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04/06/2011

La LTI de Bolivia fija posición ante el rico debate que existe entre revolucionarios al interior de la FLTI

HAY QUE ORGANIZAR EL DEBATE AL INTERIOR DE LA FLTI
ES NECESARIO SACAR LECCIONES HASTA EL FINAL DE LOS PROCESOS REVOLUCIONARIOS QUE HAN COMENZADO

 

Camaradas de la FLTI

Desde hace 40 días, pese a la enorme intervención que tenemos en la lucha de clases en Bolivia, hemos comenzado un estudio, que consideramos serio y minucioso, de todas las cartas sobre el rico debate que se dio en el seno de la FLTI.
Este debate recorre a toda la izquierda mundial a partir de los procesos revolucionarios que comenzaron en Túnez en enero. Estos procesos marcan un cambio muy importante en la situación mundial. Es un verdadero salto en la lucha de clases desde el año 2007, cuando se abriera un período histórico de crisis de la economía mundial capitalista. Es que se abrieron los primeros procesos de radicalización de masas y de ruptura de los dispositivos de control y dominio de la burguesía y el imperialismo en el Norte de África y Medio Oriente. A pesar y en contra de las direcciones traidoras, el proletariado logró generalizar una cadena de revoluciones en toda una región del planeta, y amenaza ya con impactar al proletariado europeo.
 
Hemos estudiado hacia atrás toda la correspondencia del SCI y de los grupos de la FLTI, como la WIVL y el POI-CI, que entraron en un rico debate sobre estos procesos revolucionarios.
Decenas de cartas, documentos, etc. han sido elaborados. Asimismo se han publicado Organizadores Obreros Internacionales, Suplementos especiales, periódicos nacionales de los grupos de la FLTI, como nuestro Democracia Obrera de Bolivia, el del Secretariado Africano, los de la LOI-CI, del POI-CI, etc. En fin, tenemos en nuestro poder una frondosa documentación. Hemos leído y releído, de forma especial, todas las cartas y posiciones de la WIVL. Sobre todo la carta del 5/5/2011, a la que nos referiremos de forma extensa en este documento. Desde nuestro punto de vista, la misma plantea una revisión del Programa de Transición y retrocede de los acuerdos políticos logrados en el congreso de fundación de la FLTI, especialmente alrededor de los “23 puntos”, con los que todos acordábamos.

Sabemos que el equipo de traducciones está totalmente saturado de trabajo. Sabemos que el camarada CM se está recuperando y estará escribiendo su posición sobre este debate. Proponemos que sea el SCI el que defina los tiempos de traducción de todos los materiales que tiene.
Pero lo primero que queremos aclarar nosotros es que nos hemos tomado cerca de 40 días para aportar un punto de vista al debate. Lo hemos hecho en el medio de una difícil intervención en la lucha de clases en Bolivia y en medio de una intervención común junto a los camaradas de Perú.
Escribimos este documento en momentos en que la clase obrera boliviana retoma la lucha ofensiva contra el gobierno de frente popular. Hemos editado dos periódicos. Hemos intervenido en el movimiento minero. Hemos intervenido en la lucha de los fabriles de La Paz y en la de los estudiantes de El Alto. Junto a todo ello, hemos intentado dar nuestros primeros puntos de vista sobre el debate actual.
El primer borrador de la presente carta fue terminado el 27/5. Luego fue discutida por los compañeros de base. Ya corregida, se la hemos hecho llegar al SCI para que la distribuya en toda la FLTI. Es por ello que su fecha de edición es del 4/6. Sabemos que el equipo de traducción tendrá que volver a traducir parte de la misma, lo que retrasará su salida.
Tomamos esta forma de trabajo de la carta, puesto que entendemos que esta discusión no puede quedar como un debate únicamente entre dirigentes.

 

Sobre el carácter de las divergencias al interior de la FLTI ante los procesos revolucionarios del momento

La fundación de la FLTI significó un enorme paso adelante, no por la gran cantidad de grupos y militantes que se agruparon bajo su bandera, sino por el programa y las lecciones revolucionarias conquistadas en un momento histórico muy importante de la situación mundial. Éste estuvo marcado por el crack de la economía mundial capitalista abierto en el 2007, y los mil y un intentos de la clase obrera de preparar una contraofensiva contra el ataque del gran capital. Bajo estas condiciones, pusimos en pie un punto de apoyo para todo militante o corriente internacional que quisiera reagruparse para combatir por la revolución socialista internacional y recuperar nuestro partido mundial, es decir, la IV Internacional.
Nuestro programa fue conquistado en base a las lecciones revolucionarias que juntos sacamos, a partir de los combates del proletariado mundial: Palestina, Grecia, Guadalupe, Kirguistán, Madagascar, la tendencia al ascenso de la clase obrera en Europa en el 2010, nuestra lucha implacable contra las direcciones traidoras, el Foro Social Mundial y los renegados del trotskismo, que actuaron en el ascenso revolucionario del continente americano como guardianes de izquierda de la política de colaboración de clases de la burguesía.
Las lecciones de los procesos revolucionarios de Latinoamérica, como la cuestión cubana, la revolución boliviana, las revoluciones argentina y ecuatoriana también constituyeron parte del enorme bagaje programático conquistado.
Los “23 puntos” y el acta política de fusión entre la entonces FLT y la WIVL sentaron las bases programáticas para reagrupar nuestras fuerzas y combatir por dispersar las fuerzas de los reformistas
Inclusive avanzamos más. Juntos combatimos duramente contra una posición impresionista y pequeñoburguesa que, por dos vías, le capituló al imperialismo (HWRS y CWG). Una vía planteaba que China era imperialista, es decir, que en la fase imperialista del capitalismo podían surgir, por avance de las fuerzas productivas, nuevas potencias imperialistas, y no que sobran varias de ellas en la presente crisis. La otra, como no podía ser de otra manera, es la vía que terminó capitulándole a la “Obamamanía”.
En esta lucha se templaron y se fortalecieron los acuerdos revolucionarios al interior de la FLTI.

A nuestro entender, no se puede intervenir en el debate actual, que ya lleva varios meses al interior de la FLTI, sin tener en cuenta algunas cuestiones.
En primer lugar, que efectivamente por primera vez, desde el 2007, las masas han comenzado, de forma centralizada, una ofensiva generalizada en focos del planeta -como lo hacen hoy en el Norte de África y Medio Oriente- que tiende a expandirse con una segunda oleada de lucha del proletariado europeo.
Estos nuevos acontecimientos históricos y estas nuevas revoluciones obreras, que en lo inmediato no pueden ser cercadas, están creando una enorme crisis en todo el Foro Social Mundial y sus partidos.
Ningún estado mayor que hable en nombre de la clase obrera mundial llamó a protagonizar estos enormes combates de las masas, que son los primeros pasos de una fenomenal revolución proletaria. Nadie lo hizo, salvo las aún pequeñas fuerzas del movimiento revolucionario internacional, que habíamos sacado una gran lección. Esta lección consistía en que la clase obrera estaba mal y seguía pagando la crisis del capitalismo en ruinas porque no se había avanzado lo suficiente en destruir a los regímenes y estados de la burguesía y el imperialismo. En última instancia, decíamos que a la clase obrera mundial le iba mal porque no había tomado el poder. Asimismo, planteábamos que esto había sido así debido a la traición de las direcciones del proletariado, que aislaron y cercaron los procesos revolucionarios en el 2007.

Habíamos definido en común que la clave de la situación mundial estaba signada por que el imperialismo y la burguesía habían reagrupado a todas las direcciones traidoras, es decir, a los partidos reformistas y las burocracias sindicales del planeta. Con esto buscaban defender su poder y su propiedad frente a las masas, a quienes intentan hacerles pagar toda la crisis de un sistema capitalista en bancarrota.

En segundo lugar, nosotros afirmamos que no se pueden abordar los nuevos debates y discusiones en el marxismo, que plantean estos nuevos y fenomenales tests ácidos de la lucha de clases, sin partir de definir qué mantenemos y qué no mantenemos de los acuerdos políticos y programáticos conquistados en la FLTI en estos tres años de combate.
Esto es importante para que la base de nuestra corriente y los obreros avanzados puedan comprender qué es lo que se está discutiendo. No se puede empezar de nuevo, cambiando el programa que ya juntos conquistamos, sin decirlo. Ese sería un método pragmático y empírico que impide saber de dónde venimos y hacia dónde vamos, es decir, qué cambiamos o no del programa.
Hemos estudiado todas las declaraciones y cartas de la WIVL, que contienen duras críticas a la política que estamos aplicando desde la FLTI. Nosotros no somos neutrales en esta discusión. Coincidimos, esencialmente, con el combate dado por el centro de la FLTI. Esto, en la medida en que reafirmamos que para tener una política frente a los nuevos acontecimientos, el SCI parte, no sólo del bagaje teórico del marxismo revolucionario, sino también de las lecciones programáticas conquistadas al interior de la FLTI, las cuales nosotros creemos que la WIVL está abandonando.
Esta es la primera cuestión que queremos plantear en el presente debate. Por eso creemos que las críticas y las posiciones que ha levantado la WIVL, desde el inicio de la revolución de Túnez en enero hasta hoy, los puede llevar peligrosamente a romper con los acuerdos programáticos conquistados. Esta cuestión también los puede llevar a romper con las lecciones y programas que levantamos frente a la cuestión de Grecia, Haití, Honduras, Irán, Guadalupe, Francia, las lecciones del “mayo francés”, Bolivia y un largo etcétera.

Sin duda, los camaradas de la WIVL están en su derecho de ajustar el programa y proponer una nueva reorientación de la FLTI. Pero nos parece que están equivocados cuando plantean que la alianza obrera y campesina no es para la toma del poder, sino que “como el proletariado dirige y los campesinos apoyan, entonces la lucha es por un gobierno obrero”. Esto es nuevo. No podrán encontrar esa formulación en ningún documento o programa firmado por la FLTI desde su fundación.
La WIVL también está en su derecho, inclusive, a no estar de acuerdo con el Programa de Transición en relación a la táctica de gobierno obrero y campesino, y la formulación pedagógica de la dictadura del proletariado. Pero este programa es el que planteamos, como FLTI, en Honduras, Bolivia, Irán, etc.
Invitamos a los camaradas de la WIVL a que planteen en qué medida la nueva política que proponen se condice con los acuerdos programáticos conquistados en los procesos revolucionarios anteriores que juntos compartimos. Los invitamos a explicar qué hecho nuevo de los procesos revolucionarios actuales plantean que debemos ajustar el programa que hemos conquistado en común.
Los camaradas deben explicar por qué revisan el programa de fundación de la IV Internacional alrededor de la táctica de gobierno obrero y campesino. Todos conocemos el Programa de Transición. Sabemos que allí la consigna de “gobierno obrero” no existe como formulación de la lucha por la dictadura del proletariado. Dicha consigna puede ser parte del acervo de Struve, Plejanov, Parvus… pero no del bolchevismo y del trotskismo. No se puede cambiar el programa marxista sin plantear por qué y los fundamentos de la revisión.
Si se actuara explicándolo, sería un método serio de discusión, que realmente intenta clarificar a los que podamos estar confundidos o equivocados. Es que, insistimos, no se pueden cambiar las conquistas programáticas, comenzando de cero los debates ya saldados anteriormente.

Lo mismo sucede con la cuestión nacional. Los camaradas de la WIVL plantean que no hay lucha por la independencia nacional en los países coloniales y semicoloniales, sino que el combate “es por la libertad”. Plantean que la lucha contra el imperialismo en los países centrales es la misma que en los países coloniales y semicoloniales. Su programa es: “Por la libertad (si hay dictaduras) y por el socialismo”.
Con esta discusión nos enfrentamos juntos contra los seguidores de Alan Woods y su tendencia en Irán, y contra todos los liquidacionistas de las tareas nacionales del proletariado en la cuestión palestina.
Los camaradas de la WIVL, en su carta del 14/2/2011 plantean una crítica la política planteada por el centro y dicen: “La frase que nos preocupa de la carta del 4/2/2011 es la siguiente: “Los que están realmente luchando por pan, trabajo e independencia nacional son los que tienen que tomar el poder en sus manos” (…) Es por esto que usamos la formulación de comida, trabajo y libertad (…) donde ha sido alcanzada la “independencia” política del ex poder colonial, aunque limitada, la tarea no es pelear por la “independencia nacional” sino porque la clase obrera tome el poder y por que la clase obrera tome el poder en las potencias imperialistas.”

Plantear que está resuelta la cuestión nacional y la opresión de los pueblos oprimidos por parte de los países imperialistas, es liquidar de un plumazo todas las tesis sobre la cuestión nacional y la teoría del imperialismo de Lenin. Esto es plantear que se acabó la lucha por las zonas de influencia y por el saqueo de los pueblos oprimidos. Es plantear que, con la conquista de la “independencia política” de las colonias, se conquistó la independencia estructural de las naciones oprimidas por el imperialismo.
Esto es una brutalidad antimarxista, que se vuelve mucho más grave en zonas del planeta como el Norte de África y Medio Oriente, donde se concentra la mayor reserva del crudo del planeta. Dichas regiones son saqueadas a su antojo por las “Siete Hermanas”, las grandes petroleras, quienes se llevan el 90% de la renta petrolera.
Todo programa de lucha por la revolución socialista que no contemple que el proletariado, como caudillo de la nación oprimida, debe llevar hasta el final estas tareas democrático-revolucionarias de independencia nacional con la toma del poder, termina llevando a una ruptura abierta con el trotskismo. Decir eso es plantear, en última instancia, que cuando las naciones oprimidas pasaron de ser colonias a ser semicolonias, resolvieron el saqueo y el yugo imperialista, a los cuales todavía siguen siendo sometidos.

Esa posición es una revisión de la Teoría de la Revolución Permanente que en sus tesis fundamentales plantean: “2- Con respecto a los países de desarrollo burgués retrasado, y en particular de los coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la resolución íntegra y efectiva de sus fines democráticos y de su emancipación nacional tan sólo pueden concebirse por medio de la dictadura del proletariado, empuñando éste el poder como caudillo de la nación oprimida y, ante todo, de sus masas campesinas.
3- El problema agrario, y con él el problema nacional, asignan a los campesinos, que constituyen la mayoría aplastante de la población de los países atrasados, un puesto excepcional en la revolución democrática. Sin la alianza del proletariado con los campesinos, los fines de la revolución democrática no sólo no pueden realizarse, sino que ni siquiera cabe plantearlos seriamente. Sin embargo, la alianza de estas dos clases no es factible más que luchando irreconciliablemente contra la influencia de la burguesía liberal-nacional.
4 (…) Esto significa, a su vez, que la revolución democrática sólo puede triunfar por medio de la dictadura del proletariado, apoyada en la alianza con los campesinos y encaminada en primer término a realizar objetivos de la revolución democrática.”

Es decir, con la posición de la WIVL sobre la cuestión nacional se revisa la Teoría de la Revolución Permanente en un par de renglones. Se cambia todo y no se explica nada. De esta forma, nos dejan a todos los militantes de base de la FLTI y a los cuadros y dirigentes internacionales sin saber por qué se cambia todo y qué es lo que se cambia.
Se revisa abiertamente, no sólo la teoría de la Revolución Permanente sobre el carácter y dinámica de la revolución en los países oprimidos (que no es la misma que en los países imperialistas), sino que también se destruye de un plumazo el Programa de Transición, tanto en su capítulo “la alianza de obreros y campesinos” como también en el capítulo “Los países atrasados y el programa de las reivindicaciones transitorias”.

Dar por terminada la lucha contra la opresión nacional y por el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas, como sucede en los territorios de la ex URSS, en España, la cuestión irlandesa, etc. es renunciar de antemano a la lucha por la toma del poder por parte del proletariado de esas naciones. Es renunciar a que éste resuelva las tareas nacionales pendientes, que el imperialismo y la burguesía ya no pueden resolver en la fase imperialista de putrefacción del sistema capitalista.
Como planteaba Trotsky, la cuestión nacional es una forma laberíntica a través de la cual se expresa la lucha de clases. No definir con claridad esta cuestión, no sólo es revisar la teoría de la revolución permanente, sino también el Programa de Transición, que plantea: “los países coloniales y semicoloniales (que lograron la “independencia política”, al decir de la WIVL), son por naturaleza atrasados (…) tienen un carácter combinado: las formas económicas más primitivas se combinan con el último grito de la técnica y la cultura capitalista. De la misma forma, se ven determinados los esfuerzos políticos del proletariado en los países atrasados: la lucha por los más elementales logros de independencia nacional y democracia burguesa se combina con la lucha socialista contra el imperialismo mundial.(Programa de Transición, negritas nuestras)

La independencia política que según la WIVL se conquistó en los países semicoloniales, oculta que la misma se pierde a cada paso, en la medida en que el imperialismo es reacción en toda la línea y las burguesías nativas son, esencialmente, socias menores de él. Cualquier marxista mínimamente serio puede darse cuenta que allí donde se logró la “independencia política”, devinieron miles de lazos en el terreno económico, político y militar con el imperialismo, salvo donde triunfó el proletariado con las revoluciones socialistas, como sucediera en Cuba, China, Vietnam, etc. La OEA en el continente americano, el sometimiento al FMI, los pactos militares firmados con las potencias imperialistas que han llenado a África y Asia de bases militares, son un ejemplo viviente de lo que decimos. Lejos de alejarse, las tareas de la lucha contra la opresión nacional no hacen más que acercarse, como parte de un programa transicional para la lucha por la revolución socialista en los países atrasados.

Se nos hace muy difícil caracterizar este curso de los camaradas de la WIVL y las causales de sus posiciones políticas actuales, porque los camaradas no proponen, ante las diferencias que han planteado, ningún congreso ni comité de debate en común. Sólo discuten contra el SCI, sin plantear qué política tienen para convencernos a nosotros, que somos base y dirigentes de grupos de la FLTI. La verdadera duda que tenemos es si las posiciones actuales de la WIVL no fueron sus verdaderas posiciones históricas, que luego corrigieron en su proceso de fusión con la FLTI y que ahora están retomando sin decirlo.
Conocemos minutas del SCI planteando que hay que preparar un congreso para julio. La WIVL no se ha pronunciado sobre esto. Por esto es que la única posibilidad que tenemos de debatir desde la LTI de Bolivia sobre los puntos que no tenemos acuerdo es en documentos por escrito.

Insistimos, en dos frases y en un renglón no se puede cambiar y corregir el programa del marxismo y de nuestra corriente, sin decir que se lo está haciendo. La máxima expresión de ello es que las lecciones de la revolución boliviana, el combate contra el frente popular y el fascismo, la combinación de las tareas antiimperialistas y de la lucha por la revolución socialista no tienen ninguna continuidad en las nuevas posiciones que levanta hoy la WIVL, y que propone que sean para toda la FLTI.
Esto que aquí planteamos no lo inventamos, sino que lo sacamos de todos sus documentos y declaraciones, como lo demostraremos en la presente carta. De no ser así, invitamos a los camaradas de la WIVL a que nos digan dónde mantienen las posiciones de la FLTI votadas en nuestro Congreso frente a los actuales acontecimientos.
Si las posiciones de la FLTI están equivocadas hay que decir: las lecciones programáticas están equivocadas, CAMBIEMOS EL RUMBO. Escriban un documento, vayamos a un congreso y, por favor, convénzannos.
Este método de debatir cambiando todo en dos renglones, consideramos que no es correcto, que es impresionista, de golpe de efecto, de comenzar de cero, con un nuevo programa, sin habernos convencido a todos, ni avisarnos que cambiaron ni en qué cambiaron.

Hemos notado que en las últimas cartas y declaraciones de la WIVL, desde fines de marzo a la fecha, ha desaparecido como eje central de su política el combate contra el Foro Social Mundial. La última declaración en donde hizo una crítica contra alguna organización de izquierda fue contra Socialist Fight de Inglaterra el 12/4/2011.
La declaración de los camaradas de la WIVL del 31/5/2011 sobre Libia no plantea una sola palabra de la responsabilidad de las direcciones traidoras de Europa, del Norte de África y de todo el planeta, que intentan cercar y traicionar esas revoluciones que, desde enero, sacuden el Norte de África, Medio Oriente y todo el planeta.
En su carta del 14/5/2011 sobre el programa frente a la milicia, no dicen ninguna palabra tampoco sobre las direcciones traidoras del FSM. Como si los renegados del trotskismo, la burocracia de los sindicatos europeos y de la región no tuvieran ninguna responsabilidad del aislamiento al que son sometidas las milicias.
En la carta del 14/5/2011 sobre Palestina y el programa de acción que proponen, ni palabra se menciona del rol contrarrevolucionario de todas las direcciones traidoras del planeta que sostienen a la burguesía palestina. No se dice nada sobre el stalinismo, que sostiene al sionismo y su “ala izquierda”, ni de todas las direcciones traidoras que son sirvientes de aplicar el reaccionario plan de Obama de “dos estados” en la nación palestina ocupada por el sionismo.
Inclusive, en la postdata de dicha carta, dan cuenta de un estudio interesante de La Historia de la Revolución Rusa en su capítulo de las paradojas de febrero. Pero no dicen que lo central de ese texto es que los soviets le entregaron el poder a la burguesía por la traición de los mencheviques y los SR, y que esa es la paradoja.

La WIVL plantea en su carta del 5/5/2011 que la catástrofe de la Comuna de París estuvo dada por la inmadurez de las masas, quienes, debido a la presencia de la pequeñoburguesía, “dudaron” en marchar a Versalles a destruir la maquinaria estatal y a tomar el poder en toda Francia. Pero para Marx, Lenin y Trotsky, como lo demostraremos en este documento, los límites de La Comuna no estuvieron en el heroísmo de los obreros y campesinos de La Comuna, ni tan sólo en que faltó un partido revolucionario (como cuestión central), que viera el movimiento de conjunto. Lo que afirma el marxismo revolucionario sobre las lecciones de La Comuna de París es que, ante la falta de una dirección revolucionaria, La Comuna le cedió el poder a los “charlatanes socialistas”, a los “parlamentarios democráticos”, a los proudhoneanos y anarquistas. Es decir, su límite estuvo en la traición de la dirección. Así la WIVL termina ocultando que esta combinación de factores es la que determinó su derrota. Es decir, producto de la falta de un partido revolucionario, las heroicas masas obreras y campesinas le cedieron el poder a los partidos pequeñoburgueses reformistas.
Esta última premisa, la WIVL la oculta, la calla y la esconde en sus citas. No sabemos si es a propósito o por bajo nivel marxista. Pero tienen que explicarlo. Porque justamente en esa Conferencia de febrero de 1921 (que la WIVL cita en su carta del 5/5/2011), Trotsky afirma con claridad que la cuestión decisiva es la dirección revolucionaria, y es lo que diferenció los límites de la Comuna de París con el triunfo de la revolución de octubre, que sí tenía un partido revolucionario al frente que derrotó a las direcciones traidoras. Más adelante en esta carta plantearemos y documentaremos esta posición que sostenemos.

Vemos que los camaradas, a nuestro entender de forma impresionista, liquidaron de un plumazo la tesis trotskista de que la crisis de dirección es el factor fundamental que define el triunfo o la derrota de los procesos revolucionarios. No es la incapacidad del proletariado lo que la define, sino la sobreabundancia de direcciones traidoras.

Frente a los procesos revolucionarios del Norte de África y Medio Oriente, los camaradas abandonan la lucha que dimos juntos contra las direcciones traidoras. Éstas fueron y son un factor determinante para impedir que la clase obrera largue una contraofensiva contra el capitalismo en crisis a nivel mundial.
Este fue el eje y el centro del programa de los “23 Puntos” que permitió la fusión de las distintas corrientes que confluimos en la FLTI.
Juntos combatíamos al ELAC, contra el que dimos una pelea enorme puesto que éste llevó a la derrota y desmoralización al ala izquierda del proletariado del continente americano. Dimos juntos la pelea contra el CONCLAT y la traición del POR en Bolivia. Peleamos juntos en la cuestión de Grecia y en el programa que sostuvimos allí denunciando a todos los partidos socialimperialistas europeos por no combatir por derrotar a Papandreau, Sarkozy, etc. Combatimos a estos partidos cuando llamaron en mayo, en la “Cumbre de los Pueblos” en España, a una huelga para septiembre (cuatro meses después), esperando que sea desviado el asenso de las masas en Europa para ser sometido país a país. Denunciamos a la izquierda norteamericana por someter a la clase obrera de Estados Unidos a la “Obamamanía” y al Foro Social Mundial.
Pero, de golpe, la WIVL dejó de articular su política y su programa de acción alrededor de la derrota de las direcciones traidoras y el combate contra sus aparatos, como único camino para poder poner en pie partidos revolucionarios.

El último combate contra las direcciones traidoras está contenido en el artículo de la WIVL del 12/4/2011. Aquí se polemiza contra Gerry Downing de Socialist Fight. Pero inclusive, en esa polémica, sobre el rol de las direcciones traidoras (de las cuales Socialista Fight no es más que un exponente y un cazabobo) no hay dedicada una sola palabra.
En la carta de la WIVL del 11/4/2011 sobre la lucha antiimperialista de las masas de Yemen y de Afganistán, sólo se quejan de que la condena a la quema del Corán puede hacerse bajo banderas religiosas. Pero no dicen nada de que en nombre de la “anti religión” y el “laicismo” toda la izquierda norteamericana y mundial defiende al imperialismo contra los “pueblos atrasados”, a los que su propio imperialismo oprime.

En la discusión sobre la UGTT de Túnez que plantea la WIVL en su carta del 3/4/2011, nada tiene que ver el rol del Foro Social Mundial, que se había reunido en Dakar y luego concentrado sus fuerzas en Túnez para estrangular la revolución.

Desde la polémica con Socialist Fight (hace casi dos meses) hacia atrás, la declaración más cercana donde se hace referencia a las direcciones reformistas, es la del 31/3/2011. Ésta denuncia el rol de los “Socialistas Revolucionarios” de Egipto. Es decir, en el último período, desde abril hasta hoy, en sus múltiples declaraciones y cartas, la WIVL ha venido abandonando sistemáticamente la lucha contra el Foro Social Mundial y las direcciones traidoras, como eje articulador de su programa.

La WIVL ha pasado a tener una política de poner en pie partidos revolucionarios desligados de la lucha de partidos y por fuera de facilitarle a las masas que superen a su dirección actual. Ha abandonado la lucha contra el centrismo y ha caído en una política autoproclamatoria de “construcción de partidos revolucionarios”.
Sin este combate contra las direcciones traidoras, el combate por “poner en pie partidos revolucionarios y refundar la IV Internacional” queda como una formalidad.
Decimos esto, porque opinamos que las divergencias comienzan a partir de las discusiones sobre Egipto y Túnez, es decir, desde enero.

Por otra parte, no coincidimos con el método pedagógico y de discusión teórica-programática, que ha tenido el SCI en este debate. Ha hecho una discusión teórica con los camaradas sobre los problemas generales del programa marxista que estaban en cuestión en el debate.
El centro ha hecho una discusión pedagógica y educativa, pero no ha comprendido hasta el final que la WIVL está en un proceso de ruptura con el programa conquistado en la FLTI. No ha comenzado por enfocar el debate desde esta caracterización.
El SCI ha defendido sus posiciones en general, pero no ha discutido en particular contra las diferencias concretas y abismales que se estaban abriendo. Por ello el SCI no ha definido con claridad a dónde llevan, en la vida misma, las distintas posiciones que se han planteado en la FLTI.
Los camaradas de la WIVL han hecho todo tipo de caracterizaciones sobre “capitulaciones” del centro de la FLTI y éste no respondía con claridad, blanco sobre negro, quién se adaptaba y quien no a las presiones de las clases hostiles sobre nuestro movimiento.
Su política “pedagógica” y “educativa” no dio cuenta que lo que se había abierto con la WIVL son diferencias en el programa de acción para la revolución en Túnez, en Egipto y Libia. En éste último caso, media un abismo con las posiciones de los camaradas, quienes plantean abiertamente que Khadafy y el CNT son lo mismo. Una política típica del ultraizquierdismo stalinista, como la que tuvo en su “tercer período” en Alemania, España, etc., como lo demostraremos en este documento.
Este propagandismo pedagógico del centro internacional de la FLTI se dio más allá de sus correctas posiciones teóricas y programáticas. Creemos que eso sucede con las cartas del SCI de enero sobre la cuestión de Túnez.

El SCI escribió una extensa carta del 1/2/2011 dando respuesta a la formulación de la consigna de poder, al carácter de la alianza de clases y los soviets, la táctica de gobierno obrero y campesino, la lucha económica y lucha política, las tareas antiimperialistas y nuestra lucha por la revolución en América Latina y por los soviets, la cuestión de Egipto y Túnez. Esta carta también explica extensamente que sólo luchando por los soviets se construyen partidos revolucionarios.
La WIVL no respondió ni una sola palabra de semejante documento, que respondía a todas sus posiciones. Esto era un alerta de que las discusiones no estaban en el terreno teórico, sino en el terreno programático en relación a los acontecimientos revolucionarios concretos.
La WIVL tampoco respondió a la carta del 7/3/2011 del SCI, donde se constatan las diferencias sobre la UGTT de Túnez, y se responde a esta cuestión, a la crisis de dirección y a la cuestión de la revolución tunecina.
Tampoco la WIVL respondió a la carta del 9/3/2011 sobre los “comités populares revolucionarios”, a propósito de que son las masas las que construyen los soviets, le dan su contenido, los llamen como los llamen. En esa carta se aclara que quienes primero plantearon la cuestión de los “comités populares” fueron los mismos camaradas de la WIVL. Ellos nos hicieron ver a toda la FLTI que éstos existían en Egipto. Esta cuestión luego fue retirada por los camaradas de la WIVL, quienes anunciaron que “ellos iban a resolver este embrollo”. A partir de allí, salieron hacia afuera con su propia política y programa y, a nuestro entender, terminaron embrollando al marxismo.
Hay también una respuesta del POI-CI del 6/4/2011, que hizo un enorme esfuerzo para responder a 11 puntos de dudas y preguntas de los camaradas de la WIVL sobre la declaración de Libia de la FLTI. Esta carta jamás fue respondida.
Hubo también una extensa carta del SCI, a nuestro modo de ver excelente, del 7/4/2011 sobre la situación internacional y las tareas de la FLTI, donde se desarrolla, entre otros puntos, la tendencia a la pauperización de las clases medias. Al respecto la WIVL solo escribió respuestas parciales, utilizando citas aisladas de esa carta para darle cualquier tipo de interpretación.
Por ejemplo, para la WIVL no existía el criterio de clases medias proletarizadas, como definía Trotsky en “A 90 años del manifiesto comunista”. Cuando el centro le da la cita de que el imperialismo con su dominio proletariza a las clases medias y al campesinado, la WIVL inventa la posición de que el SCI está por “que la clase media dirija al proletariado en la revolución”.
Esta no es una posición honesta en el debate. Es no querer ir al meollo de la cuestión, que es que el imperialismo no puede resolver en el mundo colonial y semicolonial la cuestión agraria y de pauperización y proletarización de las clases medias a nivel internacional. De no ser así, estaríamos en la época de acumulación orgánica del capital del siglo XIX, y no en la época de la concentración del capital, del monopolio, el cartel, el trust y el capital financiero. A ello se refiere la carta del SCI, justamente polemizando con la consigna parvista de “gobierno obrero”.
Entonces, se torna difícil debatir con los camaradas de la WIVL que cambian el programa de la FLTI y del trotskismo y que para ganar la discusión le atribuyen al adversario circunstancial posiciones que éste no tiene. Nosotros creemos que los camaradas deben cambiar este método para buscar la verdad en común, e inclusive, para poder convencernos en lo que nosotros podamos estar equivocados.

El 11/4/2011 el centro responde al debate sobre soviets y sindicatos. El 26/4/2011 recibimos un excelente documento del SCI, donde se plantea el rol de la dirección del proletariado, la definición de las revoluciones como “de tipo febrero”, nuestra lucha por la puesta en pie de una dirección revolucionaria del proletariado y la cuestión de las milicias, que fuera respondida sólo parcialmente por la WIVL en una carta del 5/5/2011.
En ella la WIVL no responde a las esencia de la carta del SCI de 26/4/2011, porque no ha comprendido aún –cuestión que demostraremos en este documento-, que una cuestión es el inicio de una revolución por acciones independientes de masas (al decir de Lenin) que dejan descalabrado al régimen y al estado, y otra cosa muy distinta es el triunfo de la insurrección (revolución de octubre) dirigida por un partido revolucionario. Están tan empeñados en no responder acerca de lo que se les ha planteado, que se les han cerrado los oídos y ya ni siquiera escuchan.
Al respecto de Libia, a la WIVL se le responde que las milicias deben organizar comités obreros en todas las fábricas y empresas de ese país, y que ese es el camino para fortalecer al proletariado en su lucha por expropiar a los capitalistas, para ganar la guerra y elevarlo decisivamente como caudillo de todas las clases oprimidas que han entrado al combate. Los camaradas no responden a esta cuestión, sólo escriben despotricando contra las milicias. Nosotros los llamamos a que reflexionen y respondan a lo que se les está planteando para así terminar con el método charquero en el debate.

Sobre la cuestión de partido y los organismos de la clase obrera, el POI-CI mandó una carta el 12/5/2011, sobre la cual los camaradas de la WIVL aún no han dicho nada. Pero no solo eso, sino que siguen insistiendo en que somos espontaneístas y no luchamos por poner en pie partidos revolucionarios, cuando esta cuestión articula todo el eje de la política y el programa de la FLTI desde enero hasta hoy para intervenir en los procesos revolucionarios.
No queremos agregar todos los documentos sobre Argentina, Palestina, Europa, etc. que hemos recibido. Todas estas cartas y documentos han sido publicados en nuestros boletines internos de discusión, inclusive en periódicos como el OOI, etc.

La WIVL fue con sus propias posiciones a la vanguardia y las masas, que fueron distintas a las de toda la FLTI. Indudablemente, estaban y están en su derecho de hacerlo. En nuestra FLTI, prima en un 99% el polo democrático de la ecuación del centralismo democrático. Pero la democracia tiene que ser para todos al interior del movimiento revolucionario. De acuerdo a lo que nosotros tenemos entendido, los camaradas de la WIVL no han publicado ninguna de las declaraciones elaboradas por el resto de los grupos de la FLTI y el centro internacional. Queremos que nos expliquen por qué y qué planes tienen para hacerlo. ¿Podríamos acordar todos los grupos de la FLTI editar un correspondencia internacional de debate, donde se publiquen en inglés, en castellano y en portugués todos los materiales en discusión?
¿No llegó la hora de organizar este debate? Si se ampliaron las diferencias, ¿por qué no clarificarlas ante la vanguardia revolucionaria mundial? Eso no va a debilitar a la FLTI, sino que la va a fortalecer, porque echará luz, luz y más luz sobre la vanguardia del movimiento marxista. Todos podemos dar un ejemplo de bolchevismo en este debate entre los revolucionarios, opuesto a todos los partidos stalinistas y reformistas que ocultan y reprimen todo tipo de diferencias políticas a su interior.

Nosotros hemos publicado y trabajado sobre las masas todas las posiciones y declaraciones que los camaradas de la WIVL emitieron desde enero hasta ahora. No entendemos por qué –lo decimos teniendo en nuestro poder todos los “Organizadores Obreros Africanos”- no publicaron jamás ninguna de las posiciones mayoritarias de la FLTI en su prensa. Esto no es democrático. La verdad es que nos gustaría tener una explicación de por qué no publicaron ninguna de las declaraciones políticas de la FLTI, ni en su prensa ni en su página web.
El bolchevismo, insistimos, jamás ha actuado así. Cuando había diferencias, en la prensa bolchevique -cuando la dirección lo decidía hacer- se publicaban las distintas posiciones. Los camaradas de la WIVL, en este punto, tienen una cuenta pendiente con la democracia revolucionaria en nuestro movimiento.
Los obreros avanzados y de vanguardia necesitan saber y comprender qué discutimos los revolucionarios.
Nosotros vamos a solicitar que la WIVL publique este documento, tal como nosotros hemos publicado los de ellos para toda la vanguardia obrera boliviana.
No podemos caer en los métodos del pablismo, que cada vez que había diferencias cercaban a sus grupos e impedían el debate. De todas formas, no dudamos en que esto será saldado de forma inmediata.

Por ello, la primera conclusión que sacamos es que urge poner en pie un comité organizador del debate, y publicar un Correspondencia Internacional con todos los documentos ya editados como punto de partida. Así, una vez editado este material, quizás podremos, en los próximos 30 ó 60 días, precisar un resumen de los acuerdos y las diferencias que se sigan sosteniendo luego de profundizar la discusión.

