Dialogamos con Leo del Movimiento T.Or.Re de trabajadores desocupados

“El cambio va a venir desde abajo. Una demostración son
estas expropiaciones espontáneas”

Do: ¿qué opinas sobre los levantamientos del hambre del 20 de diciembre del 2012?

Leo: Esto nos hizo recordar el 2001. Vimos lo que podía pasar en el nuestro o en cualquier barrio. Acá en La Matanza -donde hoy no hubo expropiaciones- hay una situación social común a todos los suburbios de las ciudades. En sectores ocupados o con changas, el hambre se ve, las necesidades y la posible reacción también. En vísperas de las fiestas, la tradición de tener la comida para la cena de navidad y año nuevo fue el motor para de manera espontánea, desorganizada, buscar el pan.
Acá hay lugares donde hay trabajo y comida. Hay que ir a donde se producen los alimentos o donde hay grandes concentraciones de alimentos, plantarse a partir del barrio, unirse con el ocupado, desde las fábricas, junto con el desocupado que changuea o no tiene nada, sin esperar a la espontaneidad para resolver las necesidades. Hay que organizarse para pelear por trabajo, garantizar el alimento, la salud y la educación.

DO: ¿Cuál fue el rol jugado por el movimiento piquetero y de las organizaciones arrebatadas a la burocracia sindical?

Leo: Hicieron un silencio total, debido a la política de cooptación del gobierno, del estado y del régimen. Ante cualquier pueblada las organizaciones sociales, o ante una huelga obrera, los sindicatos -incluso los arrebatados a la burocracia- lo que han venido desarrollando es una dependencia hacia el estado y a los privilegios que el estado puede dar, de legalidad, de estabilidad laboral, etc. Hoy ante el estallido del hambre lo que han hecho todas estas organizaciones es silencio, que en realidad es una “táctica” para mantenerse dentro del régimen.
Las organizaciones más de izquierda podrán querer mantener sus prebendas y sus acuerdos, pero acá tienen una base social, incluso una más “privilegiada” que pueden ser los trabajadores ocupados, que van a ver perder las conquistas que les quedan y caer su nivel de vida, sea del que cobra $10.000 o un desocupado con un plan de $600 o de $1200. La situación económica del capitalismo a nivel mundial demuestra que no hay lugar para hacer reformas y poder mantener esos niveles. Lo único que le queda a esas organizaciones es ponerse del lado de las necesidades de las clases explotadas o traicionarlas poniéndose del lado del enemigo. Y, se pongan donde se pongan, su posición de ser garantes de la paz social del capitalismo va a terminar.
Hay que refundar al movimiento obrero de abajo hacia arriba. El cambio va a venir desde abajo. Una demostración son estas expropiaciones espontáneas. Una III Asamblea nacional Piquetera, de ocupados y desocupados, será posible con una reorganización del movimiento obrero. Hoy por hoy es absolutamente impensable con esta dirigencia, que basa su política en ver qué cosa le puede dar el estado.
Las organizaciones que surgieron en la apertura de la revolución del 2000/2001 terminaron administrando recursos, miseria, planes, subsidios, subordinados a la Alicia Kirchner. No basaron su política en las reivindicaciones de la clase y no desarrollaron la lucha por el poder. Su política de conseguir recursos era para someter a la clase a su voluntad y su capricho. Y no como hacer que la clase evolucione hacia la toma del poder. Que esta experiencia pase a los nuevos revolucionarios y luchadores, los encargados desde debajo de generar las nuevas organizaciones. Que tengan en cuenta esto y generen anticuerpos como organismos y formas de control hacia la dirigencia, que impidan una nueva decepción.

 

 
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