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20 de marzo de 2015 Iniciales respuestas a los “Apuntes para un primer balance” que hace la dirección del PTS sobre la lucha de los obreros de Lear Lear: los 240 trabajadores despedidos terminaron en la calle Ellos dieron todo de sí en su pelea por la reincorporación Pero el FIT, sometiendo la lucha a los jueces “democráticos” y a la “solidaridad” de los políticos patronales “progresistas” del Frente Para la Victoria y a los bloques parlamentarios con el UNEN y los gorilas de la UCR, los llevó a la derrota
Dos estrategias dividen al movimiento obrero a la hora de enfrentar la guerra O tras los pasos de la colaboración de clases O tras los pasos de “El Clasismo” de los ´70, de “El Cordobazo”, de los obreros de Paty y de los que pelean por conquistar la independencia política de los trabajadores y unir a los que luchan Los resultados ya están a la vista, es la actual tragedia que vive el movimiento obrero Mientras escribimos estas líneas, se está terminando de imponer una nueva derrota a uno de los sectores más combativo de la vanguardia obrera. Los obreros de Lear que fueron despedidos, han quedado definitivamente en la calle. 240 familias perdieron la fuente de su sustento diario. Ellos se suman a los 400.000 trabajadores que fueron echados de sus puestos de trabajo durante el 2014. Los obreros despedidos resistieron con su lucha, pero la política impulsada por la dirección del PTS y del FIT se les volvió en contra. Fueron meses y meses de pelea, pero aislados, cercados y subordinados a buscar “aliados y la más mínima brecha en el enemigo” con el objetivo de que algunas de las instituciones patronales se apiade y se “explaye” a favor de los obreros… ¡Cuando el conjunto de los patrones, su gobierno, la oposición gorila, la justicia, el Ministerio de Trabajo, blandían el mismo látigo contra los trabajadores! No se trataba de “una lucha en una fábrica contra una comisión interna”, sino de un ataque planificado por los banqueros de Wall Street, las transnacionales y Obama, discutido en la embajada yanqui con el gobierno K, la oposición gorila, los jueces y los servicios de inteligencia, aplicado contra toda la vanguardia obrera. Los obreros no son responsables en nada de lo que ha sucedido. Ellos pelearon y confiaron en quienes les prometían la victoria y le presentaban un escenario de fantasía. Sí lo es la dirección del FIT, que en la lucha de Lear utilizó todo su arsenal de política sindicalista, parlamentarista, ultimatista, pacifista y de abierta colaboración de clases con los enemigos de los trabajadores. Es decir, un manual de cómo llevar una lucha a la derrota. Ahí están las penosas conclusiones que saca la dirección del PTS al respecto de esta lucha. En oposición a ellas, los trotskistas de la FLTI (Democracia Obrera en Argentina) demostraremos que en ese balance la dirección del PTS solo busca salvar el prestigio de su corriente; puesto que, luego de anunciar en todo este tiempo “grandes triunfos” (que nunca llegaron) gracias a la intervención de su partido, parlamentarios y abogados, desgraciadamente los 240 obreros de Lear perdieron su trabajo. En toda pelea uno puede ganar o perder. El problema son las conclusiones y lecciones que se sacan al respecto. Polemizando contra las posiciones vertidas por la dirección del PTS, los trotskistas vamos a demostrar que había otro camino para la lucha en Lear: el “Coordinar y Unir a todos los que luchan”, como planteaban –y aún plantean- los obreros de Paty, para desarrollar la lucha política contra la burocracia traidora, el gobierno de la Kirchner y el conjunto de los capitalistas, conquistando en las calles, fábricas y establecimientos LA HUELGA GENERAL. Comprender que existía esta otra alternativa de lucha, es clave para los obreros de Lear y para el conjunto de nuestra clase. Pues si se sacan lecciones revolucionarias de cada combate dado, y si alrededor de ellas se agrupan los obreros consientes; éstos podrán preparar la victoria de sus próximas luchas, y la derrota sufrida en Lear habrá sido solamente parcial y momentánea. Vayan estas primeras lecciones como un humilde aporte a los compañeros de Lear que demostraron que los trabajadores sí quieren pelear.
