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17 de octubre de 2016

La declaración de Altamira del 29 de septiembre sobre el genocidio en Siria:
Denuncia una masacre para dejarla correr

La masacre a las masas de Aleppo no hace más que recrudecerse día tras día. Bombardeos indiscriminados, demolición de las ciudades, centenares de muertos por día, cerco para evitar el ingreso de abastecimiento y alimentos, bombas de fósforo blanco, de racimo, armas químicas… Estamos ante un verdadero plan de exterminio contrarrevolucionario para aplastar uno de los grandes focos revolucionarios en Siria, Aleppo, la capital de la resistencia, a manos de Al Assad y Putin, con el visto bueno de Obama y Erdogan.
Antes que los obreros y oprimidos del mundo estallen en ira por esta brutal masacre a sus hermanos de clase sirios, desde la izquierda reformista se intenta dar una explicación a lo que sucede, luego de que durante 5 años y medio guardaron un vergonzoso silencio sobre este genocidio, que ya lleva 600.000 muertos y ha forzado a más de la mitad de la población de toda Siria a tener que dejar su casa.

Así vemos la posición de Altamira, publicada en Prensa Obrera 1430 del 29 de septiembre, bajo el título “Masacre en Aleppo”. Esta declaración denuncia la enorme masacre que hay, aunque omite decir que semejante genocidio ya lleva 5 años y medio y fue lanzado por Bashar Al Assad (y los que lo apoyan y sostienen como Putin, los Ayatollahs iraníes y los mercenarios de Hezbollah) para aplastar una fenomenal revolución por el pan y la libertad que se puso de pie en 2011 como un eslabón de una única cadena de revoluciones de todo el Magreb y Medio Oriente.
Es que para el PO en Siria se está desarrollando la siguiente situación: “Los bandos que protagonizan esta guerra civil se encuentran bajo la dependencia, de un lado, del imperialismo norteamericano, la OTAN y los regímenes de Arabia Saudita y Turquía, y del otro, de Rusia e Irán, principalmente, que sostienen a la dictadura de Bashar al Assad.” (“Masacre en Aleppo” por Jorge Altamira, 29 de septiembre de 2016)
Esta apreciación, que nada tiene que ver con la realidad (como ya fuera demostrado en la polémica hecha por Ivan Leon de fecha 1/10), niega la revolución en Siria y de esta forma no plantea ninguna tarea para que ésta triunfe ni en Siria ni fuera de ella.
Altamira dice que los rebeldes están bancados por el imperialismo yanqui, quizás por el hecho mundialmente conocido que EEUU le dio algunas pistolas 9mm y cuchillos –y algunos fondos- a algunos generales del ESL, pero no dice que esto fue para que puedan ir al interior de las ciudades rebeldes a dar dádivas, ganarse prestigio, controlar a las masas y así poder entregarlas desde adentro. Y, como también sucede con toda la izquierda reformista mundial, ocultan a donde sí está EEUU interviniendo directamente. Hay generales del Pentágono, marines, aeropuertos de la fuerza aérea norteamericana en la zona kurda del norte de Siria conocida internacionalmente como “Rojava”, comandando directamente a las YPG dentro de las “Fuerzas Democráticas de Siria”, que se encuentran en un pacto con el perro Bashar (el cual inclusive tiene puestos de control y oficinas estatales en las ciudades más importantes de “Rojava”) y han invadido zonas rebeldes con la ayuda de los bombardeos de la aviación rusa.