Desde la LTI hemos llamado y luchado porque todos nuestros militantes conozcan todas las posiciones en discusión y puedan intervenir pensando con su propias cabezas, como verdaderos cuadros internacionalistas, en los debates al interior de su corriente internacional. Este debate, insistimos, no puede quedar como un debate sólo entre dirigentes.

 

Claves del momento actual de la situación mundial en las que se inscribe el presente debate

Como la discusión y el debate se ha desarrollado de forma fragmentada y como se discute sobre procesos revolucionarios que se desarrollan país a país, nosotros queremos dar nuestro punto de vista sobre las claves del momento actual de la situación internacional. Con esto buscamos que todos los grupos de la FLTI podamos tener un punto en común para comprender los procesos revolucionarios que están en curso. Partimos para ello del seguimiento preciso y minucioso que el SCI ha desarrollado sobre los acontecimientos internacionales, los ritmos de la lucha de clases, su relación con el crack y la crisis mundial. Todo esto es lo que explica, en última instancia, la “crisis de los de arriba”, los terribles ataques a las masas y las crisis que se están abriendo al interior de los aparatos reformistas en el período actual, que hemos definido como de contrarreformismo.
Nosotros vemos una tendencia peligrosa en el debate de la FLTI, de discutir los procesos revolucionarios como una suma de revoluciones nacionales. Con ese método, cada uno puede dar a las revoluciones por vivas, muertas, desviadas, en avance o en retroceso, en función de la situación de cada revolución en particular.
Definir los acontecimientos internacionales que las determinan y las explican en profundidad es una obligación de todo marxista que quiere entrar en este debate. Esto es una condición previa para comprender los procesos revolucionarios nacionales y actuar sobre ellos.
Por ello proponemos que los camaradas de la WIVL, que tienen diferencias con el centro, nos planteen cuáles son las condiciones internacionales que ellos creen que determinan los cursos de los procesos revolucionarios que estamos viviendo y debatiendo desde enero de 2011.
No conocemos ni hemos leído ninguna posición de la WIVL que defina de conjunto los acontecimientos internacionales. No sabemos si los camaradas están de acuerdo o no con las decenas de documentos y posiciones que sacó el centro de la FLTI al respecto.
Por ello, tenemos una primera apreciación. Vemos que los camaradas de la WIVL han intervenido sobre las distintas revoluciones con programas y recetas nacionales. Nosotros no acordamos con ver de forma parcializada y nacionalista a una cadena de revoluciones que recorre el Mediterráneo, como parte de una única revolución. En sus últimas declaraciones ha desaparecido toda dinámica de la situación mundial que explique los procesos revolucionarios en curso.

Estamos frente a agudos, y por momentos graves, acontecimientos de la situación mundial. Desde enero hasta nuestros días, en apenas casi cinco meses, se sucedieron mini-cracks recurrentes y procesos de revoluciones en cadena en el Norte de África y Medio Oriente, que amenazan con llegar a Europa. Allí, en el viejo continente, el proletariado se ha puesto en posición de ofensiva en momentos en que se agudiza la enorme tendencia al estallido de Maastricht, y los gobiernos y regímenes imperialistas deben largar un ataque redoblado a las masas.

En el Magreb y Medio Oriente también se desarrollan los golpes de la contrarrevolución para impedir que la revolución despliegue todas sus fuerzas, como en Yemen y Siria. Allí, en las barricadas, la sangre de las masas aún no está seca. Con su heroísmo y abnegación, los explotados demuestran que ya han comprendido que, para comer, hay que derrotar a los gobiernos y regímenes contrarrevolucionarios de los explotadores.
Asimismo, con engaños a las masas y la pérfida política del frente popular que imponen las direcciones traidoras, se intentan imponer desvíos parlamentarios y echar agua al fuego de la revolución.
Hoy vemos que la tarea central del imperialismo y las burguesías del Norte de África y Medio Oriente es interrumpir el carácter internacional de los procesos revolucionarios de la región que ya están llegando a Europa. Su objetivo es dislocar los distintos eslabones de una sola cadena revolucionaria. Muestra de ello son los sangrientos golpes contrarrevolucionarios contra las masas en Siria, Yemen, Bahrein, Marruecos, etc. También lo es la política de frente popular de sometimiento de las masas revolucionarias a nuevos gobiernos pseudo-democráticos proimperialistas, que intentan desorganizar a las masas y supeditarlas a la burguesía. Por esa vía el imperialismo busca ganar tiempo para reconstituir los regímenes y estados que quedaron descalabrados y en crisis por la lucha revolucionaria de las masas, como sucediera en Túnez y Egipto.
Estas políticas de contrarrevolución, frente popular, intervención imperialista directa, se han concentrado en Libia, para contener el ímpetu revolucionario de una cadena de insurrecciones locales que amenazaba con triunfar en Trípoli, desarmando al ejército, poniendo la toma del poder al alcance de la mano.
Hoy en Siria vemos heroicas acciones revolucionarias de masas, que están rompiendo la base del ejército (cuya mayoría es de obreros y clases medias arruinadas del campo y la ciudad), que se pasa al bando de las masas revolucionarias. Centenares de soldados fueron asesinados por sus oficiales por negarse a reprimir a sus hermanos insurreccionados. Quieren impedir una nueva Libia.
En Siria se rompen los dientes todas las teorías y programas que hablan de “primavera de los pueblos” de “revoluciones democráticas”, de que “la CIA está atrás de los rebeldes”… Ante esto, el FSM, los bolivarianos y el stalinismo cínicamente cierran la boca. Porque allí, en los combates de Siria, no hay ninguna fracción de la burguesía, ni ningún oficial del ejército, que intente parar semejante masacre contra las masas.
Son la clase obrera, la juventud, los desocupados, los campesinos pobres, las clases medias arruinadas, quienes están rompiendo la base del ejército. ¡VIVA LA ALIANZA OBRERA Y DE LAS CLASES MEDIAS ARRUINADAS DEL CAMPO Y LA CIUDAD PARA DESTRUIR AL RÉGIMEN ASESINO DE ASSAD, SOSTENIDO POR TODAS LAS POTENCIAS IMPERIALISTAS, EL ESTADO SIONISTA DE ISRAEL Y LOS CIPAYOS DEL IMPERIALISMO: LOS AYATHOLLAS IRANÍES!
Los detractores de la revolución y de la heroicidad de las masas, ¿qué dirán ahora? ¿Seguirán diciendo, tras las lecciones que muestra la Siria sublevada, que fueron la burguesía y los generales “democráticos” de Bengasi -que “se pasaron” a último momento al campo revolucionario- los que rompieron el ejército de Khadafy y armaron milicias de las masas explotadas y de los soldados rasos? Justamente, para impedir esto en Siria, la burguesía y el imperialismo optaron, uniendo todas sus filas, por una masacre, antes de que se desarrolle una situación como en Libia.
Los soldados que se pasan de bando provienen de la clase obrera y las capas arruinadas de la pequeñoburguesía. Dinamitan las rutas. Le dan tiempo a las masas para huir de los bombardeos del régimen. Combaten con ellas. Mientras, los coroneles que desertan se van a Jordania o Egipto para “constituir un gobierno en el exilio”. Son las masas las que pelean y combaten. La burguesía y sus fracciones son las que conspiran en su contra.

Por ello, para nosotros, la clave en Libia es que las masas siguen armadas. Los mejores combatientes, desde el campo de batalla de Misarrata, declaran: “si la derecha (es decir, los burgueses que no tiraron ni un solo tiro, ex socios de Khadafy, como sus ex generales, N. de R.) llegase a tomar el control, junto a las tropas de la OTAN, cuando termine esta batalla SERÍA EL COMIENZO DE OTRA” (BBC, 9/6/2011, mayúsculas nuestras)
Lamentablemente esta vanguardia aún no ve, hasta el final, que el CNT en la retaguardia es quien vuelve cada vez más difícil la tarea de aplastar a Khadafy. Pero, pese a ello, han comenzado de nuevo las insurrecciones en todas las ciudades que están en la frontera de Túnez, y que amenazan con llegar nuevamente a Trípoli. Por supuesto, esto no lo impulsa ni la OTAN ni el imperialismo “democrático”.
La BBC de Londres y la prensa imperialista inglesa ya están alarmadas. Los obreros tunecinos y los soldados han puesto en pie una cadena que la prensa imperialista denomina de “contrabando de armas” para abastecer y pasar armas para la resistencia en Libia.
La prensa imperialista, alarmada, en reportaje a soldados y obreros tunecinos denuncia lo que ellos dicen. Los obreros tunecinos, con un claro instinto de clase, dicen: “si triunfa Khadafy, nos aplastan en Túnez”.

La FLTI ha quedado cruzada por una enorme presión de los renegados del trotskismo, de la política contrarrevolucionaria del FSM, de los bolivarianos y de la actual ofensiva imperialista en la región.
Ninguna corriente de la izquierda reformista mundial que intente hablar en nombre de la revolución puede explicar qué hace la OTAN en Libia “atacando al carnicero Khadafy”, quien ya sufrió una primera embestida de las masas revolucionarias que casi disloca su poder en Trípoli. Como dice una carta del SCI, hay un rejunte que va desde los bolivarianos hasta los pseudo-trotskistas del SEP, que intenta demostrar que la insurgencia en Misarrata y en Bengasi está dirigida por la CIA, es decir, que la milicia y sus combatientes son agentes de la CIA.
Salvo la FLTI, nadie tiene un programa acorde a los acontecimientos actuales. La izquierda mundial se ha enredado y ha quedado sometida a los dos polos de la política con la cual intervienen las potencias imperialistas para estrangular la revolución en Libia: el frente contrarrevolucionario de Khadafy y el frente “democrático” (no menos contrarrevolucionario) de Obama y la OTAN en la región. No se han dado cuenta que los dos son agentes distintos, pero bajo el mando único del imperialismo para derrotar a la revolución en Libia.

Esta política imperialista, sostenida por todas las direcciones contrarrevolucionarias, de levantar la bandera de los “derechos humanos y la democracia” es para usurpar el combate de las masas. Al mismo tiempo, a cada paso el imperialismo hace jugar a su agente contrarrevolucionario directo, bonapartista o fascista, como Khadafy, las tropas que invaden Bahrein, sus invasiones militares en Irak y Afganistán, la operación “Plomo fundido”, los golpes contrarrevolucionarios en Honduras, etc. Esta política combinada ha estado adherida, como el alma al cuerpo, al imperialismo norteamericano, desde que emergiera como potencia dominante en el plantea.

En el Congreso de Fundación de la FLTI ya definimos, con extensos documentos, cómo se desarrollaba el control bonapartista del planeta por parte de Estados Unidos con sus cinco Comandos Militares, mientras que, a punta de bayonetas, se impulsan, aquí y allá, pactos contrarrevolucionarios, para que las direcciones traidoras desorganicen desde adentro los levantamientos de masas.

Hoy la OTAN está en Libia porque la cadena de insurrecciones del este llegó a Trípoli y amenazó con derrocar al régimen de Khadafy bajo formas revolucionarias y en guerra civil.
Desde el este y el oeste se marchaba a Trípoli mientras se insurreccionaban las masas de esa ciudad, inclusive quemando el palacio de gobierno de Khadafy. El peligro para el imperialismo era que este régimen, ya carcomido por las acciones revolucionarias de las masas, fuera derrocado por los explotados insurgentes que comenzaban a destruir y dividir el ejército, cuya casta de oficiales, al igual que el gobierno, eran viles cipayos de las potencias imperialistas.
Por ello el imperialismo concentró sus fuerzas allí, rearmando al ejército de Khadafy, con cuya ayuda llegó hasta Misarrata.
Nos preguntamos: ¿La OTAN está para defender al pueblo libio? ¡Pero por favor! Eso es creerse la propaganda del imperialismo “democrático”. ¿Está para que no caiga Bengasi? ¡Por favor! Allí se habría dado una lucha casa a casa, donde los tanques no sirven, tal cual hoy sucede en Misarrata. Allí el combate era entre la milicia revolucionaria contra los mercenarios del ejército khadafista. Hubiera sido un enfrentamiento, no de guerra convencional de ejércitos, sino de guerra civil en las calles.
Esto es lo que sucede desde marzo en Siria, donde uno de los ejércitos más poderosos de las burguesías árabes de Medio Oriente no puede terminar de aplastar el estado insurreccional permanente de las masas explotadas en todas las ciudades de ese país. Sólo pueden hacer lo que hizo el sionismo en Gaza, en la operación “Plomo fundido” en el 2009: por más que dejaran demolidos la mayoría de los edificios desde donde resistían las heroicas masas palestinas, no pudieron tomarla.
Es que este accionar contrarrevolucionaria inmediatamente despierta la solidaridad del proletariado mundial que, en última instancia, es lo que le ata las manos al fascismo o a la soldadesca bonapartista para terminar de aplastar a las masas.

LO VOLVEMOS A REPETIR, LA OTAN ESTÁ ALLÍ, ASÍ COMO LOS CABALLOS DE TROYA DEL CNT ESTÁN EN LA RETAGUARDIA, PARA QUE LAS MILICIAS OBRERAS Y REVOLUCIONARIAS DE LA INSURGENCIA, JUNTO A UNA NUEVA INSURRECCION EN TRÍPOLI, NO SEAN QUIENES DERROTEN A KHADAFY.
 
El plan imperialista es imponer, desde Bengasi, un pacto del CNT con la casta de oficiales y la burguesía que está en Trípoli, sin Khadafy, que logre reconstituir el poder del estado que fue disgregado. Esa es una variante. Pero Misarrata no se rinde y la insurgencia no ha perdido el norte de aplastar a los asesinos mercenarios de Khadafy.
La otra variante será, si es derrotada la insurgencia, dividir Libia. Pero para ello tienen que terminar de aplastar a la insurgencia en el este y a los nuevos levantamientos revolucionarios en el oeste que comienzan nuevamente a apuntar a Trípoli.
El plan de partición de Libia, o la reconstitución del estado burgués que fue dejado en grave crisis por el proceso insurreccional de las masas, no puede darse sin derrotar previamente a las masas de toda Libia y a los procesos revolucionarios que aún están abiertos en Túnez y en Egipto. Para concretar esos planes no basta con instalar el gobierno contrarrevolucionario del CNT en Bengasi. Antes hay que derrotar a las masas y convencerlos de que Khadafy no puede ser derrotado por ellos.
No hay una “vía pacífica”, como ven los reformistas, o tan solo de engaños a las masas para reconstituir al estado burgués en Libia. El peligro de una nueva contraofensiva de masas en la región, a partir de la heroica resistencia en Siria, a partir de nuevos levantamientos de la clase obrera europea, a partir del apoyo a la resistencia en el oeste de Libia que realizan los explotados de Túnez, estaría planteado, ahora, con nuevas divisiones y rupturas en el ejército de Khadafy. Ya su hijo anunció la posibilidad de “elecciones en Libia”. , pero esta propuesta llega tarde. La OTAN, justamente, está no sólo para impedir que Khadafy caiga por la acción directa revolucionaria de las masas, sino para llegar junto con el CNT, primero a Trípoli, si las masas revolucionarias avanzan hacia allí, aplastando y disolviendo al ejército mercenario de Khadafy.
El ataque militar de la OTAN a algunas bases militares khadafistas es para obligarlo a éste a hacer una negociación antes que las masas lo derroquen. La OTAN está allí para garantizar que no triunfe una insurrección victoriosa en toda Libia, para expropiar su lucha a la caída de Khadafy y para imponer, con los restos de ese régimen y con el CNT, un gobierno que sea un verdadero protectorado, como en Irak, pero en Libia.
Pero esto se garantiza solo si se aplasta a las masas, si se las desarma. Esto no está aún logrado, ni mucho menos. Esto es por las condiciones nacionales de la guerra, pero, sobre todo, por las condiciones internacionales del combate del proletariado en el Mediterráneo.

Toda la izquierda mundial, que se dice “antiimperialista”, no “comprende” nada de la política mundial del imperialismo, porque son todos sirvientes de él.
Insistimos, el imperialismo y la OTAN hoy están en Libia para aplastar la revolución, para que ésta no llegue a Trípoli con las masas armadas derrotando a Khadafy. EE.UU. usa a Khadafy para frenar a las masas en el frente de Misarrata, y utiliza al CNT en la retaguardia para disciplinar a la insurgencia revolucionaria y así cerrar un pacto con toda la burguesía libia, sin Khadafy, para recomponer el estado y establecer un gobierno doblemente sirviente del imperialismo.

El que no haya aprendido de los procesos revolucionarios anteriores, hoy no puede guiarse con un programa revolucionario a la altura de los acontecimientos y del plan burgués imperialista. Deben comenzar de nuevo, inventando nuevas recetas sobre la marcha. Este no es el caso de la FLTI, y no tendría por qué serlo para los camaradas de la WIVL, que en su carta del 5/5 y su declaración del 31/5 ya dan totalmente por resuelto y derrotado el proceso revolucionario en Libia.
No ver los acontecimientos actuales desde un punto de vista internacional y bajo las lecciones de los test ácidos de los procesos revolucionarios, es caminar sin dirección en el desierto. Es no darse cuenta que el imperialismo para actuar así en los procesos revolucionarios, tiene a su favor a las direcciones traidoras del proletariado, a las que ha centralizado para contener los embates de masas, sobre todo desde el 2007, cuando se manifestara abiertamente la bancarrota del capital financiero.

Así como el ascenso revolucionario del ´68-´74 amenazó con derrotar el pacto de Yalta y Potsdam, el actual proceso revolucionario del Norte de África y Medio Oriente, que tiende a ingresar a Europa, si se expande a nivel mundial, amenazará con destruir y demoler todos los mecanismos de contención y dominio del planeta que las distintas potencias imperialistas consolidaron a partir del ´89, con la reconquista de los estados obreros entregados por la traidora lacra stalinista al imperialismo y a la economía mundial.
Comprendemos el actual debate al interior de la FLTI como la forma más económica de sacarnos de encima las presiones hostiles que la burguesía, el imperialismo y las direcciones traidoras ejercen sobre nuestras filas. Si pasamos esta prueba y si se desarrolla una nueva ofensiva revolucionaria de masas, pequeños grupos revolucionarios como el nuestro, dotados de una estrategia y un programa para el triunfo del proletariado, serán llevados a la cresta de la ola de los acontecimientos.

La obligación de nuestros camaradas de África es que clarifiquen la política que nos proponen actualmente, en base al programa y las lecciones revolucionarias que nos unificaron en la FLTI. Sobre ello, guardan un gran silencio, por lo que el debate se vuelve cada vez más confuso e incomprensible para la mayoría de nuestros militantes.

La coyuntura mundial

Estamos en el momento en que se agudizan todas las condiciones del período abierto en el 2007. Estamos entrando en una situación prerrevolucionaria mundial, más allá de los flujos y reflujos que ésta tenga.
Los bomberos del Foro Social Mundial van de país en país intentando apagar el fuego de la revolución. Intentan hacerle creer a las masas que ya todo terminó, que el imperialismo controla todo y que la prueba de ello es la masacre de las masas en Siria, Bahrein y Yemen. Ellos quieren dar todo por terminado, pero esa no es la realidad. Desde enero asistimos a un combate heroico de las masas, ya sea en ofensiva o resistencia, que no se ha apagado ni está agotado.
El verdadero pánico del imperialismo es que intervengan e irrumpan las masas palestinas, como ya amenazan con hacerlo, y que echen por tierra todos los intentos de pactos entre la burguesía palestina y el estado sionista, bendecidos por Obama. Temen que las masas palestinas saquen la conclusión de que si cae Khadafy en Libia, el-Assad en Siria, etc. ellos triunfarán contra el estado sionista de Israel. El imperialismo tiene pánico deque “junto a la primavera árabe venga el otoño europeo”. Es que, de suceder esto, quedará claro que la lucha y el combate “por la libertad” es el combate por el pan contra el crack mundial.
Mientras las potencias imperialistas actúan frente a las profundas tendencias de la realidad que empujan a un nuevo ´68-´74, las direcciones traidoras quieren convencer por todos los medios a la clase obrera mundial que hoy es imposible tal ascenso generalizado de masas.
Hacen esto en momentos en que las condiciones para una ofensiva revolucionaria de masas, no solo están maduras, sino que se están descomponiendo alrededor de la cuestión griega, la crisis de todos los bancos europeos, un nuevo salto en la recesión, un estallido de nuevas burbujas en EE.UU., y frente a un proceso inflacionario en China. Éste último ya ha provocado REVUELTAS, SEMIINSURRECCIONES LOCALES, CON QUEMAS DE COMISARIAS Y DESTRUCCIÓN DE MUNICIPALIDADES EN POR LO MENOS CUATRO O CINCO PROVINCIAS CHINAS. Estamos hablando de Bengasi y Misarrata multiplicado por miles.
La clave del momento actual es que las masas ya se han colocado en posición de ofensiva, y el imperialismo centralizó a todas las direcciones contrarrevolucionarias del planeta para impedirlo, mientras la OTAN y los cinco comandos del Pentágono que controlan al mundo, comienzan nuevas y grandes acciones contrarrevolucionarias, ya sea a través de sus agentes, o de forma directa.

Por todo esto, aquel que no tiene una visión internacionalista de los acontecimientos solamente puede dar, de forma impresionista, por derrotado (o triunfante) cada acontecimiento revolucionario, país a país. El nacionalismo impide tener una visión sensata de los acontecimientos y prepararse para intervenir sobre ellos. Quien posee esa visión no puede distinguir los ritmos, los momentos de flujos y reflujos, y está impedido de armarse con una política acorde para ello.
Renegar de lo que definimos en los distintos congresos de la FLTI, de que existe una carrera de velocidad entre la acción de las masas y la expansión del crack económico, que define y definirá, en última instancia, quién lo paga, es no percibir que en Libia se concreta esa carrera de velocidad. Allí se trata de una carrera de velocidad entre las masas revolucionarias que deben aplastar a Khadafy en Trípoli y la acción contrarrevolucionaria directa de la OTAN y los khadafistas para aplastar a las masas, acción que se combina con la política de quinta columna en la retaguardia por parte del CNT que desorganiza y desmoviliza a las masas, sostenido por todas las direcciones contrarrevolucionarias que, desde del Norte de África, Medio Oriente y Europa, dejan aislada a la heroica insurgencia en Misarrata.
Lamentablemente, en sus últimas cartas, los camaradas de la WIVL ya dan por ganador en esta carrera al imperialismo y a la burguesía. Y lo hacen desde una visión puramente nacional y estática de los acontecimientos.

Trotsky sobre España, contra los que opinaban que la revolución española se liquidaba en un solo acto, el 20 de septiembre de 1932, cuando terminaba la primera oleada revolucionaria, afirmaba: “Ese artículo (de la prensa stalinista, NdeR) dice: <Después de la derrota de la huelga general de enero los trotskistas (aquí, la sucesión de los insultos de ritual, LT) afirmaron que la revolución estaba vencida, y que había llegado el período de los fracasos.> ¿Es cierto? Si hay en España “revolucionarios” que, en enero de este año, se preparaban para enterrar la revolución, no tienen ni pueden tener nada en común con la Oposición de Izquierda. Un revolucionario no puede reconocer que la revolución ha terminado más que cuando los índices objetivos no dejan ya duda. Sólo lamentables impresionistas y no bolcheviques leninistas pueden emitir pronósticos pesimistas, sobre la única base del enfriamiento de los espíritus.” (L. Trotsky, “Kornilov y los stalinistas en España”, negritas nuestras)

Hablar de que en el Norte de África y Medio Oriente el proceso ha culminado, que ya está todo controlado por la CIA, el imperialismo y el CNT, es de un profundo impresionismo, que puede llevar a nuestros camaradas de la WIVL a ser furgón de cola del SEP y demás izquierda obamanista, quienes en Estados Unidos solo quieren tirarle tierra en los ojos al proletariado norteamericano para que éste no pueda irrumpir contra la guerra.

La revolución rusa, de febrero a octubre, tuvo sus flujos y reflujos, sus jornadas de julio y sus golpes korniloveanos, ofensivas reaccionarias en la guerra imperialista, mientras que el carácter colaboracionista que le imprimían las direcciones traidoras al soviet amenazaba con destruirlos desde adentro.
Trotsky decía que la revolución rusa de 1917 tardó 8 meses en alcanzar su punto culminante. Pero también decía que no era obligatorio que la revolución española tuviera lugar en tal plazo. La guerra había acortado los tiempos del período de la revolución rusa. En España la inmadurez del partido revolucionario fue lo que permitía, para Trotsky, el ritmo lento a través del cual se desarrollaría la revolución, en toda una serie de etapas. Trotsky decía: “La órbita de la revolución conlleva altos y bajos. El arte de la dirección consiste, dicho sea de paso, en no lanzar la ofensiva en el momento en que la ola retrocede, y no batirse en retirada en el momento del ascenso.” (L Trotsky, Ídem).
Los sirvientes del Foro Social Mundial aquí y allá intentan decirle al proletariado internacional que el proceso revolucionario ya está agotado, y que no debe ser continuado en ningún lugar del mundo. Mucho menos, dicen, debe continuarse en Europa, donde el contagio revolucionario empalma con brutales condiciones de crack y ataque a las masas.
Para desincronizar el combate, a las masas las engañan haciendo pasar el reflujo actual de la ofensiva revolucionaria por la derrota ya definitiva. Contra ello, Trotsky culmina planteando: “sólo charlatanes aventureros pueden ignorar el reflujo. Pero hablar de la liquidación de la revolución a propósito de un retroceso temporal es algo que sólo pueden hacer cobardes y desertores. Los revolucionarios abandonan últimos el campo de batalla. Quien entierra una revolución viva merece el pelotón de ejecución.” (L. Trotsky. Ídem)
Comprender esta cuestión del momento del proceso revolucionario es decisivo. Los que dan por cerrado y terminado el proceso en Libia , que dicen que todo estaría controlado por la CIA, Khadafy y la OTAN, dan por desarmadas a las milicias cuando éstas combaten heroicamente en Misarrata y su sublevación se extiende al oeste.
Los que plantean esto, no ven que es una sola revolución en toda la región. No ven que, pese al reflujo en Túnez, las masas de ese país le llevan armas a la resistencia en Libia. Pese al reflujo en Egipto, la caída del muro de Rafah alienta a las masas palestinas a entrar en ofensiva revolucionaria. Mientras, la heroica resistencia de las masas contra el asesino el-Assad en Siria debilita a grados extremos el control de los Ayatollhas en toda la región.
Ante el reflujo, el reformismo respira aliviado. Nosotros, los revolucionarios, sacamos lecciones del mismo. Desenmascaramos a las direcciones contrarrevolucionarias que lo provocaron, explicamos el estancamiento temporal de la revolución, porque, en última instancia, es lo que explica el impulso a la contrarrevolución que hoy vemos con Khadafy, la OTAN en Libia y el-Assad en Siria.
Contra la revolución que está en curso en toda la región y su tendencia a expandirse a Europa, lo que vemos es un intento de contraofensiva del imperialismo para detenerla, con los cantos de sirena del frente popular y con la contrarrevolución fascista y bonapartista.

 

El proceso de fondo que recorre los acontecimientos internacionales está dado por las condiciones objetivamente revolucionarias del período abierto a partir del 2007. La situación mundial es todo lo revolucionaria que las direcciones traidoras lo permiten.
Nosotros reafirmamos lo votado por el Primer y Segundo Congreso de la FLTI, de que existe una segunda carrera de velocidad entre las direcciones traidoras de las masas y nuestra lucha por volver a poner en pie nuestro partido mundial, la IV Internacional.
Las masas que entran en combate revolucionario debilitan a sus enemigos políticos, las direcciones traidoras. Pero solo nuestro oportunismo y adaptaciones pueden darles tiempo a ellos para que antes desorganicen el combate de los explotados.
Su fortaleza ya no está en las condiciones objetivas, puesto que ya ni siquiera pueden hacer pasar las limosnas que reciben los explotados como “conquistas reformistas” otorgadas por el capitalismo. Las acciones de las masas socavan las ramas donde el reformismo está sentado.

 

Es así que la quiebra y bancarrota del sistema capitalista imperialista mundial brota a cada instante por todos los poros de la situación mundial. En todo momento se demuestra que el capital financiero sigue acumulando superganancias, en primer lugar, atacando a las masas. Se ha cobrado su quiebra, sobre la base del endeudamiento de todos los estados de las potencias imperialistas. Así, éstos han quedado en una quiebra que ya no se puede ocultar más.
Los banqueros de Wall Street, de Londres, de Berlín, de Paris, etc. dan cuenta de ganancias de un 70% u 80% anuales, sobre la base de que recibieron billones de dólares de subvenciones, vaciando los tesoros de los estados. Así vemos, por ejemplo en EEUU, una deuda de 15 billones de dólares que equivale al 98% de su PBI.
Con su moneda devaluada, EEUU derrocha inflación en todo el mundo… devalúa su deuda, favorece sus exportaciones y le tira su crisis a todo el planeta. Así funciona una potencia dominante cuando es golpeada por una fenomenal crisis: la descarga a todo el mercado mundial.
La deuda de Grecia equivale a un 150% de su PBI. Esto también sucede con Inglaterra, Italia, Portugal, España, etc.
Alemania y Francia sobreviven sobre la base de la ruina y la decadencia de la Europa imperialista, y sobre la base del sometimiento y saqueo de toda Europa del este hasta las estepas rusas.
Las potencias imperialistas financian su deuda y su crack, primero dándole a los banqueros y a su capital financiero lo que perdieron en esta crisis; y, sobre todo, atacando a su propia clase obrera y redoblando su saqueo de las colonias y semicolonias para que éstas paguen la crisis y bancarrota de sus estados.

En estos días, Obama, cuando le preguntaron sobre el enorme crecimiento de Brasil, China e India, manifestó con total tranquilidad: “es una nueva y gran oportunidad para EEUU”. Es que ellos son los que, en última instancia, se llevan la parte del león de los focos de crecimiento de “semicolonias prósperas”, a las que se las está endeudando con una inmensa masa de capitales que no encuentran un lugar en la producción para reproducirse.
EE.UU. chantajea con “superdéficits” a todos los países del hoy llamado “BRIC” (Brasil, Rusia, India y China), que son los que tienen los bonos de deuda del estado norteamericano.
Todo punto de devaluación de EE.UU., toda refinanciación de su deuda… es la ruina de todo el planeta. EEUU y su capital financiero han reconstituido sus superganancias, tirándole su crisis a todo el planeta y chantajeando con su déficit.
EE.UU. le ha tirado a China su moneda devaluada, millones de dólares sin respaldo emitidos por la reserva federal. El traslado de dólares falsos ha provocado la devaluación de las reservas chinas, que tiene en su haber bonos del tesoro norteamericano y valores en sus bancos totalmente devaluados. Es que China le entrega con sus exportaciones, dólares frescos a EE.UU a cambio de bonos devaluados, lo que empuja a la inflación, a la carestía de la vida y al choque abierto entre las clases.

EE.UU. intenta acordar a cada paso con Alemania una sociedad financiera y comercial para saquear y someter inclusive a las potencias imperialistas europeas menores. Pero cuando el crack de Grecia y España ya están a la vista, EE.UU. les impone a estas potencias que sean ellas las que paguen con sus fondos el crack griego.

De esta forma, Estados Unidos le ha tirado toda su crisis al mundo. Con su capital financiero asociado a los bancos imperialistas de Europa, crea y recrea permanentemente burbujas y valores sin respaldo, es decir, el parasitismo imperialista se eleva a la enésima potencia. Esta cuestión le ha permitido, en el momento de su más grave crisis de recesión, desempleo y deuda, desarrollar nuevas ramas de producción tecnológicas, que no son más que motivos de nuevas burbujas y sobreprecios de las mismas.
Que Facebook valga 7.500 millones de dólares, cuando sólo cuenta con un garaje, una computadora y un programa, demuestra que una vez más, ante la debacle del sistema capitalista mundial, sólo el parasitismo permite reconstituir la tasa de ganancia.
Asimismo, a cada estallido de cada burbuja se le acercan mayores inversiones en la industria de guerra. Esta será la rama de producción más importante que se desarrollará, si el proletariado no la para con el triunfo de la revolución.

A cada instante se preparan y estallan nuevas burbujas, como la inmobiliaria, la de los commodities, etc. Esto anuncia que el sistema capitalista no logra reconstituir la tasa de ganancia. Por esa vía no puede reproducir, en el proceso productivo, el capital que ya gastó a cuenta de los bienes que aún hoy no ha producido.
El parasitismo actual del capital está alertando que la lucha por los mercados no hará más que agudizarse. Es que éstos no harán más que achicarse y contraerse. Sólo desarrollarán mayor puja inter-imperialista por el reparto y por ver qué potencia imperialista se cae del planeta y también paga la crisis.
En el momento actual se preanuncia que, sin nuevas guerras, el capital financiero no podrá reconstituir su tasa de ganancia.
Estamos ante “La Crisis”, no una crisis más. Estamos ante un período histórico abierto en el 2007 que aún no se ha definido históricamente.

El ataque a las masas no hará más que profundizarse, pese a que el reformismo quiera engañar a los explotados diciendo que se puede detener sin revoluciones. La contrarrevolución, el fascismo y nuevas guerras vendrán de la mano de la pérfida política del frente popular, que sólo intenta echar agua al fuego de la revolución, aislar y dispersar la ofensiva de masas, y profundizar el desgarro que significa la crisis económica para la clase obrera y para la unidad de sus filas.
Por eso fue un gran acierto del Segundo Congreso de la FLTI el plantear que estábamos en un momento, en relación a la dirección del proletariado, definido como de “contrarreformismo”. Son los reformistas los que se quedan sin sustento para su política contrarrevolucionaria. Son ellos los que deben explicar sus traiciones, que se desenmascaran cada vez más ante las masas.

Estas condiciones son claves para tener en cuenta en el presente debate. Lo que estamos presenciando es una contraofensiva del imperialismo y sus agentes (las direcciones contrarrevolucionarias) en el Norte de África Medio Oriente y Europa, en primer lugar, para dividir cada proceso revolucionario país por país, cuando éste emergió con una ofensiva generalizada de las masas en toda la región.
En segundo lugar, lo hace con putschs contrarrevolucionarios, políticas de engaño y frente popular, desvíos parlamentarios, pactos contrarrevolucionarios como el de la burguesía palestina, el sionismo y el imperialismo.
En tercer lugar, lo hace intentando, por todos los medios, dislocar esta ofensiva de masas con una política contrarrevolucionaria de las aristocracias y burocracias obreras de Europa, para impedir que irrumpa el proletariado de ese continente en una ofensiva revolucionaria. Es que esta cuestión cambiaría el conjunto de la situación mundial.
Sin la colaboración de las direcciones traidoras, la tendencia a la coordinación y sincronización de los combates a uno y otro lado del Mediterráneo ya sería un hecho.

La situación prerrevolucionaria sigue latente. La ofensiva del capitalismo en bancarrota comienza a despertar nuevamente al proletariado del cono sur de América Latina, que tiene su vanguardia en el proletariado boliviano que retoma su combate rompiendo con el gobierno “bolivariano” de Morales.

Los renegados del marxismo se han agrupado a nivel internacional para decirle a las masas y los explotados del mundo que estamos frente a “revoluciones democráticas”. Esto es para envenenar la consciencia de los explotados, dando por muertos los procesos revolucionarios que pasan por una fase de engaño y desvío.
Critican las acciones de las masas, a las que llaman “impotentes”. En otros casos proclaman que “no interviene el movimiento obrero”. Intentan hacerle creer a la clase obrera que fue la burguesía la que desarma ejércitos, la que muere en las calles de Siria, Bahrein, Yemen, etc.
Esto lo hacen los aparatos contrarrevolucionarios que jamás llamaron a hacer una sola acción política de masas para derrotar a los gobiernos y regímenes y, mucho menos, para que las masas se armen para conquistar el pan.
La izquierda mundial guardó silencio cuando la dirección de la UGT y las CC.OO. desperdiciaban las energías de las masas en paros de presión para “rectificar” los ajustes.
Estamos frente a una cínica política, calcada de la experiencia histórica del stalinismo. Intentan engañar a las masas haciéndoles confundir sus organizaciones y sus combates con los intentos de “contrarrevolución democrática” y de quinta columna que utiliza el imperialismo, con sus agentes “democráticos”, para contener desde adentro y controlar a las organizaciones de las masas en lucha. Es como si el marxismo revolucionario hubiera acusado a los soviets de febrero de ser agentes del imperialismo ruso y francés, cuando éstos eran manipulados por el gobierno provisional imperialista, y sometidos a una política de colaboración por los Mencheviques y SR.
Confundir a los partidos de los explotadores, a las direcciones traidoras, -que intentan estrangular, disolver, destruir desde adentro, corromper, a las organizaciones de las masas revolucionarias- con las organizaciones de masas, equivale a aislar a estas últimas del proletariado internacional, crear las condiciones para su aplastamiento y renunciar a la lucha contra las direcciones traidoras que lo someten a la burguesía.
Es un grave error no defender las conquistas de las masas, y confundirlas a éstas con sus direcciones, que las engañan, manipulan y traicionan. En ese sentido saludamos la excelente polémica y denuncia al SEP de EE.UU. hecha por el SCI. El SEP ya da por controlada a la resistencia en Libia por parte de la CIA, cuando esta resistencia combate contra Khadafy y muere en Misarrata. Estamos enfrentando a los “trotskistas de Obama” que colaboran, en última instancia, en cercar Misarrata.

