- VIII - La Cuarta Internacional “no fue de masas a la salida de la guerra” por las adaptaciones y capitulaciones de los que combatieron durante la misma y en la posguerra bajo sus banderas Los renegados del trotskismo, la nueva generación de Yalta, encabezada por el pablismo a la salida de la guerra y demás fracciones que surgieron de sus divisiones, le echaron la culpa a los pronósticos de Trotsky de que “la Cuarta Internacional no haya sido de masas a la salida de la guerra”. Hacían esto como si la IV Internacional hubiera pronosticado que se podían construir partidos revolucionarios con influencias de masas, por ejemplo, disolviendo a la IV Internacional –como lo hicieron- y colocando a sus militantes dentro de los Partidos Comunistas bajo la excusa que “la URSS iba a ser atacada por el imperialismo y el stalinismo se iba a ver obligado a tomar el poder”. O bien entrando al frente popular como en Sri Lanka. O que se podían poner en pie partidos revolucionarios de masas apoyando al gobierno burgués de Paz Estenssoro y colaborando con estrangular la revolución socialista en Bolivia en 1952, como ya dijimos. Y no digamos nada de cuando se pusieron bajo la disciplina de Fidel Castro y el stalinismo en los ’60, o bien cuando a los pies de la socialdemocracia y el stalinismo terminaron todos estrangulando el proceso revolucionario del 68/74, y negándose a encabezar el combate de la clase obrera del este europeo que enfrentaban abiertamente en Checoslovaquia, Polonia y Hungría al ejército asesino de la burocracia stalinista. El verdadero pronóstico de la IV internacional, y cómo preparó el trotskismo a los jóvenes partidos revolucionarios a fines de los ’30, fue de una precisión milimétrica. Así fue cómo el trotskismo se preparó para toda una época signada por crisis, guerras y revoluciones: “El mundo capitalista no tiene salida, a menos que se considere salida a una agonía prolongada. Es necesario prepararse para largos años, sino décadas, de guerras, insurrecciones, breves intervalos de tregua, nuevas guerras y nuevas insurrecciones. Un partido revolucionario joven tiene que apoyarse en esta perspectiva. La historia le dará suficientes oportunidades y posibilidades de probarse, acumular experiencia y madurar. Cuánto más rápidamente se fusione la vanguardia, más breve será la etapa de las convulsiones sangrientas, menor la destrucción que sufrirá nuestro planeta. Pero el gran problema histórico no se resolverá de ninguna manera hasta que un partido revolucionario se ponga al frente del proletariado.” Nuestro partido mundial tuvo mil y una oportunidades en estos 70 años de demostrar que podía conquistar la continuidad de Kienthal y Zimmerwald, de la III y la IV Internacional, conquistando partidos revolucionarios en el mundo e inclusive haciéndose del poder. Como ya dijimos todo el trotskismo de Yalta se dedicó a falsificar el pronóstico del Manifiesto de la Guerra, diciendo que “la IV Internacional sería de masas a la salida de la guerra”. No se trataba de esto el pronóstico de la IV Internacional, que nunca fue una poción mágica como esperaban los oportunistas. Insistimos, se trataba de no traicionar, señores. Se trataba de que si se traicionaba en todo un período histórico, como fue el de la posguerra que duró hasta el ’89 (en el cual ésta se definió a favor del imperialismo con la restauración del capitalismo en los estados obreros); el camino a las masas estaba indudablemente cerrado. El trotskismo durante décadas no fue más que un grupo de presión sobre el stalinismo y la socialdemocracia, para luego, a partir del ’89 cruzar el Rubicón y ser un cuarto de fervorosos militantes de la V Internacional de las burguesías bolivarianas, los desechos del stalinismo y la socialdemocracia. Todo intento de marchar al internacionalismo militante y volver al programa de la IV Internacional fue efímero y de corta duración. Nunca se llegó hasta el final porque siempre se intentó justificar la adaptación y la capitulación. Los que siempre buscaron y ahora buscan “un camino a las masas” y “hacerse de masas” ya lograron su objetivo. Fueron utilizados por el stalinismo y la socialdemocracia, y sus “partidos de masas” durante Yalta para estrangular la revolución proletaria. Ya están en la V Internacional, que “es de masas”. Hoy le administran los sindicatos a la burguesía, entrando inclusive a los gobiernos burgueses, sosteniendo a los Obamas, a la corona inglesa, con sus eurodiputados del partido laborista. Son asiduos impulsores de los Foros Sociales Mundiales, mandando caballos de Troya en sus buques “democráticos” para “liberar al martirizado pueblo palestino y terminar el bloqueo” como si fuera posible que llegue el pan a las hambreadas masas de Gaza sin arrebatarle el fusil y destruir al ejército sionista asesino. ¡Ya son de masas en su V Internacional con Hu Jintao, los Castro, los Chávez, el laborismo inglés, la izquierda de Jesse Jackson del Partido Demócrata! ¡Festejen! Ya en el ‘89 el revisionismo no había dejado piedra sobre piedra de la IV Internacional. Sus revisiones pasarán a la historia como un ultraje más al marxismo. Junto a las del renegado Kautzky, las pseudoteorías de “revolución por etapas” y del “socialismo en un solo país”, se le deben añadir ahora las pseudoteorías de los renegados del trotskismo que recogen lo peor del stalinismo y la socialdemocracia para sostener, en nombre del trotskismo, a los cínicos contrarrevolucionarios de la V Internacional, inclusive a exponentes burgueses en los frentes populares asesinos de obreros y expropiadores de la revolución proletaria. Por eso, en nuestro homenaje a Trotsky y la IV Internacional, vamos a afirmar que no fue ni el programa ni la teoría ni la estrategia del trotskismo lo que le cerró a la IV Internacional el camino a las masas, sino que fue el servilismo del revisionismo y el oportunismo, que saliera de las entrañas mismas de nuestro partido mundial, que en el ‘89 se pasó abiertamente al campo del reformismo.
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