Ucrania - Diciembre de 2017
Nuevamente sobre la cuestión rusa
La relación entre las potencias imperialistas
y la “gran Rusia” del carnicero Putin
Adelanto del libro Ucrania en Guerra Civil,
próxima edición de la Editorial Rudolph Klement
La revolución ucraniana encendió nuevamente no sólo la cuestión de los países de Europa del Este y la lucha desenfadada del imperialismo por recolonizarlos, sino que también volvió a poner al rojo vivo la cuestión rusa, y como explicaremos en este capítulo, la disputa del imperialismo por definir históricamente el status de este estado-como lo debe hacer también con China-, aquello que no fue resuelto aún desde que el stalinismo entregara los ex estados obreros al capitalismo y Wall Street. Esta es una cuestión estratégica que abordaremos en este capítulo, valiéndonos de la elaboración teórica que sobre ello hiciera nuestra corriente en el libro “1989: La burocracia stalinista entregó los Estados Obreros a Wall Street y al capitalismo mundial”, publicado por la Editorial Socialista Rudolph Klement.
Es que como hemos dicho, Ucrania es una pieza fundamental en este camino, debido a que es un país que se encuentra en las fronteras mismas de Rusia y por los estrechos lazos que unen un país y otro. Ya mencionamos con anterioridad la imbricación económica que hay entre los dos países y cómo los gasoductos que transportan el gas ruso para llegar a Alemania y abastecer desde allí a su industria y a la europea en general, atraviesan el golpeado país de Europa del Este.
EE.UU. ha pisado Ucrania y le ha arrebatado a Putin su control sobre este país. Como decimos en el libro 2013-2014 Siria bajo fuego: "En última instancia, la lucha por los “nuevos mercados” conquistados por el capitalismo en 1989 y por su recolonización serán motivo de enormes confrontaciones, de guerras comerciales, políticas y en el futuro (si el proletariado no lo impide) militares entre las distintas potencias imperialistas. Las potencias imperialistas vencedoras (de la guerra comercial, N de R) necesitan quitar del medio a los intermediarios en el saqueo de las riquezas de Rusia, de su gas y su petróleo, y de la explotación de la mano de obra china." (Carlos Munzer, Abu Muad, Abu al Baraa; 2014)
Como explicaremos más adelante, el Citibank es el principal banco en Rusia, y el que controla sus finanzas. Alemania es el mayor inversionista extranjero, sobre todo en lo que refiere al control y paso del gas ruso a Europa. La gran disputa interimperialista que se ha abierto entre EEUU, Francia y Alemania es por ver quién controla, además de los gasoductos que abastecen de gas ruso a Europa, los negocios de la industria militar rusa. Ucrania es una pieza fundamental para el imperialismo en el camino a la recolonización de Rusia porque son las minas de carbón y acero de la cuenca del Don las que abastecen al aparato industrial militar ruso y el imperialismo al controlarlas, controlaría el abastecimiento de esa industria.Sólo el proletariado y su revolución podrán parar este camino inexorable.
El imperialismo es reacción en toda la línea: los ex-estados obreros son estados capitalistas transitorios cuyo destino definitivo se resolverá en el terreno de la lucha de clases mundial
A casi 30 años de la restauración del capitalismo en la ex URSS, se confirma una vez más trágicamente la ley de hierro definida por Lenin en 1916: el imperialismo es reacción en toda la línea. Esto quiere decir, en primer lugar, que no hay posibilidad de que surjan nuevas potencias imperialistas. Es más, la brutal crisis de la economía mundial capitalista imperialista del 2008marcó claramente que sobran potencias imperialistas, y que deberá definirse en la exacerbada disputa interimperialista–hoy en el terreno económico y político, y mañana en el militar- cuáles son las potencias vencedoras y cuáles las perdedoras.
Las “teorías” revisionistas que afirmaban, y todavía hoy sin sonrojarse se atreven a afirmar, que China y Rusia se estarían transformando en nuevas potencias imperialistas, acaban en el basurero de la historia. El capitalismo imperialista putrefacto hoy muestra que Rusia y China no tienen ni un ápice de “potencias imperialistas” y que, si el proletariado no lo impide, su destino es el de ser colonias, semicolonias o protectorados de tal o cual potencia imperialista.
Porque en esta época imperialista de reacción, donde no hay lugar para que surjan nuevas potencias imperialistas, creer que puede perdurarla existencia de países capitalistas independientes –ni imperialistas ni semicoloniales o coloniales-, no es más que una utopía reaccionaria con la que sueñan las nuevas burguesías gran rusa y china.
