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Chile - 25 de abril de 2018

La lucha de los socialistas revolucionarios por conquistar una dirección revolucionaria de los sindicatos

¡Por una central sindical clasista de masas basada en la democracia directa
y los comités unitarios de fábrica para enfrentar al gobierno de Piñera,
al régimen cívico-militar y al imperialismo!

¡Basta de burocracia sindical! ¡Abajo el Código del Trabajo!
¡Los trabajadores nos organizamos como queremos!

A propósito de la respuesta de Manuel Ahumada Lillo, secretario de la CGT y presidente de la Central Clasista de Trabajadores, a nuestra crítica y aportes sobre la fundación de esta nueva central sindical

Desde hace décadas, la clase obrera en Chile se encuentra con sus filas totalmente desgarradas, producto del régimen pinochetista que somete bajo un control policíaco-militar a los sindicatos –que están totalmente estatizados y solo agrupan a una ínfima minoría del movimiento obrero- y del accionar de las direcciones traidoras como la burocracia de la CUT. Estamos hablando de una clase obrera totalmente atomizada, que incluso debe padecer que existan hasta 10 sindicatos por establecimiento. Ante esta situación de brutal división de las filas obreras, hay distintas posiciones de las diferentes corrientes y direcciones del movimiento obrero en relación a cómo organizar las fuerzas de los trabajadores.
Como parte de ello es que cuando se anunció la conformación de la Central Clasista de Trabajadores (CCT), intervenimos desde distintas corrientes en este proceso levantando diferentes programas y estrategias, como es el caso de dirigentes provenientes de la CUT u organizaciones abiertamente castro-stalinistas como el Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez. También los trotskistas hicimos nuestro aporte al mismo. Esto no podía ser de otra manera, puesto que estamos ante una discusión clave para la clase obrera.

De nuestra parte, ya en 2017, apenas el Comité Iniciativa por la Unidad Sindical (CIUS) llamó a poner en pie la CCT, realizamos una serie de propuestas y mociones como un aporte a la discusión abierta de cara al proceso de fundación de esta nueva central sindical, que para nosotros fue un hecho auspicioso, en momentos en que se producía la ruptura de enormes franjas de la clase obrera con la burocracia de la CUT y con el PC que eran parte del odiado gobierno de la Bachelet. Estas propuestas, de fecha 01/08/2017, jamás fueron tenidas en cuenta por la actual dirección de la CCT. Ellos se llamaron al silencio y están en todo su derecho. Pero a nosotros nos interesa discutir de cara al movimiento obrero y por ello, en base a dichas mociones, hicimos luego una crítica y aportes al congreso de fundación en octubre del año pasado con el objetivo de seguir colaborando con los enormes esfuerzos de los combativos obreros de la Central Clasista por conquistar una nueva organización de lucha que les sirva para enfrentar el brutal ataque del gobierno de Piñera, a cuenta de Trump y las transnacionales imperialistas.
Ante esta crítica, Manuel Ahumada Lillo, secretario de la CGT y presidente de la CCT, en un documento titulado “Vamos a dejar algunas cosas claras” con fecha 08/12/18, defiende el método de constitución de la Central Clasista y los estatutos que se votaron en su congreso de fundación, con el que nosotros tenemos diferencias.

