Suplemento Especial BIOI Julio de 2005 |
Suplemento Especial BIOI
Julio de 2005
A PROPÓSITO DE LA IMPOSTURA DE CELIA HART SANTAMARÍA Y LA BUROCRACIA CASTRISTA
La burocracia castrista organiza a sus partidos en el continente americano junto con los liquidadores de la IV Internacional
En
el último año y medio, corrientes como la Tendencia Marxista
Internacional de Alan Woods, el MST de Argentina, entre otros, han difundido
y publicitado a Celia Hart Santamaría1, presentándola como una
dirigente del PC Cubano que se habría hecho "trotskista".
A partir de fines de 2003, Hart Santamaría comienza a aparecer con
sus artículos -mayoritariamente publicados por la corriente de Alan
Woods, pero también por distintas revistas en Cuba como "Tricontinental"
y "Cubadebate" entre otras. En esos artículos dice coincidir
con el legado de Trotsky y con la revolución permanente; dice estar
en contra del "socialismo en un solo país", y afirma que
en 1989 en el Este de Europa y en Rusia se cumplió todo lo vaticinado
por Trotsky en "La revolución traicionada".
En agosto de 2004, Hart Santamaría participó de la reunión
internacional de la Tendencia Marxista Internacional en Barcelona. En octubre
del mismo año, en Buenos Aires dio el discurso de cierre en el acto
organizado por el Partido Comunista por el aniversario del asesinato del Che.
El MST (UIT-CI) de Argentina, publicó también en ese entonces
en su periódico "Alternativa Socialista", un reportaje a
Hart Santamaría, entrevista que fuera luego reproducida completa por
"Granma Internacional" -el semanario oficial del PC cubano- del
8 de Noviembre del mismo año.
Presentan a Celia Hart como la expresión de la evolución hacia
el trotskismo de una dirigente del PC cubano. Por el contrario, los trotskistas
internacionalistas de la FTI-CI afirmamos, que estamos ante una completa y
cínica impostura, ante una política consciente de la burocracia
castrista de montar un "ala izquierda" de sí misma, utilizando
y falsificando para ello a Trotsky, de la misma manera que en su época
Stalin y la burocracia stalinista de la URSS falsificaron a Lenin para encubrir
su política contrarrevolucionaria tanto a nivel internacional como
en la URSS. De esta manera la burocracia castrista busca encubrir "por
izquierda" su política contrarrevolucionaria de colaboración
de clases en América Latina y en los Estados Unidos, y su política
en la propia Cuba, donde se prepara a consumar la restauración capitalista
y a reciclarse a sí misma en burguesía. Busca asimismo terminar
de subordinar completamente a los liquidadores del trotskismo, para que no
queden ni vestigios de continuidad de las banderas y el legado de la IV Internacional.
De esta manera, en Cuba hoy vuelve a demostrarse la absoluta corrección
y vigencia del pronóstico que hicieran León Trotsky y la IV
Internacional para la URSS en los '30. Trotsky y los bolcheviques-leninistas
plantearon con claridad que, sin avances de la revolución mundial y
sin triunfo de una revolución política, la burocracia stalinista
que, defendiendo al estado obrero a su manera con el objetivo de mantener
sus privilegios, lo hundía y lo ponía en peligro a cada paso,
tarde o temprano terminaría por convertirse en el agente directo de
la burguesía mundial dentro del estado obrero, derrocaría las
nuevas formas de propiedad y restauraría el capitalismo.
Esto, que ya sucedió en China, la ex URSS y los ex estados obreros
del Este de Europa, es lo que está aconteciendo hoy en Cuba, con la
burocracia castrista que impone reformas capitalistas en la economía,
preparando la restauración y su propia transformación en nueva
burguesía nacional.
Hoy entonces, de la mano de Hart Santamaría, los renegados del trotskismo
se han puesto bajo la disciplina de la burocracia castrista y del PC Cubano
en Estados Unidos y en América Latina. Si en 1953 Michel Pablo hizo
estallar la IV Internacional llevando a más de un tercio de sus militantes
a entrar en los partidos comunistas; si en los '80 Jack Barnes terminó
el proceso de años de destrucción del SWP norteamericano fundado
por León Trotsky y Cannon transformándolo en la "sección
norteamericana" del PC Cubano, hoy asistimos a la consumación
de un pablismo generalizado en el continente americano.
Si Alan Woods, Mercedes Petit o inclusive la propia Celia Hart consideran
que estamos haciendo esta afirmación sobre la base de información
errónea o insuficiente, que hay elementos que no conocemos, que estamos
equivocados, estamos abiertos a que nos lo demuestren y nos convenzan de ello.
Porque, ¡qué más quisiéramos los trotskistas internacionalistas
que surgiera en Cuba, en el primer estado obrero de América Latina
que sobrevive aún en una extrema descomposición, una fracción
auténticamente trotskista! Si así fuera, esa fracción
tendría toda la autoridad para llamar de inmediato a todas las fuerzas
sanas y principistas del trotskismo a un congreso refundacional de la IV Internacional.
Pero hasta el momento, la amplia mayoría de los escritos de Hart que
tenemos en nuestras manos, y el veredicto de los hechos, los crudos y testarudos
hechos, nos demuestran que lejos de ello, estamos frente a una impostura montada
por la burocracia castrista a la que hay que oponerle el programa del trotskismo
de derrotarla y derrocarla con una revolución política de los
obreros y los campesinos cubanos, el único camino para defender efectivamente
a Cuba de toda agresión imperialista, de salvar las conquistas de la
revolución y de poner al estado obrero al servicio de la lucha por
la revolución mundial.
EL VEREDICTO DEL NUEVO EMBATE DE LAS MASAS EN LA REVOLUCIÓN BOLIVIANA
El
nuevo levantamiento revolucionario que acaban de protagonizar los obreros
y campesinos bolivianos, ha puesto a prueba a todos los que hablan en nombre
de la revolución y el socialismo, y en particular, ha dejado completamente
al desnudo a esta impostura castrista.
Hart Santamaría se la pasa hablando de "revolución permanente",
de "internacionalismo", de que "Las estrechas fronteras territoriales
sólo serán importantes para los gobiernos, nunca para la revolución
("Un fantasma recorre América), etc., de que hay que tomar el
poder porque "al poder nadie lo regala", pero en sus prolíficos
escritos jamás ha planteado nada sobre Bolivia, donde desde 2003 los
obreros y campesinos iniciaron una heroica revolución. Jamás
se ha pronunciado a favor del triunfo de la revolución boliviana, a
favor de que la clase obrera, acaudillando a los campesinos pobres y al conjunto
de la nación oprimida, se haga del poder mediante una insurrección
e instaure la dictadura del proletariado.
En las últimas semanas, Celia Hart tuvo una enorme oportunidad para
demostrar con claridad que es "trotskista", como dice serlo, cuando
a mediados de mayo pasado, las masas bolivianas volvieron a irrumpir con una
acción histórica independiente, poniendo en pie, a pesar y en
contra de sus direcciones, una magnífica huelga general insurreccional
que cercó la ciudadela del poder, abrió una enorme crisis revolucionaria
en las alturas, y volvió a plantearle al proletariado el problema del
poder.
¿Cuál fue la posición de Celia Hart frente a ello?: el
más estruendoso silencio. Parecería ser que, precisamente en
ese momento, a su prolífica y florida pluma a la que tanto le gusta
repetir "revolución permanente", "socialismo",
"toma del poder", etc., de golpe y porrazo se le acabó la
tinta. Es que no se puede jugar a las escondidas con la teoría y el
programa del trotskismo: no se está por el socialismo, la revolución
permanente, el internacionalismo, por más que se lo declame, si no
se estuvo y se está hoy por el triunfo de la revolución obrera
y socialista en Bolivia; si no se levantó como programa y no se luchó
durante el reciente embate de masas por poner en pie un organismo de poder
centralizado de los obreros y campesinos pobres, sus milicias armadas y comités
de soldados, es decir, un organismo que pudiera organizar una insurrección
triunfante y hacerse del poder.
Celia Hart quedó al desnudo, y demostró inclusive que ni siquiera
le llega a los tobillos al propio Che Guevara -a quien ella tanto alaba diciendo
que fue quien "inició la era de la revolución permanente
en América Latina" cuando dijo "por dos, tres, muchos Vietnam".
Al menos el Che fue consecuente con lo que pensaba y predicaba -más
allá de que su política fuera incorrecta y sus métodos
empíricos-, se fue a Bolivia a hacer la revolución, y por ello
luchó y dio su vida.
Por el contrario Celia Hart, que no tuvo problemas para viajar a Argentina,
a Venezuela, a Barcelona, a México, se ha cuidado muy bien no solo
de poner un pie en Bolivia, sino de escribir una sola palabra al respecto.
La razón es muy sencilla: calló para permitir que Fidel Castro
y Chávez - de quienes dice que son "dos revolucionarios"-
pudieran aplicar su política en Bolivia: apelar a la "continuidad
constitucional", y apoyar a Evo Morales y a su política de dar
una salida burguesa con la renuncia de Mesa y sus sucesores; apoyar a Rodríguez
y llamar a elecciones generales y Asamblea Constituyente. Y al mismo tiempo,
sus otros agentes como son los castristas Solares y Quispe, han transformado
a la Asamblea Popular Nacional Originaria en un acuerdo de dirigentes por
arriba para impedir que los obreros y campesinos conquisten un organismo centralizador
de su lucha con democracia directa, y sus milicias obreras y campesinas, es
decir, un poder obrero y campesino opuesto y enfrentado al gobierno de Rodríguez,
Morales y el parlamento odiado. Necesitan que este acuerdo de dirigentes sin
las masas y contra ellas, garantice que se imponga la tregua, para que pueda
avanzar el plan de elecciones anticipadas y Asamblea Constituyente con las
que engañar y apaciguar a las masas, mientras las petroleras alistan
a las fuerzas armadas y a las bandas fascistas para aplastar a sangre y fuego
a la revolución.
Es que la burocracia castrista necesita que la revolución boliviana
y latinoamericana sean estranguladas, para poder consumar la restauración
capitalista en Cuba y reciclarse a sí misma en burguesía. Saben
que un triunfo de la revolución en Bolivia sería como un choque
eléctrico en todo el continente y también en Cuba. Saben que
los hidrocarburos bolivianos en manos de un gobierno obrero y campesino impulsarían
a las masas venezolanas a avanzar en su lucha antiimperialista, a luchar porque
ni una gota de petróleo venezolano vaya para los yanquis que masacran
en Irak, ni para que haga negocios la Repsol, explotadora y expoliadora de
la nación boliviana, y a la que Chávez le ha dado jugosos negocios
en Venezuela, mientras que la burocracia castrista le ha dado los contratos
para la exploración y explotación de petróleo del mar
cubano.
De esta manera, frente a la heroica lucha revolucionaria de la clase obrera
y los campesinos bolivianos, ha quedado al desnudo la impostura de esta ala
supuestamente "trotskista" montada por la burocracia castrista.
Celia Hart se ha ubicado claramente en la trinchera opuesta a la de las masas,
a la de la teoría de la revolución permanente y el programa
del trotskismo: en la trinchera de Mesa y ahora de Rodríguez, de Evo
Morales, de la dirección castrista de la COB, de Lula, Kirchner y Chávez,
sostenedores ayer de Mesa y hoy de su continuador, en la trinchera de la Repsol
y las petroleras imperialistas.
EL "INTERNACIONALISMO" DE CELIA HART NO PASA LA PRUEBA FRENTE
A LA POLÍTICA INTERNACIONAL CONTRARREVOLUCIONARIA DE LA BUROCRACIA
CASTRISTA MARCADA POR DÉCADAS DE TRAICIONES A LA REVOLUCIÓN
MUNDIAL
Ante
la prueba irrefutable de la revolución boliviana, la falacia del "ala
trotskista" del PC cubano se derrumba como un castillo de naipes. Pero
es necesario evitar que la infección introducida por esta impostura
y falsificación se extienda y termine por infectar a la honesta vanguardia
proletaria que busca un camino revolucionario en América Latina y en
el mundo. Se hace entonces necesario encarar el poco reconfortante trabajo
de desmontar esta farsa pieza por pieza, y seguir desmadejando y desenmarañando
la trama de esta impostura montada por la burocracia castrista.
Porque apelando al legado de León Trotsky, Hart Santamaría insiste
una y otra vez en hablar de la revolución permanente y de que Cuba
aislada no puede mantenerse, que la clave es expandir la revolución.
Así, dice: "La extensión de la revolución a todo
el continente latinoamericano es esencial para la supervivencia de la Cuba
revolucionaria (...) A la larga, una Cuba revolucionaria aislada no puede
sobrevivir" ("Entrevista con Celia Hart", reproducida por la
Corriente Marxista Revolucionaria de Venezuela, 9/11/04).
Ningún trotskista que se precie de tal podrá estar en desacuerdo
con esta afirmación: el estado obrero cubano, hoy en descomposición,
no podrá sobrevivir aislado; su futuro está en el avance y el
triunfo de la revolución en toda América Latina, en Estados
Unidos y en todo el mundo.
Ahora bien, lo que Hart Santamaría no dice ni explica, es por qué
no ha triunfado en América Latina ninguna otra revolución, luego
del triunfo de la revolución cubana hace ya más de 45 años.
Es claro que en ese tiempo, no faltaron oportunidades para que la clase obrera
y los explotados se hicieran del poder en varios países del continente.
Por ejemplo, ¿por qué no triunfaron los obreros y los explotados
en Bolivia en 1971? Porque se impuso la política del stalinismo -en
ese momento aún con su comando central en Moscú, al que Fidel
Castro y el PC cubano estaban totalmente integrados y subordinados-, de apoyo
a los militares "patriotas" y a los burgueses "progresistas".
Así, la dirección de la COB, junto al stalinismo en todas sus
variantes, y con la inestimable colaboración del POR de Lora, llevaron
a las masas al apoyo al general Torres, se negaron a poner en pie las milicias
obreras y campesinas de ese embrión soviético que fue la Asamblea
Popular, y permitieron así que el golpe de Banzer ahogara en sangre
y fuego el segundo intento revolucionario de los obreros bolivianos en el
siglo XX.
En Chile en 1973 la clase obrera latinoamericana tuvo una nueva oportunidad
de tomar el poder y dar un enorme impulso a la revolución en toda América
Latina que sacara a Cuba de su aislamiento. Pero Fidel Castro -alabado cada
tres renglones por Hart Santamaría en sus escritos como "revolucionario",
"internacionalista", etc., etc.-, apoyando abiertamente al gobierno
nacionalista burgués de Allende y la UP, viajó dos veces a Chile
a convencer a los heroicos obreros de los Cordones Industriales de que no
tenían que tomarse el poder como en Cuba, sino que iban a hacer la
"vía pacífica al socialismo", preparando el terreno
para que el imperialismo y Pinochet -que había sido tildado de general
"democrático" y designado como jefe del ejército por
Allende y el PC- masacrara a la clase obrera con su golpe militar, imponiéndole
al proletariado chileno una derrota histórica de la cual aún
no puede recuperarse.