 

La WIVL tiene una confusión sobre la relación entre la clase obrera y su dirección
No distingue la lucha de clases de la superestructura, que son las instituciones que se da la burguesía para dominar, las masas para luchar, y las direcciones traidoras para desorganizar al proletariado.

Sin darse cuenta, cuando la WIVL da por terminados todos los procesos revolucionarios porque aún no triunfó la revolución socialista, se acerca peligrosamente a una visión sectaria e impaciente de los actuales acontecimientos. Opinamos que de allí proviene la exasperación que denotan sus declaraciones y documentos.
Nosotros queremos recordarles a todos los camaradas que el método de poner un signo igual entre las organizaciones de lucha de las masas y las direcciones que éstas tienen a su frente (a través de las cuales la burguesía las manipula) es un método reñido con el marxismo.
Veamos a las corrientes revisionistas contra las cuales polemizó la IV Internacional a fines de los años ‘30. Allí hay un buen ejemplo de cómo nuestro partido mundial combatió contra esa desviación impresionista, que rompe abiertamente con la dialéctica marxista.
Burnham y Shachtman, del SWP norteamericano, se negaban a defender la conquista del estado obrero soviético, a partir de definirlo por el carácter de la dirección contrarrevolucionaria que éste tenía (el stalinismo), la cual lo sometía a la economía mundial imperialista.
Ese método de definir a las organizaciones de la clase obrera (sindicatos, estados, soviets, etc.) por la dirección que éstas tienen, los llevaba a una política criminal antidefensista de la URSS en los ’30. Se negaban a defender esa enorme conquista histórica y, por esa vía, renunciaban a la lucha por la revolución política que barriera con la lacra de la burocracia stalinista que entregaba el estado obrero al imperialismo.
Esta era una supuesta “política ultraizquierdista” que renegaba de luchar al interior de las organizaciones de masas para liberar al proletariado de la influencia de las direcciones traidoras.

Plantear de forma empírica, como lo hace la WIVL, que el “centro estaría capitulándole a la milicia” porque ésta está manipulada por el CNT, es definir a una organización de lucha de las masas por la dirección que tiene, o bien por el grado en que la burguesía la controla o manipula.
Este mismo método empleaban Burnham y Shachtman. Como la burocracia stalinista inclusive firmó un pacto con el fascismo (Molotov-Ribbentrop) y antes con Laval en Francia (el frente popular), entonces planteaban que “la burocracia era agente de la burguesía al interior del estado obrero y, por ello, el estado obrero no existía más”. La burguesía seguía expropiada y la economía seguía nacionalizada, pero eso no les importaba. Sólo afirmaban “es un estado burgués y punto.” Contra ese método impresionista, que veía la apariencia (degeneración y deformación del estado obrero) y no su esencia (el carácter de clase de la economía nacionalizada) Trotsky definió a la URSS como un estado obrero-degenerado. De allí surgía la tarea de defenderlo como conquista y, para ello, había que derrotar, con la revolución política, a la burocracia que lo sometía, más y más, al imperialismo. Esa combinación de tareas está planteada en todas las organizaciones obreras de lucha dirigidas por direcciones traidoras. Insistimos, poner un signo igual entre una organización de clase y sus dirección, por más reformista que ésta sea, es tener una política liquidacionista de las organizaciones de masas.
Hoy, la WIVL, con el método que tiene para definir la situación de las milicias y de la revolución en Libia, diría: “el CNT proimperialista ya controla a la insurgencia y Khadafy controla el oeste de Libia (es decir, el fascismo y el “frente democrático” imperialista liquidaron a la URSS)”. Así ya da por terminada las tareas que la contrarrevolución aún no ha conquistado.
Esta posición niega toda dialéctica entre base y dirección, entre organización obrera y manipulación burguesa. En última instancia, liquida la dialéctica marxista.

Es el mismo método de definir a la milicia (que es una organización de lucha de las masas) en función de quién la manipula o no. Queremos recordarles a los camaradas los soviets de febrero en Rusia eran manipulados por un gobierno imperialista, de colaboración de clases, al que el soviet le había entregado el poder. Sin embargo, no por eso el soviet había dejado de ser un soviet, es decir, un organismo de doble poder irreconciliable con la existencia del estado burgués (puesto que no puede haber dos poderes dentro de un mismo estado, como afirmaba Lenin en las “Tesis de Abril”). El soviet no iba a dejar de serlo hasta que no fuera desarticulado, destruido desde adentro, o bien aplastado por la contrarrevolución como lo intentó hacer Kornilov.
Definir, como lo hace la WIVL, que la milicia dejó de ser milicia porque es manipulada por el CNT, antes que éste las desarme, o antes que las aplasten las tropas contrarrevolucionarias de Khadafy o de la OTAN, a nuestro entender es no comprender la relación entre las organizaciones de masas y los opresores. Es una visión pacifista, en última instancia, de la política de “contrarrevolución democrática” del CNT. Es que éste SÓLO PUEDE CONTROLAR A LA MILICIA CUANDO LA DESARMA Y LA TERMINA DE TRANSFORMAR EN UN APÉNDICE DE UNA NUEVA CASTA DE OFICIALES CONTROLADA POR EL IMPERIALISMO. Pero nadie puede dar por asegurado que sea la OTAN la que gane la carrera a Trípoli, y no los heroicos insurgentes de Misarrata. Éstos nuevamente se están sublevando al oeste de Libia, a pocos kilómetros de Trípoli, apoyados fundamentalmente en la clase obrera de Túnez y Egipto y en la heroica lucha de las masas de Siria.
Para nada ha sido impuesta aún la derrota de las masas ni por Khadafy, ni por el CNT, ni por la OTAN, más allá de que el ala “democrática” de la contrarrevolución le vuelve imposible, dificultosa, con un altísimo costo para las masas, su lucha por aplastar a Khadafy.
Es que el frente popular, la burguesía “democrática” y la OTAN terminarán de hacer su trabajo, es decir, de manipular a las milicias, sólo cuando logran desarmarlas o desmoralizarlas, cuestión que le allana el camino a un aplastamiento fascista, o de los mismos generales “democráticos”.
La WIVL tiene una visión pacifista de la liquidación de la milicia. Éstas no se armaron pacíficamente, y tampoco serán desarmadas pacíficamente.

Definir que las milicias ya están totalmente controladas por el CNT, es dejarlas aisladas. Es afirmar que el CNT es quien combate heroicamente en Misarrata contra las tropas de Khadafy y la OTAN. Es negarse objetivamente –aunque se lo proclame- a extender Misarrata a nivel internacional, puesto que nadie va a apoyar a un ejército proimperialista del CNT que “combate contra Khadafy”. Mucho menos lo hará si “está dirigido por la CIA” como dicen los bolivarianos y los socialimperialistas sirvientes de Obama como el SEP.
Nosotros creemos que debido a su visión estrechamente nacional de los acontecimientos de Libia, los camaradas no han llegado a darse cuenta que esta es la posición del Foro Social Mundial en general, y de los bolivarianos y los stalinistas en particular.

Repetimos, por una posición ultraizquierdista e impresionista, que llega a ser casi metafísica, se llega a poner un signo igual entre la institución, las clases o sectores de clases que éstas organizan, y la dirección que éstas tienen a su frente, que son la superestructura de esa institución.
Estamos frente a una terrible equivocación. Es como si en el medio de una huelga, la dirección burocrática del sindicato pacta con la patronal estrangular una huelga, y nosotros hacemos una campaña en todo el movimiento obrero diciendo que “el sindicato es de la burguesía”, es decir, “es un sindicato burgués”, en vez de levantar un programa de lucha para que triunfe la huelga y que la clase obrera derrote y expulse a la burocracia que somete el sindicato a la burguesía. Estaríamos al borde de plantear lo que dice la izquierda pro-bolivariana del mundo, que en este ejemplo sería “eso no es una huelga, son agentes de la patronal”… Si hiciéramos esto, estaríamos cediendo a la burocracia del sindicato que quiere que la huelga sea derrotada. Al aplicar esta posición en Libia le cederíamos al stalinismo y a la burocracia castrista que, sosteniendo a Khadafy, plantean que el CNT ya controla todo y que las milicias son de la CIA.
No olvidemos que el stalinismo, con esa misma excusa, mató a los trotskistas e inclusive al POUM y a los anarquistas, en el frente de batalla de la guerra civil española en los ‘30.
Si tuviéramos aquí en Bolivia el método de los camaradas para definir a una organización obrera, como la COB, que tiene tres ministros en el gobierno de Morales, que está totalmente manipulada por la burguesía a través de la burocracia, ¿qué tendríamos que hacer? ¿Llamar a hacer una COB paralela? Eso sería llamar a hacer “sindicatos rojos”, como hacía el stalinismo en el “tercer período” ultraizquierdista. Esto sería dejar que la clase obrera sea sometida por el frente popular.
Justamente, para defender la COB, nosotros luchamos por la derrota y expulsión de todas las burocracias y direcciones traidoras que la someten al gobierno de frente popular de Morales. En el caso contrario estaríamos dejando a la clase obrera atada de pies y manos a la burguesía.
Nosotros planteamos: ¡Fuera los ministros obreros del gobierno explotador y burgués de Morales y la Total!
¡Recuperemos la COB para centralizar a las masas revolucionarias de obreros y campesinos y preparar una nueva ofensiva revolucionaria, para poner en pie la milicia obrera y campesina para aplastar al fascismo!
Es decir, nosotros levantamos la política que plantea el Programa de Transición y su táctica de gobierno obrero y campesino de “¡Romped con la burguesía!”. Esto les planteamos a todas las organizaciones que hablan en nombre de la clase obrera y las masas.
Recordemos que los bolcheviques, desde abril a septiembre de 1917, exigieron que los Socialistas Revolucionarios (partido pequeñoburgués y campesino) y los mencheviques rompieran con la burguesía liberal y tomaran el poder en sus manos. Justamente “la obstinada renuencia de los mencheviques y los socialistas revolucionarios a tomar el poder, que tan dramáticamente se puso de manifiesto en las jornadas de julio, los condenó definitivamente ante la opinión de las masas y preparó la victoria de los bolcheviques.” (Programa de Transición)
Si los camaradas de la WIVL mantienen esta posición, terminarán manteniéndose neutrales en la actual guerra civil en Libia.
Esto ya lo plantean en su carta del 5/5/2011. En la misma llaman a exponer que el CNT está trabajando del mismo lado que Khadafy. Pero no aclaran que trabajan para el mismo bando con distintos métodos, uno contrarrevolucionario directo y otro de reacción democrática. Por eso cada agente puede jugar muy bien su rol, que son las dos puntas de una misma soga para estrangular al proletariado.
Khadafy y el CNT sí están del mismo lado, pero no utilizan el mismo método. Esto la WIVL debe aclararlo, porque de lo contrario, desarmaría a las masas para enfrentar a los distintos agentes del imperialismo. Mientras Khadafy aplasta con el fusil fascista a los obreros, el CNT intenta controlar a los explotados con fraseología y engaños “democráticos” para desorganizarlos desde adentro.
Por ahora, la política del CNT no es el aplastamiento sangriento de las masas, puesto que si actuara así, sería igual a Khadafy ante los ojos de las masas y caería, en un segundo, en las zonas donde Khadafy fue derrotado. Dejaría de jugar así su rol contrarrevolucionario.
Khadafy y el CNT no son “lo mismo”, aunque ambos sean agentes del imperialismo. Por eso no se los combate del mismo modo. Como veremos luego, este fue el método del stalinismo en su “tercer periodo” en Alemania, cuando afirmaba que la socialdemocracia y el fascismo eran lo mismo.

En su carta del 5/5/2011, la WIVL termina concluyendo: “tenemos que exponer que es el imperialismo el que mantiene a toda la región esclavizada y llamar a todos los obreros a unirse contra sus propios enemigos enviando brigadas armadas para derrotar a las agencias del imperialismo, al CNT y al régimen de Khadafy… todos a la vez. Para hacer eficaz esta acción, llaman a poner en pie un partido revolucionario.
Esta posición es peligrosísima. La WIVL llama a que las milicias (que están debilitadas por esa pérfida política contrarrevolucionaria y proimperialista del CNT, pero no liquidadas), junto a los comités de soldados y las masas revolucionarias de Bengasi y Misarrata, enfrenten a las tropas contrarrevolucionarias de Khadafy, a la ofensiva imperialista de la OTAN y su plan de partición y saqueo de Libia, como así también a los “caballos de Troya” de la burguesía proimperialista de Bengasi, todo al mismo tiempo…¡enviando brigadas a los tres frentes de batalla, abriendo uno en Bengasi, llamando a derrotar ya mismo al CNT, sin que las masas hayan hecho su experiencia con él!
Proponerle a la milicia que destruya militarmente a los tres a la vez, es desorganizar de entrada a la resistencia en Misarrata. Esto lo demostraremos luego, pues esta política está reñida con la política bolchevique para enfrentar a Kornilov, con las lecciones revolucionarias de España de los ´30, con el combate por la dirección proletaria de la guerra nacional frente a las agresiones imperialistas como en China en los ’30 o Irak hoy.
Los obreros y la vanguardia de Libia aún no ven la posibilidad de derrotar al CNT con las armas en la mano. Por eso hay que convencerlos de que el CNT es su enemigo en la retaguardia. La política de la WIVL significa dividir las fuerzas de la milicia para que un sector vaya a Bengasi a reventar al CNT. Indudablemente, esa brigada de la milicia sería masacrada por el CNT apenas llegue a la entrada de Bengasi, ya que las masas confundidas de la ciudad apoyarían la demagogia de la “burguesía democrática” que denunciaría a la milicia como soldados de Khadafy vestidos de rebeldes.
Camaradas, hay que terminar con esta política ultraizquierdista típica del stalinismo del “tercer período” del ´28 al ´33.

Así, en Libia hoy planteamos: ¡Hay que aplastar a Khadafy, que hoy es el brazo armado del imperialismo, junto a la OTAN!
¡Milicias obreras de Egipto y Túnez para combatir en Misarrata y llegar a Trípoli, para aplastar al asesino Khadafy y a la OTAN, que lo defiende y lo defenderá para que no lo derrotemos con nuestro combate como lo hicimos en Túnez y Egipto! La clase obrera de Europa que combate por el pan y contra los regímenes imperialistas debe poner en pie una red de solidaridad enviando armas, alimentos y brigadas para combatir junto a sus hermanos de clase del Norte de África, Medio Oriente y de Libia en particular. Sólo dos horas de viaje separan a la Grecia sublevada de sus hermanos que combaten en Libia contra el mismo enemigo. ¡Una sola clase, una sola lucha!

¡Fuera la OTAN que hoy sostiene a Khadafy para impedir que lo derrotemos con las milicias, los comités de obreros y de soldados con la insurrección! ¡La verdadera guerra de la OTAN es para que no triunfemos los que nos sublevamos con el método de la revolución para derrocar a Khadafy! Ellos lo sostienen para minar nuestra fuerza en Misarrata en la vanguardia, y utilizan al CNT para minar nuestra fuerza en la retaguardia.
¡Para ganar la guerra, hay que expropiar al imperialismo y sus petroleras que saquean a la nación libia, y ponerlas bajo control de los obreros armados, para que, con el petróleo en manos de los explotados, consigamos el armamento y el pan necesario para ganar la guerra!
¡Comités de las milicias, consejos de soldados y obreros para tomar el poder en Libia, que es el único poder que podrá insurreccionar a los explotados de Trípoli! ¡Por una Libia obrera y socialista!

El CNT de los ex generales y patrones khadafistas, vestidos de “democráticos”, en la retaguardia nos vuelven cada vez más difícil el triunfo contra Khadafy. Ellos pactan y hacen acuerdos con el imperialismo, que a su vez sostiene a Khadafy e impide que lo derrotemos. ¡Ningún apoyo al CNT! ¡Desarme inmediato de todos los ex generales de Khadafy que están en Bengasi! Solamente los combatientes de la milicia y los comités de soldados eligen a sus jefes en el frente de combate.
Los burgueses del “Consejo de Tribus” de Khadafy, hoy en el CNT, pactan y hacen acuerdos con el imperialismo a espaldas de los que hoy combatimos. Ellos sostuvieron a Khadafy hasta último momento. Hoy se han sometido a la OTAN, que impiden que lleguemos a Trípoli.

Hay que demostrarle a las masas que el CNT es el gran impedimento que tienen para aplastar a Khadafy. Plantear que hay que derrotar ya al CNT mandando una brigada, es una locura ultraizquierdista, así como lo era en Rusia de 1917 pretender atacar al gobierno provisional cuando atacaba Kornilov, o bien llamar a tomar el poder contra Kerensky cuando los bolcheviques eran minoría en el soviet.
Es el momento de, como planteaba Lenin, explicar pacientemente que la milicia, los comités obreros y de soldados deben tomar el poder en cada “comuna” arrancada a los asesinos de Khadafy y expropiar a la burguesía y al imperialismo para tomar el poder en toda Libia.
Para ello, los trotskistas tenemos un programa de transición en el territorio que ha recuperado la insurgencia: ¡Expropiación de todas las empresas y todas las petroleras en la zona que la insurgencia ha tomado, para poner toda la economía al servicio del triunfo de la misma en la guerra! Ese programa lleva al enfrentamiento con el CNT, porque plantea, demuestra y desenmascara que éste es el gran enemigo para que aplastemos a Khadafy.
Así luchamos por la dirección proletaria en la guerra civil, tal como combatimos al talibán en Afganistán o a la burguesía iraquí en el enfrentamiento contra las tropas invasoras del imperialismo, demostrando que con ellos y su programa burgués no se puede ganar la guerra. Este es el ABC de la estrategia militar proletaria, cuando la burguesía intenta crear dos campos militares “burgueses” para estrangular la lucha por la revolución proletaria. Así fue en España y así fue el programa de los trotskistas en las cuestión china.
En Bengasi, el programa no puede ser otro que el que plantea Lenin en “El Estado y la Revolución” sobre La Comuna de París. La forma de plantear la lucha contra el CNT no es llamando a derrocarlo de forma inmediata, sino llamando a poner en pie, desarrollar y coordinar los organismos de doble poder de las masas capaces de disputarle el poder al CNT. Así se crearán las condiciones para su derrocamiento. El CNT no caerá producto de una acción de una brigada desesperada de la milicia que vaya a derrocarlo, sino contraponiéndole un organismo de democracia directa y autoorganización de las masas, que le cuestione el poder y cree las condiciones para derrocarlo.
El rol de la milicia y de los comités de soldados es organizar ese doble poder, donde se encuentren todas las masas en lucha. Esos serán los verdaderos y únicos organismos capaces de organizar una insurrección victoriosa. La forma de propagandizarlo, para organizarlo y para contraponerlo al CNT, es demostrar ante las masas que éste último es tan antidemocrático como Khadafy, y se apoya en los generales imperialistas de la OTAN. El programa de Lenin que plantea en “El Estado y la Revolución” se ha puesto a la orden del día:
- Elección de delegados y diputados para “la comuna” de Bengasi, uno cada 10.000 habitantes, revocables en cualquier momento por sus electores.
- Cámara única que legisle, imparta justicia, y ejecute.
- Que todos los funcionarios ganen el salario de un obrero
- Sólo se reconoce como organización militar de la “Comuna” a los conejos obreros, de soldados y las clases medias arruinadas que están bajo armas. Se disuelve y se expulsa de toda organización militar a todo oficial o general que tenga las manos manchadas de sangre por haber pasado por el ejército de Khadafy.
- Que la milicia y los comités de soldados, junto a los comités obreros y de abastecimiento, asuman todo el control y el poder en Bengasi.
Sólo así, con una comuna obrera y de las capas explotadas de las masas, sostenida por su guardia armada, podrá avanzar a triunfar en Misarrata y centralizar el combate para aplastar a Khadafy. Nuestra lucha es por desarrollar un organismo de doble poder en todas las zonas que controla el CNT. Es que el objetivo de éste último es liquidar todo organismo de doble poder. No lucha por derrocarlo el que no llama a coordinar, fortalecer y centralizar esos organismos.

Impulsando audazmente este programa crearemos las condiciones para demostrarle a las masas que el CNT es su más grande enemigo para derrotar a Khadafy. Esta es nuestra posición.
Nosotros vemos que la WIVL llega a posiciones escandalosamente ultraizquierdistas. Liquida todo programa de transición para la revolución en Libia. Sin darse cuenta, cae en la política y método del stalinismo del “tercer período”, que planteaba que “la socialdemocracia y el fascismo eran lo mismo”, por lo que llamaba a que las milicias obreras aplastaran los locales de la socialdemocracia y del fascismo en el mismo momento. La WIVL retoma ese método ultraizquierdista y pone un signo igual entre democracia y dictadura, llamando a derrocar a ambos a la vez.
Cuando se insurreccionó el fascismo en la Media Luna en Bolivia y, con bates de beisbol, las bandas fascistas aplastaban a obreros y campesinos, las masas, llenas de odio, querían entrar al combate desde el Altiplano. El frente popular de Morales se negaba a ello.
Nuestra política fue “¡Milicias obreras y campesinas para ir a aplastar a los fascistas de Santa Cruz!” Esa era la forma con la cual demostrábamos que el gobierno de Morales de frente popular se quería apoyar en las FF.AA. y en esa cueva de bandidos que es la OEA para pactar con los fascistas una Constitución común para dominar Bolivia.
En ese proceso, gran parte de los obreros fabriles rompieron con Morales y el frente popular. Lo hicieron porque comprendieron que Morales era enemigo de aplastar al fascismo, quien masacraba a los obreros y campesinos en Santa Cruz, y cuyo único objetivo era pactar y acordar con ellos una Constitución, con la bendición  de la OEA y de la casta de oficiales asesina del ejército boliviano.
Si nosotros planteábamos “marchemos a Santa Cruz a aplastar al fascismo y al Palacio Quemado a aplastar a Morales”, lo único que hubiéramos hecho era fortalecer a Morales e impedir que surja la milicia obrera y campesina.
Es que los obreros estaban dispuestos ya a armarse para ir a combatir al fascismo, pero aún no lo estaban para derrocar al gobierno, con el cual no habían agotado su experiencia.
Plantearles que hay que derrotar a los dos a la vez, al frente popular y al fascismo, era boicotear de antemano el surgimiento de la milicia obrera y campesina y, lo que es más grave, fortalecer al gobierno de Morales, porque, justamente, había que desenmascarar a la dirección de la COB y las centrales campesinas que los sostenían.
Nuestro programa hacia la COB era: “¡Romped con la burguesía!, ¡Congreso de la COB!, ¡Organicemos ya la milicia, como en 1952, desarmando a la policía y dividiendo al ejército que ayer nos masacró en el Alto revolucionario del 2003 y ahora lo hace en Pando!”
Parecía que con estas lecciones del combate de Bolivia nos habíamos fusionado en la FLTI. Es que, indudablemente, romper el ejército y marchar a combatir al fascismo en Santa Cruz significaba enfrentarse a los tiros con el gobierno de Morales. La WIVL firmó este programa y estas lecciones, que no son exclusivamente bolivianas, sino que son un legado del marxismo revolucionario.
La WIVL debe explicar por qué rompió los acuerdos que había firmado, en base a estas lecciones, en el Congreso de fundación de la FLTI y por qué renuncia a este programa ahora en Libia.

La WIVL da por derrotados los procesos revolucionarios país a país. Así, se adapta al Foro Social Mundial. Asimismo, la base de este programa y de confundir a las organizaciones de las masas con sus direcciones también es una ruptura abierta con la dialéctica marxista y un dislate para justificar su política ultraizquierdista actual.
Es que su verdadera política es totalmente ecléctica. Ningún obrero serio en el frente de batalla la comprendería.
Por un lado, la WIVL llama a las milicias a derrotar a todos sus enemigos a la vez. Y por otro lado, plantea que las milicias ya están totalmente manipuladas y controladas por el CNT y la pequeñoburguesía. Este es otro dislate, porque de ser así estaría llamando al CNT “a mandar brigadas para derrotar a Khadafy, a la OTAN y a sí mismo”. Que la WIVL se ponga de acuerdo con la WIVL.
Posteriormente los camaradas llaman a extender Misarrata a nivel internacional. Pero si la milicia, según l WIVL ya está controlada por el CNT y dirigida por la pequeñoburguesía, estamos ante una guerra de campos burgueses dirigida “totalmente por la burguesía y sus distintas fracciones”. La WIVL ya se ha perdido entre tres pinos. Como todo ultraizquierdista, no puede dar una política justa que sea comprendida por la vanguardia y las masas, y mucho menos dar un curso revolucionario certero para el triunfo.

Hay dos ejemplos de la posición ultraizquierdista que sostuvo el stalinismo en el “tercer período”, luego de su zigzag a la derecha.
En China de 1927 tuvieron la política, luego de que su aliado Chiang Kai Shek los atacara violentamente, el stalinismo impulsó la política de crear “soviets rojos”, “sindicatos rojos”, etc. Primero llamó a hacer “partidos obreros y campesinos” y llevó a Chiang Kai Shek a la III Internacional. Luego, cuando este último larga la contraofensiva contra la clase obrera china y los comunistas, el stalinismo inventa, de forma ultraizquierdista, un soviet en Cantón. Con él larga una insurrección, apoyado solamente en la clase obrera de Cantón, sin romper a la base del ejército de Chiang Kai Shek y sin ganarse ni neutralizar a la mayoría de las masas campesinas. El aplastamiento de la insurrección fue sangriento.
El proletariado alemán también pagó esta política ultraizquierdista del stalinismo. Éste se negó a plantear el frente único obrero para aplastar al fascismo, lo que le hubiera dado tiempo y hubiera creado las mejores condiciones para que la mayoría de la clase obrera rompiera con la socialdemocracia, haciendo su propia experiencia. En lugar de esto, el stalinismo vociferaba: “la socialdemocracia y el fascismo son lo mismo”.
Los camaradas de la WIVL no entienden hasta dónde los puede llevar el curso ultraizquierdista que han comenzado. Deben pararse ya. En este punto queremos colaborar con ellos. Lo hacemos sin diplomacia, tal cual ellos discuten. Planteamos blanco sobre negro las diferencias como se expresan en la vida.

 

A propósito de la relación entre la clase, el partido y la dirección

Trotsky planteaba que la clase obrera y las masas durante décadas construyen organizaciones para luchar. En momentos revolucionarios, cuando más las necesitan, éstas se vuelven contra las masas, como un peso muerto y lastre, debido al accionar de las direcciones traidoras. Por eso es criminal poner un signo igual entre las organizaciones en lucha que ponen en pie las masas, o que utilizan para su combate, con las direcciones traidoras que tienen a su frente.
Criticar al SCI porque éste llama al triunfo militar de la milicia, y decir que esto sería capitularle, es un verdadero dislate confucionista, puesto que estamos por el triunfo de toda milicia, sindicato, soviet y toda organización de lucha de las masas contra la burguesía.
Estamos por el triunfo de la milicia en Misarrata. Plantear que esto es capitularle a la milicia es una brutalidad. Justamente la lucha por el triunfo de la milicia con el programa militar del proletariado es el camino más corto para que ésta se saque de encima a la direcciones pequeñoburguesas y proimperialistas que la intenta manipular, mientras los fusiles de la OTAN y de Khadafy la intentan aplastar.
Pero el ecléctico y metafísico no puede entender esta cuestión, así como tampoco puede entender la vida, que no le entra en su cabeza.
Éstas, las direcciones traidoras, se preparan muy bien, cuando comienzan ascensos revolucionarios, para encaramarse en la cresta de la ola e impedir que las masas se coordinen, centralicen y se armen. Es que están para impedir la lucha por una insurrección victoriosa. Para eso les pagan.
Confundir a las masas con las direcciones traidoras equivale a plantear que los explotados “tienen la dirección que se merecen”, lo que constituye una verdadera falacia y renegar abiertamente del marxismo.
En última instancia, esto es lo mismo que plantear que las masas obreras, campesinas y de las clases medias arruinadas, son las que han dado origen al CNT. Nosotros creemos que para nada esto es así. Las masas que entran al combate no tienen “la dirección que se merecen”.
En el caso de Libia, el CNT le fue impuesto a las masas por arriba. Pudo hacerlo porque la dirección del proletariado internacional entregó a las masas de Egipto y Túnez a gobiernos “democráticos” proimperialistas y porque las direcciones socialimperialistas de Europa dejaron a Bengasi aislada. Esto, cuando la burguesía aún no había entrado a Bengasi, con los generales y políticos de las “tribus”, impostores y estafadores de la clase obrera.
El Foro Social Mundial volcaba todas sus fuerzas a Túnez y Egipto. Ninguna organización obrera dirigida por estos traidores llegó al puerto de Bengasi.
No había ninguna excusa para no hacerlo. Hoy combaten en la milicia centenares de combatientes del Norte de África y Medio Oriente, inclusive de otros continentes. Ellos llegaron, y las direcciones traidoras los cercaron, permitiendo que lleguen los agentes “democráticos” del imperialismo.
Las masas no podían ver de conjunto este proceso de traición y cerco a su lucha. Ellas querían avanzar a Trípoli, a pesar de que la WIVL diga que las masas “dudaron”, (lo que constituye una verdadera falta a la verdad de cómo fueron los hechos)
Caer en el axioma de que cada clase tiene la dirección que se merece termina siendo una política criminal. En última instancia, la WIVL, como lo hace en su carta del 5/5/2011 y en su declaración del 31/5/2011, culpa a la milicia, es decir, a los heroicos combatientes de Misarrata, de las debilidades que la revolución tiene en Libia. De esta forma, le termina lavando la ropa al Foro Social Mundial.
Trotsky afirmaba en su trabajo “Clase, Partido y Dirección”, de agosto de 1940: “En realidad, la dirección no es en absoluto el <simple reflejo> de una clase o el producto de su propia potencia creadora”. Antes, en el mismo trabajo, el mismo Trotsky dice: “Es necesario no haber comprendido nada de los que se refiere a las relaciones entre clase y partido, entre las masas y sus dirigentes, para repetir la frase hueca según la cual las masas españolas no han hecho nada más que seguir su dirección”.(L. Trotsky, “Clase, partido y dirección”)
Lamentablemente, las posiciones de la WIVL la llevan a plantear la misma posición contra la que polemizaba Trotsky. La WIVL culpa a la “duda” de las masas por no haber logrado avanzar a Trípoli, cuando es lo que éstas añoraban y fue por lo que combatieron, entregando su vida.
Justamente, fue por ello que el imperialismo rearmó las tropas contrarrevolucionarias de Khadafy y envió a la OTAN a cercar Misarrata, para impedir que las masas avanzaran hasta Trípoli.
Trotsky, en el mismo trabajo, insistía: “Todo lo que se puede decir sobre esto es que las masas, que han intentado sin cesar abrirse un camino hacia la vía correcta, han descubierto que la construcción, el fragor mismo del combate, de una nueva dirección que respondiera a las exigencias de la revolución era una empresa que sobrepasaba sus propias fuerzas”. (Ídem)
Nosotros opinamos que fue esto lo que en realidad sucedió en la fenomenal cadena de insurrecciones locales que sacudió a Libia.
Trotsky insistía en que, en medio de estos procesos dinámicos, “la dirección, es decir, distintos sectores de la dirección, desertan y se pasan de un solo golpe al lado del enemigo de clase, y nuestros sabios se empeñan en una discusión puramente estática: ¿por qué la clase obrera en su conjunto ha seguido una mala dirección?” (Ídem)
Faltó un partido dirán los “sabios”. Pero las masas se opusieron en un ángulo de 180° con su dirección. Por eso, no habrá partido revolucionario si no empalma con ese ángulo de 180° que establecieron las masas con su dirección reformista. Para ello hay que para demostrarle a las masas que fueron estas direcciones las que cercaron Bengasi e impidieron que ellas lleguen a Trípoli, traicionando en Túnez, Egipto, aislando al proletariado europeo, etc.  Así crearon las condiciones para que el CNT tome el control de Bengasi.
¿Cómo la WIVL podrá luchar por poner en pie un partido revolucionario en Libia, sin hacerles comprender primero a las masas y su vanguardia que su revolución está siendo cercada por los traidores del FSM y las corrientes socialimperialistas? Los camaradas hablan de “generalizar Misarrata a nivel internacional”. Pero, ¿cómo hacerlo sin denunciar a las direcciones traidoras, que a cada paso desincronizan la lucha de los insurgentes de Libia de sus hermanos de clase de España y Grecia sublevadas, de los que resisten en Siria, de los obreros de Túnez y Egipto, a quienes les intentan expropiar su revolución? ¿Cómo extender Misarrata a Palestina sin enfrentar abiertamente a todos los partidos socialimperialistas, stalinistas, y del FSM que sostienen el plan de “dos estados” de Obama, para salvar al estado sionista de Israel e impedir que las masas palestinas se terminen de poner de pie y encabecen el proceso revolucionario en curso en la región.?
Sin comprender el rol que juegan las direcciones traidoras a nivel internacional, la WIVL estará llamando a construir, en ultima instancia, partidos nacionales con anteojeras que no ven mas allá que un metro de distancia.
Nosotros afirmamos que no hay partido revolucionario en la revolución misma porque se impuso el rol contrarrevolucionario del FSM en Egipto, en Túnez, en Libia, en Europa y nivel internacional.
La WIVL, por su parte, se enorgullece por “no capitularle a la milicia”, que es la que da su vida, con sus mejores combatientes, en Misarrata y es la que puja por ponerse de pie en Siria. “La WIVL no le capitula a la milicia”, pero, con su política, puede terminar capitulándole a los traidores del Foro Social Mundial, que estrangulan su lucha a cada paso.

¿Por qué no plantarles a los combatientes de Misarrata que, ante la traición de la burocracia de los sindicatos y los partidos socialimperialistas de Europa, envían ellos mismos delegados a la Plaza de los Indignaos de España, a Italia, a Grecia, etc., para romper su aislamiento?

Es por ello que la lucha de la WIVL para que la llama de Misarrata se extienda a nivel internacional, y por poner en pie un partido revolucionario es un llamado de “cáscara vacía”. Eso significa no tener en cuenta que bajo estas condiciones –y no precisamente de debilidad de las masas, sino de traición de sus direcciones- el punto de partida para poner en pie un partido revolucionario internacional es el combate contra las direcciones traidoras en Libia, en Europa, en el Norte de África y a nivel mundial.

