13 de Abril de 2001
La Histadrut: una central sindical sionista-fascista, que ataca con métodos de guerra civil a la clase obrera y las masas palestinas
Publicamos a continuación una polémica realizada en el año 2001, al calor de la revolución palestina, con un compañero de Rumania alrededor del reconocimiento o no de una supuesta “clase obrera israelí” y una “nación judía” en las tierras palestinas.
La misma comienza con una carta en donde se define que no hay tal nación israelí, sino que Israel es un estado gendarme y que la supuesta “clase obrera israelí” es una clase media armada para aplastar a los explotados palestinos -la verdadera clase obrera- con métodos de guerra civil, es decir, fascistas.
En esta polémica, desde el marxismo revolucionario, termina de responder sobre el verdadero carácter del sionismo y el carácter de ocupación del estado fascista de Israel, incluida su Histadrut como fuerza de choque contra las masas palestinas.
Esta carta tiene un anexo en contra de la revisión hecha al escrito revolucionaria del marxista Abraham Leon, “La concepción materialista de la cuestión judía”, alrededor del mismo punto de la supuesta “clase obrera israelí”.
Esta polémica hecha en el 2001 con un compañero de Rumania bien valdría hacerla hoy con decenas de organizaciones de izquierda en el mundo que quieren hacer pasar a una rancia y reaccionaria aristocracia obrera, construida bajo bases fascistas, como lo es la Histadrut, como representante de una supuesta “clase obrera israelí”.
La burocracia contrarrevolucionaria de la Histadrut agrupa fuerzas que, con las armas en la mano, combaten a la nación y al pueblo palestino sometido a campos de concentración. Allí está la única y verdadera clase obrera de la nación palestina, en los guetos de Gaza y Cisjordania, con un 30% de desocupación, que trabajan como esclavos en las transnacionales yanqui-sionistas o están en la diáspora, como mano de obra de segunda, en Jordania y Líbano.
Carta a un compañero trotskista de Rumania confundido por el accionar contrarrevolucionario del sionismo
Estimado camarada:
Abordaremos la discusión que tenemos pendiente con usted en relación a la grandiosa revolución palestina –que a ocho meses de su inicio no ha podido ser doblegada- y la “cuestión judía”. Efectivamente, las diferencias que nos separan frente a este hecho crucial y álgido de la lucha de clases mundial son profundas. Tal como usted manifiesta, de cómo éstas se resuelven dependerá el futuro de nuestra relación política, puesto que, a nuestro entender, y como lo hemos manifestado públicamente y por escrito en diversos materiales, la revolución palestina se ha transformado en una divisoria de aguas que separa claramente a revisionistas, oportunistas y centristas, de revolucionarios. Ahí están, para confirmarlo, las corrientes oportunistas que usurpan las banderas del trotskismo, como la LCR francesa y su “eurodiputado” Alain Krivine, viajando a Medio Oriente a ayudar a su propia burguesía imperialista a convencer a los palestinos de las “bondades” del plan contrarrevolucionario de Clinton de partición definitiva de Palestina y de la creación de una ficción de “estado palestino” al lado del estado sionista fascista de Israel, que no sería otra cosa que un verdadero ghetto, un campo de concentración. Así hemos visto al legislador Altamira y al PO negarse a levantar la destrucción del Estado de Israel, y arrodillarse directamente ante el sionismo y el plan Clinton, por poner tan solo algunos ejemplos.
Es una divisoria de aguas puesto que, o se está por el triunfo de la revolución palestina, por la destrucción del estado sionista-fascista de Israel y por la imposición de un Estado Palestino laico, democrático y no racista bajo un gobierno obrero y campesino de las masas palestinas armadas y auto-organizadas; o bien, ya sea abiertamente o más solapadamente, se está por una u otra via, por las posiciones imperialistas de que hay “dos naciones” y se termina así a los pies del plan Clinton y del sionismo. Desde el COTP (CI) hemos declarado una verdadera guerra contra todos aquellos que intentan ensuciar las limpias banderas de la IV Internacional poniéndolas a los pies del sionismo y del imperialismo.
Lamentablemente, camarada, frente a la revolución palestina, es claro que con la posición que enuncia en su documento ha quedado usted del otro lado de la divisoria de aguas, a los pies del sionismo –posición que, esperamos firmemente, sea producto de la confusión, de la nefata influencia de la tradición de las corrientes centristas y oportunistas que se han puesto ya hace años a los pies del sionismo, y que han llevado a la IV Internacional a la crisis y degeneración, usurpando y ensuciando sus banderas. Por ello, entablamos este debate, para aportar a clarificar la discusión, disipar la nefasta influencia del oportunismo y llegar a la verdad.
Y, a diferencia de los remedos de Internacional dos y media como el que intenta poner en pie el PO, hacemos este debate públicamente, de cara a la vanguardia y al movimiento trotskista internacional, no solo en nuestro Boletín Interno de Discusión Internacional, sino también en nuestros materiales públicos, reproduciendo su8 documento y ésta, nuestra respuesta y, como verá, no bajo el título de “Correspondencia con un centrista de Rumania”, como usted dice en su carta. Los trotskistas no tenemos nada que ocultar: si hemos debatido públicamente con corrientes con las que tenemos totales diferencias estratégicas y de principios, como es el caso de En Defensa del Marxismo de España, ¡Cómo no íbamos a hacerlo con un camarada como usted, con el que hemos dado peleas en común y con el que hemos conquistado importantes acuerdos estratégicos!
Una posición que considera al estado sionista-fascista de Israel como un estado-nación más de una supuesta “nación judía”
Lo primero que llama la atención en su documento es que, a lo largo de las seis carillas dedicadas fundamentalmente a la “cuestión judía”, usted jamás cuestiona un hecho cualitativo: el de la creación del Estado sionista fascista de Israel en 1947-48. ¡Cómo se puede hablar, en 2001, de la “cuestión judía” sin siquiera hacer mención a la creación a sangre y fuego del Estado sionista-fascista de Israel, en base a la expulsión del pueblo palestino de su tierra, de la masacre y el aplastamiento, de la confiscasión de sus tierras y casas, del boicot a los productos palestinos, de la expulsión del proletariado palestino de las fábricas en primer instancia para transformarlo en un enorme ejército industrial de reserva y , al cabo de algunos años, reincorporarlo a la producción como mano de obra baratísima, en condiciones de esclavos recluidos en ghettos y bajo un régimen de terror fascista!
¡Cómo se puede hablar de la “cuestión judía ” después de 1948 sin siquiera mencionar la ocupación de Palestina por un ejército invasor armado hasta los dientes por el imperialismo norteamericano, la cración de un estado de carácter particular: un estado artificial, enclave del imperialismo, sostenido económica, financiera y militarmente por el mismo, para que juegue un rol de gendarme en la región en resguardo del control de las vitales rutas del petróleo, y para garantizar el aplastamiento y sojuzgamiento del pueblo palestino y del conjunto de los pueblos árabes!
No pronunciarse a este respecto, sobre la génesis y el carácter del Estado de Israel, y sobre la cuestión nacional palestina, y decir alegremente “estoy por la destrucción del Estado sionista de Israel” es, como mínimo, una total irresponsabilidad. La creación de dicho estado a la salida de la segunda guerra mundial fue parte del pacto contrarrevolucionario de Yalta y Potsdam. En este pacto, la burocracia stalinista contrarrevolucionaria jugó el rol de contención de la revolución mundial, impidiendo el triunfo de la revolución, a la salida de la guerra en los países imperialistas europeos (Francia, Italia, Alemania, Grecia), y comprometiéndose a contenerla en el este de Europa. La creación del Estado sionista-fascista de Israel como enclave del imperialismo y su gendarme en Medio Oriente, alimentado con miles de millones de dólares por año por el imperialismo, transformado en un estado fabricante y exportador de armas, para garantizar el aplastamiento del pueblo palestino y el control de la revolución de los pueblos árabes –con total acuerdo y apoyo de la burocracia stalinista- fue parte de ese pacto.
Entonces, camarada, ¡¿Cómo se puede hablar hoy, a comienzos del siglo XXI, de la “cuestión judía” por fuera de eso?! ¿¡Cómo se puede seguir discutiendo el “problema nacional del pueblo judío” sin tomar en cuenta que la burguesía sionista, apoyada, armada y financiada por el imperialismo armó hace más de cincuenta años este estado gendarme?!
Y, sin embargo, usted ni siquiera menciona estos hechos innegables de la génesis y el carácter del Estado de Israel, y se refiere a este como si fuera un “estado nacional” más, porque usted parte de definir que habría una supuesta “nación judía” que tendría que habitar… en el mismo territorio que el pueblo palestino!!
Usted plantea:
“Estoy por la revolución socialista en Palestina. Apoyo críticamente a cualquier levantamiento o revolución que no sea dirigida por un partido del tipo bolchevique-leninista. Estoy por la destrucción del Estado sionista de Israel. Estoy por la libre determinación de las nacionalidades. Estoy por la unión de los proletarios de cualquier nacionalidad, para luchar contra el Estado sionista y contra las burguesías de Medio Oriente” (Negritas nuestras).
Cuando usted habla de las “libre determinación de las nacionalidades”, lo que nos está diciendo es que hoy, en el territorio de Palestina, hay una “nación judía” que tiene derecho a estar en ese territorio, a la que la grandiosa revolución palestina en su lucha por expulsar al invasor y por destruir ese estado gendarme, le estaría lesionando su “derecho a la libre determinación”. Esto es, ni mas ni menos, que el mito de “Un pueblo sin tierra” sobre el que se ha basado el sionismo!
¡Toda su preocupación a lo largo de las seis carillas es el “derecho a la libre determinación” de la supuesta “nación judía”!
