24 de octubre de 2020
Homenaje en el 4to aniversario de la muerte de Abu Al Baraa
Intervención de Leandro Hofstadter, periodista, corresponsal y parte del Comité Redactor del periódico en árabe “La Verdad de los oprimidos”
“Abu al Baraa junto a sus conocidos, compañeros, con obreros que luchaban con él, puso en pie un núcleo de obreros revolucionarios que peleábamos por poner en pie la dirección que necesitábamos para triunfar…”
“…la revolución siria por sí sola no podía triunfar. Porque no era una revolución únicamente siria, sino que era una revolución de toda la clase obrera mundial”.
Mi nombre es Leandro Hofstadter, soy periodista, corresponsal, parte también del Comité Redactor del periódico La Verdad de los Oprimidos de Siria.
Tuve la oportunidad y el honor de cubrir como corresponsal la guerra civil siria, libia, los procesos revolucionarios del Magreb y Medio Oriente que se vienen desarrollando desde el 2011 hasta la fecha y que continúan.
Soy un socialista revolucionario trotskista; soy un periodista de la clase obrera. Y los periodistas de la clase obrera, socialistas revolucionarios, teníamos que estar ahí. Ese era nuestro lugar. Ahí, donde peleaba la clase obrera siria, del Magreb y Medio Oriente, en la revolución libia, etc.
Fuimos a cubrir estos acontecimientos, para llevarle lo que sucedía a la clase obrera mundial. Allí nos encontramos con una generación de jóvenes revolucionarios, que habían ganado las calles por la caída del régimen pidiendo pan y libertad. Juntos nos conocimos y nos reconocimos que queríamos lo mismo. Que queríamos una vida digna y pelear por el triunfo de la revolución socialista. Desde allí, cuando nos conocimos, nos organizamos juntos y nos quedamos peleando por el triunfo de esta revolución.
Hoy le rendimos homenaje a uno de estos jóvenes revolucionarios, quien fuera el dirigente de un núcleo de revolucionarios trotskistas, socialistas; uno de los fundadores del trotskismo sirio como es el camarada Abu al Baraa y fundador también de nuestro periódico La Verdad de los Oprimidos.
Tuve el honor de conocerlo personalmente. Él era, no sólo, uno de esos jóvenes revolucionarios que marchaba y ganaba las calles por la caída del régimen…de los que la izquierda islamofóbica llamaba los “atrasados musulmanes”. Él era un joven obrero de la construcción. Se había anotado en la universidad también para estudiar, porque quería perfeccionar su técnica en la reparación de aires acondicionados… Díganme qué tiene eso de “atrasado” y “bárbaro”. ¿Es porque hay otros países que no son de religión cristiana o no son laicos? ¿Que sean países musulmanes hace que dejen de ser obreros?
Lo cierto es que eran obreros hambreados que ganaban las calles.
Ese era también nuestro compañero. Un joven de 19 años cuando empezó la revolución. Con esa edad lo conocí.
Cuando yo llegué a Siria y lo vi por primera vez, él ya me contaba la verdad sobre quiénes eran los generales burgueses del ESL, que ya, desde ese momento, querían entregar toda la lucha.
El compañero ya, desde su posición de clase, comprendía en sí mismo lo que eran los burgueses multimillonarios con uniforme que sólo iban a dar órdenes, que solo iban a copar por arriba todo lo que las masas construían y todo lo que querían llevar adelante. Venían a montarse y ponerse adelante para tratar de desarmarlos y deshacer lo que hacían las masas.
Por eso nos reconocimos, porque sabíamos que para triunfar no sólo había que derrotar al régimen, pues estuvimos en la primera línea para destruir a ese régimen fascista, asesino, criminal de guerra, que masacraba a las masas que por miles ganaban las calles pidiendo su caída y pidiendo pan. También sabíamos que había que deshacerse de esos generales sin batalla que le cortaban el camino a las masas y su lucha por el triunfo de la revolución.
