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Jornada internacional en homenaje a León Trotsky, a 83 años de su asesinato a manos del stalinismo

 

Desde Argentina

Intervención de Alejandro Villarruel,
dirigente de la FLTI y de la LOI-CI de Argentina

 

A 83 años, homenajeamos a León Trotsky, asesinado por el stalinismo. Hoy es una jornada revolucionaria en memoria del camarada León Trotsky. Los obreros revolucionarios e internacionalistas saludamos las lecciones y el programa que nos legó. Pero por sobre todo, defendemos al Partido Mundial de la Revolución Socialista.

Me toca abrir esta jornada y lo haremos con las palabras de León Trotsky, leyendo un extracto de su discurso para la reunión de fundación de la IV Internacional.

Queridos amigos, no somos un partido igual a los demás. No ambicionamos solamente tener más afiliados, más periódicos, más dinero, más diputados. Todo eso hace falta, pero no es más que un medio. Nuestro objetivo es la total liberación, material y espiritual, de los trabajadores y de los explotados por medio de la revolución socialista. Si no la hacemos nosotros, nadie la preparará ni la dirigirá. Las viejas internacionales –la II, la III, la de Ámsterdam, y podemos agregar también el Buró de Londres– están completamente podridas.

Los grandes acontecimientos que se ciernen sobre la humanidad no dejarán piedra sobre piedra de estas organizaciones que se sobreviven. Sólo la IV Internacional mira con confianza el futuro. ¡Es el partido mundial de la revolución socialista! Nunca hubo un objetivo más importante. Sobre cada uno de nosotros cae una tremenda responsabilidad histórica.

El partido nos exige una entrega total y completa. Que los filisteos sigan buscando su individualidad en el vacío; para un revolucionario darse enteramente al partido significa encontrarse.

Sí, nuestro partido nos toma por entero. Pero en compensación nos da la mayor de las felicidades, la conciencia de participar en la construcción de un futuro mejor, de llevar sobre nuestras espaldas una partícula del destino de la humanidad y de no vivir en vano.” (1938, La fundación de la IV Internacional)

El asesinato a manos de Mercader fue con el intento de terminar de liquidar la memoria de la revolución socialista y el bolchevismo en la resistencia en su exilio en México.

El camarada era visitado por todos los revolucionarios del mundo, entre ellos, un revolucionario argentino llamado Mateo Fossa, que fue a un congreso internacional sindical con el mandato de 25 sindicatos del movimiento obrero argentino. El compañero no pudo entrar al congreso porque los stalinistas lo expulsaron.

Pero sí se pudo reunir con el camarada León Trotsky en tres ocasiones, reuniones que le dieron a la vida de Mateo Fosa, el fundador del trotskismo argentino, una dirección, un programa y una política a seguir.

Quiero leer la carta de los compañeros de Mateo Fossa que escribieran en 1940, para cerrar esta introducción y dejar la palabra a los camaradas:

 

BAJO LA MANO ALEVOSA DE UN MERCENARIO, LEÓN TROTSKY HA CAÍDO EN SU PUESTO DE LUCHA POR EL SOCIALISMO

Stalin, aliado de Hitler, por fin, lo ha asesinado. Pero todo su siniestro aparato de represión al servicio del imperialismo, no podrá destruir la revolución que él encarnaba, ni el grito de condenación de los trabajadores del mundo que acompañará en la historia su tenebrosa figura de traidor y verdugo

Camaradas trabajadores

Una vez más la mano alevosa de Stalin se levantó, esta vez con buen éxito, para acallar la inflexible voz revolucionaria de León Trotsky. El estrangulador de la revolución de Octubre tenía necesidad, para terminar su obra, de eliminar al último que la representaba. Por eso, al mismo tiempo que estrecha la mano del sangriento dictador nazi, ha armado el brazo mercenario que acaba de descargar el golpe que quedará en la historia como un ejemplo clásico de repugnante cobardía. Stalin, ejecutando órdenes de sus aliados, Mussolini e Hitler, ha querido aplastar la revolución socialista en la persona de León Trotsky. No le bastaba haber destruido, hasta donde le fue posible sin que peligrara su propia estabilidad, todas las conquistas logradas en la U.R.S.S. durante los días gloriosos de Lenin; haber sometido al proletariado ruso a un brutal régimen totalitario donde sólo hay libertad para loar su figura; haber fusilado en grotescos procesos, o sin ellos, a todos los grandes jefes revolucionarios que completaban aquel elenco de luchadores que echaron las bases del primer estado obrero triunfante que se estableció en la tierra; haber destruido la revolución china y traicionado la alemana; haber entrado en alianzas espúreas con los países imperialistas; haber aplastado la revolución española y asesinado sus líderes; haber, en fin, mojonado la ruta histórica del proletariado con la más aterradora sucesión de tremendas derrotas.

Ahora, para cerrar con broche de oro su nefasta trayectoria de delincuencia y felonía, José Stalin acaba de ejecutar el crimen por tanto tiempo acariciado en su deforme bestialidad de ser inferior y obtuso. León Trotsky ha sido vilmente ultimado en su puesto de combate, cuando proseguía con tesón sin igual su lucha por la emancipación de la clase obrera, por el socialismo. El brazo pago de un agente descargó sobre su cerebro el golpe traicionero que es todo un símbolo de lo que se buscaba destruir en su gigantesca personalidad revolucionaria. Stalin lo ha asesinado después de la más larga campaña de persecución, difamación y calumnia que se haya emprendido contra hombre alguno. Stalin, por fin, lo ha asesinado. Pero todo su siniestro aparato de represión, puesto al servicio del imperialismo, no podrá destruir la revolución que Trotsky encarnaba, no podrá acallar jamás el grito de condenación de los trabajadores del mundo que acompañará en la historia su tenebrosa figura de traidor y verdugo.

¡León Trotsky ha muerto, camaradas! Ha caído como caen los que luchan, como caen los héroes del proletariado, rindiendo su vida por una humanidad mejor. Ha caído en horas aciagas del mundo, cuando más necesaria era su palabra orientadora y su presencia indiscutido del proletariado revolucionario de todos los países. ¡León Trotsky ha muerto, camaradas! Que la congoja varonil que anuda nuestra garganta y cierre nuestros puños nos lleve a tomar la firme decisión de compenetrarnos aún más de sus excepcionales virtudes y de vengarlo recogiendo aquello que había en Trotsky que no podrán destruir jamás los que tan ignominiosamente lo asesinaron: sus ideas de fiel continuador de Marx, Engels y Lenin que, junto con las de éstos, conducirán la futura revolución proletaria mundial. ¡León Trotsky ya no está con nosotros! Recojamos las útiles palabras que se le atribuyen y levantémoslas como bandera junto a su imperecedera figura de hombre, de líder y de revolucionario:

“¡Estoy convencido del triunfo de la Cuarta Internacional! ¡Adelante!”

 

Gracias

 

 

 

 


León Trotsky

 


Mateo Fossa

 


Declaración de los militantes de la IV Internacional en Argentina ante el asesinato de Trotsky



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