Junio de 2004
A continuación, reproducimos un capítulo de la polémica de nuestra corriente a la entonces Tendencia Cuartainternacionalista (TCI), integrada por el POR Masas de Argentina, y la Fracción Trotskista de Brasil. Publicado en el Boletín de Informaciones Obreras Internacionales (BIOI) N°2 en junio de 2004.
A propósito de la política militar del proletariado y la insurrección.
CAPITULO VI: SOBRE LA POLÍTICA MILITAR DEL PROLETARIADO Y LA INSURRECCIÓN
Creemos camaradas que vuestro documento confirma que es aquí, alrededor de la política militar del proletariado -es decir, el programa para dividir y destruir a las fuerzas armadas, y en particular, a la policía- es donde se concentra el nudo de las diferencias. A nuestro entender, no se trata de diferencias menores, puesto que, tal como lo planteamos ya en nuestra carta del 24/12, hacen, nada más ni nada menos, que a cómo preparar la insurrección como arte, para quebrar y destruir el aparato del estado burgués, en particular sus fuerzas armadas.
Ustedes, afirman en vuestro documento que la lucha es "por destruir a las fuerzas armadas y policiales" y que comparten "las lecciones de toda revolución que muestran que en las mismas un sector se vuelca del lado de los insurrectos, otro sector se anula y se mantiene al margen y existe un amplio sector que combate a muerte a la revolución, su dirección y sus militantes". Hasta aquí, tenemos acuerdo.
Luego, dicen que “Este hecho objetivo, sin embargo, debe implicar por parte de los revolucionarios un trabajo subjetivo, preparatorio y que no puede estar limitado al período de la insurrección” (negritas nuestras). Nuevamente, esto es correcto, y coincidimos.
Pero a partir de allí, a nuestro entender, comienza el desbarranque y la confusión, porque vuestro documento continúa diciendo “¿Por qué alguien podría aceptar hacer un llamamiento a policías, soldados y suboficiales en una situación insurreccional pero no acepta que en una marcha o una huelga (además de las necesarias medidas de auto- defensa) se llame a desobedecer a los superiores y no reprimir la manifestación? En Argentina en algunas marchas, hemos visto y hemos sido parte de aquellos que armados con gomeras y bombas molotov cantábamos “Policía, que amargado se te ve, no te pagan una mierda y encima nos reprimís”. Nosotros creemos que, más allá de alguna precisión, esta política es esencialmente correcta. Seguramente en una situación que aún no es revolucionaria tendrá pocos resultados inmediatos pero forma parte de las tareas preparatorias”. Camaradas, que nosotros sepamos, esa consigna tan coreada, es un ataque de los manifestantes contra la policía, expresando su odio y su deseo de destruirla, y en absoluto una consigna que exprese un llamamiento a que ésta se sindicalice, como ustedes plantean.
Dicen luego en vuestro documento: "Lenin jerarquizó esta tarea de trabajo en las fuerzas represivas al incorporarla entre las 21 condiciones para pertenecer a la III Internacional. La fundación de la IV Internacional reivindica también los 21 puntos entre los cuales se plantea el trabajo abierto y clandestino sobre las organizaciones militares".
Más adelante, ustedes insisten, camaradas, en la necesidad de luchar por la sindicalización de la policía, poniendo como ejemplos el "publicitado" caso del “policía pique tero”. Es te suboficial de ideología nacionalista burguesa planteaba entre sus principales puntos (recolectando varios cientos de firmas entre los policías) la puesta en pie de un sindicato, reclamando mejoras salariales y de condiciones de trabajo y manifestando su negativa de reprimir al pueblo. En el mismo sentido, existe en Santa Fe APROPOL, cuya columna es tuvo presente en la última gran movilización de empleados estatales por los 200$ de aumento".
Ponen también como un caso central el de Brasil, "donde las huelgas policiales han tenido un alcance nacional, obligando a profundizar la lucha de clases al interior de las instituciones", y plantean que allí es imperioso "hacer un trabajo de agitación y propaganda dirigido a los policías militares (soldados, cabos y sargentos), en el sentido de transformar sus asociaciones en sindicatos, como ya lo hicieran los policías civiles y federa les” (negritas nuestras).
Y rematan planteando que “la destrucción del Ejército y la construcción de milicias obreras y campesinas pasa también por poner en pie células en las fuerzas armadas (ejército, marina, fuerza aérea) y de seguridad (policías -militares y civiles- y guardias municipales)”.
Precisemos entonces con claridad, cuáles son las diferencias existentes sobre esta cuestión:
* Para ustedes, los policías son trabajadores del estado. Para nosotros, son parte de una superestructura cotidiana de control, y no sólo de represión de los trabajadores y el pueblo en sus luchas, sino todos los días, a la que es necesario disolver y desmantelar, como así también a todos los servicios de inteligencia como la SIDE en Argentina, la CIA, el FBI, el MI-5, sobre lo que ustedes guardan silencio.
* Para ustedes, la clave del trabajo preparatorio de la insurrección, es la lucha por sindicalizar a la policía. Para nosotros, la clave del trabajo preparatorio es disolver y desarmar a la policía, que sean las milicias obreras y los comités de autodefensa los que garanticen la seguridad, y poner en pie en cada lucha, en cada huelga, los piquetes de autodefensa, embriones de la milicia obrera.
* Vuestra posición es que la clave de la preparación de la insurrección como arte, es el trabajo conspirativo del partido revolucionario en las instituciones armadas del estado burgués. Para nosotros, la clave de la preparación de la insurrección como arte pasa, en primer lugar, porque no se pare el embate revolucionario de las masas, por poner en pie los soviets y las milicias obreras, y disolver y desamar a la policía, única posibilidad de ganarse a la base del ejército. Y para ello, el partido revolucionario deberá haber derrotado a las direcciones traidoras que son las que intentan controlar y estrangular el embate de las masas para que no avancen en estas tareas y hacia la insurrección. Sin estas condiciones previas, la clase obrera y los explotados -dirigidos por el partido revolucionario que tiene la obligación de realizar un trabajo preparatorio sobre la base del ejército- no podrá ganarse a los soldados para que destituyan a sus oficiales, pongan en pie sus comités de soldados y manden sus delegados a los soviets para preparar la toma del poder.
¿"Sindicalización de la policía",
o disolución de todas las policías?
Bien, camaradas, trataremos de aquí en delante de desarrollar y clarificar, blanco sobre negro, cuáles son las dos posiciones que están en debate en relación a cómo luchar por el armamento del proletariado en los períodos preparatorios.
Es evidente, camaradas, que lo más profundo de nuestras diferencias se centra en relación a la política frente a la policía.
Es claro que levantamos dos posiciones antagónicas: para ustedes, la lucha es por sindicalizar a la policía y apoyar sus huelgas, "huelgas" que siempre, aunque sean por aumento de salarios, son por más armas y por mejores condiciones para mejor reprimir a la clase obrera y a los explotados, no solamente en sus huelgas y luchas, sino todos los días. Para nosotros, por el contrario, la lucha es por la disolución y desarme de todas las policías, y que sean las organizaciones obreras y milicias obreras las que garanticen la seguridad de los trabajadores y los explotados, todos los días, y por supuesto, también en sus luchas.
Para nosotros, vuestra posición frente a la policía, es una revisión de la posición del marxismo revolucionario. Ni el Programa de Transición, ni ningún texto del marxismo revolucionario del siglo XIX y del siglo XX -ni de Marx, ni de Engels, ni de Lenin, ni de Trotsky- plantea que los revolucionarios, en los momentos preparatorios, debemos luchar por la "sindicalización" de la policía.
En esta cuestión, camaradas, ustedes están por detrás del programa inclusive de la revolución burguesa, cuya consigna era "Un ciudadano, un arma", y que fuera también la consigna de Lenin en la heroica revolución rusa de 1905 -"cada hombre un fusil"- como veremos más adelante. ¿Se imaginan a Robespierre o a Cromwell levantando la lucha por derechos civiles y ciudadanos para los villanos de los ejércitos de los príncipes?!!! ¡Por favor, camaradas! Es claro que vuestra consigna de "sindicalización de la policía" ni siquiera puede ser un programa democrático burgués para la policía que, en determinadas circunstancias, pueda jugar algún rol revolucionario.
Esto es así por la sencilla razón de que, en los períodos preparatorios, la existencia misma de la policía del estado burgués es irreconciliable en el espacio y en el tiempo, con el piquete de huelga, embrión de la milicia obrera: la policía está para apoyar a los carneros y romperles la cabeza a los huelguistas. El piquete de huelga está para romperles la cabeza a los carneros y derrotar físicamente a la policía. La única "sindicalización" -o "sovietización", cuestión de la que ustedes no hablan- posible de la policía, es que entregue su arma, su uniforme, su placa, al sindicato o al soviet, y que se subordine a él, es decir, que deje de ser policía. Es decir, la disolución y desarme de todas las policías, y que sean los sindicatos y las organizaciones obreras, con sus milicias obreras armadas, las que tomen en sus manos la tarea de garantizar la seguridad y la vida de los obreros y los explotados.
Ustedes basan su política frente a la policía, en la afirmación de que como tanto las fuerzas armadas como la policía son fuerzas represivas del estado burgués, y sería el "proletariado el que nutre las bases de toda fuerza represiva", hay que tener la misma política frente a ambas instituciones.
Creemos que cometen un grave error, camaradas, al igualar a la policía con el ejército. En este caso se trata de no negar las leyes de la lógica formal, como es la de definir por género próximo y diferencia específica. Aunque la policía y el ejército tienen en común -género próximo- que son instituciones represivas del estado burgués, se diferencian en sus funciones específicas.
La policía tiene como función reprimir a la clase obrera todos los días; sus miembros tienen el oficio cotidiano, permanente e institucional de reprimir a los trabajadores y al pueblo. El ejército tiene como función “cuidar las fronteras”, “defender la nación” ante ataques externos y solo en casos excepcionales, en momentos de crisis y de revolución, cuando la policía y las fuerzas de seguridad son rebasadas, dar golpes bonapartistas, korniloviadas, y en esos momentos, reprimir directamente a los trabajadores y el pueblo. Es esta función específica diferente la que hace que el ejército reclute -con el servicio militar obligatorio, o con levas en algunos países- jóvenes hijos de obreros y de campesinos pobres. Y cuando hay guerra, recluta también reservistas -es decir, a millones de trabajadores- lo que explica en gran parte, dicho sea al pasar, el por qué la guerra suele ser partera de revoluciones.
Pero inclusive allí donde hay regímenes y gobiernos bonapartistas, o dictaduras militares en los que son las fuerzas armadas las encargadas de reprimir y mantener la seguridad todos los días, apenas empiezan ascensos revolucionarios de masas contra los mismos, éstos ponen a la orden del día la lucha por ganarse a la base del ejército, a los soldados, es decir, por la división del mismo y la destrucción de su casta de oficiales. Es por esa razón que, ante situaciones como esas, la burguesía inmediatamente comienza a poner en pie mediaciones, desvíos electorales, etc., porque es bien consciente de que una caída de esas dictaduras a manos de las masas terminaría quebrando y destruyendo a las fuerzas armadas, pilar del estado burgués.
Esta diferencia específica es la que determina también las diferencias en la conciencia de la base de ambas instituciones. La base del ejército es reclutada por un corto periodo de tiempo por servicio militar o por levas obligatorias entre los hijos de la clase obrera y campesinos, es decir, que no tienen como oficio permanente, cotidiano e “institucional”, el de reprimir al pueblo. Por ello, esos jóvenes hijos de obreros y de campesinos, en la base del ejército, reflejan a la clase de la que provienen y con la que no rompen porque están en la institución por obligación y por un período de tiempo determinado. Por ello para Trotsky no pierden su carácter de clase, son “obreros bajo armas”. Y por lo mismo la política para ellos es luchar porque recuperen sus derechos políticos conculcados por la casta burguesa de la institución.