Centroamérica en los '80 es sin duda el ejemplo más trágico.
Porque el inicio de la gran revolución nicaragüense en 1979, la
revolución salvadoreña en los mismos años, y el inicio
en 1986 de la revolución de los trabajadores y los explotados que en
Haití derrocaron a la sanguinaria dictadura de Duvalier, junto a la
existencia en la misma región del Estado obrero cubano, pusieron a
la orden del día, como posibilidad concreta, que el proletariado se
hiciera del poder en esos países, rompiera las fronteras ficticias
establecidas por el imperialismo en América Central, y avanzara a poner
en pie los Estados Unidos Socialistas de Centroamérica y el Caribe,
provocando un shock eléctrico cuya onda expansiva revolucionaria habría
indudablemente impactado en México y en los propios Estados Unidos.
¡Qué mejor defensa de Cuba, qué mejor forma de romper
su aislamiento!
Pero esto fue impedido por la burocracia stalinista, Fidel Castro -que salió
a decir que "Nicaragua no debe ser una nueva Cuba"-, y sus agentes
del FSLN de Nicaragua y del FMLN de El Salvador, que terminaron entregando
la revolución centroamericana en los acuerdos contrarrevolucionarios
de Esquipulas y Contadora. Y en Haití, el PC desvió la heroica
lucha de las masas a las elecciones, poniendo en pie la coalición Lavalas,
un frente popular, que llevó a la presidencia a Bertrand Aristide,
y luego en 1994, y junto con Fidel, aplaudió el ingreso de tropas yanquis
que lo repuso en el poder, transformando a ese país en un protectorado.
Podríamos escribir libros con ejemplos de las traiciones abiertas y
directas de la burocracia castrista a la revolución latinoamericana
durante más de 40 años, sobre las que Celia Hart guarda total
silencio. Pero nos limitaremos a mencionar, por ejemplo, la revolución
ecuatoriana iniciada en 1997, ante la cual la burocracia castrista y sus agentes
en Ecuador apoyaron al coronel "patriota" Lucio Gutiérrez
que acaba de ser echado a patadas por las masas. O la revolución argentina
iniciada en 2001, a la cual Fidel Castro contribuyó personalmente a
estrangular viniendo en mayo de 2003 a decirles a los obreros y jóvenes
que apoyaran a Kirchner, el nuevo sirviente de Bush y el FMI. O la heroica
revolución boliviana iniciada en 2003, frente a la cual la burocracia
castrista, a través de Morales, Solares y Quispe sostuvo a Mesa como
hoy sostiene a Rodríguez.
Tampoco hemos encontrado una sola palabra de Hart Santamaría condenando
las condolencias enviadas por Fidel Castro a Bush por los marines muertos
en Irak. Ni qué hablar de levantar la lucha por la derrota militar
del imperialismo y por el triunfo de la resistencia iraquí, y en primer
lugar, la pelea por que el Estado obrero cubano reconozca a esa resistencia
como ejército beligerante, y le envíe armas, pertrechos, medicinas,
etc.
También guardó silencio sobre el hecho que durante dos años
-desde principios de 2002, en que Bush y su ejército genocida encerraron
en la cárcel de Guantánamo a centenares de milicianos antiimperialistas
que fueron a pelear a Afganistán- Fidel Castro y la burocracia cubana
no sólo callaron sobre los mismos, sino que el ejército cubano
habilitó un mirador desde donde los turistas extranjeros, pagando entrada,
podían observar a los milicianos prisioneros, ¡¡como si
se tratara de un zoológico!! Celia Hart sólo ha salido a denunciar
el encarcelamiento de los milicianos en Guantánamo, las torturas y
vejaciones a las que son sometidos, etc., a partir de que la burocracia castrista
comenzó a denunciarlo utilizándolo como argumento contra la
votación en la ONU de condena a Cuba por "violaciones a los derechos
humanos". De más está decir que, más allá
de la denuncia, Hart Santamaría no hace un solo llamado a luchar por
la inmediata e incondicional liberación de los prisioneros de Guantánamo.
De todo esto, Celia Hart nada dice. Por el contrario, cínicamente,
plantea que si Cuba pudo sobrevivir como estado obrero, aún aislada,
fue ¡¡¡por el "internacionalismo" de Fidel!!!
Los trotskistas principistas afirmamos, por el contrario, que si el estado
obrero cubano hoy en descomposición pudo sobrevivir, fue porque -a
pesar y en contra de la política y de las traiciones de la burocracia
stalinista- la clase obrera y los explotados de América Latina, y el
proletariado y los campesinos cubanos como parte de ella, con su lucha antiimperialista
y revolucionaria durante más de cuatro décadas, impidieron que
el imperialismo yanqui invadiera la isla, e impiden hoy todavía que
la burocracia castrista pueda consumar la restauración capitalista.
¿"POR DOS, TRES, MUCHOS VIETNAM"; O LA LUCHA POR LA REVOLUCIÓN Y LA TOMA DEL PODER EN LOS ESTADOS UNIDOS?
León
Trotsky y la IV Internacional en los '30 -al igual que debe hacerlo todo trotskista
principista hoy- inscribieron en sus banderas de combate la lucha por que
el joven proletariado de América Latina, acaudillando a los campesinos
pobres y a las masas explotadas, se hiciera del poder en los distintos países
mediante insurrecciones triunfantes, impusiera la dictadura del proletariado
y avanzara hacia los Estados Unidos Socialistas de Sud y Centroamérica;
pero fundamentalmente, la lucha por el triunfo de la revolución socialista
al interior mismo de los Estados Unidos.
Por ello, la IV Internacional planteaba con claridad: "Así pues,
si por una parte la sub-burguesía latinoamericana no puede actuar a
favor de sus intereses de clase sin el concurso de las burguesías imperialistas,
por otra parte, dialécticamente, el proletariado de la América
Latina no ha podido, no puede, no podrá luchar eficazmente por sus
intereses de clase, sino en concurso del proletariado de los países
imperialistas. Así pues para los bolcheviques leninistas, no hay ninguna
tarea más importante que la de establecer la conexión y más
tarde la unificación entre las diferentes partes de la organización
proletaria del continente, creando un organismo tan bien construido que cualquier
vibración revolucionaria de él acaecida en Patagonia, repercuta
inmediatamente como transmitida por un sistema nervioso perfecto, en las organizaciones
proletarias revolucionarias de los Estados Unidos. Mientras tal cosa no se
realice la tarea de los bolcheviques leninistas en el Continente Americano,
no se habrá llevado a cabo".
(...) "El hecho incontrovertible de que si el proletariado latinoamericano
no puede realizar su liberación completa sin la unificación
con el de los Estados Unidos, trae aparejado el hecho incontrovertible también
de que el proletariado de los Estados Unidos no podrá realizar su liberación
contra el poder imperialista sin la colaboración y el auxilio del proletariado
latino americano. En consecuencia: si por una parte es posible y probable
que la revolución social triunfe primero en los Estados Unidos, esto
no excluye de ninguna manera la posibilidad que esta revolución principie
en cualquiera de los países de la América Latina, en donde los
choques de clases se hayan agudizado más y de allí cundan al
resto de ellos; esta revolución, necesariamente de carácter
anti-imperialista, puede perfectamente llegar triunfante a constituir los
Estados Unidos de la América Latina, y la vanguardia del proletariado
debe estar lista desde ahora y continuamente para iniciarla en cualquiera
de los países de la América Latina en que las circunstancias
objetivas y subjetivas lo indiquen y lo permitan. Esto será primera
parte de la tarea total del proletariado revolucionario de América,
y tal tarea podrá llevarse a cabo solamente con el concurso revolucionario
activo del proletariado del país imperialista, los Estados Unidos,
y siendo este país aquel en donde está concentrado en este continente
y en el mundo entero la mayor parte de la producción industrial, nuestra
revolución continental se realizara hasta su fin, incluyendo a los
Estados Unidos en la UNION DE REPUBLICAS SOCIALISTAS SOVIETICAS DEL CONTINENTE
AMERICANO" . (Los países del Caribe, Revista Clave N° 4, primera
época, enero de 1939).
Es decir, tanto para la IV Internacional y para León Trotsky en los
'30, como para todo aquel que se reclame del trotskismo, la lucha por los
Estados Unidos socialistas de Sud y Centroamérica era parte inseparable
del combate estratégico por el triunfo de la revolución proletaria
en los Estados Unidos, sin la cual era y es imposible que pueda mantenerse
en el tiempo toda revolución triunfante en América Latina, ni
qué decir de un estado obrero aislado en descomposición y dirigido
por una burocracia restauracionista, como es hoy Cuba.
Pero de eso, Celia Hart nada dice. Su silencio no es casual, sino que está
al servicio de encubrir el rol contrarrevolucionario más pérfido
y más nefasto que ha jugado y juega la burocracia castrista: el de
controlar y contener al sector más explotado y oprimido de la clase
obrera norteamericana, como son los millones de obreros negros y de origen
latino.
Es que la revolución cubana cuenta con enormes simpatías en
estas franjas del proletariado norteamericano. Pero ese prestigio y simpatía
han sido utilizados por Fidel Castro -con la colaboración de los renegados
del trotskismo en los Estados Unidos, como los del SWP, entre otros-, para
llevar a los obreros norteamericanos tras el Partido Demócrata, tras
sus dirigentes como Jesse Jackson, y tras Kerry en las últimas elecciones,
es decir, a subordinarse a su propia burguesía imperialista. Han sido
utilizados para llevarlos a apoyar al Foro Social Mundial, del que es parte
la podrida burocracia sindical de la AFL-CIO, colaboracionista con la burguesía
imperialista yanqui.
Por eso, la posición de Celia Hart luego del triunfo de Bush en las
últimas elecciones presidenciales de noviembre no se diferencia más
que en tal o cual matiz secundario de las de Fidel Castro y el PC cubano.
Así, escribía sobre el "pueblo norteamericano" que
"Son víctimas, más que nosotros. Solicito un instante de
piedad para el pueblo de los Estados Unidos. Y no es que piense que la otra
opción era mejor. Para nada. La campaña del partido demócrata
era la misma, pero con "otros métodos". Kerry tuvo la desvergüenza
de decir que hubiese atacado a Irak sabiendo que no tenía armas de
exterminio en masa. Pero el NO a Bush era ya un buen síntoma de recuperación
de la salud. Mucho mejor hubiese sido la abstención. Pero no. Bush
alcanzó la mayoría popular más importante que cualquier
otro presidente desde 1988". ( "2 de Noviembre, diagnóstico
ratificado", publicado con fecha 6/11/04, negritas nuestras). Palabras
más, palabras menos, las mismas de Granma -el órgano de prensa
oficial del PC Cubano-, que mientras escribía que Kerry no era muy
distinto a Bush, apoyaba con todo a Jesse Jackson, Michel Moore y demás
miembros del Partido Demócrata que impulsaban la movilización
"Cualquiera menos Bush" en los Estados Unidos.
¿Y cuál es el programa, cuáles son las tareas que la
supuesta "trotskista" Celia Hart plantea hacia el proletariado norteamericano?
Veamos: "No quiero ser pesimista. Por eso debemos proponernos como tarea
urgente colaborar con Moore y con tantos otros que a estas alturas deben andar
pensando lo mismo que nosotros. El pueblo norteamericano fue protagonista
en el cese de la guerra de Viet Nam, allá en aquella milagrosa década
del 60. Conquistemos de nuevo a sus talentosos periodistas, politólogos,
artistas, científicos y obreros. Hagámosle escuchar una vez
más a ese pueblo las notas de Imagine de Lennon, o hagamos que se proyecte
el Gran Dictador en una pantalla gigante situada en las ruinas del Trade Center,
o convoquemos a Walt Whitman en una batalla urgente y mancomunada por recuperar
la mente de esos hermanos que el día 2 de noviembre ratificaron que
se han tragado pez, anzuelo y plomada y que son hoy depositarios de la mayor
farsa que se haya impuesto jamás a comunidad alguna en la historia".
(ídem)
Un calco, una copia, de la política de Fidel Castro y la burocracia
cubana. Nada que ver con la política y el programa del trotskismo y
de la IV Internacional.
LA BUROCRACIA CASTRISTA, APOYADA POR CELIA HART, APLICA HOY LA MISMA POLÍTICA DEL PACTO STALIN-LAVAL Y EL FRENTE POPULAR CON LA QUE EL STALINISMO TRAICIONÓ EN LA DÉCADA DEL '30 LAS REVOLUCIONES ESPAÑOLA Y FRANCESA
En
nombre de la "revolución permanente", el "internacionalismo",
y las "banderas de Coyoacán", ya hemos visto entonces como
Celia Hart no hace más que repetir el discurso y la política
de Fidel Castro y de la burocracia cubana de apoyo y acuerdos con el "ala
democrática" del imperialismo yanqui -es decir, como Jesse Jackon,
Michel Moore y el ala "progresista" del Partido Demócrata-
contra el "fascista" Bush. La misma política de Fidel de
acuerdos con el gobierno imperialista de Rodríguez Zapatero y el PSOE,
es decir, con el "ala democrática" de la monarquía
imperialista española y de sus monopolios como la Repsol, que aplastan
y masacran al pueblo vasco, y saquean y expolian a los pueblos de América
Latina.
Al igual que la burocracia castrista, Hart Santamaría dice que Chávez
es un "revolucionario" e "internacionalista", que es el
"conductor" de la revolución venezolana. A decir verdad,
un país con un gobierno burgués como el de Chávez, que
le vende petróleo al imperialismo yanqui para que éste alimente
la maquinaria de guerra con la que masacra en Irak ¡es una muy pero
muy rara "revolución socialista" a la medida de Wall Street
y de los monopolios yanquis!
Ya hemos visto cómo Celia Hart guarda silencio sobre Bolivia, para
permitir que se aplique la política de Fidel Castro, Chávez,
toda la burguesía latinoamericana y el imperialismo, de ir a una transición
con elecciones y de sostener mientras tanto al gobierno de Rodríguez.
Al igual que León Trotsky definiera en los '30 que el gobierno del
Frente Popular en España estaba sostenido por la burguesía internacional
y por la burocracia stalinista de Moscú, hoy el debilísimo gobierno
de Rodríguez en Bolivia se sostiene en la burguesía imperialista
y en las burguesías cipayas latinoamericanas, y en el apoyo que le
da la burocracia castrista cubana.
Pero además, Celia Hart, junto a Fidel Castro, les dice a los trabajadores
de América Latina que hay que tener expectativas en los gobiernos de
Kirchner, de Lula, de Tabaré Vázquez y los llama a ejercer presión
sobre los mismos para que sean "gobiernos populares". Así
escribía en febrero de 2005, poco antes de la asunción de Tabaré
Vázquez en Uruguay: "Fidel y Chávez estarán juntos
en Montevideo... Fidel y Chávez, los dos, han dicho públicamente
que el Socialismo es la única alternativa para la humanidad. Ojalá
entonces que estos dos revolucionarios de una buena vez nos ayuden a hacer
retumbar estas hermosas notas por nuestras tierras". ("Salvar más
que al Presidente... al revolucionario", 28/02/05). Y durante el cierre
del acto por el Che Guevara en Argentina, en octubre de 2004, planteó:
"Es el momento de América Latina (...) ya empieza no sólo
la revolución cubana, está la hermosa revolución de Chávez,
que no quiero decir que va a ser socialista, pero ahí está,
es muy parecido a ser socialista, ya que es a los pobres y humildes a quienes
Chávez entregó esta revolución; y está Argentina,
Brasil, y lo que haga el gobierno de Argentina depende de ustedes; de nosotros;
el Frente Amplio ganará en Uruguay y depende de nosotros..." (Nuestra
Propuesta Nº 702, periódico del Partido Comunista Argentino, 28
de octubre de 2004).
