- V - La Lucha del marxismo revolucionario de la época imperialista es la lucha del proletariado por la toma del poder para resolver los problemas más acuciantes de las masas. Para el reformismo y el liquidacionismo, esto queda para el próximo milenio
“La izquierda de la V Internacional”, es decir los renegados del trotskismo, “transformando a Trotsky en un ícono inofensivo”, intenta darle una “cierta aureola de gloria”, pero para “mellarle el filo revolucionario de su combate”. Desde este punto de vista, no tienen nada que envidiarle al stalinismo y sus “homenajes” a Lenin… así son “los revolucionarios que temen mortalmente a la revolución”. Son enemigos de decirle al proletariado, hoy cuando termina la primera década del siglo XXI y el capitalismo está en abierta bancarrota, la única verdad: que si en Grecia pese a 8 huelgas generales no paramos el ajuste; si sigue el ataque a nuestras conquistas en España, Francia, Alemania y toda Europa del Este; si la clase obrera norteamericana continúa sometida igual o peor que los obreros latinoamericanos al escarnio de la desocupación y la miseria; si el África martirizada, como todo el mundo semicolonial, se desangra por el saqueo y la expoliación de todas las potencias imperialistas; si los inmigrantes que ayer, como mano de obra esclava, levantaban las cosechas y los edificios de las transnacionales de las potencias imperialistas, hoy son echados como perros al Mediterráneo o asesinados por los Sheriff fascistas del “democrático” Obama en la frontera del Río Bravo o por las bandas fascistas parapoliciales de México, ES PORQUE LA CLASE OBRERA NO TOMÓ EL PODER.
Esta nueva horneada de menchevismo que ha surgido de las entrañas mismas de la IV Internacional se niega a decirle a la clase obrera china que si hoy padece las peores de las penurias es porque al no triunfar la revolución política –aplastada sangrientamente por la burocracia restauracionista en la masacre de Tiananmen- la lacra stalinista-maoísta devino en nueva clase poseedora, se convirtió en esclavista y encerró en maquiladoras a centenares de millones de obreros esclavos sometidos a la superexplotación de la economía mundial capitalista.
Se niegan a decirle a la clase obrera china que ha llegado la hora de ligar su combate -que ya ha empezado- a la lucha por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, no sólo en China, sino también en la ex URSS y en el este europeo. En estos últimos, estos sirvientes de los imperialismos “democráticos” afirman que la restauración se hizo por vía pacífica… con la OTAN masacrando en los Balcanes, con las tropas blancas contrarrevolucionarias de Putin masacrando en todo el Cáucaso y realizando genocidios como en Chechenia, con centenares de golpes contrarrevolucionarios en las pequeñas repúblicas soviéticas dados por viejos generales de la KGB sostenidos por las bases yanquis… con un régimen bonapartista contrarrevolucionario en Rusia que hace empalidecer y “vuelve democrático” a Pinochet y Videla… hay que inventar que “Trotsky se equivocó”, que “la restauración capitalista fue pacífica”.
El cinismo, la desfachatez y la mentira deben ser desenmascarados en este 70º aniversario del asesinato de León Trotsky.
¿Y qué dicen los renegados del trotskismo en relación a la cuestión china, una de las cuestiones decisivas y acuciantes del siglo XXI? El reformismo se ha dividido en dos alas. Ambas con una premisa común: en la cuestión china se concentra el auge y empuje del sistema capitalista.
Para algunos es tan floreciente el capitalismo que puede permitir la emergencia de nuevas potencias imperialistas… no es que éstas sobran en el planeta ante la decadencia y crisis capitalista. Mientras se hunden Grecia, España y Portugal, y el Japón imperialista está en recesión desde hace ya 20 años, vienen a anunciarnos que ha surgido una nueva superpotencia imperialista como China.
La FLTI ya ha demolido esta posición que confunde a un campo de concentración de millones de obreros esclavos en maquilas, a cuenta del saqueo y la superexplotación de las distintas potencias imperialistas, con “nuevas potencias imperialistas”.