Usted, partiendo del mito sionista de la existencia de una “nación judía sin tierra”, considera al estado sionista fascista de Israel como un estado nacional burgués más, y no como lo que es, un enclave del imperialismo, como lo son, por ejemplo, las islas Malvinas o Gibraltar. Le preguntamos entonces, ¿por qué no levanta el “derecho a la autodeterminación” de los kelpers en Malvinas, los usurpadores imperialistas ingleses que ya llevan ahí un siglo? Con la posición que usted tiene frente al Estado sionista-fascista de Israel, en la guerra de Malvinas de 1982 debería haberse alineado con su Majestad y su flota real, en defensa del “derecho de autodeterminación” de los kelpers que los argentinos estarían violando al ocupar militarmente las islas!!
Camarada, sobre este punto usted tiene que pronunciarse claramente. De lo contrario, es usted a quien le toca demostrar que Palestina es el territorio que –por “voluntad divina”, por “tradición” o vaya a saber por qué extraña razón!- le correspondería a la supuesta “nación judía” de la que usted nos habla, posición que lleva inmediatamente a definir que, si hay “dos naciones”, una “judía” y otra palestina, correspondería entonces que haya “dos estados”, esto es, ni más ni menos, que la posición del Plan Clinton.
Contra esta posición, cabe aquí correctamente traer a colación la afirmación de Trotsky, refiriéndose a Sudáfrica en la década del ’30 bajo el régimen colonial británico y el apartheid, que dice: “las posesiones sudafricanas de Gran Bretania constituyen un dominio sólo desde el punto de vista de la minoría blanca. Desde el punto de vista de la mayoría negra, Sudáfrica es una colonia esclavizada”.
De la misma manera, el Estado de Israel es un “estado nacional” sólo desde el punto de vista del imperialismo y del sionismo, que lamentablemente hoy también es suyo: desde el punto de vista de los trabajadores y el pueblo palestino, Palestina es hoy una colonia esclavizada.
Por esa razón, su afirmación de que está “por la destrucción del estado sionista de Israel”, no significa que está por el triunfo de la insurrección nacional de los trabajadores y el pueblo palestino, por la derrota, y la expulsión del invasor sionista, y por la imposición, sobre las ruinas de ese enclave imperialsita, de un Estado Palestino laico, democrático y no racista, bajo un gobierno obrero y campesino de las masas palestinas insurrectas, el único bajo el que podrán convivir pacíficamente los trabajadores palestinos, judíos o de cualquier religión, cuestiones estas que usted no plantea en absoluto.
Estas consignas democrático-revolucionarias de destrucción del Estado de Israel y de Palestina laica, democrática y no racista, juegan hoy el mismo rol de motor de la lucha revolucionaria de las masas palestinas que jugara la consigna de “República Negra” en la Sudáfrica del apartheid, el de concentrar la lucha por la liberación nacional de ese pueblo. Por supuesto que estas consignas deben levantarse como parte de un programa que las articule con las demandas más urgentes de las masas, con la necesidad de atacar la propiedad privada de los capitalistas, con la lucha por los soviets y por el armamento del proletariado, y por la lucha por un gobierno obrero y campesino.
Pero su negativa a levantar estas consignas democrático-revolucionarias, su afirmación de la “unidad de los trabajadores palestinos y judíos” en general, sin plantear que la única posibilidad de convivencia pacífica de los trabajadores de cualquier religión pasa por la destrucción del Estado de Israel y por la imposición de una Palestina laica, democrática y no racista bajo un gobierno obrero y campesino, su afirmación de la necesidad de una “revolución socialista en Palestina” en general, es una confirmación de que usted niega el carácter nacional de la revolución palestina y es una verdadera bofetada en la cara de los heroicos trabajadores y el pueblo palestino y de su revolución actual, como desarrollaremos más adelante. Esto es así porque, si usted nos habla de una supuesta “nación judía”, si usted defiende su “derecho a la autodeterminación”, esto no puede sino significar el mantenimiento del Estado de Israel, eso sí, reformado, quitándole su carácter sionista y confesional y transformándolo en un estado “democrático”, conviviendo al lado de una ficción de “estado palestino” en los actuales campos de concentración. ¡Ni más ni menos que la misma posición que sostiene el altamirismo y su Internacional dos y media, una de las corrientes más abiertamente por-sionistas que usurpa las banderas del trotskismo! ¡Ni más ni menos que la posición del Plan Clinton, que el “eurodiputado” Alain Krivine de la LCR fue a defender fervorosamente a Medio Oriente en nombre de la IV Internacional!
Usted rompe así absolutamente con la posición revolucionaria que levantara la IV Internacional en 1948 frente a la creación del Estado de Israel –enfrentando al stalinismo que apoyaba su creación-, que partía justamente de la lucha contra la partición y ocupación de palestina, por la expulsión del imperialismo, sus tropas y sus enviados, por la independencia de Palestina, por una palestina de carácter nacional árabe: “¡Abajo la partición de Palestina! ¡Por una palestina Árabe, unida e independiente, con plenos derechos de minoría nacional para la comunidad judía! ¡Abajo la intervención imperialista en palestina! ¡Fuera del país todas las tropas extranjeras, los `mediadores´ y `observadores´ de las Naciones Unidas! ¡Por el derecho de las masas a disponer de ellas mismas! ¡Por la elección de una Asamblea Constituyente con sufragio universal y secreto! ¡por la revolución agraria!” (Quatrième Internationale, Junio de 1948). Y el Grupo Trotskista Palestino, denunciando desde el vamos el carácter de enclave imperialista del estado sionista que se intentaba crear, y para nada hablando de ninguna supuesta “nación judía”, decía que “El imperialismo yankee ha ganado un agente directo: la burguesía sionista quien, por ese hecho, se ha tornado completamente dependiente del capital americano y de la política americana. De aquí en más el imperialismo yankee tendrá una justificación para intervenir militarmente en el Levante cada vez que lo crea conveniente (…) la consecuencia inevitable de esta guerra será la dependencia total del sionismo al imperialismo norteamericano.” (Idem).
Usted dice: “me asusta comprobar que en base al acuerdo sobre la cuestión palestina y judía, con una posición terriblemente equivocada, se haya producido la fusión entre la LOI y el CIOS, y se haya producido el acercamiento con los camaradas estadounidenses y ucranianos”. A usted le asusta una fusión revolucionaria en base a una posición revolucionaria frente a la grandiosa revolución palestina que es total y absoluta continuidad de la posición levantada por la IV Internacional en 1948, pero no le asusta en absoluto que, con fundamentos similares a los que usted da sobre la supuesta “nación judía” o la “unidad entre la clase obrera judía y la clase obrera palestina” –que rompen absolutamente con aquella posición de la IV Internacional-, oportunistas traidores como Krivine se paseen por Medio Oriente alabando las ventajas del Plan Clinton, o que el legislador Altamira y el PO se ubiquen abiertamente como la “auténtica izquierda sionista”.
Por ello, le sugerimos que deje de tratar de ocultar su capitulación al sionismo hablando de la “destrucción del estado sionista de Israel”, y sea coherente: si usted considera que hoy en palestina existen dos naciones y que ambas tienen derecho al mismo territorio, entonces su posición no tiene que ser otra que la de “PAZ”, tiene que alinearse con el grupo sionista “PAZ AHORA” y con el grupo sionista altamirista de Israel, para levantar juntos la lucha por dos estados: un estado judío democrático y un “estado palestino” coexistiendo a su lado en el que las masas palestinas la tarea que tendrían sería hacer una revolución contra la burguesía nacionalista de Arafat, dejando en paz a la burguesía sionista y al imperialismo!!!
Del altamirismo al morenismo hay un solo paso, y el compañero rumano ya lo ha franqueado.
Camarada, hace menos de un año atrás, usted se fue de ese engendro oportunista que es el remedo de Internacional dos y media de Altamira y el PO por la puerta grande, dando una correctísima y valiente pelea pública contra el método de los “acuerdos internacionales” diplomáticos y sin principios que son utilizados como cobertura de las capitulaciones nacionales respectivas del PO y de los grupos que componen ese remedo centrista, contra el cretinismo parlamentario de Altamira y el PO, peleando por una visión científica y un programa revolucionario para los ex-estados obreros en liquidación. Lamentablemente, hoy, frente a un hecho cualitativo como lo es la revolución palestina, que divide aguas y separa blanco sobre negro –como toda gran revolución- a oportunistas y centristas de revolucionarios, vuelve a la Internacional dos y media de Altamira por la ventana, levantando más allá de algunos matices, la misma posición completamente capituladora al sionismo, al imperialismo, y al Plan Clinton.
Pero usted no solo vuelve, como alguien que ha caminado en círculos, al punto de partida del altamirismo, sino que, de golpe y porrazo, se transforma en el más consecuente de los morenistas. Veamos.
La segunda cuestión que llama poderosamente la atención en su documento es que en él usted jamás menciona al imperialismo, ni su rol en la creación y sostenimiento del Estado sionista-fascista de Israel –de la que, como ya explicamos, tampoco dice nada, ni a este último como gendarme y enclave del imperialismo.
Si usted considera que el Estado de Israel, creado por el imperialismo, es un estado nacional burgués más, normal, entonces lo que nos está diciendo es que el capitalismo, en su época imperialista pudo resolver íntegra y efectivamente la “cuestión judía”, dándole a ese “pueblo sin tierra” una nación propia.
Así, de un solo paso, se transforma en el más consecuente de los morenistas. Nahuel Moreno revisó precisamente la teoría de la revolución permanente, para terminar en su concepción etapista de la “revolución democrática” y planteó, precisamente, que las potencias imperialistas “democráticas” (Estado Unidos, Francia, Inglaterra), en la Segunda Guerra mundial habían jugado un rol “progresivo”, combatiendo al fascismo y liberando a Francia e Italia de su ocupación. Decía que Trotsky se había equivocado, que sólo había definido a la guerra como una guerra inter-imperialista y de agresión hacia el Estado Obrero Ruso a la vez, y no había querido ver que era, fundamentalmente una “guerra de regímenes”, de “democracia contra fascismo”.