El ataque se inició el 12 de diciembre de 2013, cuando condenaron No se trata de inventar tramas, sino de describir la realidad tal cual es. La avanzada sobre la vanguardia obrera, se recrudeció cuando el 12/12/2013, la justicia patronal condenó a los obreros petroleros de Las Heras a cárcel y reclusión perpetua. Esta condena, junto a los 7.000 procesados por luchar y los presos políticos, se convirtieron en una verdadera “espada de Damocles” sobre la cabeza de todos los explotados, para aterrorizarlos e impedir que luchen por sus reclamos. Esto marcó un antes y un después en la ofensiva del gobierno y el conjunto de la burguesía sobre el ala izquierda de la clase obrera. A partir de allí, ya en el año 2014, las fábricas donde había delegados y activismo de izquierda fueron atacadas unas tras otras. Calsa, Gestamp, Valeo, Liliana, Volkswaguen, Iveco, por poner algunos ejemplos, fueron de la partida. Luego Paty, Lear y Donnelley sucesivamente. No venía ni “más democracia”, ni “parlamentarismo caliente”, como pregonaban las figuras del FIT. Por el contrario, el conjunto de la patronal y su gobierno, avanzaron en su guerra contra los trabajadores para doblegarlos y poder generalizar hacia todas las fábricas las condiciones de maquilas, salarios promedios de $6.000 y la esclavitud laboral que ya padece el 80% del movimiento obrero (los contratados, tercerizados y trabajadores en negro); como un reaseguro para potenciar el saqueo y la entrega de la nación. La burguesía alistaba a todos sus agentes, gobierno, oposición, justicia, ministerio de trabajo, policía, gendarmería, servicios de inteligencia y fiscales. Centralizaba todas sus fuerzas, para agarrar a la vanguardia dividida y derrotarla fábrica a fábrica. Tenía un plan: dejar en la calle a 400.000 trabajadores, aumentar el ejército industrial de reserva, tirar a la baja el salario y cerrar paritarias muy por debajo de los índices inflacionarios. Y lo conquistó dando una lección de cómo se enfrenta a la clase enemiga. Justamente, el problema de la vanguardia combativa es que con el FIT no tuvo a una dirección capaz de hacerle frente a semejante ofensiva patronal.
Ante la guerra de los capitalistas, Lear peleando solo no podía resistir El FIT con sus “Encuentros” y “Plenarios” sindicales divididos, desgarró a la vanguardia combativa Si el enemigo unía a todos “los poderes facticos y políticos del país” para preparar una “batalla totalmente desigual” –como lo afirma la dirección del PTS-, entonces por qué el FIT se negó a unir a todas las fuerzas de la vanguardia obrera y juvenil combativa en un gran Congreso Obrero Nacional. Si el FIT dirige a centenares de Comisiones Internas, Cuerpos de Delegados y hasta seccionales sindicales y sindicatos provinciales (ATEN de Neuquén, por ejemplo), tenía al alcance de la mano esta posibilidad. Es más, venia de sacar 1.200.000 votos en las últimas elecciones, vapuleando incluso a los candidatos de la podrida burocracia sindical. El mismísimo PTS se jactaba de ser el partido con “más fuerza en el movimiento obrero organizado”. Pero no. El FIT devenía en un frente electoral que se dividía a la hora de luchar. Tanto es así que el 15 de marzo del 2014, la dirección del PTS, IS y el Perro Santillán, hacia su “Encuentro Sindical de Atlanta”. El PO por su lado, días más tarde, hacia su “Plenario Sindical en el SUTAN/San Fernando”. Así trazaban una línea divisoria entre los activistas y obreros de cientos de establecimientos a lo largo y ancho del país. De esta forma, ya en el primer cuatrimestre del año, permitieron que la lucha docente sea sacada de escena y que no surja un polo de las fábricas y los establecimientos más combativos que le dispute la dirección del paro general del 10 de abril de 2014 a Moyano (CGT) y Michelli (CTA), para que las fuerzas desplegadas en el mismo no sean (como sucedió) llevadas a los pies de la burguesía opositora de Massa, Binner, Macri, Carrió y compañía. La burocracia comenzaba a retomar poder de fuego. Con el oficialista Baradel (CTERA/CTA) entregando la lucha docente y con los “opositores” (ayer oficialistas) Moyano y Michelli manipulando las fuerzas de aquel paro general. Y mientras eso se iba asentando, las fábricas más combativas (donde el FIT dirigía o tenia influencia) recibían una andanada de golpes encima (Gestamp, Paty, Calsa, Valeo, Estancia