Los “pacos de rojo” de la dirección de la CUT y la burocracia estudiantil nuevamente dividieron y traicionaron nuestra lucha
Los trabajadores, los explotados y la juventud chilena vienen desde hace años dejando todo en el combate. El año pasado, cuando ya estaba en el poder el gobierno de colaboración de clases de la Bachelet, más de 560.000 trabajadores salieron a la lucha, que la patronal y el estado consideraron como “huelgas ilegales”, porque rompían con las leyes del maldito Código del Trabajo pinochetista.
Este año, hace apenas unos meses atrás, una nueva ofensiva de masas intentó ponerse de pie, esta vez enfrentando al gobierno de la Bachelet, la “socialista” de los generales pinochetistas y la trampa de sus “reformas” antiobreras.
De nuevo el verdadero Chile, el Chile de los de abajo emergía, motorizado porque todas las demandas de los trabajadores, estudiantes y explotados continuaban y continúan inconclusas. Ya quedaba demostrado que las “reformas” del gobierno de colaboración de clases de la Bachelet no son más que una brutal estafa para sacarnos de las calles e imponer los planes del Transpacífico, con más saqueo, flexibilización laboral, aún peor educación, etc.
Cuando enormes sectores salían a la lucha, cuando se enfrentaba abiertamente no sólo al gobierno y a sus “reformas” como la ley de carrera docente, sino a sus principales sostenedores, a los “pacos de rojo” del PC -que son parte del gobierno de colaboración de clases de la Bachelet-, como sucedía en el paro de los profesores, cuando los portuarios volvían al combate en jornadas de paro junto a los trabajadores forestales, cuando el movimiento estudiantil combativo ganaba las calles, cuando los mineros contratistas, el corazón del proletariado chileno, paralizaba todas las minas de CODELCO, cuando sectores aguerridos de la vanguardia obrera como los trabajadores del Transantiago y los obreros de la construcción del Metro salían al paro por aumento de salario y mejores condiciones laborales, cuando los pescadores artesanales enfrentaban la “Ley Longueira” contra las transnacionales imperialistas… una vez más, las direcciones reformistas nos impusieron pelear divididos y nos dejaron aislados sector por sector.
La clase obrera y los explotados ponían nuevamente a la orden del día, al alcance de la mano, coordinar a todos los que estaban peleando para unificarnos como un solo puño contra el gobierno y el régimen sirvientes del imperialismo en una poderosa Coordinadora Nacional de Lucha. Pero desde el PC y la burocracia de la CUT, los burócratas estudiantiles de la CONFECH y las corrientes miristas, anarquistas y de los renegados del trotskismo, nos cerraron ese camino.
¿Qué hubiera sucedido si se hubieran puesto en pie un Comité de huelga con delegados de base en el profesorado y se hubieran unificado con los obreros en huelga del Metro, del Transantiago, portuarios y demás sectores del movimiento obrero en un Comité de Lucha Nacional? Definitivamente la burocracia del PC enquistada en el Colegio de Profesores y la CUT no hubiera durado ni un día más dirigiendo. Lamentablemente las corrientes de la izquierda y las direcciones de las organizaciones combativas, como el CIUS y los sectores del MIR que enfrentan al gobierno, se negaron a poner sus fuerzas para concretar esta perspectiva.
Las filas obreras quedaban divididas. El movimiento estudiantil quedaba peleando solo, aislado de sus mejores aliados: la clase obrera.
Y así la burocracia de Gajardo, aún odiada y repudiada por el profesorado, luego de tres meses pudo levantar la enorme huelga de los profesores para llevarla a los pies del Parlamento y sus comisiones encabezadas por la traidora de la Vallejos.
Mientras tanto, la burocracia de SITECO, encabezada por Peña, en pleno paro minero salió abiertamente a apoyar a los burócratas traidores de la CTC, que terminaron entregando la lucha y la sangre del compañero Nelson Quichillao en mesas de negociación, sin conseguir nada, y hoy cuando hay miles de despidos en la minería, estos rompehuelgas no han movido un dedo en defensa de los compañeros.