Usted es la corroboración viva de que, del altamirismo al morenismo no hay más que un paso (aunque esto vuelva locos a los altamiristas que se creen inmunizados de por vida contra el “virus morenista”). Razona con el mismo método: contra la “solución” del imperialismo Alemán, “fascista”, a la cuestión judía, esto es, el exterminio físico, el imperialismo yankee y el británico –los imperialismos democráticos triunfantes en la guerra-, dieron una salida progresiva, resolvieron íntegra y efectivamente la cuestión judía, concediéndoles el status de “nación” y cediéndoles un territorio que, aunque los sionistas lo nieguen y hablen de “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, estaba habitado por la nación palestina, su legítima dueña.
Esto es, usted nos está diciendo que, lejos de ser reacción en toda la línea, el imperialismo puede jugar un rol progresivo!!! Es la ruptura total con la teoría leninista del imperialismo que dice “el imperialismo es la época del capital financiero y de los monopolios, los cuales introducen en todas partes la tendencia a la dominación y no a la libertad. Cualquiera sea el régimen político, el resultado de esa tendencia es la reacción en toda la línea y una intensificación extrema de los antagonismos en ese terreno. Se intensificó notablemente el yugo de la opresión nacional y la tendencia a las anexiones, o sea, la violación de la independencia nacional (pues, las anexiones no son sino la violación del derecho de las naciones a la autodeterminación)” (Lenin, el Imperialismo, etapa superior del capitalismo, negritas nuestras).
Al revés de lo que afirma Lenin, usted, al considerar al estado de Israel como un estado nacional burgués más, usted considera que el imperialismo, con la creación de dicho estado, ha realizado el derecho de la supuesta “nación judía”, a la autodeterminación. Es este hecho, el de partir de que el imperialismo jugó un rol progresivo resolviendo la “cuestión judía” con la creación del Estado de Israel, el que hace que usted reconozca a la supuesta “nación judía”, y a los descendientes de los sionistas usurpadores de 1948, el derecho burgués de herencia, es decir que, por el hecho de haberse mantenido en el tiempo a costa de la más feroz masacre y opresión sobre el pueblo palestino, y gracias al sostenimiento de las potencias imperialistas, usted les reconoce un “derecho adquirido” de considerarse una “nación”!!!
De todas maneras, y en honor a la verdad, cabe aclarar que Nahuel Moreno, a pesar de su total revisión de la teoría-programa de la revolución permanente, a favor de la teoría semi-etapista de la “revolución democrática”, jamás llegó en el caso de la cuestión nacional palestina y de la actitud frente al Estado de Israel a una posición pro-sionista como la que usted hoy está levantando. Moreno levantaba la lucha por la destrucción del estado de Israel y por la imposición de una palestina laica, democrática y no racista pero -con su visión semi-etapista de la revolución, con una primera etapa de “revolución democrática”- separaba estas consignas de la lucha por la imposición de un gobierno obrero y campesino basado en la autoorganización y el armamento de las masas palestinas, y terminaba así capitulando a la dirección nacionalista burguesa palestina de Arafat y la OLP.
Usted, camarada, rompe con la tesis marxista sobre el imperialismo para pasarse a la visión morenista del “rol progresivo” de las potencias imperialistas “democráticas”, y rompe también con las resoluciones revolucionarias de la III Internacional que decía ya, en 1920, en sus tesis y adiciones sobre los problemas nacional y colonial, hablando específicamente de Palestina como ejemplo para demostrar que el imperialismo ya es incapaz de resolver las legítimas demandas de las nacionalidades oprimidas: “c) La necesidad de explicar infatigablemente y desenmascarar de continuo ante las grandes masas trabajadoras de todos los países, sobre todo de los trabajadores, el engaño que utilizan sistemáticamente las potencias imperialistas, las cuales, bajo el aspecto de estados políticamente independientes, crean en realidad estados desde todo punto de vista sojuzgados por ellos en el sentido económico, financiero y militar. Como un ejemplo flagrante de los engaños practicados contra la clase trabajadora en los países sometidos por el esfuerzo combinado del imperialismo de los “aliados” y de la burguesía de tal o cual nación, podemos citar el asunto de los sionistas en Palestina, país en el que, so pretexto de crear un estado Judío, allí donde los judíos son una minoría insignificante, el sionismo ha librado a la población autóctona de los trabajadores árabes a la explotación de Inglaterra…” (Negritas nuestras)
Pero no se detiene allí su ruptura con el marxismo revolucionario del Siglo XX, en su afán de capitulación al sionismo. Su posición de que el imperialismo habría resuelto la “cuestión judía” con la creación del Estado de Israel, rompe total y completamente con la teoría-programa de la Revolución Permanente, que parte precisamente de que en la época imperialista, las tareas democráticas y nacionales que la burguesía dejó irresueltas –esto es, el problema agrario y el problema nacional en las colonias y semicolonias, y la “cuestión judía”, en tanto y en cuanto el advenimiento de la época imperialista adoptó y dejó inconcluso el proceso de asimilación de los judíos a las clases fundamentales de la sociedad capitalista- sólo pueden ser resueltas por el triunfo de la revolución proletaria y por la imposición de la dictadura del proletariado. Así, dicen las tesis de dicha Teoría: “Tesis 2: Con respecto a los países de desarrollo burgués retrasado y en particular de los coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la resolución íntegra y efectiva de sus fines democráticos y de su emancipación nacional tan solo puede concebirse por medio de la dictadura del proletariado, empuñando éste el poder como caudillo de la nación oprimida y, ante todo, de sus masas campesinas”.
Y a pesar de la defensa que pretende hacer de Abraham León en su documento –malinterpretándolo, cambiando a cada paso el contenido e incluso la forma de lo que éste dice, ignorando hechos de carácter históricos sucedidos después de que fuera asesinado, como lo es la creación del Estado de Israel en 1948, como demostramos en artículo aparte-, destruye sistemáticamente el principal fundamento de la posición marxista revolucionaria frente a la “cuestión judía”: Que esta no puede ser resuelta por el capitalismo en su etapa imperialista, y que sólo puede ser resuelta por la revolución proletaria triunfante en el terreno mundial. Y esta no es sólo la posición de Abraham Leon, sino la de Lenin, Trotsky y todo el marxismo revolucionario del Siglo XX.
Una posición que niega el carácter nacional de la revolución palestina por su independencia.
Usted dice que la LOI-CI, al sostener que los judíos no son una nación sostendría que “por lo tanto, el conflicto actual de Medio Oriente no tiene ningún tipo de connotaciones nacionales o nacionalistas”. Esto es completamente falso: eso que usted llama el “conflicto actual”, es decir, la revolución en curso y la larga lucha del pueblo palestino por su independencia y por expulsar al usurpador y destruir al estado de Israel, es una lucha de liberación nacional de ese pueblo sojuzgado y colonizado por el imperialismo y su gendarme sionista. ¡Es usted el que niega que hay una sola nación en Palestina: los trabajadores y el pueblo palestino! Esta heroica lucha nacional de la única nación que existe allí, la Palestina, es la que usted intenta ocultar, mientras se preocupa por los “derechos” de la supuesta “nación judía”.
Y esto queda claro cuando, a lo largo de las 6 páginas de su documento, no existe para usted el pueblo palestino, no menciona su larga lucha por su liberación nacional, no habla de su heroica revolución actual, no plantea la lucha por su triunfo.
Por el contrario, usted nos habla –como citamos más arriba- de que está por una “revolución socialista en Palestina” en general. Es decir, nos habla de una revolución que no tendría ningún carácter nacional: para usted, por lo tanto, no se trata de que triunfe la actual insurrección Palestina, que destruya al estado sionista-fascista de Israel e imponga sobre sus ruinas un Estado de carácter nacional Palestino laico, democrático y no racista –consignas democráticas-revolucionarias motoras de las luchas de las masas palestinas luego de 1948, de la misma manera que la IV Internacional levantaba en 1948 la lucha por una Palestina Árabe, unida e independiente- lo que, por supuesto, sólo puede lograrse bajo un gobierno obrero y campesino de las masas Palestinas insurrectas.
Usted intenta esconderse hablando de “revolución socialista en Palestina” en general, para negar el carácter nacional Palestino de la revolución. Por ello, y como ya hemos visto, reniega del programa de la destrucción del estado de Israel y de la imposición de una Palestina laica, democrática y no racista, una gran tarea estructural anti imperialista que, en Palestina, juega el mismo papel que la lucha por la liberación nacional en cualquier país semicolonial o colonial, de la misma manera que la consigna de “República Negra” en la Sudáfrica del Apartheid. Así, decía Trotsky sobre el carácter nacional de la revolución sudafricana: “En estas condiciones, la república sudafricana surgirá antes que nada como `República Negra´; por supuesto que esto no excluye la total igualdad para los blancos o relaciones fraternales entre ambas razas; dependerá fundamentalmente de la conducta que adopten los blancos, pero es obvio que la mayoría predominante de la población, liberada de su dependencia esclavizante, pondrá su impronta en el estado.
Dado que una revolución victoriosa cambiará radicalmente no solo la relación de fuerzas entre las clases sino también la relación entre las razas y garantizará a los negros el lugar que les corresponde en el estado de acuerdo a su número, la revolución social, tendrá en Sudáfrica también un carácter nacional”. (Trotsky, op. Cit. Negritas nuestras)
De la misma manera, la revolución social en Palestina tiene un carácter nacional, puesto que una revolución victoriosa, destruyendo al estado sionista-fascista de Israel, garantizará a los trabajadores y el pueblo palestino –liberados de su dependencia esclavizante- el lugar que les corresponde en un estado de carácter nacional palestino, laico, democrático y no racista, que incluya la “total igualdad o relaciones fraternales” con los trabajadores judíos, cristianos o de cualquier religión, lo cual dependerá fundamentalmente, de la conducta que estos últimos adopten.
Por supuesto que, como decimos en nuestro BIOI Nº1, Segunda Época, las consignas de destrucción del Estado de Israel, e imposición de un Estado Palestino laico, democrático y no racista deben levantarse como parte de un “programa que las articule junto con las demandas de los trabajadores y las masas contra la miseria, la desocupación y sus padecimientos inauditos, con las consignas que ataquen la propiedad privada de los monopolios imperialistas y de la propia burguesía palestina, el desarrollo de los Consejos Obreros y de las milicias obreras y la necesidad de un gobierno obrero y campesino. Si las masas se movilizan y luchan por este programa identificarán cada vez más a ese Estado Palestino laico, democrático y no racista con la república obrera”.