Definir la ubicación definitiva de los ex estados obrerosen la división mundial del trabajo, fue una tarea que quedó indefinida en 1989. El libro 1989: La burocracia stalinista entregó los Estados Obreros a Wall Street y al capitalismo mundial” plantea sobre esta cuestión:“¿Cuál fue el resultado del aborto de la revolución política en 1989; de la imposición en los estados obreros deformados y degenerados, de gobiernos y regímenes burgueses restauracionistas que impusieron la liquidación del monopolio del comercio exterior, de la propiedad colectiva de los medios de producción y de la economía planificada? la interrupción de la transición del capitalismo al socialismo, del régimen de transición, es decir, de la dictadura del proletariado (…) Pero hay que denominar a estos países capitalistas transitorios, porque no está definida su ubicación definitiva como semicolonias del imperialismo (…) Sostenemos que este triunfo imperialista no está definido porque el imperialismo no ha logrado resolver a su favor el enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución a nivel mundial (…) Por eso, porque ese enfrentamiento no está resuelto, nuestra definición es provisoria: son estados capitalistas transitorios o ex-estados obreros en liquidación. (…) El destino histórico de esos estados sólo puede estar determinado por el resultado de la lucha de clases internacional: O el proletariado, y en él, sus batallones más concentrados, las clases obreras de los países imperialistas, avanza en el camino de la revolución proletaria, dando impulso no ya a una revolución ´complementaria´ (es decir, a una revolución política. N. de R.) sino a una revolución social en los ex-estados obreros en liquidación que restaure la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, que vuelva a expropiar a los nuevos ricos y a las propiedades imperialistas, así como a los bancos, que reimponga el monopolio estatal del comercio exterior, la economía planificada y una genuina democracia soviética; o la contrarrevolución triunfante, mediante cracs, guerras, aplastamientos, y derrotas históricas del proletariado internacional, etc., termina de incorporar a esos estados a la división mundial del trabajo como semicolonias, colonias o protectorados directos.”
Esta definición y este pronóstico se ven confirmados por la bancarrota y los convulsivos acontecimientos que atraviesan el este de Europa, los países de la ex-URSS, y las propias Rusia y China. La crisis de 2008 reveló con brutal crudeza que terminó la época en que en los ex-estados obreros había negocios para repartir entre todas las potencias imperialistas. En este nuevo período de convulsiones históricas que se ha iniciado, asistimos a los primeros pasos de la carrera final entre las potencias imperialistas por definir históricamente el carácter de Rusia y China, y esto no se hará pacíficamente sino, como hemos dicho, con una feroz disputa interimperialista.
Sólo la clase obrera puede impedirlo. Presenciamos desde 2008heroicos combates del proletariado internacional, en particular de las aguerridas masas del Magreb y Medio Oriente y las masas ucranianas con su grito de guerra ¡Que vuelva la URSS! En Europa del Este entre el 2007/2009, se levantaron las masas rumanas, lituanas, georgianas, letonas, húngaras, checas, búlgaras, moldavas, en enormes procesos contra el imperialismo y sus planes de redoblar la semicolonización. Sólo los avances decisivos de la revolución mundial y nuevas revoluciones de Octubre triunfantes que restauren la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en los ex estados obreros, podrán evitar el futuro de expoliación, sumisión, guerra y esclavitud para la clase obrera y los explotados que supieron en el siglo XX, expropiar a la burguesía en un tercio del planeta.
La actual disputa del imperialismo por Rusia
La política del imperialismo es penetrar en Rusia económica y financieramente. El Citibank, American Express, Visa, manejan el circuito bancario y financiero ruso. Mientras, las empresas alemanas tienen el 50% de Gazprom, que abastece de gas a toda Europa y es una de las más grandes del mundo; y miles de capitales alemanes poseen sus empresas en Rusia, sobre todo ligados a la industria gasífera, petrolera y militar.
El imperialismo aprieta para colonizar más y más Rusia, y más y más debe obligar y chantajear a la oligarquía rusa para que se rinda. Por ello el imperialismo yanqui y europeo le expropiaron todos sus fondos en el exterior por 300 mil millones de dólares y aún no se los devuelve; al tiempo que le exigen que devuelva Crimea.
Antes de que las masas rusas se levanten y vayan a por la cabeza de Putin, el imperialismo está buscando a la vez, crear una “variante democrática”, agente directa del imperialismo, que se anticipe y canalice el odio de las masas contra el régimen opresor de Putin y los oligarcas rusos.
Mientras tanto el imperialismo usa a Putin y la oligarquía rusa como sicario y guardaespaldas, como vemos en Ucrania, Siria, y en primer lugar en Afganistán. El imperialismo yanqui sabe que si debe retirarse de Afganistán por una nueva embestida revolucionaria de las masas de la región, o bien de las masas de EEUU; tiene un perro guardián ya probado en Siria, para masacrar en Kabul.