del Sur, Liliana, Lear, y un largo etcétera). Se cerraban fábricas, se despedían a los activistas, se desconocía a los delegados elegidos por la base, se echaban y suspendían a miles de trabajadores (principalmente en la industria automotriz y sus derivados). Esta nueva estocada de la guerra de la patronal contra la vanguardia, tampoco empujó a los dirigentes del FIT a unir a los trabajadores para resistir el embate. Por el contrario, más asediaba el enemigo, más la burocracia volvía aparecer en escena buscando retomar el control perdido en el movimiento obrero, más cada corriente política de izquierda se apropiaba de alguno de los conflictos y desde allí “negociaba” con los otros partidos sus puestos y cargos en el FIT para las elecciones de 2015. A los obreros de Paty les cerraban su fábrica. Deciden ocuparla. Ellos, que en los “encuentros” y “plenarios” del FIT habían mocionado la convocatoria urgente a un congreso obrero, llamaban a todas las organizaciones a luchar juntos y a transformar esa fábrica ocupada por los obreros en una “Plaza de Mayo” de todos los trabajadores. Su razón era que si pasaban en Paty, vendrían por todo en otras fábricas. El FIT le negó el apoyo a los compañeros. Los dejó solos cuando estos eran desalojados por más de 500 policías y demás fuerzas represivas. No los acompañó en ninguna de sus movilizaciones, cuando estos marchaban al sindicato de la carne, a la CTA de Michelli y a la CGT de Moyano a exigir a los dirigentes sindicales el llamado a la Huelga General por la estatización, sin pago y bajo control obrero, de Paty, de Zanón, de Brukman, de Donnelley; por la reincorporación de todos los despedidos y suspendidos; por trabajo digno para los desocupados; aumento de salario; reapertura de los más de 100 frigoríficos cerrados en todo el país; ni un peso para la deuda externa y expropiación de todas las transnacionales y sus bancos. La dirección del FIT debe explicarle a los obreros de Lear por qué no llamaron en los lugares que dirigen a hacer asambleas de base y votar en ellas la puesta en pie de un Gran Congreso Obrero en la puerta de la fábrica autopartista de General Pacheco para organizar un plan de lucha unificado, fortalecer a toda la vanguardia y disputarle a la burocracia sindical en las calles la dirección de los sindicatos y del movimiento obrero en los dos paros generales (10 de abril y 28 de agosto). A fin de año, cuando los obreros de Lear seguían resistiendo (aunque ya con menores fuerzas), el FIT se dividió en tres actos. Platense, Luna Park y Argentinos Juniors. Allí debatían y presentaban sus candidaturas. Cada aparato mostraba a sus figuras y su peso. Pero los obreros de Lear en una carpita al costado de la ruta, estaban más solos que nunca. ¿De qué sirvieron tantos actos, tantas sumas y restas de las publicitadas convocatorias? A los partidos para pasear sus fuerzas. A los obreros… división. La perla que encastra perfecto en este collar, es la reciente unificación –con acto y plenario incluido- en Jujuy, del Perro Santillán con Altamira (PO), para ir juntos en esa provincia a las elecciones. ¿Pero no era Altamira quien le cuestionaba al PTS y a IS el por qué iban a un “Encuentro” con el Perro Santillán? Si, era él. He aquí el mundo del revés en el que viven los dirigentes del FIT: se unen para elecciones y se dividen –y con ello a la vanguardia- cuando hay que luchar. Todo esto les cerró el camino a los obreros de vanguardia de poder conquistar una verdadera coordinadora de lucha, retomando la tradición de “El Clasismo” de los ´70 y de “El Cordobazo”; es decir la unidad de los que luchan, la democracia obrera, las asambleas de base, la ruptura con los cuerpos orgánicos de la burocracia, la expulsión de los dirigentes traidores de nuestros sindicatos y organizaciones de lucha y la conquista de la independencia de clase. Tal era el combate que, como planteaban los obreros revolucionarios de Paty muy inteligentemente, había que preparar, organizar y llevar adelante, pues no estábamos en presencia de luchas sindicales en “época de paz” por reclamos salariales o mejoras en general, sino frente a un ataque político y militar (con represiones, detenciones, militarizaciones de fábricas, desalojos, etc.) en toda la regla de la patronal, su estado y gobierno, contra lo más combativo de nuestra clase.