Lamentablemente, por tener este método y por no ver que el mayor obstáculo para que triunfe la revolución es la dirección pequeñoburguesa del proletariado, la WIVL no logra comprender que esta dirección pequeñoburguesa es la que le impide al proletariado dirigir a las clases medias arruinadas del campo y la ciudad, ya sea dividiéndolas o neutralizándolas.
La WIVL pretende conquistar una alianza obrera y campesina, dirigida por el proletariado, que debe ser seguida por los campesinos, sin derrotar a las direcciones pequeñoburguesas que dirigen e influencian al proletariado, que lo someten a la burguesía y le impiden la expropiación de los capitalistas para darle al campesino las concesiones de crédito barato, tierra, tractor, electricidad, etc.
Para la WIVL la mayor traba del combate del proletariado son sus aliados: las capas medias explotadas del campo y la ciudad, y no las direcciones traidoras, que impiden que el proletariado las dirija. Así de concreta es la ecuación entre la clase obrera, sus aliados y la dirección que éste tiene a su frente, que la WIVL liquida de un plumazo.
Es que el campesinado no puede tener un programa revolucionario independiente. Sigue a la burguesía o al proletariado. Si el proletariado está sometido por su dirección a la burguesía, el campesinado seguirá sometido a la burguesía y sus variantes: el frente popular o,  en su máxima desesperación, el fascismo.
La “inmadurez del proletariado” para cumplir esta tarea está determinada por la traición de su dirección. No está determinada, como tiende a plantear la WIVL, en el rol intrínseco del campesinado a colaborar con la burguesía.
Por momentos, las clases medias arruinadas, ante su desesperación, buscan una salida con el proletariado para escapar de su ruina. Si la clase obrera no se la da por traición de su dirección, el fascismo es el que utiliza esa desesperación de las clases medias para culpar al proletariado de la ruina de la pequeñoburguesía.
La tesis marxista es que solamente el proletariado puede imponerle su dirección a todas las clases oprimidas por la burguesía, si rompe él mismo, insistimos una y mil veces, con la dirección pequeñoburguesa (stalinista, socialdemócrata, la burocracia sindical y la aristocracia obrera) que lo somete a la burguesía.
Estas fueron las lecciones de la Comuna de París, de la revolución rusa del ´17 y de las revoluciones en España y Francia en los ´30.
En Rusia fue el partido bolchevique el que, a partir de una dura experiencia y con un programa correcto, logró la dirección del proletariado. Solo bajo estas condiciones pudo la clase obrera dirigir a los campesinos y a los soldados (campesinos bajo armas); sólo cuando el partido revolucionario derrotó en los soviets a la dirección menchevique y eserista del proletariado, quienes lo ataban al partido kadete.
La posición de la WIVL puede peligrosamente llevarlos a tener una visión metafísica de cómo el proletariado dirige a las capas medias arruinadas del campo y la ciudad. Según esa visión, el proletariado lo tendría que hacer sin derrotar a las direcciones traidoras, cuando son ellas las que realmente le imponen una política de colaboración de clases.
Si no, no entendemos cuál fue y sigue siendo el rol del estalinismo, de la socialdemocracia, de la burocracia de los sindicatos, etc. No ver esto y culpar a la pequeñoburguesía en general, y no a las direcciones pequeñoburguesas en particular, es lavarle la ropa a estas corrientes que someten al proletariado a la burguesía.
Trotsky en “Clase, Partido y Dirección”, sigue afirmando: “En muchos casos, los campesinos españoles han actuado con audacia y luchado con valentía. Pero para que toda la masa campesina se sublevara, habría sido necesario que el proletariado diese el ejemplo de un levantamiento decisivo contra la burguesía e inspirase a los campesinos confianza en la posibilidad de la victoria. En cambio, la iniciativa del propio proletariado era paralizada a cada momento por sus propias organizaciones. La <inmadurez> del proletariado, la <falta de independencia> del campesinado, no son factores decisivos ni fundamentales en los acontecimientos históricos.” (Ídem)
La clave es, como plantea Trotsky, que la iniciativa revolucionaria del proletariado es paralizada, a cada paso, por sus propias organizaciones. Resolver esta cuestión es la tarea central de un partido revolucionario en la revolución misma.
Luego veremos que la WIVL esconde, ocultando y parcializando citas, estas lecciones, que fueron las claves de lo que planteó el marxismo sobre las lecciones de la Comuna de París.
En la carta del 5/5/2011 y en su declaración del 31/5/2011, la WIVL termina culpando a las masas pequeñoburguesas y proletarias de París por no haber aplastado Versalles. Pero no culpan a los verdaderos responsables: las direcciones reformistas que las masas tenían a su frente, como plantearon Trotsky, Lenin y Marx.
Trotsky, frente a una posición similar que planteaba el grupo Que Faire, en medio de la revolución española, responde: La falsificación histórica consiste en hacer recaer la responsabilidad de la derrota española sobre las masas obreras y no sobre los partidos que han paralizado, o pura y simplemente aplastado, el movimiento revolucionario de las masas. Los abogados del POUM responden sencillamente que los dirigentes siempre tienen alguna responsabilidad, con el fin de evitar así tener que asumir sus propias responsabilidades.” Y continúa Trotsky: “Esta filosofía de la impotencia que intenta que las derrotas sean aceptables como los necesarios eslabones de la cadena en los desarrollos cósmicos es incapaz de plantearse, y se niega a plantearse, la cuestión del papel desempeñado por factores tan concretos como son los programas, los partidos, las personalidades que fueron los responsables de la derrota. Esta filosofía del fatalismo y de la postración es diametralmente opuesta al marxismo, teoría de la acción revolucionaria.(L. Trotsky, Clase, Partido y Dirección)
Pedimos disculpas al lector por lo extenso de las citas, pero queremos responder con Trotsky a las aberraciones antimarxistas sobre la relación entre las clases, partido y dirección que, desgraciadamente y de forma novedosa, terminan levantando nuestros camaradas de África.

Denotamos una incomprensión de los camaradas de la WIVL sobre estas cuestiones, que los lleva a llamar a construir “un partido revolucionario” que, con un látigo en la mano, le dice a las masas “ustedes son las culpables de sus dudas”. Esa es una posición ultimatista, que no le dice a las masas que son heroicas, que llegan demasiado lejos y que su debilidad es y se reduce a la traición de sus direcciones.
Por ello Trotsky afirma, en el trabajo que citamos más arriba, que el proletariado español fue derrotado no por el peso de la pequeñoburguesía, que por traición de la direcciones del proletariado se fue con Franco. Trotsky, al revés de la lógica de la WIVL, plantea de forma contundente -y el que lo quiera entender que lo entienda, y el que no, no-: “el proletariado español ha sido víctima de una coalición formada por imperialistas, republicanos, socialistas, anarquistas, stalinistas y, en el ala izquierda, por el POUM. Todos juntos han paralizado la revolución socialista que el proletariado español había efectivamente comenzado a realizar. No es fácil acabar con la revolución socialista. Todavía nadie ha encontrado otros métodos para ello que no sean la represión feroz, la matanza de la vanguardia, la ejecución du los dirigentes, etc.” (Ídem) Esta también es la lección de Trotsky sobre La Comuna de París, como veremos más adelante.

Una política subjetivista y ultimatista frente a las masas

No estamos de acuerdo con los camaradas de la WIVL cuando plantean, en su carta del 5/5/2011, que la FLTI “le capitula al CNT” porque tiene una política de luchar por el triunfo de la milicia obrera, campesina y de los sectores populares en Libia. La WIVL afirma, en esa carta, que “Si el CNT es la institución coordinadora de las milicias, entonces la lógica de la posición del Centro realmente lleva a llamar a todo el poder al CNT”. Es decir, la WIVL define a la milicia por la política de colaboración de clases del CNT, y no porque éstas son masas armadas que desorganizaron las filas del ejército burgués.
Esta afirmación de la WIVL nos parece un sinsentido. Nosotros apoyamos a los soviets, a los sindicatos y a toda organización obrera y de masas para que triunfe en su lucha contra la burguesía. A su interior luchamos contra las direcciones traidoras que las someten a la burguesía. Eso es lo que hacemos en Libia.
La WIVL demuestra una incomprensión sobre nuestra política cuando plantea que “la FLTI apoya al CNT”. En esencia, es el mismo razonamiento que utilizaban Burnham y Shachtman, del SWP norteamericano, contra la IV Internacional por su defensa de la URSS. Es decir, que “el que apoya a la URSS, apoya a Stalin”.
Otro ejemplo de cómo actuaba el trotskismo en los ’30 frente a organizaciones obreras manipuladas por la burguesía, que las sometía al frente popular, fue el programa en Francia sobre el llamado a poner en pie los “comités de acción del frente popular”. Ese llamado estaba planteado para que a esos comités solo entraran los trabajadores y las masas que estaban en lucha. En ellos las masas debían votar sus delegados y sus representantes. En ellos no tenía lugar la burguesía como clase. Era una magnífica táctica para que la clase obrera superara a las direcciones que la ataban a la burguesía.
Lo mismo pasó con la posición y el combate contra el frente popular en España en los ’30. Los trotskistas combatimos en el campo de batalla en España junto a la clase obrera y las masas para aplastar a Franco. La burguesía ‘republicana’ manipula, en la guerra civil contra Franco, a la clase obrera y la subordina a ella. Los trotskistas llamamos a expropiar a la burguesía para ganar la guerra. Por ello, el trotskismo no fue neutral en la guerra civil en España entre la “República” y el franquismo.
La WIVL llega más lejos aún. Están en contra de esta política. No sólo se vuelve neutral, sino que llama a un aplastamiento militar de todos los agentes del imperialismo  a la vez, en el mismo momento. Por el contrario, la política del trotskismo en los 30, en los combates de España, fue: “defendemos a la ‘democracia’, mientras no la podamos derrocar, con el método de la revolución proletaria.”

La lógica de la WIVL y su método nos lleva a plantear que “como la burguesía «republicana» manipula, coordina a las milicias del POUM, de la CNT española y demás organizaciones en lucha, no debemos defender a esas milicias, porque están coordinadas por la burguesía”.
De allí, la conclusión que hubiera sacado la WIVL, como la que saca hoy en Libia, es: “ni República, ni Franco, revolución socialista.” Los camaradas hubieran llamado a las milicias de base del POUM o de la CNT española no sólo a combatir contra Franco, sino también a marchar en el mismo momento a Madrid para aplastar a la dirección “republicana”.
Esta es una política opuesta al programa trotskista de “defendemos a la democracia, mientras no la podamos derrocar con el método de la revolución proletaria, y así preparamos las mejores condiciones para la toma del poder”.
Trotsky y la IV Internacional, contra esa posición dirían: “Quédense en el balcón, señores socialistas, puesto que la clase obrera va a morir en el campo de batalla aplastada por el fascismo, mientras la República “democrática” le ata las manos y le dispara por la espalda. Ustedes, desde el balcón, dirán que la clase obrera se equivoca.”
El bolchevismo tiene un manual de combate contra el oportunismo, pero también contra el sectarismo y el ultraizquierdismo impotente que, en aras de la “pureza del socialismo”, dejan que a las masas las manipule a su antojo el capitalismo y las direcciones traidoras. Esto significa renegar de antemano de disputarle a las direcciones traidoras la dirección de las masas en donde las masas están, a partir de su propia experiencia.
En esta cuestión, los compañeros tienen una posición ecléctica y confusionista, que se agrava cada vez más a partir de sus últimas declaraciones sobre Libia.

En la posición de los camaradas de la WIVL se notan serios rasgos de incomprensión de cómo combatir al fascismo y a la contrarrevolución, y al “frente democrático” del imperialismo y al frente popular. Sobre esto, la premisa marxista dice que cuanto más se profundice el control del frente popular (es decir, del CNT en el caso de Libia) sobre la milicia, los comités de soldados y las organizaciones de los trabajadores en lucha, mayor será el peligro de que las masas acaben extenuándose y desmoralizándose y que, por lo tanto, las tropas de Khadafy aplasten a la insurgencia. Esto es los que debemos demostrar los trotskistas ante las masas revolucionarias. No basta con decirlo, hay que demostrar que el CNT es el mayor obstáculo para aplastar a Khadafy. Solo así crearemos las condiciones para su derrocamiento revolucionario. Eso es el ABC del bolchevismo.
Se trata de que a nivel internacional, y en Libia en particular, los trabajadores y los explotados comprendan que, si no podemos triunfar en esta cadena de revoluciones que hemos comenzado, es por absoluta responsabilidad del Foro Social Mundial, de los renegados del trotskismo, de los bolivarianos y de todas las burocracias sindicales y partidos socialimperialistas de Europa.
Asimismo, debemos denunciar la responsabilidad que tienen los traidores de la izquierda reformista de EEUU, quienes han sometido a la clase obrera a Obama y han liquidado el movimiento contra la guerra en ese país. Es que hoy no están ganando las calles los trabajadores y la juventud norteamericana contra la OTAN y sus ataques en Libia. Los obreros portuarios no están paralizando los puertos de la costa oeste. Todas las direcciones traidoras han dejado la zona liberada para que entre el imperialismo, con sus caballos de Troya, a Bengasi.

La contraofensiva burguesa imperialista, tanto por la retaguardia con el CNT y con Khadafy por el frente, intenta impedir que la cadena de insurrecciones locales termine de demoler la maquinaria del estado y al régimen khadafista y, a la vez, que las masas no hagan esto con sus organismos de doble poder.
La burguesía con su agente “democrático” intenta liquidar, desde atrás y desde adentro, a los soviets, es decir la milicia y los comités de soldados, a los que busca desarmar, disciplinándolos y transformándolos en un apéndice de una nueva casta de oficiales ex khadafistas que, bajo el mando de la OTAN, intentan imponer aceleradamente en Bengasi.
Así, utilizando a su agente “fascista” y a su agente “democrático”, el imperialismo intenta garantizar o lograr que las masas insurrectas no lleguen a Trípoli y vuelvan a sublevar a sus hermanos en la capital. Esto significaría un monumental triunfo para las masas de Siria, daría un enorme impulso para que la clase obrera de Túnez y Egipto rompan con el frente popular, sería un llamado a las masas palestinas, al proletariado europeo y mundial a irrumpir en la guerra de clases.
Por ello, insistimos, si se rompe este cerco y las masas llegan a Trípoli, antes buscará llegar la OTAN para desarmar a las masas. Ese es su objetivo: impedir que Khadafy caiga por la guerra civil y por una insurrección victoriosa de las masas.
Para el ultraizquierdista esto no es así. Para él, la carrera ya la ganaron Khadafy y el CNT. Afirma que “la política reaccionaria con la que el CNT intenta controlar a la milicia es lo mismo que las tropas de Khadafy entrando en una ciudad y masacrando a las masas”,
Esta política rompe con el apotegma leninista que plantea que a la democracia burguesa la podemos utilizar para organizar al proletariado, mientras que a la reacción fascista no es posible utilizarla a favor de las masas, hay que aplastarla. Insistimos, “democracia” y “fascismo” no son lo mismo.
Para combatir a ambos agentes y a ambas políticas del imperialismo es preciso que el movimiento revolucionario los distinga, porque sólo así podrá preparar al proletariado con el mejor programa y estrategia para derrotarlos.
La política revolucionaria frente a la OTAN y Khadafy es “aplastémoslos militarmente”, porque ya está quedando claro que el primero sostiene al último. La política revolucionaria frente al CNT en la retaguardia, insistimos, es denunciarlo como agente del imperialismo y darle a las masas un programa de transición para que en el combate mismo contra Khadafy y la OTAN se creen las mejores condiciones para derrotar al CNT.

Es necesario volver a insistir en que el fascismo y el agente democrático del imperialismo no son lo mismo en relación a cómo destruyen a las masas y sus organizaciones. Insistimos, el fascismo las aplasta inmediatamente y el otro las intenta destruir desde adentro.
El marxista debe comprender que para el combatiente en Libia, hoy, no son lo mismo las tropas de Khadafy que los masacran y los obligan a rendirse ante la OTAN y el CNT, que el CNT, que juega el rol, desde adentro de las milicias, de hacer que éstas se rindan y desarmen.
Fascismo y democracia son dos agentes distintos actuando al servicio del imperialismo, pero no de la misma manera. Unos se apoyan en la masacre directa y otros en la demagogia democrático-burguesa. Por eso la política para enfrentar a estos dos agentes no puede ser la misma.
Por eso Trotsky, en España, afirmaba lo que viene insistiendo la FLTI, que en un choque entre democracia burguesa y fascismo debemos “defender a la democracia burguesa no con los métodos de ésta, sino con los de la lucha de clases, o sea, con métodos que preparan el derrocamiento de la democracia burguesa por medio de la dictadura del proletariado.” (L Trotsky, “¿Es posible la victoria?”, 1937)
Esto significa como continuaba diciendo Trotsky en el mismo trabajo (y tal cual plantea el programa y orientación de la FLTI), que “en el proceso de defensa de la democracia burguesa, incluso con las armas en la mano, el partido del proletariado no debe asumir ninguna responsabilidad respecto a la democracia burguesa, no debe entrar a su gobierno, sino que debe conservar plena libertad de crítica, de acción, frente a todos los partidos del Frente Popular, preparando así el paso de la democracia burguesa a la etapa siguiente.”
El programa de transición que planteamos más arriba frente a Bengasi, Misarrata y las comunas tomadas por la insurgencia es el que crean estas condiciones. Por eso, como dicen los elementos más avanzados de los combatientes de Misarrata, si el CNT llegara a tomar el control, cuando termine esta batalla, será el comienzo de otra. Brillante. Han comprendido las lecciones de la IV internacional en los ’30 mejor que cualquier grupo trotskista.
El que no entiende esto, levanta una política liquidacionista de los organismos de doble poder de las masas que son los que organizan a los insurrectos. Nosotros combatimos por aplastar inmediatamente a las tropas de Khadafy y la OTAN (que queda cada vez más claro que no son neutrales), mantenemos plena independencia del CNT y, denunciándolo a cada paso, le demostramos a las masas que éste es el gran impedimento para aplastar a Khadafy. Así creamos las mejores condiciones para su derrocamiento. Esto lo repetimos, lo volvemos a repetir, machacamos y machacaremos sobre esto, porque lo que está en juego es el triunfo del proletariado en la guerra civil y en la revolución.
Los elementos más avanzados de la milicia y los comités de soldados en Misarrata comprenden el doble carácter de la guerra contra Khadafy, la OTAN y también la lucha contra el CNT en la retaguardia, que es inevitable. Pero aún no tienen en sus manos el programa de “comuna obrera” sostenida en los comités de soldados y en la milicia, para preparar las condiciones del derrocamiento del CNT, poniendo en pie un doble poder en Bengasi. Ese es un programa de transición para que ellos den un paso adelante, con una estrategia soviética, para minar el control de las masas del agente “democrático” del imperialismo en Bengasi.
A ellos, la WIVL les dice: “vayan con una brigada a derrotarlos en Bengasi”. Esto constituye una política de transformar a la milicia, de hecho, en brigadas desesperadas, separadas de las masas (peligro que ve la WIVL, pero no se da cuenta que con su política lo favorece). Esa política no tiene en cuenta que las milicias y los comités de soldados tienen altísima autoridad como para sí ir a Bengasi y llamar a hacer una verdadera comuna con delegados de todas las masas en lucha de Bengasi, sostenida por la milicia. La tarea en Bengasi hoy es poner en pie un organismo de doble poder, con democracia directa, de los explotados para oponerlo al gobierno antidemocrático puesto a dedo por el imperialismo allí. Insistimos, este es el único camino para preparar las mejores condiciones para su derrocamiento.

De esto se trata el álgebra marxista en los acontecimientos actuales. Si esta política proletaria revolucionaria no se impone en el campo de batalla, Misarrata puede ser cercada y asfixiada por la OTAN, Khadafy y el CNT, yendo a un pacto de unidad nacional o bien de partición de Libia. Pero insistimos, esto se hará sobre la base del desarme de las masas insurrectas, del aniquilamiento físico de su ala izquierda por parte de los generales “democráticos” y khadafistas. No nos cansaremos de afirmar que, sin desarme y masacre del ala izquierda de las masas armadas, la burguesía no puede establecer ninguna política estable en Libia. Dar por terminada la cooptación de las masas insurgentes al CNT, es no prepararlas para este combate inevitable. Esto consiste en una deserción basada en dar por finalizados los combates cuando éstos aún no se han definido.

No se enfrenta al guardián fascista de la propiedad imperialista (al que debemos aplastar de forma inmediata) con la misma política que al guardián “democrático” de la propiedad capitalista, que es quien impide el triunfo contra el guardián fascista. El rol de los revolucionarios es, justamente, a cada paso denunciar el rol contrarrevolucionario del guardián “democrático”, defendiendo y aprovechando las libertades conquistadas por las masas revolucionarias. Solo así desarrollaremos nuestra lucha para aplastar al fascismo con los métodos de la revolución proletaria, preparando las condiciones para la derrota del CNT y la OTAN.
No nos cansamos ni nos cansaremos de repetir esto. Es que consideramos que la actual política impresionista y ultraizquierdista de la WIVL es un crimen contra la revolución proletaria.
Sin este programa y sin esta estrategia, ¿cómo podrá ponerse en pie un partido revolucionario como añora la WIVL en Libia? Con el programa de la WIVL, éste se romperá los dientes con la realidad antes de nacer. Enviar brigadas a combatir al CNT, a Khadafy y la OTAN a la vez, lejos de exponer al CNT ante las masas, sólo logrará fortalecerlo.

 

La WIVL propone un curso de acción para Libia y pregunta “¿Cómo rompemos a las milicias del CNT? ¿Cómo rompemos a los soldados de base del CNT y del régimen de Khadafy?”. La WIVL se responde: “exponiendo al CNT que está trabajando del mismo lado que el régimen de Khadafy”. Da por terminada esa tarea con tan sólo plantearlo. Por eso propone “hay que derrotarlos a los dos”. Pero esto puede llevar a una tragedia a las masas en guerra civil.
Porque eso no es suficiente decirlo, sino que hay que demostrarlo. Las masas lo deben entender a partir de su propia experiencia. Por ello hace falta un programa de transición, como el que plantea la FLTI, de ruptura con la burguesía, como el que aplicara Trotsky en la guerra civil española en los ’30, en la cuestión china, o la FLTI en la cuestión iraquí. Es decir, una lucha y un programa militar proletario para conquistar la dirección proletaria de la guerra civil.

La WIVL, con su política, lamentablemente termina planteando un programa que lleva a la destrucción física de la milicia. Es un verdadero disparate. Pero según ellos, nosotros estaríamos capitulándole al CNT, a la burguesía, a la pequeñoburguesía, estaríamos entregando la milicia, y tenemos una receta para la derrota de la resistencia.
Insistimos, en su carta del 5/5/2011 afirman: “tenemos que exponer que es el mismo imperialismo el que mantiene a toda la región esclavizada y llamar a los obreros a unirse contra sus propios enemigos, enviando brigadas armadas para derrotar a las agencias del imperialismo (la OTAN), al CNT y al régimen de Khadafy”. (Negritas nuestras) ¡Todo al mismo tiempo, como si las masas ya hubieran identificado a todos sus enemigos a la vez!
En abril del ´17 Lenin planteaba que si los bolcheviques llamaban a derrocar al gobierno provisional, antes que las masas hicieran su experiencia con las direcciones que las ataban a él, hubiéramos estado en presencia de una política criminal ultraizquierdista y de aborto de la revolución. Esto estaba contemplado con claridad en las Tesis de Abril de Lenin. El programa de los bolcheviques era explicar pacientemente  el carácter imperialista del gobierno provisional, crear las condiciones para que el soviet rompiera y lo derrotara. Lenin no daba por terminada esa política de explicar pacientemente quién era el enemigo del soviet hasta que el partido gane la mayoría en el mismo.
La WIVL quiere ganar a la mayoría de la insurgencia diciendo “vayamos a Bengasi ya, a tirar contra el CNT, mientras aquí enfrentamos a la OTAN y Khadafy”. La brigada la mirará asombrada y dirá: “sigamos nuestro camino sin esa gente”. En cambio, los trotskistas le diremos: ningún apoyo al gobierno del CNT. Le explicaremos pacientemente que éste es un obstáculo para que lleguemos a Trípoli y le plantearemos una estrategia soviética para conquistar Bengasi y debilitar al CNT hasta que tengamos fuerzas para derrotarlo.
Desafortunadamente los camaradas terminan planteando una política irresponsable. La WIVL termina planteando que hay que “dar vuelta el fusil ya”, que la milicia de Misarrata y de Bengasi tiene que dividirse, ir a tomar Bengasi a los tiros contra el CNT y, a la vez, aplastar a Khadafy en Trípoli. Todo esto mientras dispara contra los aviones de la OTAN, porque “son todos agentes del imperialismo”.
Esto es una brutalidad. Equivale a como si la política de Trotsky en la guerra civil en los ’30 en España hubiese sido “aplastemos a Franco y en Madrid a la República”. Es como si cuando atacaba Kornilov al soviet de Petrogrado, la política de los bolcheviques hubiera sido “marchemos contra Kornilov y mandemos brigadas a tomar el palacio de invierno”. Sin embargo, la política del bolchevismo fue al revés: “como la soga que sostiene al ahorcado, con Kerensky aplastemos a Kornilov” y “defendemos la República con el método de la revolución proletaria y así creamos las condiciones para su derrocamiento”.
Lo que existe en Bengasi es el gobierno proimperialista del CNT que intenta asentarse, pero también existen libertades democráticas conquistadas por las masas revolucionarias armadas, que el mismo CNT no puede destruir. Y eso es lo que defendemos para preparar, a partir de allí y explicando pacientemente, las condiciones para derrotar al CNT, combatiendo por una comuna obrera en Bengasi, Misarrata y toda ciudad controlada por la insurgencia.
Hay que explicarle abiertamente al proletariado mundial, y de Libia en particular, que la OTAN y el imperialismo están allí, junto a su agente “fascista” y su agente “democrático”, para impedir que la clase obrera insurgente llegue a Trípoli, así como están en Siria sosteniendo a el-Assad para que los explotados insurrectos no lleguen a Damasco y aplasten al ejército asesino contrarrevolucionario.
Esta es la única política que plantea las condiciones de la victoria del proletariado, porque permite preparar una acción generalizada por el triunfo de la insurgencia en toda la región. A la vez, permite organizar una intervención decidida del proletariado de Europa y EE.UU. contra la OTAN, para impedir que ésta siga sosteniendo a Khadafy y atacando a la resistencia, y para evitar que masacre en Trípoli si las masas se apoderan de esa ciudad.
Es en ese sentido y como parte de ese combate estratégico, que el triunfo de la clase obrera y de los insurgentes revolucionarios depende en particular del proletariado de todo el Norte de África, Medio Oriente, Europa y EE.UU.
ESTE ES EL CARÁCTER INTERNACIONAL DEL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN EN LIBIA, QUE UN NACIONAL-TROTSKISTA ENCEGUECIDO NO PUEDE VER NI COMPRENDER, PORQUE SE ESTÁ ADAPTANDO A LAS DIRECCIONES PEQUEÑOBURGUESAS DEL PROLETARIADO.

La receta que entrega la WIVL para exponer al CNT, en realidad termina separando a las masas del programa revolucionario y fortalece al CNT contra las masas.
Esta es una política opuesta a la del bolchevismo que,  combatiendo a Kornilov, demostró que los mencheviques y los SR preferían un pacto con el partido kadete que traía a Kornilov a Petrogrado, antes que apoyarse en los soviets para aplastarlo.
Con su política ultraizquierdista, la WIVL demuestra una incomprensión sobre esto. Trotsky, en su trabajo sobre España de 1937, afirma: “es precisamente en el mes de agosto, con el levantamiento de Kornilov, cuando se produce la prodigiosa ascensión de los bolcheviques. Este ascenso no se hizo posible más que gracias a un doble aspecto de la política bolchevique. Al participar el partido bolchevique en la lucha contra Kornilov (Khadafy); los bolcheviques no asumían ni la más mínima responsabilidad de la política del gobierno de Kerensky (CNT), por el contrario, la denunciaban (como hace la FLTI con el CNT) como la responsable del asalto reaccionario y como incapaz de dominarlo. De esta forma fue como prepararon las premisas políticas de la revolución de Octubre, en la que la alternativa <bolchevismo o contrarrevolución> (comunismo o fascismo) de tendencia histórica pasó a ser una alternativa viva e inmediata.” (L. Trotsky, Los ultraizquierdistas en general y los incurables en particular. Algunas consideraciones teóricas, negritas nuestras)
Y luego plantea “Si los centristas de izquierda se cubren con el nombre de Lenin para encerrar la revolución en su marco primitivo -la democracia burguesa-, los ultraizquierdistas apoyan, en la misma alternativa leninista, el derecho de ignorar y de <boicotear> el desarrollo real de la revolución”. (Ídem)
Estamos frente a una desviación de ultraizquierdistas desesperados, que amenazan con convertirse en incurables. “(…) la revolución española -diceTrotsky- no puede salir victoriosa más que por medio de la dictadura del proletariado (…) pero aún se trata (y esta es la más importante de las tareas políticas, NdeR) de TRANSFORMAR ESTA REVOLUCIÓN HÍBRIDA, CONFUSA, MEDIO CIEGA Y MEDIO SORDA EN REVOLUCIÓN SOCIALISTA (…) Se trata de encontrar una actitud justa frente a esta lucha híbrida, para transformarla, desde adentro, en una lucha por la dictadura del proletariado”. (Ídem, mayúsculas nuestras). Debemos enseñarle esta lección a la juventud, debemos inculcarles el método marxista.
Los camaradas de la WIVL se han alejado de toda álgebra revolucionaria. Han tirado por la borda todas las lecciones del marxismo revolucionario sobre la guerra civil. Están presionados por una impaciencia pequeñoburguesa que los puede llevar a una abierta bancarrota, si es que no se detienen a tiempo.

Lenin planteaba, respecto de la democracia burguesa, que ésta era reaccionaria, la usa la burguesía contra el proletariado, pero también la podemos usar para organizar al proletariado, para derrotar a la misma burguesía. Por eso defendemos a un régimen superior (democrático burgués) contra un régimen inferior, como un putsch o golpe de estado, con el método de la revolución proletaria.
La política de la WIVL puede peligrosamente llevarlos a plantear que “Hussein y los yanquis son lo mismo, son todos del imperialismo”, “la Thatcher y Galtieri son lo mismo, por eso estamos contra Galtieri y contra la Thatcher”.
Esto equivaldría a un delirio ultraizquierdista, irresponsable. Los camaradas de la WIVL no se han parado a pensar que si se aplica su política puede resultar un desastre y la liquidación física de los mejores elementos de la vanguardia y las masas.
Esta política de la WIVL es una verdadera política PEQUEÑOBURGUESA, IMPACIENTE, DE LOS PEQUEÑOBURGUESES DESESPERADOS, PORQUE LAS CONDICIONES DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA NO SON LO FÁCIL QUE ELLOS SUEÑAN.

Con una política como la que aquí proponemos, es decir, de demostrar que el CNT es el gran impedimento para llegar a Trípoli, demostraremos que éste se niega y negará a que entren a combatir los obreros de Egipto y de Túnez para defender Misarrata. Demostraremos que sus amos y aliados son los carniceros imperialistas de la OTAN y no las masas que, como nosotros, se levantaron en Egipto, Túnez, etc.
Todos los obreros de Túnez y Egipto dicen “si gana Khadafy, nos aplastan a nosotros”. Esa es la verdad.
“Aplastemos a Khadafy, vayamos a combatir con nuestros hermanos en Misarrata”, es la política que enfrenta y desenmascara al CNT, puesto que éste va a intentar impedirlo por todos los medios. Así, con una política internacionalista del proletariado en Misarrata, que intente romper el cerco con la clase obrero europea y sus hermanos de Medio Oriente, terminaremos de demostrar que el CNT no es un aliado, sino un enemigo que entorpece el triunfo contra Khadafy. Eso también es crear las condiciones para aplastar al CNT, como la crearon los bolcheviques cuando plantearon “todos contra Kornilov”.
Con esta ofensiva internacionalista, no solo expondremos al CNT, sino que también le demostraremos a las masas revolucionarias de Libia quiénes son sus verdaderos aliados.

La dirección de la WIVL está enceguecida. Ha tomado un veneno ultraizquierdista que lo tiene que expurgar. Sino, lamentablemente irá a un atolladero rompiendo con el programa del marxismo.
Y si la FLTI no juega un rol aún mayor en estos acontecimientos es porque, desde África, la WIVL, con esta política ha creado una receta que aleja a la FLTI de las masas, y a los obreros de Egipto y Túnez de combatir en Misarrata.

Estamos ante una ruptura abierta con la dialéctica marxista, que no define a los procesos y a los fenómenos sociales por género próximo (todos agentes del imperialismo) y diferencias específicas (fascismo y frente popular no son lo mismo).

A decir verdad, esta es una posición pequeñoburguesa y ecléctica. No es para nada proletaria, porque no distingue esencia de apariencia, ni saltos de cantidad en cualidad. No distingue el rol distinto que cumple cada agente de la burguesía para derrotar al proletariado, ora el fascismo que busca cambiar una relación de fuerzas históricamente a favor de la burguesía aplastando al proletariado, ora la democracia burguesa y el frente popular, que expresa una política defensiva de la burguesía para desorganizar al proletariado con cantos de sirena, para que luego venga el fascismo y lo aplaste.
Ningún obrero serio creerá que democracia y fascismo son lo mismo.
Por otro lado, esta política ultraizquierdista le hace el juego al reformismo y a las direcciones traidoras. Éstas afirman que “fascismo y frente popular son opuestos”. Por eso, según ellos, solamente el fascismo es agente del imperialismo. Así terminan planteando que hay que “apoyar a la democracia burguesa contra el fascismo, haciendo frentes democráticos”.
La WIVL es la otra cara de la misma moneda. Dice que “fascismo y democracia” son idénticos en su forma de aplastar al proletariado, que hay que derrotarlos a los dos a la vez. El obrero no entenderá nada. Dirá, “con la democracia burguesa todavía puedo hacer un sindicato y podemos organizarnos para luchar contra el fascismo”. La WIVL, lejos de demostrarle que ambos son agentes del imperialismo y que el frente popular le impide derrotar al fascismo, armarse, expropiar a la burguesía para ganar la guerra, etc., lo único que logra es fortalecer al “frente democrático”. La política del ultraizquierdista enviará a ese obrero a manos del reformismo. Por eso la política actual de la WIVL sólo fortalece al reformismo frente a las masas.

El marxista le dirá al obrero en el frente de batalla y en la retaguardia: “combatiremos contigo para hacer milicias y una organización de combate común para aplastar a las fuerzas contrarrevolucionarias de Khadafy que vienen a matarnos a todos. Colaboraremos contigo para sublevar a la clase obrera europea y norteamericana, para que gane las calles, para paralizar la máquina de guerra de la OTAN, que sólo viene a fortalecer a Khadafy e impedir nuestro triunfo. Tú aún confías en el gobierno del CNT, y piensas que éste puede ser tu aliado para derrotar a Khadafy. Nosotros creemos que no, que es el gran impedimento que tenemos para hacerlo.
Pero esto te lo queremos demostrar en una lucha común. A decir verdad, es por la traición de la dirección que tiene la clase obrera en el Norte de África y Europa que hemos quedado aislados.
Pero la fuerzas para derrotarlos y atacar la propiedad de los capitalistas está solamente en nuestras manos. ¿Quién es el CNT para decidir nuestro futuro y nuestros destinos y para dirigir esta guerra, cuando son todos ex generales y capitalistas del régimen khadafista? En Bengasi y en Misarrata debemos poner en pie organismos de poder que representen sólo a los que luchamos y tiramos abajo al régimen odiado de Khadafy: los soldados rasos, los trabajadores, los estudiantes y nuestras mujeres que combaten con el Kalashnikov en la retaguardia. Ellos deben elegir un verdadero parlamento de las masas en lucha, cuyo poder devenga directamente de la milicia y de los consejos de soldados, y no de los generales de la OTAN, que sostuvieron durante décadas a Khadafy para que las petroleras saqueen todas las riquezas de Libia.
No podemos seguir dándole el más mínimo apoyo al CNT. Esto nos impide atacar la propiedad de los capitalistas, de forma particular el petróleo. Si nacionalizamos las petroleras bajo nuestro control, podremos, con las exportaciones, garantizar armas y alimentos para nuestro triunfo. Debemos poner en pie, en las ciudades que tomamos, gobiernos donde esté el obrero metalúrgico que ensambla la ametralladora a la camioneta que las milicias expropiamos; el soldado y el miliciano que las dispara; el comerciante arruinado que nos da su poca mercadería para que comamos y vayamos al frente, y que viene con nosotros; el estudiante que no tiene futuro; nuestras mujeres, nuestras hermanas y nuestras madres que con el fusil defienden Bengasi. Hay que preparar el triunfo de estos gobiernos en las ciudades que conquistemos y en toda Libia.”
Es decir, explicaremos pacientemente para ganar mayoría en los organismos de combate de las masas, creando las mejores condiciones para derrotar al CNT.
A los obreros conscientes les diremos: “nuestra lucha contra los mercenarios de Khadafy se debilita. No podemos seguir sometidos a la burguesía y sus generales. Estamos en guerra. La burguesía aumenta sus precios. Los precios de los alimentos se van por las nubes. Ya no llega pan al frente de batalla. Nuestros hijos se mueren de hambre en la retaguardia. Hay que requisar toda la producción de la industria de alimentos y la propiedad capitalista para que coman nuestros hijos, y poner toda la industria a producir armas para la guerra. Si no expropiamos a los capitalistas, no podemos ganar la guerra…Nos faltan armas. Hay que expropiar las petroleras y los puertos. Necesitamos de la colaboración del proletariado mundial para ganar en Misarrata y Bengasi.
El CNT en Bengasi firma acuerdos con el imperialismo, que impide que avancemos de Misarrata a Trípoli. El CNT y sus ex generales de Khadafy, recién llegados al campo de batalla, crean las peores condiciones para que triunfemos sobre Khadafy. ELLOS, LOS MINISTROS DE JUSTICIA DE KHADAFY Y DEMÁS SIRVIENTES DEL VIEJO RÉGIMEN, NO TENDRÁN NINGÚN PROBLEMA EN VOLVER A HACER UN GOBIERNO DE COALICIÓN Y PACTOS CON LOS ASESINOS DE KHADAFY, SUS GENERALES, PUESTO QUE SIEMPRE ESTUVIERON CON ELLOS.
Con este programa podremos llamar a nuestros hermanos de Egipto, Túnez y Europa a que vengan a combatir con nosotros. Llamemos a los obreros que quieran ponerse el fusil sobre el hombro para controlar las petroleras que expropiemos, para que sus recursos sean para todos los explotados de Libia y el Norte de África y Medio Oriente.
Nosotros tenemos que proclamar que estamos tan indignados como los jóvenes, obreros y desocupados que se levantan en España y Grecia.
El obrero que combate con nosotros en Misarrata comprenderá lo que decimos, nos escuchará y nos preguntará qué hacer. Y nosotros le diremos: “enviemos delegados del frente de batalla a Bengasi para recorrer la retaguardia de la milicia, los comités de control contra los khadafistas y los comités de consumidores, e ir a buscar a nuestras madres, hermanas y mujeres armadas, para poner en pie una gran asamblea de Bengasi con un delegado votado cada 10.000 habitantes, removible en cualquier momento por sus electores. Esta asamblea de delegados podrá establecer en Bengasi una comuna de todos los que luchan y no han tenido nada que ver con el viejo régimen de Khadafy, armado hasta los dientes por la OTAN y el imperialismo francés, italiano y norteamericano. Pongamos en pie una verdadera comuna obrera en Bengasi, que es lo mismo que nos proponemos hacer nosotros en Misarrata”.
Así estaremos creando las mejores condiciones para el triunfo de la milicia en la ofensiva, mientras utilizamos la enorme autoridad de los combatientes para sublevar a la retaguardia contra el CNT y demás generales contrarrevolucionarios sirvientes de la OTAN.