Por el contrario, la base de la policía, que tiene como oficio cotidiano, permanente, reprimir a los trabajadores y al pueblo, desde el momento mismo en que es reclutada -cuestión que hace voluntariamente-, es consciente de que ese es su rol específico, de que esa será su tarea todos los días. Por ello, como veremos más adelante, tal como decía Trotsky, un obrero que se hace policía deja inmediatamente de ser obrero y se transforma en un policía burgués, es decir, rompe total y absolutamente con su clase y se pasa a la clase enemiga.
Trotsky, apenas comenzada la situación pre-revolucionaria en Francia en 1934 (es decir, en un momento preparatorio, donde aún no estaba planteada la organización de la insurrección y la toma del poder por el proletariado), marcaba claramente en el programa de la Liga Comunista, esta diferenciación entre el ejército y la policía, y por lo mismo, en la política del proletariado frente a ambas instituciones.
Así planteaba Trotsky: “10. Disolución de la policía, derechos políticos para los soldados. “El gobierno arrebata centenares de millones de francos a los pobres, a los explotados, a gente de todas las condiciones para desarrollar y armar a su policía, sus guardias móviles y su ejército; en otras palabras, no sólo para desarrollar la guerra civil, sino también para preparar la guerra imperialista. Los jóvenes obreros movilizados por centenares de miles en las fuerzas armadas de tierra y mar están desprovisto de todos sus derechos.
Exigimos la destitución de los oficiales y suboficiales reaccionarios y fascistas, instrumentos del golpe de estado. Por otra parte, los obreros bajo las armas deberán conservar todos sus derechos políticos y estarán representados por comités de soldados, elegidos en asambleas especiales. De esta manera se conservarán en contacto con la gran masa de los trabajadores, y unirán sus fuerzas con las del pueblo, organizado y armado contra la reacción y el fascismo.
Todas las policías, ejecutoras de la voluntad del capitalismo, del estado burgués y de sus pandillas de políticos corruptos deben ser disueltas. Ejecución de las tareas policiales por las milicias obreras. Abolición de los tribunales de clase, elección de todos los jueces, extensión del juicio por jurado a todos los crímenes y delitos menores: el pueblo se hará justicia a sí mismo” (Un programa de acción para Francia, junio de 1934, negritas nuestras).
Es clarísima la posición de Trotsky: comités y derechos políticos para los soldados, es decir, "los obreros bajo armas". Y, contrariamente, disolución de todas las policías, que son "ejecutoras de la voluntad del capitalismo, del estado burgués y de sus pandillas de políticos corruptos".
Por ello, la tarea clave en los períodos preparatorios, es la lucha por poner en pie las milicias obreras, disolviendo a la policía, que tomen en sus manos la seguridad, es decir, que ejecuten las tareas policiales -como dice Trotsky- todos los días.
Porque la policía no sólo reprime a la clase obrera y los explotados en sus luchas y huelgas, sino que ese es su oficio todos los días, persiguiendo, acosando, apaleando y encarcelando a los hijos de los obreros cuando van a tomar una cerveza o a bailar, etc. La policía, ejecutora de las órdenes de los jueces, es la que llena las cárceles con un 90% de hijos de la clase obrera y de los explotados. Relean camaradas los que plantea Trotsky: "ejecución de las tareas policiales por las milicias obreras" y ligado íntimamente a ello, la de "ABOLICIÓN DE LOS TRIBUNALES DE CLASE, ELECCIÓN DE TODOS LOS JUECES, EXTENSIÓN DEL JUICIO POR JURADO A TODOS LOS CRÍMENES Y DELITOS MENORES: EL PUEBLO SE HARÁ JUSTICIA A SÍ MISMO".
No entendemos, camaradas: ¿cómo actúa un policía "sindicalizado" ante la orden de un juez de que tiene que detener a un trabajador, o a su hijo? Indudablemente, "sindicalizado" o no, cumple esa orden, porque ese es su oficio, su trabajo, y si no lo hace, lo echan, es decir, deja de ser policía.
¿Cómo se liga vuestra consigna de sindicalización de la policía con su relación con la casta de jueces, de los que todos los días en su trabajo cumplen órdenes? ¿O acaso plantean ustedes "sindicalización" también de la casta de jueces?!!
Partiendo de esto, nuestra tesis -y, a nuestro entender, la del marxismo revolucionario- es que no se puede quebrar al ejército, ganar a su base y destruir a la casta de oficiales, si la clase obrera primero no salda cuentas con los guardianes y perros de presa del capital que la reprime todos los días. Esto sólo se logra poniendo en pie las milicias obreras, enfrentando físicamente a la policía, quemándole las comisarías, derrotándola en las calles y desarmándola, es decir, disolviéndola. El grito de las masas hacia la policía de "que amargado se te ve, no te pagan una mierda y encima nos reprimís", como ya hemos dicho, expresa el deseo de avanzar en destruir a la policía, y no un llamado a que se sindicalice, ni a haga huelgas (que siempre son para pedir mejores armas, mejores pertrechos y mejores salarios para reventar al pueblo)!
La lucha de los trabajadores estatales enfrenta al estado burgués.
Las huelgas policiales por más salario fortalecen al estado burgués
Creemos, compañeros, que en éste punto revisan el materialismo histórico, deslizándose al idealismo. Por lo antedicho, no se puede, en nombre del marxismo, decir que los policías son “trabajadores estatales” y que por ello es correcto luchar por su sindicalización. No son "trabajadores" sino que son las bandas de hombres armados por el capital para defender su propiedad, sus ganancias, su dominio, para reprimir a la clase obrera, para evitar que ésta luche contra el capitalismo, su gobierno, agentes y estado. Su función social es sostener todos los días, cotidianamente, el “garrote” para la explotación de la clase obrera. Por ello no pueden ser considerados parte de la clase sino enemigos objetivos y subjetivos de la clase. No pueden, camaradas, en nombre del marxismo confundir conceptos elementales como son, para el marxismo, los de estructura y superestructura. La policía está en la superestructura: es una institución burguesa, como la casta de oficiales del ejército, como la casta de jueces. Por ello, y como anticipamos más arriba, para Trotsky, el obrero que se hace policía pierde su carácter de clase ni bien es parte de esta institución burguesa: “El hecho de que los agentes de policía hayan sido reclutados en gran parte entre los obreros socialdemócratas no significa nada. También en éste caso la existencia determina la conciencia. El obrero que se transforma en policía al servicio del Estado capitalista es un policía burgués y no un obrero. Durante es tos últimos años, es tos po licías han lu - chado mucho más contra los obreros re - volucionarios que contra los estudiantes na cio nal-so cia lis tas. Es ta es cue la no pa - sa sin dejar ras tros. Pero lo más importante es que cada policía sabe que aunque los gobiernos cambien, la policía permanece” (L. Trotsky. La socialdemo- cracia. Negritas nuestras).
La tarea para la que la burguesía les paga a sus perros de presa de la policía, es para todos los días apalear obreros. Es decir, su producción se mide por las cabezas de obreros rotas que produce en las luchas y también fuera de ellas, todos los días. ¡Muy distinto a los obreros enfermos atendidos por los empleados de la Salud, los alumnos que tienen los maestros o los expedientes que ordenan los trabajadores judiciales!
Por ello, no se puede decir a la ligera, sin romper con el marxismo, que hay que luchar por sindicalizar a los policías o apoyar sus huelgas. Porque mientras que los sindicatos de servicios o producción son organizaciones de la clase obrera que enfrentan objetivamente al capitalismo luchando por mejoras salariales, los sindicatos de policía que piden mejoras salariales o de condiciones de trabajo, son organizaciones corporativas de una casta burguesa, cuya función cotidiana, repetimos, es reprimir a los trabajadores y al pueblo. No es una casualidad que en momentos en que la clase obrera comienza un ascenso lo primero que generalmente hacen los gobiernos es aumentar el sueldo a la policía. Y tampoco es casualidad que la policía se amotine cuando hay ascenso obrero de manera de conseguir mejores condiciones laborales, es decir, más armas, más pertrechos y mejores sueldos para mejor y más eficazmente reprimir al pueblo. Y esto es la esencia de la cuestión, por más que se lo pretenda esconder por la forma similar que puede llegar a tener un motín policial con una huelga fabril, o un “sindicato” policial con un sindicato obrero. Porque el oficio del policía es y será reprimir. Camaradas, la política revolucionaria no se puede hacer sin ir a la esencia de las cuestiones.
Inclusive, muchas veces, los perros guardianes del capital, en demanda de mejores salarios y mejores condiciones para reprimir al pueblo, llegan a enfrentarse a los tiros entre ellos, como lo vimos en febrero de 2003 en Bolivia entre la policía que no quería que le recorten el salario, y el ejército. Pero una vez que el estado les aumentó el sueldo a los policías, los vimos después, en octubre de 2003, codo a codo con la casta de oficiales del ejército masacrando a los obreros y campesinos revolucionarios. Inclusive oficiales del ejército, junto a la policía, son los que asesinaron a más de 15 soldados conscriptos -hijos de obreros y campesinos- que se negaban a reprimir a sus hermanos de clase.
Por ello, ante esos enfrentamientos a tiros entre los perros de presa del capital, la política de los revolucionarios no puede ser otra de dejar que se maten y se masacren entre ellos, y de llamar a poner en pie las milicias obreras para disolver y desarmar a la policía, y para que esas milicias las que garanticen la seguridad de las amplias masas explotadas.
Cuando ustedes, en vuestro documento de crítica, plantean la política de llamar a la policía a organizarse en sindicatos, a insubordinarse, a no reprimir, etc., dicen que ese llamamiento iría dirigido a la base y los suboficiales de la policía (soldados, cabos y sargentos es el ejemplo que ustedes ponen en relación a la policía militar de Brasil) y reafirman que “... el pliego nacional de reivindicaciones que propagandiza nuestra sección argentina se dirige a la tropa y suboficialidad, sin mencionar a los oficia les”. Sin embargo, en un volante de abril de 2004 del POR Masas de Argentina, trabajado en ocasión de las marchas reaccionarias por “más seguridad” convocadas por Blumberg, se dice con total claridad: “Los agentes, suboficiales y cuadros de las instituciones armadas que repudian esta mafia deben organizarse junto al pueblo, insubordinándose de sus mandos, ejerciendo sus derechos sindicales y políticos” (negritas nuestras). Camaradas, los cuadros de las “instituciones armadas” -distintos a los “agentes” y los “suboficiales”- son los oficiales. Es decir que, al menos en el caso del POR Masas de Argentina, a nuestro entender, su política de sindicalización de la policía - que ya de por sí es una completa revisión del marxismo revolucionario- está dirigida no sólo a la “base” de la policía, sino también a los oficiales. Claramente, camaradas, no han terminado ustedes en esta cuestión de romper con el lorismo, como veremos más adelante.
Una revisión completa de la política del trotskismo
para enfrentar al fascismo
Camaradas, lamentablemente, vuestra política de "sindicalización de la policía", "apoyo a sus huelgas", de llamados a "no reprimir al pueblo", no es nada nuevo: es, ni más ni menos, que un remedo de la política de la socialdemocracia en Alemania en los ‘30, que terminara con el triunfo del fascismo y con un baño de sangre contra el proletariado alemán.