La realidad no es lo que afirma Altamira. No hay dos bandos tal cual los describe, ni tampoco son los dos lo mismo, como afirma en su declaración cuando dice: “El pueblo de Siria no obtendría ningún beneficio ni el menor progreso con la victoria de cualquiera de los dos lados en disputa.” (Ídem)
Para el PO es lo mismo el fascista Al Assad, que demuele ciudades enteras, que ha masacrado a 600.000 personas, que ha provocado una verdadera diáspora del pueblo sirio, que el ESL que para tener legitimidad ante las masas tiene que posar de su defensor ante semejante masacre. Están planteando que es lo mismo el fascismo que la democracia, el aplastamiento y la masacre al engaño democrático, y por lo tanto sólo se puede desprender no tomar parte en ninguno de estos frentes.
Para Altamira es lo mismo aquel que, con engaños, busca impedir que las masas expropien a la burguesía que el que degüella a los revolucionarios directamente. Le da igual tener un puesto de control del ESL que cobra impuestos a las masas con la excusa de defender sus casas que aquel que se las destruye con sus bombardeos aéreos. Se nota que Altamira no está escribiendo esto desde el Aleppo cercado, pues si estuviera allí entendería bien la diferencia entre los falsos amigos que se encuentran en el frente contra Bashar sólo por sus negocios y las tropas basharistas que si llegaran a entrar matarían a todos los rebeldes y civiles despiadadamente.
Por el contrario, para el trotskismo (con el cual el PO ha roto hace rato) “…incluso durante la etapa imperialista, la democracia burguesa conserva sus ventajas frente al fascismo, que siempre que uno y otra choquen violentamente, es necesario sostener a la democracia contra el fascismo.
Sin embargo, añadíamos: podemos y debemos defender a la democracia burguesa no con los métodos de ésta, sino con los de la lucha de clases, o sea, con métodos que preparan el derrocamiento de la democracia burguesa por medio de la dictadura del proletariado.” (León Trotsky, ¿Es posible la victoria? 1937, negritas nuestras).
De estas lecciones de la revolución española de los ’30 se desprende el programa que hemos levantado los trotskistas para Siria de que estamos en la primera línea para enfrentar al perro Bashar, luchando por llegar a Damasco, parar la guerra ganándola, pero para hacerlo hay que expropiar a la burguesía, los bancos, las fábricas, los pozos de petróleo, pelear por el armamento generalizado, poner en pie los comités de coordinación y que la dirección de la guerra civil esté en manos de los explotados y no de la burguesía.

Altamira y el PO están en una amplia ruptura con el programa del trotskismo para España en los ’30 y el curso de acción en el momento, que fue estar en el frente militar con la república, contra Franco, sin dar ni un centímetro de apoyo político a la burguesía republicana. Ese mismo campo burgués republicano era apoyado formalmente por Inglaterra y Francia, de la misma manera que hoy Obama dice públicamente en algún que otro discurso (y cada vez lo dice menos) que está del lado de la burguesía siria opositora a Bashar. Y esto no impidió a los revolucionarios ir al frente de batalla a derrotar al franquismo, puesto que éste venía a aplastar la revolución a sangre y fuego, y la primera tarea para el triunfo era aplastar a Franco y sus fuerzas fascistas, mientras no se negó nunca la lucha de clases ni se sometía el proletariado a la burguesía republicana, como sí lo hacía Stalin y el frente popular. Por eso planteábamos (como planteamos hoy en Siria) que para el triunfo de la guerra civil era necesario el triunfo de la revolución socialista, y por eso el programa de intervenir en la guerra civil con los métodos de la revolución, de la expropiación de la burguesía, de poner en pie los organismos de democracia directa y doble poder de las masas, como ya hemos expresado antes.
Por ello, Trotsky, en el mismo trabajo citado más arriba, termina planteando: “Esto significa que en el proceso de defensa de la democracia burguesa, incluso con las armas en mano, el partido del proletariado no debe asumir ninguna responsabilidad respecto a la democracia burguesa, no debe entrar en su gobierno, sino que debe conservar plena libertad de crítica, de acción, frente a todos los partidos del Frente Popular, preparando así el paso de la democracia burguesa a la etapa siguiente.” (Ídem).