Pero, al igual que lo decía Trotsky para Sudáfrica, hoy en Palestina “(…) Dejar a un lado o debilitar las consignas nacionales para no chocar con los chovinistas blancos en las filas de la clase trabajadora –en este caso, con la supuesta “clase obrera judía de Israel”-sería, por supuesto, un oportunismo criminal. Las tesis plantean de manera admirable que a esos `socialistas´ que luchan por los privilegios de los blancos tenemos que señalarlos como los mayores enemigos de la revolución” (Negritas nuestras). Usted, camarada, lamentablemente, hoy, frente a la revolución Palestina, ha elegido, por ahora –y, creemos nosotros que confundido, y por ello lo llamamos a la reflexión- la trinchera equivocada: se ha ubicado del lado de esos “socialistas” que, como Krivine, como Altamira y su grupo en Israel, defienden los privilegios de los sionistas; es decir, se ha ubicado en la trinchera de los mayores enemigos de esa grandiosa revolución.
La supuesta “clase obrera israelí”: una capa arrogante y privilegiada de aristocracia obrera sionista, aliada al imperialismo y a la burguesía sionista y sostén de un estado fascista.
Queremos aclararle que, por nuestra parte, fue completamente adrede que pusimos en nuestras declaraciones que la única clase obrera que existe hoy en el Estado sionista-fascista de Israel es la clase obrera palestina: sabíamos que era la única forma de desnudar a todos los pro-sionistas que usurpan las banderas de la IV Internacional – incluso a aquellos que quisieran ocultar su capitulación al sionismo hablando en general sobre la “destrucción del Estado de Israel”-, que iban a poner el grito en el cielo inmediatamente en defensa de los derechos de la supuesta “clase obrera israelí”.
Pero veamos entonces qué es esa supuesta “clase obrera israelí” de la que usted nos habla. La supuesta “clase obrera judía” del Estado sionista-fascista de Israel, no es sino una capa arrogante y privilegiada de aristócratas obreros sionistas, aliados al imperialismo y a la burguesía sionista, comprados y pagados con las superganancias que obtienen la burguesía sionista y los monopolios imperialistas de la superexplotación de la clase obrera palestina, y de las colonias y las semicolonias, para que sostengan y defiendan al Estado de Israel y a su burguesía para que éstos puedan cumplir su rol de gendarmes del imperialismo en la región.
Su posición de hablar en general de una supuesta “clase obrera israelí” niega el leninismo de la A a la Z, puesto que, según sabemos los revolucionarios, la clase obrera no es una clase homogénea sino que el advenimiento de la época imperialista produce el surgimiento de la aristocracia y la burocracia obrera en las filas del proletariado. Así, dice Lenin: “…el monopolio da superganancias, es decir, un exceso de ganancias por encima de las normales, acostumbradas, del capitalismo en todo el mundo. Los capitalistas pueden gastar una parte de esas superganancias (e incluso una parte no pequeña) para corromper a sus obreros, creando algo así como una alianza”(…)” de los obreros de un país con sus capitalistas contra los demás países”(…)”por una parte, la tendencia de la burguesía y de los oportunistas a convertir el puñado de naciones más ricas, más privilegiadas, en eternos parásitos sobre el cuerpo del resto de la humanidad, a dormir `sobre los laureles’ de la explotación de los negros, los indios, etc., teniéndolos sujetos por medio de militarismo moderno, provisto de una magnífica técnica destructora. Por otra parte, la tendencia de las masas, que son más oprimidas que antes, que soportan todos los martirios de las guerras imperialistas; tendencia a arrojar de sus hombros ese yugo, a derribar a la burguesía. La historia del movimiento obrero se desarrollará ahora inevitablemente en la lucha entre estas dos tendencias. Porque la primer tendencia no es resultado de la casualidad, sino que tiene un `fundamento económico’ (…)Lo más importante es que ha madurado y se ha producido la separación económica de un sector de la aristocracia obrera hacia la burguesía. Este hecho económico, esta mutación en la relación entre las clases encontrará sin especial `dificultad’ una u otra forma política.” (El imperialismo y la escisión del socialismo). Ese hecho económico encontró a lo largo del siglo XX, su expresión política en el surgimiento de los partidos obreros contrarrevolucionarios, primero en la socialdemocracia, luego en el stalinismo, y también en las corrientes centristas y oportunistas que se adaptan a ellos, y por esa vía, a la aristocracia obrera.
La creación ficticia, a sangre y fuego, del Estado sionista-fascista de Israel, implicó la compra de esa capa de aristócratas obreros sionistas privilegiados, para actuar, junto a la pequeña burguesía sionista, como fuerza de choque contra el proletariado palestino. Por eso, la calificación que hacemos del Estado sionista de Israel como “fascista” – sobre la que usted no se pronuncia ni hace mención- , no es una calificación sentimental, dictada por el horror de las masacres, del genocidio, de la reclusión de los palestinos en ghuettos y campos de concentración, de su reducción a la esclavitud y al apartheid, sino que es una caracterización científica: es un estado creado artificialmente sobre la base de la utilización –por parte del capital financiero imperialista y de la gran burguesía sionista-, de la pequeñoburguesía sionista (entre ella, los colonos judíos fascistas) y la aristocracia obrera (organizada en sindicatos fascistas como lo es la Histadrut) como fuerza de choque para aplastar a la clase obrera y el pueblo palestino.
La supuesta “clase obrera israelí” que usted tan arduamente defiende, no tiene nada que envidiarle a la aristocracia obrera blanca en la Sudáfrica del apartheid. Así decía León Trotsky:
“El proletariado del país está constituido por parias negros atrasados, y por una privilegiada, arrogante, casta de blancos. Aquí reside la principal dificultad (…).El peor crimen de parte de los revolucionarios sería hacer la menor concesión a los privilegios y prejuicios de los blancos. Quien le dé aunque sea el dedo meñique al demonio del chovinismo, está perdido”. (Sobre las Tesis sudafricanas – a la sección sudafricana, 20/04/35).
De la misma manera, hoy en Palestina lo que hay es un proletariado constituido por parias palestinos reducidos a la esclavitud, y una privilegiada y arrogante casta de aristocracia obrera sionista comprada por el imperialismo y por su burguesía. En estas circunstancias, pregonar la “unidad” de la clase obrera en general significa hacer todas las concesiones a los privilegios y prejuicios de esa aristocracia obrera sionista, significa darle no ya el dedo meñique, sino el brazo entero al demonio del chovinismo, que, lamentablemente, es lo que usted está haciendo hoy con la posición que sostiene en su documento.
¿Una política para subordinar a la clase obrera y el pueblo palestino revolucionarios a la aristocracia obrera sionista que sostiene al Estado de Israel, o un programa revolucionario para impulsar el surgimiento de los soviets y el armamento del proletariado y para preparar la insurrección triunfante del proletariado y el pueblo palestino?
De su documento, camarada –como ya hemos citado-, pareciera deducirse que usted apoyaría (aunque críticamente por ni estar dirigida por un partido de tipo bolchevique-leninista) la revolución palestina hoy en curso. Pero, como sabe todo revolucionario serio, no basta con declamar el apoyo general ante una revolución: los trotskistas levantamos un programa revolucionario y una estrategia para que el proletariado y los oprimidos puedan llevarla al triunfo.
Y aquí está el problema más serio con usted, camarada, puesto que todo el “programa” que usted levanta frente a esta grandiosa revolución se limita a la generalidad de “revolución socialista en Palestina, destrucción del Estado sionista de Israel y unidad de los trabajadores palestinos con los judíos”. ¡Esto no es serio, camarada! ¡Díganos cuándo, frente a qué revolución, el trotskismo y la IV internacional se limitaron a levantar semejante caricatura de “programa revolucionario”! ¡Es usted quien tiene que demostrarnos que el trotskismo intervino con un “programa” de “revolución socialista y unidad” en general en la revolución china de 1925-27, en la Revolución española de 1931-36, en la revolución francesa, en Alemania, etc.!
Queda claro que, como no nos cansaremos de repetir, la revolución palestina –como toda gran revolución- divide aguas, puesto que lo que define si se es revolucionario o no, es el programa que se levanta ante la misma.
Contra su caricatura de “programa revolucionario”, los trotskistas principistas del COTP (CI) hemos escrito que en Palestina los trabajadores y el pueblo han iniciado una revolución que hemos definido como de tipo de “febrero”: esto es, una insurrección revolucionaria espontanea e inmadura de las masas que, sobrepasando a sus direcciones, descalabraron y quebraron las instituciones y mecanismo de coerción (al Estado de Israel y a su ejército, a la propia ANP y su policía palestina), pero, sin un plan organizado, sin objetivos claros, y sin una dirección revolucionaria a su frente, las masas no lograron hacerse del poder; aunque sí constituyeron su propio poder en los campamentos y ciudades palestinas, que no es otro de las masas armadas que los controlan con sus milicias, estableciendo una situación de doble poder. “En los territorios autónomos la legalidad revolucionaria choca con la legalidad política y constitucional”, se ve obligado a reconocer incluso un diario burgués imperialista como Le Monde (edición en español, marzo del 2001).
Por ello, para que los trabajadores y el pueblo palestino puedan llevar hasta el final, a su triunfo, esta gran revolución, la clave de la política y el programa de los revolucionarios debe ser la lucha por impulsar y extender los organismos de doble poder, de democracia directa de las masas, y su armamento. La clave es luchar por fortalecer ese doble poder poniendo en pie comités overos y campesinos en los campamentos –verdaderos soviets-, por extender y fortalecer las milicias de los campamentos transformándolas en verdaderas milicias obreras, en Gaza, en Cisjordania, y también en Líbano y Jordania donde vive actualmente la mayoría del pueblo palestino. Este es el camino para llevar hasta el final la revolución que han iniciado para conquistar su independencia expulsando al invasor, recuperar sus tierras, sus casas, terminar con las masacres, la desocupación, la miseria y la hambruna, es decir, el de la preparación de una insurrección consiente y organizada que destruya al Estado sionista-fascista de Israel e imponga un estado palestino laico, democrático y no racista bajo un gobierno obrero y campesino de las masas palestinas insurrectas, auto organizadas y armadas, para lo que necesitan tener a su frente un partido revolucionario cuartainternacionalista que enfrente a las direcciones nacionalistas burguesas como las de Arafat, Hamas, Hizbolla, etc.