Así, decía Trotsky: “El hecho de que los agentes de policía hayan sido reclutados en gran parte entre los obreros socialdemócratas no significa nada (...) Ante el choque que se avecina entre el proletariado y la pequeñoburguesía fascista, que juntos constituyen la mayoría aplastante de la nación alemana, los marxistas de Vorwaerts piden auxilio al sereno. "¡Estado, intervenga! Esto significa: "Bruning, no nos obligues a defendernos por medio de las organizaciones obreras, porque esto pondría en pie a todo el proletariado, y entonces el movimiento pasaría por encima de los cráneos calvos de la dirección del partido: empezando como antifascista, el movimiento terminaría como comunista” (La lucha contra el fascismo en Alemania).
Es decir, como bien plantea Trotsky, era la posición de la socialdemocracia la de llamar a que fuera la policía - muchos de cuyos agentes habían sido reclutados de entre los obreros socialdemócratas- la que interviniera contra los fascistas y los enfrentara, para impedir que surgieran las milicias obreras.
Compañeros, vuestra posición frente a la policía, los lleva por el mismo camino que la socialdemocracia en los '30. Porque liquida la política que levantaban los bolcheviques-leninistas -contra la política de la socialdemocracia, y también la del stalinismo del "tercer período" de caracterizar a la socialdemocracia
Rusia, 1905: se iniciaba la revolución como "socialfascismo"- que era la táctica del frente único obrero para enfrentar al fascismo, es decir, la conformación de milicias obreras comunes de los partidos y sindicatos socialdemócratas y comunistas, para defender a todas las organizaciones obreras y aplastar a las bandas fascistas.
Vuestra posición, por el contrario, los habría llevado a plantear que la clave era “sindicalizar a la policía” para que ésta, que enfrentara a los fascistas, ¡cuándo la policía precisamente era la que hacía la vista bien gorda y dejaba correr los ataques fascistas contra las organizaciones obreras! Es decir, nada más ni nada menos que una variante de la posición de la socialdemocracia.
Porque las bandas fascistas no se las enfrenta llamando a la policía a que se sindicalice, a que no reprima al pueblo sino a los fascistas: se las enfrenta con la política de frente único obrero y con la puesta en pie de milicias obreras para aplastar a los fascistas. Y no tengan la más mínima duda, camaradas, que en cuanto la clase obrera ponga en pie el frente único obrero y constituya sus comités de autodefensa y sus milicias y empiece a liquidar a los fascistas, la policía se mostrará abiertamente de lado de éstos últimos, defendiéndolos y atacando a los obreros armados!
Por eso, la lucha de los bolcheviques- leninistas en los '30 por el frente único obrero y por las milicias obreras contra el fascismo, era también un combate por disolver y desarmar a la policía, como habían hecho ya los obreros alemanes en 1918, en su gloriosa revolución de los consejos obreros, donde se armaron asaltando las comisarías y desarmando a la policía.
A nuestro entender, camaradas, la posición que ustedes levantan es no haber comprendido ni haber sacado lecciones de la historia de las revoluciones y de la lucha de clases. Es no haber comprendido que la contrarrevolución que aplastó a la revolución alemana de 1918, fue organizada por la soldadesca del socialdemócrata Noske que fue el que reconstituyó a la policía que había sido desarmada y destruida por los obreros. Con el discurso de que la seguridad no podía quedar en manos de los consejos obreros y de que esa policía reconstituida no iba a reprimir al pueblo, la volvió a poner en pie como fuerza de choque, asesinó a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, y terminó aplastando la revolución.
La utopía del "compañero policía", de la
policía "sindicalizada" y "democrática"
La diferencia entre la política que llevan adelante ustedes, camaradas, y la de Trotsky es clara: ustedes dicen que la consigna de "disolución de la policía"1 es un "planteo abstracto", y de lo que se trata es de llamar al "compañero policía" a que no reprima; a pelear por su sindicalización, a apoyarlo cuando hacen huelga por más salarios y más armas para matar al pueblo, eso sí, siempre pidiéndole que no usen esas armas para reprimir al pueblo. ¡Esto sí que es una verdadera utopía!
El ejemplo de ello es, precisamente, la policía de Santa Fe, organizada en su "sindicato" que pide mejores salarios y condiciones de trabajo -lo repetimos una vez más: más armas y más plata para reprimir al pueblo. Y cuando los trabajadores y el pueblo de Santa Fe se levantan, exigiendo soluciones y respuestas a los miles de trabajadores y explotados que perdieron todo con las inundaciones... ¡ahí va la policía "sindicalizada" y "democrática", de Santa Fe a cumplir su función, rompiéndoles la cabeza! ¿Nos pueden decir, camaradas, qué comisaría del sindicato policial del CTA se negó entonces a reprimir al pueblo; qué destacamentos policiales sindicalizados se interpusieron entre los perros de presa y los inundados para que éstos últimos no fueran apaleados? ¿Nos pueden decir que resolución tomó al respecto el sindicato de policías de Santa Fe y la CTA al que están afiliados?
Pero es más, camaradas: si la política proletaria no es disolver -es decir, desarmar- a la policía, sino que ésta se sindicalice, apoyar sus reclamos salariales y de condiciones de trabajo para que continúe cumpliendo su rol de garantizar el orden, no tendría ningún sentido luchar por poner en pie las milicias obreras. Porque Trotsky, lo que plantea con claridad, es que sean las milicias obreras las que garanticen la seguridad y el orden, y no la policía "ejecutora de la voluntad del capitalismo, del estado burgués y de sus pandillas de políticos corruptos". Es decir, se trata -aún en los momentos preparatorios- de luchar por desarmar y disolver a todas las policías, y de que sean los sindicatos, las organizaciones obreras y sus milicias armadas, las que ejecuten las tareas policiales, las que garanticen la seguridad en los barrios obreros. También, aún en los momentos preparatorios, se trata de luchar por poner en pie, en cada combate cotidiano de la clase obrera, los piquetes de huelga, los embriones de la milicia obrera, absolutamente irreconciliables e incompatibles con la existencia de la policía.
Para ustedes, por el contrario, las tareas de mantener la seguridad y el orden debe seguir haciéndolas la policía, pero eso sí... sindicalizada, y no las milicias obreras. ¡Esa, precisamente compañeros, es la política de D'Elía y de su policía "piquetero", la del CTA: policías "sindicalizados"... de Kirchner, de la burguesía, del estado burgués, con muy buenos salarios y muchas armas, bien pertrechados y preparados para reprimir, encarcelar, asesinar a los trabajadores y a los explotados!
De la misma manera, Trotsky plantea la abolición de los tribunales de clase -es decir, la destrucción de la casta de jueces, una casta completamente burguesa, al igual que la casta de oficiales y la policía- y que el pueblo "se haga justicia a sí mismo". Con vuestra lógica, camaradas, habría que plantear...¡sindicalización de los jueces??!!!
¿Y cuál es vuestra política entonces frente a la SIDE y los servicios de inteligencia, que son parte de las policías del Estado burgués, entre los que también hay "agentes, suboficiales y cuadros", que no tienen uniforme pero también cobran un salario del Estado, que están para espiar e infiltrar a las organizaciones obreras y a los partidos revolucionarios? Deberían ser consecuentes, camaradas, y plantear también la lucha por la sindicalización de los espías de la SIDE y demás servicios de inteligencia, que según ustedes, también serían “trabajadores estatales”!!!!! ¿Es que la clase obrera norteamericana entonces debe luchar por la sindicalización de los agentes del FBI y de la CIA, que también son empleados del Estado?
Seguramente, camaradas, nos van a decir que no, que los servicios de inteligencia tienen una función específica distinta y que ustedes no luchan por su sindicalización. Pero eso es justamente lo que nosotros decimos: que hay un política distinta frente a policía -a todas las policías- porque tienen una diferencia específica en relación a las fuerzas armadas.
Tampoco se sostiene el argumento de que la policía que, como en el caso de la de Santa Fe, levanta la "lucha contra la corrupción", es progresiva, porque esta es una posición de una facción burguesa como la de la Carrió y a lo más que puede llevar es a lavarle la cara la institución para que sea más creíble...y por lo tanto, para que reprima mejor y con más "legitimidad". Es más, la "denuncia contra la corrupción policial", es parte de la política de la burguesía para disciplinar a sus perros de presa que, a veces le muerden la mano para quedarse con alguna tajada mayor de los jugosos negocios que todos hacen con el narcotráfico, el contrabando, los secuestros, etc.
Camaradas, nosotros, siguiendo las enseñanzas de Trotsky, jamás consideraremos a los policías (ni a los de uniforme, ni a los de civil en todas sus variantes) como “trabajadores estatales” -aunque la burguesía les pague un salario a sus perros de presa. Nosotros afirmamos que todo policía que diga "apoyar a los obreros", y que vaya a una organización obrera, tiene que dejar en dicha organización su arma, su uniforme, todos sus pertrechos, y declarar públicamente que hay que destruir y disolver a la policía, y armar a los obreros y a los explotados. De lo contrario, no se podrá más que considerarlo, un buchón, es decir, un policía infiltrado en una organización obrera.
Por lo tanto, no consideramos a los “sindicatos” de policías allí donde los hay, como “organizaciones obreras”, sino como organizaciones corporativas de una casta burguesa “ejecutora de la voluntad del capitalismo, del estado burgués y de sus pandillas de políticos corruptos”. Estamos, por lo tanto, en contra de que semejantes organizaciones de asesinos a sueldo del estado burgués formen parte, por ejemplo, de las centrales sindicales, estamos en contra de que marchen con los trabajadores en sus movilizaciones, estamos absolutamente en contra de “apoyar sus reclamos” cuando, por momentos, estos perros de presa de la patronal y del estado, intentan morder la mano del amo para conseguir que éste les de una tajada más grande de comida.
Y hablando del "verde árbol de la vida", ustedes, en la vida misma, destruyen lo realizado por la clase obrera en sus levantamientos y semiinsurrecciones espontáneas, como fuera el Cordobazo, una de las gestas históricas del proletariado argentino. El Cordobazo se impuso cuando derrotó a la policía, CUANDO A FIERRAZOS, BULONAZOS Y A TIROS, COLOCÓ A LA POLICÍA EN FRANCA HUIDA Y EN DESBANDADA. Cuestión que obligó a la burguesía a mandar al ejército, a cuyas bases, es decir, soldados rasos, sí iban las mujeres de los obreros a rodearlos, a confraternizar con ellos, a decirles que no repriman a sus maridos e hijos.
Lamentablemente, por crisis de dirección revolucionaria, esa semiinsurrección no se transformó en insurrección, lo que habría llevado a la clase obrera a tomarse todas las comisarías de la policía en desbandada, a armarse y poner en pie sus milicias obreras, y pelear por ganarse a la base del ejército. Esto no sucedió, no se desarrolló hasta el final. Pero el Cordobazo marcó las tendencias de toda revolución en el siglo XIX y XX.
Sobre el trabajo preparatorio que
debemos realizar los revolucionarios
Ustedes centran vuestra crítica alrededor de cuál debe ser el trabajo preparatorio que deben realizar los revolucionarios en situaciones en las que no está planteada aún la preparación directa de la insurrección.
Para ustedes, dicho trabajo preparatorio se concentra esencialmente en el trabajo de poner en pie células en las Fuerzas Armadas (con lo que, como veremos más adelante, tenemos acuerdo), y en sindicalizar a la policía y apoyar sus huelgas, llamándola a no reprimir a los trabajadores y el pueblo, con lo que, como ya hemos desarrollado, no tenemos ningún acuerdo.