Una estrategia errónea que marcó el curso de toda la lucha En su “balance”, la dirección del PTS nos dice que la empresa Lear cuando larga el ataque contaba con una gran producción de stock “acumulado en una empresa dentro de la Ford”. ¿Si el stock se encontraba resguardado en la Ford y encima la empresa importaba mazos de cable desde sus otras plantas del mundo (Honduras y Filipinas) que necesitaba para abastecer a su primordial cliente, no era una demostración de impotencia solamente bloquear los portones de Lear? Esta medida de lucha a la dirección del PTS le aportaba apariciones en televisión; pero a los obreros solo desgaste y división de la fábrica. De lo que se trataba era, y volvemos siempre al mismo punto de partida, de poner en pie una poderosa coordinadora, con la fuerza suficiente volcada en las calles como para ganarse a la base de Lear (“conservadora”, según el “audaz” escritor del PTS) que había quedado en la fábrica y a los obreros de la Ford para forjar una lucha unificada. De preparar una lucha internacionalista coordinando a los obreros de todas las fábricas de Lear en el mundo. Solo así, organizando un combate de miles de trabajadores y forjando las solidaridad internacional entre los obreros, era posible atacar la propiedad privada de la patronal de Lear en Buenos Aires; liberar a los obreros del terror impuesto por la patronal y poner a producir esa fábrica bajo control de los obreros. Pues se trataba de organizar una lucha política de tal magnitud, que ponga a la patronal ante la disyuntiva de aceptar la reincorporación de los 240 despedidos o perderlo todo (incluso a la de la Ford). Seguramente, nos dirán que “no había condiciones”, que esto es un “disparate”, que hay que “luchar por lo posible”. Perolas condiciones se conquistan, como las conquistó -en oposición a los obreros- la patronal de Lear. Y para conquistarlas era necesario tener confianza en las fuerzas y en la inteligencia de los trabajadores (cuestión que la dirección del PTS con su tesis de “crisis de subjetividad” subestima y menosprecia por completo). A los obreros había que decirle la verdad, por más amarga y dura que esta sea, sobre del verdadero carácter de la lucha que estaba en curso; y no vender falsas “ilusiones” o “esperanzas”, como lo hizo la dirección del PTS durante la lucha, al afirmar que con jueces o con apoyo de diputados del Movimiento Evita, que son parte del gobierno que nos atacaba por todos los flancos, podíamos torcer el rumbo. ¿No es este “El” verdadero disparate?
El FIT y sus “denuncias penales” no pudieron con la burocracia del SMATA El 12 de agosto de 2014 los trotskistas de Democracia Obrera publicábamos una declaración que en una de sus partes decía lo siguiente: “Semanas atrás, se realizó una conferencia en el anexo al Congreso de la nación. Allí abogados del CEPRODH solidarios con las luchas obreras y organismos de Derechos Humanos, hicieron pública la presentación de una denuncia penal contra Pignanelli y otros hombres de la burocracia del SMATA. Se trataba de hacer pasar por el rasero de la ley a Pignanelli por su reiterada “coacción” contra los trabajadores de Lear; a quienes obligaron –a punta de pistola- a subirse forzosamente a colectivos, viajar más de 30 kilómetros (de la fábrica) y a realizar una “asamblea” donde -si o si- debían desconocer y destituir a la Comisión Interna combativa. Este accionar cuasi fascista –reflotando los métodos de la Triple A de “Isabelita” y López Rega- de la banda de pistoleros de la Verde, que comanda el Gordo Pignanelli en el SMATA, se ha ganado el merecido repudio de la amplia mayoría de los trabajadores consientes. Centenares de organizaciones obreras declararon su apoyo a los obreros de Lear despedidos y a su Comisión Interna. Sin embargo, la dirección del PTS (que influencia a los delegados) lejos de llamar a poner en pie una coordinadora de lucha y de todas las fábricas donde se ha instaurado el “clasismo combativo” (para desarrollar el frente único de los obreros y la más amplia democracia de los trabajadores), su “estrategia” fue que su filial de abogados, el CEPRODH, “encabezara” la lucha contra la Verde del SMATA. Esta política