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17/03/2011

Carta del POI-CI al SCI

Camaradas del SCI:

Hemos estado siguiendo la discusión entre el SCI y los camaradas de la WIVL sobre el programa para la revolución en Libia y el norte de África.
Queremos acercarles nuestras consideraciones esperando que contribuyan a clarificar aún más las posiciones en debate en aras de conquistar una superior homogenización en estos convulsivos y cambiantes acontecimientos.
Nosotros vemos que las diferencias que anuncian los camaradas de la WIVL centralmente acerca de los organismos de poder, no son ajenas a los debates que sostuvimos semanas atrás, cuando comenzaban a abrirse las revoluciones del norte de África. En esa ocasión por parte de la WIVL las disensiones trataron sobre la formulación de alternativa de poder para Túnez con su consigna “gobierno obrero”, o  las tareas democrático revolucionarias que tenía planteada la revolución egipcia como la independencia nacional que era rechazada por los camaradas.
Justamente, como lo indican los camaradas, por tiempo no han podido responder a varias de las definiciones y planteamientos que ha hecho el SCI en respuesta a las diferencias que se han abierto en medio de estos procesos revolucionarios y a los vertiginosos acontecimientos que día a día se suceden en ellos. Para nosotros eso explica que las actuales posiciones de la WIVL estén en sintonía con las levantadas en debates anteriores. Por ello, tal como lo ha dicho el SCI, vemos imperioso darnos un tiempo para reflexionar profundamente al respecto, sin desatender ninguna de nuestras obligaciones internacionalistas militantes.

Concordamos con el SCI en que lo decisivo en la lucha por la estrategia soviética, es partir de los verdaderos organismos que las masas se dan para el combate revolucionario, contra toda idealización de los organismos de doble poder. Por ello creemos es un error definir a los actuales organismos que se ha dado la clase obrera y los explotados libios para desarrollar su revolución, como los Comités populares, por la dirección que se ha montado sobre los mismos, cuestión que opinamos tiende a hacer la WIVL. Eso lleva a darles la espalda a los organismos verdaderos de doble poder, a permitir que las direcciones traidoras y la burguesía transformen en colaboracionistas los organismos presoviéticos o soviéticos, dejando el camino libre para que terminen por estrangularlos.
Por una parte está el peligro de caer en el fetichismo soviético, que pretende analizar y calificar los organismos de las masas revolucionarias teniendo como referente los soviet rusos del 1917 bajo la dirección bolchevique, en instancias que esa sería una forma unilateral para discernir si son o no soviets. Y es que los soviets no pueden surgir por “encargo”, por “mandato”, son los organismos, las instituciones de las cuales se dota el proletariado y los explotados en lucha para resolver sus problemas con sus propias manos, agilizando su combate contra la burguesía y su poder.
En esta discusión se ha sacado a colación la experiencia de la revolución de 1905 para demostrar que los bolcheviques intervinieron en el soviet, como el de Petrogrado, tal cual éste surgió. Es decir, con un soviet llamado por el Zar, con consejos obreros llamados por la autocracia como delegados a la “curia del Zar”, con el objetivo de descomprimir el odio de la clase obrera por el pan y para neutralizar la crisis por la derrota rusa ante la guerra con Japón.

Los primeros momentos del Soviet de Petrogrado1905, dirigidos por la iglesia ortodoxa y el cura Gapón, harían sonrojar a todo camarada revolucionario que no comprende que los soviets revolucionarios no caen del cielo. Ellos son forjados por las condiciones objetivas y por el contenido que le dan las masas. En 1905, una respuesta revolucionaria al “domingo sangriento” del Zar independizó al soviet, agotó su experiencia con la iglesia ortodoxa, y luego de 20 días de revolución, los socialdemócratas rusos tomaron su dirección.
El bolchevismo, y luego el trotskismo, educaron al movimiento comunista internacional contra el normativismo y las tendencias al fetichismo soviético o al fetichismo sindical, que no entendía que tenemos que intervenir en las organizaciones reales con las que combaten las masas, más allá de las direcciones pequeñoburguesas o reformistas que las manipulan, bajo las ordenes de la burguesía.