Apoyo y acuerdo con los imperialistas "democráticos" contra
los "fascistas", sostén del gobierno y el régimen
de la Rosca en Bolivia; apoyo a Chávez, proveedor de petróleo
de Bush; apoyo a Kirchner, Lula, Tabaré Vázquez y demás
cipayos; y ayer, acuerdos de Esquipulas y Contadora; "vía pacífica
al socialismo en Chile": esta política que Celia Hart Santamaría
apoya, comparte y tiene el tupé de querer hacer pasar por "trotskismo",
no es más que la continuidad de la vieja política de la burocracia
stalinista en la década del '30, de acuerdos con las burguesías
imperialistas "democráticas" contra las "fascistas",
y de frentes populares de colaboración de clases, con las que traicionaran
la revolución y la guerra civil en Estado Español, y la revolución
en Francia.
Así, en mayo de 1935, Stalin traicionó no sólo al proletariado
francés sino a la clase obrera mundial, y enterró el internacionalismo
proletario al firmar un pacto con Laval, el canciller imperialista francés,
y al decirles a los trabajadores de todo el mundo, que la guerra interimperialista
y la invasión de la URSS se impedían con la clase obrera apoyando
a las burguesías imperialistas "democráticas" contra
el fascismo. Exactamente lo mismo que hoy les dicen Fidel Castro y Celia Hart
a los trabajadores norteamericanos, y que ayer les dijeron a las masas en
todo el mundo llevándolas a los pies de la ONU y de los imperialistas
franceses y alemanes "democráticos", contra el "fascista"
Bush, durante las movilizaciones contra la guerra de Irak.
De la misma manera, en el Estado Español en los '30, en medio de la
guerra civil, la burocracia stalinista de Moscú y el PC español
les dijeron a los obreros que primero había que ganar la guerra contra
el "fascista" Franco, y que para ello había que apoyar a
la burguesía republicana, y recién luego estaría planteado
luchar por la revolución socialista. Esta fue la política contrarrevolucionaria
de colaboración de clases, de "revolución por etapas",
con la que el Frente Popular estranguló la revolución española
y llevó al proletariado a la derrota en la guerra civil.
De la misma manera, hoy Fidel Castro y su discípula Celia Hart le dicen
a la clase obrera y los explotados de América Latina que primero hay
que apoyar a los Kirchner, Lula, Vázquez y demás que pueden
ser "gobiernos populares" que "distribuyan la riqueza",
como dijo Fidel Castro en su visita a Buenos Aires.
La política del pacto Stalin-Laval, la del frente popular y la colaboración
de clases, la que llevó a la derrota a la heroica clase obrera del
Estado español y al estrangulamiento de la revolución francesa
en los '30, es la política que propugna la supuesta "trotskista"
Celia Hart Santamaría, para la "revolución" en América
Latina. Una política stalinista clásica, enemiga de la revolución
socialista. ¡Fuera las manos de Celia Hart y de esta impostura de la
burocracia castrista del legado de León Trotsky!
LAS VERDADERAS ENSEÑANZAS DE LENIN Y DE LA III INTERNACIONAL REVOLUCIONARIA, Y LA IMPOSTURA DE HART SANTAMARÍA
Hemos
visto hasta aquí cómo el supuesto "trotskismo" de
Celia Hart Santamaría no pasa la prueba de la revolución boliviana
de hoy; de la política internacional contrarrevolucionaria de la burocracia
castrista, de la lucha por la revolución en los Estados Unidos, y,
por el contrario, cómo se desnuda como una ferviente defensora de la
estrategia stalinista del frente popular y de la colaboración de clases
con la burguesía.
Pero es necesario, por más desagradable que sea, seguir desenmarañando
la madeja de esta vil impostura montada por la burocracia castrista, que tampoco
pasa la prueba no sólo del legado de León Trotsky, sino también
de las enseñanzas de Lenin y de la III Internacional revolucionaria.
Veamos.
A fines de 1921 y principios de 1922, luego de que la URSS quedara aislada
por la derrota de la revolución alemana y húngara, y agotada
tras cuatro años de guerra imperialista y otros cuatro años
de guerra civil, en medio de escasez y hambruna, Lenin empezó a alertar
sobre los peligros de la burocratización del estado obrero y del partido.
En la misma época, a causa del retroceso de la revolución mundial
y el aislamiento de la URSS, y de la debacle económica, que ponían
en riesgo la alianza obrera y campesina y con ello, la existencia del propio
estado obrero, se hizo necesario impulsar la NEP (Nueva Política Económica)
que permitía un resurgimiento limitado del libre mercado, sobre todo
en el campo. La producción industrial había bajado drásticamente
y la hambruna se expandía en el campo, ya que la producción
del campesino se requisaba sistemáticamente para asegurar la provisión
de las tropas del Ejército Rojo y de las ciudades. La NEP fue entonces
un recurso temporario para revivir la economía devastada y permitir
así la supervivencia del Estado Obrero hasta la próxima oleada
revolucionaria del proletariado occidental.
Así lo definía la III Internacional "Al haber vencido a
la burguesía en el campo político y en la guerra, hemos podido
tomar las riendas de la vida económica y, nos vimos obligados a reintroducir
las formas del mercado en las relaciones entre la ciudad y el campo, entre
las diferentes ramas de la industria, y entre las empresas individuales.
Si fracasaba el libre mercado, el campesino no hubiera sido capaz de encontrar
su sitio en la vida económica, perdiendo el estímulo para mejorar
y extender sus cosechas. Únicamente un ascenso poderoso de la industria
que permita satisfacer las necesidades del campesinado y de la agricultura
preparará el terreno para integrar al campesino en el sistema general
de la economía socialista. Técnicamente, esta tarea será
resuelta por la electrificación, que asestará el golpe definitivo
a la vida rural atrasada, al aislamiento de los mujiks y al embrutecimiento
de la vida en el campo." (Informe de León Trotsky al IV Congreso
de la Internacional Comunista).
Frente al peligro de que bajo esas condiciones se desarrollaran desviaciones
burocráticas en el aparato del Estado obrero, Lenin planteó
-y defendió muy duramente esa posición, inclusive contra Trotsky,
que al principio se oponía a ella- la necesidad de que los sindicatos
jugaran en el estado obrero un rol clave en la defensa de los obreros contra
todo abuso o desviación burocráticos.
Así lo planteaba en la resolución del Comité Central
del Partido Comunista en enero de 1922:
"La
transferencia de las empresas estatales hacia la llamada base de beneficio
está inevitable e inseparablemente conectada con la NEP. En el futuro
cercano, está destinada a devenir en la forma predominante, si no la
única, de la empresa estatal (...) En vistas de la urgente necesidad
de aumentar la productividad del trabajo y de hacer que cada empresa estatal
pague sus costos y dé una ganancia; y en vistas del inevitable crecimiento
de estrechos intereses departamentales y de excesivo celo departamental, la
circunstancia está destinada a crear un cierto conflicto en cuestiones
concernientes a las condiciones de trabajo, entre la masa de trabajadores
y los directores y gerentes de las empresas estatales, o con los departamentos
gubernamentales a cargo de las mismas. Por lo tanto, en relación a
las empresas socializadas, es indudablemente el deber de los sindicatos proteger
los intereses de los obreros, facilitar tanto como sea posible el mejoramiento
de su nivel de vida, y corregir constantemente los errores y excesos de las
empresas resultantes de las distorsiones burocráticas del aparato del
estado" (Lenin, "Rol y función de los sindicatos bajo la
Nueva Política Económica" - Resolución del CC del
Partido Comunista de Rusia (bolchevique), 12 de enero de 1922, negritas nuestras).
Para permitir que efectivamente los sindicatos pudieran jugar este rol de
defender los intereses de los trabajadores contra toda distorsión burocrática
del estado o de las direcciones de las empresas estatales, etc., Lenin y los
bolcheviques definieron una serie de medidas. La primera de ellas, y fundamental,
fue la de terminar con la afiliación automática de todos los
trabajadores asalariados a los sindicatos, y establecer la vuelta a la afiliación
voluntaria. Decían así en la misma resolución:
"La
actitud formal de los sindicatos de enrolamiento automático de todos
los trabajadores asalariados como miembros de los sindicatos ha introducido
un cierto grado de distorsión burocrática en los sindicatos
y ha causado que estos últimos pierdan contacto con las amplias masas
de su membresía. Por lo tanto, es necesario implementar de la manera
más resuelta, la afiliación voluntaria tanto de individuos como
de grupos a los sindicatos. Bajo ninguna circunstancias un miembro de un sindicato
será requerido para que suscriba un punto de vista político
específico. Al respecto, así como también respecto de
la religión, los sindicatos deben ser no-partidarios". (ídem,
negritas nuestras).
De esta manera, Lenin y la III Internacional revolucionaria nos dejaron un
enorme legado y enseñanzas sobre cómo y con qué medidas
enfrentar los peligros de las desviaciones burocráticas en un estado
obrero naciente que, por un período, queda aislado por el retroceso
de la revolución mundial.
Ahora bien, Celia Hart nos dice que "... En Cuba existen los problemas
del socialismo en un solo país, que no se puede hacer. Hay una revolución
socialista que se está defendiendo en un medio hostil. Fidel no incorpora
la revolución permanente en su discurso, pero no me importa porque
él lidera la revolución. Por supuesto hay sectores que han burocratizado
muchas cosas del país. Y está el problema de la posibilidad
de una restauración capitalista dada la dolarización. El burocratismo
y la restauración tienden a hacer alianza, en la URSS fue así...
(...) Se demostró la claridad de Trotsky: la revolución permanente,
el internacionalismo y también la lucha contra la burocracia. Ahí
está el problema de Cuba que tenemos que resolver, el de la burocracia,
si no nos va a comer el problema de la dolarización..." (Entrevista
a Celia Hart Santamaría, "Granma Internacional" 8/11/04,
reproducido de "Alternativa Socialista", MST de Argentina).
En otro artículo plantea que "Sin dudas el proceso de despenalización
de la tenencia de divisa; el establecimiento del comercio en esta moneda;
el incremento acelerado del turismo y empresas mixtas que se desenvuelven
internamente con parámetros capitalistas, ha sido un trago amargo para
la revolución (...) Parte de los cubanos comienzan a pensar necesariamente
con mentalidad capitalista..." ("El socialismo, ese único
mundo mejor", 20/12/04).
Se cae de maduro que si en un país como la URSS en la década
del '20, atrasado en relación a los países imperialistas de
Europa y a los Estados Unidos, pero a la vez un país con un enorme
territorio y grandes riquezas naturales, era terrible el peligro de la burocratización
del estado obrero, ¡ni qué decir de Cuba, una pequeña
isla, después de 45 años! Desde ya que los trotskistas principistas
afirmamos no sólo que dicho estado obrero nació ya deformado,
es decir, burocratizado desde sus orígenes, sino que afirmamos además
que la burocracia castrista ya ha descompuesto sus bases y ha avanzado en
un plan de restauración capitalista.
Celia Hart, por el contrario, afirma que sólo hay tendencias a la burocratización,
e inclusive que existe el peligro de la restauración capitalista. Ahora
bien, ¿sigue entonces las enseñanzas de Lenin y el partido bolchevique
en los '20? No, en absoluto. Su silencio es total. Nada dice de luchar por
el fin del control del estado y del PC sobre los sindicatos, por la afiliación
voluntaria a los mismos, por que los obreros puedan luchar, organizarse y
hacer huelgas -incluida, por supuesto, la huelga general- contra la desigualdad
salarial y de condiciones de trabajo existentes entre el sector de la economía
que sigue siendo estatal, y las empresas mixtas y privadas; contra los abusos
burocráticos y los privilegios de los gerentes y directores de las
empresas que cobran en pesos convertibles. Celia Hart no solo es una impostura
de "trotskista", sino que ni siquiera tiene una pizca de leninista.
EL
PROGRAMA DE LEÓN TROTSKY Y DE LA IV INTERNACIONAL PARA LA URSS EN LOS
'30
León Trotsky y la Oposición de Izquierda primero, y luego la
IV Internacional, fueron los continuadores del leninismo y de la III Internacional
revolucionaria, enfrentando a la burocracia stalinista desde su mismo surgimiento
como centrismo burocrático, y luego también en su pase abierto
al campo de la contrarrevolución. Una vez consumado este último,
definen con claridad la necesidad de una revolución complementaria
al interior de la URSS, la revolución política que significaba
el "derrocamiento de la burocracia que se mantiene por la violencia y
la falsificación. Sólo el levantamiento revolucionario victorioso
de las masas oprimidas puede regenerar el régimen soviético
y asegurar la marcha adelante hacia el socialismo. Sólo el partido
de la IV Internacional es capaz de dirigir a las masas soviéticas a
la insurrección". Así lo expresaba el Programa de Transición
de la IV Internacional, que desarrolla a su vez con claridad el programa para
enfrentar a la burocracia stalinista y preparar la revolución política,
partiendo de la lucha contra la desigualdad social y la opresión política.
Se nos disculpará por citar extensamente el Programa de Transición
de la IV Internacional al respecto, pero se nos hace inevitable ante el hecho
de que estamos ante alguien que, como Celia Hart, dice reivindicar el legado
de León Trotsky pero que jamás menciona su lucha y la de la
IV Internacional por la revolución política contra la burocracia
stalinista.
La IV Internacional fue absolutamente clara en su programa de lucha contra
la burocracia usurpadora del estado obrero soviético:
"¡Abajo
los privilegios de la burocracia! ¡ Abajo el stajanovismo! ¡ Abajo
la aristocracia soviética con sus grados y decoraciones! ¡Más
igualdad en el salario de todas las formas de trabajo!
La lucha por la libertad de los sindicatos y los comités de fábrica,
por la libertad de reunión y de prensa, se desarrollará en lucha
por el renacimiento y regeneración de la democracia soviética.
"La burocracia ha reemplazado a los soviets, en sus funciones de órgano
de clase, por la ficción del sufragio universal, al estilo de Hitler-Goebbels.
Es necesario devolver a los soviets no solamente su libre forma, democrática,
sino también su contenido de clase. De la misma manera que antes la
burguesía y los Kulaks no eran admitidos en los soviets, ahora la burocracia
y la nueva aristocracia deben ser arrojada de los soviets. En los soviets
no hay lugar más que para los obreros, para los miembros de base de
los Koljoses, los campesinos y los soldados rojos.