¿Esto es capitular a la burguesía “democrática”, o crear las mejores condiciones para aplastar al fascismo, al imperialismo y, en el momento decisivo, tomar el palacio de invierno?
El que quiera entenderlo que lo entienda. No se puede inventar al marxismo después de un siglo y medio de revoluciones y hablar en nombre de él.

 

La carta del 5/5/2011 abre un peligroso curso sectario y ultraizquierdista de la dirección de la WIVL.

Hasta aquí ya hemos demostrado esto que planteamos en el subtítulo. Pero aún queremos agregar algunas cuestiones, puesto que esa carta destila ofuscamiento y una crítica sin sentido.
No se le pueden inventar posiciones al oponente para ganar una discusión. Este no es un método que ayude a los camaradas que puedan estar equivocados y, por el contrario, confunde. En la carta del 5/5/2011, que no tiene desperdicio, los camaradas de la WIVL plantean sobre las milicias que hay que examinar su estructura, las fuerzas en combate y cómo llevar adelante un plan de fortalecimiento de las bases proletarias contra fuerzas reaccionarias que están queriendo dirigir en sus filas”. Luego afirman: El centro no dice nada sobre esta tarea crucial, lo cual lleva a ir por detrás de los acontecimientos, arrodillándose a la espontaneidad y abandonando el rol de vanguardia que una entidad revolucionaria como nosotros, la FLTI, debería estar jugando.
Este es el invento que mencionábamos. El programa de la FLTI es: “¡Ningún apoyo al gobierno provisional del CNT! Ellos ni combaten ni han combatido a Khadafy. Fueron cómplices de la masacre a los explotados y de la entrega de la nación libia hechas por Khadafy durante años ¡Fuera los oficiales khadafistas de las milicias y los comités de soldados! ¡Los combatientes eligen a sus jefes en el campo de batalla y los renuevan por votación directa! Los comités de consumidores, de soldados y de vigilancia de Bengasi se deben coordinar y centralizar para requisar toda la industria alimenticia y metalúrgica de la burguesía y ponerla al servicio de la guerra civil. Con comités de obreros armados, con la milicia y los comités de soldados, se deben tomar todos los puertos y todas las petroleras de Libia. ¡Por un gobierno provisional revolucionario de la milicia, los comités de soldados, de los comités de consumidores y vigilancia, que tome el poder en toda Libia para romper con el imperialismo y expropiar a todos los expropiadores! Ese es el único gobierno que, centralizando todo el poder desde Bengasi, podrá llevar el triunfo de la guerra civil a Trípoli misma y a todo el Norte de África y Medio Oriente.”
Es decir que nuestra política es la de Lenin de explicar pacientemente “todo el poder a los soviets”. Explicar pacientemente es distinto a llamar “abajo Kerensky”, es decir, a hacer un putsch de los bolcheviques, que sería aplastado. Esa era la política de los anarquistas en la revolución rusa.
Así lo plantea Lenin en sus Tesis de Abril: “3. Ni el menor apoyo al Gobierno provisional; demostrar la falsedad absoluta de todas sus promesas; especialmente las que se refieren a la renuncia a las anexiones. Desenmascarar a este gobierno, que es un gobierno de los capitalistas, en vez de ‘exigir’ que deje de ser imperialista, cosa inadmisible y que no hace más que despertar ilusiones.
4. Reconocer que en la mayor parte de los soviets de diputados obreros, nuestro partido está en minoría, y, por el momento, una minoría pequeña, frente al bloque de todos los elementos pequeñoburgueses oportunistas, sometidos a la influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al proletariado…” (Negritas en el original)
¿Quiénes llevan la influencia de la burguesía al proletariado? ¿Será la pequeñoburguesía o los campesinos, como afirma la WIVL falsificando todo el combate del bolchevismo?
No es así. En ese mismo trabajo Lenin continúa planteando que éstos son los “ELEMENTOS QUE ABARCAN, DESDE LOS SOCIALISTAS POPULARES Y LOS SOCIALISTAS REVOLUCIONARIOS (Eseristas pequeñoburgueses, que surgieron como partido pequeñoburgués en 1902 como resultado de la unión de diversos grupos populistas NdeR), HASTA EL COMITÉ DE ORGANIZACIÓN DE CHJEIDZE Y TSERETELI, STEKLOV, ETC.
¿Cómo los camaradas de la WIVL pueden afirmar, ya casi falsificando las posiciones de la FLTI, que el centro no define “las fuerzas en combate, ni cómo llevar adelante un plan para fortalecer las bases proletarias de la milicia contra las fuerzas reaccionarias que están queriendo dirigir sus filas”?
Cualquiera que haya leído las declaraciones de la FLTI de forma mínimamente seria, dirá que esto es un invento. O bien, que los camaradas sólo leen lo que ellos escriben.

La WIVL está enojada con la clase media arruinada y los campesinos que entran al combate con el proletariado que, por supuesto, siempre tienden a oscilar entre el proletariado y la burguesía. Pero no les importa, silencian y le cubren la espalda a las verdaderas organizaciones que constituyen un verdadero bloque de oportunistas que someten al proletariado a la burguesía con su política pequeñoburguesa.

La FLTI ha tomado las lecciones y experiencia de Lenin planteadas en sus “Tesis de Abril” para los combates de Libia. Lenin dice: “Explicar a las masas que los soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario.” Esta es la pelea incansable que desde la FLTI hemos dado contra toda la izquierda reformista mundial. Al decir de Lenin, “mientras el gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra tarea es explicar de manera paciente, democrática y sistemática los errores de su táctica (…) Mientras estemos en minoría, realizaremos la tarea de criticar y señalar los errores, propugnando, al mismo tiempo, la necesidad de que todo el poder del Estado pase a los sóviets de diputados obreros para que,  sobre la base de la experiencia, las masas superen sus errores
Luego, en el punto cinco, Lenin afirma: “5. No una República parlamentaria –volver a ella desde los soviets de diputados obreros sería un paso atrás-, sino una república de los soviets de diputados obreros, peones rurales y campesinos, en todo el país, de abajo a arriba.

Cuando surgen los organismos de lucha de las masas, como planteó y plantea la IV Internacional, la clave es coordinarlos, centralizarlos y armarlos para transformarlos en organismos de doble poder. Sólo luchando con esta política y esta estrategia, planteando abiertamente un programa revolucionario ante las masas, podrá el bolchevismo dirigir los soviets. Pero esto lo hará a condición de que establezca relaciones honestas, como planteaba Lenin en Las Tesis de Abril, entre el partido y las masas, desterrando toda política ultimatista, que es el mayor escollo entre el partido y las masas.

La burguesía aprendió muy bien que los soviets de febrero, aunque fueran reformistas, eran un peligro para su dominio. En ellos, los bolcheviques pudieron ganarse la mayoría con su programa de “¡pan, paz y tierra!”. Demostraron, a cada paso, que solamente la toma del poder por obreros y campesinos podía dar la tierra expropiando al terrateniente y podía terminar con la guerra en unidad con todo el proletariado europeo.
Por ello, como plantea Trotsky en Lecciones de Octubre, todo fetichismo soviético, de pretender que todos los soviets sean iguales a los de octubre en Rusia, es una ilusión pequeñoburguesa. Mucho más lo es plantearlo a esta altura del siglo XXI, cuando todo el accionar de las direcciones reformistas es para que los soviets no surjan. Si llegan a surgir, la clave de las direcciones traidoras es descentralizarlos, desarmarlos, descoordinarlos. Y cuando las masas hacen el esfuerzo para conquistarlos, a pesar y en contra de las direcciones traidoras, a la WIVL no le gusta.
Dicen que la pequeñoburguesía está con el proletariado, que los organismos se llaman “comités populares”, y eso no les gusta porque, según dicen, “no son obreros”. Por lo tanto llaman a separar a los obreros de la pequeñoburguesía y a hacer soviets solamente de obreros y soldados, como si se pudiera ganar a la base del ejército sin la alianza de la clase obrera y la pequeñoburguesía arruinada, que constituye la mayoría de la base del ejército.
La WIVL despotrica sobre el rol de las clases medias cuando éstas entran al proceso revolucionario, debilitando a los gobiernos y regímenes de los explotadores. Les achacan los males de la revolución a ellas, cuando son las que se inmolan, como el joven en Túnez, porque ni siquiera le permitían vender verduras en una plaza. De forma vergonzosa silencian que los que le imponen al proletariado la influencia y prejuicios de las clases medias arruinadas que entran al combate son las direcciones traidoras del proletariado, que lo someten a la burguesía.
Insistiremos mil veces en esto, porque no se le puede lavar tanto la ropa a las direcciones pequeñoburguesas del proletariado, que bien sucia la tienen.
Cuando la WIVL habla de que la tarea central debe ser la “preparación política de las masas”, insistimos, le encubre la espalda a las direcciones que la traicionan y, muy suelto de cuerpo, manda a lo más avanzado de la insurgencia a una política ultraizquierdista, separada de las masas, que le puede provocar una terrible derrota.
Su política y confusión los llevan a una irresponsabilidad muy grande. Alertan de un “peligro ultraizquierdista y guerrillero de la milicia” y llaman ésta a mandar brigadas a combatir al mismo tiempo a la OTAN, a Khadafy y al CNT. Para cumplir esta tarea que propone la WIVL, hoy iría solamente un pequeño grupo que quedaría aislado de las masas. Por eso es esta política irresponsable de la WIVL la que lleva a una política guerrillerista de separar a las milicias de las masas.

 

Una visión subjetivista y ultimatista de partido

Hay una diferencia que tenemos con la WIVL que ahora desarrollaremos. Nosotros afirmamos que lo que expresa toda la carta de la WIVL del 5/5/2011 es que “el partido es todo y las masas son nada”. Esta visión de la relación entre el partido y las masas es típica de toda corriente ultraizquierdista.
Opinamos que esa es la verdadera posición de la WIVL. Transforma al partido en un sujeto suprahistórico, planteando que “sin partido las masas no pueden hacer nada, ni mucho menos soviets.”
Los camaradas de la WIVL plantean, en su carta del 5/5/2011 que “Una de las condiciones para poner en pie soviets de delegados obreros (como está descrito en el segundo congreso de la III Internacional), en las tesis de cuándo y bajo qué condiciones se deben formar los Soviets de delegados obreros, es “una firme decisión sea tomada por una capa importante de trabajadores y sobre todo por los miembros del Partido Comunista de comenzar una lucha sistemática, coordinada y resuelta por el poder””.(Negritas nuestras)

Más abajo veremos que esta cita se refiere específicamente a la toma del poder. Pero lo que los camaradas de la WIVL intentan explicar es que una de las condiciones para que surjan los soviets es, sobre todo, la actividad del partido. Con esto se han hecho un lío. Esto pasa cuando se usan citas para justificar cualquier posición que no guarda relación con lo que la cita se refiere.
Cualquier lector serio podrá decir que la cita de la III Internacional, que está planteada más arriba por ellos mismos, se refiere a que el rol decisivo del partido es la preparación “sistemática, coordinada y resuelta de la lucha por el poder”. Es más, sin ese partido y sin esa lucha es imposible preparar una insurrección triunfante. Es decir, se está refiriendo a las tareas de preparación de la insurrección. La WIVL, a esa cita, le da un contenido a su antojo y desenmascara lo que realmente quiere demostrar: que “sin partido no hay soviets y que, si los soviets no se dejan dirigir por el partido, hay que romperlos” Esa es la verdad.
Esto expresa una lamentable política confusionista, como lo hacen con todas las citas descolgadas que los camaradas de la WIVL insertan sobre las lecciones de La Comuna de París, para intentar explicar lo inexplicable de su posición. De esta forma, con este método, se han convertido en una máquina de crear confusión en el debate actual.
Estamos así, frente a una posición que el marxismo y el leninismo ya combatió como una posición subjetivista y suprahistórica del partido.
Insistimos, los mismos camaradas de la WIVL plantean una cita de la III Internacional, dándole el contenido que ellos quieren, Es decir, que “se deben formar los soviets cuando esta es una decisión firme sobre todo… de los miembros del Partido Comunista”.
Para Lenin y Trotsky el partido no era más que un factor importante de la realidad, pero no el decisivo. Para el marxismo, desde las lecciones de La Comuna de París y su polémica con el blanquismo, sin acciones de las masas, sin embestidas de éstas contra la ciudadela del poder, sin autoorganización, sin desarrollar la lucha permanente de las masas, sin desplegar todas las “fuerzas elementales de los explotados”, el partido no puede ni soñar con dirigirlas a la toma del poder.

El bolchevismo, insistimos, no se construyó solamente contra el espontaneísmo. Efectivamente, nunca se arrodilló ante la “fuerza elemental de las masas”. Siempre distinguió el movimiento de “fuerzas elementales” y la necesaria política del partido entre las masas y la clase avanzada para llevarlas al triunfo. Siempre comprendió las tareas del partido entre el proletariado y su vanguardia, y entre los soviets para organizar desde ellos la insurrección. Nunca subestimó el rol conspirativo y consciente de un partido revolucionario preparado para la toma del poder.
Ese mismo partido también combatió implacablemente al individualismo aventurero, al blanquismo y al anarquismo, que planteaba que “un grupo de hombres decididos, “pocos pero buenos”, podía resolver a su favor la toma del poder en cualquier lugar del mundo con tan solo su decisión”.
Nosotros no vamos a ceder ni a la espontaneidad de las masas, ni a un neoblanquismo ultimatista senil totalmente impotente. Lamentablemente, éste último pareciera ser el camino que retoma la WIVL. Justamente era Blanqui el que planteaba que “las masas y sus organizaciones de lucha son nada, la clave es lo que hace un grupo de hombres decididos”, “pocos pero buenos”. Éste tenía un total desprecio por las organizaciones de lucha que se dan las masas, y por las fuerzas elementales que éstas generan en su combate que, como planteaba Engels, son indispensables para que un partido pueda hacerse el poder.
También Marx afirmaba que sin las “fuerzas elementales” de las masas, ese grupo de hombres decididos no podía hacerse del poder. Esta era la crítica de Marx al blanquismo y a su degeneración aventurerista. Es que el marxismo no combatió solamente al proudhoneanismo y al anarquismo en la Comuna de París, sino también al ultraizquierdismo de Blanqui y al aventurerismo de los anarquistas.
El marxismo revolucionario del siglo XX, junto a Marx en el siglo XIX, coincidía con el blanquismo en el punto en que, sin una dirección decidida y revolucionaria, las masas no podían tomar el poder. Para la socialdemocracia alemana, Blanqui era un aventurero. Justamente, acusaba a los bolcheviques de blanquistas. Esta es la razón por la cual a los trotskistas nos acusan de blanquistas y ultraizquierdistas.
Que denunciemos a la socialdemocracia, que atacaba al blanquismo en su carácter revolucionario (de luchar por la toma del poder) no significaba ni significa que no combatamos al blanquismo como ultraizquierdista y aventurero en su relación con las masas. Mucho más ahora, entrado el siglo XXI, con miles de experiencias de revolución y contrarrevolución en el planeta.
Este combate contra el oportunismo y el ultraizquierdismo distinguió a todo el marxismo revolucionario del siglo XX, que se construyó combatiendo contra ellos. Ambos tienen un capítulo en el programa de fundación de la IV Internacional, que recomendamos leer a todos los camaradas, uno contra el oportunismo y el otro contra el sectarismo.

Este combate ya lo dio Trotsky también contra el subjetivismo en su trabajo “La Historia de la Revolución Rusa” planteando que el partido que preparó y organizó la insurrección victoriosa de octubre lo pudo hacer porque ganó para su programa a lo más avanzado del proletariado del soviet.
El programa de los bolcheviques ganó la mayoría del proletariado, derrotando a la dirección traidora del mismo, y sólo así logro dividir a la clase media y al campesinado, arrastrando a sus capas más explotadas a la revolución.
Aunque los camaradas no lo entiendan, el Partido Bolchevique dividió al partido de los campesinos, es decir, los SR, que eran mayoría en los soviets, planteándoles: “si ustedes nos acompañan a la toma del poder, nosotros que estamos con el programa de colectivización de la tierra estamos dispuestos a darles la tierra, como ustedes plantean, a los campesinos y, desde ya, trataremos de convencerlos que la colectivización es la única salida para la ruina del campo en Rusia.
Ese mismo partido les dijo a los metalúrgicos y a las capas altas del proletariado, que entraban en lucha por aumento de salario, que lo iban a conseguir sólo si acompañaban a los bolcheviques a la toma del poder. De esta forma evitó el desgarramiento entre las distintas capas del proletariado, cuando sectores de las capas más bajas de éste irrumpían por el hambre insoportable en acciones aisladas.
Lo que afirmaba Trotsky en la Historia de la Revolución Rusa, en el capítulo sobre Octubre, sobre el partido etc., es que el partido JUGÓ UN ROL DE PLUMA en la balanza de fuerzas a favor de la alianza entre la clase obrera y el campesinado pobre. Así pudo el partido no solamente ganar a la mayoría del proletariado, sino que permitió que el proletariado dividiera y dirigiera a las capas más empobrecida del campesinado -base fundamental del ejército y los batallones de Petrogrado- a la toma del poder y la insurrección.
Y lo hizo con un programa que estaba sintetizado en ligar todas las demandas de los explotados con la lucha por la toma del poder por parte de los soviets.
Tan es así que la insurrección no la organizó tan solo el partido bolchevique. Ya vimos el acuerdo que hizo éste como dirección del soviet con los SR de izquierda. Fueron la guardia roja del soviet y los obreros avanzados del los que, habiendo tomado el programa del partido bolchevique, lo llevaron adelante un millón de veces mejor que el comité central del partido, que se desgarraba por las enormes tensiones propias de la revolución. Esto obligó a Trotsky inclusive a organizar la insurrección con la guardia roja del soviet.
A esto Trotsky lo denomina en La Historia de La Revolución Rusa “las paradojas de octubre”. Así define Trotsky los tres laboratorios que existían en el estado mayor de la revolución en octubre: “los obreros revolucionarios del soviet influenciados por el partido (que destacaban a su máxima dirección a los dirigentes bolcheviques como Trotsky), el partido bolchevique y su estado mayor y la personalidad de Lenin, que expresaba las luchas históricas del marxismo contra el revisionismo en el proletariado internacional.”

 

La política ultimatista liquida el combate por la alianza obrera y campesina

Lo que estamos viendo en  la política de la WIVL es una visión ultimatista e impotente, que no muestra un camino real para poner en pie un partido revolucionario para devolverle a las masas la dirección que se merecen. Es una visión sectaria y ultimatista con los soviets. Esta posición ultimatista y subjetivista liquida el combate por la alianza obrera y campesina para la toma del poder, bajo la dirección del proletariado. Combaten la posición de la FLTI anunciando que tenemos una posición como la de Lenin de “dictadura democrática de obreros y campesinos”. Sin embargo, está claro que jamás esta diferencia entre Lenin y Trotsky fue en relación a cuestionar la necesidad de la alianza obrera y campesina para la toma del poder, sino que la discusión era quién dirigía esa alianza.
Por eso, para poder justificar que el centro tiene un supuesto programa der “revolución por etapas”, deben inventar –ya que no lo pueden demostrar con ninguna cita de ninguno de los materiales escritos por el centro- que la FLTI ha planteado que la pequeñoburguesía debe dirigir al proletariado. Insistimos, es un verdadero invento.
Por un lado, dicen que el centro tienen una posición de dictadura democrática de obreros y campesinos (como planteaba Lenin), cuestión teórica ésta que fue resuelta en 1917 en el marxismo ruso e internacional. Pero Lenin nunca planteó que la dictadura democrática de obreros y campesinos la tenía que dirigir la pequeñoburguesía. Para Lenin esa era una formulación algebraica, lo tenía que resolver la lucha de clases y qué clase jugaba un rol de vanguardia en la lucha, sobre todo si el campesinado era capaz de poner en pie su partido. En cambio, para Trotsky el campesinado se dividía y la alianza la tenía que dirigir el proletariado.
Jamás, ni Lenin con su programa de dictadura democrática de obreros y campesinos, ni la FLTI plantearon que la pequeñoburguesía debía dirigir al proletariado, jamás.
Hemos releído, insistimos, todas las posiciones del centro de la FLTI, y en ningún lugar se plantea que la pequeñoburguesía debe dirigir al proletariado a la toma del poder. Estamos frente a un invento sobre las posiciones de Lenin y las diferencias existentes en el marxismo ruso con Trotsky, diferencias que fueron resueltas en la vida misma en el año 1917. Y estamos frente a un invento también, como plantean en su carta del 5/5, de que el SCI estaría con la posición de Lenin de dictadura democrática de obreros y campesinos, sólo que dirigida por la pequeñoburguesía. Dígannos los camaradas de la WIVL cuál es la cita donde el centro dice eso. Hablan de suposiciones y de más suposiciones que llevarían a una supuesta suposición

Nunca nos cansaremos de aclarar que la táctica de los bolcheviques que permitió dividir a los SR y ganar a un sector para la toma del poder en común, pudo lograrse, en primer lugar, independizando al proletariado de la burguesía derrotando a su direcciones pequeñoburguesas que eran los mencheviques. Solo así pudo el partido garantizar que los obreros del soviet, con su programa, pudieran arrastrar a los campesinos pobres a la toma del poder. Sólo así el partido pudo romper la coalición que ataba a los campesinos a la burguesía liberal. Así impidió el aislamiento del proletariado en la revolución misma. Es que la revolución agraria no podía realizarse más que contra la burguesía.
Así el partido bolchevique le demostró a esa alianza obrera y campesina que sólo bajo la dirección de su partido y del proletariado podían cumplirse los fines democráticos de la revolución, mediante la toma del poder por parte de los soviets, ejerciendo así la dictadura del proletariado. Es decir, la toma del poder en Rusia del 17 se dio bajo estas condiciones, aunque a los camaradas de la WIVL no les guste, con los soviets obreros y campesinos (soldados) haciéndose del poder, estableciendo un gobierno obrero y campesino, bajo la dirección del proletariado y el partido bolchevique.
Para nada el bolchevismo aplicó esa política ultimatista, donde el proletariado dirige y el campesino acepta. Una política así del bolchevismo hubiera arrojado al campesino a los SR de derecha y, por esa vía, se hubiera debilitado el proletariado y hubiera quedado aislado. Así, el soviet también hubiera quedado debilitado y hubiera sido derrotado por el partido liberal y sus progroms, tal como sucediera en 1905, en este caso por Kornilov.

Trotsky, en el debate contra “los ultraizquierdistas en general y los incurables en particular” de la revolución española, el 28 de mayo de 1931 afirma lo que la WIVL se niega y no quiere comprender: La revolución proletaria, claro está, es al mismo tiempo revolución campesina, pero, en las condiciones actuales, plantear la revolución campesina desvinculada de la proletaria es un absurdo total. Podemos decir a los campesinos, con pleno derecho, que nuestro fin es una república obrera y campesina (aunque Parvus y la WIVL se asusten) de la misma manera en que después del levantamiento de Octubre hemos dado el nombre de <gobierno obrero y campesino> al gobierno de la dictadura del proletariado. Pero no oponemos la revolución obrera y campesina a la proletaria (que es lo que hace la WIVL con una clara degeneración parvista), sino que, por el contrario, las identificamos. Esta es la única manera correcta de plantear la cuestión.” (L. Trotsky, “Los ultraizquierdistas en general y los incurables en particular”, negritas nuestras)
Debate concluido, defínanse. Basta. O son trotskistas o están con Parvus o Plejanov.
Queremos saberlo. No jueguen más a las escondidas con el programa trotskista. No hablen en su nombre cuando repiten las palabras de Parvus y Plejanov.
La política marxista es no oponer la revolución obrera y campesina a la proletaria. Todo lo contrario, las identificamos, es decir, le damos el nombre de gobierno obrero y campesino a la dictadura del proletariado, dictadura que define el carácter de clase del estado, es decir, la clase obrera expropia a la burguesía y ejerce su dictadura. Lo hace con un gobierno obrero y campesino, que expresa la alianza de clases que toma el poder.
¿Esta gran lección es desconocida por la WIVL? No puede ser desconocida, porque lo aquí planteado es lo que dice el Programa de Transición.
Esto la WIVL no lo puede ignorar. De lo contrario, significaría que ni leyeron el Programa de Transición. Cosa que no podemos creer. O bien, lo están revisando sin decirlo.
Justamente porque el bolchevismo combatió durante años por la independencia del proletariado del partido liberal, según afirma Trotsky en la “Historia de la Revolución Rusa”, es que pudo, en un solo acto, en octubre de 1917, habiendo tenido un programa para ganarse a las capas pobres del campesinado, dirigirlo e incluso dividir a los SR para llevar a un sector de ellos a la toma del poder.
Así, la WIVL del ultimatismo, subjetivismo y la autoproclamación, rompe con la teoría programa de la revolución permanente y termina en los cajones de las viejas doctrinas de Parvus y Plejanov en Rusia, pero esta vez adocenadas y revestidas de Soviets obreros, comités de soldados, etc.
Esta política ya fue combatida abiertamente por el marxismo ruso y la III Internacional.
La cuestión de la alianza obrera y campesina fue un gran problema, que tuvo resolver el partido bolchevique, no solamente durante la toma del poder en Rusia, sino también en la dictadura del proletariado, después de haberlo tomado.

El retraso de la revolución europea y alemana agudizó las terribles contradicciones para sostener la alianza obrera y campesina al interior de Rusia luego de la toma del poder. Esta alianza se rompió en la discusión de la paz de Brest Litovsk. Se volvió a unificar y a romper con el programa de la economía de guerra y de requisa de todos los alimentos para el triunfo de la revolución contra la invasión imperialista.
Se reconstituyó con la NEP, donde el partido bolchevique intentaba ganar tiempo para el triunfo de la revolución alemana, permitiendo que el campesino vendiera sus productos en la ciudad y así evitaba que acaparase. Se volvió a romper cuando la burocracia se espantó por el poder que toma el kulak con la derrota de Alemania y masacra a millones de campesinos, ya entrados los ‘30. Es decir, aplicando la colectivización de la tierra, no con el método comunista de la persuasión, sino con el método terrorífico de la burocracia stalinista.
Los camaradas de la WIVL tienen que leer no solamente un capítulo de La Historia de la Revolución Rusa (el de febrero), sino todas sus lecciones. Así, quizás logren desprenderse del subjetivismo, del ultimatismo y el obrerismo del cual están impregnados.
Con un gobierno tan solo obrero en Rusia, sin una alianza revolucionaria de clases, la dictadura del proletariado no se hubiera sostenido ni por un segundo. Mucho menos hubiera podido hacerle frente a la invasión de 14 ejércitos imperialistas.
La WIVL liquida todas las tesis de la III Internacional sobre la alianza con el campesinado para después de la toma del poder. Liquidan el programa y la política de la Oposición de Izquierda contra Stalin desde el ‘25 al ‘27, alrededor de la política de dejar atrás la NEP y levantar el programa de extensión de la revolución mundial y de “mercado y electrificación mas soviets” para separar al campesino pobre del kulak, que levantaba cabeza en el campo por la política de la burocracia estalinista que, en su giro de derecha con Bujarin, había levantado la consigna de “campesinos enriqueceos”.
El programa de la Oposición de Izquierda que surge en Rusia buscaba restablecer una alianza revolucionaria de los obreros con el campesinado contra la política de derecha de “campesinos enriqueceos” de Stalin. La política de la Oposición de Izquierda (la grande, con Kamenev y Zinoviev) no fue que “los obreros dirigen y los campesinos siguen” (una brutalidad que hubiera liquidado la dictadura del proletariado), sino que fue: “llevemos la electricidad al campo para ganarnos al campesino, conquistemos la democracia obrera para contrapesar el plan de la burocracia en los soviets, hagamos un mercado para regular la ley del valor y el plan económico, para hacer que éste se ajuste a la realidad de la productividad de la economía soviética.
Lo único parecido a la política de “el obrero dirige y el campesino acata”, fue la economía de guerra. En las zonas dominadas por el bolchevismo, se colectivizaba toda la producción del campo para el ejército. Pero para ganar la guerra contra los 14 ejércitos imperialistas que invadían la URSS, el programa para vaciar los ejércitos imperialistas era darle la tierra al campesino y terminar con la opresión zarista, dándoles el derecho a la autodeterminación a los pueblos oprimidos por el Zar.
Incluso con ese programa el ejército rojo pudo aplastar a los cosacos (campesinos ricos) y, donde entraba el ejército rojo, le daba la tierra al campesino y establecía comunas obreras y campesinas.
Con el programa de la WIVL, de “el obrero dirige y el campesino apoya”, hubiera sido aplastada la revolución de octubre.

Sabemos que años de aislamiento del marxismo y del trotskismo, por traición de los renegados del trotskismo que destruyeron la IV Internacional, significaron, en todos nosotros, desviaciones muy fuertes en la teoría marxista y en la continuidad del bolchevismo. Nosotros, el trotskismo latinoamericano, venimos de 28 años tratando de encontrar una continuidad con la teoría y el programa marxista.
Si la WIVL nos hubiera visto hace 15 o 12 años atrás, hubiera visto las terribles deformaciones que arrastrábamos del morenismo, tanto programáticas como teóricas. Esto hizo que nuestra conquista del marxismo fuese laberíntica, tortuosa, con avances y con retrocesos. Queremos que los camaradas comprendan que el ánimo de esta dura pelea política, apasionada y sin diplomacia, es convencerlos de nuestra propia experiencia teórica y programática. Creemos que todavía están perdidos en el marxismo, e insuficientemente delimitados de su experiencia historia con el trotskismo inglés.
Pero si realmente quieren convencernos y tienen prejuicios de “nuestro morenismo”, por favor, discutan contra nuestras posiciones reales y no discutan contra las que ustedes creen que tenemos.
Elevémonos todos y hagamos una discusión de nivel.

 

La dialéctica entre el sujeto político y el sujeto social de la revolución, es decir, entre el partido y el proletariado, al cual pretende dirigir

Trotsky planteaba que definir los ritmos en los procesos revolucionarios es tan importante como definir el compás en la música. Parecería ser que para la WIVL una canción consiste en sólo tocar un par de teclas del piano, ya que su visión es que, sin insurrección triunfante, de entrada ya se terminó la revolución. Así da por cerrado el proceso en Libia y todo el Norte de África.
Ignoran que en el momento en que la revolución ya empezó, no hay cuadros formados en el período previo para poner en pie los partidos revolucionarios en cada país que ellos quieren que dirijan la revolución inmediatamente. ¿Cómo resuelve esta contradicción en Libia la WIVL? No lo sabemos. Para nosotros es con nuestro combate por refundar la IV Internacional, enfrentando a cada paso al reformismo y a los renegados del trotskismo. A partir del mismo, hemos reagrupado un puñado de valientes cuadros a nivel internacional bajo un programa revolucionario. Han comenzado acontecimientos históricos, que no dejarán vivir en paz a los reformistas. En esos combates, la clase obrera nos dará mil y una oportunidades para fusionarnos con los procesos centristas que vayan de derecha a izquierda, y con los elementos más avanzados de las masas.
Estos son los fundamentos de constitución de la FLTI, de sus congresos, de su fundación, los cuales hoy la WIVL abandona.
Para los camaradas, el combate contra la direcciones internacionales traidoras, la lucha por refundar la IV Internacional y marchar a una Conferencia internacional para reagrupar a las fuerzas sanas del trotskismo y las organizaciones obreras revolucionarias contra el reformismo, no tiene nada que ver con poner en pie un partido revolucionario en Libia y en los procesos revolucionarios de toda la región, tal como vienen planteando, como eje de su política de construcción revolucionaria, el SCI y la FLTI.

Cuando nos fusionamos con la WIVL, juntos definíamos que el camino más corto para llegar a la clase obrera inglesa y a EE.UU. era nuestra lucha contra la IST en Sudáfrica, en Zimbabwe. A partir de allí podíamos llegar a romper al SWP inglés, el más grande traidor de la clase obrera de Inglaterra, EEUU y Europa.
Nuestro retraso en llegar a la clase obrera europea no se debe a que no llamamos a poner en pie partidos revolucionarios, como dice la WIVL. Es producto de las capitulaciones de centristas y oportunistas, como Mutero, que llevaron el programa de la FLTI (que juraban defender) al fango de la colaboración de clases, pese a las enormes peleas que dieron tanto la WIVL como el centro de la FLTI contra ellos. De esta forma no pudimos intervenir abiertamente en la crisis del SWP y el estallido de su corriente internacional.
No llegamos a EE.UU. por la capitulación del HWRS, que demostró no ser más que otro grupo de la izquierda de Obama en EE.UU. Es por adaptaciones de grupos de nuestras propias fuerzas que tardamos en llegar a los acontecimientos revolucionarios. Pero esto no niega, sino que reafirma, que, ante la enorme crisis de la IV internacional y su dispersión producto del revisionismo, la única posibilidad de avanzar a poner en pie partidos revolucionarios en la revolución misma, es profundizando nuestro combate contra el reformismo a nivel mundial. Es formando cuadros en ese combate, única garantía para llegar a tiempo a esos procesos revolucionarios. Esto, con una condición: no traicionar ni capitular.

Trotsky y las fuerzas de la Oposición de Izquierda eran debilísimas en España en los ´30. El partido de Nin, a cada paso que avanzaba la revolución española, se alejaba más y más de los trotskistas.
En junio del 1931, hay una carta del Secretariado Internacional a toda la Oposición de Izquierda, sobre “la revolución española a la orden del día”. En ese trabajo contra los grupos ultraizquierdistas, semibakuninistas, como Maurin, el grupo Prometeo, etc., ya con la revolución española iniciada, Trotsky plantea un camino para construir un partido revolucionario en España y para poder intervenir en una abierta lucha de partidos contra la III Internacional de Stalin, para poder llegar a la revolución española.
Así planteaba: “1) Todas las secciones deben colocar los problemas de la revolución española en el orden del día. 2) los dirigentes de nuestras secciones deben crear comisiones especiales cuya tarea sería la de recoger materiales para profundizar sobre estos temas y sobre todo para seguir de cerca la actividad de los partidos oficiales y la manera en la que enfocan los problemas de la revolución española (se refiere a los partidos oficiales de la III). 3) Todos los documentos importantes sobre el comunismo español de todas las tendencias deben ser enviados inmediatamente a todas nuestras secciones. 4) Después de la necesaria preparación, cada sección de la oposición debe desencadenar el ataque contra la política de la internacional comunista en la revolución española. Esta ofensiva puede adquirir diversas formas: crónicas, articulas, cartas abiertas, intervenciones en las reuniones, trabajo individual o por grupos., de la forma que sea es indispensable que estén rigurosamente coordinados.” (L. Trotsky, “la revolución española a la orden del día”, negritas nuestras)
Combatiendo contra el stalinismo a nivel internacional y organizando todas las secciones de la Oposición de Izquierda alrededor de ese combate… ¿Acaso Trotsky renegaba de poner en pie un partido revolucionario en España, o bien decía que ese era el camino más corto para lograrlo?
Y luego Trotsky insistía: 5) después de ese trabajo preparatorio, tanto las secciones nacionales como el secretariado internacional, han de tener como tarea indispensable la elaboración de un manifiesto a nivel internacional sobre la revolución española que debe ser realizado de la forma más concreta posible y en estrecha colaboración con la sección española. Habría que dar en este manifiesto. Estas son mis propuestas concretas” (Ídem)
Según la visión nacionalista de partido de la WIVL, este no era el camino más corto para poner en pie partidos revolucionarios en España. En cambio, diría: “el Secretariado no llama a luchar por poner en pie un partido revolucionario en España.”
A partir de 1933, la Oposición inicia un proceso de lucha contra Nin y su intento de hacer un acuerdo con los bujarinistas para poner en pie el POUM y su ingreso a la II y media. A partir de allí y del pasaje del estalinismo al campo de la contrarrevolución en el mismo año, la política de construcción de partido revolucionario en España fue la táctica del “bloque de los 4”, justamente para romper el POUM y todos los grupos centristas que coqueteaban con él en la revolución española. Es que, sin derrotar al centrismo, el trotskismo no podía llegar a España.
Nosotros creemos que esa política del trotskismo inglés, de llamar a partido revolucionaros en general como hicieron durante décadas en todo proceso revolucionario, capitulando en particular en su combate contra las direcciones traidoras y el centrismo, es negarse a construirlo.
La WIVL hereda esa matriz del trotskismo inglés, con la que debe romper. Plantear que hay que hacer un partido revolucionario, y no marcar el camino de cómo hacerlo, combatiendo al centrismo, al oportunismo y las direcciones traidoras que impiden hacerlo en cada país, es negarse de antemano a poner en pie esos partidos revolucionarios en la revolución misma.