La otra ala, que tiene la misma premisa, es la que encabezan los socialdemócratas como el PTS, la LIT y todas las alas parecidas colgadas a los faldones de las pseudoteorías del menchevismo. Ésta afirma que es tan, pero tan fuerte el empuje capitalista que China “es un gran taller”, que ha juntado a 400 millones de obreros. La clase obrera china habría logrado fuerza “por su cantidad”. Esa es la tesis menchevique. A mayor concentración obrera, que deviene luego de una fase de expansión capitalista que “el partido obrero tiene que apoyar”, vendrá la segunda fase de “la lucha por el socialismo”. Parecería ser que en China ya habría empezado esta segunda etapa.
Esto es de un cinismo que no tiene similitud. “China un gran taller”. ¿Por qué no van a trabajar ellos a ese “gran taller”? China es un gran campo de concentración donde empieza a haber desocupación masiva, hambruna generalizada, desarraigo de la tierra, como antes de la revolución del ’49 cuando se expropió a la burguesía y así se liquidó el hambre e inclusive el canibalismo. ¿Qué hubo en China si no eran millones de obreros y trabajadores agrícolas que comían todos los días en “un enorme taller”, convertido luego en un campo de concentración que el mismo Hitler ni se animaría a poner en pie ni a soñar con él?
Esta gente llama “gran taller” a un Ghetto de Varsovia generalizado.
Como ayer en el ’89, hoy en la cuestión china no sólo reniegan de la lucha por el poder, sino que le dicen a la clase obrera que no hay que tomarlo, porque “el capitalismo desarrolla las fuerzas productivas” y lo que hay que hacer es esperar que aumente el número de obreros para hacerse más fuerte y en un futuro tomar el poder.
El reformismo nunca va a aprender del reformismo. El socialismo revolucionario y el trotskismo han demostrado y demostrarán toda su potencialidad en la historia.
Los países imperialistas en ruinas por la crisis que golpea al planeta desde el 2007, pero con empresas imperialistas que ganan 70% u 80% de ganancias anuales fuera de sus fronteras, es lo que explica en última instancia “el crecimiento chino”… son los millones de obreros inmigrantes expulsados de Europa y EEUU, son los millones de obreros sometidos al paro y la desocupación en Europa, EE.UU. y regiones enteras de Asia… “pero China crece”, con millones de campesinos y trabajadores agrícolas despojados de sus tierras, en hambre crónico, con millones de desocupados (un total de 1.200 millones de habitantes en estas condiciones). A no dudarlo, el próximo crac que golpeará a China, si el proletariado no entra en nuevas maniobras de revolución socialista en todo el Pacífico, dejará a la gran mayoría de los 400 millones de obreros chinos también desocupados como lo ha hecho en occidente y en los países imperialistas.
Los renegados del trotskismo, que ven un progreso, en última instancia “democrático” y “económico” en los ex estados obreros, reniegan de toda lucha por volver a restaurar las dictaduras del proletariado bajo formas revolucionarias allí en donde se ha expropiado a la burguesía.
Un rejunte de direcciones traidoras se niega a que las masas que combaten en las guerras civiles nacionales vean que son las burguesías nativas las que a cada paso pactan con los invasores que ocupan su territorio como en Palestina, Afganistán e Irak. Hace rato ya abandonaron el programa militar del proletariado para las guerras de liberación nacional. Y mucho más se niegan a que los protagonistas de las heroicas resistencias nacionales vean que su triunfo está en la revolución socialista en su país, expropiando a los invasores y en la unidad con la clase obrera europea y norteamericana, que como en Vietnam, fue la que garantizó su triunfo en las calles de Washington y Nueva York.
Aunque el reformismo y los liquidadores del trotskismo no lo digan y lo guarden bajo siete llaves, los internacionalistas de la FLTI afirmamos que si en la Bolivia revolucionaria se sigue cocinando con bosta de llama; si en Madagascar pese a armarnos no conseguimos el pan; si en Guadalupe aún no conquistamos los 200 euros; si en Grecia y la Europa imperialista no hace más que pasar el ataque de los explotadores; si en EE.UU. estamos como clase explotada peor aún que en el resto de América Latina; si en África el capitalismo esclavista desangra con dobles cadenas de explotación, saqueo y genocidios al proletariado de ese continente, es porque la clase obrera aun no se hizo del poder.