Esta discusión con Ahumada es parte del debate abierto al interior del movimiento obrero. Lo que está en discusión es cómo organizar a millones de trabajadores, en medio de la brutal división de las filas obreras que existe en Chile. La crítica que nosotros realizamos es cómo poner en pie una central sindical de masas contra la política de la dirección de la CCT que se niega a que la Central Clasista se transforme en una organización que agrupe a millones de obreros. Esto lleva a debilitar las fuerzas de los trabajadores y a poner en pie pequeñas organizaciones sindicales que terminan siendo apéndices de las corrientes políticas.
Sobre esta diferencia central Ahumada no se expide en su documento. Él no nos responde a esta crítica que nosotros le hicimos, pero hemos decidido igualmente adelantar esta respuesta viendo que continúa pasando el tiempo y que ya la vida ha dado su veredicto: desde su fundación, lamentablemente la CCT no pudo jugar un rol decisivo en ninguna de las luchas centrales que protagonizaron la clase obrera y las masas explotadas en el último período, como la de los portuarios, la mujer trabajadora o contra la estafa de las AFP, más allá de que algún dirigente o sindicato de la Central Clasista hayan tenido una participación importante como parte de ellas. Pero como central sindical, la CCT por desgracia se ha visto impedida de poder encabezar ningún movimiento de masas en Chile porque lo que se ha puesto en pie es en realidad una pequeña tendencia sindical, como veremos luego.
Para nosotros eso es un desperdicio y opinamos que no podemos perder una nueva oportunidad de poner en pie una organización que sea un arma afilada al servicio de la clase obrera y de sus combates. Por ello seguiremos peleando por que la CCT esté al servicio de poner en pie una central sindical de masas. De allí que en estas páginas continuaremos discutiendo las diferencias que tenemos con la política que está llevando adelante la dirección de la CCT que creemos que está haciendo peligrar el enorme esfuerzo de los valerosos obreros de la Central Clasista.

Ante la acérrima defensa de Ahumada de los estatutos y de la “elección universal” en la CCT:
Contra la democracia “delegativa”, ¡paso al auténtico clasismo que se basa en la democracia directa!

1) En su documento, Ahumada sostiene que el congreso de fundación de la Central Clasista habría sido “democrático”. Durante los primeros 6 puntos de su nota, se dedica a defender los mecanismos con los cuales se llevó adelante todo el proceso de constitución de dicha central, desde 2017 hasta ahora, afirmando que del mismo participaron dirigentes con mandato de base, que había habido “previa consulta a las bases de las organizaciones que participaban de la propuesta” y que “sus dirigentes expresaron que estaban en conocimiento de ellas sus bases”.
Pero, como lo corroboran los hechos de su congreso de fundación, en el mismo se funcionó con un “voto ponderado”, es decir, al mismo asistieron solo los dirigentes y su voto equivalía a la cantidad de obreros afiliados que tuviera su sindicato. ¡Este es el mismo funcionamiento que impone la burocracia stalinista en la CUT! ¿De qué “consulta” a las bases habla Ahumada, si un puñado de dirigentes fueron los que decidieron todo? ¿Cómo una central que se reivindica clasista se va a fundar con el mismo método de la burocracia de la CUT, donde ni siquiera le dan derecho a voto formal a la base?
Por el contrario, un congreso realmente democrático, del que verdaderamente participen delegados con mandato de base, es con delegados elegidos en asamblea, proporcionales según el número de obreros que representan.
¿Por qué no llamaron a que las asambleas de cada sindicato envíen delegados de base, por ejemplo, 1 cada 100 obreros y fracción de 50, para que acudan al congreso de la CCT de forma proporcional? Este hubiera sido un congreso verdaderamente representativo de los 20.000 obreros que conforman la Central Clasista.
Pero esto no fue lo que sucedió. Lo que realmente se reunió en el congreso de fundación de la Central Clasista fue un plenario de “secretarios generales”, de dirigentes sindicales que contaban con el único “mandato” de base de fundar una nueva central sindical y que ya estaban de acuerdo en hacer un congreso con estas características. Por ello los dirigentes rápidamente acordaron votar los documentos constitutivos de esta nueva central, su método de financiamiento e incluso una dirección provisoria de 10 miembros, los cuales luego, solamente entre ellos, definieron quiénes ocuparían los 3 puestos dirigentes de la central, comenzando por el propio Ahumada que fue “electo” presidente, Isolina Acosta secretaria y Catalina Rojas tesorera.
Por esta razón es que en este congreso ninguna de las votaciones se realizó por mayoría y minoría. En cambio si hubieran ido proporcionalmente delegados de base de todos los sindicatos, hubieran participado delegados con distintas opiniones y realmente se hubiera podido ver con claridad cuántos estaban de acuerdo con los estatutos y cuántos no, cuántos a favor de esa dirección y cuántos no, etc. Y así, se hubiera permitido que una posición minoritaria puede convencer al resto de los delegados e incluso ganar la mayoría del congreso. Esa hubiera sido una instancia realmente democrática.
Es de extrañar que Ahumada defienda que nada de esto ocurriera en el congreso de la CCT, cuando no hay asamblea obrera donde todos los trabajadores opinen lo mismo y ni hablar de las diferentes posiciones que deberían haber surgido a la hora de fundar una nueva central sindical.
Lo que sucedió en el congreso de fundación de la CCT puede ser “democrático” para militantes que provienen de las filas de la CUT y de la tradición del PS y el PC, pero a todas luces, lamentablemente, está a 180° de la democracia directa que pregona el verdadero clasismo, donde los delegados de base con mandato son en proporción a la cantidad de trabajadores que se representa y todo se vota por mayoría y minoría.