Lo mismo sucede con China. Primero Obama la cercó con un Tratado de Libre Comercio con 14 países del Pacífico, cuestión que no resultó, pues China inició una negociación y un acuerdo comercial con Europa, inclusive con una nueva infraestructura de tránsito de mercancías desde Pekín a Londres. Ahora viene Trump, quien a las patadas, con el chantaje y la amenaza de que sus transnacionales se retirarán de China y que EEUU cerrará su mercado, el más grande del mundo, para sus productos, y aumentando la productividad de la economía norteamericana, intenta hacerla rendirse y ponerla de rodillas para que China le entregue las empresas estatales que dan ganancia y la mayoría de los paquetes accionarios de sus bancos. La amenaza militar contra Corea del Norte es también parte de una ofensiva estratégica de EEUU y Japón para semicolonizar China.
El imperialismo yanqui, desde el gobierno títere de Kiev, controla ahora todos los gasoductos que pasan por Ucrania- excepto el que le han dejado a Putin en Crimea como pago por sus servicios contrarrevolucionarios.
Para imponer la entrada de Ucrania en la OTAN, como es el plan ya votado en la Rada Suprema ucraniana, el imperialismo no sólo necesitará aplastar a los explotados de toda la nación, comenzando por el Donbass, sino que también deberá expulsar a Rusia y su base militar de Crimea, puesto que la anexión de la península de Crimea a la Federación rusa no fue reconocida oficialmente y no puede entrar en la OTAN quien tenga en su territorio una base militar de un país no alineado como es Rusia.
El cerco a Rusia, con el bloqueo de cuentas del establishment ruso por parte del imperialismo yanqui y europeo a través de sus bancos, ha dejado al desnudo una vez más cómo todos los negocios rusos están atados a los bancos imperialistas como el Citibank y el Bundesbank.
Putin, un gerente del Citibank y socio menor de Francia y Alemania en el negocio de la alta tecnología militar y del gas
Las direcciones traidoras agrupadas en el FSM, de stalinistas y un ala de los renegados del trotskismo, se la han pasado proclamando el “antiimperialismo” del asesino Putin. Esto no pasa de ser un chiste, y de mal gusto.
Desde el punto de vista financiero, Rusia está atada con múltiples lazos de dependencia al imperialismo. El Citibank posee, tan sólo en activos, más de 10.3 millones de dólares, siendo el banco más grande de Rusia, manejando las transacciones financieras y teniendo como clientes a gran parte de las empresas transnacionales y rusas que operan en el país. No hay en Putin siquiera un atisbo de “antiimperialismo”, es un gerente del Citibank.
Otras corrientes traidoras proclaman que Rusia es una “potencia militar”. La realidad es que Rusia tiene capacidad de producción masiva de armamento convencional que exporta a países atrasados, heredado de la ex URSS. Pero lejos está de producir armamento con tecnología de punta. Las empresas del imperialismo hacen los enormes y más abultados negocios, inclusive abasteciendo con alta tecnología al aparato industrial militar ruso.
Toda la armada y ejército de Rusia dependen de la alta tecnología de las potencias imperialistas. En 2011 Putin firmó un contrato de adquisición de dos portahelicópteros franceses Mistral, por 1400 millones de euros. Estos buques tienen capacidad para hasta 16 helicópteros pesados o 35 ligeros, unos 50 vehículos militares, incluida una docena de tanques, cuatro lanchas de asalto y medio millar de soldados.
Estos iban a ser construidos, a fines del 2014, en astilleros rusos, donde el imperialismo francés consolidaría su tecnología en Rusia para producir, hacia el futuro, en gran escala, armamento de este tipo, para ser vendido en el mundo a través de la enorme cadena de comercialización de armas que tiene Rusia en el mercado mundial (un 27%), sólo inferior a la de EEUU (que tiene un 30%). Sin embargo, estos portahelicópteros nunca llegaron a manos del ejército ruso. En 2015 el acuerdo entre Francia y Rusia por estos buques fue rescindido por Hollande debido al conflicto ucraniano. Finalmente estos portahelicópteros fueron otorgados a Al Sisi, el dictador sanguinario egipcio.
En 2011, Rusia firmó también un acuerdo con Alemania para la construcción de un campo de entrenamiento militar por 120 millones de euros, en el polígono de Múlino (provincia de Nizhni Nóvgorod), a 400 km del este de Moscú. Este campo de entrenamiento funciona de manera virtual, es un verdadero simulador de cualquier situación bélica, y en el mismo se puede entrenar un batallón entero, de hasta 30 mil soldados rusos, que viajan todos los años a Alemania a instruirse militarmente. Debido a la política de embargos contra Putin, este proyecto también fue paralizado en 2014. A raíz de ello, la empresa del acero alemana, Rheinmetall inició un juicio al estado alemán.
EEUU se relame por estos negocios que pierde con Rusia, que hacen hoy el imperialismo francés y alemán. Por ello, EEUU es doblemente agresivo con Rusia en la crisis ucraniana. Como ya vimos, le exige a Alemania y Francia, y a todos los países europeos, que “pongan los fondos para la OTAN, si quieren mantener su libertad”. Hollande y la Merkel ponen los fondos… para hacer los negocios –cuando quieran- con Putin.