Para nosotros, por el contrario, el trabajo preparatorio que debemos hacer los revolucionarios, es el que está concentrado en el Programa de Transición, cuando dice: “La exacerbación de la lucha del proletariado significa la exacerbación de los métodos de resistencia por parte del capital. Las nuevas olas de huelgas con ocupación de fábricas pueden provocar y provocarán infaliblemente enérgicas medidas de reacción por parte de la burguesía. El trabajo prepara torio se conduce desde ahora en los estados mayores de los trusts. ¡Desgraciadas las organizaciones revolucionarias, desgraciado el proletariado si se deja tomar nuevamente de improviso!”
El trabajo preparatorio que deben realizar los revolucionarios se concentra entonces en la lucha por poner en pie piquetes de huelga, que son el embrión de la milicia obrera que es la que puede disolver y desarmar a la policía, y que incluye también un trabajo de propaganda y agitación sobre la base del ejército.
Son las direcciones traidoras de todo pelaje las que permiten que el proletariado sea “tomado de improviso” por la burguesía, puesto que “inculcan sistemáticamente a los obreros la idea de que la sacrosanta democracia está más segura allí donde la burguesía se halla armada hasta los dientes y los obreros desarmados”, porque, de lo contrario, no podrían mantener ni 24 horas su alianza con la burguesía.
Por ello, a nuestro entender, camaradas, el trabajo preparatorio en estas condiciones, pasa en primer lugar por una denuncia y una lucha implacable por derrotar a esas direcciones, que son el principal obstáculo entre los obreros y las armas.
Este combate, en los momentos preparatorios, es una lucha contra el pacifismo del que imbuyen las direcciones traidoras al proletariado. Trotsky en "Adónde va Francia", en 1934, en una situación pre-revolucionaria, decía que proletariado fabrica las armas, las transporta, las usa en el campo de batalla, y que lo único que separa a los obreros de las armas es precisamente el accionar de las direcciones traidoras que permanentemente llevan a los obreros a políticas pacifistas.
Y como parte de ese combate, son necesarias una agitación y propaganda sistemática, ante cada huelga, cada lucha parcial, porque los obreros y los explotados pongan en pie sus destacamentos de autodefensa para enfrentar la represión del estado burgués, de su policía, de su ejército, de sus bandas paramilitares, etc. “Los pique tes de huelgas son las células fundamentales del ejército del proletariado. Por allí es necesario empezar. Es preciso inscribir esta consigna en el programa del ala revolucionaria de los sindica tos. En todas partes donde sea posible, empezando por las organizaciones juveniles, es preciso constituir prácticamente milicias de autodefensa, adiestrándolas en el manejo de las armas.
La nueva ola del movimiento de masas no sólo debe servir para aumentar el número de esas milicias, sino también para unificarlas por barrios, ciudades y regiones Es preciso dar una expresión organizada al legítimo odio de los obreros en contra de los elementos rompehuelgas, las bandas de pistoleros y de fascistas. Es preciso lanzar la consigna de la milicia obrera como única garantía seria de la inviolabilidad de las organizaciones, las reuniones y la prensa obrera.
Sólo gracias a un trabajo sistemático, constante, incansable, valiente en la agitación y en la propaganda, siempre en relación con la experiencia de la masa misma, pueden extirparse de su conciencia las tradiciones de docilidad y pasividad: educar destacamentos de heroicos combatientes, capaces de dar el ejemplo a todos los trabajadores, infligir una serie de derrotas tácticas a las bandas de la contrarrevolución, aumentar la confianza en sí mismos de los explotados, desacreditar el fascismo a los ojos de la pequeña burguesía y despejar el camino para la conquista del poder para el proletariado” (Programa de Transición).
Pero de todo esto, camaradas, en vuestro documento, ustedes no dicen una palabra. Para ustedes, la clave del trabajo preparatorio es la "sindicalización" de la policía, y con ello, el camino al armamento del proletariado estaría casi asegurado. Una verdadera utopía.
Todo esto no significa, camaradas, que, para partidos revolucionarios con influencia de masas o grandes partidos de vanguardia, como eran los Partidos Comunistas de la III Internacional de Lenin y Trotsky -no para pequeñísimos grupos o núcleos como los nuestros- no esté planteada la necesidad de “llevar adelante una propaganda y una agitación sistemática y perseverante entre las tropas” (“Condiciones de admisión de los partidos en la Internacional Comunista”), y, bajo determinadas circunstancias, poner en pie células revolucionarias en la base del ejército. Pero de lo que se trata, camaradas, es de romper con toda revisión estratégica, programática de las tareas de los revolucionarios para preparar “la insurrección como arte”. Porque es claro que la III Internacional habla de un trabajo sobre las tropas, los soldados del ejército -jóvenes obreros bajo armas-, y no sobre los oficiales ni, menos que menos, sobre la policía, como hemos planteado más arriba.
El camino al fusil del soldado pasa por el tiro disparado al oficial
con el arma arrebatada al policía. La lucha por ganarse
a la base del ejército
Si esta es, a nuestro entender, la política en los momentos preparatorios -es decir, desarme y disolución de la policía, y poner en pie las milicias obreras- también lo es al inicio de una revolución, para poder poner en pie los soviets armados. Porque cuando se inicia una revolución, o bien la clase obrera desarma y disuelve a la policía y pone en pie, con las armas confiscadas a la misma, las milicias obreras, o tendrá cerrado el camino para dividir al ejército y ganarse a los soldados.
Vuestra política ante la policía es una política sindicalista, impotente para desarrollar toda lucha política de masas y una estrategia soviética. Puesto que los soviets, los organismos de lucha política de las masas, no son solo para el momento de la insurrección, sino para todas las fases preparatorias en las que la lucha económica se vuelve impotente y las masas irrumpen en lucha política, comenzando desde el piquete de huelga, el comité de fábrica, y la organización de la clase y sus distintos sectores no por oficio, no para defender el salario, sino para unir a las distintas capas para la lucha política contra tal o cual régimen y gobierno.
Ustedes, a ello, le oponen la sindicalización de la policía. Esto destruye toda posibilidad de soviets maduros. Puesto que los revolucionarios luchamos no solo por coordinarlos y centralizarlos, sino por armarlos, y porque tomen en sus manos la resolución de todos los problemas de la clase obrera y los explotados: la seguridad, la justicia, todas las tareas ejecutivas, para que desarrollen un grado tal de independencia de las organización obreras en relación a estado, que permita preparar una insurrección triunfante de las clases explotadas.
Pero ahí no termina la cuestión, porque ustedes, camaradas, con su posición, rompen con la tesis marxista sobre la insurrección de que, para ganarse a la base del ejército, hay que tirarle un tiro al policía, para que el soldado comprenda que la clase obrera está dispuesta a ir hasta el final en su combate.
Así lo mostró la experiencia de la Revolución de febrero de 1917 en Rusia. Trotsky plantea, en "Historia de la revolución rusa", que las milicias obreras se armaron con unas 70.000 armas saqueadas de los depósitos y cuarteles durante las jornadas de febrero y como producto del desarme de la policía. Y luego continúa Trotsky diciendo:
“La. hora crítica del contacto entre la masa que ataca y los soldados que le salen al paso tiene su minuto crítico: es cuando la masa gris no se ha dispersado aún, se mantiene firme y el oficial, ju- gándose la última carta, da la orden de fuego. Los gritos de la multitud, las exclamaciones de horror y las amenazas ahogan la voz de mando, pero solo a medias. Los fusiles se mueven. La multitud avanza. El oficial encañona con su revólver al soldado más sospechoso. Ha sonado el segundo decisivo del minuto decisivo. (...) En el instante crítico, cuando el oficial se dispone a apretar el gatillo, surge el disparo hecho desde la multitud (...), y esto basta para decidir no so lo la suerte de aquel momento, sino tal vez el de toda la jornada y aún el de toda la insurrección.(...) Antes de que se llegara a los choques con las tropas tu - vieron lugar innumerables encuentros con los gendarmes. La lucha en las calles se inició con el desarme de los odiados “faraones” (gendarmes) cuyos revólveres pasaban a las manos de los revolucionarios. En sí mismo, el revólver es un arma débil, casi de juguete, contra los fu si les, las ametralla do ras y los cañones del enemigo. Pero ¿estaban estos realmente en sus manos? Para comprobarlo, los obreros exigían armas. Es ésta una cuestión que se resuelve en el terreno psicológico. Pero tampoco en las insurrecciones los procesos psicológicos son fácilmente separables de los materiales. El camino que conduce al fusil del soldado pasa por el revólver arrebatado al faraón”. (L.T., Historia de la revolución rusa, tomo I, Capítulo VII, “Cinco días”, negritas nuestras).
Efectivamente, en toda situación revolucionaria, o al inicio de una revolución, la lucha es por quién se gana a la base del ejército - es decir, a los obreros y campesinos bajo armas-: si la burguesía y la casta de oficiales para que masacren al pueblo; o bien, los soviets y la milicia obrera para poner en pie los comités de soldados y preparar la insurrección.
En este punto, estamos ante una cuestión decisiva de la lucha por la insurrección: la lucha por que la clase obrera se gane a la base del ejército es lo que hace a la esencia de la política militar del proletariado. Todo revolucionario sabe que el soldado -es decir, el obrero o el campesino bajo armas- no puede darse vuelta a favor de la revolución, si no ve con claridad, al otro lado de la barricada, a la clase obrera dispuesta a ir hasta el final en su combate. Es decir, si no ve con claridad que, si él se da vuelta y se pasa a la barricada del proletariado y los explotados, éstos lo van a defender contra el oficial que intentará pegarle un tiro para que no se rompa la disciplina del ejército.
El soldado sólo se dará vuelta cuando vea a los obreros dispuestos a ir hasta el final; si sabe que éstos, antes, derrotaron y desarmaron a la policía, y que tienen en sus manos el revólver "arrebatado al faraón", es decir, al policía, para pegarle un tiro a su propio oficial. Unicamente así el soldado podrá estar seguro, dar vuelta el fusil contra sus oficiales, y pasarse a la barricada de la revolución.
Todo lo que no sea definir con claridad esta cuestión, es una política militar para la insurrección completamente idealista. ¿O ustedes creen, compañeros, que las células de revolucionarios al interior del ejército pueden hacer algo, pueden hacer que se insurreccione un batallón, si del otro lado no están los soviets y sus milicias obreras, desarmando a la policía y disparando sobre el oficial? ¿Quizás algún soldado, militante de un partido revolucionario, por más años de trabajo conspirativo en las fuerzas armadas que tenga, podrá darse vuelta sin que el oficial le pegue un tiro, si no están los obreros organizados en soviets, con sus milicias, demostrando que con el revólver conseguido desarmando a la policía, están dispuestos a ir a pegarle un tiro al oficial que le apunta con su arma?
El manual de la insurrección ya fue escrito por la III y la IV Internacionales, las internacionales de la dictadura del proletariado. Lora, con su "teoría innovadora" de los oficiales "rojos", y hoy ustedes con vuestra política de sindicalización de la policía, no sólo no aportan nada nuevo a ese manual, sino que no dejan piedra sobre piedra del mismo.