ha sido un verdadero desacierto. Primero porque se quiere sustituir con abogados y organismos de Derechos Humanos, la lucha que deben protagonizar los obreros en sus propias organizaciones -como son las centrales sindicales- contra la podrida burocracia sindical. Y segundo, porque esta “lucha” intenta darse apoyándose en las leyes de esta “democracia” para ricos, que son las que justamente engendran y cobijan a los burócratas asesinos y mantienen bajo una estatización extrema –es decir bajo un control absoluto por parte del estado burgués- a nuestros sindicatos y organizaciones de lucha. Los hechos hablan por sí mismos, “la gran denuncia penal” presentada por los abogados del CEPRODH no ha logrado frenar el accionar de la burocracia carnera del SMATA que no ha detenido su ofensiva contra los trabajadores de Lear y su comisión interna y días atrás, como ya lo hizo frente a la lucha de los trabajadores de Gestamp, ha sacado una solicitada en los principales diarios de país que es una verdadera declaración de guerra contra los obreros de Lear en la que públicamente llama a reclutar fuerzas para aplastar físicamente a los trabajadores en lucha. Allí dicen: “Nuestra paciencia tiene un límite, por eso reclamamos enfáticamente a las autoridades y a la justicia que se garantice el derecho constitucional de trabajar. Si ello no ocurre, facultamos a nuestro Consejo Directivo Nacional con la prontitud que las circustancias imponen la movilización del SMATA en defensa de la fuente de trabajo (...) en cada lugar que sea necesario.” (09/08/2014). Verdaderos matones rompe-huelgas. La burocracia está recuperando “poder de fuego”. Y esto no se debe a que haya conquistado “apoyo” en un sector de trabajadores; sino que ante su crisis histórica, el FIT se negó a organizar a la clase obrera para derrotarla en las fábricas y en las calles. Cuando estaba a la orden del día llamar a un gran congreso obrero para refundar al movimiento obrero. Sobraban las condiciones para hacerlo, pues se trataba –y se trata- de una burocracia odiada por la base obrera, como lo evidencian las centenares de Comisiones Internas, Cuerpos de Delegados y Seccionales Sindicales dirigidas por la izquierda, y como se manifestó -de forma distorsionada- en los 1.200.000 votos (que en el proletariado industrial seria más de un 20%) que obtuvo el FIT en las últimas elecciones legislativas. Los resultados ya están a la vista. Ahora bien. Si de presentar denuncias contra acciones semifascistas de la burocracia, los obreros no rechazamos ninguna demostración de solidaridad para con nuestra lucha. Ni apoyo, venga este de dios o del diablo. (…) Pero a diferencia del FIT y su política de colaboración de clases (de generar falsas ilusiones en que con denuncias penales en los tribunales de la burguesía los trabajadores podemos sacarnos de encima a la burocracia), los trotskistas denunciamos que son los patrones y sus representantes políticos, mediante sus leyes, dictámenes e instituciones, quienes mantienen a la burocracia como guardias pretorianas en las fábricas. Denunciamos que no se trata solo de Pignanelli, o de tal o cual burócrata, sino de toda la burocracia avalada y sostenida por la ley patronal de “Asociaciones Profesionales”, que reglamentan nuestros sindicatos y formas de organización. Y afirmamos que llamar a derrotar a la burocracia con denuncias penales en la justicia burguesa o con listas opositoras en las elecciones sindicales reglamentadas por el Ministerio de Trabajo, como nos propone el FIT, es una forma de plantear la “vía pacífica” a “recuperar los sindicatos” y a “romper la dependencia de los sindicatos del estado burgués en los países semicoloniales”. Desgraciadamente para los obreros de Lear y para el conjunto de los trabajadores, no solo no se pudo sacar a la burocracia del SMATA, sino que ésta retomo el control de la fábrica y se sacó de encima a los delegados combativos que tantos dolores de cabeza le habían traído a la patronal. Hoy dentro de la planta, todo aquel que se anime a realizar un simple gesto de queja, es apretado por los matones de la Verde. Así termina la fiesta penal de los abogados de la izquierda reformista.