EEUU ha colocado en el este europeo (en países como Polonia o Hungría) un escudo misilístico, que significa un enorme negocio para sus empresas transnacionales. Ucrania debe ser “una nueva Polonia yanqui”.
Esa es la “alta tecnología de las empresas transnacionales y el imperialismo”. En última instancia, éste ha logrado salir momentáneamente del crack del 2008, rodeado de una legión de dirigentes traidores pagos que lo salvaron de la revolución proletaria, aumentando la explotación de la clase obrera, el saqueo del mundo semicolonial y desarrollando fuerzas destructivas, es decir, armas, alta tecnología militar, robótica dedicada a la guerra, drones, o sea fuerzas capaces de destruir a toda la civilización humana. Sólo a partir de allí, el imperialismo podrá recomponer su tasa de ganancia.
Todo lo demás es una mentira del reformismo que niega el carácter parasitario del capitalismo en la época imperialista. Éste plantea que el imperialismo frena su expansión, luego deviene la crisis y, con el mismo impulso similar al anterior, vuelve a expandirse. Niega la tendencia a la decadencia del capitalismo en esta fase imperialista. Niega el hundimiento de las fuerzas productivas y su decadencia como tendencia histórica y el desarrollo de las fuerzas destructivas como factor económico más determinante de esta época.
Putin “enfrenta” el embargo del imperialismo rematando las acciones de las empresas estatizadas rusas y arroja la crisis sobre los huesos de los trabajadores
Rusia no es más que un país capitalista en transición, dependiente de la economía, las finanzas y la política mundial del imperialismo. Este la cerca porque más y más busca colonizarla; pero mientras tanto, necesita a sus fuerzas contrarrevolucionarias para que mantengan a raya a todas las masas de Eurasia y de Rusia misma, como veremos en el siguiente apartado.
La última ronda del crac golpeó duramente a los BRICS, entre ellos a Rusia; y la caída del precio del petróleo a U$S25 redujo a la mitad su presupuesto anual en 2016. La respuesta de Putin ha sido descargar brutalmente los costos de la crisis sobre las masas explotadas. Entre finales de 2015 y principios de 2016, en cuestión de días el valor del rublo (moneda rusa) se devaluó en un 50%, con lo que los capitalistas se quedaron, de un solo saque con la mitad del salario de los trabajadores. Millones de rusos cayeron bajo la línea de pobreza (41% no tienen dinero suficiente siquiera para ropa y alimentos) y se profundizó la brecha económica. El nivel oficial de pobreza se sitúa en el 16%, aunque se calcula que entre el 30% y el 50% de la población rusa se encontraría en la zona de riesgo de pobreza. Solo un 1% de la población posee 71% de los activos privados.
Con el embargo de las cuentas de los oligarcas y magnates rusos, EEUU y Europa acorralan y asfixian a Rusia. La “solución” de Putin ha sido lanzar un plan de venta de acciones de las empresas estatizadas, para enfrentar el ahogo de deuda que sufre. “La acumulación de la deuda estatal rusa actualmente en el 14% del PIB del país puede dar lugar a consecuencias deplorables ", afirmó en el mes de junio del 2017, el ministro de Finanzas ruso, Anton Siluanov.
Putin anunció en enero la venta de acciones de la empresa ferroviaria RZD, Alrosa (empresa de extracción de minerales), del banco VTB, la aerolínea Aeroflot, astilleros Sovcomflot, Rostelecom, el principal proveedor ruso de telefonía a larga distancia y las petroleras Bahneft y Rosneft,
La primera venta que ha realizado es de un 10,9 por ciento de participación en la empresa de diamantes Alrosa, la empresa productora de diamantes más grande del mundo, por 865 millones de dólares. Los fondos europeos adquirieron un tercio del paquete lanzado al mercado, con otro tanto se hicieron los inversores rusos, mientras que los estadounidenses compraron el 5 por ciento de los papeles.
El gobierno ruso planea vender un 50 por ciento más una acción en Bashneft, cuya capitalización bursátil se sitúa en 567,8 millones de rublos (8,9 mil millones de dólares).
Rosneft, que se convirtió en el mayor productor de petróleo y más cotizada del mundo por la producción en 2013. Rosneft posee el 50,755% de las acciones de Bashneft, otra empresa petrolera que afronta la venta de acciones. La BP (Inglesa) posee el 19,75% de las acciones de Rosneft.
En diciembre de 2016 se realizó la venta del 19,5 % de sus acciones por 10500 millones de euros. Los compradores fueron Glencore (suiza) y el Fondo Soberano de Qatar.