Pero, además, hay otras experiencias en las que el trotskismo enfrentó el fetichismo soviético como en la situación pre revolucionaria que vivía Alemania a principios de los ’30, que a su vez estaba siendo asechada por el fascismo. En aquella oportunidad el stalinismo del tercer periodo levantaba la consigna de Consejos obreros, dándoles la espalda a los organismos presoviéticos reales que ponía en pie la clase obrera: los comités de fábrica. Para impulsar su política fetichista soviética, el stalinismo argumentaba que los comités de fábrica en Alemania surgían al amparo de la Ley, decían que el PC alemán los rechazaba porque estaban permitidos por la Constitución de Weimar. Trotsky y los trotskistas respondían con justeza que los organismos como los comités de fábrica no eran lo que pretendiera hacer la burguesía de ellos, sino lo que la clase obrera revolucionaria hiciera concretamente con ellos, es decir, el contenido que en su lucha le diera el proletariado.

Estos dos ejemplos los ponemos, no en polémica con los camaradas de la WIVL, sino para reafirmar nuestra posición de que los soviets maduros revolucionarios no caen del cielo, que la burguesía interviene a través de sus agentes y de la pequeñoburguesía cuando ésta entra a combatir en las grandes revoluciones. Pero afirmamos que el carácter pequeñoburgués y de colaboración de clases de los soviets, es dado esencialmente por la dirección traidora que el proletariado tiene a su frente, que es la que realmente, como sucedió con los mencheviques en los soviets de febrero, quien pone al proletariado a los pies de la burguesía, que en Rusia fue al partido kadete y al gobierno provisional de la burguesía.
Afirmamos que el Frente Popular es la traición de la dirección del proletariado, quien lo somete a la burguesía. Esto permite que la pequeñoburguesía oscile, ya sea a la izquierda uniéndose al proletariado, o bien a la derecha como base social del fascismo.
Por ello, toda gran revolución, al decir de Lenin en las Tesis de Abril o de Marx sobre la comuna de Paris, es una gran revolución popular, donde se define quién dirige al conjunto del pueblo explotado que entra al combate: o la clase obrera (10 millones de obreros) o la burguesía (en Rusia estos eran más de 10 mil grandes burgueses, capitalistas o banqueros). Se trata de quién dirigía o neutralizaba a los 120 millones de campesinos, de los cuales 8 millones estaban bajo armas muriendo en la guerra imperialista.
Para nosotros aquí lo central de la cuestión. Porque justamente es el reformismo quien más imbuye al proletariado con ideología pequeñoburguesa, y quien más disuelve al proletariado en el “pueblo” en general para someterlo al a burguesía.

La lucha contra el fetichismo soviético apunta a una segunda cosa, que es que los organismos soviéticos maduros de octubre del ’17 se conquistan en base a condiciones objetivas (en Rusia, por ejemplo, la guerra aceleró de forma inaudita las penurias de las masas) y por la dirección que el proletariado tiene a su frente.
Por ello, el movimiento revolucionario debe partir de intervenir en los soviets tal cual son (al igual que en los sindicatos), para derrotar a las direcciones traidoras que someten al proletariado a la burguesía.

En innumerables oportunidades desde la IV Internacional se presentó batalla contra las posiciones o corrientes izquierdistas, como los espartaquistas alemanes, que caían en el fetichismo soviético y declaraban que su lucha era por “verdaderos soviets”. Sucede que dichas corrientes negaban la verdadera historia de la intervención de los bolcheviques en los soviets de la revolución de 1917, en cuanto omitían un hecho categórico, que era que éstos intervinieron en ellos tal cual como se presentaron: con la dirección pequeñoburguesa y reformista de los Socialistas Revolucionarios y los Mencheviques, quienes conciliaban abiertamente con el gobierno de Kerensky. Los izquierdistas presentaban una falsa historia del bolchevismo. Decían que el papel jugado en los soviets por los bolcheviques no habría sido combatir implacablemente al colaboracionismo, al socialimperialismo, los prejuicios democrático-burgueses, las oleadas pacifistas y, por cierto, al sectarismo. Por esta razón, los izquierdistas obviaban que, a decir verdad, fue la difícil y audaz lucha librada en ellos (y no en “verdaderos soviets”) por el partido de Lenin y Trotsky, la que permitió sacar a estos organismos del fango del reformismo para convertirlos en los órganos de la insurrección y la dictadura del proletariado.
Desde nuestra visión, creemos que es completamente válido alertar de este peligro. Hay muchas corrientes filo izquierdistas que en la actualidad hablan en nombre de “verdaderos soviet” y otras, como el bordiguismo, que se niegan a la alianza de la clase obrera, el campesinado pobre y las clases medias arruinadas (con la primera como caudillo), por lo cual se oponen, a su vez, a los soviet y sólo aceptan a los comités de fábrica como los organismos de lucha de la clase obrera.