Acciones minoritarias de impacto propagandístico El jueves 23 de octubre se produjo una brutal y sangrienta represión de la Gendarmería comandada por Berni, contra 100 manifestantes, que enviados por la dirección del PTS, cortaban la “Pana” (Panamericana). Por aquel entonces, los trotskistas de Democracia Obrera decíamos al respecto: “¿Se podría haber evitado este durísimo golpe contra los trabajadores despedidos de Lear y los militantes de corrientes de izquierda? Claro que sí. ¡Había que poner en pie un COMITÉ DE AUTODEFENSA ÚNICO DE TODAS LAS ORGANIZACIONES OBRERAS, integrado por 30 o 50 trabajadores de cada fábrica y establecimiento, elegidos y votados en nuestras asambleas de base! ¡Este verdadero piquete hubiese sido la expresión organizada en las calles de una verdadera coordinadora unitaria de lucha! ¿Pero por qué la dirección del PTS, que se jacta de ser la fuerza del FIT con “más presencia en el movimiento obrero y las Comisiones Internas combativas de la Zona Norte”, no llamó a organizar esta acción a miles de obreros de Kraft, Donnelley, Pepsico, Lear, Kromberg, Unilever, trabajadores estatales y docentes, obreros de los frigoríficos, las alimenticias y las gráficas? Porque su “táctica” es generar acciones de impacto mediático para fortalecer su “estrategia” de presionar al Parlamento de las transnacionales, la justicia patronal y el Ministerio de Trabajo. Lamentablemente, como lo demuestra la heroica lucha de los obreros de Lear, la dirección del PTS se niega a impulsar todo surgimiento de organismos de autodeterminación y democracia directa de los trabajadores, para desarrollar acciones de masas y una verdadera lucha política contra el gobierno, las fuerzas represivas, las transnacionales, los patrones esclavistas y la podrida y carnera burocracia sindical. La vanguardia obrera está pagando muy caro la política del FIT de no coordinar en una sola las luchas de Gestamp, Paty, Lear, Donnelley… La dirección del FIT ha venido pregonando que con luchas aislada unas de otras, y subordinadas al Congreso Nacional y a los proyectos de leyes presentados en acuerdo con bloques de partidos patronales como el UNEN (UCR, Partido Socialista, etcétera), se podía salir adelante. Que trayendo a Lear, y presentando como “aliados”, a los diputados del Frente Para la Victoria, como el “Chino” Navarro, ¡que son del mismo partido del gobierno represor que nos echa de nuestros trabajos y nos reprime en la ruta!, se podía ser reincorporado. Que con los diputados del PTS yendo a reuniones con los perros guardianes de la Kirchner y de la patronal yanqui, como lo son el Secretario de Seguridad Berni (Sí, el Jefe de la Gendarmería que baleó a los manifestantes en la Panamericana) y el Secretario de Gabinete Capitanich, se abría una esperanza de negociación. Pero nada de esto sucedió. Por el contrario, la dirección del PTS, como corresponde a quienes abrazan la política frentepopulista de colaboración de clases, al negarse a pelear por conquistar la unidad entre ocupados y despedidos mediante una asamblea de base en la propia Lear; al poner al conflicto bajo la sombra de su partido y reemplazar con sus militantes los piquetes y la lucha que debían llevar adelante los trabajadores; al negarse a pelear porque los obreros despedidos de Lear luchen coordinados junto a los obreros de Calsa, Gestamp y Paty… cuando en estas fábricas los obreros eran atacados; al negarse a que todos los “encuentros” y “plenarios” que hicieron las fuerzas del FIT durante este año se centralizasen en un Congreso Obrero que sesione en la puerta misma de la fábrica: IMPUSO EL AISLAMIENTO A LA LUCHA DE LOS COMPAÑEROS. Pasaban los hechos, los días, y cada vez más lejos quedaban los obreros de Lear del camino a la victoria. Pues el FIT se negaba a centralizar a todos los obreros de todas las fábricas atacadas, en un mismo y único combate, por las mismas demandas y contra los mismos enemigos.