Para el caso de Rosneft es necesario aclarar que ésta posee el 49,9% de las acciones de la empresa CITGO, una empresa que posee terminales de despacho de nafta y refinerías en EEUU. CITGO pertenece a la empresa estatal petrolera venezolana PDVSA. Rosneft obtuvo estas acciones de CITGO como garantía de pago por los préstamos otorgados a PDVSA por 1,5 millones de dólares.
En el caso de la empresa naviera Sovcomflot se trata de un plan de dos años (2017-2019) para poner a la venta un paquete de acciones del 25% menos una, con la que el Gobierno espera conseguir el equivalente a 139 millones de euros.
En cuanto a la venta de acciones de Bashnef, en mayo de 2016 se hablaba de una posible privatización aunque finalmente se dio una venta de acciones a activos rusos, favoreciendo a Rosnef que adquirió el 50,0755% por 5.3 billones de dólares.
Es importante aclarar que, tal como se dio en este último caso, las privatizaciones son encubiertas ya que se hacen a través de empresas mixtas. Es decir, en el caso de la compra de Bashnef (como en otras empresas) el estado ruso y la prensa aseguran que no se ha privatizado porque queda en manos de Rosnef que es una empresa estatal. Pero esa empresa estatal, como dijimos anteriormente, está privatizada en parte a la BP, Glencore y el Fondo soberano de Qatar.
El cerco que EEUU y Europa lanzaron contra Rusia llevó a Putin a rematar las acciones de empresas estatizadas. Como hemos visto, el imperialismo avanza en apoderarse de los recursos naturales rusos: desde el Citibank controla la mayoría de las transacciones rusas y Alemania y Francia realizan ya enormes negocios en la industria militar.
El imperialismo incrementa la utilización de estos procedimientos en esta nueva ronda del crac mundial que golpea duramente a los BRICS; de esta manera, con bonos basura, sin valor el imperialismo compra a valores de remate acciones de las empresas que generan las mayores ganancias. Los piratas imperialistas se quedan con porciones de las empresas; mientras que los estados semicoloniales como Brasil y también en el caso de Rusia, un país capitalista independiente, controlan la mayoría de las acciones. Esto permite que sean estos estados quienes hagan las mayores inversiones de investigación y exploración (lo más costoso en el ámbito del gas y el petróleo); mientras que los imperialistas cortan cupones y se reparten las ganancias. Con la compra de acciones de estas grandes empresas, las transnacionales además aumentan la cotización de las acciones de sus empresas en la bolsa.
Así, por poner tan solo un ejemplo, en el caso de la construcción del Nord Stream2, el gasoducto que permitirá llevar el gas ruso a Alemania sin pasar por Ucrania, se ha conformado un consorcio de accionistas. Quien preside ese consorcio es Schröder, ex canciller alemán y amigo personal de Putin, y Gazprom es el accionista principal. Esto implica que es esta compañía rusa – y el estado ruso como propietario del 50% de las acciones- quien paga el grueso de la inversión en la construcción del gasoducto. El gasoducto Nord Stream1, trazado por el fondo del Báltico para evitar el territorio de Ucrania y con una longitud de 1,224 kilómetros, fue inaugurado en noviembre de 2011 y un año más tarde se puso en funcionamiento su segundo hilo. La compañía operadora del gasoducto está participada en un 51 % por el consorcio ruso Gazprom, las alemanas E.ON y BASF/Wintershall (15,5 %, respectivamente), la holandesa Gasunie y la francesa GDF/Suez (9 % cada una) Mientras que en 2017 se ha dispuesto ampliar el directorio de Gazprom de 9 a 11 directores, y es el propio Putin –como presidente de Rusia y por ser el estado el principal accionista- quien ha propuesto a su amigo Schröder para el cargo.
Rusia es un país capitalista que depende del capitalismo y de la economía-mundo para desarrollar inclusive su producción en ramas enteras de la industria en Rusia. Pero aún no es una colonia ni una semicolonia puesto que desde el punto de vista político todavía mantiene una relativa independencia con las potencias imperialistas con las cuales negocia su ubicación como guardián de la propiedad de todas las potencias imperialistas en Eurasia y aprovecha también el aparato industrial militar de la vieja industria soviética.