 

Debemos confiar en que estos combates programáticos y políticos dados se harán carne en los inevitables estallidos del reformismo. No debemos ofuscarnos y desesperarnos ante los primeros obstáculos que tiene todo movimiento revolucionario cuando se pone de pie. Ese ofuscamiento llevará al impresionismo y a la desesperación ultraizquierdista, que nos haría ver que todos los procesos de revoluciones que comenzaron ya han sido derrotados en un solo acto. Como dijimos antes en este documento, nosotros vemos que esta es la posición de la WIVL.

La política voluntarista de construcción de un partido revolucionario, renegando de toda lucha política a nivel internacional contra el reformismo, tiene una matriz teórica: “toda revolución que recién comienza, o triunfa con una insurrección victoriosa, o está terminada”. Esto equivale no a preparar un parto, sino un aborto, por no comprender los meses de gestación.
Trotsky, en La Historia de la Revolución Rusa plantea que “el principio del error del blanquismo consistía en identificar a la revolución con la insurrección”. Esto, como ya dijimos, es lo que hace la WIVL. Da por terminada la revolución cuando ésta recién empieza. No comprende que la insurrección es el punto más álgido de la revolución. Es un momento decisivo de la misma, que luego continúa en la defensa del estado obrero y la extensión de la revolución proletaria a nivel internacional.
En su trabajo “Los problemas de la insurrección y la guerra civil”, en sus conferencias dictadas en 1924 en la Academia de Ciencias militares de Moscú, Trotsky da una visión de la guerra civil, de las diferentes formas que ésta adquiere en sus inicios. Explicaba cuáles son las reglas generales que condicionan o facilitan la victoria en el período de guerra civil.  Trotsky afirma: “Hay compañeros que confundían la guerra civil con la lucha de clases y la insurrección con la guerra civil. La verdad es que la guerra civil constituye una etapa determinada de la lucha de clases cuando ésta, al romper los marcos de la legalidad, llega a situarse en el plano de un enfrentamiento público y, en cierta medida físico, de las fuerzas en oposición. Concebida de esta manera, la guerra civil abarca las insurrecciones espontáneas determinadas por causas locales, las intervenciones sanguinarias de las hordas contrarrevolucionarias, la huelga general revolucionaria, la insurrección por la toma del poder y el período de liquidación de las tentativas de levantamiento contrarrevolucionario. Todo esto entra en el campo de la noción de guerra civil. Todo esto entra en el marco de la guerra civil, todo esto es más amplio que la insurrección así como infinitamente más estrecho que la noción de la lucha de clases…”. (L. Trotsky, “los problemas de la insurrección y la guerra civil”).
Aquí Trotsky define que el período de la guerra civil abarca desde los primeros levantamientos revolucionarios que rompen la paz social entre las clases hasta liquidación de las tentativas de levantamiento contrarrevolucionario, o el aplastamiento de la revolución. Por eso el concepto es más estrecho que el de la lucha de clases, y es mucho más amplio que el de insurrección, que para Trotsky es “la fase suprema de la revolución, que decide la toma del poder”.

Tanto la WIVL como los blanquistas ven únicamente un hecho en el período de la guerra civil: la insurrección, y no ven que este es un momento de la guerra civil, es decir, de la revolución. Así confunden el inicio de una revolución con una insurrección que debe triunfar sí o sí y tomar el poder en ese instante. Si no, ésta sería derrotada y la revolución se habría acabado. ¿Quién tiene la culpa? La WIVL respondería que es del SCI, el centro de la FLTI, porque no fundó un partido revolucionario allí.
Nosotros vemos que los camaradas están ofuscados con la FLTI y con el marxismo, y se han ido al blanquismo y al centrismo ultraizquierdista. Nosotros queremos dar la pelea para que vuelvan al marxismo. Desde nuestro punto de vista, los camaradas de la WIVL no comprenden nada de la revolución, ni de la insurrección. Tampoco comprenden la guerra civil, que es la ruptura de las relaciones pacíficas entre las clases, que comienza con las barricadas, las revueltas espontáneas, y que pasa por los procesos de revolución, contrarrevolución, insurrecciones, choques con la soldadesca, jornadas de abril, jornadas de julio, Kornilov, etc.
Nosotros, al igual que Marx y Engels, tenemos acuerdo con el blanquismo en que la insurrección es un arte, y que no se puede desarrollar sin partido. Pero confundir la insurrección -que es un momento del proceso revolucionario- con el inicio de la revolución es una ceguera blanquista.
No criticamos al blanquismo ni a la WIVL por su pasión por la insurrección ni por su odio al parlamentarismo y a la burguesía, como sí lo hicieron los socialdemócratas contra Blanqui. Nosotros combatimos su ceguera ultraizquierdista. Para ellos, las masas no son nada. Se puede prescindir de ellas para tomar el poder, puesto que sólo hace falta un grupo de hombres decididos. Según su visión, o las masas hacen lo que dice el partido, o la revolución está derrotada en un solo momento. Es decir, si no está el partido, no se puede hacer nada.
A esto el bolchevismo lo llamó “bogdanovismo”, proveniente de Bogdanov, dirigente del partido bolchevique al inicio de 1905, antes de que llegara Lenin a Rusia. En ese entonces habían surgido los soviets. Para Lenin y Trotsky, el soviet de 1905 era el órgano de la insurrección. Para Bogdanov eran simples colaterales del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso.
Bogdanov fue a plantear un ultimátum en la asamblea plenaria del soviet: dijo que se tenía que poner bajo la dirección del partido. Fue y dijo que si el soviet no reconocía a la dirección del Partido, éste abandonaría el soviet. Esto es justamente lo que propone hacer la WIVL con la milicia y todos los organismos que no le gustan como son.
Trotsky, en su trabajo "La lucha contra el fascismo en Alemania”, dice: “El joven abogado Krassikov, miembro del comité central bolchevique en esa época, planteó este ultimátum en la Asamblea Plenaria del Soviet. Los diputados obreros, inclusive los bolcheviques, se miraron sorprendidos y pasaron al orden del día. Nadie abandonó el soviet (…) No obstante, Bogdanov no renunció a su metodología y creó, en consecuencia, una fracción de ‘ultimatistas’ o de ‘otzovistas’, así llamados porque se inclinaban a apartar a los bolcheviques de todas las organizaciones que rehusaban aceptar el ultimátum llegado de arriba (…) La lucha de Lenin contra el ultimatismo fue una lucha por establecer relaciones justas entre el partido y la clase (…) de otro modo, la victoria del bolchevismo hubiera sido imposible.” (L. Trotsky, “la lucha contra el fascismo en Alemania”)
Por supuesto que el bolchevismo de Bogdanov era una caricatura del bolchevismo. Éste tenía que ganarse un lugar en las masas revolucionarias para dirigirlas, y aún no lo había logrado.

En relación a la experiencia del ´05, no menos ultimatista resultó ser la política de la maquinaria y los aparatchik dirigidos por Stalin en 1917, antes de que llegara Lenin a Rusia.

Veamos lo que planteaba Stalin en 1905, cuestión que describe Trotsky en su trabajo “Stalin”: “el llamamiento escrito por Koba (Stalin) cuando los obreros fueron fusilados en su marcha peticionando pan al Zar. Afirmaba Stalin: ‘juntemos nuestras manos y agrupémonos en torno a los comités de nuestro partido. No debemos olvidar, ni un solo minuto, que los comités del partido pueden guiarnos dignamente, que sólo ellos pueden iluminar nuestra ruta hacia la tierra prometida.’”
La WIVL diría: “¡Obreros esperen! ¡Hasta que no tengan un partido revolucionario no se pueden hacer los soviets!” No nos olvidemos de esta definición de la WIVL en su carta del 5/5/2011, que dice que sin partido no hay soviets: “una de las condiciones para poner en pie los soviets de los delegados es que una firme decisión sea tomada por una capa importante de trabajadores y, sobre todo, por los miembros del Partido Comunista…
Nosotros vemos que esto es lo mismo que la WIVL les plantea a los combatientes del Norte de África y Medio Oriente. Es como si a las masas revolucionarias de esa región hubiera que plantearles: “Esperad que llegue nuestro partido para guiaros a hacer los soviets”.
¿Cuál era la relación que establecía el “espontaneísta” Lenin con las masas revolucionarias de 1905, a las que quería dirigir con su política? Trotsky lo plantea a continuación en este mismo trabajo; “Lenin escribía: “Abrid paso al furor y el odio que se han acumulado en vuestros corazones durante tantos siglos de explotación, sufrimiento y martirios.” (Ídem)
La primera declaración, como dice Trotsky, fue editada por “los hombres del Comité, los aparatchiks”. Al llegar Lenin a Rusia, esta política ultimatista de imposición y soberbia ante las masas revolucionarias había debilitado en grado extremo la posición de los bolcheviques.
Para Lenin, el soviet era un embrión de gobierno obrero y campesino, y la palanca para tomar el poder. Stalin, en 1905, estuvo a espaldas del soviet. Como afirma Trotsky: “su resentimiento en ese momento era su incapacidad para hallar su propia ruta hacia la revolución”. Sin ultimatismo, los bolcheviques pudieron lograr una relación con los soviets y acrecentar su poderío en el curso de la revolución misma.

El ultimatista confunde la relación entre el partido y la vanguardia para su construcción, con la relación entre el partido y las masas y sus organismos. Trotsky decía que el partido “tiene todo el derecho de decirle al obrero que quiera ingresar a las filas comunistas que debe reconocer nuestro programa, nuestros reglamentos y nuestros organismos”. (Ídem)
Otra cosa muy distinta es creer que ya tenemos esa autoridad en las organizaciones de masas. ESO SE LLAMA ULTIMATISMO, BOGDANOVISMO.
La WIVL aplica esta política con la milicia en Libia, es decir, con un organismo de las masas. La milicia no acepta aún nuestro programa, no acepta aún nuestro reglamento para la guerra civil, están manipuladas por el CNT. La WIVL no acepta que la pequeñoburguesía las dirija. Entonces se van de las mismas y llaman a hacer sus propios soviets. Esta es la posición que recorre la carta del 5/5/2011 y luego es refrendada y multiplicada por mil en su declaración del 31/5/2011
Alertamos a los camaradas de la WIVL que ya Trotsky al respecto planteaba: “es insensato y criminal plantear esta misma condición a las masas obreras y sus organizaciones cuando se trata de acciones comunes para determinadas luchas.” (Ídem). En este caso esas “acciones comunes” serían aplastar a Khadafy, defender a Misarrata, para luego llevarla a nuestra lucha contra todos los agentes del imperialismo.
La WIVL podría decir que esto significa eliminar el fundamento mismo del partido. Nosotros les respondemos que el centro no “glorifica a las milicias” ni “desarma a las masas” ni “justifica la naturaleza supuestamente revolucionaria que está en la milicia” como dice la WIVL. Lo que hace el centro es intentar establecer relaciones honestas con la clase para convencerla de su programa.
El centro, en lugar de dar un “ultimátum unilateral que irrita y humilla a los obreros por su atraso”, lo que hace es proponer un programa preciso de acciones comunes. Este es el camino más seguro para conquistar la dirección de los obreros.

La WIVL denuncia que el centro no dice nada sobre cómo “centralizar a la milicia en la zona de guerra”. Dice esto, como si pudiera hacerse por fuera del programa, que no es más que un camino para que las masas lo hagan, ya que de que el se desprenden las tareas y el curso de acción inmediata. Pero, en realidad, a la milicia y fracciones de ella “en la zona de guerra” les ha llegado todo el programa del centro, inclusive el de la WIVL. El programa del centro ya está siendo tomado por los obreros avanzados, que comienzan a organizarse y elevarse, en la avanzada de Misarrata.
Inclusive la BBC de Londres se vio obligada, haciendo reportajes, a expresar el programa que están levantando los combatientes de Misarrata para alertar al imperialismo sobre lo que está en juego allí. Éste, el imperialismo, lo tiene bastante claro cuando, en boca de Marcelo Cantelmi, un especialista y seguidor de los acontecimientos de Medio Oriente y el Norte de África, afirma: “la rebelión armada en Libia está recortando el espacio de maniobras de Khadafy. De ahí la propuesta del hijo del dictador para una salida electoral que parece muy poco y muy tarde…” Y luego afirma: “si la OTAN ingresó a Libia fue para impedir que un ejército rebelde con nuevos caudillos tome el país. La idea simple es que si cae el viejo aliado Khadafy, SERÁ PORQUE LA VOLTEÓ OCCIDENTE Y NO UNA MASA ENARDECIDA (…) hay una dimensión de esta revolución que se asocia con las protestas en Europa debido al origen común de ambos fenómenos: la miseria creciente y la lucha por el pan.”
Volvemos a transcribir lo que afirman los combatientes en el frente de batalla de Misarrata: “si la derecha llegase a tomar el control cuando termine esta batalla, sería el comienzo de otra.” Nosotros vemos que las capas avanzadas de la milicia de Misarrata tienen más claridad de cómo actuar en la guerra, que las recetas que les plantea la WIVL, es decir, de comenzar ya tres guerras, al mismo tiempo, lo que terminaría separando a la vanguardia de las masas y llevaría a su aplastamiento por parte del CNT.
¿Por qué se han ofuscado los camaradas, cuando algunos valiosos elementos de la resistencia en el frente de batalla comienzan a seguir en algunos aspectos el programa de la FLTI? La WIVL no puede decir que desde la FLTI no hemos planteado nada, “ningún curso de acción para independizar a la milicia del CNT y poner en pie un partido revolucionario”. Eso no es creíble. Nosotros insistimos, les hemos dicho a los jóvenes y obreros más avanzados de Misarrata que el rol del CNT y la OTAN es que los insurrectos no tomemos Trípoli. Que, por ahora, sostenemos al CNT como Lenin sostenía al gobierno provisional de Kerensky, es decir, como la soga sostiene a un ahorcado, mientras aplastamos a Kornilov- Khadafy. Ello creará las mejores condiciones para aplastar al CNT. Le guste o no le guste a la WIVL, su política no se puede hacer carne en el campo de batalla, porque desorganiza y disuelve la milicia en el medio de la guerra.
Aún desde el punto de vista militar, la política de la WIVL es un crimen político, puesto que atenta contra todas las normas de la guerra, separando a la insurgencia en tres columnas a combatir contra tres enemigos, cuando ésta concentra fuerzas en las ciudades para combatir casa a casa. Por ello, lo que hay que hacer es concentrar todas las fuerzas en un punto para aplastar al enemigo. Esta es la única condición para poder combatir contra los demás agentes de la burguesía.
¡Nosotros saludamos el programa y el curso de acción que está tomando el ala izquierda revolucionaria de las milicias de Misarrata! Ese es el programa de la revolución permanente, que se aleja del ultraizquierdismo liquidacionista y ultimatista de los combates de las masas.

¿Cómo va a decir la WIVL que el centro no dice nada, ni da un curso de acción a los obreros que protagonizan la revolución misma? Esto no es creíble. En todo caso, los camaradas tienen que demostrar porque aún no han llegado ni a Egipto ni a Libia, estando en el mismo continente.
Hace cerca de siete meses los camaradas de la WIVL plantearon una terrible discusión, de por qué la FLTI no llegaba a Francia. Luego, votamos juntos llegar a Inglaterra. Pero hoy, ¿por qué el centro llega desde América a Misarrata y la WIVL, que está en el mismo continente, no lo hace? ¿Por qué había que llegar a Francia, y eso era un problema de vida o muerto donde el centro demostraba un conservadurismo total? Aquella vez el centro le dijo a la WIVL que tenía razón, pero ahora esa ley no rige para ellos, que están cada vez más lejos del combate revolucionario del Norte de África. ¿No denota la política de los camaradas un brutal conservadurismo, basado en el escepticismo en los procesos revolucionarios que recién han comenzado?
El Centro ha llegado y le ha enviado, a cada uno de los luchadores, tanto el programa del centro como el de la WIVL, mientras que en su prensa la WIVL oculta las posiciones de la FLTI, porque no ha publicado ninguna de ellas en el Organizador Obrero Africano.

Para el ultimatismo, la otra cara de la misma moneda que el espontaneísmo, el partido es todo y las masas son nada

El espontaneísmo, que le hace seguidismo a las acciones “espontáneas” de las masas, no ve (u oculta) que estas acciones intentan ser manipuladas por la burguesía y traicionadas por las direcciones traidoras del proletariado.
El espontaneísta niega que sin un partido revolucionario que vea las condiciones internacionales y nacionales de la revolución, las masas, por sí mismas, no las pueden comprender y, por lo tanto, se le obstaculiza el camino a la toma del poder. Mientras, las direcciones contrarrevolucionarias tienen claro un plan y una estrategia para derrotar la revolución.
Pero insistimos, no es menos grave el ultimatismo que quiere resolver todas las contradicciones de las masas y del accionar de sus “fuerzas elementales”, sustituyéndolas por el partido.
Todo el revisionismo liquidó la relación dialéctica entre el partido y las masas. Por ello Trotsky, en el prólogo de La Historia de la Revolución Rusa, plantea que “sólo estudiando los procesos políticos sobre las propias masas se alcanza a comprender el papel de los partidos y los caudillos, que en modo alguno queremos negar. Son un elemento, sino independiente sí muy importante de este proceso. Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero, sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor”. (1932, Tomo I de “La Historia de la Revolución Rusa”, negritas nuestras)
Sin ese vapor, al que Marx en La Comuna de París denominaba como las “fuerzas elementales espontáneas de las masas revolucionarias”, ni se podía soñar con tomar el poder.
Esta posición subjetivista sobre el partido no comprende que “las revoluciones son las locomotoras de la historia”, que “las revoluciones son la fiesta de los oprimidos y explotados”. Lenin afirmaba que “seremos unos felones y traidores a la revolución si no aprovechamos estas energías de las masas en fiesta para avanzar a la toma del poder.”
Esa fiesta que es la revolución puede no tener un partido revolucionario desde sus inicios mismos. Pero la revolución crea las mejores condiciones para ponerlo en pie. Esto decía Trotsky sobre la revolución francesa de 1789: “La gran revolución francesa dio el poder a los jacobinos sólo al cabo de cuatro años. Una de las causas de la lentitud del desarrollo de la revolución francesa residía en que el propio partido jacobino se había constituido en el fuego de los acontecimientos. Son las mismas condiciones que en España: cuando la revolución republicana, el Partido Comunista estaba aún en pañales.” (L. Trotsky, “Kornilov y los stalinistas en España”)

Por ello afirmamos que la cita del Segundo Congreso de la III Internacional que toman los camaradas de la WIVL, no tiene relación alguna con las conclusiones que sacan de ella. Por ello queremos dejar asentado que nosotros ni “nos arrodillamos a la espontaneidad de las masas”, ni “abandonamos el rol de vanguardia que una entidad revolucionaria como la FLTI debería estar jugando”.
Volvemos a repetir la cita de los camaradas: “Una de las condiciones para poner en pie soviets de delegados obreros (como está descrito en el segundo congreso de la III Internacional), en las tesis de cuándo y bajo qué condiciones se deben formar los Soviets de delegados obreros, es “una firme decisión sea tomada por una capa importante de trabajadores y sobre todo por los miembros del Partido Comunista de comenzar una lucha sistemática, coordinada y resuelta por el poder”. (Negritas nuestras)
En esta cita, los camaradas de la WIVL confunden el programa de la III Internacional para la toma del poder con el rol del partido cuando comienza la revolución (que está planteado por Lenin en las Tesis de Abril).
Lo que plantea esa cita es que sin partido revolucionario no se puede tomar el poder, y que la victoria de la revolución proletaria es imposible sin ese partido. La WIVL también lo sostiene, y estamos de acuerdo en que sin partido revolucionario no se puede organizar la insurrección como arte.
Pero lo que la WIVL termina planteando que esa cita significa es que, si el Partido Comunista no llama a poner en pie los soviets, éstos no pueden surgir. Siguiendo esta lógica se podría decir que si el Partido Comunista no llama a la revolución, entonces ninguna revolución podría comenzar.
Los camaradas de la WIVL creen que el pistón y la caldera pueden funcionar sin el vapor, es decir, sin las acciones de las masas, sin las cuales ninguna revolución puede empezar.

Asimismo, si seguimos la lógica de la WIVL, también tendríamos que decir que jamás hubieron soviets ni revoluciones, salvo en octubre de 1917, puesto que incluso las jornadas de febrero de 1917 fueron espontáneas y el partido no las llamó a hacer.
Los soviets surgieron en 1917 casi de forma natural, retomando la experiencia de 1905. Por eso los mencheviques y los SR, e inclusive alas de la burguesía del partido kadete, se anticiparon y se fueron al palacio de Táurida y constituyeron el “Comité Ejecutivo de los Soviets” para manipularlo, antes de que los obreros y campesinos eligieran sus delegados. Esto lo dice Trotsky en “La Historia de la Revolución Rusa” en su capítulo “El Comité Ejecutivo”.

Nosotros invitamos a los camaradas a que apliquen su política bogdanovista en Misarrata y llamen a la milicia a subordinarse a la WIVL. ¿No les parece, camaradas, que esto suena ridículo sin antes ganarnos una autoridad ante las masas, acompañándolas en su propia experiencia, explicándoles a cada paso quiénes son sus amigos y sus enemigos, cuáles son las condiciones de la victoria, a partir de un programa como el que hemos planteado, de que no hay que tener ninguna confianza en el CNT y que peleamos por la expropiación de los capitalistas para ganar la guerra?”
¿Cómo ganar autoridad en Misarrata si ellos no nos ven como los que combatimos a los que estrangulan y traicionan su lucha y por romper su aislamiento? Eso es lo que nos puede dar autoridad. ¿No actuamos así durante una huelga aislada por la burocracia de un sindicato, llamando a que la clase obrera de esa rama y de todo el país en cuestión la haga suya? Si llamamos a una huelga general a todos los sindicatos y organizaciones obreras para apoyar esa lucha, ¿no verán esos obreros, aunque no tengamos uno solo de ellos en nuestras filas, que somos sus más grandes aliados para romper su aislamiento? ¿Esto no ganará su simpatía? ¿No será ese el único camino para ganar obreros en esa huelga?
Los camaradas no dejan de hacer llamados abstractos a poner en pie un partido en medio de una huelga, en lugar de plantear un  curso para que la huelga triunfe, y que así vean que nuestro partido es imprescindible para que los obreros triunfen.
Los camaradas no plantean, para que se vuelva carne el programa marxista en el campo de batalla mismo, ningún camino que no sea un llamado abstracto. Y el motivo, como veremos luego, no es otro que tener una política y un programa nacional, de poner en pie partidos revolucionarios nacionales. ¿Por qué no impulsamos ya desde la FLTI una gran campaña internacional y de frente único para llamar a todas las organizaciones obreras a juntar fondos, alimentos y para que lleguen armas a los que resisten en Misarrata? ¿Por qué no hacer esta campaña sobre todas las organizaciones obreras dirigidas por los reformistas?
La WIVL debe responder a esta propuesta, que chocará abiertamente contra todas las direcciones contrarrevolucionarias del FSM…inclusive contra el SEP que, sin duda, con la excusa de que “allí está la CIA”, se negará rotundamente.

¿De dónde ha surgido el grado de consciencia de sectores avanzados de la milicia, que comienzan a plantear que si el CNT y la OTAN llegasen a tomar el control cuando termine esta batalla, sería el comienzo de otra?
Vamos a seguir citando las declaraciones de los combatientes en Misarrata, para que todos los camaradas lo puedan ver claramente: “Acá estamos (le dicen los revolucionarios conscientes en el frente de batalla a la clase obrera mundial, NdeR). Esperamos mañana estar dentro de todo en forma para poder tomar la guardia… no para defender el terreno que el imperialismo de la OTAN nos han delimitado, ni para servir a sus sucios intereses, sino que para poder seguir dando la discusión, demostrando con acciones mis ideas, para mantenerme codo a codo con ese que si tiene que hacer mil revoluciones después de ésta para echar al capitalismo y sus perros.”
Para nosotros esto merece una ovación de pie. No hay que ofuscarse. El programa marxista comienza a llegar al frente de batalla. Camaradas de la WIVL, los llamamos a que encabecen esta lucha para “echar al capitalismo y sus perros” de toda África, Medio Oriente y a nivel internacional. Ustedes tienen una responsabilidad histórica. No la dejen pasar por su ultimatismo.
Esas posiciones no han caído del cielo en Misarrata. No las llevó ni el NPA ni el SWP, ni los traidores del stalinismo, ni los sirvientes de la burguesía bolivariana. Estos jalones de socialismo son producto de una enorme lucha de la FLTI contra el reformismo, lucha que hay que profundizar, para que alguna vez la bandera de la IV Internacional vuelva a flamear en los puestos más avanzados del combate del proletariado mundial.

Nosotros comprendemos a los camaradas de la WIVL. Años de cerco de la contrarrevolución a los pequeños grupos revolucionarios nos han enceguecido. Nos hacen confundir al bolchevismo con ultraizquierdismo.
Están llegando las condiciones para confluir con las masas. Pero llevamos años de aislamiento. Debemos tener tranquilidad. El proceso recién comienza. Estamos ante un período de revoluciones y contrarrevoluciones que nos dará mil y una oportunidades para poner en pie el partido jacobino de la revolución proletaria, que no será ningún partido “nacional”, sino que será el partido mundial de la revolución, es decir, la IV Internacional.

 

Los soviets y el partido: la incomprensión de los economicistas en procesos revolucionarios
No comprenden las tareas revolucionarias en la lucha económica y en la lucha política de masas

Los soviets tienden a surgir cuando los límites de la lucha económica ya son manifiestos. Los obreros comprenden que, luchando cada uno contra sus respectivos patrones en sus fábricas, no se puede hacer nada si no derrotan a los regímenes y gobiernos de la burguesía y se enfrentan a sus estados. Esto es porque a cada reclamo en la fábrica le sigue una brutal represión, encarcelamiento y asesinato de los dirigentes, o bien, porque el crack capitalista le ha hecho comprender a los obreros que en cada fábrica se les tira a ellos toda la crisis de la economía nacional. Por ello ven que sólo derrotando al poder político se puede conquistar el pan.
Así tienden a surgir organismos de lucha política de las masas. La toma y ocupación de las plazas frente al poder es un método de lucha política de las masas, como también lo son las revueltas, los motines, las barricadas. No hay que hacer fetichismo de ninguno de estos métodos. Hay que organizarlos y centralizarlos.
En estas situaciones, la lucha económica ya agota toda posibilidad de triunfo y la clase obrera entra en lucha política, donde se rompen las barreras de las luchas por profesión, y los padecimientos de las masas sólo se resuelven, insistimos, derrotando el poder del enemigo.
Por ejemplo, ¿alguien cree que las masas palestinas pueden opinar que conquistan el pan sin derrotar al estado sionista? Por eso los explotados combaten con barricadas, piedras y otras veces desarmando a la propia policía palestina para armarse. La toma de plazas y de territorios, de rutas, de comisarías, es una forma de lucha política de masas, como la de barricadas. Allí van todos los que han comprendido que, para tener pan, tienen que terminar con el gobierno y el régimen de la burguesía. Es la lucha económica elevada a lucha política.
Queremos plantear esto puesto que al ultimatismo y al sectarismo le sigue, como el alma al cuerpo, una total incomprensión de la lucha económica y la lucha política de masas.
Es que en períodos de graves crisis económicas o de luchas económicas en medio de dictaduras militares o regímenes bonapartistas donde el régimen no tiene mecanismos de contención o desvíos, el choque contra el estado y su gobierno se vuelve inmediato. La lucha económica  es asfixiada y controlada inmediatamente por los mecanismos contrarrevolucionarios del estado burgués, que impiden inclusive que existan sindicatos o todo organismo que regule la relación de clases. Esto hace que toda lucha económica decidida se transforme de forma inmediata en lucha política contra la soldadesca.
Para el sindicalista-reformista, en la lucha económica de la clase obrera (que al decir de Lenin es la escuela de la guerra) sólo hay un método de lucha: la huelga de brazos caídos. ¿Y la toma de fábrica? ¿Y la toma de fábrica con rehenes? ¿La coordinación de los que están luchando para conquistar el mismo reclamo? ¿Y la puesta en pie de comités de fábrica y comités de desocupados? ¿Y el combate de barricadas y las luchas en las calles?… ¿No son estas distintas formas también que adquiere la lucha económica?
¿Y por qué distintas variantes de estos métodos de lucha no se pueden elevar, conquistando nuevos métodos, como la toma de comisarías, la división del ejército, la unidad de todas las masas en lucha en las calles por encima de todas las diferencias de profesiones u oficios?
¿Por qué denostar, entonces, los distintos métodos de lucha política que hoy vemos en el Norte de África y Medio Oriente que, a pesar y en contra de las direcciones traidoras, las masas imponen?
Cuando esto sucede, se dan, por ejemplo, huelgas políticas revolucionarias. Nadie opina que con ellas se consigue tal o cual aumento parcial. Su objetivo es golpear al gobierno y al régimen para derrotarlo y conseguir el pan, el aumento de salario, el trabajo, etc. Esa fue la huelga general revolucionaria de Egipto en el 2008, que abrió el período revolucionario de guerra civil que llega hasta hoy día, que tuvo fases de semiinsurrecciones, como cuando las masas tomaban la plaza de El Cairo.

Insistimos, el carácter político de las huelgas generales se da cuando el objetivo de éstas es derrotar al gobierno para conseguir el pan y la más mínima demanda. Los paros de brazos caídos persiguen el objetivo de presionar al gobierno y a los patrones para conseguir tal o cual demanda. Justamente el rol de las direcciones traidoras en Europa el año 2010 fue liquidar el carácter revolucionario de las huelgas políticas que estaban planteadas para derrotar a Sarkozy, Papandreau, el Rey de España, etc. Las transformaron en luchas económicas de presión para que el estado morigerara el ataque del capital financiero.
Ese es el carácter de la lucha política de masas de la Plaza de los Indignados en España, que se extiende a toda Europa. En lucha política de masas, tienen que cambiar las condiciones. Las masas no soportan más al régimen existente tal cual es. Opinan que ya no se le puede sacar nada, que es necesario un cambio político. No tienen definido aún cual sería, pero no soportan la situación actual. Esta lucha política, tarde o temprano, empalmará con la necesidad de una huelgan general política, como ya sucede en Grecia. Y, más allá del pacifismo de sus dirigentes, el carácter del movimiento se enfrentará en choques abiertos con la soldadesca y con progroms contrarrevolucionarios, como sucediera en 1905 con los obreros de San Petersburgo que peticionaban pan al “padrecito Zar”.

Estas luchas de hoy, en Grecia, ya llevan a enfrentamientos directos con el gobierno de Papandreau, cercando el parlamento, y son totalmente distintas al carácter economicista y de huelgas de presión que las direcciones traidoras le intentaban dar a las huelgas generales anteriores, peticionando al parlamento en Grecia o, como sucedía en España, exigiendo la “rectificación” del ajuste.
Cuando sectores de clase obrera y la juventud toman plazas y plantean abajo Mubarak, Ben Alí, Khadafy, está indicando que las masas están entrando en una fase superior de lucha revolucionaria. Porque las aproxima, sin tener un libro del marxismo bajo el brazo, a comprender que el enemigo que tienen que derrotar para comer es el gobierno burgués. Ello aproxima a las masas a “demoler la maquinaria estatal existente”. Toda lucha política de masas que lleva a ese objetivo, y las distintas formas que esta adquiere, significan un salto fenomenal en la lucha de masas.
Así comienza la lucha política de masas y la revolución misma, tomando plazas, en combate contra la soldadesca, tomando comisarías para armarse. Aquí y allá se frena su desarrollo por el accionar de las direcciones traidoras. Su desarrollo se vuelve laberíntico. Es desviada por el frente popular. Sus ritmos se lentifican. Suceden derrotas parciales.
Allí donde las masas descalabran a los regímenes, derrocando a los gobiernos, donde el estado queda totalmente debilitado, los intentos parlamentarios burgueses son una forma de mantener al régimen y fortalecer las instituciones que han quedado desmanteladas. Lenin planteaba, junto a Trotsky, que el imperialismo busca a los gobiernos más bonapartistas que puedan tener. Esto es lo que salta por los aires con los acontecimientos revolucionarios que hay en curso.
Así lo entiende perfectamente la burguesía. Por eso intenta aplastar a las masas en Siria, con su casta de oficiales contrarrevolucionarios. Está aterrorizada ante la posibilidad de que las “descontroladas bandas de caudillos” (como ellos llaman a las milicias), puedan llegar hasta Trípoli y derrotar a Khadafy.

Los organismos que tienden a surgir en estos procesos de lucha política (sobre esto hay un manual en el marxismo) son los organismos de tipo soviético. Los sindicatos en épocas de paz y lucha económica organizan a la clase obrera por profesión, por rama de la industria, para luchar por el valor de la fuerza de trabajo. De eso se trata la lucha económica en épocas de paz social.
La lucha política consiste en que se rompan las barreras de la lucha por profesiones. Por eso tienden a surgir organismos de autodeterminación de las masas (soviets), para unir a los que luchan para derrotar a los gobiernos y regímenes en las calles. El rol de las direcciones reformistas es impedir que estos organismos se centralicen, se coordinen y se armen. Es que saben, y todos lo aprendieron muy bien de la revolución rusa de 1917, que si estos organismos surgen y se centralizan emerge un doble poder, y no puede haber dos poderes dentro de un mismo estado.
Cuando llega a esta fase el proceso revolucionario SE ESTABLECE UN RÉGIMEN DE DOBLE PODER: EL DE LA BURGUESÍA Y EL DE LOS EXPLOTADOS. DIRIJA QUIEN DIRIJA A LOS ORGANISMOS DE LAS MASAS, MIENTRAS NO SEAN DESTRUIDOS DESDE ADENTRO, ÉSTOS SON INCOMPATIBLES CON EL PODER DE LA BURGUESÍA. ÉSTA LOS DEBE DESTRUIR PORQUE SABE QUE EN EL PODER DE LOS EXPLOTADOS ESTÁ EL EMBRIÓN DE SU DESTRUCCIÓN.
A estos organismos entran todas las masas en lucha. En los soviets de febrero estaban los soviets de obreros, de campesinos, de consumidores, los comités barriales, los sindicatos, etc. Justamente la política revolucionaria hacia los sindicatos en momentos de revolución es que éstos entren al soviet. Por eso se necesita una dirección revolucionaria de los mismos.
Entraron los soldados al soviet, cuya mayoría eran campesinos. Tanta autoridad tenían los soviets, según decía Trotsky, porque allí se encontraban todas las masas en lucha. Inclusive muchas veces iba la burguesía para dirimir pleitos judiciales, puesto que el soviet también impartía justicia.
La debilidad de estos soviets no era que entraban a él todas las clases oprimidas junto al proletariado, sino que era la traición de las direcciones que estos tenían.
Los reformistas saben muy bien que en organismos de las masas autodeterminadas y centralizadas, en un corto período de tiempo, con el método de la democracia directa, con las masas poniendo y sacando dirigentes permanentemente, un pequeño grupo puede lograr influencia de masas.
No hay que hacer ningún fetichismo soviético. Los soviets son los organismos que se dan las masas para su lucha política.
Quienes no entienden esto, no entienden nada de los soviets. Es más, cuando estos surgen y no les gusta como se llaman, les quieren cambiar el nombre. Quieren que estén solamente los obreros, como en los sindicatos. Por eso un fetichista soviético no es más que un sindicalista con 40 grados de fiebre.
¿Para qué van a entrar las clases medias arruinadas a un sindicato, en épocas de paz, si no tienen los mismos intereses que los obreros en la lucha económica salarial?
Los sindicalistas elevan este pensamiento a los periodos revolucionarios. Tienen una visión sindicalista de los soviets, de obreros solos, y no ven que los soviets organizan a todas las masas que entran en el torrente de la lucha política, y que solo subsisten derrotando al poder político de la burguesía.
Este es el punto fuerte de la revolución cuando empieza, que carcome el poder del estado de los explotadores. El punto fuerte es que entran al combate, como decía Lenin en sus  “Tesis de Abril”, millones de ciudadanos corrientes (¡Qué horror!, Lenin habla de “ciudadanos”)
Justamente el punto débil es el atraso político, las ilusiones de las grandes masas que despiertan a la vida política, de las clases medias arruinadas, que imbuyen al proletariado de todos sus prejuicios y su tendencia a la colaboración de clases. Pero, insistimos, lo que impide que el proletariado dirija al soviet y la lucha política de masas es que su dirección (inclusive los sindicalistas) le impide romper con la burguesía y demostrar que la clase obrera es la única que tiene la solución a la ruina de todas las clases oprimidas en la sociedad burguesa. Es que ella misma, como clase, debe comprender que en sus manos está la solución de la crisis, y esto solamente puede lograrlo con un partido revolucionario al frente, que derrote a las direcciones traidoras.