2) Asimismo, Ahumada en su documento afirma que en el congreso de fundación de la CCT se eligió a “un directorio transitorio que tiene como única tarea preparar la elección universal, en el plazo máximo de un año, momento en que se elegirá el PRIMER DIRECTORIO DE LA CENTRAL”… “El proceso electoral (…) será en cada organización, un trabajador un voto. ¿Eso no es participación efectiva de las bases?”. La verdad es que no. Votar los dirigentes cada 3 años es el máximo ejemplo de una “democracia” indirecta y delegativa, que es lo que se impuso en la CCT.
Esto es lo más antidemocrático que hay en el movimiento obrero: una vez electos, los dirigentes se “independizan” durante todo su mandato del control de la base y se arrogan el derecho a decidir por ella. La “democracia” que pregona Ahumada es que los trabajadores de base voten una vez cada 3 años interminables a los dirigentes y que durante todo ese tiempo deleguen en esos dirigentes todas las decisiones que hacen a la vida y la lucha de los obreros. En la “democracia” delegativa de Ahumada, los dirigentes pueden hacer lo que quieran durante 3 años, y si los obreros quieren sacar a sus dirigentes, tienen que esperar a las elecciones siguientes. Si no es así, sería bueno que Ahumada explique cómo se expresa la voluntad de la base obrera en su “democracia”.
Este es el mismo método que lleva adelante la burocracia stalinista de la CUT, pero en la CCT, en lugar de continuar existiendo el “voto ponderado”, regirá la “elección universal” que también se basa en la democracia delegativa.
Justamente, la crítica que nosotros hicimos es porque la verdadera democracia en el movimiento obrero es directa, con los trabajadores decidiendo todo a mano alzada en sus asambleas, con la base mandando y los dirigentes acatando, sometidos a la fiscalización directa de los trabajadores de base que en cualquier momento puedan impartirles nuevas instrucciones, censurarlos, revocar sus mandatos y nombrar a otros delegados. Estamos por que la base obrera pueda poner y remover a sus delegados cuando quiera y todas las veces que lo considere necesario, votando a aquellos que mejor representan su voluntad y su estado de ánimo. Estamos por que los dirigentes sean rotativos, se sometan a las decisiones de las asambleas y vuelvan a trabajar una vez cumplido su mandato, para impedir que la patronal los pueda corromper.
Esta es la única forma de terminar con los dirigentes vitalicios que acaban siendo dirigentes millonarios de obreros esclavos. Por todo esto nuestra moción es: ¡Por dirigentes y delegados rotativos en los sindicatos y la Central Clasista, electos en asamblea, revocables por sus bases en cualquier momento, que cobren el salario medio de los obreros que representan y que cuando terminen sus mandatos vuelvan a trabajar! Claramente Ahumada, está en contra de esto.
Junto a esto, no acordamos con Ahumada en que sean siempre los mismos dirigentes los encargados de negociar con la patronal. Nosotros peleamos por que se pongan en pie comisiones negociadoras de base, donde los negociadores roten en cada entrevista, para que los dirigentes se subordinen a la voluntad de la base. Esta es la forma de “impedir cualquier atisbo de corrupción” como quiere Ahumada, ya que al ser rotativos, se evita que la patronal pueda comprar a los negociadores. Por ello luchamos por: ¡Ninguna negociación secreta en las oficinas de la patronal, los ministerios, etc.! ¡Negociaciones públicas, para que la base obrera pueda controlar y decidir en asamblea si acepta o rechaza cualquier oferta!

