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Polémicas

Argentina- Junio de 2019

La verdad sobre el Pacto Social de Perón con la patronal
y los traidores de la burocracia sindical que reivindica la Kirchner

 

Hace algunos días, Cristina Kirchner reivindicó el Pacto Social Perón en los ’70 y lo puso como ejemplo de lo que habría que hacer en Argentina.
La mayoría de los trabajadores desconoce lo que realmente fue el Pacto Social y cuán siniestro fue para la clase obrera argentina.
Lamentablemente, la crítica que han hecho corrientes como el PTS y el PO de este pacto es totalmente velada, tanto que ni siquiera hablan de la Triple A. Hablar del Pacto Social de los ’70 silenciando el rol de las bandas fascistas de la Triple A y la burocracia sindical impulsadas por Perón es embellecer y presentar como “democráticos” a los asesinos del PJ.
Contra esta visión tanto de la cínica burguesía que se pinta de “democrática” como de la izquierda parlamentaria, los trotskistas queremos plantearles a los obreros algunas cuestiones que consideramos clave sobre el Pacto Social de Perón.

Una respuesta burguesa al ascenso revolucionario abierto con el Cordobazo

El Pacto Social fue la política de Perón para estrangular el proceso revolucionario abierto con el Cordobazo.
En 1969 había comenzado un ascenso revolucionario de la clase obrera argentina que, como parte de un ascenso a nivel mundial (Mayo Francés, lucha contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos, Primavera de Praga, etc.), derrotó a la dictadura militar de Onganía y Lanusse con semiinsurrecciones locales en Córdoba, Rosario, Corrientes, Mendoza, etc.
Para controlar y derrotar este ascenso, la burguesía decidió traer a Perón tras 18 años de exilio.
En mayo de 1973, después de casi dos décadas, vuelve un gobierno peronista al poder. Cámpora asume la presidencia con verborragia de conciliación de clases y en junio su Ministro de Economía Ber Gelbard (militante del Partido Comunista y dueño de Fate y Aluar) firma el Pacto Social con la CGT de Rucci y las cámaras patronales, con el objetivo explícito de enchalecar y someter la lucha de la clase obrera al Estado burgués.
En octubre lo sucederá un gobierno directo de Perón.

El Pacto Social se
impuso a los tiros

El pacto establecía un aumento salarial del 13% (la inflación en los primeros 6 meses de 1973 había sido del 30%), congelaba el salario por dos años y del lado de la patronal, fijaba los precios de los productos en el mercado. Por supuesto que la burguesía no respetó el acuerdo y continuó aumentando los precios. Y allí donde no pudo hacerlo, acaparó mercadería y especuló, mientras los salarios se mantenían congelados.
Es claro que era un acuerdo contra los trabajadores, como denuncian el PTS y el PO. Pero limitarse a esa crítica es lavarle la cara a Perón, el PJ y la burocracia sindical, que masacraron a la vanguardia obrera.
El Pacto Social suponía un control policíaco del Estado sobre la clase obrera por medio de la burocracia de los sindicatos estatizados (que incluso tenía el Ministerio de Trabajo), la policía interna del movimiento obrero.
Y contra los sectores obreros que rompían ese control, Perón impulsó las bandas fascistas de la Triple A con López Rega y la burocracia de Lorenzo Miguel (UOM).
Es decir que el Pacto Social no se impuso solo con engaño y conciliación de clases, como dejan entrever el PTS y el PO, sino fundamentalmente con las ametralladoras de las bandas fascistas de la burocracia y la Triple A.
Por eso, a fines de 1973, después de crear la Triple A, Perón endureció el Código Penal y reforzó además el poder de la cúpula de la CGT sobre los organismos de base modificando en diciembre la Ley de Asociaciones Profesionales.
A comienzos de 1974, Perón ordenó el “Navarrazo”, un golpe policial en Córdoba al gobernador Obregón Cano - de la “izquierda peronista”- para liquidar a la vanguardia de Luz y Fuerza, SITRAC-SITRAM y SMATA, que junto a los estudiantes habían encabezado el Cordobazo.
En marzo de ese año, Lorenzo Miguel desconoció la Comisión Interna combativa de la UOM de Acindar, lo que provocó la respuesta obrera del primer Villazo, un enorme levantamiento de los metalúrgicos de Villa Constitución que, con huelga, piquetes y ocupación de fábrica, derrotaron provisoriamente la embestida de la burocracia.
A lo largo del año, Perón y la burocracia ilegalizaron la Federación Gráfica de Ongaro e intervinieron el sindicato azucarero de Ingenio Ledesma, expresión de la aguerrida clase obrera de los ingenios del norte.
Y todo esto ocurría mientras las bandas fascistas de la Triple A masacraban obreros de vanguardia, dirigentes sindicales, militantes de izquierda, estudiantes, etc. ya desde fines de 1973.
Algunos meses después, en marzo de 1975, ya en el gobierno de Isabel Perón, la policía, Prefectura, gendarmería, con las bandas de la burocracia sindical ocuparán Villa Constitución y Acindar y encarcelarán a Piccinini y la dirección antiburocrática de la UOM local. Esa será la derrota del Villazo.