Ahora se entiende por qué tanto silencio en los “homenajes” a Trotsky sobre las tareas y programa sobre los que se fundó la IV Internacional bajo la dirección del camarada Trotsky y su equipo internacionalista: el silencio es para ocultar que para la IV Internacional, así como para la III Internacional revolucionaria, su tarea inmediata de todos los días era preparar al proletariado para la toma del poder. La IV Internacional, a diferencia del stalinismo y la socialdemocracia, planteó abiertamente que sólo tomando el poder la clase obrera mantenía sus conquistas o podía conseguir algunas nuevas. Y que luchar todos los días por el poder es la única posibilidad de sacarle aquí y allá demandas parciales a los explotadores, que sólo se ven obligados a dar algo para no perder todo ante la revolución proletaria.
Con este álgebra y estrategia revolucionaria se fundó la IV Internacional, continuadora del bolchevismo y de los revolucionarios internacionalistas alemanes de principios del siglo XX.
El trotskismo y la IV Internacional no ha logrado ser hoy un factor objetivo en la vida del proletariado mundial. Nuestro partido mundial fue copado por el revisionismo y el oportunismo. Es por esto que este podrido sistema capitalista logró hoy, cuando vive una de sus más grandes crisis en la historia, dispersar y desincronizar las luchas de la clase obrera mundial y cercar los procesos revolucionarios. Y lo hizo concentrando a todos sus sirvientes en el movimiento obrero para impedir una contraofensiva de masas victoriosa.
El resultado no es otro que el que gritara entusiasmado el parásito de la patronal de Kraft, Warren Buffet, que pudo decir en la bolsa de Wall Street “si existe una guerra de clases, nosotros la estamos ganando”,mientras la policía asesina de los Kirchner molía a palos a los obreros de esa fábrica en Argentina.
La crisis de dirección, que no es otra cosa que la sobreabundancia de direcciones traidoras, también de oportunistas, centristas asustadizos e inválidos políticos, no ha hecho más que profundizarse. Sostenidas por el capitalismo en crisis y no precisamente por su inteligencia y capacidad sino por el apoyo de los estados burgueses, las direcciones reformistas y oportunistas sometieron a la clase obrera a los frentes populares y las burguesías nativas, dejando aislados los procesos revolucionarios y desincronizando la lucha del proletariado del mundo semicolonial de la clase obrera de las potencias imperialistas.
Desde la FLTI no tememos en declararle una batalla política implacable ante las masas a todas las direcciones del proletariado que están colgadas a los faldones de la burguesía, a los que le han dicho a la clase obrera que “peleando por poco se consigue algo”. A los que afirman que “sólo hay que pelear por lo que es posible y no por lo necesario”. A los sirvientes de la burguesía que le dicen a la clase obrera que “yendo de a poco –es decir, paso a paso, sin que los explotadores se den cuenta, presionándolos para que sean buenos y den algo- se consigue mucho”. Todo obrero con conciencia de clase sabe que está cada vez peor. Que el capitalismo no es un sistema basado en la beneficencia ni en la caridad. Que para arrancar la más mínima de las conquistas hay que hacer luchas decisivas y que los capitalistas sólo dan algo cuando tienen miedo de perder todo. Ya hace rato que estas direcciones reformistas han dejado de explicarle a las masas que toda conquista que se consigue en el capitalismo, SE PIERDE si no se avanza hacia la toma del poder.
No se puede homenajear y reivindicar al camarada León Trotsky y decirle todos los días a las masas que el camino “no es la revolución”, que es mentira el apotegma leninista de que el pan se consigue con los soviets y la toma del poder, que la clase obrera –como afirman- no debe prepararse para derrocar a las burguesías nacionales con el triunfo de la revolución socialista en el mundo semicolonial, puesto que a ellas hay que “exigirles que completen su revolución democrática”, presionándolas para que le den el pan, la tierra y la independencia nacional a las masas, para luego, algún día hacer el socialismo.
Hay que separar las banderas de la IV Internacional de las del reformismo que fueron puestas allí por el oportunismo, el revisionismo y los liquidadores de la IV Internacional. Hoy los renegados del trotskismo se han alineado con la vieja y archirreaccionaria teoría de “revolución por etapas”, de colaboración de clases, de sometimiento del proletariado a las alas “democráticas” de los explotadores. Una nueva horneada de menchevismo ha surgido de las mismas entrañas de la IV Internacional por años de adaptaciones y capitulaciones y por la degeneración nacional del movimiento revolucionario internacional.