Discutimos mucho el programa revolucionario. Planteábamos que, así como existen esas direcciones que entregan el combate, necesitábamos una dirección revolucionaria para ganar la guerra, para el triunfo de la revolución. Necesitábamos una dirección que pueda plantear las condiciones para la victoria, que pueda plantear un programa por la expropiación de la burguesía y poner todos los recursos necesarios para resolver el problema del pan que faltaba y falta en Siria, a poner todos los recursos para ganar la guerra y derrotar a Al Assad, porque esos generales burgueses del ESL, lo único que hacían era negociar con éste sobre la sangre de los cientos de miles de mártires de la revolución siria. Lo único que hacían eran negocios y se llenaban los bolsillos. Ellos no estaban para enfrentar y derrotar al régimen. No lo están, ni lo estuvieron y lo demostraron, porque entregaron una a una las ciudades rebeldes.
Es así que Abu al Baraa junto a sus conocidos, compañeros, con obreros que luchaban con él, puso en pie un núcleo de obreros revolucionarios que peleábamos por poner en pie la dirección que necesitábamos para triunfar. Y que, sobre todo comprendimos que, ese programa tenía un punto esencial, la revolución siria por sí sola no podía triunfar. Porque no era una revolución únicamente siria, sino que era una revolución de toda la clase obrera mundial. Si la revolución quedaba aislada, por más que llegáramos a Damasco, el imperialismo concentraría todas sus fuerzas y la perdíamos en 24 horas.
Por eso era necesario que esa dirección revolucionaria sea internacional. Ese es el combate que dio el compañero. Un dirigente de un núcleo revolucionario que peleaba por devolverle a la clase obrera mundial la dirección que se merece para triunfar.
Y, como esto, en el grupo tuvimos una tarea primordial, que era derrotar y romper ese cerco infame de silencio y calumnias que había impuesto la izquierda reformista a nivel mundial.
Porque la izquierda no es que sólo con sus corresponsales no fueron a cubrir la revolución, sino que estuvieron del lado de Al Assad o se pintaron de “neutrales” e impusieron un cerco ignominioso para aislar a la revolución siria y de todo el Magreb y Medio Oriente. Impusieron un cerco de silencio sobre los muertos, sobre la masacre, el genocidio.
Nosotros hicimos todo lo contrario. Luchamos por romper ese cerco y por seguir la tradición del trotskismo de, por ejemplo, la revolución española en los ’30, que era organizar también brigadas de apoyo a la revolución siria, a los refugiados. Peleamos en cada sindicato para que se hagan colectas de apoyo a los refugiados sirios. Una moción que fue dejada de lado por todas las burocracias y también por la izquierda reformista.
Como parte de esa pelea, desde Siria se me votó que fuera a Túnez a conocer compañeros para romper el cerco. Como parte de esa pelea, Abu al Baraa salió hacia Turquía intentando llegar a Grecia siguiendo la ruta de los refugiados e ir América Latina a contar la verdad, contra todo ese cerco de la izquierda, llevando el testimonio vivo de lo que estaba viviendo la clase obrera siria.
Pero, como les sucede a los revolucionarios, el visado le fue negado. La izquierda comenzó a fortificar su campaña islamofóbica en todo Europa. Los regímenes se cerraron, los servicios de inteligencia de Al Assad movieron todos sus contactos en todas las embajadas para negar todos los visados.
El compañero volvió a Siria, aunque la pelea de los revolucionarios, de los internacionalistas, de los trotskistas si llegó a Grecia siguiendo la ruta de los refugiados.
Incluso, Abu al Baraa llegó a conocer a los jóvenes anarquistas griegos que estaban presos por defender a los refugiados y que tomaron en sus manos la bandera de la revolución siria. Estos compañeros, que hoy siguen presos y por los que luchamos para su liberación, le escribieron un homenaje a Abu al Baraa que se encuentra publicado en el libro Siria Bajo Fuego Parte II y que también está en nuestra página web.
Luego de volver a Siria, junto con todos los compañeros revolucionarios ahí, Abu al Baraa siguió peleando por la misma batalla que había quedado inconclusa.
