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- VII - “La IV Internacional entrará a la próxima guerra como una unidad compacta” La destrucción del centro internacional de Coyoacán a la muerte de Trotsky: una puñalada por la espalda a la fracción internacionalista del proletariado mundial

Para terminar con la miseria del revisionismo y de los renegados del trotskismo, que ocultan su propia capitulación en la historia; y para rendirle homenaje al último de los internacionalistas revolucionarios que fue llevado a la arena histórica, producto de combates históricos del proletariado desde la Comuna de París y la Revolución de Octubre y la cadena de revoluciones que dieron origen al marxismo revolucionario, el camarada Trotsky, afirmamos: no fue el programa, la teoría y el pronóstico de la IV Internacional lo que provocó su crisis, sino las capitulaciones y adaptaciones de los “trotskistas”, que ni siquiera pudieron pasar la primera prueba decisiva que le puso la historia cuando Trotsky fuera asesinado.
Esa prueba y desafío, como ya afirmamos, no era otro que mantener el centro internacional de la IV Internacional. No lo hicieron. Se adaptaron y capitularon al terror del stalinismo en los ’40, así como se sometieron a él en los ’50 y en todo Yalta, porque “allí estaban las masas”, decían.
El centro internacional construido por Trotsky en Coyoacán México, fue disuelto.
Bajo estas condiciones adversas, donde había que remar al principio contra la corriente, no aterrorizarse frente a los golpes del stalinismo y el fascismo, ni ceder a la demagogia y los “cantos de sirena” de los “frentes democráticos”, la mayoría del secretariado internacional que organizaba la dirección de la IV junto a Trotsky, luego del asesinato de sus mejores elementos, capituló. Se volvieron a sus países y liquidaron el centro internacional: el de Kienthal y Zimmerwald, el estado mayor de la IV Internacional, dejando a la deriva a sus secciones nacionales. Allí, de forma centralizada, el stalinismo, el fascismo y los imperialismos “democráticos” diezmaron sus filas y las sometieron a terribles presiones y adaptaciones.