En los últimos 70 años, desde el día mismo en que asesinaron a León Trotsky, ha surgido un oportunismo y un centrismo que abandonando el centro internacional de Coyoacán, dejó a la deriva país por país a los grupos y militantes de la IV Internacional, lo que terminó imponiendo la peor de las adaptaciones nacionales y degeneración nacional trotskista de sus secciones nacionales. Adaptaciones que llevaron luego a otras capitulaciones, capitulaciones que llevaron a traiciones, y traiciones que llevaron a la degeneración completa del movimiento, tal cual alertara Trotsky.
Afirmamos junto a la IV Internacional y sus fundadores, que se ha acabado la época de los programas nacionales. Afirmamos que la revolución socialista no es una suma de “revoluciones nacionales” con programas nacionales, como prometía el stalinismo. Sino que es una sola revolución socialista internacional, de la cual las distintas revoluciones en cada país no son más que eslabones de la misma. Sólo en la revolución socialista internacional, en la palestra mundial, podrán triunfar las revoluciones y las insurrecciones del proletariado mundial de cada país.
Toda la experiencia, los triunfos y duras derrotas del proletariado mundial demuestran este apotegma del marxismo en esta época de crisis, guerras y revoluciones. Recuperar el internacionalismo militante del proletariado mundial, que no es otra cosa que refundar la IV Internacional, es la condición para la victoria.
País por país al proletariado sólo le espera estar sometido a su propia burguesía, que como ya ha sido demostrado, el capital no tiene patria sino negocios por realizar y el proletariado sólo cadenas por romper.
Ya todos quieren dar por muerta a la IV Internacional, como si fuera cosa del pasado. Todos los renegados del trotskismo se han centralizado como el “ala izquierda” de la V internacional de Hu Jintao, Chávez y la burocracia restauracionista castrista, es decir de los nuevos Chian Kai Shek, como los que sostuvieran ayer Stalin y Bujarin en el ‘27 desde la III Internacional degenerada. Su objetivo es atarle las manos al ala izquierda del proletariado internacional.
Esa es la verdad. Hoy los renegados del trotskismo ya no están centralizados copando o mimetizándose bajo las banderas de la IV Internacional, o camuflándose en la misma. Hoy ya están abiertamente centralizados desde su “Cumbre de los Pueblos” de Madrid, su “Foro Social Mundial” en EE.UU., su CONCLAT en Brasil y su nuevo encuentro que se preparan a hacer en Tokio, como estaba centralizado el stalinismo desde Moscú o la socialdemocracia desde los privilegios del parlamento imperialista alemán.
Por eso hoy en todos los “homenajes” a Trotsky ha desaparecido esta lección central del programa y el legado del trotskismo y el bolchevismo: no hay solución para ninguno de los problemas de las masas si éstas no reconstituyen su internacionalismo proletario y si no avanzan a superar a su dirección actual que las someten a la burguesía, como prerrequisitos indispensables para avanzar al triunfo de la revolución socialista. Afirmemos entonces lo que afirma el trotskismo y el combate por el cual el camarada León Trotsky dio su vida, como todos los revolucionarios internacionalistas. El programa que mantiene total actualidad, que no es otro que el Programa de Transición de 1938, plantea: “La orientación de las masas está determinada, por una parte, por las condiciones objetivas del capitalismo en descomposición, y de otra, por la política de traición de las viejas organizaciones obreras. De estos dos factores el factor decisivo, es, por supuesto, el primero: las leyes de la historia son más poderosas que los aparatos burocráticos. Cualquiera que sea la diversidad de métodos de los social traidores (de la legislación “social” de Blum a las falsificaciones judiciales de Stalin), no lograrán quebrar la voluntad revolucionaria del proletariado. Cada vez en mayor escala, sus esfuerzos desesperados para detener la rueda de la historia demostrarán a las masas que la crisis de la dirección del proletariado, que se ha transformado en la crisis de la civilización humana, sólo puede ser resuelta por la IV Internacional”.
Las fuerzas de la FLTI están puestas para combatir a brazo partido para darle un punto de apoyo a todas las fuerzas revolucionarias internacionalistas del proletariado mundial, para recomponer sus filas y avanzar resueltamente a poner en pie y refundar nuevamente el único partido que podrá llevar al proletariado a la victoria: la IV Internacional bajo la teoría y el programa de 1938. Este es nuestro mejor homenaje al camarada León Trotsky. |