Por esto sostenemos que los estatutos de la CCT son profundamente antidemocráticos. Ante esto Ahumada, plantea: “Cierto es que el Congreso será cada 3 años y que inicialmente se proponían 6 pero ¿por qué no decir que el estatuto establece como una obligación ineludible realizar regularmente asambleas y al menos un encuentro nacional por año, en las instancias zonales, regionales y nacionales e incluso Congreso Extraordinario cuando sea requerido?”. Esto es una confesión de partes, no solo porque definieron realizar congresos ¡cada 3 años! -cuestión que nadie podrá defender como un ejemplo de “participación efectiva de las bases”-, sino también por los demás mecanismos que detalla Ahumada que, por ejemplo, permiten que los dirigentes nacionales sean reelectos una sola vez, es decir, pueden estar durante ¡6 años! en sus puestos directivos… Aunque eso sí, Ahumada aclara, pueden haber sanciones y revocación de sus cargos, pero sobre esto no tiene la decisión inmediata la base obrera a través de sus asambleas. Vaya a saber uno con qué mecanismo y cuánto tiempo deberán esperar los trabajadores de la CCT si quieren remover a un dirigente.

3) Lamentablemente Ahumada defiende el descuento compulsivo de las cuotas sindicales como método de financiación de la CCT, cuando este es reglamentado por el Código del Trabajo e impone que sea la patronal la que les garantice a los dirigentes que cobren las cuotas sindicales. La práctica de la auténtica democracia obrera significa, en contra de esto, garantizar que los trabajadores no estén obligados a financiar a un dirigente que no pelee por sus intereses. Y para ello abogamos por que el pago de las cuotas sindicales por parte de los obreros sea voluntario y los dirigentes vayan a cobrarlas en mano, obrero por obrero, en sus lugares de trabajo.
Ahumada defiende una Central Clasista solo para “sindicatos legalmente constituidos”… sometidos al Código del Trabajo pinochetista y al estado burgués
¡Por una Central Clasista de masas, basada en los comités de fábrica y los organismos de autoorganización de los trabajadores!

4) En su documento Ahumada plantea que “todas las participantes [de la CCT] son organizaciones sindicales legalmente constituidas”. Pero silencia que, como sucede en todo el mundo y especialmente en los países semicoloniales, en Chile los sindicatos son minoritarios y solo agrupan a una ínfima minoría de la clase obrera. Esto lo garantizan el PC y todas las burocracias sindicales sometiendo a los trabajadores al Código Laboral pinochetista y demás leyes antiobreras que regulan la atomización y disgregación de las filas de los trabajadores. Hoy, luego de la imposición de la “reforma laboral” de la Bachelet, apoyada por la burocracia de la CUT, el movimiento obrero quedó aún más dividido y atomizado, con solo alrededor de un 14% del total de los trabajadores agrupados en más de ¡11.600 sindicatos!, que están totalmente estatizados. Y ni hablar que encima en la mayoría de las minas o fábricas donde existen organizaciones sindicales, los trabajadores se encuentran divididos en hasta 10 sindicatos por establecimiento.
Cuando esta es la situación del movimiento obrero, Ahumada habla de “fortalecer la organización sindical”, de organizar a los trabajadores en “sindicatos legalmente constituidos”, es decir, reglamentados por el Código del Trabajo, cuando este es el que impone este desgarramiento de las filas obreras, reglamenta cómo deben organizarse los trabajadores y somete a un control patronal y policíaco a las organizaciones obreras. La política de Ahumada lleva a la CCT a quedar sometida al estado burgués y sus leyes antiobreras.