Esta fenomenal crisis de la IV Internacional fue provocada por la deserción nacionalista de sus ex dirigentes, sobre todo de la dirección del SWP norteamericano que desertó de Coyoacán para recluirse en el aislamiento nacional de EE.UU. La excusa fue que iban a luchar por la política militar proletaria frente a la guerra en y desde EEUU. El exclusivismo nacional fue la justificación revisionista para abrir las puertas a la liquidación del centro internacional de la IV Internacional. Van Heijenoort se refugiaba en la sección francesa para desde allí terminar capitulando, como no podía ser de otra manera, a la lucha por “la autonomía de Francia contra la Alemania agresora” levantada por el POI-CI francés.
Es decir que, a la muerte de Trotsky, un sector del Secretariado Internacional se va a Estados Unidos y otro a Europa, abandonando el carácter de dirección internacional, y la IV se quedó sin dirección. Cannon, Hansen, Van Heijenoort, que eran el equipo de dirección en Coyoacán, se negaron a mantener el centro internacional. Después no hubo ninguna dirección internacional que corrigiera las desviaciones de las secciones europeas, que defendiera al marxismo contra las posiciones de capitulación en Francia y la Europa ocupada por los nazis. No conocemos ni un sólo documento del SWP sobre la posición del POI-CI francés. No hay ni pizca de preocupación por la suerte de la sección soviética, esos heroicos militantes trotskistas que eran asesinados en los campos de concentración stalinistas en Rusia, que estaban desconectados de la IV desde que León Sedov fue asesinado a comienzos de 1938. Los cuadros europeos intentaron dar una respuesta como podían en las condiciones de fascismo y ocupación. Era natural que, en condiciones de aislamiento, cedieran ante la enorme presión de la ocupación nazi y la guerra. Pero no hubo ningún centro internacional que por medio de luchas políticas les sirviera de contrapeso y los ayudara a retomar el rumbo. ¡Desde 1940 hasta 1945 la IV Internacional se quedó sin una dirección internacional revolucionaria!
Podrán aducir las “terribles y duras condiciones” que había para semejante capitulación. Mentira. Ya la IV y Trotsky se habían encargado de aclarar que la IV Internacional tenía enormes ventajas al inicio de la segunda guerra mundial en relación al puñado de revolucionarios que había reagrupado sus filas y cabían tan sólo en un sillón en las conferencias de Kienthal y Zimmerwald en el año 1914.
Así preparaba el trotskismo a la IV Internacional para pasar la prueba de la historia. En su artículo “Una Lección reciente” escribía: “En este momento, hay secciones de la IV Internacional en treinta países. Es cierto que son sólo la vanguardia de la vanguardia. Pero si hoy, antes de la guerra, contáramos con organizaciones revolucionarias de masas, lo que estaría planteado no sería la guerra sino la revolución. Por supuesto, no las tenemos y no nos hacemos ilusiones al respecto. Pero la situación de la vanguardia revolucionaria es mucho más favorable que hace 25 años. La conquista fundamental es que ya antes de la guerra existen en todos los países más importantes del mundo cuadros probados, cientos y miles de revolucionarios cuyo número aumenta constantemente, ligados por la unidad de una doctrina y templados en la forja de las más crueles persecuciones de la burguesía imperialista, de la socialdemocracia y en particular de la mafia stalinista. La II Internacional, la III y la de Ámsterdam no pueden reunir sus congresos porque las paraliza su dependencia del imperialismo y las destrozan las contradicciones nacionales. Por el contrario, las secciones de la IV Internacional, a pesar de sus recursos extremadamente magros, de su dificultad para obtener visas, del asesinato de su secretario (se refiere a Rudolph Klement, N. del R.) y del aumento de la represión, fueron capaces, en el momento más crítico, de reunir su congreso internacional y adoptar resoluciones unánimes que formulan con precisión y concretamente las tareas de la titánica lucha actual, apoyándose en toda la experiencia histórica”. Los revolucionarios que se reunieron en Zimmerwald y Kienthal se habían encontrado en la guerra misma con que la II Internacional se había pasado al bando burgués imperialista y, en una feroz lucha de tendencias y fracciones, tuvieron que forjar los principios, la estrategia y el programa bajo el fuego cruzado de los cañones imperialistas. Eso no impidió que dos años después, cuando la guerra parió la revolución rusa, la izquierda de Zimmerwald y Kienthal -un centro internacional- pudiera guiar al proletariado a la toma del poder y tuviera la misma oportunidad en Alemania.
Siguiendo esa lógica, Trotsky continúa diciendo: “Ninguna ola chovinista apartará de su camino a estos valiosos cuadros, ni los intimidarán los máusers y los puñales stalinistas. La Cuarta Internacional entrará en la próxima guerra como una unidad compacta, cuyas secciones seguirán todas la misma política más allá de las fronteras que las separen. Es probable que a comienzos de la guerra, cuando el ciego instinto de autoconservación combinado con la propaganda chovinista empuje a las masas populares hacia sus gobiernos, las secciones de la Cuarta Internacional se encuentren aisladas. Sabrán cómo superar la hipnosis nacional y la epidemia de patriotismo. Los principios del internacionalismo serán su baluarte contra el pánico generalizado de los de abajo y el terror de los de arriba. Verán con desprecio las oscilaciones y vacilaciones de la “democracia” filistea. Por otra parte, permanecerá estrechamente ligada a los sectores más oprimidos de la población y al ejército que derramará su sangre. Cada nuevo día de guerra trabajará a nuestro favor. La humanidad se ha vuelto mucho más pobre que hace veinticinco años, mientras que los medios de destrucción se han vuelto mucho más poderosos. Por lo tanto, en los primeros meses de guerra estallará la reacción de las masas como una tormenta en medio de las nieblas del chovinismo. Las primeras víctimas de esta reacción, además del fascismo, serán los partidos de la Segunda y la Tercera Internacional. Su colapso será la condición indispensable para el renacimiento del movimiento revolucionario, que no podrá girar alrededor de otro eje que no sea la Cuarta Internacional. Sus templados cuadros dirigirán a los trabajadores en la gran ofensiva”.
Pero en el mismo manifiesto, Trotsky alertó también de una desventaja de la IV con respecto a Zimmerwald y Kienthal: “Ya antes del estallido de la guerra comenzó a escala mundial el exterminio de los internacionalistas. El imperialismo ya no tiene necesidad de ningún “feliz accidente”. La mafia stalinista cuenta con una agencia internacional prepa­ rada para el exterminio sistemático de los revolucio­narios