En la presente situación de Libia el imperialismo ha logrado, momentáneamente, contener (no sin contradicciones) la revolución obrera y socialista en una fase “democrática”, “republicana”, cuestión que les ha posibilitado poner a la cabeza de las masas y sus organismos como los Comités populares a los agentes de la burguesía “opositora” a Kadafy, a los jefes de tribu que hoy posan como los paladines de la “democracia”. Todo esto ha logrado la burguesía gracias a la aguda crisis de dirección revolucionaria, es decir, al papel de las direcciones traidoras del FSM, como los renegados del trotskismo y la “revolución democrática” que proclaman para cada una de las revoluciones del norte de África.
Sin duda, la burguesía “opositora” de última hora está logrando manipular la lucha revolucionaria y antiimperialista de las masas, empleando una demagogia que asegura que de su mano vendrá la resolución de las tareas democráticas y las más sentidas demandas de las masas. Gracias a ello ha podido ingresar a través de sus agentes en el movimiento de masas a los Comités Populares. No obstante, eso no nos puede llevar a renegar de las consignas democráticas (jamás utilizadas como un fin en si mismo), ni menos que menos a rechazar los comités populares, que son uno de los organismos reales de la lucha revolucionaria de la clase obrera y los explotados, y que tienen como su bastión principal y determinante a la milicia obrera, que surgió como producto de desarmar a los pacos asesinos, destruir y desmantelar al ejército de Kadafy en las localidades donde triunfo la insurrección.
Milicias obreras, comités populares, comités de soldados, etc., son los organismos de los explotados en lucha. A éstos la burguesía jamás soñó o intentó poner en pie, ya que estuvo hasta último momento en el consejo de tribus junto con Kadafy repartiéndose millones de dólares de la renta petrolera.
Su ministro de justicia fue mandado por el imperialismo a “pasarse de bando” a última hora. Todos los camaradas podrán observar cómo en las zonas rebeldes están todas las masas armadas hasta las corvas. Eso jamás lo puede permitir la burguesía, porque “el pueblo armado”, cuando entra a trabajar a las fábricas, a los campos, las petroleras, los bancos, etc. no se dejaría explotar.
¿Por qué “obreros y populares”? Porque los obreros van a armar a todo el pueblo y a desarmar a la casta de oficiales.
El desarrollo de los acontecimientos, al contrario de revelar el fin de las tareas democráticas y las demandas de las masas, confirma cuan necesario era y es defender esas tareas mediante un programa que plantee que sólo la clase obrera expropiando a los expropiadores, destruyendo el dominio burgués y tomando el poder como caudillos de las clases explotadas puede darles una solución íntegra y efectiva a las mismas. En efecto, esto significa luchar para que ellas no queden en manos del enemigo de clase (como está sucediendo por crisis de dirección), batallando contra toda influencia de la burguesía “liberal” o “democrática” en las filas del movimiento obrero. Pero en esto reside la cuestión fundamental de la crisis de dirección del proletariado. La burguesía liberal y democrática intenta terminar de dirigir y manipular las revoluciones que han surgido, con todos los partidos “anticapitalistas” y el Foro Social Mundial que, reunido en Dakar y el 20 próximo en Túnez, le ha dicho al proletariado que se desarme y que todo se resolverá en una Asamblea Constituyente Democrática”. En Libia, luego de mantener inmovilizado al proletariado en Europa y en todo el mundo, luego de callarse y apoyar al “imperialismo democrático” contra Kadafy, ahora todos llorarán porque las masas obreras cercadas, rodeadas y masacradas por las tropas de Kadafy vean, con una consciencia atrasada, que la ONU puede ser su solución.
Es el viejo truco del desembarco de los “imperialismo democráticos” en la Segunda Guerra en Normandía. Primero dejaban que los nazis aplasten a la clase obrera en Turín, en Polonia, en los Balcanes y lo más que se pudiera en Francia, para luego entrar ellos como los “liberadores” negociando por atrás con los generales nazis la rendición de Hitler.
Esto es lo que está pasando hoy entre Kadafy, la ONU y la burguesía “democrática” que se “pasó” a ultimo momento a las filas de la insurrección para abortarla desde adentro, para desarmarla, si es que logran aplastar a la insurgencia, y para someterla a la ONU, cuando ésta esté cercada, para retomar ella misma el poder y el control, bajo el mando del imperialismo y con los mismos generales de Kadafy, con los mismos jefes de las tribus, del petróleo, y para mantener mil veces más oprimida a Libia.
¿Milicias obreras para entrar a combatir? ¿Huelga general revolucionaria en Europa?… Hoy estamos viendo en el Washington Post un artículo, de una semana atrás, que demuestra la preocupación del imperialismo sobre la tendencia de las masas tunecinas de querer ir a combatir a Libia. Es que en la derrota o triunfo de allí, ven su derrota o triunfo en Túnez.
¿Y los socialistas revolucionarios de Egipto… que se dicen “socialistas”? Son los que le dicen a los obreros que no hay que bajar al oficial del tanque y poner al obrero para entrar con las milicias obreras para combatir a Libia, y mucho menos echar abajo el muro de Rafah para liberar a al revolución palestina de su cerco contrarrevolucionario.
Ellos les dicen “hagamos poderosos sindicatos para luchar por aumento de salario”. Ellos son unos traidores. Son los que someten a la clase obrera al “pueblo” en general, pero manipulado y dirigido por la burguesía.