5) Para ello, lo que estaba y está planteado es, a diferencia de lo que pregona Ahumada, luchar por la más absoluta independencia de las organizaciones obreras con respecto al estado burgués y por echar abajo el Código del Trabajo pinochetista y las reformas laborales bacheletistas para que los trabajadores puedan organizarse como ellos quieren.
Es que contra los sindicatos minoritarios estatizados, el clasismo lucha por poner en pie organismos ad hoc como los comités de fábrica, de empresa y establecimiento, para unir las filas obreras, rompiendo con las leyes del estado burgués y con las burocracias sindicales que son la verdadera policía interna de la patronal al interior del movimiento obrero.
Ni Ahumada ni ningún dirigente de la CCT podrán negar que este es el camino que recorrió la clase obrera para combatir al régimen pinochetista, sus gobiernos y el imperialismo: toda lucha seria de la clase obrera se dio por fuera de los mini-sindicatos estatizados que existen, con los trabajadores poniendo en pie sus asambleas, sus comités de fábrica, de lucha y sus piquetes, rompiendo con las barreras que impone el estado y sobrepasando a la burocracia de la CUT y demás direcciones rompehuelgas. Uno de los más grandes ejemplos de esto es el de los portuarios de Mejillones que en 2013, pasando por encima de las leyes del Código laboral, forjaron la unidad de los eventuales y contratados y fueron la vanguardia de una heroica huelga portuaria que puso a la orden del día organizar un solo combate junto a los mineros y estudiantes con la Huelga General Revolucionaria.
Estamos hablando, a diferencia de los sindicatos minoritarios, de los organismos que realmente agruparon a los trabajadores y que fueron realmente de masas, como también sucedió con el mayor ejemplo de clasismo que forjó el movimiento obrero: los grandiosos Cordones Industriales en la revolución de los ’70, que eran los comités de fábrica coordinados por centros o barrios industriales.
Contra lo que postula Ahumada, venimos proponiendo que la CCT impulse que los sindicatos dejen de ser organizaciones que representan a una ínfima minoría de trabajadores y que para ello la pelea es por comités de fábrica que agrupen a todos los sectores de trabajadores, de planta, subcontratados, eventuales, a honorarios, temporeros, sin contrato o con contrato “de palabra”, etc., ya sea que estén sindicalizados o no. Junto a ellos hay que organizar a los trabajadores desocupados, llamando a poner en pie comités de cesantes para pelear contra la desocupación.
Este es el camino para terminar con la división de los múltiples sindicatos por empresa, con una CCT anti-pinochetista que rompa con el Código del Trabajo y en base a los comités de fábrica sea la avanzada en poner en pie los sindicatos por rama de industria.

6) La crítica que realizamos es porque la CCT, con sus actuales estatutos, lamentablemente no está al servicio de unir las filas obreras porque para ello debería impulsar y desarrollar la autoorganización y los organismos de democracia directa de los trabajadores aptos para el combate planteado contra el gobierno de Piñera, el régimen cívico-militar y el imperialismo. Tendría que poner sus fuerzas al servicio de refundar al movimiento obrero de abajo hacia arriba con el método de la asamblea, los comités de fábrica, etc.


La esencia de nuestras propuestas es cómo poner en pie una central sindical que agrupe a millones de trabajadores en todo el país. Porque ese es nuestro objetivo planteamos la necesidad de la democracia directa, de romper con el Código del Trabajo, de impulsar la creación de los organismos ad hoc como los comités de fábrica y los cuerpos de delegados rotativos y revocables por las asambleas de base, de seguir, por ejemplo, el camino que marcó la reciente huelga portuaria de Valparaíso donde los obreros eventuales de 3 sindicatos, conquistaron la unidad rompiendo con la burocracia pro-patronal y poniendo en pie sus asambleas y un comité de lucha común. Nuestra crítica y nuestras propuestas perseguían y persiguen el único objetivo de colaborar para que la CCT ponga todas sus fuerzas al servicio de esta perspectiva. Y opinamos que aún estamos a tiempo de avanzar por ese camino.