"La democratización de los soviets es inconcebible sin la legalización
de los partidos soviéticos. Los obreros y los campesinos, por sí
mismos y por su libre sufragio decidirán qué partidos serán
considerados como partidos soviéticos.
"¡Revisión completa de la economía planificada en
interés de los productores y consumidores! Se debe devolver el derecho
de control de la producción a los Comités de fábrica.
La cooperativa de consumos, democráticamente organizada, debe controlar
la calidad de los productos y sus precios.
"¡Reorganización de los Koljoses de acuerdo con la voluntad
e interés de los trabajadores que los integran!
"La política internacional conservadora de la burocracia debe
ser reemplazada por la política del internacionalismo proletario. Toda
la correspondencia diplomática del Kremlin debe ser publicada. ¡Abajo
la diplomacia secreta!
"Todos los procesos políticos montados por la burocracia termidoriana
deben ser revisados, bajo una publicidad completa y un libre examen. Los organizadores
de las falsificaciones deben sufrir el merecido castigo (...)
"¡Abajo la camarilla bonapartista del Caín-Stalin!
¡Viva la democracia soviética!
¡Viva la revolución socialista internacional!" (Programa
de Transición)
Por
levantar, defender y luchar por este programa, los trotskistas en los '30
fuimos perseguidos y atacados por el stalinismo, confinados por miles, torturados
y fusilados en los campos de concentración de la URSS, asesinados como
Rudolph Klement, León Sedov, Erwin Wolf, y el propio León Trotsky,
entre tantos otros camaradas que cayeron a manos de la canalla stalinista.
La IV Internacional planteaba para la URSS en los '30 un claro pronóstico
alternativo: o avanzaba con triunfos decisivos la revolución en Occidente
dando impulso a la revolución mundial, y triunfaba al interior de la
URSS una revolución política que, dirigida por la sección
soviética de la IV Internacional, derribara a la burocracia, restaurara
el poder de los soviets y pusiera al estado obrero al servicio de la revolución
mundial; o tarde o temprano la burocracia terminaría por entregar al
estado obrero a la restauración capitalista.
Este pronóstico se cumplió a rajatabla en 1989 para la ex URSS,
los Estados del Este de Europa, y China: sin avance de la revolución
mundial, sin triunfo de una revolución política, la burocracia
que ya se había pasado abiertamente al campo de la restauración
capitalista en los '80, impuso la restauración capitalista y se recicló
a sí misma en burguesía.
Este es el peligro que se cierne hoy claramente sobre Cuba, que es aún
un estado obrero pero en aguda descomposición por la política
restauracionista que viene aplicando la burocracia castrista. Por ello, no
se puede hoy proclamarse "trotskista" y no levantar frente a Cuba
no sólo su defensa frente a toda agresión imperialista, sino
también la lucha contra la contrarrevolución interna, es decir,
por la revolución política contra la burocracia castrista que
prepara la consumación de la restauración capitalista.
El Programa de la IV Internacional antes planteado mantiene toda su vigencia
para Cuba. Así, contra los enormes privilegios de una minoría
de burócratas y de aristocracia obrera que viven con lujos y cobran
en pesos convertibles, es necesario plantear con claridad "¡Abajo
la burocracia con sus privilegios, sus rangos y medallas! ¡Abajo la
aristocracia obrera y sus prebendas! ¡Que todos los burócratas
vuelvan a trabajar cobrando el salario medio de un obrero y en pesos cubanos!
¡Basta de salarios diferenciales y los premios por producción,
en las empresas mixtas e imperialistas! ¡A igual salario, igual trabajo
en todas las fábricas y empresas del país!
Nada de ello le hemos escuchado decir ni escribir a Hart Santamaría.
Lo único que ha dicho en el último tiempo, es alegrarse por
la resolución de Fidel y la burocracia de poner un alto impuesto al
manejo de dólares en la isla, pero ocultando y guardando absoluto silencio
sobre el hecho de que sigue habiendo dos monedas en Cuba: el peso convertible
-llamado popularmente "chavito"- de valor uno a uno con el dólar,
que es el que maneja la burocracia, la aristocracia obrera y los crecientes
estratos de clases medias enriquecidas; y el devaluado peso cubano en que
cobran sus magros sueldos la amplia mayoría de obreros y campesinos
que incluso siguen sujetos aún a cartillas de racionamiento.
Tampoco dice nada Celia Hart sobre la lucha por la más amplia democracia
obrera, por la libertad de los sindicatos, comités de fábrica,
la libertad de reunión y de prensa para los obreros, campesinos y soldados
-que han demostrado ser los verdaderos defensores de la revolución-,
para que éstos puedan poner en pie consejos de obreros, campesinos
y soldados en los que no haya lugar para la aristocracia ni la burocracia
obreras, y donde éstos decidan democráticamente cómo
defender la revolución, y tomen esa tarea en sus propias manos.
Hart Santamaría no puede ignorar, puesto que admite haber leído
"La Revolución traicionada" entre otras obras de Trotsky
que, contra el régimen stalinista de partido único, que asfixiaba
a la clase obrera en la URSS, Trotsky y la IV Internacional levantaban la
lucha por la "legalización de los partidos soviéticos",
es decir, que fueran los obreros y campesinos los que resolvieran a qué
partidos les daban la legalidad, siempre y cuando defendieran la revolución.
Sin embargo, nada dice de esto.
Celia Hart viene del riñón del PC Cubano, y sabe por lo tanto
perfectamente que en Cuba impera el mismo régimen de partido único
impuesto por la burocracia castrista. Ésta, mientras permite que la
Iglesia católica y los monopolios instalados en la isla debatan sobre
cómo mejor imponer la restauración capitalista, y que la burocracia
del PC tenga toda la "democracia" para hacer leyes a su gusto y
garantizarse negocios con los monopolios imperialistas, impide toda discusión
democrática de los únicos que verdaderamente defienden la revolución,
que son los obreros, los campesinos y los soldados.
Se nos podrá objetar que esto no es así, que por ejemplo los
dirigentes del SWP de los Estados Unidos viajan asiduamente a Cuba a dar charlas
y conferencias a las Juventudes Comunistas; o que la corriente de Alan Woods
con su editorial acaba de participar de la Feria del Libro de La Habana, o
que a Mercedes Petit del MST de Argentina la publican en Granma, y que eso
demuestra que estamos equivocados, que en Cuba inclusive los trotskistas pueden
hablar, difundir sus ideas, etc. Pero esto no es así: la verdad es
que los únicos "trotskistas" que tienen legalidad y permiso
para ir a Cuba y difundir sus ideas, son aquellos dirigentes y corrientes
como los antes mencionados que ya han renegado del trotskismo, de su programa,
de la lucha por la revolución política y se han hecho abiertamente
castristas.
De todas maneras, y como lo hemos planteado al inicio de esta polémica,
quizás los trotskistas de la FTI-CI estemos equivocados. De ser así,
la señora Celia Hart y sus amigos de la TMI y del MST argentino tienen
una manera sencillísima de demostrarlo: pueden organizar una charla
abierta en la Universidad de La Habana, anunciada y publicitada en todos los
medios de prensa de Cuba, a la que los trotskistas principistas podamos ir
a dialogar con los obreros, campesinos y los jóvenes cubanos para luchar
por convencerlos de nuestras posiciones, de que la burocracia castrista prepara
la restauración capitalista, de que la mejor defensa de la revolución
es el avance de la revolución en América Latina y por ello es
necesario derrotar la política de colaboración de clases del
castrismo en el continente y hoy en primer lugar en Bolivia, y de que es necesario
organizar una revolución política triunfante contra la burocracia,
etc. Pueden demostrarnos que estamos equivocados si garantizan que podamos
llamar a los obreros, campesinos y jóvenes cubanos que coincidan con
nuestras posiciones, a organizarse para luchar por la refundación de
la IV Internacional y para poner en pie en Cuba un partido trotskista cuartainteracionalista,
con garantías de que no terminaremos deportados o con nuestros huesos
en la cárcel. Insistimos, estamos totalmente abiertos a que nos convenzan
con el veredicto de los hechos.
¿UN "ALA REISS"; O UNA IMPOSTURA MONTADA POR LA BUROCRACIA RESTAURACIONISTA?
En
última instancia, cuando Alan Woods, Mercedes Petit, el SWP y compañía
nos dicen que Celia Hart Santamaría es "trotskista", están
queriendo convencernos de que estamos ante el surgimiento de una "ala
Reiss" en el seno mismo de la burocracia castrista.
Ignace Reiss, en la década del '30, era un agente de la GPU que actuaba
en Gran Bretaña, Suiza y Holanda. A mediados de 1937, luego del primero
y el segundo proceso de Moscú y de la liquidación por parte
de la burocracia stalinista de toda la vieja guardia bolchevique, cuando le
ordenaron que preparara acusaciones que implicaran a León Sedov y a
otros, rompió con la GPU y la Comintern. Devolvió su condecoración
de la Orden de la Bandera Roja, escribió a sus viejos amigos en el
extranjero para instarlos a que abandonaran el servicio, y se unió
a la IV Internacional. Pocos meses después, el 4 de septiembre, era
asesinado en Lausanna, Suiza, por un agente stalinista.
La ruptura de Reiss con la GPU y la Comintern y su adhesión a la IV
Internacional, y al mismo tiempo el surgimiento de alas fascistas de la burocracia
-como lo expresaba en aquel momento F. Butenko-, eran la expresión
de los choques brutales que existían al interior de las filas de la
burocracia, que reflejaban a su vez "las contradicciones entre la burocracia
y el pueblo, así como los antagonismos que se profundizan en el interior
del 'pueblo' mismo". Así lo expresaba la IV internacional, en
el Programa de Transición, que continúa diciendo: "...
en la burocracia está toda la gama del pensamiento político:
desde el verdadero bolchevismo (I.Reiss) hasta el fascismo consumado (F. Butenko).
Los elementos revolucionarios dentro de la burocracia, una pequeña
minoría, reflejan aunque pasivamente los intereses socialistas del
proletariado. Los elementos fascistas, contrarrevolucionarios, que aumentan
ininterrumpidamente, expresan de forma cada vez más consistente los
intereses del imperialismo mundial (...) Entre los dos polos hay tendencias
intermedias, difusas tendencias mencheviques, socialistas revolucionarias
o liberales que gravitan hacia la democracia burguesa...".
El pronóstico de surgimiento de "alas Reiss" en la década
del '30, estaba ligado estrechamente por un lado a que éstas surgían
en respuesta al hecho de que, ante el ascenso del fascismo en Occidente, alas
de la burocracia se hacían restauracionistas, como F. Butenko; y por
otro, y fundamentalmente, a que a estas condiciones objetivas se sumaba el
hecho de que existía la IV Internacional dirigida por Trotsky, dirigente
de la revolución rusa, del estado soviético, del ejército
rojo, y fundador de la III Internacional junto a Lenin, que tenía,
además, su sección más grande precisamente en la URSS,
con 15.000 militantes en la clandestinidad o recluidos en los campos de concentración
del stalinismo. Pero aún bajo estas condiciones, la IV Internacional
afirmaba que los "elementos revolucionarios" dentro de la burocracia
eran una "pequeña minoría", como lo mostró
el hecho de que el caso de Reiss fue una excepción.
Ya vimos como en 1989 no surgió ninguna "ala Reiss". Y esto
fue así, en primer lugar, porque los intentos de revolución
política que intentaron las masas en el Este de Europa y la URSS en
las décadas previas, fueron aplastados; porque fue abortado y estrangulado
el ascenso revolucionario de 1968-74 en Occidente, y fundamentalmente, porque
las "alas Reiss" solamente podían surgir si existía
un polo revolucionario, una IV Internacional centralizada que combatiera a
muerte a la burocracia stalinista contrarrevolucionaria, cuestión que
fue impedida por la acción del centrismo, el oportunismo y el pablismo.
De la misma manera, no hay ni puede haber hoy "alas Reiss" que emerjan
del seno de la burocracia castrista restauracionista, porque fueron liquidados
y entregados a la restauración capitalista los ex estados obreros del
Este de Europa, China y la URSS; porque la burocracia de conjunto se ha hecho
restauracionista, y fundamentalmente, porque no existe una IV Internacional
revolucionaria centralizada bajo cuyo influjo puedan desarrollarse, aún
minoritariamente, elementos revolucionarios surgidos del seno de la burocracia
castrista.
En última instancia, la prueba fehaciente de que Celia Hart Santamaría
y su "fracción" no son en absoluto un "ala Reiss",
es que Ignace Reiss rompió abiertamente con la GPU, la Comintern y
el PC Ruso, abandonó todos sus cargos y condecoraciones y por ello,
fue perseguido, silenciado, asesinado. Por el contrario, la de Celia Hart
Santamaría sería una rara "ala Reiss" que sigue siendo
miembro y dirigente del PC Cubano, a la que le publican sus escritos, que
viaja a Venezuela, a España, a Argentina y vuelve a Cuba sin problemas,
que tiene un stand en la feria del libro de La Habana. Es que ¿por
qué va a querer la burocracia restauracionista silenciar a alguien
que, apelando a la "revolución permanente" y al legado de
Trotsky, se la pasa alabando a Fidel Castro y a Chávez?
¡FUERA
LAS MANOS DE FIDEL CASTRO Y LA BUROCRACIA CASTRISTA DEL LEGADO DE LEÓN
TROTSKY!
¡FUERA DE LA IV INTERNACIONAL LA SÍFILIS DEL PABLISMO QUE SE
ARRODILLA NUEVAMENTE ANTE EL STALINISMO!
Queda
claro entonces que estamos ante una cínica impostura, ante una política
consciente de la burocracia castrista de montar un "ala izquierda"
pública, utilizando para ello las banderas del trotskismo, para poner
en pie nuevos diques de contención a la lucha de las masas en América
Latina y tratar de encubrir la traición del castrismo a su combate;
para encubrir "por izquierda" los negocios que está haciendo
la burocracia preparando la restauración, y para contener y engañar
en la propia Cuba a las masas cubanas, que son revolucionarias y antiimperialistas,
y por lo tanto, un obstáculo que la burocracia deberá vencer
y aplastar para poder imponer la restauración capitalista.
Esta política de la burocracia stalinista de inventar supuestos "giros
a la izquierda" de alas de ella, no es una novedad. Por ejemplo, a mediados
de los '80, mientras la burocracia soviética se pasaba con Gorbachov
-y la burocracia china con Deng Xiao Pinga- al campo de la restauración
capitalista, mientras de la mano de Fidel Castro consumaban la entrega de
la revolución centroamericana con los pactos de Esquipulas y Contadora,
mandaban a Shafik Handal del Frente Farabundo Martí de El Salvador
a aparecer públicamente llamando a los partidos comunistas de América
Latina a hacerse una "autocrítica" por haber buscado durante
décadas "aliados a la derecha", y los llamaba a mirar y a
buscar unirse con los "aliados de izquierda".