Es hora de cambiar, de que la TCI vuelva a la verdadera política militar del proletariado, que ya planteara Lenin en la revolución rusa de 1905, cuando decía: “ ... si la revolución no adquiere un carácter de masas y no influye en las tropas, no puede hablarse de una lucha seria. De suyo se comprende la necesidad de un trabajo entre las tropas. Pero no debemos figurarnos que se pasarán a nuestro lado de golpe, como resultado de la labor de persuasión o de sus propias convicciones. (...) ... la vacilación de las tropas, fenómeno inevitable en todo movimiento auténticamente popular, conduce, al agudizarse la lucha revolucionaria, a una verdadera lucha por las tropas. (...) Nos hemos dedicado y nos dedicaremos con mayor tenacidad a la tarea de conquistar ideo lógicamente a las tropas; pero no pasaríamos de ser unos lamentables pedantes, si olvidáramos que en un período de insurrección se necesita también librar una lucha física por atraer a las tropas. (...) No debemos predicar la pasividad ni la simple espera del momento en que las tropas “se pasen” de nuestro lado. ¡No! Debemos proclamar a los cuatro vientos la necesidad de una ofensiva audaz y de un ataque armado, la necesidad de exterminar en tales momentos a quienes están al mando del enemigo (es decir, a la oficialidad, N. de R) y de librar la lucha más enérgica por las tropas vacilantes” (“Las enseñanzas de la insurrección de Moscú”, negritas nuestras).
Las mismas enseñanzas nos dejó Trotsky, sacando las lecciones de la Revolución Rusa de 1905, cuando decía: “El soviet trató librar la lucha a escala nacional, pero nunca fue más que una institución petersburguesa (...) no cabe duda que en el próximo estallido revolucionario, tales consejos obreros se formarán en todo el país (...) El nuevo soviet no tendrá que volver a conocer la experiencia de aquellos cincuenta días. Pe ro de ello podrá deducir todo su programa de acción (...) cooperación revolucionaria con el ejército, el campesinado y los sectores plebeyos de las clases medias; abolición del absolutismo; destruccieon del aparato militar del absolutismo; disolución y reorganización parciales del ejército; abolición de la policía y del aparato burocrático; jornada de trabajo de 8 horas; entrega de armas al pueblo, sobre todo a los obreros...”.
Efectivamente, en toda revolución la lucha es por la base del ejército. La experiencia de la tragedia de la revolución de los Cordones Industriales en Chile, en 1973, lo demuestra. En esa heroica revolución, estaban de un lado los obreros, en los Cordones industriales armados, con embriones de milicias obreras. Los marineros de Valparaíso y Talcahuano se insurreccionaron denunciando que la ITT preparaba el golpe de estado, y fueron los primeros torturados y asesinados antes del golpe pinochetista.
Mientras tanto, Allende y el PC nombraban a Pinochet como comandante en jefe del ejército, de quien decían que era un general "patriota". Era el general "rojo" que habían encontrado, y que se sacaba fotos abrazado con Fidel Castro durante la segunda visita de éste a Chile. Y al mismo tiempo, las burguesas de los barrios altos, organizaban fiestas con finos vinos a la que llevaban a los soldados conscriptos -los hijos de los obreros y campesinos-, para ganárselos para la burguesía.
La tragedia de la revolución chilena fue la ausencia de un partido revolucionario, de una dirección revolucionaria de los Cordones industriales que, enfrentando a la política traidora del stalinismo y su "vía pacífica al socialismo", llamara a los trabajadores y los explotados a desarmar a la policía, y con las armas a ella arrebatadas a marchar a los cuarteles a buscar a los soldados, es decir, a sus hijos, a sus hermanos, a sus novios y maridos, a los obreros y campesinos bajo armas. ¡Qué caro pagó esto la clase obrera chilena, y de toda América Latina! Es que con la política militar del proletariado no se puede jugar a las escondidas, camaradas.
¿Compañero policía", o "venga de rehén"?
El veredicto inapelable de la experiencia
de la lucha de clases y de las revoluciones
La historia de la lucha de clases y de las revoluciones, entonces, ya demostró cuál es la política del proletariado frente a todas las policías, y que la consigna de "disolución de la policía" no es para nada "abstracta": se trata de desarmar a la policía -esto significa "disolverla"- y armar con sus armas a las milicias obreras, para poder ganarse a la base del ejército.
Esta es la experiencia, sin ir más lejos, de los piqueteros de General Mosco- ni: en noviembre de 2000, cuando cortaban la ruta con sus piquetes, el comisario y un oficial se acercaron a dar el ultimátum de que desalojaran la ruta, es decir, a cumplir la orden del juez (insistimos: la policía "sindicalizada" por la que ustedes luchan, o cumple las órdenes de los jueces, o dejan de ser policías porque inmediatamente son echados de la fuerza). Muy sagazmente, los piqueteros de Mosconi comprendieron que no debían decirle a esos policías: "Compañero policía, no nos reprimas". Por el contrario, les dijeron: "Ustedes son rehenes", los maniataron y los subieron sobre un camión tanque cargado de gasolina!!! Luego, cuando fue la gendarmería la que reprimió -asesinado a Aníbal Verón en la ruta- los piqueteros respondieron tomando la comisaría, tomando de rehenes a los policías que allí estaban, desarmándolos, incendiando el lugar, tomando un depósito judicial de armas e incautando las mismas, es decir, disolviendo a la policía, que huyó de Mosconi. ¿Consideran ustedes, camaradas, que esta disolución y desarme de la policía en Mosconi, como producto de una semi-insurrección local, fue "un espontaneísmo pacifista reformista e impotente, o (...) una política de tipofoquista oputchista"?
Y, camaradas, la historia de las revoluciones y la lucha de clases demuestra la corrección de esto. Por ejemplo, en la revolución Alemana de 1919 la policía fue disuelta porque los obreros asaltaron todas la comisarías y las vaciaron. Los embriones de milicia obrera surgieron de estas acciones de la clase obrera y no de algún "sindicato de policías".
No queremos abundar en ejemplos históricos, camaradas, pero es claro que esa es la experiencia histórica de la revolución alemana de los consejos obreros de 1918-19; y también la de la propia revolución boliviana de 1952 donde, contra la falsificación de que "la policía se pasó del lado del pueblo", lo que sucedió es que los mineros, armados con su dinamita, tomaron y asaltaron no sólo los arsenales militares sino también las comisarías. Así, con los soldados pasándose de su lado, y con las armas arrebatadas a los arsenales militares y a las comisarías, se armaron las milicias obreras y campesinas.
Y, camaradas, el trabajo preparatorio para la disolución de la policía, no consiste en absoluto en apoyar sus huelgas y pedir su sindicalización, ni en pedir al "compañero policía" que no reprima, sino en luchar por derrotar a las direcciones traidoras, que son las que impiden que la clase obrera y los explotados desarmen a la policía y pongan en pie sus comités y piquetes de autodefensa, embriones de la milicia obrera: ¡porque cuando no había burocracia piquetera que controlaba, en Cutral-Có, en Mosconi, los obreros en su lucha revolucionaria tomaban a los policías de rehenes, los desarmaban, quemaban las comisarías, y organizaban sus piquetes para la defensa, e inclusive, para las tareas de vigilancia en los barrios obreros!
Camaradas, según vuestra posición, a ustedes les toca dar algún ejemplo de la lucha de clases, alguna revolución en donde un sindicato de policías se haya pasado del lado del lado de las masas revolucionarias!
Otro ejemplo claro, también en una situación preparatoria, fue lo que sucedió en Tepatepec, México, en febrero de 2000, mientras se desarrollaba en ese país la lucha por la libertad de los mil estudiantes de la UNAM que el régimen mexicano y su policía federal preventiva habían encarcelado, luego de irrumpir en la universidad para derrotar la huelga estudiantil que llevaba ya diez meses. En la Normal Rural distante a unos cinco kilómetros del pequeño pueblo de Tepatepec, en el estado de Hidalgo, irrumpió la policía y apaleó brutalmente y metió presos a 300 estudiantes que estaban en lucha y la habían tomado, y ocupó las instalaciones de la escuela.
Pocas horas más tarde, cinco mil trabajadores y campesinos marcharon desde Tepatepec hasta la Normal ocupada por la policía, la rodearon, la atacaron, le prendieron fuego, obligando a la policía a huir, y tomaron a 68 de ellos como rehenes. Los desarmaron, los desnudaron, los ataron unos a otros por las muñecas y los tobillos, los obligaron a caminar descalzos los cinco kilómetros hasta el pueblo, los obligaron a arrodillarse en la plaza del pueblo, y le dijeron al gobernador de Hidalgo: "o libera a nuestros hijos presos, o los matamos uno por uno".
¿Qué habrían planteado ustedes, camaradas? ¿Qué la acción de los obreros y campesinos de Tepatepec era "un espontaneísmo pacifista reformista e impotente, o (...) una política de tipo foquista o putchista", y que había que llamar a esos policías a "sindicalizarse"?!!!
Si estos ejemplos muestran qué significa "disolución de todas las policías", creemos que la experiencia de Bolivia, de febrero a octubre de 2003, muestra a dónde puede llevar la política de tratar a la policía como "empleados públicos" y apoyar sus huelgas. Así, en febrero de 2003, la semiinsurrección espontánea de los obreros y campesinos, abrió fisuras en la casta de oficiales, cuestión que se vio en el enfrentamiento a tiros limpios entre el ejército y la policía (a ésta última la afectaba el impuesto del 12% a los salarios que había decretado Goni). En esta oportunidad, camaradas, las direcciones reformistas y también el POR Lorista, plantearon el apoyo a las reivindicaciones de la policía.
Nuestra política, camaradas, fue exactamente la contraria: la de llamar a desarmar a la policía, a poner en pie milicias obreras y campesinas, y a la de llamar a los soldados a destituir a sus oficiales y a constituir comités de soldados que se pasaran del lado del pueblo. ¡Y eso era lo que mostraba el "verde árbol de la vida", camaradas, con los heroicos obreros y campesinos irrumpiendo con un certero grito de guerra, el de "Fusil, metralla, Bolivia no se calla!".
Finalmente, la burguesía, viendo el peligro de que las masas terminaran por dividir y destruir al ejército, dislocar al régimen y al estado burgués y abrir la revolución, retrocedió del impuestazo, negoció con la policía y sacó los tanques de las calles. La tregua dada por las direcciones traidoras le permitió cerrar las fisuras que se habían abierto en la casta de oficiales, y así, en septiembre-octubre de 2003, vimos al ejército y a "los compañeros policías" a los que las direcciones reformistas y el POR Lorista habían llamado a apoyar en febrero, codo a codo masacrando a los obreros y campesinos en Ventilla, en El Alto, etc.
Contra esa política, camaradas, en septiembre-octubre, los obreros y campesinos mostraron total perspicacia: no se dedicaron a llamar a los "compañeros policías" a que no repriman, sino que los enfrentaron en sus barricadas, y en El Alto, asaltaron varios de sus puestos, desarmaron a los efectivos, incendiaron las instalaciones; rodearon con piquetes las casas particulares de los policías en los barrios, obligándolos a abandonarlas bajo amenaza de ser linchados y quemadas sus viviendas. En Warisata y Sorata, tomaron las comisarías, desarmaron y expulsaron a la policía de esos pueblos, y pusieron en pie sus propias milicias obreras y campesinas para garantizar la seguridad, lo que ha resultado que no ha habido prácticamente robos y delincuencia en esos pueblos en los últimos meses. Y si pudieron hacer esto, fue precisamente porque rompieron la tregua y pasaron por encima de sus direcciones reformistas, que los llaman a apoyar a los "compañeros policías"!!!
De la misma manera, una vez que las direcciones reformistas como la de Quispe retomaron el control, fueron ellas las que garantizaron que, hace algunos meses atrás, volviera un destacamento de siete policías a Warisata y Sorata, cuestión por supuesto festejada por bombos y platillos por toda la burguesía.