Pero su caricatura de programa, camarada, no dice una palabra de la lucha por los soviets. ¡Nosotros estamos con León Trotsky, que planteara con claridad que quien frente al inicio de una revolución no pusiera en el centro del programa la lucha por los soviets y el armamento del proletariado, es un traidor a los intereses de la clase obrera! Todas las direcciones nacionalistas burguesas que las masas palestinas tienen a su frente, son enemigas declaradas del doble poder, de la autoorganización de las masas palestinas, de que éstas lleven hasta el final la revolución que han iniciado, puesto que esto significo no sólo la destrucción del Estado de Israel, la expropiación a la burguesía sionista y a los monopolios imperialistas, sino también el ataque a la propiedad de la propia burguesía palestina y una amenaza a las burguesías árabes de toda la región. De la autoorganización de las masas y de su armamento es también enemigo acérrimo -¡por supuesto!- el sionismo, y también esa casta privilegiada de aristócratas obreros sionistas que usted denomina “clase obrera judía” y a la que llama a subordinarse a la clase obrera y el pueblo palestino.
No existe tampoco en su caricatura de “programa” la lucha por el armamento del proletariado palestino, camarada, cuando los trabajadores y el pueblo palestino ya se han armado –asaltando las comisarías palestinas, robándoselas al propio ejército israelí-, y han establecido un doble poder de hecho con las milicias de los campamentos. Lo único que impide hoy que las masas hagan uso de las armas que ya tienen y que pongan en pie verdaderas milicias obreras y campesinas para preparar la insurrección, son las direcciones nacionalistas burguesas de Al Fatah, Hizbolla, Hamas, etc., que quieren seguir obligándolas a pelear con piedras contra el quinto ejército más poderoso del mundo armado y financiado por el imperialismo, mientras utilizan el método del terrorismo individual como mecanismo de presión y chantaje para que las burguesías árabes, los jeques y los ayatollahs –explotadores y opresores de la clase obrera y los pueblos árabes- puedan regatear en mejores condiciones con el imperialismo su tajada de la renta petrolera.
Por ello, para enfrentar a esas direcciones nacionalistas burguesas, para desnudarlas a los ojos de los trabajadores y las masas palestinas, hay que luchar por la disolución y el desarme de la policía palestina –brazo armado de Arafat y la burguesía árabe- y por la confiscación de sus armas a favor de las milicias de los campamentos; hay que luchar por que esas milicias de campamentos se transformen en verdaderas milicias obreras y campesinas. A todo miliciano de Al Fatah, de Tanzim, de Hamas, de Hizbolla hay que exigirle que, si dice apoyar la revolución y luchar por su triunfo, si dice luchar por destruir al Estado de Israel, se ponga inmediatamente al servicio de extender y organizar las milicias obreras en las ciudades y campamentos palestinos, subordinándose y disciplinándose a los organismos de autoorganización de los obreros y campesinos. Así, si se niegan a hacerlo, quedará claro ante los ojos de las masas que están al servicio de la burguesía nacional palestina, cómplice del Estado de Israel, y las masas no tardarán en hacerles correr la suerte que les toca a los colaboracionistas.
La clave entonces frente a la revolución palestina, es levantar un programa revolucionario para impulsar el surgimiento de los soviets y el armamento del proletariado, luchando en el seno de los organismos de democracia directa de las masas por derrotar a las direcciones nacionalistas burguesas y pequeñoburguesas que intentan impedir que éstas avancen por ese camino, y por ganar la dirección de la clase obrera y las masas para preparar la insurrección que destruya al Estado de Israel e imponga un estado palestino laico, democrático y no racista bajo un gobierno obrero y campesino de las masas palestinas insurrectas, basado en su autoorganización y armamento, en el camino de la conquista de una Federación de Repúblicas Obrero-Campesinas de Medio Oriente.
Y usted, camarada, que dice apoyar la revolución en curso, no dice nada de todo esto, levanta una caricatura de programa y se limita a plantear, una y otra vez, la necesidad de la “unidad de los trabajadores palestinos con los trabajadores judíos”.
Llegado este punto, es necesario decirlo con toda claridad: la supuesta “unidad de la clase obrera judía con los trabajadores palestinos” de la que usted nos habla, no es otra cosa que la total y completa subordinación de la clase obrera y el pueblo palestino insurrectos a esa casta arrogante y privilegiada de aristócratas obreros sionistas defensores del imperialismo, de su burguesía sionista y de su estado gendarme del imperialismo. Y esto es así porque para que se realice esa “unidad” que usted pregona, hay una condición: que la clase obrera y el pueblo palestino renuncien a su lucha histórica por su independencia, por la destrucción del Estado de Israel, por una Palestina laica, democrática y no racista y por un gobierno obrero y campesino de las masas palestinas, y reconozcan el “derecho a la autodeterminación” de la supuesta “nación judía” , su “derecho” a usurpar el territorio palestino, es decir, que reconozcan al Estado de Israel. Esto es ¡la misma posición de Arafat y la OLP, del sionismo y del imperialismo; la misma posición que fue la base de la imposición de los acuerdos contrarrevolucionarios de Oslo contra los cuales se insurreccionaron las masas palestinas y que, con su revolución, han hecho saltar por los aires!
La posición de los trotskistas principistas es opuesta por el vértice a la suya, y es continuidad de la que planteaba León Trotsky para Sudáfrica en la década del `30:
“El partido revolucionario tiene que plantearle a todo obrero blanco la siguiente alternativa: o con el imperialismo británico y la burguesía blanca de Sudáfrica, o con los trabajadores y campesinos negros contra los señores feudales y esclavistas blancos y sus agentes en las filas de la clase obrera”.
De la misma manera, hoy, en Palestina, los trotskistas principistas del COTP, hay un único “derecho” que le reconocemos a esa casta arrogante de aristócratas obreros sionistas: el de pasarse inmediatamente con armas y bagajes a las filas de la clase obrera y el pueblo palestino, a ir a los ghettos y campos de concentración de Gaza y Cisjordania a ponerse en la primera línea de combate para tirar contra su propia burguesía sionista, para luchar y morir por la destrucción del Estado sionista fascista de Israel, por el triunfo de la insurrección palestina, por la independencia de Palestina y por un estado palestino laico, democrático y no racista bajo un gobierno obrero y campesino de las masa palestinas insurrectas. ¡Es la única forma revolucionaria de plantear la unidad!¡Sólo así en posible la unidad, sólo así los trabajadores y jóvenes judíos que abracen la causa de la revolución palestina encontrarán su lugar en los comités obreros y campesinos y en las milicias obreras!
Su visión, camarada, es una posición completamente pacifista, que niega que toda revolución implica una guerra civil no solo contra la burguesía, sino al interior del propio proletariado, contra la aristocracia y la burocracia obrera, agentes de la burguesía en el movimiento obrero.
Así ya lo decía la III Internacional: “Uno de los obstáculos más grandes para el movimiento obrero revolucionario en los países capitalistas más desarrollados deriva del hecho de que, gracias a las posesiones coloniales y a la plusvalía obtenida por el capital financiero, la burguesía ha podido crear una pequeña aristocracia obrera relativamente importante y estable. Esta se beneficia obteniendo mejores retribuciones y por ello, posee un estrecho espíritu corporativo, prejuicios capitalistas y pequeñoburgueses. Constituye el verdadero apoyo social de la Segunda Internacional, de los reformistas y ´centristas´ y en la hora actual, el principal punto de apoyo de la burguesía dentro del movimiento obrero. No es posible una preparación previa del proletariado para derribar a la burguesía sin una lucha directa, sistemática, prolongada, declarada, abierta, contra esa pequeña minoría que, sin lugar a dudas, (como lo ha demostrado la experiencia), dará muchos de sus miembros a la guardia blanca de la burguesía después de la victoria del proletariado”. (Las tareas principales de la Internacional Comunista, julio de 1920).
Por ello, la lucha revolucionaria de la clase obrera y el pueblo palestino por la destrucción del Estado sionista-fascista de Israel, por poner en pie los soviets y las milicias obreras y por preparar la insurrección incluye una “lucha directa, sistemática, prolongada, declarada, abierta”, una verdadera guerra civil también contra esa aristocracia obrera y esa burocracia obrera fascista de la Histradut, que le ha dado ya muchísimos de sus miembros a la guardia blanca de la burguesía sionista del Estado de Israel y del imperialismo, cuyos “derechos” usted defiende con tanto ahínco y a la que llama usted a subordinarse a la gran mayoría de parias sin ningún derecho que son los trabajadores y explotados palestinos.
Usted niega así una de las tareas centrales del proletariado para avanzar hacia el triunfo de la revolución socialista: la derrota de la aristocracia y burocracia obrera. Reniega, de hecho, del Programa de Transición que incluye como parte del programa para la revolución política en la URSS que “Es necesario expulsar de los soviets a la aristocracia y a la burocracia obrera”. Trotsky respondía así a las objeciones que a esa consigna hacia un militante en una carta:
“Mi corresponsal –como ya dije- considera que los criterios en lo que toca a la burocracia y a la aristocracia son incorrectos, ´mal definidos´, puesto que conducen a la exclusión a priori de decenas de millones” (en el caso de la supuesta “clase obrera israelí”, según su visión, nuestra posición conduciría a la exclusión a priori de unos centenares de miles de “obreros judíos”). “Precisamente en esto reside el error central del autor de la carta. No es una cuestión de una ´definición´ constitucional que se aplica sobre la base de calificaciones jurídicas permanentes, sino de la autodefinición real de los campos en lucha. Los soviets solo pueden surgir en el curso de una lucha decisiva. Serán creados por aquellas capas de los trabajadores que sean arrastrados al movimiento. La importancia de los soviets consiste precisamente en el hecho de que su composición no se determina por criterios formales, sino que por la dinámica de la lucha de clases. Ciertas capas de la ´aristocracia´ soviética vacilaran entre el campo de los obreros revolucionarios y el campo de la burocracia. El que estas capas entren en los soviets y en qué fase, dependerá del desarrollo general de la lucha y de actitud que los diferentes grupos de la aristocracia soviética adopten en esta lucha. Aquellos elementos de la burocracia y de la aristocracia que, en el curso de la revolución, se pasen al lado de los insurrectos, también encontraran indudablemente un lugar en los soviets. Pero esta vez no como burócratas y ´aristócratas´, sino como participantes en el levantamiento contra la burocracia” (Conversaciones sobre el Programa de Transición, “Es necesario expulsar de los soviets a la burocracia y a la aristocracia” 4/7/1938).