Fue una política para lavarse la cara de las traiciones que ya habían
cometido y ponerse un nuevo maquillaje "de izquierda" para encubrir
que preparaban la más grande traición al proletariado mundial:
la entrega de los estados obreros a la restauración capitalista. Y
a ello se prestaron gustosas las corrientes que hablaban en nombre del trotskismo,
ya devenidas en los '80 en oportunismo y nacional trotskismo. Así,
vimos al mandelismo dando "apoyo crítico" a Gorbachov, alabando
la "glasnost" y criticando la "perestroika"; vimos al
mandelismo y al lambertismo en Francia apoyando al gobierno imperialista de
colaboración de clases de Mitterrand, el Partido Socialista y el Partido
Comunista. E inclusive, vimos a la corriente morenista en América Latina
desarrollar su "teoría" de que había "alas trotskizantes"
que surgían de las corrientes stalinistas con las que había
que hacer un Frente Unico Revolucionario (FUR), con programa mínimo
y con los trotskistas en minoría.
Hoy la burocracia castrista no podría intentar este robo alevoso del
legado del trotskismo y utilizarlo para encubrir sus traiciones y su política
de restauración capitalista, sin la abierta colaboración y concurso
gustoso de los renegados del trotskismo, que están consumando y completando
así un largo camino de subordinación al stalinismo. Estas corrientes,
que han renegado por supuesto de la lucha por la revolución política
en Cuba, en Europa sostienen a las aristocracias y burocracias obreras de
la Europa imperialista y hacen partidos únicos con los stalinistas
en Refundación Comunista en Italia; dentro de Respect en Gran Bretaña;
dentro de Izquierda Unida en España, entre otros.
En Estados Unidos, el SWP se ha transformado en la sección norteamericana
del Partido Comunista cubano; y junto con los espartaquistas y demás
renegados del trotskismo, son los que le abrieron la puerta al castrismo para
que éste controle al movimiento obrero negro y latino en ese país.
En América Latina, el MST de Argentina está en un partido único
con el stalinismo desde hace una década. En Chile, todos los grupos
renegados del trotskismo están en el PODEMOS, un partido único
con el PC y la Izquierda Cristiana, de colaboración de clases. El PSTU-LIT
en Brasil paga para tener en sus eventos como invitado de honor a James Petras,
otro castrista redomado. Todos, junto con el stalinismo, viajaron a Venezuela
a apoyar a Chávez en el referéndum, como lo mandó Fidel.
Hoy se está haciendo de derecho lo que ya era de hecho: el castrismo,
poniendo en pie esta fracción pública que se dice "trotskista",
está consumando la subordinación completa y el disciplinamiento
de las corrientes liquidadoras del trotskismo, para avanzar en transformar
a estos partidos en verdaderas "secciones nacionales" en los distintos
países de América Latina y en los Estados Unidos, de esta "ala
izquierda" del PC Cubano, de la cual Hart Santamaría es su dirigente
y figura pública. Los liquidadores del trotskismo, desde Alaska hasta
Tierra del Fuego, se han puesto ya bajo las órdenes directas de la
más grande traidora de la revolución americana: la burocracia
stalinista castrista.
La propia Celia Hart se ha encargado de dejar clara y a la vista su impostura.
Un periodista del diario La Jornada de México que la entrevistó,
escribió que ella afirmaba que había que buscar una "alternativa
de izquierda" en Cuba. Frente a ello Hart Santamaría salió
velozmente a responder, para despejar cualquier sospecha, diciendo: "No
resulta claro lo que digo sobre la opción de izquierda. No es de ninguna
manera que crea que puede haber una opción victoriosa en Cuba 'a la
izquierda' de Fidel castro. Esto es imposible. A la izquierda de Fidel, está
el barranco. Sin él, sin contar con él, es imposible fundar
nada viable de izquierda (...) Tengo mis discusiones y mis dudas con el Partido
Comunista de Cuba, pero milito en él, sin querer salirme. La inercia
existe. Es cierto que hemos heredado parte del viejo stalinismo, pero Fidel
nos ha superado, como siempre hace. Existe misteriosamente en Cuba un verdadero
partido comunista forjado al calor de la batalla de ideas. La opción
de izquierda creo que se abre en Cuba precisamente porque Fidel es su paradigma".
(A propósito de mi entrevista en La Jornada del día 5 de abril",
por Celia Hart Santamaría). A confesión de parte, relevo de
pruebas: sobran más palabras.
En oposición a lo que dice Hart Santamaría, los trotskistas
principistas afirmamos que "a la izquierda de Fidel", lo que hay
son las masas bolivianas que pugnan por hacerse del poder contra las trampas
y traiciones de los Morales, los Solares, Quispe y demás agentes del
castrismo; son las masas ecuatorianas que derrocaron a Gutiérrez quien
fuera el niño mimado del Foro Social Mundial, enfrentando al mismo
tiempo a todas las corrientes castristas y stalinistas que lo sostuvieron
y lo llevaron al poder; es la tenaz y persistente lucha antiimperialista y
revolucionaria de las masas latinoamericanas. Afirmamos que "a la izquierda
de Fidel" está la heroica resistencia de las masas iraquíes
que ha pegado un salto haciendo entrar en crisis al nuevo gobierno títere
del protectorado, que todos los días sigue mandando de vuelta a los
Estados Unidos cadáveres de marines invasores, resistencia que es alentada
por el creciente rechazo no sólo de la clase obrera, sino de amplios
sectores de la población norteamericana, a la guerra y a la ocupación
de Irak. Afirmamos que "a la izquierda de Fidel" están los
obreros portuarios de Oakland que el 19 de marzo pasado paralizaron con su
huelga todos los puertos de la Bahía de San Francisco en contra de
la ocupación imperialista de Irak, y que impulsan el Movimiento de
la Marcha del Millón de Obreros contra la guerra con un programa de
lucha contra la burocracia sindical de la AFL-CIO, de combate clase contra
clase y contra su propia burguesía imperialista opuesto por el vértice
al programa de la burocracia castrista y de Celia Hart.
Afirmamos que "a la izquierda de Fidel" están los obreros
y campesinos de Kirguiztán y Uzbekistán, y sus heroicos levantamientos
revolucionarios en contra de los regímes y gobiernos restauracionistas
de los ex burócratas stalinistas devenidos en nueva burguesía
que, como socia menor del imperialismo, explota y reprime brutalmente a sus
propios pueblos, y entregan las riquezas de esas naciones a los monopolios
imperialistas.
Sostenemos que a la "izquierda de Fidel" está la amplia mayoría
de los obreros, campesinos y soldados cubanos que enfrentan al imperialismo,
que quieren defender las conquistas de la revolución, y que necesitan
tirar abajo a la burocracia castrista para salvar a Cuba de la restauración
capitalista y poner al estado obrero al servicio de la revolución mundial.
Los trotskistas principistas afirmamos y denunciamos ante las masas cubanas,
latinoamericanas y norteamericanas, que "el precipicio" son Fidel
Castro y la burocracia restauracionista que se aprestan a consumar la restauración
capitalista en Cuba y a reciclarse en burguesía, y para ello ya tienen
montadas sus empresas "off shore", sus cuentas bancarias en el exterior,
etc., y que con ese objetivo impulsan una política continental de colaboración
de clases para estrangular la lucha de las masas de América Latina
y el despertar de la clase obrera norteamericana.
Denunciamos que esta impostura montada por la burocracia castrista y encabezada
por Celia Hart, que ha disciplinado a las corrientes de los renegados del
trotskismo, y constituye un "ala izquierda" del Foro Social Mundial,
va a ser la encargada de estrangular a la heroica revolución boliviana
desde adentro, como lo hiciera Fidel Castro en Chile en los '70 donde fue
a predicar la "vía pacífica al socialismo". Fidel
Castro que hoy -cuando apoya abiertamente a Rodríguez y Evo Morales
y su plan de transición hacia las elecciones- ya no puede jugar directamente
el rol de estrangular desde adentro la revolución boliviana: no es
creíble ante las masas bolivianas que ya identifican con claridad a
Morales como traidor. Por ello, los que irán a Bolivia a cumplir esa
tarea de estrangular "por izquierda" sobre todo a la vanguardia
obrera revolucionaria de El Alto, serán los liquidadores del trotskismo
de todo el continente centralizados por Celia Hart Santamaría, que
ya se están preparando para intervenir en la reunión de la Asamblea
Popular Nacional Originaria convocada para el 23 de julio; y en el Encuentro
continental de organizaciones obreras y campesinas convocado para agosto,
para impedir que se ponga en pie efectivamente un organismo de poder obrero
y campesino con sus milicias que desconozca a Rodríguez y al parlamento
fantoche; y para impedir que los obreros y campesinos bolivianos conquisten
una unidad revolucionaria con sus hermanos de clase de América Latina
para enfrentar al imperialismo, a los monopolios, y sobre todo a los Kirchner,
los Lula, Tabaré Vázquez y demás gobiernos cipayos apoyados
por la burocracia castrista.
Contra la impostura montada por la burocracia castrista y por Celia Hart Santamaría,
que ha convencido y subordinado a los liquidadores del trotskismo, los trotskistas
internacionalistas declaramos que nosotros no nos tragamos esta vulgar impostura,
y levantamos con orgullo las banderas de la IV Internacional y del Programa
de Transición: " La IV Internacional goza ya desde ahora del justo
odio de los stalinistas, de los socialdemócratas, de los liberales
burgueses y de los fascistas. No tiene ni puede tener lugar alguno en ningún
frente popular. Combate irreductiblemente a todos los grupos políticos
ligados a la burguesía. Su misión consiste en aniquilar la dominación
del capital, su objetivo es el socialismo. Su método, la revolución
proletaria. (...) La crisis actual de la civilización humana es la
crisis de la dirección proletaria. Los obreros revolucionarios agrupados
en torno a la IV Internacional señalan a su clase el camino para salir
de la crisis. Le proponen un programa basado en la experiencia internacional
del proletariado y de todos los oprimidos en general, le proponen una bandera
sin mácula. Obreros y obreras de todos los países, agrupáos
bajo la bandera de la IV Internacional. ¡Es la bandera de vuestra próxima
victoria!".
Nota:
1 Celia Hart Santamaría es hija de Haydée Santamaría
-quien participara del asalto al Cuartel de Moncada-, y de Armando Hart quien
fuera el primer ministro de Educación de Cuba luego del triunfo de
la revolución en 1959, y luego ministro de Cultura por más de
20 años.
En
Homenaje a Ignace Reiss asesinado por el stalinismo en 1937
"Carta
al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética"
Ignace Reiss (Ludwig) - 17 de julio de 1937
Ignace
Reiss (cuyo seudónimo era Ludwig) fue un agente de la GPU stalinista
en Occidente que en 1937 rompió con la misma, y abrazó las banderas
de la IV Internacional.
Reproducimos aquí, traducida del francés y en su homenaje, su
carta de ruptura con la GPU, con Stalin y la Comintern.
Un mes y medio luego de enviar esta carta, el 4 de septiembre de 1937, fue
asesinado por órdenes de Stalin, cerca de Lausana, Suiza.
La
carta que les escribo hoy debí haberla escrito hace mucho tiempo ya,
el día en que los "Dieciséis" (1) fueron masacrados
en los sótanos de la Lubianka, por orden del "Padre de los Pueblos".
Sin embargo me callé. Tampoco elevé la voz para protestar luego
de los asesinatos que le siguieron, y este silencio hace pesar sobre mí
una pesada responsabilidad. Mi falta es grande, pero yo me esforzaré
para repararla, y de repararla rápido para aliviar mi consciencia.
Hasta ahora he marchado con vosotros. No daré un paso más a
vuestro lado. ¡Nuestros caminos divergen! ¡Quien se calla hoy,
se hace cómplice de Stalin y traiciona la causa de la clase obrera
y del socialismo!
Yo me bato por el socialismo desde la edad de veinte años. En el umbral
de la cuarentena, no quiero vivir más de los favores de un Ejov.
Tengo detrás de mí dieciséis años de trabajo clandestino.
Es bastante, pero me quedan fuerzas suficientes para recomenzar todo. Porque
se trata de "recomenzar todo", de salvar el socialismo. La lucha
ha comenzado ya hace tiempo. Quiero retomar mi lugar.
El alboroto organizado alrededor de los aviadores que sobrevolaron el Polo
tiene la intención de ahogar los gemidos de las víctimas torturadas
en la Lubianka, en la Svobodnaia, en Minsk, en Kiev, en Leningrado, en Tiflis.
Esos esfuerzos son en vano. La palabra, la palabra de la verdad, es màs
fuerte que el estrépito de los motores más potentes.
¡Los batidores de records de la aviación, es verdad, tocaron
los corazones de las damas americanas y de la juventud de dos continentes
intoxicados por el deporte, más fácilmente de lo que nosotros
llegaremos a conquistar la opinión internacional y a sacudir la consciencia
del mundo! No nos engañemos por eso: la verdad se abrirá su
camino, el día de la verdad está más próximo,
mucho más próximo de lo que piensan los señores del Kremlin.
Está muy cerca el día en que el socialismo internacional juzgará
los crímenes cometidos en el curso de los diez últimos años.
Nada será olvidado, nada será perdonado. La historia es severa:
"el jefe genial", "el padre de los pueblos", "el
sol del socialismo" , rendir à cuenta de sus actos: la derrota
de la revolución china, el plebiscito rojo (2), el aplastamiento del
proletariado alemán, el social-fascismo y el Frente Popular, las confidencias
a Howard (3), el coqueteo con Laval: todas cosas a cuál más
genial.
El proceso será público, con testigos, una multitud de testigos,
muertos o vivos; todos hablarán una vez más todavía,
pero esta vez para decir la verdad, toda la verdad. Comparecerán todos,
los inocentes masacrados y calumniados, y el movimiento obrero internacional
los rehabilitará a todos, a los Kamenev y a los Mratchkovski, a los
Smirnov y a los Muralov, a los Drobnis y a los Serebriakov, a los Mdivani
y a las Okuyava, a los Rakovski y a los Andrés Nin, todos esos "espías
y provocadores", todos esos "agentes de la Gestapo" y "saboteadores".
Para que la Unión Soviética y el movimiento obrero internacional
enteros no sucumban definitivamente b ajo los golpes de la contrarrevolución
abierta y del fascismo, el movimiento obrero debe desembarazarse de sus Stalin
y de su stalinismo. Esta mezcla del peor de los oportunismos -un oportunismo
sin principios- de sangre y de mentiras, amenaza envenenar el mundo entero
y aniquilar los restos del movimiento obrero.
¡Lucha
sin cuartel contra el stalinismo!
¡No al Frente Popular, si a la lucha de clases! ¡No a los comités,
sì a la intervención del proletariado para salvar a la revolución
española: tales son las tareas a la orden del día!
¡Abajo la mentira del "socialismo en un solo país"! ¡Volver al internacionalismo de Lenin!
Ni la II ni la III Internacionales son capaces de cumplir esta misión histórica: divididas y corrompidas, no pueden impedir que la clase obrera combata; no sirven sino de auxiliares a las fuerzas de la policía burguesa. Ironías de la Historia: antaño la burguesía poseía en sus filas los Cavaignacs y Gallifet, los Trepov y los Wrangel. Hoy es bajo la "gloriosa" dirección de las dos Internacionales que los proletarios cumplen ellos mismos el rol de verdugos de sus propios camaradas. La burguesía puede dedicarse tranquilamente a sus asuntos. En todas partes reinan "el orden y la tranquilidad" : existen todavía los Noske y los Ejov, los Negrín y los Díaz. ¡Stalin es su jefe y su abanderado, su Homero!