En los 80’ ya hubo una corriente que planteó y llevó a cabo en gran escala la política de "sindicalización de la policía" que ustedes sostienen hoy. El MAS de los 80’ se lanzó “audazmente” a ganar policías para ese partido y organizar células y sindicatos. Esta tragicomedia terminó con policías que salían de las reuniones de equipo en los locales del MAS, para irse a reprimir a los obreros, es decir, a cumplir con su oficio. ¡Claro que está visto que el MAS jamás pensó en la insurrección! No creemos que sea el caso de ustedes por lo que los llamamos, fraternalmente, a la reflexión.
Finalmente, camaradas, ustedes oralmente nos han planteado que no se puede negar que la lucha de clases se refleja en la policía. Es verdad, pero no solo la lucha de clases en general, sino también la guerra civil y la insurrección. Y la teoría y la vida demuestran que la forma en que se manifiesta la guerra civil y la insurrección es disolviendo la policía, es decir, desarmándola, asaltando comisarías, formando con las armas así “expropiadas” los embriones de milicia obrera.
¡No se puede borrar más de cien años de lucha revolucionaria del proletariado!
Sobre el balance de la posición de Lora, y sobre las posibles "particularidades nacionales":
Política marxista para destruir la casta de oficiales;
o política menchevique stalinista de buscar “militares patriotas” como refracción de la política stalinista de buscar "burgueses progresivos".
La esencia de la política militar del proletariado se concentra en la necesidad de destruir a la casta de oficiales de las fuerzas armadas y a todas sus policías, como pilar fundamental del Estado burgués, y en conquistar el armamento del proletariado. Decía Trotsky, en Historia de la Revolución Rusa: " Aunque la aplastante mayoría de la guarnición se colocase al lado de los obreros, la mino - ría estaba contra los obreros, contra la insurrección, contra los bolcheviques. Esa pequeña minoría se componía de los elementos más cualificados del ejército: el cuerpo de oficiales, los junkers, los batallones de choque y quizá también los cosacos. No se puede conquistar políticamente a estos elementos: había que vencerlos".
Toda posición que no plantee esto -es decir, que a la casta de oficiales no se la puede conquistar políticamente, sino que hay que vencerla, destruirla- termina llevando a la posición lorista de que es necesario organizar una "tendencia revolucionaria " en el ejército, con oficiales incluidos.
Es por ello, camaradas, que nos ha llamado la atención, la siguiente afirmación que ustedes realizan en vuestro documento, precisamente respecto de Lora: "Sin embargo, en honor a la verdad, queremos puntualizar que la acusación que se hace habitualmente contra Guillermo Lora respecto a los episodios de la revolución boliviana de los 70, carece de fundamento serio. El POR cometió muchos errores, pero es falso que su política estuviera dirigida a ganarlo a Torres o a la oficialidad. Lo que Lora refleja en sus obras es un dato objetivo de la realidad: guarniciones del ejército y de la policía, con sus oficia les incluidos, pedían su ingreso a la Asamblea Popular".
Nos llama la atención, puesto que el propio Lora, por escrito y en forma pública, refuta sin ambages esta visión tan indulgente de los camaradas de la TCI de que habría cometido "errores", y de que jamás se planteó "ganar a la oficialidad". Tan es así, que en un folleto escrito por Lora en 1981, titulado "La crisis de las fuerzas armadas. Respuesta del partido revolucionario"2, Lora dice con todas las palabras:
“La insurrección de los explotados para poder triunfar tiene que recorrer el camino de la frac tura del ejército regular, por muy poderoso que éste sea. Esta lección que emerge de toda la experiencia histórica nos permite comprender la gran importancia que tiene la formación de una tendencia revolucionaria (al decir revolucionaria queremos decir que se estructurará alrededor de la estrategia del proletariado) en el seno de las fuerzas armadas. Si hasta ayer se hablaba en este plano de la tropa, hoy se puede hablar de la oficialidad, en esto consiste una de las particularidades de la realidad boliviana. (...) En las actuales condiciones, la objeción al trabajo en medio de los oficiales, importaría partir del absurdo de que éstos son orgánica y definitivamente reaccionarios. (...) Si la perspectiva es ganar a parte del ejército en el proceso insurreccional, apoyándose en la tropa, la constitución de una tendencia revolucionaria entre la oficialidad, los clases, los suboficiales y los soldados, puede significar que en el trabajo cotidiano se preparen las mejores condiciones, y sobre todo seguras, para lograr ese objetivo” (Capítulo V: Hacia la formación de la tendencia revolucionaria en el Ejército, páginas 26-27, negritas nuestras).
Camaradas, sólo citamos muy sintéticamente un capítulo completo de este texto de Lora dedicado a explicar por qué es clave ganar a los oficiales, y por qué es posible hacerlo dado las "particularidades nacionales" de Bolivia. Desde el ya, ponemos a vuestra disposición una copia del folleto completo, si así lo creen necesario. Es más, les podemos enviar también la revista "Revolución Proletaria N° 9", del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (es decir, de la corriente internacional del lorismo), de Mayo de 1996, editada en Argentina, que incluye en su interior gran parte de un ejemplar de "Vivo Rojo" (el N° 108, de abril de 1996), en el que consta claramente asentado: “En estas páginas hemos reproducido tapa y contra tapa y unos cuantos artículos del N° 108 de "Vivo Rojo" que muestra nítidamente la influencia de las ideas trotskistas en una corriente de oficiales de las FF.AA” (negritas nuestras). Es claro entonces que la política de Lora, tanto en 1971, como en 1981, como en 1996, era la de ganarse a una corriente de oficiales de las asesinas fuerzas armadas bolivianas, y para nada limitarse a constatar "datos objetivos de la realidad".
Pero además, camaradas, ustedes van más lejos en vuestro documento, y afirman: “... el pliego nacional de reivindicaciones que propagandiza nuestra sección argentina se dirige a la tropa y suboficialidad, sin mencionar a los oficiales. Sin embargo, en relación a es te debate y a cualquier otro nos parece importante comprender que “gris es la teoría y verde es el árbol de la vida”. El Estado Mayor de la Clase Obrera debe dirigirse hacia sus objetivos estratégicos de revolución y dictadura proletarias armado de una gran capacidad táctica y de maniobra. El caso de Bolivia (como también seguramente el de Ecuador) puede plantear particularidades nacionales de las fuerzas armadas, que por el propio atraso, por la inexistencia de una doctrina de seguridad propia dado el sometimiento al Imperialismo, o por los antecedentes históricos concretos, se insubordinen también oficia les”.
Camaradas en este concepto de ustedes hay una verdadera revisión del marxismo, del materialismo histórico. La casta de oficiales es expresión de la burguesía ya que los oficiales son una casta burguesa en las fuerzas armadas. Por ello, sembrar ilusiones en que oficiales burgueses pueden pasarse a la insurrección es deslizarse hacia la política stali- nista de buscar militares "patriotas" o burgueses "progresistas" que ya fue aplicada en el “verde árbol de la vida”, en Ecuador y Bolivia, y también en decenas de revoluciones estranguladas durante el siglo XX.
Como lo demuestra inclusive la historia reciente, la oficialidad puede dividirse verticalmente como parte y expresión de las propias divisiones en la burguesía generadas por la crisis económica y los ascensos de masas.
Decir que, en algunos casos, parte de esa oficialidad puede ser ganada para la revolución, es lo mismo que afirmar que se puede ganar a dirigentes de los partidos burgueses (que también suelen dividirse como expresión de las brechas y divisiones en la burguesía), esto es, hacerles creer a los obreros que puede haber burgueses “amigos” de la revolución!!
Afirmar esto es peligrosísimo para la clase obrera, y le presta un servicio al stalinismo toda corriente trotskista que contribuya a crear ilusiones en que la casta burguesa de los oficiales del ejército pueden cumplir un rol revolucionario cuando se divide. Ya que por su carácter de clase su rol no puede ser otro que contrarrevolucionario. El hecho que, bajo determinadas circunstancias, para cumplir mejor este rol o por las propias disputas de la burguesía, la casta de oficiales pueda dividirse y un ala posar de "democrática" y "antiimperialista", no le cambian su carácter de clase ni su rol a los oficiales. Sostener lo contrario es revisar el marxismo revolucionario, es decir el trotskismo, ya que éste se conformó luchando, entre otras cuestiones, contra la teoría menchevique-stalinista de la “revolución por etapas” y contra su consecuencia, la política frentepopulista como estrategia de poder. Teoría que, aplicada a los países coloniales o semi-coloniales, sostiene que en la primera etapa de la revolución proletaria el proletariado debía aliarse a los sectores burgueses progresivos o “democráticos” y a los militares "patriotas" para liberar al país del dominio imperialista. Una vez que esta etapa se completara estaría planteada la toma del poder. Como toda teoría mechevique-stalinista, reniega de la toma de poder por la clase obrera con sus organismos de autodeterminación y milicia obrera.
Esta teoría ya fue aplicada por el maoísmo en Ecuador y condujo al desvío de la revolución en 2000, cuando la CONAIE y los stalinistas del frente patriótico le entregaron el poder al "coronel patriota" Gutiérrez, que se lo terminó devolviendo a Noboa que impuso la dolarización y sacó el ejército a la calle. Esta política de sostén al coronel "patriota" significó también, más tarde, la conformación del frente popular que ganó las elecciones en 2002, llevando a Gutiérrez a la presidencia quien, una vez que la asumió, aplicó, como no podía ser de otra manera, todos los planes del FMI.
Pero no solo en Ecuador hemos visto dividirse la casta de oficiales como expresión de la división de la burguesía. El surgimiento y desarrollo de fenómenos nacionalistas burgueses en las semicolonias significa, en general, la división de la casta de oficiales, con un sector alineado con la fracción burguesa "nacionalista" que regatea con el imperialismo, y otro con la fracción burguesa que tiene directamente al imperialismo atrás, como lo vemos hoy en Venezuela, o como fue el caso del peronismo en Argentina en las décadas del '40 y '50.
Pero lo que nos parece más grave, camaradas, es que vuestra posición sobre las supuestas posibles "particularidades nacionales" que se darían en el "verde árbol de la vida", liquida, lamentablemente, la experiencia de una de las más grandes revoluciones del siglo XX, como fuera la revolución española. Porque allí, en la guerra civil española, ¡sí que se dividió la burguesía, y con ella, la casta de oficiales! En el Ejército Republicano había oficiales "democráticos", "republicanos", que no eran sino la expresión de la burguesía, y de la política de colaboración de clases del frente popular en el ejército, de su política de que primero había que ganar la guerra contra Franco, y conquistar la República, y sólo después estaría planteado pelear por la revolución socialista. La existencia de esa casta de oficiales burguesa en el ejército republicano, significó que los obreros no podían expropiar a los terratenientes y a la burguesía en los territorios que conquistaban en su lucha contra el ejército franquista, puesto que justamente el rol de esa oficialidad era defender, en primer lugar, la propiedad privada y los intereses de su clase.
Así, los obreros y campesinos españoles terminaron masacrados en la guerra civil, y su gran revolución aplastada. ¡Esa es la experiencia que muestra no el "verde árbol de la vida", sino el negro árbol de la muerte y la derrota del proletariado, camaradas!
La misma experiencia vimos en la revolución portuguesa de 1974, donde al tiempo que se conformaban los comités de obreros, inquilinos, y de soldados que
metían presos a sus oficiales, se dividía la casta de oficiales y surgía el MFA el que, junto con el PC, constituyó un gobierno de frente popular. Fue ese gobierno de frente popular del PC y de los oficiales del MFA, los que, a punta de pistola, liquidaron y desarmaron a los comités de obreros, inquilinos y soldados, y estrangularon así la revolución.