De la misma manera, y salvando todas las distancias de la analogía, hoy en Palestina no se puede hablar de la “unión de los proletarios de cualquier nacionalidad” en general, como hace usted para intentar ocultar su defensa de los privilegios de la aristocracia obrera sionista, sino que la única posibilidad de unidad entre el proletariado y los explotados palestinos que nos quienes están protagonizando la revolución, y algún sector de esa aristocracia obrera sionista, dependerá de la “autodefinición real de los campos en lucha” y de la actitud que esta adopte frente a la revolución. Aquellos elementos que, en el curso de la revolución, se pasen del lado de los insurrectos –la clase obrera y el pueblo palestino- encontraran un lugar en el combate y en los soviets y en las milicias no ya como aristócratas obreros sionistas sino como participantes de la insurrección palestina por la destrucción del estado de Israel. Por la negativa, los que se queden defendiendo al imperialismo y al estado sionista-fascista, deberán ser tratados sin ninguna contemplación como enemigos del proletariado y el pueblo palestino.
Usted dice “apoyar” la revolución de los trabajadores y el pueblo palestino, pero en su documento no existe la palabra “insurrección”, ni la necesidad de prepararla conscientemente. Hoy, cuando el imperialismo y la burguesía sionista con Sharon a la cabeza han lanzado un intento kornilovista para aplastar la revolución palestina, con la entrada de tanques israelíes y de topadoras a los campamentos palestinos, con los bombardeos recurrentes, cuando las milicias palestinas de los campamentos los enfrentan, y ha empezado así la guerra civil abierta, el seguir hablando de la “unidad de los trabajadores palestinos y judíos en general”, como viene haciendo usted, configuraría una traición. En la guerra civil las trincheras son claras: todo obrero o joven judío que quiera apoyar la revolución palestina hoy el único camino que tiene es el de desertar del campo sionista, ir a los campamentos palestinos, integrarse a la milicia y combatir contra el Estado de Israel y su ejército, por su destrucción y por el triunfo de la insurrección palestina.
Y lo mismo vale para usted, camarada. Frente a la guerra civil, se le ha acabado el tiempo: o se ubica ya, incondicionalmente, en la trinchera de los trabajadores y el pueblo palestino, o quedara en la otra trinchera, la de los enemigos mortales de esa revolución, y entonces, lo que hasta aquí puede haber sido, de su parte, producto de la confusión, de la infición de las capitulaciones del oportunismo al sionismo, de cincuenta años de crisis y degeneración de la IV Internacional, se transformará en una traición abierta y consiente a los intereses históricos del proletariado mundial, en su propio “cruce del Rubicón”.
UNA POSICIÓN QUE NIEGA QUE LA REVOLUCIÓN ARGENTINA HOY ES LA VANGUARDIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA DE TODAS LAS MASAS ÁRABES CONTRA EL ESTADO SIONISTA FASCISTA DE ISRAEL Y QUE SE NIEGA A LUCHAR POR LA UNIDAD DE LAS MASAS ÁRABES EN UNA SOLA RECOLUÓN CONTRA EL IMPERIALISMO, EL ESTADO DE IRAEL Y LAS BURGUESÍAS ÁRABES
Como ya dijimos, usted nos habla de una “revolución socialista palestina” en general, niega el carácter nacional de la revolución palestina, niega las tareas democrático-revolucionarias que son su motor, etc., y se la pasa abogando por la “unión de los trabajadores palestinos con los judíos”.
Pero no dice una palabra –y esto ya es una escándalo de capitulación al sionismo, como al imperialismo y a las burguesías nacionales árabes explotadoras y opresoras de que la primer gran tarea hoy frente a la revolución palestina es la lucha por la unidad de los trabajadores y el pueblo palestino, con las masas explotadas de todas las naciones árabes, puesto que su revolución es parte indisoluble de una misma revolución de todas las masas árabes contra el imperialismo y su gendarme en Medio Oriente, y contra las burguesías nacionales cipayas y socias menores del imperialismo en la explotación y expoliación de sus pueblos. ¡Cómo pueden hoy escribirse 6 carillas completas sobre la cuestión nacional en Medio Oriente sin mencionar esto! ¡Cómo puede pretenderse “apoyar” la revolución actual del pueblo palestino sin poner en el centro del programa revolucionario esta cuestión, sin lanzar el grito de guerra de “¡Una sola nación árabe, una sola revolución!” !!!
Usted, en su afán de defender los derechos de una supuesta “nación judía” y de su supuesta “clase obrera” niega el carácter internacionalista de la revolución palestina. Es una posición completamente nacional-trotskista (y por ello, completamente, antitrotskista) que niega que el Estado de Israel es un enclave del imperialismo que tiene el rol de actuar como su gendarme no solo contra el pueblo palestino sino contra el conjunto de los pueblos árabes que niega que la creación de dicho estado fue un golpe contrarrevolucionario terrible no sólo contra el pueblo palestino sino contra el conjunto de las masas explotadazas y oprimidas de las naciones árabes. Es una posición que niega que esa supuesta “clase obrera judía” de la que usted nos habla, esa casta arrogante y privilegiada de aristocracia obrera sionista, lo es no sólo en relación a la clase obrera palestina superexplotada y esclavizada sino que también que lo es también en relación al conjunto de la clase obrera de todas las naciones semicoloniales árabes.
La lucha por la destrucción del Estado de Israel y por la expulsión de las tropas imperialistas de la región, es una tarea democrático revolucionaria y antiimperialista que motoriza hace cincuenta años no sólo la lucha de los trabajadores y el pueblo palestino -tanto en la palestina ocupada como en los campamentos de refugiados, de Jordania y en el Líbano, donde hoy se concentra la mayoría del pueblo palestino- sino de la clase obrera y los explotados de todas las naciones árabes, de Egipto, de Siria, de Irak, Irán, etc.
¡Y usted nos habla de “revolución socialista en palestina” en general” y de “unión de los trabajadores palestinos con los judíos”! Pero, camarada usted está mil kilómetros por atrás de las masas irakíes que por millones se inscribieron como voluntarios para ir a pelear a Palestina, de las masas yemenitas, egipcias, etc., que por centenares de miles y por millones se movilizaron en apoyo de la revolución palestina.
Y hoy, cuando ya ha comenzado la guerra civil en Palestina, cuando hace pocas semanas atrás lo carniceros imperialistas yanquis y británicos, volvieron a bombardear al pueblo iraquí, cuando el imperialismo y el sionismo se preparan para ahogar en sangre a la revolución palestina, cuando las milicias de los campamentos se enfrentan todos los días al ejército asesino israelí, usted, como ya hemos demostrado, no sólo no dice una palabra sobre la necesidad de los soviets y el armamento generalizado de los trabajadores y el pueblo palestino, sino que no lucha por la unidad de los mismos con el conjunto de las masas árabes. Cuando está planteado luchar por poner en pie verdaderas milicias obreras, no sólo en los campamentos dentro del territorio de la Palestina ocupada, sino también en el Líbano, de dónde el ejército israelí tuvo que huir humillado y donde hoy todo el sur de ese país está bajo control de las milicias palestinas; lo mismo que Jordania donde los palestinos son el 40% de la población; cuando está planteado llamar a las organizaciones obreras –y máxime ahora cuando ha comenzado la guerra civil abierta- a que tomen en sus manos y hagan suya la voluntad de las masas árabes de ir a combatir a Palestina organizando ya milicias obreras internacionales, usted se calla la boca y se dedica a pregonar… “la unión de los trabajadores palestinos con los judíos”.
De esta manera, usted se pone no sólo a los pies del sionismo y del imperialismo, sino también a los pies de Arafat y las burguesías árabes de la región, todas ellas sostenedoras del plan Clinton, puesto que temen más que a la peste la posibilidad de que la revolución de los trabajadores y el pueblo palestino y la guerra civil que ha comenzado termine por transformarse en guerra revolucionaria del conjunto de las masas árabes contra el imperialismo y el sionismo, y contra las propias burguesías árabes explotadoras.
Su completa capitulación queda clara ante su absoluto silencio sobre el hecho que la condición indispensable para la unidad de las masas árabes contra el imperialismo y el Estado sionista-fascista de Israel es su ruptura con las burguesías nacionales árabes explotadoras, socias menores del imperialismo y cómplices del estado sionista. Usted se niega a luchar por que, en el camino de su lucha revolucionaria por la destrucción del Estado sionista-fascista de Israel, por la expulsión del imperialismo, por la conquista de una Palestina laica, democrática y no racista bajo un gobierno obrero y campesino de las masas palestinas insurrectas, la clase obrera y los explotados de Egipto, de Irak. De Irán, de Jordania, Líbano y todas las naciones árabes, derroquen a sus propias burguesías nacionales, instauren gobiernos obreros y campesinos, en el camino de una Federación de Repúblicas Obrero-campesinas de Medio Oriente.
¡Y usted pretende que las masas palestinas y las masas árabes renuncien a todo esto… para no lesionar el “derecho a la autodeterminación nacional” de la supuesta “nación judía!”