La liquidación del centro internacional, por capitulación y adaptación de los cuadros que desertaron de Coyoacán, impidió que la IV Internacional jugara ese rol para el que tuvo mil y una oportunidades, inclusive para fundar la sección soviética de la IV Internacional, con mil y un intentos del proletariado de los países del este europeo y de la China misma de enfrentar a la burocracia stalinista.
Del ’40 al ’89 el proletariado le dio a la IV Internacional mil y una oportunidades para estar en la cresta de la ola. La liquidación del internacionalismo militante y de su centro internacional le impidió ser continuidad de los combates de Rosa Luxemburgo y Liebknecht, de Kienthal y Zimmerwald, de los combates de la III Internacional y la revolución de Octubre, de las lecciones de las revoluciones en la década negra del stalinismo y el fascismo. Por lo tanto fue inútil e impotente para aprovechar cada una de las oportunidades que le dio la historia.

Esto es lo que explica en última instancia la cadena de tragedias que vivió la IV Internacional, sus adaptaciones y capitulaciones durante la guerra y en la posguerra. El centrismo que emergió de sus entrañas fue parte del problema y no la solución de la crisis de dirección del proletariado.
A la salida de la guerra, en la conferencia del ’46 y el congreso del ’48, no se sacaron para nada estas lecciones revolucionarias sobre la destrucción del centro de la IV Internacional. Ambas conferencias y congresos fueron una negociación de una federación de grupos y partidos, bajo la dirección de Pablo en Europa, que había encabezado la resistencia de la IV en la guerra, y capitulado permanentemente al “frente democrático” y al stalinismo. Puesto que más allá de tal o cual acción heroica, no se mantuvo en pie la política antidefensista y de lucha por la revolución política de la IV Internacional durante la guerra.
Pablo no se hizo “malo” en el ’53 cuando llamó ya abiertamente a entrar a los Partidos Comunistas. A éstos le capituló durante la guerra, junto a la sección francesa, la alemana en el exilio, etc. Era una nueva generación que entraba al combate sin un centro internacional revolucionario.
En esos congresos y conferencias el SWP norteamericano, con su dirección, ya había perdido toda autoridad y estaba en un verdadero curso centrista y de exclusivismo nacional.

Todos se probaron, pese a las pomposas conferencias y congreso del ’48 y el ’51, en la revolución boliviana del ’52. Todos terminaron apoyando las medidas “progresivas” del gobierno “provisional” de Paz Estenssoro en Bolivia.
Kienthal y Zimmerwald, con la dirección de Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Lenin y Trotsky, llegó a tiempo a la Rusia revolucionaria de febrero del ’17 para impedir que el partido bolchevique cediera a la marea campesina que embriagaba al proletariado en los soviets, reencauzándolo en la lucha contra el gobierno que defendía la guerra imperialista y preparando la lucha por la toma del poder.
El centro federativo de la IV Internacional del ’46, ’48 y ’51 sólo llegó a poner de rodillas al proletariado boliviano ante su verdugo: el gobierno burgués expropiador de la revolución boliviana. El proletariado buscó al trotskismo en el ’52. Ya le había votado su programa en la COB: las Tesis de Pulacayo. Ya había demolido al ejército y puesto en pie las milicias obreras de la COB.
¿Y los trotskistas? Los que no apoyaban directamente al gobierno burgués de Paz Estenssoro, lo hacían indirectamente fortaleciéndolo un millón de veces más. Como el morenismo, que llegó a plantear: “ministros obreros del gobierno que rindan cuenta a la COB”. Afirmaban que criticar al gobierno de Paz Estenssoro o atacarlo abiertamente era “preparar las condiciones de la derrota y separarse del proletariado”. Igual que la posición de Stalin-Molotov que apoyaban “críticamente” al gobierno provisional hasta que llegara Lenin a Rusia en abril del ’17.
Nuevamente se perdió una oportunidad en la historia, pero la tragedia no son las oportunidades de los trotskistas, sino las derrotas y penurias que padecen las masas.
Sacar estas lecciones revolucionarias es nuestro homenaje y nuestro deber para con los revolucionarios que fundaron la IV Internacional.