A los camaradas de la WIVL no les gustan los soviets como son cuando surgen. Ellos quieren un soviet ya maduro dirigido por un partido revolucionario. Dan por terminado el problema cuando éste recién empieza. No distinguen a un bebe o a un niño, de un adulto, y no entienden que hay que apostar a su desarrollo, cuestión que los reformistas no quieren. No les gustan si los soviets se llaman “comités populares”. Tienen que llamarse “soviets”, es decir, poniéndole el nombre ruso a los consejos obreros. Los definen por la forma y no por el contenido.
A partir de nuestro estudio de la correspondencia de la WIVL, nosotros vemos que los camaradas sostienen un fetichismo soviético. Seguramente los camaradas no comprenden que al soviet de 1905 “no lo llamó a hacer el partido bolchevique”, sino… ¡el Zar!, con el objetivo de descomprimir la crisis política de Rusia después de la derrota en la guerra con Japón, llamando a elegir delegados por fábrica para la curia obrera… ¡del Zar!
Los soviets de 1905 fueron dirigidos en sus inicios por el cura Gapón, por la iglesia ortodoxa, que controlaba a los obreros en la Curia Obrera del Zar. Insistimos, éste llamó a elecciones de delegados obreros por fábrica para esa curia obrera del Zar.
El cura Gapón, con crucifijos y monaguillos, encabezaba la marcha de los hambrientos de San Petersburgo en 1905. Fue el “Domingo Sangriento” lo que provocó una fenomenal insurrección de masas que barrió con los crucifijos, curas y monaguillos, y llevó a motines de la marina que aceleraron el surgimiento del soviet independiente del Zar.
Las condiciones objetivas, de padecimientos inauditos y una autocracia carcomida por dentro por la derrota en la guerra ruso-japonesa, primaron por sobre los intentos de sectores de la autocracia, de los príncipes y de la burguesía de utilizar a las masas para sus maniobras y disputas de poder en las cortes zaristas.
Esa es la visión de Lenin sobre el balance de 1905, expresada en su Conferencia a los estudiantes suizos de febrero de 1917.

Las posiciones que ha sostenido la WIVL en sus cartas expresan un fetichismo soviético. Los últimos años, en los distintos procesos revolucionarios que vivimos (Argentina, Bolivia, Palestina, Guadalupe, etc.) ha habido una tendencia a iniciar un proceso de autoorganización, mientras las direcciones reformistas trataron por todos los medios de abortarlo. Con la posición que dice que sin partido revolucionario no puede haber soviets, se liquida la experiencia de las masas en centenares de revoluciones en todo el planeta.
¿Hace falta que planteemos los mil y un intentos de la clase obrera durante más de 80 años, en todos los procesos revolucionarios, por poner en pie sus organismos para la insurrección, que han sido destruidos, pisoteados, disueltos y entregados mil veces por las direcciones traidoras?
¿Cómo pueden los camaradas enceguecerse tanto con semejante política ultimatista y cambiar una cita que se refiere al triunfo de la insurrección como arte (que no se puede hacer sin partido revolucionario) para plantear que una de las condiciones para poner en pie los soviets es “una firme decisión del Partido Comunista para hacerlos”? Salvo que crean que los soviets de Portugal de 1975, de Vietnam, de España de los ’30, de Francia de 1936, de Checoslovaquia y Hungría, de Bolivia, de Chile, de Argentina, de Francia en el 68-74, etc.… fueron llamados por algún “Partido Comunista”.

La WIVL en su carta del 7/5/2011 transcribe citas del “¿Qué Hacer?” como una letanía, sin tomar en cuenta que el mismo Lenin corrigió su trabajo, a partir de las lecciones de 1905 expresadas en el balance del Congreso Internacional de Stuttgart de 1907. Allí planteaba que la barra de mimbre en el debate contra los economicistas se había arqueado demasiado cuando planteó que la clase obrera no podía tener más que una consciencia tradeunionista. Con la vida, con la revolución misma, el bolchevismo se corregía y comprendía al sujeto social de la revolución socialista, a su clase.
En el soviet de 1905 el proletariado demostró que era capaz de superar su consciencia tradeunionista. Puso en pie “organismos tipo Comuna”, como los llamó Lenin, para la toma del poder, como lo fue el soviet, a pesar y en contra de Bogdanov demás ultimatistas.
A los soviets, para la toma del poder, sólo los podía dirigir un partido revolucionario. Pero para ponerlos de pie, así como para iniciar la revolución, las masas no suelen esperar a que haya partidos revolucionarios con influencia de masas. Es que éstos no pueden surgir como tales si no se desarrolla la revolución, salvo como embriones del mismo en los períodos previos. A no ser que creamos que podemos hacer partidos de masas, como la socialdemocracia, en épocas de paz, lo que constituye una verdadera utopía reaccionaria.

El partido de Lenin fue el que más tarde llegó a los soviets, pero el que mejor los comprendió. El partido bolchevique fue el que más se desarrolló y maduró con el proceso de la revolución del ´05, porque fue el que sacó las verdaderas lecciones revolucionarias para preparar la próxima revolución de 1917.
¿Y cuáles fueron estas lecciones? Para los mencheviques fueron que los obreros habían ido muy lejos en su lucha, en su armamento, es decir, que habían ido muy rápido. Pero para Lenin y los bolcheviques fueron lo opuesto: se había avanzado muy poco, se habían matado pocos burgueses y terratenientes, se habían quemado pocos edificios con burgueses y el Zar adentro por parte de las masas explotadas, el proletariado no había lo suficientemente lejos en armarse de forma generalizada y en llevar la llama de la revolución de la ciudad al campo.
Esta fue la lección del bolchevismo, opuesta a la lección del menchevismo. El bolchevismo no se forjó despreciando o declarando impotentes la espontaneidad y la ofensiva de las “fuerzas elementales” del accionar de las masas. En ellas veía lo “embrionario de lo consciente”, un punto de partida decisivo para que el partido revolucionario las dirija a una insurrección victoriosa. Pero para ello, antes, durante y después del inicio de la revolución, la clave del bolchevismo es derrotar a las direcciones traidoras del proletariado, y demostrarle a éste quiénes son sus aliados y quiénes son sus enemigos. El bolchevismo jamás negó la necesidad del “vapor” como condición para que funcione “la caldera y el pistón”.

 

Una revisión antojadiza de las lecciones de La Comuna de París

Los camaradas de la WIVL han escrito sus últimos documentos usando las lecciones de la Comuna de París. Sobre esto plantean: “Es más, esto es lo que dice Trotsky sobre la Guardia Nacional: “refleja no sólo los puntos fuertes, sino también los puntos débiles de las masas y refleja al comienzo los puntos débiles aun más que los fuertes; manifiesta el espíritu de indecisión, de estar expectante, la tendencia a estar inactivo después de los primeros éxitos”.
¿No es esto exactamente lo que pasó en Libia, después de que las masas conquistaron Bengasi y aplastaron el aparato estatal, no se impuso la duda y la indecisión? El centro ignora completamente esta tendencia dentro de las milicias. ¿Dónde está la evidencia de que la milicia está incluso peleando por la expropiación del imperialismo? La Guardia Nacional en la Comuna de Paris ni siquiera tomó los bancos, a pesar de su democratismo. ¿Por qué sería distinto ahora, cuando la milicia está combatiendo contra el régimen en Libia?” Y más adelante completan: “Esto es lo que dice Marx sobre la pequeño burguesía:las clases intermedias son intrínsecamente conservadoras, reaccionarias en su posición, tratando de detener la rueda de la historia; solo son o se hacen “revolucionarias” cuando se ven cara a cara ante su inminente traslado a las filas del proletariado(*la fuente de la cita debe ser chequeada” (Negritas nuestras). Vaya novedad que la pequeñoburguesía oscile entre la burguesía y el proletariado. El problema para los revolucionarios es cómo el proletariado se gana a la pequeñoburguesía arruinada para la toma del poder, cómo la acaudilla y se saca de encima a la ideología pequeñoburguesa.

Las citas que dan los camaradas de la WIVL de la Comuna de París en su carta del 5/5/2011, y que luego desarrollan en la declaración del 31/5/2011, no tienen absolutamente nada que ver con la conclusión que sacan de las mismas. Toda la política de Marx y las lecciones de Lenin de La Comuna de París, consiste en que las masas no fueron hasta el final, que tuvieron poca espontaneidad, que fueron demasiado bonachonas, que no aplastaron a la casta de oficiales de la Guardia Nacional a tiempo. Y esto no fue culpa de las masas, ni de la pequeñoburguesía ni de los pequeños campesinos arruinados, sino de su dirección.
La WIVL plantea que la culpa de que no triunfara la Comuna es de “la alianza con la pequeñoburguesía”. Pero para Lenin y para Trotsky, los límites de la Comuna de París, sus dudas, su carácter bonachón, el no haber marchado a Versalles a aplastar a la burguesía, no estuvieron dados por el peso del campesinado pobre y su alianza revolucionaria con el proletariado. Estuvieron dados por las direcciones de los diputados “socialistas”, de los políticos charlatanes democrático-liberales y, esencialmente, por el reformismo utópico de proudhoneanos y anarquistas, que llamaban a tomar el poder como una Comuna, sin centralizar el combate para aplastar a la burguesía en Versalles.
La WIVL culpa a las clases medias y al campesinado de la derrota de La Comuna de París.

Justamente el punto fuerte de La Comuna era la alianza de los obreros y campesinos pobres, que planteaba la total liquidación de la casta de oficiales de la Guardia Nacional.
Los puntos débiles de las masas, “el espíritu de indecisión, el estar expectante, inactivo” no fueron culpa de la Comuna ni de las masas que combatieron heroicamente.  Insistimos, ¡La culpa no fue de las masas! Por ello Trotsky, en el mismo texto que cita la WIVL, plantea lo que los camaradas ocultan en citas fragmentadas y unilaterales sobre las lecciones de La Comuna de París: el poder cayó en manos de los charlatanes democráticos, los diputados de París. El proletariado parisino no tenía ni un partido ni jefes a los que hubiera estado estrechamente vinculado por anteriores luchas. Los patriotas pequeño burgueses, que se creían socialistas y buscaban el apoyo de los obreros, carecían por completo de confianza en ellos. No hacían más que socavar la confianza del proletariado en sí mismo, buscando continuamente abogados célebres, periodistas, diputados, cuyo único bagaje consistía en una docena de frases vagamente revolucionarias, para confiarles la dirección del movimiento.”
Insistimos, la WIVL se lamenta de la alianza obrera y campesina, cuando ese elemento es el que le da fuerza a todo proceso revolucionario. Fue esa alianza la que permitió romper al ejército y a la Guardia Nacional burguesa en París, cuya mayoría era campesina. La WIVL opina que la influencia pequeñoburguesa sobre el proletariado deviene de su alianza con las clases medias arruinadas. Pero no ve que la tragedia del proletariado es que le da el poder a los “charlatanes democráticos”, a los “diputados de París”, a los “patriotas pequeñoburgueses que se creían socialistas”.
Ningún marxista serio puede plantear que la inmadurez de la Comuna estuvo dada por la alianza de clases que la conquistó. Todo lo contrario, los límites de La Comuna estuvieron dados por el carácter limitado, bonachón y democrático pequeño burgués que le impusieron sus dirigentes. Por ello, la conclusión de Marx fue que faltó un partido revolucionario que derrotara a las direcciones reformistas de la clase obrera.
Jamás Marx planteó que si no había ningún partido revolucionario que la llamara y la dirigiera, no había que plantear “todo el poder a la Comuna”, ni llamar a que ésta aplastara a la casta de oficiales de la Guardia Nacional en Versalles y tomara el poder en toda Francia. Esa era la política de Marx y las lecciones del bolchevismo de La Comuna, que también fueron aplicadas de febrero a octubre en Rusia.

Imaginemos a la WIVL en la Comuna de París diciendo que no había que capitularle a la Comuna, exigiéndole a esta que avance a Versalles, que había que romper la Comuna, puesto que, como no tenía partido revolucionario, la pequeñoburguesía arrastraba al proletariado. Había que hacer solamente una Comuna con obreros, sin alianza con los campesinos, eso sí, con los soldados.

Insistimos, la culpa no era de La Comuna (es decir, la milicia, los comités de soldados, la alianza de clases que la conquistó, etc.) sino de la dirección.
Pero la WIVL se ofusca con La Comuna. Hoy en el Norte de África y Medio Oriente se enojan con las debilidades de la milicia y de los comités de soldados, con los límites del proletariado y su alianza con la pequeñoburguesía arruinada en toda la región. ¿Y el poder que cae en manos de los “charlatanes democráticos”, los diputados del NPA francés, los “socialistas” de Egipto, la burocracia de los sindicatos, los “diputados charlatanes” del Frente 14 de enero en Túnez? ¿Y el cerco que las direcciones del FSM le imponen a esos procesos revolucionarios desde Europa? ¿Acaso no es ese el gran límite de las revoluciones que han comenzado en el Norte de África y Medio Oriente?
¿Por qué la WIVL no denuncia, en ninguna de sus cartas y declaraciones, a las direcciones traidoras que estrangulan la lucha revolucionaria en todo el mundo, y en el Norte de África, Medio Oriente y Europa de forma particular?
¿Y el NPA? ¿Acaso el Foro Social Mundial no hizo una cumbre en Dakar? ¿No viajó a Túnez? ¿No fue a Egipto el SWP inglés? ¿Los traidores de la burocracia y aristocracia obrera de los sindicatos europeos no estrangularon la lucha de los inmigrantes y la separaron de la lucha del proletariado europeo?
Díganlo con claridad. Tienen que retroceder en este punto. La WIVL, con su balance de La Comuna, le está lavando la ropa a los verdaderos traidores de la revolución.
La WIVL termina planteando que sin partido revolucionario no se puede ni siquiera comenzar una revolución. Sin embargo, guarda un absoluto silencio sobre las direcciones contrarrevolucionarias que tienen las masas, que las que impiden que éstas se desarrollen y las llevan a desvíos, callejones sin salida, aislándolas y cercándolas, como sucediera con los procesos revolucionarios que comenzaron desde el 2007, como Grecia, Madagascar, Guadalupe, etc.
“El Comité de la Guardia Nacional merece ser dirigido” dice la WIVL. Es correcto, pero porque estaba dirigido por los “charlatanes democráticos”, los proudhoneanos y socialistas reformistas, que impedían a toda costa que las masas revolucionarias avanzaran a aplastar Versalles.
La WIVL nos quiere hacer creer que la Guardia Nacional y la Comuna no tuvieron ninguna dirección y las masas estuvieron solas equivocándose. Esto es una revisión escandalosa de las lecciones de la Comuna de París.
Trotsky planteaba: “La comparación del 18 de marzo de 1871 con el 7 de noviembre de 1917 es muy instructiva. En París se sufrió una absoluta falta de iniciativa para la acción por parte de los círculos dirigentes revolucionarios. El proletariado, armado por el gobierno burgués, era de hecho dueño de la ciudad y disponía de todos los medios materiales del poder –camiones y fusiles-, pero no se dio cuenta de ello. La burguesía hizo una tentativa para arrebatarle al gigante sus armas. El gobierno huyó aterrado desde París a Versalles. El campo estaba libre, pero el proletariado no se dio cuenta de que era el amo de París más que al día siguiente. LOS ‘JEFES’ IBAN A REMOLQUE DE LOS ACONTECIMIENTOS, TOMABAN NOTA DE ELLOS CUANDO YA SE HABÍAN PRODUCIDO. Y HACÍAN TODO LO POSIBLE PARA EMBOTAR SU FILO REVOLUCIONARIO”. (Negritas y mayúsculas nuestras)
Es decir, estos “jefes” estaban al frente de la Guardia Nacional y de la Comuna. A ellos había que derrotar con un partido revolucionario para que las masas de París aplastasen Versalles.
¿Qué diría Marx de la WIVL si ésta ocultara las traiciones a la Comuna de París de los lasalleanos, proudhoneanos y anarquistas? ¿Cómo hubiera titulado su silencio, que termina siendo encubridor?
El problema no eran las masas que, por su cuenta, no podían tener, como afirmaba Trotsky, “una visión de conjunto del campo de batalla” y “una comprensión histórica del combate del proletariado contra los explotadores, que sólo un partido revolucionarios puede concentrar y sintetizar”. Sólo con la ayuda del partido, que se apoya en toda su historia pasada, que prevé teóricamente los acontecimientos, pueden las masas superar sus errores e indecisiones y, sobre todo, aprender cómo actúan las direcciones traidoras en la revolución misma, porque son ellas las que las traicionan.
La esencia de las lecciones de La Comuna de París sacadas por Trotsky, Lenin y Marx -y que la WIVL oculta bajo siete llaves- es que sus límites estuvieron, de forma absoluta, en manos de sus dirigentes.
La WIVL, de esta forma, le termina lavando la ropa al Foro Social Mundial y su rol contrarrevolucionario en los acontecimientos de Libia, todo el Norte de África, Medio Oriente y Europa.

Los camaradas de la WIVL no han leído a fondo las lecciones de la Comuna de París, o bien, si lo hicieron, no las han comprendido bien. Marx, en septiembre de 1870, planteó que el proletariado parisino no debía levantarse. Vamos a explicar esta situación. Porque la WIVL está cayendo en un nacionalismo tan grande que no comprende nada de la Comuna de París. Ni siquiera se han puesto a pensar que había una guerra francoprusiana. París estaba rodeada de tropas prusianas (¿Sabían esto?).
Marx planteaba que si los obreros se levantaban en ese momento serían aplastados. Las tropas francesas de Luis Bonaparte se rendían en Sedan ante Prusia. Caía el Segundo Imperio y se proclamaba en París la República, con los mismos burgueses que habían aplastado a sangre y fuego a los obreros en 1848.
Nos disculparán los compañeros de la FLTI, pero nadie puede bastardear a su gusto las lecciones del combate del proletariado internacional para justificar sus posiciones hoy. No hace falta. No vamos a permitir ningún tipo de revisionismo en este punto.

Marx y Engels emitieron un manifiesto, a nombre de la Primera Internacional, sobre la guerra franco-prusiana el 9 de septiembre de 1870. Éste planteaba lo siguiente: “cualquier intento de derribar al nuevo gobierno, con el enemigo llamando casi a las puertas de París, sería una locura desesperada. Los obreros deben cumplir su deber de ciudadanos pero, al mismo tiempo, no deben dejarse llevar por los recuerdos nacionales de 1792, como los campesinos franceses se dejaron engañar por los recuerdos nacionales de el primer imperio (primero los utilizó la burguesía en su revolución y luego los aplastó) (…) Los obreros deben aprovechar resueltamente las oportunidades que le brinda la libertad republicana para trabajar más a fondo en la organización de su propia clase.”
Eso es lo que aconsejaban Marx y Engels, a pesar de que no tenían ni un solo militante en la Comuna de París.
El 18 de marzo de 1871 el heroico proletariado parisino se insurreccionó. Ni Marx ni Engels se largaron a llorar diciendo que “no hay partido” o que “las masas se equivocaron”. Sólo criticaban que debían ser menos bonachonas.
El 12 de abril de 1871 en su carta a Kugelmann, Marx planteaba: “qué flexibilidad, qué iniciativa histórica, qué capacidad de sacrificio tienen estos parisienes. Después de 6 meses de hambre y ruina, originada más bien por la traición interior que por el enemigo exterior, se rebelan bajo las bayonetas prusianas, ¡cómo si no hubiera guerra entre Francia y Alemania, como si el enemigo no se hallara a las puertas de París! ¡La historia no conocía hasta ahora semejante ejemplo de heroísmo! Si son vencidos, la culpa será exclusivamente de su buen corazón.(Negritas nuestras)
Lenin, lejos de llorar por “la espontaneidad de las masas en La Comuna”, veía en ella las condiciones para poner en pie un partido revolucionario en la revolución misma.
Junto con Trotsky y sus lecciones, Lenin no culpaba a las masas de su heroísmo y sus fracasos. Esta era la posición de Plejanov, de Struve y de Parvus, quienes culpaban a las masas por “haber ido muy lejos sin dirección”. Éstos planteaban que “en 1905 no se debería haber empuñado las armas en Moscú, puesto que no habían fuerzas y el proletariado sería aplastado”.
De tanto denostar a las masas, y no a sus direcciones, nuestros camaradas de la WIVL no se dan cuenta que están cayendo en la típica posición plejanovista, de Struve y demás “marxistas legales” que culpaban al proletariado por haber ido demasiado lejos sin dirección.
Lenin afirmaba, en El Estado y la Revolución, que “Marx saludó la revolución proletaria con el más grande entusiasmo, a pesar de todos los malos augurios Marx no se aferró a la condena pedantesca de un movimiento extemporáneo como el del muy tristemente célebre Plejanov, que en noviembre de 1905 había escrito, alentando la lucha de los obreros y campesinos y que después de diciembre de 1905 se puso a gritar como un liberal cualquiera que ‘¡no se debería haber empuñado las armas!’”

Según la lógica de la WIVL, Marx y Lenin entonces serían espontaneístas. La WIVL diría que ellos le “capitulan a la milicia”, es decir, a la Comuna de París, porque ¿cómo podían llamar entonces a que esa heroica lucha tomara el poder, si aún no había un partido revolucionario?
Entonces Marx y Lenin serían “capituladores a la Comuna”, al igual que el centro le “capitula a la milicia”. Cuando las acciones de masas comienzan, los revolucionarios somos sus más grandes defensores e impulsores a nivel internacional. Porque cuanto más lejos llegue la movilización revolucionaria de las masas en su país y a nivel internacional, más cerca estaremos los revolucionarios de llegar a las masas.

Sin duda, hay muchos malos augurios en los procesos revolucionarios que han comenzado. Pero no seremos los trotskistas quienes lloremos por ello. Claro está que hace falta un partido revolucionario. Pero, gracias al heroísmo de las masas, sobran condiciones para ponerlo en pie. Pero esto es a condición de “dejar de llorar por las debilidades de las masas” y empezar a enfrentar, un poco más, a las direcciones que traicionan su combate.

Lenin continúa planteando: “Marx por el contrario no se contentó con entusiasmarse ante el heroísmo de los comuneros que, según sus palabras, ‘asaltaban el cielo’. Marx veía en aquel movimiento revolucionario de masas, aunque no llegó a alcanzar sus objetivos, una experiencia histórica de grandiosa importancia, un cierto paso delante de la revolución proletaria mundial, un paso práctico más importante que cientos de programas y de raciocinios. Analizar esta experiencia, sacar de ella las enseñanzas tácticas, revisar a la luz de ella su teoría: he aquí como concebía Marx su misión.”
“La única corrección que Marx consideró necesaria introducir en el Manifiesto Comunista se la sugirió la experiencia revolucionaria de los comuneros de París.”
“El último prefacio a la nueva edición alemana de El Manifiesto Comunista, suscripto por sus dos autores, lleva fecha 24 de junio de 1872. En este prefacio, los autores, Carlos Marx y Federico Engels, dicen que el programa del Manifiesto Comunista ha quedado ‘ahora anticuado en ciertos puntos’, ‘La Comuna ha demostrado, sobre todo –continúan- que la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente, y ponerla en marcha para sus propios fines.’” (Ídem, negritas nuestras)

Insistimos, la clave de las lecciones de Marx, Lenin y Trotsky sobre la Comuna de París consistieron en definir que faltaba un partido revolucionario que viera de conjunto la situación de la revolución, comenzando por las condiciones internacionales (la guerra franco-prusiana, huida de la burguesía a Versalles cuando es desarmada la Guardia Nacional en París). Estas limitaciones de La Comuna no eran responsabilidad de las masas, sino de los charlatanes socialistas, de los diputados pequeño burgueses, de los proudhoneanos y de los anarquistas.

 

Crisis de dirección revolucionaria: ¿ausencia de un partido revolucionario o sobreabundancia de direcciones traidoras?
El sectarismo y el oportunismo revisan el Programa de Transición
 
La WIVL ha revisado el Programa de Transición en sus bases fundamentales en lo que respecta también a la crisis de dirección revolucionaria. Le cambia el contenido.
Ya afirmamos que la WIVL revisa las lecciones de la Comuna de París y del bolchevismo para ir a una política tipo Parvus y Plejánov.
¿Por qué? Porque opinan que el problema es que las masas van muy lejos en su ofensiva revolucionaria y por eso “se equivocan”, por eso “son dubitativas”… “van muy lejos sin dirección”. No le piden permiso al partido para hacer soviets, para armarse y dividir el ejército.
Plantean que apoyarse en esa acción independiente de masas es “cederle a su espontaneidad”, a “masas que avanzan a procesos revolucionarios sin esperar las órdenes del partido”. Pero estas lecciones van en un sentido opuesto a las del bolchevismo, como ya lo demostramos.

La WIVL reniega de la lucha contra las direcciones traidoras y se adapta peligrosamente al Foro Social Mundial. No hay documento ni declaración (por lo menos desde marzo a la fecha) ni mucho menos una política sistemática, donde plantee que hay que hacer un partido revolucionario sobre la base de la derrota de todas las direcciones traidoras que las masas tienen a su frente. Por esta vía, niegan la crisis de dirección revolucionaria, tal cual hace el oportunismo en el marxismo.
Los camaradas han subvertido la tesis de crisis de dirección de nuestro programa. Vacían su contenido. “Falta un partido revolucionario”, afirman. Entonces “la culpa de todos los males la tienen las masas, que no tienen un partido revolucionario”, y también el centro que “las apoya en su espontaneidad”.
Pero esa no es la tesis del Programa de Transición. Esa es la visión y el programa de todos los liquidadores y revisionistas del trotskismo que destruyeron la IV Internacional desde Inglaterra. Todo aquel que conozca la trayectoria del WRP, de “The Militant” y todas las sectas del trotskismo inglés (una más capituladora que la otra), sabrá que escondían su oportunismo lavándose la ropa de trotskistas internacionalistas, planteando para todos los países del mundo que “la revolución fracasaba por la falta de un partido revolucionario”.
Pero donde había partidos de la “IV Internacional” traicionando o capitulando, guardaban un silencio absoluto.
Por el contrario, nosotros afirmamos que: LA CRISIS DE DIRECCIÓN ES LA SOBREABUNDANCIA DE DIRECCIONES TRAIDORAS ALTAMENTE CENTRALIZADAS A NIVEL INTERNACIONAL. EL QUE PROCLAMA QUE SE PUEDE CONSTRUIR UN PARTIDO REVOLUCIONARIO EN CADA REVOLUCIÓN, SIN DERROTAR A LAS DIRECCIONES TRAIDORAS, SE TRANSFORMA EN UN LIQUIDACIONISTA DE LA LUCHA POR PONER EN PIE PARTIDOS REVOLUCIONARIOS INSURRECCIONALISTAS.

Nosotros opinamos que las posiciones de la WIVL, que culpa a las masas de las debilidades de sus combates y no a las direcciones traidoras, denotan fuertes rasgos sectarios. En su capítulo “contra el sectarismo”, el Programa de Transición afirma que el sectario vive ofuscado con la realidad porque ésta no es como él quiere que sea. Es un oportunista que se teme a sí mismo. Propone volverle la espalda a los viejos sindicatos, a los soviets dirigidos por las direcciones traidoras. Propone darle la espalda a las organizaciones presoviéticas y de lucha política de masas en sus inicios, porque no les gustan como son. ¡Como si a las masas les fuera posible, de alguna manera, vivir fuera de las condiciones de la lucha de clases real! Los sectarios permanecen indiferentes a la lucha interna de las organizaciones reformistas. ¡Como si fuera posible ganarse a las masas sin intervenir en su combate cotidiano!
Este capítulo “contra el sectarismo” ha sido escrito por Trotsky y los fundadores de la IV Internacional, como una radiografía del lamentable curso autoproclamatorio y sectario que está tomando la WIVL.
La WIVL plantea, de hecho, al igual que el stalinismo en Alemania en los ’30 en su período “ultraizquierdista”, que “fascismo y democracia son lo mismo”, es decir, que “Khadafy es igual al CNT”.
Como ya planteamos, dice que hay que enviar brigadas para pelear contra “las agencias del imperialismo del CNT y de Khadafy” Esta es la misma política del stalinismo en el “tercer período”, cuando llamaba a enfrentar de igual forma y en el mismo momento al fascismo y a la socialdemocracia. Este es el mayor crimen del sectario.
El Programa de Transición afirma que los sectarios “SE NIEGAN A HACER UNA DISTINCIÓN ENTRE LA DEMOCRACIA BURGUESA Y EL FASCISMO, como si a las masas les fuera dado no sentir esta diferencia a cada paso.” (Negritas nuestras). Nuestro Programa de Transición agrega: “Los sectarios solo son capaces de distinguir dos colores: el rojo y el negro. Para no exponerse a la tentación, simplifican la realidad”.

Nosotros reafirmamos lo planteado por el Programa de Transición de los fundadores de la IV Internacional: “las condiciones objetivas para la revolución socialista están más que maduras. Es más, comienzan a pudrirse”.
Por ello afirmamos que: “la situación política mundial en su conjunto se caracteriza principalmente por la crisis de la dirección del proletariado.” (Negritas nuestras). El problema no son las “masas y sus debilidades”, como dice el sectario. Su problema central es la traición de la dirección actual.
Nosotros afirmamos, como planteara Trotsky en los ’30 sobre Francia, que la situación es todo lo revolucionaria que la dirección traidora del proletariado lo permite. Para la WIVL es al revés: No pueden haber revoluciones, o éstas son derrotadas de inmediato por culpa de las masas, que no nos han hecho caso a nosotros poniendo en pie partidos revolucionarios.
Nosotros, desde la LTI de Bolivia, afirmamos que las masas han dado fenomenales golpes a los dispositivos contrarrevolucionarios del imperialismo y las direcciones traidoras. Nos han dado, y nos darán, mil y una oportunidades a los revolucionarios para ponernos al frente de su combate, porque en el mismo las masas rompen los dispositivos contrarrevolucionarios del reformismo y las direcciones traidoras, que desincronizan y aíslan su combates.
Afirmamos también que estas son las mejores condiciones para preparar el triunfo de la revolución socialista y construir partidos revolucionarios. Es más, no se puede permanecer sentados esperando “las mejores condiciones” para hacer partidos revolucionarios, dando ya por muertos los procesos revolucionarios que están en pleno curso.

Por ello, el programa de la IV Internacional plantea lo que las condiciones actuales reafirman: “el requisito económico previo para la revolución proletaria ha alcanzado ya, en términos generales, el más alto grado de madurez que pueda lograrse bajo el capitalismo (…) las crisis coyunturales, en las condiciones de la crisis social del sistema capitalista en su conjunto, infligen a las masas en su conjunto privaciones cada vez mayores. El desempleo creciente, a su vez, profundiza la crisis financiera del estado (…) la burguesía misma ya no ve ninguna salida…
Para nosotros nuestro programa fundacional mantiene plena actualidad al afirmar: “los parloteos en el sentido de que las condiciones históricas aún no han madurado para el socialismo son producto de la ignorancia o del engaño consciente” Por estas condiciones toda la civilización humana está amenazada por una catástrofe. Todo depende ahora del proletariado (…) la crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de dirección revolucionaria”. (Negritas nuestras).
Desde la FLTI hemos afirmado que las condiciones prerrevolucionarias de la sociedad se agudizan. Como reafirma el Programa de Transición, y reafirmamos los trotskistas: “el obstáculo principal en el camino de transformación del estado prerrevolucionario en estado revolucionario ES EL CARÁCTER OPORTUNISTA DE LA DIRECCIÓN PROLETARIA: SU COBARDÍA PEQUEÑOBURGUESA ANTE LA GRAN BURGUESÍA Y SU TRAIDORA ASOCIACIÓN CON ELLA, AÚN EN SU AGONÍA.(Negritas nuestras).
Esto es la crisis de dirección. Acá la diferencia se define blanco sobre negro. Estamos frente a una revisión total y absoluta del Programa de Transición por parte de los camaradas. Para la WIVL la crisis de dirección consiste en que no hay un partido revolucionario. De esta forma, le lava la ropa a todas las direcciones traidoras del proletariado. Rompe con la premisa fundamental del Programa de Transición, que plantea, insistimos, que el límite, el obstáculo principal que está planteado en los combates de Libia, Yemen, Túnez y Egipto, Europa y en todo el mundo, es el carácter oportunista de la dirección traidora, es su cobardía pequeñoburguesa ante la gran burguesía. ¡Basta ya! ¡La culpa no la tienen las masas! ¡La culpa la tienen sus direcciones!
Por millones, las masas desde el 2007 han entrado al combate. Hoy podríamos decir que esto sucedió desde Guadalupe a Madagascar, desde Grecia y Europa a EE.UU., desde China con sus resistencias y revueltas a la Rumania oprimida, desde el Kirguistán insurreccionado a la Bolivia que vuelve a embestir contra el gobierno infame de frente popular, de Túnez a Egipto y de Libia a España. En ningún lugar el proletariado faltó a la cita.
Si la clase obrera no puede dirigir a la pequeñoburguesía, imponer su programa y su impronta en la alianza de clases -imprescindible para la revolución socialista- es por la traición de su dirección cobarde pequeñoburguesa que le ata las manos y lo somete a la burguesía.
¡Vuelvan camaradas al Programa de Transición! ¡Basta de revisarlo! ¡La teoría y el programa trotskista pasaron la prueba de la historia! ¡Los “trotskistas” no! Nosotros no estamos dispuestos a que, dentro de la FLTI, se revise el Programa de Transición, que ya bastante bastardeado fue por los liquidadores de la IV Internacional. Nos reclamamos seguidores del programa de la IV Internacional de 1938. Por ello mismo no vamos a ser sus liquidadores.