Los portuarios habían vuelto al combate protagonizando una enorme jornada de lucha nacional. Así los trabajadores de los puertos, que habían sido la vanguardia del movimiento obrero en enfrentar al gobierno de Piñera y al Código del Trabajo pinochetista, encabezados por los obreros de Mejillones, volvían a la lucha. Pero la burocracia de la Unión Portuaria, con sus “asesores sindicales” del FEL, terminaron sometiendo a los obreros portuarios a “mesas de negociación” con el Ministerio de Trabajo por la “reforma laboral”.
Mientras tanto, el FEL, la Izquierda Autónoma y demás corrientes de la izquierda reformista desde la burocracia de la CONFECH, metieron a los estudiantes a discutir “demandas internas” por universidad y liceo, liquidando la demanda de la “educación pública y gratuita” y de "renacionalización sin pago y bajo control obrero del cobre". Es que saben bien que la lucha por la “educación primero para el hijo del obrero, después para el hijo del burgués”, es la demanda de todo el movimiento obrero y de las clases medias empobrecidas, que ven carcomer mes a mes sus salarios de miseria pagando la educación de sus hijos.
Volvieron a esconder bajo siete llaves la demanda motora del combate revolucionario de los explotados chilenos porque saben bien que eso lleva inevitablemente a plantear lo que las masas ya pusieron como moción en su lucha: ¡la plata para la educación es la que se llevan las transnacionales imperialistas saqueando el cobre! Hicieron esto en momentos en que peleaban los mineros, los portuarios, los profesores, etc. y sobraban condiciones para forjar la poderosa unidad obrero-estudiantil contra las transnacionales mineras, su gobierno y su régimen.
Este también fue el caso de las corrientes que continúan hablando de “educación pública y gratuita”, como los sectores del MIR que enfrentan al gobierno, pero que no la plantean ligada a la lucha por “el cobre para los chilenos”, cuando ésta es la única forma de financiar las demandas de los explotados, recuperando el “sueldo de Chile”. Y en medio de semejante combate, lamentablemente no tuvieron la política de que la ACES vuelva a ser un organismo de coordinación real de los estudiantes secundarios, sino que quedó como un pequeño sello de estos aparatos miristas y así impidieron que sea un punto de reagrupamiento de la vanguardia estudiantil para pelear junto a la clase obrera.
De esta forma llevaron al desgaste las energías de los estudiantes que volvían al combate, con la burocracia estudiantil bajando la amplia mayoría de las tomas y paros en las universidades y liceos.
Esto no es de extrañar: toda la izquierda chilena es sirviente de los hermanos Castro que hoy entregan Cuba al imperialismo y la bandera yanqui ya flamea en La Habana, bendecida por el Papa. ¿Cómo no van a entregar la lucha por la “educación gratuita” en Chile si apoyan que se entregue la educación cubana al imperialismo, que fue conquistada con la revolución socialista?
Como si fuera poco, negándose a plantear la unidad de los que estaban peleando, llevaban a los trabajadores en lucha como a los obreros de la construcción del Metro a luchas de presión sobre el Ministerio de Trabajo, manteniéndolos aislados a merced de la brutal represión policial que vivía desalojando el pique del Metro ocupado por sus trabajadores, que fueron llevado a una brutal derrota.
Así estas direcciones, volvieron a desincronizar nuestro combate, cuando nuevamente se había puesto a la orden del día unificarnos como un solo puño para imponer la Huelga General contra el gobierno de la Bachelet, el régimen cívico-militar y las transnacionales imperialistas, tal como actuaron en los últimos años, cuando las masas se encontraban protagonizando una verdadera ofensiva revolucionaria desde el 2011.
Y ahora nos someten a las “mesas de diálogo” del gobierno, a discutir las “reformas” del gobierno, para seguir sometiéndonos a las instituciones del régimen cívico-militar y de este gobierno antiobrero.
¡Con estas direcciones no se puede pelear, ni mucho menos pensar en triunfar!
Hace falta poner en pie una dirección revolucionaria bajo las banderas de la IV Internacional.
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