24 de octubre de 2020
Homenaje en el 4to aniversario de la muerte de Abu Al Baraa
Desde Las Heras, Santa Cruz
Intervención de Claudia Pafundi, de la Comisión de Trabajadores Condenados, Familiares y Amigos de Las Heras
“Cuando nos enteramos de la muerte de Abu Al Baraa, se nos estrujó el corazón, porque veíamos en él a un hijo, a un hermano, a un familiar”
Buenas tardes compañeros y compañeras.
En este homenaje, la Comisión de Trabajadores Condenados, Familiares y Amigos de Las Heras, no podía estar ausente, porque cuando nosotros empezamos esta lucha, esta Comisión, desde este pueblo lejano de la Patagonia, recibimos la solidaridad de muchos lados. Entre ellas, nos llegó la solidaridad desde Siria. Para nosotros fue un honor luchar con el compañero contra todo esto que se nos venía encima, que no entendíamos mucho que era.
Es muy emocionante escuchar los testimonios que escuché. Fue un honor luchar con él y dar a conocer la revolución siria, que era silenciada en todos lados. Llevar la bandera de la revolución siria junto a la bandera palestina a todos lados donde fuimos, para mí, en particular, fue un honor. Estoy segura que para el resto de los compañeros de la Comisión también.
Cuando nos enteramos de la muerte del compañero, se nos estrujó el corazón, porque veíamos en él a un hijo, a un hermano, a un familiar. Él era nuestra familia. Muchos me decían, ¿Cómo un sirio va a ser tu familia? Sí, para mí son más familia que muchos de mis familiares. Es un hijo. Es nuestra misma carne, nuestra misma sangre.
Al principio no entendía por qué tenía que luchar por los obreros del mundo si el problema lo teníamos nosotros. Y cuando entré a la FLTI comprendí lo que era. Entendí que los mismos problemas que teníamos nosotros acá los teníamos en todo el mundo. Peleábamos contra los mismos enemigos.
Se me confunden o se me mezclan las palabras… Hay algo que dijo el compañero Abu Muad… Cuando el hermano de Abu Al Baraa le dijo que se le había parado el corazón, él dijo “a él no se le paró el corazón porque late en cada uno de nosotros, en cada lucha, en cada calle, en cada bandera levantada, en cada preso político, en cada oprimido… él vive”. ¡Y él vivirá siempre en nuestros corazones!
Por eso el compañero tiene mucha razón. El corazón del compañero no dejó de latir. Sigue latiendo y es un gran ejemplo para todos nosotros.
Desde acá, este humilde homenaje para el compañero Abu al Baraa, que como digo, vivirá siempre en nuestros corazones. ¡Hasta la victoria siempre compañero! ¡Él vive! ¡Él no murió! ¡Él vive!
Muchas gracias.
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