Es así que las lecciones de la revolución española de los ’30 han marcado un verdadero curso revolucionario a seguir en Siria, que hoy deja a un lado Altamira, por no decir todas las corrientes de la izquierda reformista. Todas ellas han usado estas posiciones como las de Altamira para justificar que han aislado a las masas sirias durante más de 5 años y medio, mientras se llevaba a cabo un genocidio contrarrevolucionario.
Hoy vuelven a hacer lo mismo, cuando plantean: “Los trabajadores del mundo entero debemos movilizarnos contra las masacres que impulsan de uno y otro lado” (“Masacre en Aleppo” por Jorge Altamira, 29 de septiembre de 2016). Este llamado a la movilización termina siendo no más que un saludo a la bandera puesto que no solo nunca se han movilizado contra ninguna masacre (y cuando hubo semejante llamamiento no asistieron), sino que al condenar “las masacres que impulsan de uno y otro lado” por igual no enfrentan a la masacre “de un lado” en particular (de Al Assad) contra los trabajadores y el pueblo sirio, que es la que bombardea, destruye las ciudades, cerca y hace que mueran de hambre, enfermedades, etc.

Todas estas corrientes, como el PO, desde el 2011 dicen que los levantamientos revolucionarios fueron armados por el imperialismo, que no hay lucha de clases sino entre tribus bárbaras y religiosas, que son todos terroristas y demás inventos que vistieron a las masas explotadas del Magreb y Medio Oriente como los enemigos de la clase obrera mundial, separándolas y aislándolas.
Llegaron a decir que no había clase obrera en Siria, y por eso en la declaración del PO los trabajadores no existen. ¿Quién trabaja en los pozos de petróleo, en el transporte, en la industria liviana, en las fábricas textiles, de materiales para la construcción, refinerías? ¿Puede ser que haya burguesía siria sin explotar ningún proletariado? ¿Qué modo de producción hay entonces en Medio Oriente?
El PO ya ha roto con el abc del marxismo. ¿Cómo se puede plantear una política marxista si no se identifica dónde está su sujeto social? El PO lo arregla fácil: abstención. Nunca plantea ningún programa para dentro de la misma Siria.
Altamira, entonces, basa su análisis en que no hay clase obrera y, con un método que no plantea la realidad tal cual es ni tampoco explica cómo se llegó a la misma, usa hechos sueltos aislados actuales -como la actual invasión de varias tropas extranjeras y que hay muchas burguesías de varios sectores y países- para justificar su conclusión de que sólo hay burgueses matándose entre ellos. Entonces, en esta situación que describe, Altamira no plantea ningún curso de acción concreto para los explotados, permitiendo de esta manera que todos los sectores burgueses y el imperialismo sigan actuando… en otras palabras, que Bashar siga masacrando.

En definitiva, buscan que ante semejante masacre que conmueve al mundo entero, los trabajadores del mundo no se levanten por sus hermanos de clase de Aleppo, que no vean allí una masacre contra ellos, sino una lucha entre muchas potencias imperialistas, en lucha en la cual sus intereses no están representados y en todo caso, su posición parece inclinarse más hacia un sentido humanitario, exigiendo que pare todo tipo de masacre.
Pero, a diferencia de los trotskistas, no plantean que para parar la guerra hay que ganarla, derrotando a los genocidas y llegando a Damasco. Muy por el contrario, ellos opinan que puede parar con Al Assad en el poder, es decir, que se consume el genocidio, que se imponga la paz de los cementerios y que las masas se rindan. Este es ni más ni menos que el plan de Obama de, sobre la base del aplastamiento de la revolución y la rendición de las masas, se imponga un pacto entre todas las fracciones burguesas intervinientes, bajo su comando y dirección, para hacer un gobierno de unidad nacional, reconstituir el ejército y hacer de Siria otro protectorado yanqui en Medio Oriente, una colonia directa tutelada por EEUU.
Así es como detrás de denuncias a muchos bloques imperialistas, el PO termina en realidad encolumnado detrás del plan de Obama.

Abu Muhajer

 

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