Putin, el gendarme de Eurasia
Como definimos en la introducción a esta obra, la burguesía mundial para garantizarse los negocios en esa inagotable fuente de recursos de materias primas y mano de obra que son los países de Eurasia, ha necesitado de un intermediario que garantice el control en la región, ya que cada vez que intentó hacerlo directamente-como cada vez que intentó invadir Rusia-fracasó estrepitosamente. Así, hasta el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia en 1917, Alemania, Francia e Inglaterra desarrollaban sus negocios en la región con la autocracia zarista como socia. Trotsky en su Historia de la revolución rusa plantea que ”la introducción de los elementos de la técnica occidental, sobretodo la militar y la manufacturera, bajo Pedro I se tradujo en la agravación del régimen servil como forma fundamental de la organización del trabajo. El armamento y los empréstitos a la europea -productos, indudablemente, de una cultura más elevada- determinaron el robustecimiento del zarismo que, a su vez, se interpuso como un obstáculo ante el desarrollo del país”. Y más adelante, en la misma obra: “La beligerancia de Rusia venía a ocupar un lugar intermedio entre la de Francia y la de China. Rusia pagaba en esta moneda el derecho a estar aliada con los países progresivos, importar sus capitales y abonar intereses por los mismos; es decir, pagaba, en el fondo, el derecho a ser una colonia privilegiada de sus aliados, al propio tiempo que a ejercer su presión sobre Turquía, Persia, Galicia, países más débiles y atrasados que ella, y a saquearlos. En el fondo el imperialismo de la burguesía rusa, con su doble faz, no era más que un agente mediador de otras potencias mundiales más poderosas.”
Ya en 1910 Lenin identificaba a la Rusia zarista con una “cárcel de los pueblos”, comprendiendo los estados bálticos (Estonia, Letonia, Lituania), Ucrania, Bielorrusia, parte de Polonia (Zarato de Polonia), Moldavia, Rumania, los países del Cáucaso (Armenia, Georgia y Azerbaiyán), Finlandia, la mayoría del Asia Central (Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán, Kazajistán y Uzbekistán), y una parte de Turquía (territorios de la Armenia turca). Decía Trotsky en Historia de la revolución rusa: “Rusia hallábase enclavada entre Europa y Asia, no sólo geográficamente, sino también desde un punto de vista social e histórico. Se diferenciaba de la Europa occidental, sin confundirse tampoco con el Oriente asiático, aunque se acercase a uno u otro continente en los distintos momentos de su historia, en uno u otro aspecto. El Oriente aportó el yugo tártaro, elemento importantísimo en la formación y estructura del Estado ruso. El Occidente era un enemigo mucho más temible pero, al mismo tiempo, un maestro. Rusia no podía asimilar las formas del Oriente, compelida como se hallaba a plegarse constantemente a la presión económica y militar de Occidente”.
La revolución rusa de 1917, de la que conmemoramos su primer centenario, derribó la podredumbre medieval y en sólo unos meses llevó al poder al proletariado, dirigido por el Partido Bolchevique. La revolución barrió con el yugo zarista, proclamando el derecho a la autodeterminación de los pueblos y conformaron la URSS, a la que se federaron voluntariamente los pueblos de Ucrania, Moldavia, Azerbaiyán, Daguestán, Abjasia, Georgia, Osetia del Norte, Chechenia, Turkmenistán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, entre otras.
El stalinismo con su accionar contrarrevolucionario, convirtió a la URSS en una cárcel de naciones oprimidas esta vez bajo la bota del gendarme stalinista. Y después de que esa burocracia devenida en restauradora entregara los ex estados obreros al imperialismo, este le asignó a los ex burócratas stalinistas –hoy burgueses y oligarcas- el rol de disciplinar, someter y aplastar a las masas de los ex estados obreros. En Chechenia exterminó a todos los mayores de 10 años, por el “delito” de levantarse por el derecho de la autodeterminación nacional. Invadió Georgia, Osetia del Norte y del Sur; pobló de bases militares a todas las ex repúblicas soviéticas que se independizaron de Rusia como Moldavia, Osetia del Sur, Bielorrusia, Kirguistán, Armenia, Tayikistán, Azerbaiyán, Ucrania. Todo ello para garantizar los negocios del imperialismo y su tajada en los mismos.
De ahí que insistamos en denunciar a este asesino de la ex KGB que es Putin, y a gran parte de la izquierda traidora y del stalinismo en particular, quienes se empeñan de presentarlo como un “amigo” de los explotados del mundo, cuando no es más que un esbirro del imperialismo. El rol de Putin es ser el guardián de las transnacionales y del capital financiero en el Cáucaso, en Eurasia, haciendo el trabajo sucio de masacrar a los explotados a cuenta del imperialismo cuando estos osan sublevarse. Ahí lo vimos en Siria, desde la base heredada el stalinismo en Tartus, lanzar sus bombarderos contra la población civil, y hoy con redoblada y sangrienta masacre contra mujeres y niños que huían a refugiarse en las cínicamente llamadas “zonas seguras”.
El rol de Putin como gendarme y sicario del imperialismo es ser el guardián de las transnacionales y del capital financiero en el Cáucaso, en Eurasia. Y cuando fracasó el sionismo y comenzaron las revoluciones de 2011 en Magreb y Medio Oriente y saltaron los dispositivos de control del imperialismo en la región, el imperialismo recurrió a Putin para que, desde su base militar en Tartus en Siria, sostenga a Al Assad que se caía en Damasco cercado por el avance de la revolución en aquel país en 2015. La fuerza aérea rusa, junto a Al Assad, masacró y terminó de destruir las ciudades más importantes de Siria. El carnicero Putin ya había demostrado ser un buen gendarme de las naciones musulmanas de la ex URSS, como Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Azerbaiyán, Kirguistán, etc. con el rigor de las bayonetas, junto a las nuevas oligarquías nacionales aliadas a la burguesía “Gran Rusa”, pero todas ellas disciplinadas por los 150.000 marines que EEUU tiene en Afganistán, para controlar no sólo a ese país sino toda la ruta del opio en la región y en particular, a las masas musulmanas.