Camarada, a esta altura, queda claro que con la posición que levanta, usted no está por el triunfo de la actual revolución palestina, que, por el contrario, usted es enemigo de esta grandiosa revolución. Y si esta posición suya es producto de la incomprensión, producto de la inficción del oportunismo que ha llevado a la degeneración a la IV Internacional, revisando y destruyendo su teoría, su estrategia y su programa, sumiéndola en una crisis que ya lleva casi medio siglo, queremos con este debate duro pero fraternal, contribuir a que usted comprenda hasta dónde lo lleva su posición: a la total y absoluta capitulación al sionismo, al imperialismo y a las burguesías nacionales cipayas de Medio Oriente. Esperamos que este debate contribuya a que usted revea esta posición –a la brevedad puesto que el inicio de la guerra civil abierta ya no le da más tiempo-, y a que se ubique en la trinchera correcta, del lado del programa revolucionario del trotskismo principista.
¡FUERA LAS MANOS DE LOS ALTAMIRISTAS, MORENISTAS, MANDELISTAS, Y DE TODOS LOS REVISIONISTAS Y OPORTUNISTAS DE LA IV INTERNACIONAL Y DEL HEROICO PUEBLO PALESTINO!
Usted dice en su documento: “Es penoso que todo esto se produzca en una corriente trotskista que sostiene que defiende el trotskismo principista. Otros son al menos más honestos, dicen: “somos morenistas”, o “somos posadistas”, y al menos asumen ellos (mediante su “gurú”) la responsabilidad. Pero ustedes hacen responsable a León Trotsky y a Abraham León”. Esta posición suya es una gran mentira, y una lavada de cara como hacía tiempo no veíamos a cuanto morenista, mandelista, altamirista –esto es, oportunistas y revisionistas usurpadores de las banderas de la IV Internacional- ande suelto: todos ellos, a revés de lo que usted dice se dicen “trotskistas”, hablan en nombre del trotskismo y de la IV Internacional “refundada”, “reconstruida”, etc., e intentan ocultar detrás de sus banderas sin mácula las más asquerosas traiciones y capitulaciones como, en el caso de la revolución palestina, al sionismo y al imperialismo. Lamentablemente, hoy usted, con su posición frente a la revolución palestina, ha comenzado a caminar sobre sus mismas huellas.
Queda clarísimo que, como toda gran revolución, la revolución palestina tiene la virtud de despejar la polvareda, limpiar el panorama, dividir aguas y mostrar quién es quién entre los que hablan en nombre de la IV Internacional y el trotskismo en todo el planeta. Muestra a las claras que Alain Krivine y la LCR, el legislador Altamira, el PO y su remedo de Internacional dos y media, el PTS de Argentina que habla –como usted- del “derecho a la autodeterminación” en general; otros que intentan argumentos más excéntricos como el de hablar de la “unidad” entre los “hebreo-parlantes” y los “árabe-parlantes” para tratar de meter por la ventana la misma política de “unidad con la clase obrera israelí”, todos tienen la misma posición: se han alineado con el sionismo en la defensa del Estado de Israel y del plan imperialista de “dos estados”, contra la heroica revolución de los trabajadores y el pueblo palestino por su independencia, por destruir al estado sionista-fascista, por expulsar al imperialismo y conquistar un estado palestino laico, democrático y no racista bajo un gobierno obrero y campesino de las masas palestinas insurrectas, como paso en el camino de una Federación de Repúblicas Obrero-Campesinas de Medio Oriente.
Su posición, camarada, como hemos demostrado, rompe absolutamente con la Teoría-programa de la revolución permanente, con las resoluciones revolucionarias de la IV Internacional de 1948 –antes de que el cáncer pablista y centrista la hiciera estallar-, rompe con la teoría leninista sobre el imperialismo y rompe también con Abraham León. En suma, no deja piedra sobre piedra del marxismo revolucionario, y lo pone, lamentablemente, al lado de los Krivine y de los Altamira, a los pies del sionismo.
Es claro, frente a esta situación, los acuerdos de principios que habíamos comenzado a lograr alrededor de la lucha contra los remedos de Internacionales dos y media, contra el cretinismo parlamentario y de la tarea de la lucha por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en los ex – estados obreros en liquidación, están hoy completamente en cuestión. Es que no sólo las resoluciones revolucionarias son la garantía para seleccionar a los que no traicionan al proletariado en la hora de la tormenta –como decíamos, citando a Lenin, en nuestra lucha en común contra Altamira y su Internacional dos y media-, sino, y fundamentalmente, es la propia revolución, frente a la cual se prueban hoy las teorías, los programas y también la calidad de los revolucionarios, y que delimita y separa, blanco sobre negro, a centristas y oportunistas traidores de revolucionarios. Por ello, nuestra lucha hoy es por un reagrupamiento internacional de todos aquellos que reivindicándose del trotskismo, levanten un programa revolucionario para la gran revolución palestina –más allá de las diferencias históricas o actuales que tengamos en otros terrenos-, para golpear como un solo puño en todo el planeta por el triunfo de la misma, y para impedir que las limpias banderas de la IV Internacional se vean mezcladas en las traiciones asquerosas de los Krivine, los Altamira y todos los oportunistas lacayos del sionismo y el plan Clinton, cuestión ésta de vida o muerte para la IV Internacional.
Creemos, compañero que, lamentablemente, en el último año que ha pasado desde que diéramos juntos una correctísima pelea contra el remedo de Internacional dos y media de Altamira y el PO, usted ha preferido no ir hasta el final en la pelea, no ir hasta el final en la lucha por el reagrupamiento internacional del trotskismo principista, sino, por el contrario, mantener su “independencia”, ser cortejado de todo el mundo, no asumir ningún compromiso categórico con la estrategia y el programa revolucionarios.
Lamentablemente, creemos que está comenzando a actuar sobre usted la misma ley que actuó en los últimos diez años sobre grupos resistentes que surgían intentando resistir los aspectos los más derechistas y el revisionismo exacerbado de las corrientes centristas usurpadoras del trotskismo de las que provenían y que estallaran al calor delos acontecimientos de 1989. Esto es, está actuando sobre usted la ley que marca que estos grupos resistentes dispersos y aislados que en primer momento tienden a ir a la izquierda, al no avanzar hasta el final por el camino del trotskismo principista, de la lucha por un reagrupamiento internacional del mismo y del combate por la regeneración y refundación de la IV Internacional, terminan volviendo a girar a la derecha y degenerando ellos mismos. Este es el peligro que hoy se cierne sobre usted, compañero. Esta durísima polémica y discusión es parte de nuestra lucha denodada para impedirlo.
Hoy, en el marco del agravamiento de la situación mundial, de la tendencia más abierta al enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución, usted está frente a una verdadera encrucijada, una alternativa de hierro: o continúa priorizando su “independencia” (que, en última instancia, no es otra cosa que tener el “permiso” para ser “independiente”… del marxismo revolucionario), se dedica a tomar un poco de cada pretendiente a “partenaire” de los que lo cortejan y termina, como hoy frente a la grandiosa revolución palestina, nuevamente en el pantano del altamirismo, del morenismo, o de cualquier otra variante oportunista o centrista, a los pies del sionismo, de las direcciones traidoras y de los regímenes burgueses, o entra decididamente a la lucha activa y sin cuartel contra el revisionismo y el oportunismo de todo pelaje por un reagrupamiento internacional del trotskismo principista que permita enfrentarlo centralizadamente y como un solo puño en todo el planeta, como paso en el camino de la regeneración y la refundación de la IV Internacional sobre bases principistas.
ANEXO
¡Fuera las manos de Abraham Leon!
¡En defensa de sus escritos revolucionarios sobre la “cuestión judía”!
Usted está en su derecho de no coincidir con nuestra posición; incluso está en su derecho de levantar la posición escandalosamente pro-sionista que levanta. A lo que no tiene derecho es a falsear las posiciones de Abraham León para hacerle decir a éste lo contrario de lo que afirma, e intentar así hacerlo aparecer como un defensor de sus propias posiciones capitualdoras al sionismo y al imperialismo!!!
Una confusión, y una primera falsificación flagrante
Usted dice en su carta “Abraham León se refiere a la emigración interna de los judíos en Polonia, de las pequeñas ciudades o pueblos a las grandes ciudades; además, A.León escribe, evidentemente, antes de la proclamación del Estado Sionista. Sin embargo, lo mismo puede decirse de los judíos (sionistas) al emigrar en el siglo XX a Palestina (Israel). Se comienzan a diferenciar socialmente. Es decir, se creará un proletariado judío en Israel, cosa que ustedes niegan que exista. Ustedes niegan que exista un proletariado judío en Israel. La emigración casi en masa de los judíos a una gran ciudad como es Jerusalén, ¿No acarrea ningún tipo de diferenciación social? ¿Todos se dedican a lo mismo? Absurdo”.
Esta afirmación suya, creemos que parte de una gran confusión suya, de su incomprensión –como ya lo hemos explicado en nuestra respuesta- de la génesis y el rol del Estado sionista fascista de Israel. Abraham León, cuando hablaba de “diferenciación social del pueblo-clase”, se refería al surgimiento de un sector de proletariado judío en los países de Europa del Este, en Rusia y en los Estados Unidos, y a la emigración de las masas judías a las ciudades buscando un lugar en la producción bajo el impulso de las leyes intrínsecas del capitalismo que crea permanentemente un ejército industrial de reserva. Por el contrario, la “emigración” de judíos a Palestina, no se debió a leyes propias del capitalismo: los llevaron allí la burguesía sionista y el imperialismo como parte de la política contrarrevolucionaria consciente de ocupación de Palestina, de expulsión de los trabajadores y el pueblo palestino y de creación de un estado sionista-fascista artificial como enclave y gendarme del imperialismo. Además, jamás podría haberse referido Abraham León a un supuesto “proletariado judío en Israel”, puesto que en 1942, fecha en que escribió su obra, la ocupación sionista e imperialista de Palestina no se había producido aún, y no existía por tanto el Estado sionista-fascista de Israel.