Una posición sobre el surgimiento del Ejército Rojo que falta a la verdad histórica, y que termina confluyendo con la posición escandalosa de Lora
Pero lo que nos parece aún más grave es que, inmediatamente después de referirse a las posibles "particularidades nacionales" y que no se puede descartar que "se insubordinen también los oficiales" en tal o cual país, ustedes afirman:
"Recordemos que una de las más grandes creaciones de la clase obrera en su lucha contra la explotación capitalista (el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos), contó en sus filas con miles de oficia les zaris tas, entre ellos, por nombrar al más destacado, el Comandante de Compañía Tujachevsky, no sólo de extraordinarias aptitudes en cuanto a técnica y estrategia militar, sino convertido en militante del internacionalismo proletario en los primeros años de la revo lución de oc tubre".
Compañeros, creemos que, lamentablemente, ustedes no han logrado completar vuestra ruptura con el lorismo. Porque en el texto antes citado, Lora termina precisamente su capítulo sobre "La tendencia revolucionaria en las fuerzas armadas", con la siguiente afirmación:
"La lucha revolucionaria se asienta básicamente en la organización de las milicias de obreros y campesinos y que son eficaces en la guerra irregu lar o pe - queña. No se puede renunciar a es te tra - bajo o sustituirlo con la formación de una ten den cia re vo lu cio na ria mi li tar. Las milicias son ya embriones del fu turo ejército que tendrá que poner en pie la dictadura del proletariado para defenderse de sus enemigos del exterior. Esta institución será permanente, basada en la conscripción y organizada conforme a la ciencia militar que pasará a servir a la po lítica revo lucionaria. Si se estructura una tendencia revolucionaria dentro de las actuales fuerzas armadas, condenadas a ser destruidas como parte del aplastamiento del Estado burgués, no podrá menos que constituirse en la columna vertebral de los cuadros de mando del ejército obrero-campesino ". (negritas nuestras)
Camaradas, vuestra afirmación -y ni qué decir, la de Lora- es faltar a la verdad histórica, es "olvidar" que la Revolución Rusa destruyó a la casta de oficiales como tal, a todas las policías, e impuso el armamento del proletariado, organizado en milicias obreras y campesinas. Niegan un hecho grande como una casa: que la que organizó la insurrección y la toma del poder, fue la Guardia Roja del Soviet apoyada en los comités de soldados. Niegan que esa insurrección destruyó la casta de oficiales del ejército que ERA LA ORGANIZADORA DE LA GUERRA IMPERIALISTA. Casta de oficiales que comandaba la carnicería humana de la primera guerra mundial donde se enfrentaban entre ellos obreros alemanes, franceses, rusos, etc. La insurrección de Octubre no dejó ni rastros de esa casta de oficiales, de la misma manera que lo hiciera después la revolución de los consejos obreros en Alemania, donde el fogonero -sí, el que tiraba el carbón para que funcionen los barcos- terminó como comandante en jefe de la flota de mar alemana que regresaba, insurrecta, a casa.
La casta de oficiales estaba, de conjunto, con Kornilov en Rusia. ¿Nos pueden decir, ustedes y Lora, qué oficial encabezó la derrota de Kornilov primero, y luego la insurrección de Octubre?
Porque lo que ustedes y Lora dicen es que para la revolución y para la insurrección se puede contar con un sector de la casta de oficiales. Y eso es una falsificación de la revolución rusa.
Cualquier lector avezado del marxismo, de los escritos militares de Trotsky, que haya seguido la apasionante discusión sobre el problema del ejército rojo, que dividió a la dirección del partido bolchevique y a la misma III Internacional, podrá constatar lo siguiente:
- Que la revolución alemana de 1918-19, y la húngara del mismo año, habían sido derrotadas.
- Que Rusia quedaba aislada y rodeada por 14 ejércitos imperialistas.
- Que al interior del partido bolchevique surgió una fracción encabezada por Bujarin y Kollontai que, junto a los anarquistas y los SR de izquierda, estaban en contra de la constitución de un ejército profesional, y opinaban que a los 14 ejércitos imperialistas se los enfrentaba con las milicias obreras y las guardias rojas de los Soviets. Denunciaban que conformar un ejército profesional era poner en pie una institución burguesa en el estado obrero.
- Que la mayoría de la dirección, encabezada por Lenin y Trotsky, efectivamente plantearon que la forma de un ejército profesional, era burguesa, con generales, coroneles, sargentos, cabos, soldados, etc. Pero que, de lo que se trataba, no era de la insurrección o la revolución, sino de la guerra, que tiene una técnica específica a la que se debía recurrir mientras siguiera retrasada la revolución alemana y mientras Rusia continuara cercada por las tropas blancas.
- Que ese ejército era Rojo y adquiría un carácter de clase, obrero, no por sus escalafones militares (que eran burgueses) sino porque estaba conducido por los comisarios rojos votados por los soviets, porque sólo se aceptaba el ingreso al mismo de obreros y campesinos, y porque era el brazo armado de un estado obrero revolucionario.
- Que, puesto que se trataba de poner en pie un ejército profesional, tuvo que recurrirse, como elementos aislados e individuales, a ex oficiales de la casta del ejército zarista destruido por la revo lución, que estaban dispuestos, por su conciencia "nacionalista", a "defender la soberanía rusa". Eso sí, esos ex oficiales tenían una pistola en la sien del comisario rojo del Soviet, y comités de soldados que los podían destituir y fusilar en cualquier momento, si las circunstancias lo requerían.
Por el contrario, desde vuestra posición sobre este punto, se podría inferir que el Ejército Rojo derrotó a 14 ejércitos imperialistas gracias a las aptitudes para la estrategia y la técnica militar de los ex -oficiales zaristas, es decir, burgueses. En cambio, la clave de la estrategia de los bolcheviques y de la III Internacional para derrotar a los ejércitos imperialistas, pasaba en primer lugar por la lucha por el triunfo de la revolución proletaria en Alemania, es decir, por la destrucción de la casta de oficiales burguesa del ejército de los Junkers.
Ya hemos visto cómo, para la revolución y la insurrección, el programa y la política fue la destrucción de la casta de oficiales. Y si hubiera triunfado la revolución alemana de 1918-19, no habría hecho falta recurrir a esta excepcionali- dad histórica de tener que reclutar individualmente, y bajo las condiciones que ya mencionamos, a ex oficiales del destruido ejército zarista.
Una incomprensión completa sobre la diferencia
específica sobre revolución e insurrección, y guerra
Sobre esta cuestión, creemos necesario volver a las enseñanzas de nuestros maestros sobre la insurrección y la guerra civil. Es que, para el marxismo, hay una diferencia fundamental entre la insurrección y la guerra. Mientras que la primera es un momento históricamente condicionado de la revolución y, para el trotskismo, merece ser tratada como un “arte”, es decir necesita, para triunfar una dirección revolucionaria que conozca el arte de triunfar, la guerra es una técnica, un “saber hacer”, un oficio práctico. Según Trotsky, el oficio de la guerra es “un conjunto de procedimientos prácticos, de métodos de adaptación y de habilidad que responden a una tarea precisa: destruir al enemigo” (L. Trotsky. “Doctrina militar y marxismo”, 1 de abril 1922).
Es desde esta concepción que se puede entender por qué los bolcheviques crearon -frente al retroceso de la derrota de la revolución en Europa y para enfrentar la invasión al estado obrero de 14 ejércitos imperialistas, un ejército profesional. Esta decisión fue tomada, dicho sea de paso, no sin grandes controversias en el partido bolchevique. Y para ello, ante la guerra, recurrieron correctamente a todos los medios prácticos a su alcance que les permitieran responder “a una tarea precisa: destruir al enemigo ". Por ello pusieron a ex-oficiales zaristas, que por su conciencia nacionalista estaban dispuestos a colaborar en defender a Rusia, como ayudantes técnicos del ejército. Pero estos ex oficiales zaristas estaban controlados y disciplinados por los soldados rojos y células de obreros comunistas.
Así lo planteaba Trotsky con claridad ya en el primer congreso de la III Internacional: "La cuestión de los jefes militares (en la conformación del Ejército Rojo, NdeR), nos planteó grandes dificultades. Eviden temen te, la primera preocupación era la de educar oficia les rojos, reclutados en las filas de la clase obrera y de los hijos de los campesinos pobres. Desde el comienzo procedimos a ese trabajo, e incluso aquí, ante la puerta de esta sala, ustedes pueden ver varios "sargentos" rojos que, en poco tiempo, entrarán como oficia les rojos en el ejército soviético. Tenemos un gran número de ellos (...) Su número, dije, es bastante grande, pero no podemos espe- rar que los jóvenes sargentos rojos se hayan transformado en genera les rojos, porque el enemigo no querrá dejarnos tanto tiempo de tranquilidad.
Para aprovechar con éxito esta re - serva y tomar de ella gran cantidad de hombres capaces, debimos dirigirnos también a los antiguos jefes militares. Evidentemente, no buscamos nuestros oficia les en la capa brillante de gente de los cuarteles militares, sino que, entre los elementos más simples, reclutamos fuerzas capaces, que nos ayudan ahora a combatir a sus antiguos colegas. Por una parte, buenos y lea les elementos que componían el antiguo cuerpo de oficia les, a los que les adjuntamos buenos comunistas como comisarios, y por otra parte, los mejores elementos de entre los soldados, los obreros y los campesinos, para los pues tos de mando inferiores. (...) Desde que la República soviética existe en Rusia, siempre fue forzada a hacer la guerra y la ha ce hoy todavía (...) Al sur y al norte, al este y al oeste, en todas partes, se nos combate con las armas en la mano, y estamos obligados a defendernos (...)Para defendernos, debemos enseñar a los obreros el uso de las armas que ellos forjan. Comenzamos por desarmar a la burguesía y armar a los obreros...." (Discurso del camarada Trotsky, 1° Congreso de la Internacional Comunista, 1919).
Es decir, el partido bolchevique, lejos de depositar o llamar a depositar alguna confianza en la derrotada y destruida casta de oficiales del ejército zarista, implementó los medios para establecer contra ellos el “terror rojo”, con "buenos comunistas como comisarios"! ¡Todo lo contrario -antes, durante y después de la insurrección triunfante-, a la política stalinista de buscar, lupa en mano, a los oficiales "patriotas"! Política a la que se adaptó el lorismo creando su "teoría de la excepcionalidad nacional boliviana" que no fue sino el resultado del pablismo que inficionó a la IV Internacional con seudo-teorías producto de su adaptación al stalinismo.
Y, lamentablemente, creemos camaradas que ustedes con la concepción que defienden no han terminado de romper con esta corriente. Vuestra posición, que lleva a depositar ilusiones en un sector de la casta de oficiales antes y durante la insurrección es funesta, ya que impide luchar por dividir el ejército en forma horizontal, es decir, quebrar la cadena de mandos para destruir la disciplina de la burguesía que se ejerce a través de la oficialidad; ya que impide luchar por que los soldados tengan derecho a destituir y aún fusilar a los oficiales; ya que impide y reemplaza la tarea estratégica de los comités de soldados que no es otra que la destrucción de la institución burguesa del ejército.
Hay que volver al manual de la insurrección
y de la guerra civil del marxismo revolucionario.
La TCI no puede inventar nada nuevo al respecto
Ustedes afirman en vuestro documento que "Las fuerzas represivas del Estado Burgués han demostrado ser los últimos baluartes del poder burgués. Todo avance decidido de la clase obrera y los explotados por la imposición y la conquista de su propio poder se enfrenta inevitablemente a estas instituciones guardianas de la propiedad privada. Las fuerzas que pretendan reconstruir la IV Internacional (...) no pueden sino proclamar abiertamente su intención y su lucha por destruir a las fuerzas armadas y policiales". Como habrán visto a lo largo de esta carta, pese a que nosotros podemos coincidir con esta afirmación general, tenemos profundas diferencias en relación a cuáles son las tareas y el programa, y cómo se articulan, tanto en los momentos preparatorios como en las situaciones agudas, en función del objetivo de preparar y organizar la insurrección como arte.