No,
yo no puedo más. Vuelvo a ganar mi libertad. Vuelvo a encontrarme con
Lenin, sus enseñanzas y su acción.
Espero consagrar mis modestas fuerzas a la causa de Lenin: quiero combatir,
¡porque sólo nuestra victoria -la victoria de la revolución
proletaria- liberará a la humanidad del capitalismo y a la Unión
Soviética del stalinismo!
¡Adelante, hacia nuevos combates por el socialismo y la revolución proletaria! ¡Por la construcción de la IV Internacional!
Ludwig
(Ignace Reiss)
17 de julio de 1937
P.D.: En 1928 fui condecorado con la Orden de la Bandera Roja por servicios prestados a la revolución proletaria. Les envío adjunta dicha condecoración. Sería contrario a mi dignidad llevarla al mismo tiempo que los verdugos de los mejores representantes de la clase obrera rusa. Los Izvestia han publicado en el curso de las dos últimas semanas las listas de nuevos condecoradas, cuyas funciones se omiten púdicamente en silencio: son los ejecutores de las penas de muerte.
Notas
[1] Acusados del primer proceso de Moscú.
[2] Plebiscito reclamado en Sajonia por los nacional socialistas contra el gobierno socialdemócrata y apoyado por los comunistas.
[3] Stalin había declarado, en mayo de 1935, al periodista norteamericano Roy Howard que la idea de que la URSS podía alentar una revolución socialista mundial constituía "una tragicomedia".
EN LUCHA POR LA REFUNDACIÓN DE LA IV INTERNACIONAL
Desde
mediados/fines de 2004, asistimos a la consumación de un nuevo salto
cualitativo en la degeneración y bancarrota de las corrientes que otrora
usurpaban el nombre del trotskismo y de la IV Internacional. Es que a los
liquidadores del trotskismo que en los '80, abrazados a un nacional trotskismo
exacerbado, rompieron la continuidad con la estrategia y el programa de la
IV Internacional (de la que se mantuvieron apenas débiles hilos en
manos de pequeños grupos y corrientes que enfrentaron esta degeneración);
que en 1989 estallaron en mil pedazos por estar colgados de los faldones del
stalinismo, que en los '90 con un revisionismo feroz intentaron liquidar al
socialismo científico, les faltaba poner el broche de oro a su nefasta
"obra maestra". Así como el stalinismo lo hiciera en 1938
disolviendo la III Internacional y entrando a la Sociedad de las Naciones
(la precursora de la actual ONU), hoy los renegados del trotskismo han terminado
de liquidar la IV Internacional: se fueron todos a formar parte del Foro Social
Mundial de Chávez, Fidel Castro y compañía, organizándose
como "ala izquierda" del mismo.
Estamos frente a una acción totalmente consciente de estas corrientes
de los renegados del trotskismo: han terminado su obra de liquidación
de la IV Internacional. La lucha por su refundación ha quedado en manos
de las corrientes y fuerzas principistas del trotskismo que, en todo el mundo,
se nieguen a ir tras el camino de los liquidadores y les presenten batalla.
De cuánto tarden esas fuerzas principistas en completar la tarea histórica
de refundar la IV Internacional, dependerá la posibilidad de que pueda
regenerarse la vanguardia del proletariado mundial.
La consumación de la liquidación de la IV Internacional se produce
cuando viene de culminar el enorme ascenso en el mundo semicolonial que se
desarrollara entre 1997 y 2004 -que tuviera como puntos culminantes las revoluciones
palestina, ecuatoriana, argentina, y boliviana- que, por acción de
las direcciones traidoras no logró confluir con procesos revolucionarios
en las potencias imperialistas ni en los ex estados obreros en los que se
impuso la restauración capitalista. Se consumó cuando con los
triunfos de su ofensiva contrarrevolucionaria en Irak, Afganistán,
Palestina y Medio Oriente; con política de contención y colaboración
de clases en América Latina; con los pactos sociales de la aristocracia
y la burocracia obreras en los países imperialistas, y descargando
la crisis contra su propia clase obrera y contra los pueblos oprimidos del
mundo, el imperialismo lograba imponer un punto de equilibrio en la economía
y la política mundiales (punto de equilibrio que ahora ha devenido
inestable).
En los enfrentamientos entre revolución y contrarrevolución
con los que comenzó el siglo XXI, las corrientes de los renegados del
trotskismo jugaron un rol abiertamente menchevique en los agudos procesos
del mundo semicolonial, y de total adaptación a las aristocracias y
burocracias obreras en los países imperialistas europeos, rompiendo
completamente con la teoría-programa de la revolución permanente,
y adoptando abiertamente la vieja política stalinista de revolución
por etapas y de colaboración de clases.
De esta manera, en este período de la lucha de clases que acaba de
finalizar, terminó de consumarse el Termidor, la reacción que
estas corrientes venían llevando adelante y que intentaba no dejar
piedra sobre piedra de la teoría, la estrategia, el programa y el legado
de la IV Internacional, al liquidarla definitivamente, y al constituirse esas
corrientes como ala izquierda del Foro Social Mundial.
Ya no quieren ni hablar en nombre de la IV Internacional ni del trotskismo.
Ya se proclaman abierta y orgullosamente "Chavistas", "castristas",
miembros de la "Izquierda anticapitalista" europea, gramscianos,
etc. Es más, algunos de ellos, como el SU, ya le han dado el ministro
de la reforma agraria al gobierno proimperialista de Lula: es decir, son los
que gerencian la política del estado burgués brasileño
y de la burguesía terrateniente para garantizarse su propiedad y sus
ganancias masacrando campesinos sin tierra.
En Europa todos ellos han conformado partidos únicos de la "Izquierda
anticapitalista" con el stalinismo y burócratas sindicales, como
la coalición Respect en Inglaterra, como Izquierda Unida en España,
Refundación Comunista en Italia, como en Portugal, etc. Han llamado
a votar por Chirac, y todos ellos se suman al voto "No" en la trampa
de los referéndums bonapartistas por la Constitución europea,
hablando de una "Europa democrática, social y ciudadana",
con una política totalmente reformista y socialimperialista, como ayer
apoyaron entusiastamente el voto por el "No" -es decir, por el Sí
a Chávez-, en el tramposo referéndum venezolano.
En América Latina y también en los Estados Unidos, han dado
un nuevo y definitivo paso de sometimiento a la burocracia castrista restauracionista,
subordinándose y poniéndose bajo su mando en todo el continente,
a través del ala que ésta montó con Celia Hart Santamaría,
y que intenta robar las limpias banderas del trotskismo y utilizarlas para
impulsar la política contrarrevolucionaria y de colaboración
de clases del castrismo en toda América.
De esta manera, culmina un proceso histórico en que vimos a las corrientes
que hablaban en nombre del trotskismo y de la IV Internacional, recorrer el
camino que va del error no marcado y no corregido a tiempo, a la adaptación;
de ella, a una capitulación tras otra, luego a la traición y
por último, a la degeneración completa del movimiento.
Los hitos de un largo camino de adaptaciones y capitulaciones que prepararon la consumación de la reacción termidoriana
Este
último salto liquidador de este pablismo generalizado y la consumación
del Termidor al interior mismo de la IV Internacional, fue preparado con décadas
de adaptaciones, capitulaciones y traiciones, con saltos previos de cantidad
en calidad que marcaron hitos en el camino de la degeneración a la
que fue llevada la IV Internacional.
El primero de ellos, indudablemente, fue el surgimiento del pablismo en 1952-53
que, con su brutal adaptación al stalinismo y su política liquidacionista
de "entrismo sui géneris" en los partidos comunistas, llevó
al estallido de la IV Internacional que dejó de ser un partido mundial
centralizado para transformarse en un movimiento de tendencias.
Las corrientes agrupadas en el Comité Internacional, que resistieron
y enfrentaron -aunque de forma centrista- al pablismo liquidacionista, le
perdonaron sin embargo la vida al negarse a expulsarlo lisa y llanamente,
y al impulsar luego en 1963 una reunificación oportunista con el mismo.
Pero las corrientes que quedaron por fuera de dicha reunificación,
terminaron también en el peor de los nacional trotskismos, como fue
el caso del lambertismo y el healysmo.
El ascenso revolucionario generalizado de 1968-74 y la enorme radicalización
obrera que lo acompañó, le dieron una nueva oportunidad al movimiento
trotskista. Sin embargo, el pablismo-mandelismo impulsó una política
oportunista y ultraizquierdista en América Latina. El SWP norteamericano,
que había sido fundado por Trotsky y Cannon, terminó coptado
al pablismo en la revolución portuguesa levantando la política
de Asamblea Constituyente con la que la socialdemocracia terminó de
estrangular dicha revolución. Y el morenismo, capitulando vergonzosamente
en Argentina a los pies del "frente para "defender la democracia",
impulsado por la misma Unión Cívica Radical que preparaba el
golpe genocida con Videla y el imperialismo.
Pero lo más grave fue que todas las corrientes -incluidas las que habían
enfrentando parcialmente al pablismo y habían levantado posiciones
semi-correctas, permitiendo así mantener algunos hilos de continuidad
-, lejos de sacar lecciones revolucionarias del ascenso 1968-74, sacaron lecciones
oportunistas.
De esta manera, la década del '80 marca un hito central, un enorme
salto de cantidad en calidad en la degeneración de la IV Internacional.
Hay un pasaje generalizado al oportunismo y se abre el período del
nacional trotskismo: las corrientes centristas y oportunistas terminaron,
en esa década, cada una adaptada a los regímenes y gobiernos
de sus respectivos países, y sosteniendo al stalinismo que preparaba
la restauración capitalista en la URSS, China y los estados obreros.
Así, los acontecimientos de 1989, el hundimiento de la utopía
reaccionaria del "socialismo en un solo país", y la imposición
de la restauración capitalista en los ex estados obreros, encontró
a estas corrientes colgadas de los faldones de la burocracia stalinista que
se reciclaba en burguesía. El programa del trotskismo y de la IV Internacional
pasaban la prueba de esos acontecimientos históricos y se demostraban
correctos. Los que hablaban en su nombre, no, y como no podía ser de
otra manera, terminaron estallando en mil pedazos.
En los '90, vemos surgir de las entrañas mismas de estas corrientes,
un feroz revisionismo que, para tratar de justificar sus propias capitulaciones
y adaptaciones, se dedicó a culpar de todos los males al marxismo y
al trotskismo, intentando no dejar piedra sobre piedra de la teoría
y el programa del marxismo revolucionario. Liquidaron la premisa fundamental
del Programa de Transición de que la crisis de la humanidad se reduce
a la crisis de dirección revolucionaria del proletariado, y se dedicaron
a echarle la culpa a las masas, a su "crisis de subjetividad", de
las derrotas sufridas por la traición de sus direcciones. Borraron
de un plumazo el río de sangre que divide al trotskismo del stalinismo,
y se fueron a hacer partidos únicos o frentes estratégicos con
el mismo. Renunciaron a la dictadura del proletariado y al "terror rojo".
Se dedicaron a pregonar un largo período de una "nueva fase"
de la economía mundial, de desarrollo total o parcial de las fuerzas
productivas, y de lenta "recomposición reformista" del proletariado.
A partir de 1997 y hasta el 2004, se abre un nuevo período del nacional
trotskismo devenido en revisionismo abierto. Los estados y regímenes
burgueses los necesitaron, para que los sostuvieran a ellos y a las direcciones
traidoras, y para que jugaran directamente el rol de estranguladores en los
procesos revolucionarios, para el que se habían preparado con las revisiones
de la década del '90. Son sus adaptaciones a la aristocracia y burocracia
obreras en los países imperialistas, y sus traiciones y capitulaciones
directas en la revolución misma, las que acompañan el cierre
del período del ensayo general revolucionario del mundo semicolonial
que hemos definido y el establecimiento de un nuevo punto de equilibrio -que
ahora se ha vuelto inestable- en la economía y la política mundiales
imperialistas.
Terminaron de liquidar la IV Internacional y se fueron al Foro Social Mundial a disciplinarse a Chávez y al castrismo
Culmina
entonces todo un proceso histórico: después de sacar lecciones
oportunistas del ascenso generalizado 1968-74, de desbarrancarse en los '80
en el más profundo nacional trotskismo; de estallar en 1989 por estar
abrazados al stalinismo, de desplegar un revisionismo exacerbado en los 90;
después de haber sido utilizados como limones exprimidos por los regímenes,
los gobiernos y las direcciones traidoras para cubrirles el flanco izquierdo
y contribuir a estrangular revoluciones en el último lustro, las corrientes
que otrora hablaban en nombre del trotksismo y de la IV Internacional, se
fueron abierta y definitivamente del trotskismo, y han conformado una "Internacional
dos y media" -al estilo de la de los '30-, que constituye el ala izquierda
del Foro Social Mundial. Son orgullosos liquidadores de la IV Internacional.
Estamos entonces frente a un nuevo verdadero salto de cantidad en calidad:
terminaron de liquidar la IV Internacional y rompieron toda amarra con el
trotskismo, para ir a organizarse bajo la disciplina de Fidel Castro, Chávez,
de los movimientos "anticapitalistas" de las aristocracias y burocracias
obreras de los países imperialistas, y de la verdadera Internacional
contrarrevolucionaria que los centraliza a todos que es el Foro Social Mundial,
del que constituyen su "ala izquierda". Tan es así que todos
ellos aplican al mismo tiempo, en distintos países, la "campaña
en defensa de Cuba y de Venezuela" impulsada por Chávez, Castro
y el Foro Social Mundial.
En América Latina en particular, se han subordinado, a través
de Celia Hart Santamaría, al PC cubano y a la burocracia castrista.
Cuando Hart Santamaría en su artículo del 1° de Mayo pasado,
titulado "Un fantasma recorre América", llama a la "unidad
de los revolucionarios", a poner en pie una "organización
comunista continental" que conjurando todo "sectarismo", agrupe
a "todas las organizaciones socialistas o anticapitalistas" en una
"organización de organizaciones", no hace más que
proclamar abiertamente lo que ya se ha puesto en pie: esa "ala izquierda"
del Foro Social Mundial en América Latina, con los liquidadores del
trotskismo subordinados y disciplinados en una corriente continental, al PC
Cubano y a la burocracia castrista.
Ellos han roto toda amarra con el trotskismo y la IV Internacional y rompieron
abiertamente con la teoría-programa de la revolución permanente,
adoptando como propia la seudoteoría stalinista de la "revolución
por etapas" , de "socialismo en un solo país" ahora
devenido en "socialismo en una sola isla", y su política
de colaboración de clases con la burguesía.
