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Agosto de 2010

En el 70° aniversario del asesinato de León Trotsky

EL VIL ASESINATO DE TROTSKY CUMPLIÓ SU COMETIDO EN LA MEDIDA EN QUE LOS DIRIGENTES DE LA IV INTERNACIONAL DISOLVIERON EL CENTRO INTERNACIONAL DE COYOACÁN

Desde la FLTI afirmamos que ese golpe dado a la IV Internacional con el asesinato de Trotsky fue un golpe certero, pero pudo ser decisivo debido a que el secretariado internacional de la IV, capitulando ante el terror del stalinismo y los cantos de sirena de los “imperialismos democráticos”, disolvió el centro Internacional, por responsabilidad, en gran medida, de la dirección del SWP norteamericano que se volvió a EEUU. El centro de Coyoacán “quedó vacante”. Así dejaron a las secciones nacionales de la IV Internacional aisladas, sometidas a miles de presiones, al aislamiento total bajo condiciones terribles de la guerra en Europa y a golpes contrarrevolucionarios del fascismo y el stalinismo.
La obra más grande del bolchevismo: la IV Internacional encabezada por Trotsky en los ’30, no fue destruida por el golpe asesino del stalinismo, sino porque los dirigentes del centro internacional a la muerte de Trotsky desertaron de sus tareas de mantener centralizadas más que nunca las filas del partido mundial de la revolución socialista, cuando la guerra ya era un hecho, el proletariado se desgarraba en los campos de batalla y la URSS era invadida por el fascismo alemán.

Sólo desde esta perspectiva y visión se puede comprender el accionar contrarrevolucionario de la socialdemocracia primero y del stalinismo después. El objetivo siempre fue, con sus golpes certeros, liquidar el estado mayor de la revolución. En los juicios de Moscú: obligar a capitular al estado mayor bolchevique y masacrarlo; y con el asesinato de Trotsky: obligar a capitular al estado mayor de la IV Internacional.
Los encargados y financiados para el oficio de ejecutar al ala internacionalista del proletariado mundial fueron la socialdemocracia y el stalinismo, que en los primeros 40 años del siglo XX cumplimentaron esta obra que el imperialismo no podía hacer directamente, inclusive con las fuerzas contrarrevolucionarias de sus estados. Fue el stalinismo el que cumplió con esta misión, con el asesinato de Trotsky ya en plena segunda guerra mundial y de toda fracción revolucionaria del proletariado mundial que en los últimos 70 años osara enfrentar a la camarilla stalinista.
El pánico de las pandillas imperialistas era que la guerra fuera partera de revoluciones. Había que darle un golpe decisivo a la IV Internacional y a Trotsky como su dirigente más importante. El asesinato de Trotsky perseguía el objetivo de disgregar la IV Internacional y su estado mayor, para dispersar la centralización que tenían los internacionalistas. Esta centralización se había conquistado en 1914 en la primera guerra mundial, en la III Internacional con la toma del poder en Rusia y con el bolchevismo en la resistencia contra el stalinismo en los ’30. Así se mantuvo vivo el programa de la lucha por la toma del poder y la revolución socialista mundial.
Al inicio de la segunda guerra mundial había que culminar la persecución y el asesinato que propinó el stalinismo como quinta columna a lo mejor de la vanguardia revolucionaria en la guerra civil española y los juicios de Moscú. Había que llevar hasta el final el escarmiento a la IV Internacional que estaba en curso con la masacre a la sección rusa, antes y después de los juicios de Moscú, el asesinato a Leon Sedov y el degollamiento a Rudolph Klement, el dirigente de la IV Internacional que iba a dar el informe del Programa de Transición en el congreso de fundación de 1938, por poner tan sólo un par de ejemplos.
Como denunciaba Trotsky, el stalinismo tenía ventajas sobre la socialdemocracia en su oficio contrarrevolucionario, no sólo por su grado de cinismo y sed de venganza, sino sobre todo por su centralización y alcance mundial de sus fuerzas contrarrevolucionarias.
Había que asesinar no sólo a los jefes de la fracción internacionalista de la clase obrera mundial, la única que demostró que se podía tomar el cielo por asalto y puso en peligro el dominio imperialista del planeta, sino que fundamentalmente, liquidando a esta fracción revolucionaria, se buscaba liquidar el internacionalismo militante del proletariado mundial. Internacionalismo militante que había llevado al surgimiento de la I Internacional, a las huelgas generales mundiales por la jornada de 8 horas, demostrando que el proletariado mundial podía unirse como un solo puño para golpear a los explotadores; y como lo hizo la III Internacional, demostrar que se podía tomar el poder en un país, y que este poder solamente triunfaba o se mantenía como un episodio de la revolución internacional y si lograba extenderse a nivel mundial.