Nosotros desde el POI-CI hemos publicado todas las declaraciones de los camaradas de la WIVL. Estas nos parecen principistas, porque plantean una independencia de clase revolucionaria para hacerse del poder. Pero, creemos, con su programa da por terminado el problema, cuando en realidad éste recién comienza. Es decir, el problema de cómo liberar a la clase obrera de la influencia de la “burguesía liberal”. Eso no se hace yéndose de los soviets tal cual son, sino todo lo contrario.
Estamos apasionados por el desarrollo de este debate. Todos los grupos de la FLTI tienen la obligación de fijar una posición frente a esto. Pero lo que más nos entusiasma es que entre revolucionarios podamos discutir y debatir el mejor programa para la revolución. Tenemos que demostrar que somos el opuesto a las corrientes stalinistas o de renegados del trotskismo, que son incapaces de procesar todo debate y discusión democrática a su interior.
El bolchevismo debatió cuestiones mil veces más graves y delicadas que las que hoy se están procesando democráticamente en la FLTI, como la paz de Brest Litovsk, el programa frente a la revolución con las Tesis de Abril contra la dirección que capitulaba a los mencheviques en el soviet (y por esa vía se adaptaba a la pequeñoburguesía y a la burguesía), las intervenciones en el soviet de 1905 contra Bogdanov y su política ultimatista que desconocía los soviets y un larguísimo etc.
En la mayoría de estos debates inclusive estas discusiones eran públicas. Nosotros tenemos que educar a la vanguardia del proletariado en el bolchevismo y en un sano centralismo democrático, que fue destruido en la IV Internacional por los renegados del trotskismo. Es que la IV fue un ejemplo de esto, incluso en el Congreso de Fundación de la misma en 1938: lo debates sobre estado obrero (la URSS), la cuestión de los comités de fábricas, los sindicatos y el doble poder, etc., que se desarrollo por momentos de forma muy dura contra la fracción de Craipeau, por ejemplo.
La política intransigente de Trotsky en relación a Andrés Nin en la revolución española siempre tuvo miles de propuestas y ofrecimientos de debates democráticos, sin ninguna política ultimatista.
Es más, cuando se desarrollaba la insurrección de Cataluña en 1937, Trotsky plantea que le den una página en el periódico “Combate”, y que está dispuesto a viajar a Barcelona para colaborar con los revolucionarios en el frente de batalla.
La FLTI tiene un sano centralismo democrático votado en su Congreso. En este momento debe orientarse a un 99% de democracia en la FLTI, mientras entre todos fijamos la fecha del III Congreso para procesar con paciencia y tiempo los debates que están en curso.

Esperamos que este pequeño aporte contribuya, y que se nos corrija si estamos equivocados. Solicitamos al SCI que publique ya este material, para ponerlo a discusión.

Saludos revolucionarios

Célula Central del POI-CI.

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