“Con los jueces sacó a la Gendarmería y reinstalo a 28 compañeros” Durante semanas, luego de aquella brutal represión de octubre contra la lucha de Lear, la dirección del PTS anunció como un “gran triunfo” que la jueza Arroyo Salgado haya dado la orden a la Gendarmería de retirarse de la “Pana”. ¿“Triunfo”, “gran golpe al adversario”, luego que la Gendarmería enviase al hospital a decenas de manifestantes heridos y desde una punta a la otra del país la burguesía usaba el hecho como un escarmiento contra todos aquellos que se atrevieran a cortar una ruta? Para nada. El gobierno y los jueces ya habían usado a la Gendarmería para que la represión en Lear meta terror en el conjunto de las masas explotadas de la nación. Ya no era más necesaria, su tarea había sido cumplida satisfactoriamente. No obstante, la misma jueza que “sacó” a la Gendarmería de la “Pana”, disponía de la Policía Bonaerense para custodiar a los “indomables” de Lear. Los gendarmes “caranchos” eran malos, ¿la jueza Arroyo Salgado y la bonaerense vendrían a ser los “niños democráticos”?; este era el juego perverso que presentaba la dirección del PTS a toda la vanguardia combativa. Sin embargo, los obreros de Lear despedidos seguían en la calle. Las recetas de la dirección del FIT no daban un solo resultado a su favor. La incertidumbre de no saber qué pasará, la falta de trabajo, la falta de un sueldo, todo conspiraba contra la resistencia obrera. Era comprensible. Nada estaba claro en el horizonte. A esta altura, a los obreros de Lear no les quedaba otra que someterse a la dirección del PTS que a diestra y siniestra anunciaba que ella era la que juntaba un millón de pesos para el fondo de huelga. El lector sacará sus propias conclusiones, porque las palabras aquí ya sobran. La Gendarmería se fue de la “Pana”. Ahora, la trampa final contra el puñado de obreros que aún seguía luchando, la darían los mismos jueces que se mostraban “amigos”. La Sala X de la Cámara Nacional de Apelaciones sacaba una cautelar exigiendo a la empresa a reinstalar a 28 compañeros. Una medida cautelar hecha a medida de la patronal. El 27 de diciembre de 2014, los trotskistas decíamos al respecto: “Luego de seis meses de lucha contra el despido de 220 compañeros, la justicia patronal dictó una “medida cautelar” que exige a la empresa LEAR la “reincorporación de 28 trabajadores”, ya que –según los jueces- esta transnacional no presentó el “Procedimiento Preventivo de Crisis” que justificase “legalmente” los despidos mencionados. La pregunta que surge es ¿por qué la justicia no falló antes si la patronal nunca presentó el “Preventivo de Crisis”? Pues son estos mismos jueces los que debían permitirle a la empresa pasar el ataque, reducir personal (y aumentar los ritmos de producción en la planta, profundizando la súper explotación obrera), militarizar la fábrica, escarmentar a los trabajadores enviando (con las ordenes de la justicia) a la Gendarmería a reprimir en la ruta y a los pistoleros de la Verde del SMATA a atacar a la Comisión Interna combativa para aterrorizar al conjunto de los compañeros. ¿Qué hacer? No bajar la guardia. Los obreros de Lear no deben depositar ni un solo gramo de confianza en esta “medida cautelar”, pues la misma es un manual implícito y una guía de acción de cómo debe actuar la patronal de Lear (y cualquier otra) para que, presentando el “Preventivo de Crisis” correspondiente, tenga la cobertura legal para que nadie más objete sus determinaciones en la planta de General Pacheco”. Y pasó lo que los marxistas revolucionarios, sabíamos que iba a suceder. El “fallo favorable” se volvió en su opuesto. La patronal de Lear, alertada por la Sala X de la Cámara Nacional de Apelaciones, presentó el “Preventivo de Crisis” y los compañeros que aún quedaban peleando finalmente fueron “legalmente” despedidos. Desgraciadamente, la dirección del PTS fiel a su estilo de buscar “aliados y la más mínima brecha en el enemigo” nuevamente impuso su impronta. Sus sumas fueron restas para los trabajadores. Ya ni las matemáticas respetan los dirigentes del PTS, pues si las fuerzas tiran en direcciones opuestas, la resultante es cero. Y esto es lo que sucedió durante todo el conflicto, donde la dirección del PTS presentó como “aliados” de los trabajadores a sus más grandes enemigos: los representantes de las instituciones y partidos patronales, que tienen intereses opuestos, adversos e irreconciliables con los explotados. Los resultados trágicos de esta política, están a la vista. Lamentablemente, los que pierden son los obreros, y no los dirigentes de los partidos reformistas que mañana olvidaran a los obreros de Lear (quienes ya no les serán útiles para sus campañas y marketing televisivo) e irán a otras luchas (si los obreros combativos y los revolucionarios no lo impedimos) a aplicar las mismas recetas con las que han permitido que pase un tendal de derrotas en post de que su partido o frente sume más votos en las urnas y meta más diputados en el parlamento.