El asesinato de Trotsky fue entonces, repetimos, un terror blanco contrarrevolucionario ejercido por la burocracia stalinista a cuenta de la burguesía y el imperialismo mundial. Fue así la última ejecución de los juicios contrarrevolucionarios de Moscú, que terminó de liquidar a toda la generación revolucionaria del partido bolchevique y la dirección revolucionaria de la III Internacional y a los cuadros más valiosos de la IV Internacional. En 1940 el único dirigente del comité central del partido bolchevique que había tomado el poder en la URSS era… el asesino Stalin.
El golpe físico dado contra Trotsky y gran parte de su equipo internacionalista por parte de la KGB, persiguió el objetivo histórico de liquidar al último de los dirigentes que en 1914 y 1915 se “sentara en el sillón” de Kienthal y Zimmerwald.
Desde la FLTI afirmamos y reivindicamos lo que denunciara Krupskaya, la compañera de Lenin, que afirmó, basada en esta tesis de los internacionalistas, de que si Lenin no hubiera muerto en 1924, Stalin -expresando las fuerzas de la contrarrevolución burocrática y la expropiación de la revolución de octubre- lo hubiera asesinado. ¡Cuánta razón!

Con el asesinato al camarada León Trotsky se trató en última instancia de que al inicio de la segunda guerra mundial y a su salida, la IV Internacional no pudiera jugar el rol de preparar a los partidos revolucionarios para que lleven al proletariado a la toma del poder, como lo hicieran Kienthal y Zimmerwald y la III Internacional a la salida de la primera guerra mundial.
Hoy los renegados del trotskismo, junto a impostores, falsificadores y charlatanes varios, quieren negar estas lecciones revolucionarias ante los ojos de la nueva generación del proletariado para que las mismas no perduren y permitan poner de pie nuevamente a fracciones internacionalistas centralizadas del proletariado mundial. Le echan la culpa de la crisis de la IV Internacional a “la muerte de Trotsky” y no a sus propias capitulaciones y adaptaciones a cuantas direcciones reformistas de todo color, olor y pelaje con las que se contuvo y se ató las manos del proletariado mundial en los últimos 70 años.
Por la crisis de estos últimos 70 años de la IV Internacional y del socialismo internacional en las filas del proletariado mundial quedó demostrado, aunque por la negativa, que sólo con direcciones revolucionarias internacionalistas el proletariado consiguió sus triunfos, los únicos triunfos de su historia. Consiguió inclusive mantener, en las derrotas, lecciones revolucionarias que prepararon y forjaron nuevas generaciones más revolucionarias y conscientes que las anteriores. Y le dio continuidad al programa histórico del socialismo científico.
El proletariado consiguió sus triunfos con la comuna de París en el siglo XIX declarando a todos los obreros del mundo “ciudadanos de la comuna obrera”. Los consiguió en las huelgas generales revolucionarias por la jornada de 8 horas a fines del siglo XIX, que amenazaron desde sus cimientos al capitalismo mundial. Los logró conquistando el pan y la tierra, liquidando la autocracia y rompiendo la cadena de enfrentamiento entre obreros en la primera guerra mundial, con la toma del poder en Rusia. Y justamente fue porque la revolución rusa no se pudo extender a Alemania y al resto de los países imperialistas, por inmadurez de los jóvenes partidos comunistas, que lo que vino no fueron triunfos sino derrotas y calamidades para el proletariado.
Y cuando se preparaba la fracción internacionalista, bajo la dirección de Trotsky y su estado mayor, para organizar el segundo acto de la revolución mundial a la salida de la segunda guerra interimperialista, es que el stalinismo da este golpe certero asesinando a Trotsky.
La disolución del centro internacional de la IV es lo que volvió históricamente decisivo el asesinato de Trotsky. El movimiento revolucionario paga hoy la capitulación de los que disolvieron el estado mayor de la revolución proletaria con 70 años de crisis de nuestro partido mundial. Las lecciones revolucionarias del proletariado internacional como clase para sí se interrumpieron en la historia. Toda generación ha tenido que comenzar de nuevo su experiencia y aprendizaje pasando por durísimas crisis. El revisionismo y el oportunismo liquidaron toda continuidad del programa marxista.
Para los liquidadores de la IV Internacional no hay ni habrá justificación. Sólo una condena de todos los combatientes que luchamos por refundar la IV Internacional y poner en pie nuevamente el estado mayor de la revolución socialista mundial. ¡Se acabó la época de los programas nacionales! ¡Sólo la refundación de la IV Internacional podrá darle continuidad al programa de la revolución socialista!

 

 

 


Lenin y Trotsky

 


Discurso de Trotsky en Copenhague en 1932

 

 

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