Así, entonces, la IV devino en una verdadera federación, que sólo atinaba a dar respuestas parciales, pero siempre ubicados a la izquierda del stalinismo, sosteniendo a Tito en Yugoslavia, a Mao en China, esperando siempre las “alas izquierda” del stalinismo desde donde construirse.
El estallido del ’53 no fue casual. La IV devino en centrismo, en una nueva “dos y media”, luego con zigzag y zigzag, con unificaciones y rupturas, y no pudo pasar la prueba y la gran oportunidad que volvió a darle el proletariado mundial del 68/74.
Ninguna lección había sido sacada. Un error llevó a otro error. El error a la capitulación, y la capitulación a la degeneración del movimiento.

Esta es la verdad. Homenajeamos al camarada Trotsky y a los fundadores de la IV Internacional afirmando que la liquidación por capitulaciones del centro internacional de Coyoacán fue el que permitió el camino al precipicio de la obra maestra de toda una generación de revolucionarios, que con su vida y sacrificio pusieron en pie la continuidad del bolchevismo, la IV Internacional.
Afirmamos que el asesinato de Trotsky fue un ataque directo al estado mayor internacional de la IV Internacional. Y ese lugar, como el de Rudolph Klement, el de León Sedov, el de Trotsky el de Abraham León en el centro internacional de Coyoacán fue abandonado. El exclusivismo nacional y las adaptaciones a los imperialismos “democráticos” que “enfrentaban al fascismo en la guerra” llevaron al centrismo y al oportunismo a la IV Internacional y la dejaron a la deriva. Luego, de allí a capitular y adaptarse al stalinismo durante Yalta, había tan sólo un paso.
Lo que se intenta hoy es que no quede ni pizca de continuidad de estas lecciones revolucionarias. Desde la FLTI levantamos esta bandera. Es necesario un reagrupamiento decisivo de cuadros revolucionarios que quieran poner sobre sus hombros la responsabilidad histórica de recomponer en el proletariado mundial un poderoso movimiento de socialistas revolucionarios internacionalistas, que la traición y el servilismo del oportunismo abortó en la historia.
En el siglo XXI que ya ha comenzado, la crisis de la IV Internacional y su degeneración se ha transformado en el factor más atrasado de las condiciones para el triunfo de la clase obrera mundial. Y esto es responsabilidad de los desertores del centro internacional en 1940, como de cada una de las capitulaciones, adaptaciones y la degeneración abierta a la que fue llevada la IV Internacional en manos del oportunismo y el revisionismo.
Pero es vano llorar y lamentarse por la leche derramada. No hay tiempo que perder. Nuevamente la historia le dará mil y una oportunidades al movimiento revolucionario para ponerse de pie, a condición de plantearse con valentía las tareas históricas. Como afirmaba la IV Internacional en el ’34: “En la época actual, la política proletaria no puede menos que plantearse las tareas internacionales. Y estas no pueden menos que exigir la unión de los cuadros internacionales. No se puede postergar ni un día esta tarea sin capitular ante el imperialismo”. “La historia (…) tampoco perdonará a esos indecisos, grupos centristas que eluden el problema de la internacional buscando caminos puramente nacionales, no llevan ningún problema hasta su conclusión, éstos no tienen perspectiva y se alimentan coyunturalmente de la agitación y confusión de la clase obrera”. ¡Cuánta actualidad! De que se ponga en pie este movimiento revolucionario internacional del proletariado dependerán en última instancia si las próximas condiciones serán de victorias o de derrotas.

 

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