El Rodrigazo: la clase obrera rompe con el peronismo

La lucha de la clase obrera contra el Pacto Social y el peronismo en los ’70 tuvo su pico en junio-julio de 1975 con el Rodrigazo, una huelga general política de 15 días contra el gobierno de Isabel Perón, que había asumido un año antes tras la muerte de Perón.
El gobierno había lanzado un ataque feroz contra los trabajadores por intermedio del Ministro de Economía, Celestino Rodrigo, empujado por la brutal crisis económica mundial que pegaba sobre la Argentina. El peronismo rompía el Pacto Social por derecha con devaluación, tarifazos y un aumento salarial irrisorio.
Para responder a la altura del ataque, la clase obrera tuvo que superar a la burocracia sindical, poner en pìe las Coordinadoras Interfabriles y marchar sobre la CGT. Solo así pudo imponer la huelga general política contra el gobierno de Isabel.
La clase obrera argentina rompía por primera vez con el peronismo en el gobierno.
Pero las derrotas de Córdoba (con el Navarrazo) y Villa Constitución (con la ocupación militar de marzo de 1975) en el período previo habían dejado aislados a los combates obreros de Capital y el Gran Buenos Aires.
Las Coordinadoras de 1975, bajo la dirección pequeñoburguesa de Montoneros y el PRT-ERP, no se desarrollaron ni se centralizaron. No se puso en pie la milicia obrera para aplastar al fascismo ni se le disputó la base del ejército a la casta de oficiales. No surgió el doble poder armado.
La vanguardia obrera fue llevada por esas direcciones a la impotencia. La crisis de dirección revolucionaria resultó fatal para el proletariado.
La gran burguesía, que había perdido el control de la clase obrera, lanzará un escarmiento superior para liquidar todo vestigio de organismos de doble poder embrionario: el golpe genocida de 1976, organizado por la embajada yanqui y llamado por la UCR, el PJ y demás partidos burgueses que fueron a buscar a los milicos a los cuarteles.
La política de colaboración de clases y Pacto Social de Perón, golpeando sobre Córdoba, Tucumán y Villa Constitución y aislando a la Capital y el GBA, había preparado en el período previo las condiciones para que venga Videla.

Hoy la clase obrera está sufriendo las consecuencias del “pacto social” de la burocracia sindical con Macri y la “oposición” patronal del PJ y los K. Cristina viene a continuar este pacto de Macri.
Las lecciones de los ’70 son programa de lucha para derrotar la trampa que preparó la burguesía contra lostrabajadores.

Reproducimos dos notas del periódico Avanzada Socialista del PST (Partido Socialista de los Trabajadores) de junio de 1974, una semana después de la “Masacre de Pacheco” donde las bandas de la Triple A asesinaron a tres militantes trotskistas.
“El Pacto a los palos” da cuenta del accionar de las bandas parapoliciales y la represión policial en el Pacto Social que actuaban sistemática y cotidianamente contra la vanguardia obrera. Además, publicamos extractos del artículo “¿Quién apaña al fascismo?” donde se plantea el surgimiento de las bandas fascistas de las entrañas de la burocracia sindical, bajo la batuta del Gral. Perón, en su tercer gobierno.

 

EL PACTO A LOS PALOS
(Avanzada Socialista N°106, 4/6/1974, pág. 4.)

Al mismo tiempo que nuestra organización era golpeada por una secuela de atentados, bombas y amenazas, y que todo el país se conmovía indignado por la Masacre de Pacheco, la represión policial y parapolicial se ensañaba con otras organizaciones y activistas obreros, populares y barriales.