Las diferencias entre la III Internacional y la IV Internacional en cuanto a su relación con las masas.
Sobre cómo poner en pie partidos revolucionarios

El debate establecido actualmente con la WIVL, para nosotros, es un debate contra el ultimatismo y el subjetivismo que, inevitablemente, se va a desarrollar en amplios sectores de la vanguardia, frente al estallido del reformismo que está en curso.
Lo mismo sucedió con los ultraizquierdistas dentro de la III Internacional, que en la época de Trotsky eran llamados los “incurables en particular”, como el grupo “Que faire”. El documento que acá presentamos, elaborado durante aproximadamente 40 días, no es tan sólo para saldar cuentas con la WIVL en esta discusión. También tiene el objetivo de saldar cuentas con el sectarismo y el ultimatismo que es, fue y será toda una corriente que influencia a lo mejor de la vanguardia del proletariado mundial.
Este es nuestro objetivo. Disculpen los camaradas de la WIVL si vamos más allá, inclusive, del debate establecido con ellos.
Pero estamos seguros que, desde el principio hasta el final, no vamos a tener ni una coma de acuerdo. Porque eso es lo que sucede desde enero, desde que se abrió el debate con la WIVL. Jamás los camaradas han dicho claramente: “estamos de acuerdo en tal o cual posición de la FLTI.”
Nosotros opinamos lo mismo, es decir, que no tenemos ningún acuerdo, desde el principio hasta el final, con ninguna posición de la WIVL. Opinamos que sus posiciones se dan a partir de una lógica ultraizquierdista, ultimatista y sectaria. Llevamos años combatiendo al oportunismo y al reformismo. Tenemos que hacer lo mismo con el sectario que, al decir de Trotsky, es un oportunista que se teme a sí mismo.
Al no comprender la relación entre el sujeto social (las masas) y el sujeto político (el partido revolucionario) su política lleva al movimiento marxista a una ceguera sectaria y ultimatista en su relación con las masas.
Por ejemplo, no es lo mismo la III Internacional, con partidos comunistas de masas y su relación con éstas, que la situación de la IV Internacional luego de la derrota de la III Internacional a manos de Stalin, y el aislamiento de los trotskistas en su relación con las masas. Lo lamentamos si el sectario no puede comprender esto.
No es lo mismo la relación con las masas de una internacional revolucionaria de masas que la de la IV Internacional, que fue alejada de ellas, tanto por el retroceso de la revolución como por la acción contrarrevolucionaria del stalinismo y el fascismo.
Por ejemplo, en la III Internacional el elemento clave para definir si había una situación revolucionaria era, junto a la división de la clases medias, la crisis en las alturas y el ascenso de masas, si es que los partidos comunistas crecían o no. Si la clase obrera iba a la izquierda, entraba a los partidos comunistas, porque los obreros iban al partido que había hecho la revolución en Rusia expropiando a los capitalistas. De esta forma, los procesos de radicalización que se desarrollaban en cada proceso revolucionario se expresaban en la III Internacional.
Trotsky, en “El organizador de derrotas”, en 1928, discute contra el stalinismo en su período ultraizquierdista. Le plantea que eran unos ultraizquierdistas febriles, porque los stalinistas decían que había una situación revolucionaria en Europa, en momentos en que no estaban creciendo los partidos comunistas, que eran los que expresaban realmente los procesos de radicalización cuando las masas giraban a la izquierda y buscaban el camino de la revolución. Lo hacía la socialdemocracia y, por lo tanto, Trotsky planteaba que no había situación revolucionaria porque no había radicalización, porque el barómetro para definir ello era si crecían o no los partidos comunistas, que eran de masas.
                                                                                 
No comprender la relación entre el factor objetivo y subjetivo es romperse los dientes en la realidad. El stalinismo no lo comprendió y se los rompió en China, en Alemania, para desgracia del proletariado.
Pero, desde que la IV Internacional fue separada de las masas, ¿cómo se puede definir una situación revolucionaria a partir de si los partidos de la IV Internacional crecen o no? Para Trotsky hacer esto hubiera sido una aberración delirante.
Los procesos objetivos de radicalización se daban por fuera de la IV Internacional y ello se expresaba en la emergencia de procesos centristas y de ruptura de los aparatos reformistas. La IV Internacional tenía que intervenir sobre ellos. Por eso se construyó en los ’30 con el “giro francés” (el entrismo a los partidos socialistas), el trabajo sobre la II y media con el bloque de los 4, el movimiento por una nueva internacional, etc.
Entre los partidos de masas y los grupos de propaganda, cambia la ecuación de la relación entre el partido y las masas. Por esto es que el ultimatismo y el bogdanovismo se vuelven criminales, porque su política es un impedimento para que los partidos revolucionarios se liguen a las masas con una relación honesta, partiendo de los procesos tal cual son; interviniendo en los procesos de radicalización que se dan por fuera de él, procesos sin los cuales es imposible llegar a las masas y construirse. Como decía Trotsky, “el centrismo es el factor más importante de nuestra época”.
El ultimatismo garantiza, de antemano, que un grupo de propaganda revolucionario cierre su camino a las masas, al no intervenir sobre los procesos de radicalización y los giros, de derecha a izquierda, que se expresan en partidos y corrientes del movimiento obrero que rompen con el reformismo, es decir, el centrismo.
Pero para el centrista, el centrismo no existe. En su carta del 5/5/2011 la WIVL se pregunta “¿cuál es el curso que propone el centro para construir partidos revolucionarios?”. Nosotros decimos: intervenir sobre el centrismo, que surge cuando el oportunismo y el centrismo deben irse a la izquierda para contener la radicalización de las masas. Eso decanta alas izquierdas, y hace estallar al oportunismo, que intenta vestirse de trotskista. O bien, los obreros revolucionarios, girando a la izquierda, le dan un nuevo contenido a los viejos aparatos.
Y estos, aunque se expresen en cada país de forma desigual, son procesos internacionales, no nacionales. Sólo una corriente internacional puede intervenir sobre ellos. De allí que es una utopía reaccionaria de querer construir partidos en cada país y en cada revolución.

La ofensiva que estamos impulsando sobre el EEK, la ofensiva sobre la izquierda de la milicia en Bengasi, nuestro combate contra el FSM y los renegados del trotskismo por su traición a la revolución en cada país, nuestro llamamiento –por ahora preparatorio- a poner en pie una Conferencia internacionalista de los revolucionarios y las organizaciones de combate del proletariado, ¿no son un camino para refundar la IV Internacional y llegar a tiempo a poner en pie partidos revolucionarios en este período de revoluciones que se ha abierto? ¿Qué otro camino proponen los camaradas de la WIVL?
¡Pero así construimos la FLTI, con este curso que plantea hoy el centro! ¿Qué otro curso propone ahora la WIVL para construir partidos revolucionarios? Ellos “no tienen otra receta”, salvo decir que hay que hacerlos, cuestión que no es más que una buena intención.
Hasta ahora, esa era la ruta que habíamos trazado juntos para llegar a las masas. Pero, de golpe, para la WIVL desapareció la lucha de partidos como camino para llegar a las masas. Sacó la pala de un viejo cofre para enterrar al marxismo.
A la única dirección a la que le da lucha política es a la FLTI. Ahora entendemos por qué el centro le decía por qué no combatían ellos, la WIVL, al programa de “revolución democrática y primavera de los pueblos” que sostienen todos los reformistas; por qué no llamaron a dar un combate contra todo el FSM de África que se reunía en Dakar; por qué condenaron sólo a Zuma (que fue a la comisión de reconciliación en Libia) y no centralizaron sus fuerzas contra la IST, que se puso de nuevo de pie en Zimbabwe, etc.
¿Por qué el combate contra la IST no fue un punto de apoyo para llegar al Norte de África, donde el SWP inglés controla a los Socialistas de Egipto para llevar a la vanguardia obrera a las peores capitulaciones y al frente popular? ¿El combate contra los Socialistas de Egipto y contra el SEP no es el camino para construirnos y llegar al Norte de África, donde estas corrientes abundan? Como ya dijimos, salvo una auspiciante carta de polémica con Socialist Fight, ninguna de las declaraciones de la WIVL sobre el Norte de África y Medio Oriente está articulada alrededor de una abierta lucha política de partidos.

De acuerdo a la ubicación del sujeto político cambian las tácticas. La III Internacional hizo un frente único obrero con la II Internacional en los ’20. Retrocedía la revolución. La primera marea revolucionaria había terminado. En el reflujo, los partidos comunistas debían dar un giro a las masas, para dar un nuevo impulso a la próxima oleada revolucionaria, combatiendo contra el ataque del capital que golpeaba a toda la clase obrera de conjunto.
Así, la III Internacional, en su táctica de frente único con la II Internacional y la II y media, planteaba que cuando los comunistas tenían un tercio de la clase obrera y no habían ganado la mayoría en las mismas, debían plantearle un frente único obrero a la socialdemocracia para enfrentar la ofensiva capitalista, y así desenmascararla a ella ante los obreros por su servilismo ante la burguesía.
La II y la III Internacional se reunieron. Hicieron un comité, del cual la socialdemocracia no sabía cómo hacer para salir, puesto que esa unidad era ansiada por todos los obreros que eran atacados por el capital. ¿Se imaginan ustedes a la WIVL o a nosotros en Bolivia plantearle un frente único obrero a las centrales sindicales de nuestros países? Planteemos una reunión de nuestro pequeño grupo con la dirección COB para discutir como paramos el ataque de los capitalistas. Sería ridículo. Ningún obrero podría entender que nosotros, hoy, seamos un eslabón decisivo en su lucha económica. Eso no es creíble.
Por eso, a diferencia de lo que hizo la III Internacional, la táctica de la IV Internacional de frente único se expresó como táctica de exigencia, de lucha por los soviets como máximos organismos de frente único. El entrismo fue parte de esa política: “ubicarse como ala izquierda de los ‘obreros socialistas’ para, con el programa revolucionario, golpear a los ‘obreros comunistas’” La política era impulsar mil y una tácticas de unidad de acción con pequeñas corrientes de la vanguardia, para influir sobre ellas y realizar un trabajo audaz sobre el centrismo.
Por eso la táctica de Frente Único Obrero, tal cual la planteaba la III Internacional, fue ajustada en la época de la IV Internacional, ya que no se podía realizar de la misma forma. La IV expresó esta política con una política de exigencia a todas las organizaciones que hablan en nombre de la clase obrera: “romped con la burguesía”.
Pero estas cuestiones a la WIVL no le importan. Son ellos y las masas, a las que les dicen: “hagan un partido”, y culpa al SCI por no poder hacerlo.
En los procesos revolucionarios la IV Internacional buscó todos los fenómenos centristas para intervenir sobre ellos. Si no fue así, entonces, ¿qué fue el giro francés? Trotsky, en su trabajo sobre la crisis de la sección francesa, les decía a los 300 militantes que tenía en Francia que debían entrar a la SFIO, al Partido Socialista. Estos decían: “¡Pero disolvemos el partido revolucionario!” Trotsky respondía: “Pero todavía no somos un partido revolucionario, nos merecemos serlo. Aún no lo somos, porque no dirigimos a ningún sector de la clase obrera. Somos núcleos por un partido revolucionario. Entren ya al Partido Socialista. Allí los obreros buscan una camino revolucionario para combatir al fascismo que avanzaba en Europa.”
¿Qué quieren que hagamos nosotros desde la FLTI? ¿Qué gritemos más fuerte que ustedes “hagan un partido”? ¿Cómo plantear hacer un partido revolucionario en la revolución sin plantear dar un giro a las masas? Y si planteamos hacerlo, ¿sobre qué corriente trabajar?
¿Y los procesos de radicalización? ¿Y los fenómenos centristas sobre los cuales intervenir?… Si hay revolución hay ruptura hacia la izquierda de los aparatos. ¿Dónde están? ¿Cómo nos ligamos e influimos sobre ellos?
Estas son las preguntas que la WIVL ni se formula ni se responde. Y encima exige que le marquemos un camino de cómo llegar a las masas.
Para nosotros, ese camino está marcado en dos documentos del SCI. Las cartas del 1/2/2011 y del 26/4/2011 plantean ese curso de acción que aquí resumimos.
En su carta del 5/5/2011 la WIVL no responde ni una palabra a la cuestión de la orientación para refundar la IV Internacional, que plantea el SCI en sus cartas. El 80% de las mismas se trata de cómo luchar por poner en pie un partido revolucionario, combatiendo al FSM, preparándonos para una política ofensiva de trabajo sobre el reformismo, que va a estallar. Es que fortaleciendo un centro internacional, combatiendo a las direcciones traidoras, acortaremos los tiempos para llegar a los procesos de radicalización más avanzados de las masas.
La carta de la WIVL del 5/5/2011 no se condice con la realidad. Dice que el centro no llama a poner en pie partidos revolucionarios, cuando el SCI lo hace explícitamente. El POI-CI, en su carta del 12/5/2011, le transcribe una cita –entre las miles que hay- que demuestra que el centro llama a poner en pie un partido revolucionario.
En este punto, la carta del 5/5/2011 de la WIVL termina siendo una falsificación, cuando denuncia que el centro se niega a poner en pie partidos revolucionarios y prepara una receta para la derrota de las masas.
O bien los camaradas no recibieron la carta, o no la leyeron, o la esconden. Esto ha hecho la WIVL con todas las declaraciones de la FLTI. Al parecer, ni se han detenido a leerlas.
Por esto, nos vemos obligados a citar la carta del 26/04/2011 del camarada CM, que dice: “El drama en esos procesos revolucionarios es que no está el partido de Lenin de la III Internacional revolucionaria, ni de la IV Internacional, que sea capaz de frenar, desmantelar y disgregar, con una agitación revolucionaria -llamando a expropiar a la burguesía y al imperialismo, dándole la tierra al campesino pobre y trabajo digno al pequeñoburgués arruinado-, a los ejércitos que atacan a las masas explotadas y sus insurrecciones. La crisis de dirección y la sobreabundancia de las direcciones traidoras es el mayor lastre que tienen las masas revolucionarias en sus acciones hoy.
En los procesos de insurrección se puede dar el triunfo de la dictadura del proletariado si las masas tienen a su frente una dirección revolucionaria…” (Siguen cinco párrafos dedicados a esto)
Esta misma carta plantea que en estas revoluciones, inconscientes, semiinconscientes, etc., las masas han llevado adelante gran parte de las tareas de la revolución, dislocando los estados burgueses, y tienden a poner en pie sus organismos de doble poder. De esta forma, dejan en grave crisis al reformismo y se crean las mejores condiciones para que el movimiento revolucionario confluya con las masas, a condición de enfrentar a las direcciones traidoras. Por favor camaradas de la WIVL, lean de nuevo. No inventen posiciones que su adversario no tiene. Esto no es leal.

La FLTI viene insistiendo en que hay que trabajar sobre los procesos de radicalización que ya han comenzado, al igual que sobre el estallido del reformismo. La condición para ello es una lucha centralizada internacional contra todas las direcciones traidoras, como planteaba Trotsky sobre la revolución española (hoy sobre el Norte de África y Medio oriente)
Insistimos, sin lucha política de partidos con los renegados del trotskismo y contra el Foro Social Mundial no hay ni la más mínima posibilidad ni de reagrupamiento de cuadros.
Para construir un partido revolucionario en los procesos revolucionarios que están en curso, no hay que dejar vivir en paz al reformismo y al oportunismo. Ese es un combate internacional. Y cuando la FLTI lo está haciendo, intentando influenciar al ala izquierda de la milicia en lucha abierta contra el reformismo, la WIVL se enoja y dice que “no tenemos una política para construir partidos revolucionarios”. Esto es una falsedad absoluta.
Derrotar la política de “revolución democrática” de los renegados del trotskismo, enfrentar a la burocracia stalinista y a los traidores de la izquierda norteamericana con su política de “todos con Khadafy contra la CIA”, es el camino más corto, insistimos, para llegar a los procesos revolucionarios.
El centro llegó a Libia y la WIVL, con su propagandismo, ni se arrimó. El centro llegó con un programa correcto a Misarrata en lucha de partidos contra el ELAC, contra los bolivarianos, contra los renegados del trotskismo en América Latina, contra los socialimperialistas, a los que les ganamos militantes con los que llegamos a Bengasi.
Con las lecciones de ese combate, aquí, desde Bolivia, estamos refundando al trotskismo peruano y fusionándonos con grupos revolucionarios de ese país. Con el programa frente a Europa y los procesos agudos de la revolución en el Norte de África y Medio Oriente, nos ligamos a Colombia.
Con el programa de La Plaza de los Indignados y la perspectiva que le damos los trotskistas a esa lucha, combatimos en Grecia contra el EEK, porque levantamos sus demandas, las de los Indignados, para el combate de todo el proletariado mundial.
Con esas lecciones largamos una ofensiva sobre Japón, que se agudizará en este momento, cuando comenzó una cadena de revueltas y procesos semi-insurrecionales en China, que no dejarán vivir en paz a la izquierda japonesa, que estallará en mil pedazos.
Preparamos los cuadros internacionales en lucha de partidos a nivel internacional contra la izquierda norteamericana, sirviente de Obama. Profundizamos el combate que ya dimos en el primer Congreso de la FLTI contra los sirvientes de Obama en nuestras filas.
En cambio, el único camino que propone para poner en pie partidos revolucionarios el subjetivismo es un testimonio de fe: “hay que hacerlo”.

Estas son las diferencias centrales que están planteadas. Nosotros llamamos a la FLTI a repudiar la carta de la WIVL del 5/5/2011 porque destruye todo el programa que en común hemos conquistado. Opinamos que el centro frente a esta cuestión tiene un método totalmente pedagógico y diplomático.
Invitamos a todos los camaradas a releer el llamamiento  de los “23 puntos”, con los que se realizó el Congreso de Fundación de la FLTI. Sobre su base nos fusionamos. Allí, bajo el título “Por una dirección revolucionaria de la clase obrera”, en sus puntos 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22 y 23 se plantea una estrategia y táctica precisas, que hoy son más actuales que nunca para poner en pie partidos revolucionarios insurreccionalistas en el planeta.
Esos puntos programáticos han sido mantenidos por la FLTI para ligarse a la vanguardia y poner en pie partidos revolucionarios. La WIVL ha roto con todos ellos y debe explicar por qué rompe con el programa que firmó sin decirlo.
Porque toda la teoría, concepción y programa para construir partidos revolucionarios que planteamos en esta carta está en el programa de los 23 puntos, con el cual nos fusionamos.
Es más, los combates contra la opresión imperialista, por la independencia nacional, sobre la táctica de gobierno obrero y campesino y el combate contra el FSM -que hoy han sido abandonados por la WIVL- están contenidos en los “23 puntos”. La WIVL los ha firmado y debe explicar por qué hoy reniega de ellos.

De un plumazo, en la carta del 5/5/2011 y en toda su política, desbaratan el programa con el cual nos fusionamos en el Comité Paritario antes del Primer Congreso de la FLTI.
Los camaradas piden una guía y un curso de acción para poner en pie partidos revolucionarios, cuando la FLTI viene aplicando lo que planteamos nosotros en el acta del “Comité Paritario Internacionalista por la Revolución Socialista” (que luego acordamos en llamar Comité Paritario por la Fracción Leninista Trotskista Internacional) de mayo del 2009, que en su punto 3 plantea: “Sobre el punto 23 (de los 23 puntos, NdeR), centro internacional. Sin un centro internacional todos los grupos revolucionarios están propensos al final a caer en el “nacional trotskismo”; la construcción de un centro internacional es una tarea inmediata, como parte de la necesidad para centralizar la experiencia internacional, crear cuadros internacionales, crear un centro para guiar la construcción de un bloque revolucionario, entre otras tareas, llamar a una conferencia internacional, para levantar una pelea política y teórica en contra de toda clase de direcciones traidora, como parte de la pelea por construir un nuevo partido para la revolución socialista mundial. La construcción de secciones de este partido en el terreno nacional es parte de este proceso. Sin un centro internacional, la pelea por un programa internacionalista puede, en el mejor de los casos, ir a la cola del desarrollo de las luchas mundiales en curso. Como ya la definiera León Trotsky en 1928 en lucha contra el stalinismo, ‘se acabó la época de los programas nacionales’”.

 

Una visión nacionalista de la cuestión del partido

En la carta de la WIVL del 5/5/2011, para nosotros totalmente equivocada, se enfatiza que “hay que luchar por poner en pie un partido que encabece la lucha por el poder obrero y no solamente por la derrota militar de Khadafy; que hay que hacer un partido para conquistar un programa obrero y la expropiación; programa sin el cual la milicia no puede tomar el poder.”
Efectivamente, las masas necesitan un partido que pueda preparar las condiciones de una insurrección triunfante. Pero, para hacerlo, ese partido debe tener una visión de conjunto del combate y de cómo está el campo de batalla.
¿Hay alguna posibilidad de que partidos revolucionarios nacionales lo logren? El Foro Social Mundial concentra sus fuerzas a nivel internacional en Dakar, como ayer lo hicieron en la Contracumbre de Madrid y, últimamente, en Grecia con el Congreso de la Confederación Europea de Sindicatos (CES).
Sin esa visión de la actuación contrarrevolucionaria internacional de las direcciones traidoras, sin desenmascararlos a nivel internacional, ¿cómo podremos lograr que las brigadas obreras de Egipto y Túnez entren a combatir en Libia? ¿Cómo paralizar la maquinaria de guerra de la OTAN sin sacarle de encima al proletariado europeo la dirección traidora que lo somete a su propia burguesía imperialista?

Los camaradas de la WIVL hablan de poner en pie “un órgano compuesto de organizadores experimentados confiables”. Pero ¿cómo se forman y quiénes son estos organizadores experimentados confiables? Para nosotros son los cuadros internacionalistas que combaten por refundar la IV Internacional. Los verdaderos “organizadores experimentados confiables” en la revolución rusa fueron los militantes de Kienthal y Zimmerwald, porque incluso la dirección nacional bolchevique, sin sus cuadros internacionales, se adaptaba a los cantos de sirena del frente popular.
La WIVL tiene una visión nacional de la construcción de los partidos revolucionarios, de revolución en revolución. A la IV Internacional la ve como una federación de los partidos revolucionarios que llaman a construir a nivel nacional.
Cuanto más avanzaban los procesos revolucionarios, nuestra corriente más y más peleó y pelea por convocar a una “Conferencia Internacional de las organizaciones obreras revolucionarias y las fuerzas sanas del movimiento trotskista”, como la forma más rápida y concreta de luchar por poner en pie partidos revolucionarios en la revolución misma. Se trata, con nuestro programa y la acción de las masas, de romper al reformismo. No sólo “exponerlo”, eso es propagandismo abstracto. Se trata de hacerle fracciones, “alas izquierda” y no perdonarles la vida.
La lucha y combate de un centro internacional contra las direcciones traidoras a nivel mundial es la única garantía de poner en pie un partido revolucionario que las derrote en la revolución misma. No es internacionalista el que no combate a su propia burguesía y al reformismo a nivel internacional, afirmaba Lenin.
Insistimos, el partido bolchevique pudo tomar el poder porque triunfó a su interior el ala internacionalista, es decir la izquierda de Kienthal y Zimmerwald. Fueron los internacionalistas los que escribieron las Tesis de Abril para la revolución rusa.
Estos internacionalistas, justamente por ser parte y combatientes de un centro internacional, eran los que menos influenciados estaban por las presiones pequeñoburguesas que embriagaban al proletariado, cuya correa de transmisión fundamental eran los mencheviques y los SR.
Lenin enfrentó en abril al ala colaboracionista del partido bolchevique afirmando que sólo reconocía el centralismo democrático de Rosa Luxemburgo y Liebknecht, preso en las mazmorras del Káiser, y les presentó sus “Tesis de Abril” a los obreros internacionalistas de Viborg.
El SCI ha planteado esto, en su política práctica, de poner en pie partidos revolucionarios nacionales, combatiendo al reformismo y a los renegados del trotskismo a nivel internacional.
Mil y una veces hemos planteado, desde la FLTI, que en este período de agudizamiento de guerras, crack y revoluciones, el reformismo estalla a cada paso. Aquí y allá surgen y surgirán corrientes centristas o reformistas, que intentarán engañar a las masas, con nuevas mediaciones a la izquierda de la izquierda.

La IV Internacional no se fundó con la política autoproclamatoria que hoy tiene la WIVL. Ni siquiera la III Internacional, que tenía partidos de masas, actuaba con semejante política ultimatista.
Cuando el trotskismo rompe con la III Internacional en 1933, como Oposición de Izquierda, llama a poner en pie un movimiento por la IV Internacional. Interviene sobre la “II y media” y pone en pie el “bloque de los 4”. A partir de esa experiencia, conquista el movimiento por la IV Internacional.

La WIVL proclama la necesidad de por poner en pie “partidos revolucionarios” en cada país y de “refundar la IV Internacional”. ¿Cómo? ¿Con qué relación entre la IV y los partidos nacionales? No lo explica.
El nacionalista no comprende que, sin un nuevo y superior reagrupamiento de las filas revolucionarias del proletariado internacional que les provoque derrotas a los reformistas bajo las banderas de la IV Internacional, será imposible poner en pie partidos revolucionarios nacionales. Solamente en el camino de esa lucha llegamos y llegaremos a los procesos revolucionarios. Esta es la tesis trotskista en el siglo XXI.
Es que por esta vía autoproclamatoria, los camaradas van al callejón sin salida de la construcción de “partidos trotskistas” nacionales, que “luchan por la IV Internacional”. Este era el programa de todo el centrismo y oportunismo de la IV Internacional durante Yalta: “hacer partidos nacionales y construir la IV Internacional.”
Nosotros somos la antípoda de esa posición. Nuestra posición es que sin Coyoacán, es decir, sin centro internacional, sin Kienthal y Zimmerwald, sin el consejo de Trotsky al grupo Prometeo (de que si son dos, un militante tiene que ir al trabajo internacional) ni soñando se pueden hacer partidos revolucionarios a nivel nacional que dirijan insurrecciones.
Sin lucha de partidos, sin trabajo sobre el centrismo, sin combate internacional contra los traidores de la clase obrera, no se puede intervenir en los procesos de la revolución socialista mundial, porque somos parte de una clase obrera INTERNACIONAL. Propugnamos ser los organizadores internacionales de la misma. La actual visión autoproclamatoria y nacionalista de la WIVL los puede llevar, tras sus mismos pasos, a volver a su construcción nacional y aislarse del movimiento marxista internacional.
Para nosotros esto explica que los camaradas de la WIVL hayan cambiado su praxis desde enero hasta aquí. Se han volcado a su país a hacer su partido nacional y han renunciado a toda tarea centralizada internacional de la FLTI. Están en su derecho a hacerlo. Pero nosotros también estamos en nuestro derecho de plantear que eso es una desviación nacional trotskista que aleja a los camaradas de la lucha por la refundación de la IV Internacional.

 

La importancia de considerar el intento fallido de la IV Internacional como un factor decisivo de la lucha de clases internacional

La IV Internacional, nuestro partido mundial, surgió en el siglo XX, que fue un siglo de grandes acontecimientos y también de gravísimas derrotas del proletariado.
La crisis y degeneración de la IV Internacional ha significado la descomposición y la corrupción de una franja de lo más avanzado del proletariado mundial. Algo parecido, a gran escala, hizo el stalinismo expropiando la conquista de la revolución de octubre y destruyendo la III Internacional.
Planteamos esto, puesto que en el debate que estamos desarrollando, vemos que todos los que intervienen hacen una subestimación absoluta de lo que significa para el proletariado mundial, en estas condiciones históricas, el intento fallido de la IV Internacional.
En la FLTI vemos que todos discuten como si este elemento no fuera un factor decisivo en la realidad mundial. Pero no podemos olvidar lo que sostuvimos en nuestro Congreso de Fundación. Los renegados del trotskismo se sacaron al marxismo de sus espaldas, se pasaron abiertamente al bando del revisionismo en el ’89, y son los que legitimaron, por izquierda, al stalinismo en bancarrota y a todas las direcciones burocráticas y contrarrevolucionarias del planeta. Alan Woods, llevándole el Programa de Transición a Chávez, es el ejemplo más claro de esto que aquí planteamos.
El ’89 encontró a los renegados del trotskismo y los destructores de la IV Internacional sosteniendo al stalinismo que entregaba las conquistas de los estados obreros a la economía mundial capitalista. Esa simbiosis fue un golpe en los dientes para todos los que responsabilizan a las masas de las derrotas y no a la traición de sus direcciones.
Toda “crisis de subjetividad de las masas”, toda falsa consciencia o ilusiones equivocadas que éstas puedan tener en su combate, han sido provocadas por cuestiones materiales.
El stalinismo y la socialdemocracia estrangularon los procesos revolucionarios del 68-74. Con el apoyo de los renegados del trotskismo, que usaron la IV Internacional sosteniendo al stalinismo, la burocracia de los estados obreros devino en restauracionista. No triunfó la revolución política y la burocracia entregó los estados obreros. ¿Fueron las masas responsables de esto? Nadie puede decir semejante brutalidad, a no ser que sea un renegado del marxismo.
Lo mismo se vuelve a plantear hoy en este período abierto de 2007, en relación a por qué aún no se ha conquistado un ascenso revolucionario de masas en todos los sectores claves del planeta de forma sincronizada. Nosotros lo afirmamos con total seguridad: es por el accionar de las direcciones traidoras.
En años de combate las masas ponen en pie organizaciones para luchar, sindicatos, partidos obreros, comités de lucha, etc. En los momentos decisivos, por traición de las direcciones, estas organizaciones que las masas pusieron en pie durante años se le vuelven en contra y se convierten en un peso muerto sobre sus espaldas.
Cuando las masas se lo sacan de encima, y rompen las barreras de esas direcciones (como en el Norte de África y Medio Oriente), todos los renegados del marxismo se dedican a criticar “lo confuso de las acciones de las masas”, lo “inconscientes que son sus primeros pasos”, y quieren que de entrada sean como los soviets de octubre de 1917.
Es que los aparatos conservadores del pasado, heredados de la derrota del ’89, es decir, la V Internacional y el FSM, son los que manipularon la primera fase de este período revolucionario abierto en el 2007. No lo hubieran podido hacer sin la legitimidad que le dieron, ya hace más de 20 años, los renegados del trotskismo, que le han cubierto y le siguen cubriendo su flanco izquierdo.
Lo nuevo del momento es que los aparatos conservadores del pasado ahora pueden cada vez menos manipular a las masas, y esto está demostrado en los procesos revolucionarios que se desarrollan a pesar y en contra de ellos, tanto en el Norte de África como en Europa.
La clase obrera no puede sacarse de encima a su vieja dirección sin grandes convulsiones históricas, que le plantean, como decía Trotsky, que de forma trágica deben cambiar de dirección inclusive en medio del torrente y bajo el fuego graneado del enemigo.
No se trata de las masas, sino de lo que hacen sus “señores dirigentes”, planteaba el trotskismo en los ’30.
Resolver la crisis de dirección es la tarea de los revolucionarios. No le pidamos más nada a las masas. Ellas han puesto todo en el combate. La cuestión está en que el planeta se ha llenado de corruptos, traidores, sirvientes de la burguesía, arribistas, que son muchos más que los revolucionarios. Ese es el límite absoluto de todos los procesos revolucionarios que están en curso. El mismo no se supera país a país.
La traición de los renegados del trotskismo al programa de la IV Internacional, luego de décadas de adaptaciones y capitulaciones, es un factor importantísimo y suplementario a la crisis de direcciones del proletariado. Sufrimos la tragedia de un nuevo intento fallido del partido mundial de la revolución proletaria. Hay que reconstituirlo y ponerlo en pie bajo la revolución misma.
Las masas, en cada país, rompen los dispositivos de la contrarrevolución. Pero sólo militantes internacionalistas, reagrupando sus fuerzas y combatiendo contra las direcciones traidoras a nivel internacional (que es donde ellas actúan de forma centralizada) podrán avanzar, como lo hicieron los marxistas de Kienthal y Zimmerwald y como fuera el intento de la IV Internacional en 1938-40, a crear las condiciones para liberar al proletariado de su dirección traidora actual.
En los destacamentos más explotados del proletariado -como la mujer trabajadora y la juventud obrera- está el futuro del movimiento revolucionario internacional.

Las fuerzas que componemos la FLTI hemos sabido navegar contra la corriente y hemos enfrentado enormes traiciones al proletariado mundial cometidas en nombre de nuestro partido, la IV Internacional. Durante la Segunda Guerra Mundial, a la salida de la misma, en los asensos revolucionarios de los ’50 y en el período revolucionario del 68-74, los explotados nos dieron enormes condiciones para que la IV se hiciera de masas y encabece el triunfo de la revolución socialista.
Pero los renegados del trotskismo estuvieron a los pies del stalinismo en el ’89. Si bien la IV Internacional, con su teoría y programa, pasó la prueba de la historia, los “trotskistas” no lo hicieron.
Nosotros militamos en los socavones de las minas de Bolivia, donde el trotskismo dejó un enorme jalón en el proletariado boliviano. Desde allí afirmamos que la IV Internacional fue un intento fallido, hasta ahora, por traición, por oportunismo y cinismo de los revisionistas de la IV Internacional.
El nuevo período histórico del 2007 nos vuelve a poner a prueba a todos los grupos de la FLTI. En esta oleada de combate que presenciamos serán los reformistas los que no podrán vivir en paz.
Esta ola histórica que se está abriendo nos elevará a su cresta. Renunciar ahora a la teoría y al programa trotskista es firmar de antemano nuestro fracaso.
La WIVL nos decía en marzo “déjennos a nosotros desenredar esto, acá se está jugando la insurrección y sin partido no va a triunfar.” Por eso salieron a llamar a poner en pie partidos revolucionarios en todos lados en el vacío y ningún obrero les hizo caso. Nos parece que, en su pasión por formar partidos revolucionarios lo antes posible, no comprenden que estamos recién ante el inicio de un proceso revolucionario, de una cadena de revoluciones. Culpan a las masas y niegan esta realidad, que es que no se formaron cuadros en los períodos previos como para dirigir a las masas en los inicios de la revolución misma. Esta es una tarea que hay que hacer al calor de los acontecimientos.
Se abrió todo un período histórico donde el que estallará será el reformismo. Es todo un período de revoluciones, crisis, guerras y crack. Para un período como este se preparó la IV Internacional en 1938 y, por el revisionismo, no lo pudo aprovechar ni en los ’50, ni en el ‘68-‘74. Nosotros no podemos dejar pasar la oportunidad en este período prerrevolucionario que está en curso. Y para hacerlo, camaradas, hay que saldar cuentas con los renegados del trotskismo, como única posibilidad de poner en pie partidos revolucionarios.
Tal cual lobos con piel de cordero, cuando comienzan las revoluciones por el pan, los renegados se comienzan a revestir de trotskistas nuevamente. No lo podemos permitir. Se están vistiendo de rojo, luego de acompañar al estalinismo en la entrega de los ex estados obreros, para mejor traicionar.
¿Alguien cree que se pueden construir partidos revolucionarios sin derrotar al SWP, al ELAC, al Socialismo 2010, 2011, cuando cada año del calendario significan más revoluciones traicionadas, y más vanguardia del proletariado es corrompida?
Pero la condición para llegar a tiempo a los procesos y ver que tenemos un tiempo maravilloso dado por las masas para entrar en ese combate de partidos es: no ofuscarse, no ser oportunistas, no dar por cerrado el proceso cuando éste recién empieza y, lo que es más importante, no podemos tirar por la borda el programa revolucionario conquistado cuando comienza otra revolución. Ha llegado la hora de establecer un álgebra revolucionaria para el período abierto, dejar de ofuscarse con la vida y dejar de comenzar de nuevo ante cada revolución.
Hay que definir con claridad si los “23 puntos” y las lecciones de los procesos revolucionarios anteriores tienen actualidad hoy. Con su curso actual, la WIVL está rompiendo abiertamente con ellos. Deben retomar el rumbo revolucionario que iniciaron cuando fundamos la FLTI. Sobre estas cuestiones programáticas y de principios, la WIVL no puede mantener más su silencio. En su intervención en los procesos revolucionarios del Norte de África y Medio Oriente, los camaradas de la WIVL han demolido los “23 puntos” y los acuerdos programáticos conquistados en común. Deben explicar por qué.

Por ello es importante profundizar el debate que estamos haciendo al interior de la FLTI. El mismo está expresando que el marxismo está vivo, que no es una secta de talmúdicos que repiten citas. Somos revolucionarios discutiendo el mejor programa para la toma del poder.
No nos asustan las luchas políticas. Como el bolchevismo, afirmamos que éstas preparan y forjan los cuadros que resisten a los cantos de sirena del frente popular y al terror del fascismo.
No nos asusta ninguna discusión entre revolucionarios. Desde ya, la aplaudimos. Hemos visto al bolchevismo discutir públicamente las cuestiones centrales sobre revolución y contrarrevolución, inclusive en su prensa pública. Así sucedió con la cuestión de la paz de Brest Litovsk, de los sindicatos en 1922, sobre la NEP y mil y un debates en donde el bolchevismo forjaba su temple y una dirección ganaba autoridad.
Por ello, desde la LTI adelantamos la propuesta que hacemos en esta carta de convocar al Tercer Congreso de la FLTI, y desarrollar en su interior la más amplia democracia interna. Desde ya, saludamos que todos nuestros militantes y grupos tengan todos los materiales que están en discusión.
También opinamos que se debe organizar un debate público en el “Organizador Obrero Internacional”. Asimismo, propondremos que todos los compañeros que tengan matices y puntos de vista distintos sean quienes constituyan un comité organizador del Tercer Congreso de la FLTI, que ordene y organice el debate.
Es que ésta será la garantía para avanzar a conquistar, nuevamente, una “unidad completa en la acción” en el conjunto de la FLTI.

Saludos revolucionarios

LTI de Bolivia, con la colaboración de dirigentes del POI-CI de Chile

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