decís que no, te mandan a un lugar peor”.

“En mi sector para bajar 110 mazos teníamos que ser 9 personas. Éramos 5 y nos exigían lo mismo”.

“Yo tengo tendinitis. Estuve tres días con dolor y cada vez que iba a la enfermería me daban un Diclofenac  y me mandaban a trabajar. Al tercer día ya tenía una pelota hinchada. Volví y dije que me dolía en serio y el enfermero se rió y me dijo “es una inflamación muscular, es por el tatuaje que tenés”.

DO: ¿Cuáles son sus demandas y cómo ven que se puede ganar esta lucha?

Exigimos la reincorporación de los compañeros, aumento salarial, que ceda el maltrato laboral y que podamos elegir a nuestros delegados. No tenemos representación sindical ahí adentro”.

A los delegados te los pone la patronal, jamás hubo elecciones. Cuando veníamos en un micro todo roto y llovía y llegábamos todas mojadas, le decíamos al delegado: “che, ¿podés hablar por esto?”; y nos respondía: “No, ustedes se tienen que conformar porque si yo voy y digo eso la empresa va a decir ‘bueno, les saco los micros y ustedes se van a joder porque tienen que venir en colectivo’ (…)”.

“Estamos encuadrados en el convenio del gremio del plástico. Nosotros somos de una empresa multinacional y hacemos mazos eléctricos para Mercedes Benz y Volkswagen. Y luchamos para ganar lo que nos corresponde. Porque estamos cobrando la mitad de lo que deberíamos ganar. Ese es el gran problema. El sueldo promedio es de 4.500 pesos. En las empresas que hacen lo mismo que nosotros están ganando alrededor de 7.500 pesos. Y es una limosna”.

“Tenemos que mantenernos firmes y sin retroceder. Ahora que estamos acá, hay que seguir hasta el final. Ya no podemos retroceder, no hay marcha atrás en esto. Todos los que estamos acá estamos decididos a seguir porque nos consideramos todos despedidos, porque la lucha se hizo única. Porque hay un factor común que es creer que los despedidos somos todos y luchamos para que eso cambie”.

 

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