La pandilla de Putin no solamente juega ese rol de gendarme y sicario en la región. Es que en primerísimo lugar él y su gobierno bonapartista contrarrevolucionario son los guardianes, sable en mano, de los suculentos negocios del imperialismo franco-alemán y yanqui en Rusia. En la política y la economía mundial controlada por las potencias imperialistas, las pandillas de Moscú sólo tienen lugar para actuar como gendarmes y guardianes de los intereses del capital financiero internacional. Solo así pueden sacar su tajada de los negocios. Él no es más que el socio menor de las potencias imperialistas. Y sobre todo Putin es el carcelero de la clase obrera rusa ex soviética que protagonizó la más grande revolución de la historia en Octubre de 1917, derrotando al capitalismo. Putin por ahora es el “primer escudo de la OTAN” (aunque tenga grandes contradicciones con éste y con el imperialismo) para aplastar a las masas rusas si a éstas se les ocurre, cien años después, volver a poner en pie los soviets y los consejos de obreros, soldados y campesinos.
El más grande temor que tienen el imperialismo y las pandillas contrarrevolucionarias de Rusia, es que las masas soviéticas y revolucionarias vuelvan a tomarles el Palacio de Invierno. Por eso inclusive el imperialismo buscará en primer lugar desarmar a su sicario de todo armamento nuclear, no por temor a Putin, que jamás disparará ni una munición de fuegos artificiales contra el imperialismo, sino por pánico a que las masas se hagan del poder y se queden con éste. El imperialismo sabe que debe controlar el aparato industrial-militar ruso de forma directa, vía patentes de las transnacionales o bien con sus generales. No vaya a ser que semejante poderío militar, insistimos, caiga en manos de un nuevo Ejército Rojo.
Putin utiliza la potencia militar heredada de la ex URSS para negociar su ubicación y parte de los negocios con el imperialismo. Pero éste a la larga e históricamente necesita desarmarlo. De eso se trata el avance de la OTAN en Ucrania y el escudo misilístico y bases militares que el imperialismo tiene en toda la región cercando Rusia. De eso se trata también que en el reparto de Siria, como ayer en los Balcanes, Putin no se queda ni con un metro cuadrado de territorio. El destino de la Rusia de Putin es mirarse en el espejo de los Balcanes; el de la “Gran Rusia” es el de los países que ella oprime porque así la dejará el imperialismo.
Mientras tanto, el rol que la política y la economía mundial del imperialismo les reserva a las pandillas de Moscú es el de ser el gendarme y masacrar en todos los territorios de la ex URSS, pero no quedarse ni con un centímetro de tierra ni zonas de influencia. Así ha sido y así es.Así también Putin intervino como gendarme en Ucrania, posando de estar “contra el imperialismo” cuando era el sostenedor del gobierno proyanqui de Yanukovich, como desarrollamos a continuación.
Putin, presentado como “amigo” de los pueblos por las direcciones traidoras, es el sicario de las masas sirias y el entregador de la revolución ucraniana
Grandes son los intentos de gran parte de la izquierda traidora y del stalinismo en particular de presentar al sicario del imperialismo Putin como un “amigo” de los explotados del Donbass. Sin embargo, estas falacias distan mucho de la realidad que ha demostrado que Putin es una pata fundamental del cerco y la entrega de los trabajadores del este Ucraniano. Lejos de ser un “aliado” ha estado siempre en la barricada contraria a la revolución.
Esa Rusia blanca que ahoga en un baño de sangre a las masas sirias hambrientas y cercadas, es una burguesía cobarde que huyó como rata ni bien Kerry pisó Ucrania en 2014. Es un gatito faldero del imperialismo para quién hace el “trabajo sucio” de masacrar a las masas sirias y de someter junto a la burguesía prorrusa del este a las masas sublevadas del Donbass ucraniano a los Pactos de Minsk, que como vimos en el segundo capítulo, son los pactos de Obama, Merkel, Putin y Poroshenko para derrotar la revolución, dividiendo y desarmando a las masas ucranianas.
Y si esto no fuera suficiente, se encuentra presto a intervenir desde Crimea con su ejército contrarrevolucionario en el este ucraniano como hizo ayer en Georgia y Chechenia. Es que Putin está siendo puesto a prueba, una vez más, como sicario del imperialismo en Europa del Este, el Cáucaso y también en Medio Oriente, como vemos en Siria. Hoy vemos que Putin que salió victorioso e indemne de su masacre contra las martirizadas masas sirias, se ha fortalecido como gendarme gurka contra su propio pueblo y en la región.