Así, se sumaron a la campaña "Cualquiera menos Bush"
en los Estados Unidos, o bien llamaron a votar por Nader, es decir, el candidato
del "Frepaso" norteamericano. En Francia, ya habían llamado
a votar por Chirac "contra Le Pen", y ahora vienen todos de apoyar
la política burguesa del "No" en el referéndum francés
por la Constitución europea, "No" cuyo triunfo es ampliamente
celebrado por Bush y Tony Blair.
En América Latina, los vimos llamar a votar por el "No" en
el referéndum venezolano, es decir, por Chávez y su gobierno
burgués al que le dan así, más abierta o más críticamente,
apoyo político. El Partido Obrero de Argentina viene de escribir en
su prensa, frente al derrocamiento de Gutiérrez en Ecuador, que hay
que "apoyar a Palacios -es decir, al gobierno burgués de Palacios-
contra el imperialismo". El MST de Argentina acaba de hacer un frente
electoral no sólo con el PC en Izquierda Unida, sino también
con un político burgués proveniente de las filas del ARI de
Carrió como es Mario Cafiero. Todos ellos se niegan a decir que, como
en Ecuador y en Bolivia, la lucha es por derrotar a los gobiernos cipayos
de Kirchner y de Lula.
En Chile, todos los grupos renegados del trotskismo están en el PODEMOS,
un partido único con el PC y la Izquierda Cristiana, de colaboración
de clases.
Pero inclusive, ya algunas de estas corrientes como el Secretariado Unificado
mandelista -los verdaderos "padres" del liquidacionismo (ver recuadro)-
han pasado a integrar directamente gobiernos burgueses: le han dado al gobierno
proimperialista de Lula, el ministro de la reforma agraria Rossetto, es decir,
el encargado de que la burguesía terrateniente mantenga su propiedad
y su ganancia sobre la base de la masacre de los campesinos sin tierra.
Y sobre esta cuestión, las demás corrientes de los renegados
del trotskismo guardan silencio. No es casual: saben que, más temprano
o más tarde, ellos también deberán jugar ese rol. El
momento preciso no depende de ellos, sino de que los regímenes y gobiernos
burgueses y las direcciones traidoras los necesiten para hacerlo. Pero su
predisposición, voluntad y programa para jugar un rol abierto al servicio
del enemigo de clase ya existe y ya ha cristalizado.
Se consumó la tercera escisión del socialismo
Esto
significa que estamos asistiendo a la consumación de la tercera escisión
del socialismo en la época imperialista, que ha liquidado la teoría-programa
de la revolución permanente, ha abrazado la seudoteoría de revolución
por etapas, con su consecuencia de programas abiertamente reformistas levantados
ante cada lucha de los explotados y ante cada proceso revolucionario.
El imperialismo, tal como magistralmente lo definió Lenin, es la escisión
del socialismo, porque la burguesía mundial, en la época de
agonía y decadencia del capitalismo, sólo puede mantener su
dominio comprando y corrompiendo a un sector de la clase obrera, a la aristocracia
y burocracia obreras, pagándoles con las migajas de las superganancias
que un puñado de parásitos obtienen con la supexplotación
de cientos de millones de esclavos coloniales y semicoloniales.
La primer escisión del socialismo fue la provocada en 1914 por la socialdemocracia
que se pasó al campo de la burguesía llevando a los obreros
a masacrarse entre sí al servicio de los intereses de cada una de sus
propias burguesías imperialistas, en la carnicería que fue la
1° guerra mundial. y llevo a la clase obrera mundial a la carnicería
de la 1er guerra mundial.
La segunda escisión del socialismo fue consumada definitivamente en
1933-35 con el pase de la burocracia stalinista abiertamente al campo de la
contrarrevolución, su asentamiento como burocracia termidoriana en
la URSS y la derrota del proletariado alemán a manos del fascismo,
con la liquidación de la III Internacional y la definición como
estrategia permanente de la política de colaboración de clases
y el frente popular con la que traicionaron la revolución española
y francesa en los '30, y la revolución mundial desde entonces.
Combatiendo a estas dos corrientes contrarrevolucionarias -la socialdemocracia
y el stalinismo-, cuyos escombros sembraban el campo de batalla en los '30,
se puso en pie la IV Internacional, para garantizar la continuidad del marxismo
revolucionario y pelear por devolverle al proletariado internacional una dirección
mundial que pudiera llevarlo al triunfo.
La total bancarrota actual de los renegados y liquidadores del trotskismo,
que configura la consumación de la tercera escisión del socialismo,
fue preparada durante años por el imperialismo. Y se termina de consumar
ahora, cuando con la socialdemocracia totalmente desgastada por administrar
durante años los negocios de las burguesías imperialistas europeas;
con el stalinismo quemado luego de entregar los estados obreros a la restauración
capitalista y reciclarse en burguesía; con las aristocracias obreras
y las burocracias sindicales tradicionales odiadas por amplias franjas del
proletariado mundial, ya no le alcanzaba al imperialismo para contener las
contradicciones de la luchas de clases mundial. Por eso, ha llamado a las
corrientes oportunistas liquidadoras de la IV internacional, a las que durante
años y décadas preparó y alimentó con puestos
parlamentarios y sindicales en los regímenes burgueses, para que estén
listos para jugar ese mismo rol cuando ellos las necesiten.
Regenerar a la vanguardia del proletariado mundial es derrotar a los liquidadores del trotskismo y luchar por refundar la IV Internacional
Esta
nueva escisión del socialismo que ha cristalizado, significa que ha
pegado un nuevo salto histórico la crisis de dirección revolucionaria
del proletariado. Los liquidadores triunfaron: no dejaron piedra sobre piedra
de la IV Internacional, y después de haber contribuido al desvío
o la derrota de los combates de masas con que comenzara el siglo XXI, se han
ido a constituir una "Internacional dos y media" como ala izquierda
del FSM. Así, en el campo de batalla de la lucha de clases mundial,
a los viejos escombros de la II y la III Internacionales, hoy se suman los
escombros de la bancarrota de los liquidadores del trotskismo, que son ya
un movimiento totalmente descompuesto, que es imposible de regenerar, de la
misma manera que es imposible regenerar la carne cuando ésta ya está
putrefacta.
Pero lo que no pudieron lograr, a pesar de que fue su objetivo, es que se
rompiera toda continuidad de la teoría, la estrategia y el programa
del trotskismo, el único marxismo revolucionario viviente. No pudieron
lograrlo porque, a diferencia de lo que sucediera en los últimos 20
años, esta vez, aún de forma dispersa, aislada y terriblemente
tortuosa, distintas fuerzas sanas y principistas del trotskismo, en años
de combates y de luchas de tendencias y fracciones a nivel internacional,
logramos mantener esos hilos de continuidad.
Cuando a principios del siglo XX, la socialdemocracia se pasó al campo
de la contrarrevolución y llevó al proletariado a la primera
guerra mundial, un puñado de internacionalistas que cabían en
cuatro coches, como Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Karl Liebcknecht que
estaba preso en Alemania, se reunieron en las conferencias de Zimmerwald y
Kienthal, a "unir los hilos de la historia" -es decir, de la continuidad
del marxismo- que se habían roto, como brillantemente lo definiera
Trotsky.
Hoy, frente a la defección definitiva de los renegados del trotskismo,
el "Zimmerwald y Kienthal" que permitió mantener la continuidad
de la teoría y el programa de la IV Internacional no se expresó
en forma de conferencias, sino que se fue realizando a lo largo una década
y media de luchas de tendencias y fracciones de distintos grupos y corrientes
que, aún aislados y dispersos, dieron una feroz pelea contra el liquidacionismo,
sacando lecciones correctas de los procesos más agudos de revolución
y contrarrevolución, garantizando así la continuidad del programa
marxista.
La bancarrota definitiva de los liquidadores del trotskismo, demuestra que
ha quedado superada por el propio devenir histórico, la consigna algebraica
de la lucha por la regeneración y refundación de la IV Internacional.
No hay regeneración posible del ala izquierda del Foro Social Mundial
en que se han constituido esas corrientes.
Pero porque se mantuvo la continuidad programática, porque hoy podemos
decir no solamente que la teoría y el programa del trotskismo pasaron
la prueba de los hechos y de la historia, sino que también, esta vez
sí, hubo fuerzas sanas y principistas, aún pequeñas y
dispersas, que también la pasaron, es que la tarea es la lucha por
la refundación de la IV Internacional, por un nuevo Congreso como el
de 1938.
La continuidad está dada porque hay lecciones revolucionarias, documentos
teóricos y programáticos y combates dados por fuerzas de carne
y hueso para refundar la IV Internacional: lecciones de los acontecimientos
de 1989 y el programa de lucha por la restauración de la dictadura
del proletariado bajo formas revolucionarias en los ex estados obreros en
liquidación; lecciones programáticas de las revoluciones boliviana,
palestina, argentina, ecuatoriana; de las guerras nacionales como las de Irak
y Afganistán, de la lucha contra la aristocracia y la burocracia obreras;
contra el stalinismo y el Foro Social Mundial, de la lucha por la revolución
política en Cuba, del combate contra los frentes populares y toda política
de colaboración de clases, etc. Hay continuidad, es decir, significa
que hay una bandera revolucionaria sin mácula para las nuevas generaciones
que entran al combate.
Hay una nueva delimitación, una nueva y clara divisoria de aguas, con
los que se organizan con la burocracia castrista y Celia Hart y reniegan de
la lucha por la revolución política en Cuba, los que corren
a sostener a Chávez y ahora a Palacios de Ecuador, los que se subordinan
a la aristocracia y burocracia obreras y sus partidos socialimperialistas
en Europa, los que abrazan la revolución por etapas y la política
de colaboración de clases con burgueses "progresistas" y
militares" patriotas". Ellos se han ido del trotskismo, pero como
saben que su objetivo liquidacionista no fue cumplido en su totalidad, porque
se mantuvieron los hilos de continuidad programática del trotskismo,
han dejado el camino detrás de ellos sembrados de trampas "cazabobos",
han dejado el terreno minado de grupos y corrientes que se camuflan y se trasvisten
con el objetivo de impedir que se reagrupen internacionalmente las fuerzas
del trotskismo principista.
Por ello, todo reagrupamiento revolucionario será en lucha feroz contra
los liquidadores y contra las trampas "cazabobos" que éstos
han sembrado. Esta pelea no puede darse en el terreno nacional. Es una pelea
internacional y necesita de un programa y una organización internacionales
de los trotskistas principistas.
Entonces, para las fuerzas principistas e internacionalistas del trotskismo
en todo el mundo, se trata de avanzar en su reagrupamiento para poner en pie
un centro internacional que tome en sus manos un combate centralizado y se
proponga el objetivo histórico de refundar la IV Internacional, enfrentando
a todas las direcciones traidoras y a los liquidadores han devenido el ala
izquierda del Foro Social Mundial, para devolverle al proletariado mundial
su dirección histórica.
Poner en pie un centro internacional de reagrupamiento de los trotskistas
principistas, presentarles batalla centralizadamente a las direcciones traidoras
y luchar por propinarles derrotas en el seno de la vanguardia a los liquidadores
del trotskismo hoy, es lo que puede abrir el camino para que, en el futuro,
existan las condiciones para refundar la IV Internacional, es decir, para
poder regenerar a la vanguardia del proletariado mundial. Porque decenas de
miles de obreros y jóvenes en América Latina y en el mundo están
influenciados o siguen a las corrientes de estos liquidadores, creyendo que
son trotskistas. A ellos es necesario decirles con claridad, abiertamente,
lo que ya es un veredicto definitivo de la realidad y de la historia: esas
corrientes han abandonado el trotskismo, han roto toda amarra con él
y han ido a ocupar el lugar de la vieja política de colaboración
de clases del stalinismo.
Estamos en una carrera contra el reloj. Y ello queda claro hoy en la revolución
boliviana: porque las fuerzas principistas del trotskismo no pueden ni soñar
en encontrar un camino a la vanguardia y las masas, en poner en pie el nuevo
partido revolucionario internacionalista que el heroico proletariado boliviano
necesita y se merece, sin desenmascarar al POR de Lora, sin infligirle duras
y decisivas derrotas políticas ante los ojos de la vanguardia de clase
obrera que ya lo sufre y padece su política, pero que piensa que la
política calcada de la del stalinismo que levanta ese partido, es el
"trotskismo". No se puede entonces luchar por poner en pie un nuevo
partido revolucionario en Bolivia, si no se enfrenta a estos impostores y
renegados del trotskismo, y si no se pone en pie rápidamente un centro
internacional de reagrupamiento de los trotskistas principistas que se proponga
el objetivo histórico de refundar la IV Internacional, para poder,
por ejemplo, refundar el trotskismo en Bolivia derrotando a sus liquidadores
del POR de Lora.
Por ello, a las decenas de miles de honestos obreros y jóvenes que
en todo el mundo están influenciados y son engañados por los
liquidadores del trotskismo, es necesario plantearles con total claridad que
la lucha es por refundar la IV Internacional con un nuevo Congreso como el
de 1938, derrotando de cara a la vanguardia y a las masas a las corrientes
de esta "Internacional dos y media" que se ha organizado como "ala
izquierda" del FSM. Se trata, como decía Trotsky en los '30, de
evitar que los conservadores aparatos heredados del pasado controlen el desarrollo
revolucionario de la vanguardia proletaria.
Levantar la bandera de la lucha por la refundación de la IV Internacional
es también volver a levantar el grito del Programa de Transición
de "¡Paso a la mujer trabajadora, paso a la juventud!". Es
que la bancarrota de los renegados el trotskismo arrastra también al
basurero de la historia a la amplia mayoría de la vieja generación
que llevó a ese movimiento, hoy en putrefacción, sobre sus hombros.
Están totalmente vigentes entonces las palabras del programa de fundación
de la IV Internacional: "La generación más vieja, que ha
sufrido terribles derrotar, abandonará en gran parte el movimiento.
Por lo demás, la IV Internacional no pretende en absoluto convertirse
en un asilo para revolucionarios inválidos, burócratas y arribistas
decepcionados. (...) En la IV Internacional ni hay ni habrá lugar para
el arribismo, las úlcera de las viejas internacionales. Sólo
aquellos que deseen vivir para el movimiento, y no a expensas del movimiento,
tendrán acceso a nosotros.
Los obreros revolucionarios deben sentirse los dueños. Las puertas
de la organización les están abiertas de par en par. (...) Cuando
un programa o una organización se agotan, se agota con ellos la generación
que los llevó sobre sus hombros. El movimiento se revitaliza con la
juventud, libre de responsabilidades del pasado.
La IV Internacional presta una atención especial a la joven generación
del proletariado. En toda su política se esfuerza por inculcar a la
juventud la confianza en su propia fuerza y en el futuro. Sólo el fresco
entusiasmo y el espíritu de ofensiva de la juventud pueden asegurar
los primeros éxitos en la lucha; sólo estos éxitos pueden
devolver a los mejores elementos de la generación más vieja
al camino de la revolución. Así ha sido, y así seguirá
siendo.