Algunas primeras conclusiones Páginas y páginas ha escrito la dirección del PTS en su balance sobre la lucha de Lear. En ellas, con frases y palabras grandilocuentes, intenta explicar lo inexplicable, para retener a sus militantes y no descarriarlos del jolgorio de la campaña electoral que se avecina; mientras los obreros pierden su trabajo y nuestra clase continúa perdiendo cada una de sus conquistas. “(…) Abrir brechas, generar crisis en el campo enemigo y ver si de esa manera, permaneciendo como una gota que horada una piedra, se puede abrir paso a una posibilidad de triunfo o al menos un límite al golpe sufrido. Esta es la única estrategia posible”. Este párrafo pinta entero a la dirección del PTS, porque demuestra que la misma probaba en la lucha de los obreros de Lear su “estrategia” para ver si esa manera se podía conseguir algo. ¿Y esta era la autoproclamada “dirección seria” del movimiento obrero? Por favor… No se puede jugar a los soldaditos con el pan de los obreros y sus familias. Ya demostramos que había otra estrategia. Pero obstinada, la dirección del PTS enumera todos sus “triunfos” aportados. Dicen ofuscados: “conseguimos que jueces fallen a nuestro favor, que el CELS apoye a los obreros, que grandes personalidades estén de nuestro lado, que el Movimiento Evita sea solidario con la lucha, que Facundo Moyano y su Padre, Hugo, nos reciban en la CGT, etcétera, etcétera, etcétera…”. ¿Y? Preguntamos. No han servido de nada. Pero el cinismo no tiene límites. La dirección del PTS para salvar su balance intenta decirnos que por haber puesto todo de sí (ella) en la lucha de Lear, “el gobierno y las cámaras empresariales se asustaron y tuvieron que ceder en Donnelley” (a los que han llevado por el camino de la cooperativa, luego que la patronal se fuera presentando la quiebra). Esto no es más que un artilugio para contener a su militancia interna. Seguramente en estas líneas habremos dejado algunas cosas de lado, pero dijimos las necesarias como para remarcar y demostrar que la dirección del PTS y del FIT son los responsables de la derrota de los obreros de Lear. Falta sacar una última lección, que es que sin una dirección revolucionaria a nuestro frente, los trabajadores no podemos luchar seriamente ni soñar con triunfar.
¡La clase obrera argentina necesita de una dirección revolucionaria a su frente! ¡Hay que refundar la IV Internacional! En cada lucha de la clase obrera, como ya dijimos antes, dos programas y estrategias se enfrentan. Por un lado el FIT y las direcciones reformistas que nos subordinan a los jueces y al parlamento burgués. Y por el otro está el programa trotskista que pelea por unir a los millones de trabajadores que no aguantan más el saqueo imperialista y la explotación, los salarios de hambre, las pésimas condiciones de trabajo y los infernales ritmos de producción. Las masas necesitan del programa del trotskismo que no es otro que el de conquistar la independencia política de nuestra clase, poniendo en pie los organismos de autoorganización y democracia directa, cuyo objetivo sea el de derrotar los planes del gobierno luchando por la HUELGA GENERAL y que vuelva a surgir el grito de guerra de la REVOLUCIÓN ARGENTINA del 2001 “QUE SE VAYAN TODOS, QUE NO QUEDE NI UNO SOLO”. Hay que luchar así, pues para enfrentar la catástrofe que los amenaza, los trabajadores necesitan tomar el poder y los destinos de la nación en sus propias manos. Llamamos a los obreros de Lear y al conjunto de los trabajadores a sacar juntos estas conclusiones y a pelear por poner a nuestro frente la dirección que nuestra clase se merece: ¡Paso a los que luchan! ¡Paso a la IV Internacional! Julián Juarez
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