Desgraciadamente la dirección de la Central Clasista se negó a fundarla con un Congreso de delegados de base realmente representativo y democrático de la base obrera de la CCT, que incluso se podría haber hecho con barra y así se hubieran organizado 20.000 trabajadores activos para fundar un núcleo al servicio de unir las filas obreras para enfrentar el ataque del capital. También se perdió la oportunidad de llamar al conjunto del movimiento obrero a enviar al mismo sus delegados de base votados en asambleas. En un congreso así rápidamente se podría haber votado un plan de lucha con un pliego único de reclamos para enfrentar el ataque del gobierno de Piñera, el régimen y el imperialismo, para reabrir el camino a la Huelga General, comenzando por levantar como primera demanda retomar la lucha por la “renacionalización sin pago y bajo control obrero del cobre” para conquistar la educación gratuita, salarios dignos y todas las justas demandas de los trabajadores y explotados. Esto es lo que realmente necesita el movimiento obrero. Realmente, no entendemos por qué Ahumada y la dirección de la CCT debilitaron tanto la puesta en pie de la Central Clasista y se han negado a organizar a millones de trabajadores.
Ahumada busca construir la CCT a partir de “sindicatos legalmente constituidos” únicamente, buscando así meter en el dogal de los sindicatos minoritarios a la amplia mayoría del movimiento obrero. Es por eso que hoy solamente 20.000 trabajadores están agrupados en la CCT, que son solamente el 0,25% del movimiento obrero chileno. La política que defiende Ahumada en su documento demuestra que en realidad lo que están organizando es una pequeña tendencia sindical y todos los dirigentes y las corrientes que intervienen en la CCT, como el Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez están en todo su derecho de hacer esto. Pero sobraban y sobran condiciones para construir en serio una central sindical que agrupe a millones de trabajadores.
Lamentablemente, la dirección de la CCT no está interesada en forjar esta organización de masas, sino en construir su pequeña tendencia político-sindical, totalmente minoritaria al interior del movimiento obrero. Esto los está acercando peligrosamente a ser una fotocopia degastada de ese apéndice del PC que es la CUT.

Ahumada responsabiliza a los trabajadores de la división de sus filas… salvándole la vida a la burocracia stalinista rompehuelgas de la CUT

7) En su documento, Ahumada afirma: “El objetivo principal de nuestra gestión no es la revolución –lo siento compas del POI- pues por ahora nuestra principal preocupación es educar a los trabajadores en sus derechos, ayudarles a formar y reforzar la organización sindical y prepararlos para ganar luchas contra la patronal” y que “Los trabajadores han perdido casi por completo su conciencia de clase, al mismo tiempo que los patrones y el capital han sabido responder a algunas de sus demandas. Por eso la división y la poca participación”.
Vemos que Ahumada se queja de la “baja conciencia de clase” de los trabajadores. Así oculta que no hubo sector de la clase obrera que en los últimos años no haya salido a pelear, demostrando tener una conciencia mil veces más avanzada que todos los “grandes” dirigentes sindicales juntos. Pero lo que primó y se impuso en cada lucha fueron las mil y una traiciones de las burocracias que entregaron y entregan sus combates, llevando a los trabajadores a la derrota, la desmoralización y la impotencia. Esto no existe para Ahumada, como si las derrotas sufridas fueran responsabilidad de la base obrera y no de las direcciones corruptas y rompehuelgas, como la burocracia de la CUT.
Por ello no es casual lo que también afirma Ahumada en su documento: “en el sindicalismo tenemos adversarios pero no enemigos”… Para Ahumada, la burocracia de la CUT, odiada por la amplia mayoría del movimiento obrero, y demás burocracias rompehuelgas no son un enemigo que los trabajadores deben enfrentar y derrotar.
Los obreros no necesitan que los eduquen. Basta ver el ejemplo de los portuarios que pararon todo Chile y le dieron un curso de cómo luchar al conjunto de las dirigencias sindicales. Lo que la clase obrera necesita es liberarse las manos de los burócratas traidores para poder pelear. Contra lo que afirma Ahumada, nosotros estamos por la autoorganización de la clase obrera, porque la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos. Además, si hubiera dirigentes tan capaces y expertos como para dedicarse a educar a los obreros, la verdad es que el movimiento obrero no estaría tan mal.
Lo cierto es que no hay nada que reprocharle a los trabajadores. En realidad, es la política de Ahumada y de toda la dirección de la CCT de apegarse al Código del Trabajo y de convivir pacíficamente con las burocracias rompehuelgas, lo que no colabora en nada con terminar con la “división” y la “poca participación” de los trabajadores, sino todo lo contrario.