24 de mayo: Es secuestrado Carlos Rodríguez, dirigente del Movimiento Villero Peronista. Fue efectuado por civiles que lo desmayaron a golpes. Al día siguiente apareció en el Hospital Ramos Mejía, con una mano prácticamente seccionada. Agentes policiales lo obligaron a firmar una declaración donde decía que la lesión era un accidente de trabajo.

24 de mayo: Es torturado durante 8 horas, un vecino del barrio Chacabuco de Florencio Varela, llamado Norberto Guardia, conocido activista de ese humilde barrio obrero.

25 de mayo: La policía federal detiene a 250 manifestantes cerca de Villa Devoto, cuando se movilizaban por la libertad de los presos políticos.

28 de mayo: La UES de La Matanza denuncia haber recibido amenazas telefónicas por parte de elementos que decían pertenecer al “Comando de Organización”.

29 de mayo: La Juventud Peronista Regional 1 denuncia la voladura de la Unidad Básica Ramón Cesaris.

29 de mayo: Se producen 60 detenciones en Córdoba durante el acto en conmemoración del Cordobazo.

29 de mayo: Estalla una bomba en la casa de Hugo Vaca Narvaja, ex funcionario del gobierno de Obregón Cano.

30 de mayo: Un “comando civil” intenta secuestrar al juez Hairabeidián que se hiere en la huida. El mencionado juez tuvo intervención en el caso de los cinco ruralistas asesinados por fuerzas policiales provinciales hace poco tiempo.

 

¿QUIÉN APAÑA AL FASCISMO?
(Extractos)
(Avanzada Socialista N°106, 4/6/1974, pág. 8.)

(…) Las bandas fascistas, que empiezan a enfocar sus miras cada vez más selectivamente contra los luchadores obreros, ya no son un fenómeno episódico o una “anomalía” sino una realidad que actúa, ataca, bombardea y mata sistemáticamente. (…)
Desde 1969, año en que la clase trabajadora y el pueblo comenzó a defender su nivel de vida, enfrentar a la dictadura militar y plantear sus reivindicaciones democráticas mediante movilizaciones y luchas, comenzaron a aparecer bandas armadas fascistas. El triunfo del gobierno peronista, lejos de haberlas frenado, las ha fortalecido. La primera razón social es que el peronismo, aunque modificó el carácter del ascenso de las luchas obreras, no lo pudo frenar. (…)
Así como Onganía trató de explicar el Cordobazo echándole la culpa a unos cuantos agitadores que impulsaron a las masas, los actuales fascistas están convencidos de que la culpa es de los luchadores que están agitando las bases del movimiento obrero. No ven que el movimiento de las masas obedece a una profunda lógica, a una cruel explotación de años, a reivindicaciones postergadas, a un sano despertar, a una lucha que comenzó hace ya mucho tiempo por imponer la democracia obrera en los sindicatos y por extenderla al país. (…)
Ese sector plebeyo que culpa al movimiento obrero, a sus activistas y a sus luchas, y que intenta frenarlo mediante la destrucción violenta, ha surgido, paradójicamente, de las propias filas obreras: nos referimos a la burocracia sindical peronista. (…)
Pero las luchas obreras y el Cordobazo transformaron a la burocracia en un sector acorralado dispuesto a defenderse a sangre y fuego contra el propio movimiento obrero. Desde entonces es el fundamento, la base social del fascismo, cuyo enemigo primordial es ahora el activismo obrero. Pero la burocracia no esta sola en sus análisis y en sus acciones coincide con otros sectores que también culpan al movimiento obrero y a sus activistas: los matones sindicales, los integrantes de los viejos grupos parapoliciales que actuaron durante la dictadura, sectores plebeyos, pequeñoburgueses, o la aristocracia desplazada amante del viejo orden podrido del “cursillismo” de Onganía. (…)
El fascismo no tiene un partido propio con apoyo de masas. Precisamente, el justo odio del movimiento obrero contra la burocracia sindical le impide formar una organización política independiente. Pero ello no significa que el fascismo no tenga organización ni planes políticos. (…)
Esa organización fascista es, indudablemente, parte integrante del gobierno y del partido oficialista y marcha en su mismo tren político.

 

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