Como describimos en el Capítulo I, a mediados de 2014, Putin retiró sus tropas de la frontera de Rusia con Ucrania, dejando aislados y cercados a los heroicos mineros del Donbass. Es que los soldados rasos se pasaban a combatir junto a sus hermanos, poniendo en riesgo los negocios de la burguesía ucraniana y también rusa. Este vil cobarde de Putin le teme más a la revolución que pone en cuestión su poder que al imperialismo cercando sus fronteras. La lucha de los trabajadores del Donbass en defensa de su salario y su trabajo confluiría fácilmente con sus hermanos rusos porque éstos afrontan una devaluación feroz que les carcome y liquida sus salarios. Esta unidad pondría como tarea necesaria atacar y acabar con todos los negocios de la burguesía y la oligarquía rusa no sólo en Ucrania, sino también en la misma Rusia. Esta perspectiva, que los obreros del Donbass ilustraban en la consigna de “Que vuelva la URSS” –programa de salida de la catástrofe para los obreros ucranianos, rusos y de Europa occidental- provoca pavor en toda la burguesía mundial. Los obreros en armas cuestionando la propiedad privada es la pesadilla de Putin, más aun que los tanques de la OTAN en su frontera.
Unos meses más tarde cuando el gobierno de Kiev lanzó una operación de “cerco por hambre” a los trabajadores del Donbass -durante el cual no compraba el carbón producido en la región, para derrotar a los mineros, como vimos en el capítulo anterior- quien se encargó de suministrar el gas y la electricidad a Kiev sin necesidad de pagos adelantados y a muy buen precio fue, ni más ni menos, que el supuesto “aliado” Putin.La burguesía rusa, surgida de las entrañas del PC y de la burocracia estalinista, ha hecho escuela en cómo dividir y traicionar la lucha de los explotados. En la década del ´80 (siglo XX), en medio de la heroica huelga de los mineros de Inglaterra, contra el gobierno de Margaret Thatcher, la burocracia estalinista desde Polonia le vendía el carbón a los piratas imperialistas de Inglaterra.
Entre Septiembre de 2014 y Febrero en 2015, cuando avanzaban las milicias mineras desde el este y con el apoyo de sus hermanos que en Kiev se negaban a enrolarse en el ejército y le propinaban a éste una durísima derrota, Putin y la burguesía prorrusa del este de Ucrania firmaron -con el imperialismo yanqui tras bambalinas- los pactos contrarrevolucionarios de Minsk por los que avanzan en la partición de Ucrania, le devuelven a Kiev el control de las fronteras profundizando el cerco contra las masas, y se comprometen a desorganizar desde adentro y desarmar a las masas, siendo junto con el stalinismo los garantes de que las masas acaten estos pactos.
A nadie sorprende la “actitud” de Putin (tendrán que explicar los políticos de la izquierda reformista por qué lo presentaban como aliado de las masas, cuando realmente es su enemigo), pues como toda burguesía cipaya, repetimos, le teme más a la movilización y lucha revolucionaria de las masas que al propio imperialismo con el cual se encuentra atado por miles de negocios y acuerdos políticos, económicos y militares.
Los hechos que mencionamos demuestran que, más allá del palabrerío y la demagogia de Putin, éste ha fijado su trinchera con la burguesía y el imperialismo – del que no es más que un sicario y gerente- y en contra de los mineros del Donbass. El imperialismo le está sacando hasta la última gota de jugo para su ofensiva contrarrevolucionaria, y cuando ya no pueda sacarle más provecho, lo desechará cual limón exprimido.
Así lo utilizó en Siria para que haga el trabajo sucio de masacrar a las masas con bombardeos masivos para acabar hasta el último pueblo de la resistencia y aplastar esta grandiosa revolución. Las fuerzas genocidas de Assad comandadas por el imperialismo descargaron una verdadera operación masacre contra las masas, bombardeando hasta los escombros. Es esta la perspectiva que preparan para Ucrania, donde las masas de las regiones del Don ya enfrentan esas mismas penurias.
Si Putin pudo jugar este rol fue porque hasta hoy el proletariado ruso estuvo aplastado y dominado bajo su bota con un régimen de terror. Contra lo que dicen los stalinistas y renegados del trotskismo, en Rusia no hay atisbo de democracia y mucho menos de antimperialismo.
Los trabajadores rusos deben sublevarse. Putin, quien salió victorioso de la carnicería contra el pueblo sirio, se fortaleció como gendarme en la región, tanto en Ucrania, en Europa del Este y también contra su propio pueblo que hoy comienza a enfrentarlo. A esta cuestión está dedicado el Anexo II de este trabajo.
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