Las organizaciones oportunistas, por su naturaleza misma, centran principalmente
su atención en las capas superiores de la clase obrera, y, por consiguiente,
ignoran tanto a la juventud como a la mujer trabajadora. Ahora bien, la declinación
del capitalismo asesta sus golpes más fuertes a la mujer, como asalariada
y como de ama de casa. Las secciones de la IV Internacional deben buscar soportes
entre las capas más explotadas de la clase obrera, y por consiguiente,
entre las trabajadoras. Aquí encontrarán reservas inagotables
de entrega, abnegación y disposición al sacrificio.
¡Abajo con la burocracia y el arribismo! ¡Paso a la juventud!
¡Paso a la mujer trabajadora! Estas consignas están inscritas
en la bandera de la Cuarta Internacional". (Programa de Transición).
El menchevismo de la tercera hornada en Argentina visto por la burguesía:
Una "comparsa rebelde" de asistentes sociales que no tienen el objetivo
de tomar el poder
El
enemigo de clase ha tomado nota con mucha perspicacia de la consumación
de un nuevo salto cualitativo en la degeneración de los renegados del
trotskismo, de su disciplinamiento a Chávez, Castro y el Foro Social
Mundial, y de su constitución en "ala izquierda" de este
último.
Por ejemplo, la burguesía en Argentina se congratula de que en este
país, ya no haya izquierda "insurreccionalista" que tenga
el objetivo de que los obreros se hagan del poder.
Así se encarga de explicarlo con total claridad en un artículo
del diario La Nación del 4/05/05, titulado "Una rebeldía
anacrónica" y firmado por Vicente Massot:
"De
entre las comparaciones que se estila hacer en estos días una de las
más trajinadas es aquella según la cual los movimientos piqueteros
vendrían a resultar la versión desarmada de las organizaciones
insurreccionales que asolaron el país en la década del setenta.
Nada, sin embargo, más alejado de la verdad.
Por mucho que se lo analice, del derecho y del revés, no hay en los
desbordes a los que nos tienen acostumbrados los piqueteros ni en el desorden
que han instalado a lo largo y ancho de la geografía nacional anhelos
revolucionarios. Raúl Castells, Néstor Pitrola y Luis D´Elía
-para citar a algunos de los más representativos- no acarician el sueño
de obrar, mediante la acción violenta, la sociedad sin clases que clausure
la Historia y dé lugar al paraíso terrestre".
(...) Nadie medianamente serio reivindicaría hoy la lucha de clases,
el Estado proletario o la estatización de la economía, lo cual
no quita que, en las marchas piqueteras, se alcen puños encrespados
y la cara del Che -retratado por Korda- cubra los pechos de algunos manifestantes.
También que los integrantes de Quebracho blasonen de malos. Pero no
hay razón para confundir una comparsa rebelde con una fuerza revolucionaria.
Los movimientos contestatarios que han ganado las calles no obran conforme
a un plan subversivo insurreccional cuyo fin sea la toma del poder, la conquista
del Estado o la clausura de la República".
"Nuestros rebeldes se creen facultados para hacer las veces de manifestantes,
controladores del tránsito urbano y asistentes sociales, todo al mismo
tiempo. (...) Sin embargo, su rebeldía no deja de ser anacrónica.
Plantea reivindicaciones imposibles y consigue sus fines con cuentagotas.
Podrá tener miles de seguidores y asustar al país con discursos
más o menos virulentos. Sin embargo, carece de convicción, fuerza
y capacidad para infligir un daño decisivo al sistema del cual sus
líderes y sus acólitos, después de todo, se nutren. (...)
no plantea -como sí lo hicieron en décadas pasadas otras organizaciones
de izquierda- un desafío serio al actual estado de cosas, entre otras
razones porque son la versión rebelde de la decadencia argentina".
(negritas nuestras)
De esta manera, la burguesía que durante años preparó
no sólo a las corrientes stalinistas, sino también a los renegados
del trotskismo, dándoles puestos sindicales y parlamentarios, para
ser parte y sostenedores del régimen putrefacto semicolonial argentino,
se felicita de haber logrado el objetivo. Y sale a tranquilizar a cualquiera
que pueda estar confundido al respecto, diciéndole: "tranquilo,
son una comparsa rebelde, cortan algunas calles, molestan, se ponen a la cabeza
de tal o cual lucha, pero son defensores de nuestro estado y nuestro régimen.
Contienen, nos hacen de asistente sociales, nos reparten los bolsones de comida,
porque, al fin y al cabo, nosotros los nutrimos".
La burguesía reconoce con claridad lo que ha logrado: terminar de transformar
a las corrientes de los renegados del trotskismo en corrientes del régimen,
administradoras de la limosna del estado patronal en el movimiento de desocupados;
comparsa de "izquierda" de la burocracia del CTA en los sindicatos;
gente que no quiere saber nada de luchar por la revolución socialista,
más allá de sus discursos en los días de fiesta.
Los pablistas-mandelistas del Secretariado Unificado, padres y precursores de los liquidadores de la IV Internacional
Los
pablistas-mandelistas del Secretariado Unificado (SU), y su partido más
importante, la LCR francesa, son sin duda alguna los padres y precursores
del liquidacionismo en la IV Internacional. Son un verdadero centro de elaboración
del Termidor que viene de consumarse con la liquidación definitiva
de la IV Internacional. En forma totalmente consciente y premeditada, van
preparando siempre sus próximos pasos, y son los que con su accionar
marcaron y marcan el camino por el que luego avanzan las demás corrientes
de los renegados del trotskismo.
Así, en su revista internacional "Inprecor" de Abril de 2005,
uno de sus ideólogos, Claudio Katz (ex militante del Partido Obrero
de Argentina; luego de Izquierda Unida, posteriormente asesor de Zamora y
actualmente integrante de "Economistas de Izquierda"), escribió
un artículo sobre América Latina, alertando a sus dirigentes
del SU que, de seguir abiertamente apoyando a los Lula, Kirchner y Tabaré
Vázquez -que se han demostrado como gobiernos totalmente proimperialistas-,
a Chávez en Venezuela y a Evo Morales que en aquel momento sostenía
a Mesa en Bolivia, corrían el riesgo de quedar expuestos ante las masas
que ya comienzan a enfrentar a esos gobiernos, y a hacer la experiencia con
Chávez y con direcciones como la de Evo Morales.
De forma consciente, ya en febrero de 2005 cuando fue escrito el artículo
-antes de que las masas derrocaran a Gutiérrez en Ecuador, y del nuevo
embate revolucionario en Bolivia de mayo-junio pasados- Katz dice que hay
que correrse "a la izquierda" para poder seguir siendo útiles
en su rol de contención de los sectores más avanzados de la
vanguardia obrera y de lucha de América Latina.
Así, plantea en su artículo "América Latina, Centroizquierda,
nacionalismo y socialismo", que, después de dos años de
experiencia, es necesario definir ya que Lula y Kirchner son gobiernos totalmente
proimperialistas Que, por lo tanto, no es correcto apoyarlos o participar
de los mismos pensando que de esa manera, es posible "radicalizar su
gestión" para que se vuelvan gobiernos "progresistas".
Katz dice que, por el contrario, Lula es la continuidad de Cardoso, que beneficia
a los banqueros y garantiza los pagos a los acreedores; lo mismo que Kirchner,
aunque este último -por ser Argentina un país donde las masas
dejaron al régimen descalabrado, y que viene de una profunda depresión
económica- ha implementado "políticas más heterodoxas
para reconstruir las ganancias de todos los capitalistas". Alerta que
en Uruguay, "El Frente amplio llega al gobierno ahora, con fuertes compromisos
de mantener el status quo y con un proyecto vaciado de su contenido transformador".
De la misma manera, alertaba ya en febrero de 2005 a los dirigentes del SU
para que no siguieran apoyando y cantando loas a Evo Morales en Bolivia, como
ellos y el propio Katz lo vienen haciendo desde antes inclusive del inicio
de la revolución en 2003: "En Bolivia el centro-izquierda (el
Movimiento hacia el Socialismo, o MAS, de Evo Morales) no gobierna directamente,
pero es el que sostiene al tambaleante gobierno del presidente Mesa y ya trabaja
por reemplazarlo luego de las elecciones de 2007". Pero alerta que en
un país cuya "integridad territorial (
) está amenazada
por una tendencia a la balcanización, que coexiste con la perspectiva
siempre latente de una insurrección popular (
) es improbable
que la receta desmovilizadora que ha funcionado en los demás países
del Cono Sur pueda tener los mismos resultados".
Sobre Venezuela y Chávez, afirmaba que, a diferencia del de Lula, Kirchner
y Vázquez, es un gobierno que "reedita el proceso nacionalista
dentro de la tradición de Cárdenas, Perón, Torrijos o
Velazco Alvarado", es decir, nacionalista burgués, que ha tomado
algunas medidas antiimperialistas. Pero aún así, y ante el desembozado
y abierto apoyo que le ha dado el mandelismo desde siempre a Chávez,
alerta también: "La experiencia nos enseña que las conquistas
congeladas se diluyen. Si el proceso bolivariano es frenado, veremos la repetición
de lo que le sucedió al PRT mejicano o la peronismo, que una vez en
el poder han conocido una involución que los transformó en opción
de las clases dominantes".
Como conclusión, Katz recomienda: "Cualquiera que sea la caracterización
exacta del PT o del peronismo kirchnerista, la participación de militantes
combativos en los dos gobiernos es indmisible. (
) Aceptar las funciones
implica asumir directamente la responsabilidad de la ejecución de las
políticas emprendidas. Y cuando uno entra en el papel de funcionario
ya no existen las medias tintas".
Lo que decía Katz con gran perspicacia hace unos meses, que si el SU
permanece en el gobierno de Lula con Rosetto como ministro de la reforma agraria
garantizando la propiedad de los terratenientes y masacrando campesinos sin
tierra, se va a incinerar ante los ojos de los obreros y los explotados que
han comenzado a enfrentar al gobierno de Lula, como así también
ante los ojos de los trabajadores argentinos y uruguayos por el apoyo que
le dan a Kircher y a Tabaré Vázquez. Alertaba que iban a quedar
pegados en Bolivia a Evo Morales al que las masas ya comenzaban a mirar como
a un traidor. E inclusive, que tengan cuidado con tanto apoyo a Chávez
que en cualquier momento, como Perón, Cárdenas y todo gobierno
nacionalista burgués, terminará abiertamente alineado con el
imperialismo contra las masas.
Por ello, Katz recomienda al SU correrse más "a la izquierda",
a pesar inclusive de las recomendaciones de Chávez y Fidel Castro de
apoyar a esos gobiernos y a dirigentes como Evo Morales. Así, afirma:
"Fidel y Chávez han elogiado a los nuevos gobiernos por evitar
el aislamiento y resistir a las campañas imperialistas. Pero ellos
confunden la acción diplomática y el apoyo político no
necesario y contraproducente para las organizaciones de Brasil y la Argentina".
Y concluye diciendo: "Muchos jóvenes entran en la vida política
admirando la herencia revolucionaria de la generación precedente. Pero
ellos ven también como una parte de este nicho ha sido asimilado por
el establishment y se ha resignado ante la dominación de los poderosos.
Para recuperar la herencia de los años 70 hay que tener ante todo firmeza,
de convicción y de coraje".
En síntesis, Katz está alertando a los liquidadores del trotskismo
y de la IV Internacional que, bajo la redoblada ofensiva imperialista, y bajo
certeros golpes revolucionarios de las masas como en Ecuador y Bolivia, han
comenzado a crujir y a entrar en crisis los regímenes de la contención
en América Latina. Los alerta de que están quedando absolutamente
pegados a estos regímenes y gobiernos cipayos y antiobreros, y los
llama a correrse un poquito a la "izquierda", a maquillarse ante
el hecho de que la nueva generación de obreros y jóvenes que
entran al combate ya comienzan a darse cuenta de que están al servicio
del estado burgués y del "establishment".
El
Secretariado Unificado tiene las manos manchadas con la sangre de los campesinos
sin tierra
masacrados en Brasil
Es
claro que este alerta que hacía Katz hace unos meses, estaba motivado
por el hecho de que el SU, con su corriente Democracia Socialista, participa
directamente en el gobierno burgués de Lula, en el ministerio de la
Reforma Agraria. Es decir, que Miguel Rossetto y el SU son los responsables
y el brazo ejecutor del estado burgués y de los terratenientes que
asesinan a los campesinos sin tierra, como recientemente sucediera en Goiania,
donde fueron masacrados.
Ahora, los dirigentes del SU como Bensaïd y Krivine, viendo al igual
que Katz que están quedando desnudos ante los ojos de la vanguardia
proletaria mundial como asesinos de campesinos, y que además esto ha
llevado a la división de su corriente en Brasil, han tomado una resolución
en la cual, después de plantear que es claro ya que el de Lula es "un
gobierno de coalición con los representantes del capital" cuya
"dinámica interna (
) no puede ser modificada"; que
"dada la orientación general del gobierno, los ministros de izquierda
devienen simples prendas o rehenes de una política general que no es
la suya" y que tomar responsabilidades en ese gobierno "se contradice
con la construcción de una alternativa en Brasil, coherentemente con
nuestras posiciones programáticas", deciden
"abrir
un debate", permanecer en el gobierno de Lula, y al mismo tiempo, apoyar
también al ala de Democracia Socialista que permanece al interior del
PT pero como "disidente", y al ala que, encabezada por la senadora
Heloisia Helena, rompió con el PT y fue a constituir el P-SOL.
Estamos ante una resolución consciente, cínica y premeditada
sobre cómo ubicarse para mejor prestar servicio a Lula y al régimen
del pacto social. Porque mientras siguen masacrando campesinos sin tierra
desde el gobierno, ubican a un sector de su corriente más "a la
izquierda", para poder contener, al interior mismo del PT y de la CUT,
y también por fuera de ellos, con el P-SOL, a los sectores obreros,
juveniles y campesinos que comienzan a enfrentar a Lula y a su régimen
del pacto social, para impedir que avancen en un camino de reagrupamiento
combativo y fundamentalmente para impedir que, confluyendo con esos sectores,
se ponga en pie en Brasil un verdadero partido revolucionario trotskista e
internacionalista.
Apenas meses después de que Katz realizara su advertencia, volvieron
a irrumpir los obreros y campesinos bolivianos con un nuevo embate de masas,
superando a Evo Morales e imponiendo la lucha por "Ni 30, ni 50, nacionalización",
e inclusive denunciándolo como traidor por sostener a Mesa hasta último
momento y hoy a Rodríguez.
Frente a ello, el SU y la LCR francesa, en forma totalmente cínica,
esconden su abierto apoyo a Morales durante años, comienzan a denunciarlo
tibiamente por su apoyo a las elecciones, y se corren "a la izquierda"
alabando a las masas de El Alto y a la Asamblea popular nacional originaria,
ubicándose así, junto al resto de los liquidacionistas, para
garantizar que el sector más radicalizado de la vanguardia y las masas
no se escape de control.
Queda claro enotnces que, en el caso del SU estamos frente a una corriente
que en forma totalmente consciente se ha pasado con armas y bagajes al servicio
de la defensa del estado y el régimen burgués. Marca así
el camino que más tarde o más temprano seguirán todos
los liquidacionistas del trotskismo, cuando los regímenes burgueses
y las direcciones traidoras lo consideren necesario.