8) Jamás se nos ocurriría pedirle a Ahumada que luche por la revolución, pero afirmar que en el Chile saqueado por el imperialismo, con las bayonetas de la casta de oficiales pinochetistas defendiendo a los capitalistas y estos gobiernos antiobreros, la clase obrera puede conquistar sus demandas sin una lucha revolucionaria de las masas, es un desvarío. Ahumada opina que se puede defender el nivel de vida de los trabajadores presionando a este régimen, a este estado y a los patrones, sin derrotarlos… Él afirma que solo hace falta buenos dirigentes que sepan negociar con la patronal. Nosotros opinamos exactamente al revés, que solo peleando por todo, en grandes acciones revolucionarios, le sacamos lo más mínimo a los capitalistas.
Por eso es totalmente ajeno a la realidad cuando Ahumada plantea que los patrones les han dado sus demandas a los trabajadores. Los patrones y el capital solo han respondido a los reclamos de los trabajadores ¡con rebajas salariales, flexibilidad laboral, despidos, represión y cárcel!
En todo caso, en medio de duros combates de la clase obrera que amenazaban al conjunto de los capitalistas, el gobierno y la patronal fueron obligados a dar algo para no perder todo. Pero una vez que la marea de lucha retrocedió por los límites impuestos por las burocracias sindicales, los explotadores arremetieron contra los trabajadores, fueron por todo y avanzaron en arrebatarles lo que se vieron obligados a otorgar y mucho más. Ninguna conquista del movimiento obrero se puede mantener en el tiempo si no es avanzando al triunfo de la revolución, expropiando a los capitalistas. ¿De qué demandas otorgadas a los trabajadores habla Ahumada?

Por la libre expresión de todas las posiciones políticas al interior de la CCT
La última palabra la deben tener los combativos trabajadores de base de la Central Clasista

9) Desde El Cordonazo opinamos que la base obrera de la Central Clasista y las fracciones combativas de las organizaciones que la conforman, tienen en sus manos cambiar el curso actual que se ha impuesto al interior de la CCT y bregar por la conformación de una auténtica central clasista.

Esperábamos que en este tiempo transcurrido la dirección de la LIT-CI, que se reivindica del movimiento trotskista (y el trotskismo es acérrimo defensor de la democracia directa al interior de las organizaciones obreras), se pronunciara ante este debate. Es que la LIT-CI no es ajena a la fundación de la CCT: cuando ya había comenzado su proceso de conformación, la LIT-CI (y su grupo chileno MIT) llevó a San Pablo a varios dirigentes del CIUS (que algunos de ellos hoy son parte del directorio de la CCT) a participar del congreso de la central sindical CSP-Conlutas de Brasil y del posterior “Encuentro de la Clase Trabajadora de las Américas” en octubre de 2017. Lamentablemente, la dirección de la LIT-CI aún no se ha pronunciado ante esto, pero sería importante que lo hiciera también para explicar cómo funciona la CSP-Conlutas que ellos dirigen, si es que se organiza como la CCT o si se rige con la democracia obrera.

Nosotros luchamos por direcciones revolucionarias de los sindicatos y las organizaciones obreras y, como ya dijimos, somos acérrimos defensores de la democracia directa a su interior y de su absoluta independencia con respecto al estado burgués. No le vamos a imponer nada a nadie. Somos enemigos de eso. Por eso estamos por que se den a conocer y se expresen todas las opiniones y las tendencias políticas al interior de las organizaciones obreras y el conjunto de la CCT. Nos extraña que la dirección de la CCT se haya enojado y que utilice toda clases de epítetos contra nosotros porque no aceptan que le hayamos realizado una crítica a su política, como si las organizaciones obreras debieran ser monocordes y todo el mundo opinar lo mismo. Esa es la tradición del stalinismo, que impone que nadie pueda plantear sus diferencias, como hace el PC chileno. Por el contrario, el clasismo defiende que haya distintas corrientes al interior del movimiento obrero y se debatan abierta y públicamente las diversas posiciones para que sea la base obrera la que defina cuál es la mejor política al servicio de sus necesidades y sus luchas. Esperamos que Ahumada y demás dirigentes salgan de su enojo y garanticen este derecho elemental al interior de la CCT.

Florencia Barcaz

 

 

 

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