Los conceptos marxistas de guerra civil e insurrección, conceptos precisos y claves, fueron guardados bajo siete llaves por las corrientes nacional-trotskistas y revisionistas de los últimos 35 años, y discutir sobre la insurrección parece estar prohibido por los liquidadores del trotskismo. Celebramos entonces el poder abrir una discusión con ustedes sobre estos temas estratégicos. Y, a no dudarlo esta discusión nos enriquecerá mutuamente.
¿Cuáles son, a nuestro entender, la condiciones indispensables para preparar la insurrección como arte? Para nosotros, la primera condición preparatoria de la insurrección, es que no se pare el embate revolucionario de las masas, sin lo cual el partido revolucionario no puede organizar la insurrección como arte para tomar el poder. Solo apoyado en esa enorme fuerza revolucionaria de las masas y en sus organismos de doble poder armados, el partido revolucionario puede preparar la insurrección, levantando una política militar proletaria para dividir al ejército y destruir a la casta de oficiales, desarmar a todas las policías, y conquistar el armamento del proletariado, es decir, poner en pie las milicias obreras armadas.
Planteaba Trotsky: "La revolución proletaria es una revolución de masas formidable desorganizadas en su con- jun to. La ciega presión de las masas desempeña en el movimiento un papel considerable. La victoria sólo se puede obtener por medio de un partido comunista que tenga como objetivo preciso la toma del poder y que, con cuidado minucioso, medite, forje, reúna los medios para alcanzar el objetivo que persigue y que, al apoyarse en la insurrección de las masas, realice sus designios". (Los problemas de la insurrección y la guerra civil, negritas nuestras).
Para el marxismo, tal cual lo planteaba una de los más grandes estrategas militares del proletariado, el camarada Trotsky, "la fase suprema de la revolución es la insurrección, la que decide el poder. La insurrección va siempre pre- cedida de un período de organización y preparación, con base en una campaña política de terminada. Por regla general el momento de la insurrección es breve, pero es un momento decisivo en el curso de la revolución (...) El reglamento de la guerra civil deberá componerse por lo menos de tres capítulos, la preparación de la insurrección, la insurrección, y finalmente la consolidación de la victoria” (ídem).
Y esto es así, camaradas, porque la insurrección es un momento preciso, diferenciado, históricamente condicionado, de la revolución. Es la fase suprema, la que decide el poder.
Para ello es necesario que la lucha de clases adquiera una particular virulencia, entre en una fase de “guerra civil”. Esto significa, para Trotsky, el momento en que la lucha de clases rompe “los marcos de la legalidad, llegue a situarse en el plano de un enfrentamiento público y, en cierta medida físico, de las fuerzas en oposición” (L. Trotsky. Los problemas de la insurrección y la guerra civil. 1924). Por ello, la fase de guerra civil, para Trotsky, abarca “las insurrecciones espontáneas de terminadas por causas locales, las intervenciones sanguinarias de las hordas contrarrevoluclonarías, la huelga general revolucionaria, la insurrección para la toma del poder, y el período de liquidación de las tentativas de levantamiento contrarrevolucionario” (L. Trotsky, ídem). Es decir, para Trotsky, la fase de la guerra civil se extiende desde el comienzo de una situación revolucionaria - e inclusive, prerrevolucionaria- hasta luego de la toma del poder para defender la conquista del Estado Obrera y para extender la revolución mundial.
Por eso añade, en su trabajo “Doctrina militar y marxismo”, que “todo esto entra en el marco de la noción de guerra civil, todo esto es más amplio que la insurrección, así como infinitamente más estrecho que la noción de lucha de clases, que se da a través de toda la historia de la humanidad”.
Tenemos adelante nuestro este trabajo, "Doctrina militar y marxismo", del más grande estratega militar del proletariado que concentraba la experiencia de las revoluciones más avanzadas que dio la clase obrera en su historia, y no encontramos en él la chapucería de Lora sobre la casta de oficiales, ni tampoco la confusión que ustedes tienen al respecto a causa de vuestra insuficiente delimitación con el lorismo.
Por ejemplo, Trotsky afirma en ese texto, que el trabajo del partido, únicamente en el momento de la insurrección es decisivo para disgregar al ejército desde adentro. Sólo en el período previo inmediato en el que la preparación de la insurrección está planteada como tarea, el trabajo conspirativo al interior del ejército se transforma en el 90% de su labor militar: "En el período de preparación revolucionaria (...) forzosamente tropezaremos con las fuerzas (policía, ejército) de la clase dominante. Nueve décimas del trabajo militar del partido, consiste en disgregar al ejército enemigo, en dislocarlo desde adentro, y una décima parte en reunir y preparar a las fuerzas revolucionarias". Luego plantea, refiriéndose al momento de la insurrección que, definir el momento exacto de su realización, inclusive la fecha, es clave para el triunfo de la insurrección como arte.
Es únicamente después de pasado este momento decisivo de la revolución que es la insurrección, y una vez que ésta triunfó que para defender y asegurar esa victoria, y si las condiciones así lo requieren, puede ser necesario poner en pie un ejército profesional.
Todos estos conceptos que muy sintéticamente hemos planteado, son los que le permiten al partido revolucionario insurreccionalista poder ubicarse en las cambiantes situaciones de la lucha de clases y ajustar su programa de acción en cada momento. Estos conceptos fueron elaborados por el marxismo revolucionario extrayendo lecciones de las revoluciones y en polémica contra las corrientes revisionistas y reformistas.
Precisamente, camaradas, esa fue la discusión y la lucha de Marx y Engels contra Blanqui en la Comuna de París. La diferencia no radicaba en la necesidad de la insurrección como arte, es decir, la preparación consciente, como plan, de la misma. La diferencia radicaba en que Blanqui planteaba que, para hacerse del poder, era suficiente con "un grupo de hombres decididos" y con la lucha de barricadas. Marx y Engels, contra Blanqui, sostenían que la minoría activa del proletariado, por mejor organizada que estuviera, no podía hacerse del poder si no estaba apoyada en el auge revolucionario de la clase más avanzada, es decir, de la clase obrera.
En la revolución rusa de 1905, los ejes del programa de Lenin y de los bolcheviques para preparar la insurrección - es decir, para que la revolución que había comenzado triunfara- pasaban por el derrocamiento del zarismo, la destrucción del ejército zarista y su reemplazo por el armamento del pueblo, bajo la consigna de la Revolución Francesa, “Un hombre, un fusil”, y la imposición de la república mediante una Asamblea Constituyente y de un gobierno provisional revolucionario. Para ello, las tareas de la vanguardia proletaria revolucionaria eran poner en pie los "destacamentos del ejército revolucionario" -es decir, las milicias obreras-, y la lucha por la tropas, aplastando a la casta de oficiales.
La experiencia de la revolución rusa de febrero de 1917 -a la que nos referimos antes, también en esta carta-, y luego de la insurrección triunfante de Octubre, fueron claves también en la elaboración del manual de la insurrección y de la guerra civil del marxismo revolucionario.
No podemos -ni es nuestra intención aquí- extendernos sobre la experiencia de las distintas revoluciones del siglo XX. Lo que sí queremos afirmar es que toda la experiencia de las revoluciones muestra que la política militar del proletariado en el camino de la preparación de la insurrección, tiene como ejes esenciales que no se detenga el embate revolucionario de las masas, que éstas pongan en pie sus soviets y sus milicias obreras armadas, disolviendo y desarmando a la policía, y que lleven adelante una lucha física por las tropas -es decir, por ganarse a la base del ejército-, llamando a los soldados a insubordinarse, y a destruir a sus mandos, es decir, a la casta de oficiales.
Todo el desarrollo de las revoluciones del siglo XX y de lo que va del siglo XXI -entre las que el octubre triunfante de la revolución rusa fue la excepción, y no la norma, por la traición de la social- democracia y el stalinismo a las revoluciones del siglo XX-, más allá del destino ulterior que sufrieron esas revoluciones, mostraron el certero instinto de las masas de transformar la lucha política en lucha física, atacando las comisarías, desarmando y disolviendo a la policía, poniendo en pie sus milicias obreras, y desde allí a golpear por dividir al ejército, etc., como lo viéramos en las revoluciones alemanas de 1919-21 y 1923-24; en la revolución española en los '30, en la revolución boliviana de 1952, en la revolución portuguesa de 1974, etc., por poner tan solo algunos ejemplos.
Camaradas, todos estos conceptos de insurrección, insurrección como arte, guerra civil, la lucha por la destrucción de la casta de oficiales y puesta en pie de comités de soldados armados, el combate por la disolución y desarme de la policía y organización de las milicias obreras; la lucha física por atraerse a la base del ejército, la necesaria destrucción del mando del enemigo, etc., que muy sintéticamente hemos tratado de expresar aquí, son cuestiones que se encuentran en las obras y textos de Marx, de Engels, de Lenin, de Trotsky, es decir, del marxismo revolucionario de los siglos XIX y XX. Y no sólo eso, sino que han pasado por la prueba misma de la lucha revolucionaria de la clase obrera mundial durante más de un siglo y medio, y han demostrado su total corrección y vigencia.
Ahora bien, en ninguno de estos textos hemos podido encontrar ni la más mínima alusión a que la lucha debe ser por la “sindicalización de la policía”, ni menos que menos llamamientos a los “cuadros” (oficiales) de la policía a “pasarse del lado del pueblo”, tal como ha planteado el POR de Argentina frente a las marchas reaccionarias llamadas por Blumberg. Tampoco hemos encontrado ninguna alusión a supuestas “particularidades nacionales” de tal o cual país que hagan posible que pueda ganarse a la revolución a una parte de la casta de oficiales de las Fuerzas Armadas, como sostuvo y sigue sosteniendo hoy el lorismo.
Camaradas, ustedes tienen todo el derecho a sostener esas posiciones. Tienen todo el derecho inclusive a revisar las posiciones de nuestros maestros si consideran que estaban equivocadas.
Lo que no es correcto es que presen ten esas posiciones como continuidad del programa del leninismo y el trotskismo. Creemos que ustedes deberían decir con claridad que están revisando las posiciones clásicas del marxismo revolucionario; deberían decir abiertamente qué es lo que están revisando y por qué, dónde creen ustedes que está la equivocación de nuestros maestros, o bien cuáles son los nuevos fenómenos o las nuevas condiciones que ellos no alcanzaron a vivir que ameritan un cambio tan fundamental del programa revolucionario frente a la policía y las fuerzas armadas, de la política militar del proletariado. Creemos, camaradas, que esa es vuestra obligación. •
Secretariado Internacional
de la
Fracción Trotskista Internacionalista (Cuarta Internacional)
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La policía reprimiendo y masacrando a los obreros y campesinos, en Bolivia,
octubre de 2003
Rusia, 1905: se iniciaba la revolución
Obreros y estudiantes se enfrentan a la policía durante el Cordobazo en 1969, Argentina
Combatientes de la resistencia iraquí
Piqueteros en Mosconi, Argentina, enfrentando la represión de las tropas de Gendarmería
Trotsky arengando a los soldados
del Ejército Rojo
Milicias obreras en Warisata, Bolivia
Obreros y campesinos bolivianos enfrentan la represión de la policía y el ejército en las calles de La Paz en Octubre de 2003
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