Hasta aquí podemos hablar de confusión de parte suya, de un uso abusivo e irresponsable de los escritos revolucionarios de Abraham León. Pero, camarada, usted va más lejos todavía. Continúa diciendo “Ustedes se niegan a levantar la consigna de la unión de los trabajadores árabes y judíos de Medio Oriente y acusan a cualquiera que tan solo reconozca la existencia de un proletariado judío de capitular al sionismo. Y al mismo tiempo, ustedes afirman que su posición se deriva del libro de Abraham León. Abraham León era de otra opinión: `Y cuando, mañana, comiencen a caer en palestina las barreras nacionales, no hay duda (de) que se operará un fecundo acercamiento entre los trabajadores árabes y judíos, lo que producirá una fusión parcial o total´ (pág. 173, subrayado mío”. Y de esta afirmación de A. León, hecha 6 años antes de la creación del Estado de Israel, cuando Palestina era una colonia británica, usted infieren “Abraham León estaba por la unión de los trabajadores palestinos con los judíos en el (entonces) futuro estado sionista” (negritas nuestras).
Esta ya es una escandalosa y absoluta falsificación de Abraham León, que pedimos que retire inmediatamente. En la cita de León que usted transcribe, éste se refería con ella a la futura unidad de los trabajadores árabes –en una Palestina bajo dominio colonial británico-, con la minoría de trabajadores judíos en una lucha revolucionaria en común contra el colonialismo inglés, por la independencia de Palestina como nación árabe. En absoluto se refería a un “futuro estado sionista”, puesto que, como él mismo se encarga de aclararlo, veía muy poco probable su instauración “no se puede excluir un éxito relativo del sionismo en el sentido de la creación de una mayoría judía en Palestina e incluso de la formación de un `Estado Judío´, es decir, un estado sometido a la completa dominación del imperialismo inglés o norteamericano (…) Suponiendo incluso que el sueño sionista se realice y que la `injusticia secular´ sea reparada –y estamos lejos de ello- en nada se modificará la situación del judaísmo mundial”. (pág. 164). Es decir, Abraham León, apenas seis años antes de la creación del Estado de Israel, lo veía como una posibilidad remota, y apostaba a que la revolución proletaria en Palestina por su independencia nacional, contra el imperialismo inglés y contra los intentos de la burguesía sionista de crear un “estado judío”, conquistara la unidad de la clase obrera palestina con la minoría de trabajadores judíos, y resolviera el problema con el triunfo de la revolución proletaria y la instauración de la dictadura del proletariado.
Volvemos a insistir, camarada: ¿de dónde saca usted que Abraham León “estaba por la unión de los trabajadores palestinos con los judíos en el (entonces) futuro estado sionista”? ¡Le pedimos una vez más que retire esta falsificación flagrante!
Segunda falsificación
Su polémica parte de afirmar que nosotros seguimos sosteniendo que hoy, en el siglo XX, los judíos continúan siendo un pueblo-clase, que –a diferencia de lo que afirmaba Abraham León- no vemos que el advenimiento del capitalismo destruyó las condiciones materiales pre-capitalistas que habían permitido su subsistencia como tal durante 2000 años y que, negando el proceso de diferenciación social que comenzara a sufrir, negamos por lo tanto la existencia de un proletariado judío en general.
Le toca a usted demostrar una sola cita de todo lo que hemos escrito donde nosotros afirmemos esto. Para nosotros, es claro que el capitalismo, liquidando las relaciones de producción pre-capitalistas, produjo un proceso de diferenciación social al interior del viejo pueblo-clase. Como brillantemente lo explica Abraham León, en el siglo XIX (fundamentalmente en su segunda mitad), éste comienza a diferenciarse socialmente: surge una burguesía judía que, en Europa occidental, tiende a asimilarse rápidamente, y surge también un proletariado judío (sobre todo en Rusia y los países del este de Europa, siendo incluso en Polonia a principios del siglo XX el 25% de la clase obrera) que tiende a la unidad con el proletariado no judío en una lucha común contra la burguesía y que nutre las filas del movimiento revolucionario. Pero también dice Abraham León que el advenimiento de la época imperialista interrumpe esta tendencia a la asimilación –puesto que el imperialismo, que es reacción en toda la línea, no puede llevar hasta el final ninguna de sus tendencias- y crea la llamada “cuestión judía” en el siglo XX, esto es, el drama de enormes masas judías que no encuentran un lugar en la producción, y que deambulan emigrando en masa, lo que explica el surgimiento del antisemitismo moderno y da base al surgimiento del sionismo –el “retorno” a palestina- primero como ideología de la pequeño burguesía judía que luego es utilizada por la burguesía sionista y por el imperialismo británico y más tarde por el norteamericano.
Pero usted, camarada, termina polemizando con una posición falsa, inventada por usted, para tratar de ocultar que lo que usted está falsificando es la posición de Abraham León. Para ello, intenta hacerle decir a Abraham León –que fue asesinado en un campo de concentración nazi en 1942, seis años antes de la creación del Estado de Israel- que abría hoy, en Israel, un “proletariado judío”!!! Dice, citando a Abraham León: “Hecho nuevo e interesante, nace, por primera vez después de siglos, un proletariado judío. El pueblo clase comienza a diferenciarse socialmente”. Y usted agrega: “Lo que contradice la tesis, supuestamente marxista, de la LOI, de que en Israel ¡no hay proletariado judío!”
La discusión establecida con usted es sobre la existencia de la supuesta “clase obrera judía” del Estado sionista-fascista de Israel, y no sobre la existencia o no de un proletariado judío en general, sobre todo en los países del este de Europa y en Rusia, donde existían y existen aún hoy, amplias capas del proletariado de origen judío. ¡Abraham León debe estar revolviéndose en su tumba, al ver que hoy, más de cincuenta años después de su muerte, se intenta utilizar la posición revolucionaria y la grandiosa obra –una joya del materialismo histórico- de un trotskista que nació en el ghetto de Varsovia y que murió en un campo de concentración nazi, para levantar una posición que justifica al Estado sionista-fascista de Israel y a la capa privilegiada de aristócratas obreros sionistas que lo sostienen, ese estado que hace medio siglo mantiene a los trabajadores y el pueblo palestino en verdaderos ghettos y campos de concentración bajo un régimen de terror que no tiene nada que envidiarle al impuesto por Hitler contra las masas judías y no judías en Alemania y Europa del Este!
Tercera falsificación
Usted dice: “A. León dejó bien claro que, debido a la Diáspora, cabe hablar más bien de nacionalidades judías y no en singular. La ocupación de Palestina por los sionistas creará, decía A. León, una nueva nacionalidad judía, diferente a todas las demás (sefadri, ashkenazi, estadounidense, argentina, etc)”.
Esto ya es una total mentira: ¿nos puede señalar dónde, en qué página, dice eso que usted le hace decir, Abraham León?
Lo que dice Abraham León y que usted niega es:
“Por lo tanto ¿ni asimilación ni sionismo? ¿No hay solución entonces? No, no hay solución de la cuestión judía en el régimen capitalista, como tampoco hay solución a otros problemas que se plantea la humanidad, sin profundas conmociones sociales. Las mismas causas que hacen ilusoria la emancipación judía, imposibilitan la realización del sionismo. Sin eliminar las causas profundas de la cuestión judía, no se podrán eliminar sus efectos”. Y más adelante “La vida misma demuestra, pues, que el problema que tan agudamente divide al judaismo: asimilación o concentración territorial, sólo es esencial para los soñadores pequeñoburgueses. Las masas judías no aspiaran más que al término de su martirio. Esto sólo el socialismo puede lograrlo. Pero también debe dar a los judíos –al igual que lo hará con todos los pueblos- la posibilidad de asimilarse y la de tener una vida social particular” (…)
“El socialismo, en el dominio nacional, no puede proporcionar sino la democracia más amplia. Debe dar a los judíos la posibilidad de vivir una vida nacional en todos los países que habiten; de la misma manera, debe dar la posibilidad de que se concentren en uno o varios territorios, sin lesionar, naturalmente, los intereses de sus habitantes. Sólo la más amplia democracia proletaria puede resolver el problema judío con el mínimo de los sufrimientos”
Usted está falsificando abiertamente a Abraham León. Este habla de que sólo el socialismo podrá solucionar la cuestión judía, planteándoles a las masas judías todas las alternativas –asimilación, autonomía, o incluso territorio propio- y en ese sentido podría decirse que el socialismo podrá crear nuevas naciones. Así, dice Abraham León: “No se excluye la formación de nuevas naciones formadas por la fusión, o incluso por la dispersión, de las naciones existentes actualmente. Sea como fuere, en este terreno el socialismo debe limitarse a `dejar actuar a la naturaleza´”.
Pero, y como ya hemos explicado, todo esto que dice A. León que será tarea del socialismo, según usted, ya lo habría conseguido íntegra y efectivamente el imperialismo con la creación del Estado de Israel en Palestina. ¡Aquí termina de demostrarse, por si había alguna duda, de que usted rompe con el marxismo revolucionario del siglo XX para otorgarle un rol progresivo y redentor al capitalismo en su época imperialista, de decadencia y agonía del capital y de reacción en toda la línea!
Usted tergiversa a Abraham León queriéndole hacer decir todo lo contrario a lo que efectivamente dice: quiere hacerle afirmar que la creación a sangre y fuego del Estado sionista-fascista de Israel por parte del imperialismo, concentrando unos cuantos millones de judíos en el territorio usurpado a los palestinos, habría dado origen a una nueva “nación judía” que –tal como ya desnudamos en el artículo central-, sería para usted una legítima nación con un legítimo derecho a la autodeterminación a existir sobre la tierra robada a los palestinos. ¡Usted quiere hacer que Abraham León, enemigo mortal del sionismo y del imperialismo, se arrodille hoy ante ellos a su lado!
¡Fuera las manos de los defensores del sionismo de Abraham León!
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Remera de un soldado sionista un tiro, dos muertos
Masacre del sionismo al pueblo palestino de Deir Yassin, 1948
Los muros del oprobio levantados por el sionismo que cercan Gaza y Cisjordania
Intifada Palestina
Palestinos desplazados de sus tierras
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