Ya entrado octubre del año 2016, miles de obreros que luchaban en Aleppo y los alrededores por romper el cerco que Al Assad, Putin, la Guardia iraní, el PKK con sus tropas de las YPG y con los cielos liberados por Estados Unidos, le impusieron a esa ciudad que fuera una de las grandes capitales de la revolución.
Esos miles de jóvenes, decían “no sólo no van a poder tomar Aleppo, acá nos vamos a quedar y va a ser un antes y un después, no sólo los vamos a parar acá, iniciaremos un contraofensiva y no pararemos hasta Damasco”. Y, nuestro puñado de revolucionarios peleaban por un programa para entrar y romper el cerco a Aleppo de la única manera que se podía hacer, expropiando a los capitalistas y poniendo todos los recursos para ganar esa guerra.
Fueron miles a intentar conquistar el triunfo. Fueron los generales del ESL y de Al Nusra los que actuaron nuevamente. El ESL comandó dejar los frentes, llamó a terminar la batalla contra Al Assad diciendo que “era imposible derrotarlo”. A todo aquel que quería combatir contra Al Assad, el ESL les decía que no se podía y no les daba armas, los descoordinaba o los mandaba a combatir a un lugar opuesto al frente de batalla. Dejaban grupos solos, aislados, a merced de los bombardeos de Al Assad. Grupos que se encontraban resistiendo decían “necesitamos apoyo”. La misma base del ESL le decía a sus comandantes y a sus generales que manden más municiones y armas. La respuesta era “no hay más”. Pedían comida para mantenerse y les respondían “no hay, retírense del frente” y, los que se negaban eran masacrados por Al Assad.
Y los sobrevivientes que retrocedieron encontraron, no sólo las armas que pedían, sino almacenes de comida para abastecerse por lo menos por tres meses. Esta es la burguesía del ESL que estaba preparando entregar las ciudades y asociarse a Al Assad.
Inclusive muchos ya se veían cambiándose el uniforme. Se sacaban el uniforme que tenía la bandera de la revolución y se ponían la de Al Assad y entregaban Aleppo abiertamente.
Esos compañeros que denunciaban eso llamaban a Abu al Baraa y le decían “lo que nos advertías era verdad, tenías razón, es lo que está pasando ahora”.
Unos meses antes, en la misma batalla, el compañero Mustafa Abu Jumaa, que también era parte de esta pelea, caía en Aleppo bajo las balas de Al Assad como parte de la entrega del ESL. Desde Idlib venía Jabat Al Nusra diciendo que eran “más combativos que el ESL”, se pusieron adelante, tiraron dos bombazos y se fueron, se retiraron y se llevaron todas las armas diciendo que “no es posible romper el cerco a Aleppo” refugiándose en Idlib escondiendo las armas para todos los que querían pelear.
Así, miles de obreros y jóvenes fueron masacrados por Al Assad. Y Abu al Baraa en esa pelea por romper el cerco a Aleppo cayó por tres tiros de un francotirador ruso.
Un revolucionario que peleó hasta el último respiro, estando siempre donde había que estar, luchando contra el fascismo y contra todas las direcciones traidoras.
Pero su pelea, no murió. Su pelea se multiplicó. Porque, como producto de esa pelea se fundó el periódico “La Verdad de los Oprimidos que hoy circula en todas las trincheras de la resistencia siria y de todo el Magreb y Medio Oriente” y se traduce en tres idiomas para todo el mundo, es la herramienta para romper el cerco a Siria y a todas las revoluciones en Medio Oriente.
Porque la pelea de Abu al Baraa dejó enormes lecciones que hoy son necesarias para triunfar en todos los procesos que se están abriendo en Líbano, en Irán, en Irak, como también los que protagoniza la clase obrera mundial, como en Bielorrusia contra el gobierno amigo del asesino Putin.
Esta es la pelea del camarada Abu al Baraa que sigue en pie y está más presente que nunca.
Voy a terminar mi saludo con: ¡¡¡Compañero Abu al Baraa, hasta el socialismo siempre!!!
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