Ucrania Abril de 2022
Ucrania 2014-2022:
revolución, contrarrevolución y guerra
por Eliza Funes
2014: El gobierno de Yanukovich buscaba aplicar el plan del FMI de entrega de la nación y brutal ataque a la clase obrera ucraniana
En el 2014, Ucrania estaba gobernada por Yanukovich, un multimillonario socio de Putin, ambos provenientes de la vieja nomenklatura stalinista contrarrevolucionaria que entregara la URSS al imperialismo.
El de Yanukovich fue, desde el ’89, el gobierno que aplicó con mayor ferocidad los planes del Fondo Monetario Internacional (FMI) de saqueo de Ucrania y de un brutal ataque a la clase obrera de ese país. La crisis ya había obligado a la migración de 2 millones de trabajadoras y trabajadores, que escapaban de la miseria espantosa de Ucrania e iban a trabajar como obreros de segunda a la Europa imperialista de Maastricht.
En el ‘89, cuando las ex repúblicas soviéticas de Eurasia se “independizaban” de Rusia, caían bajo las garras de las potencias imperialistas, que les sacaron -como lo siguen haciendo hoy- hasta la última gota de sus riquezas y de la explotación de sus clases obreras. Las nuevas clases poseedoras emergentes se asociaban rápidamente con el capital financiero internacional como socios menores. Esos países burgueses nacieron entonces ya directamente como colonias o semicolonias.
Este también fue el caso de Ucrania, que tuvo distintos gobiernos burgueses emergentes del viejo partido stalinista. Estos gobiernos solo acentuaron el sometimiento de la nación ucraniana al imperialismo. A su vez, esa misma burguesía sostenía parte de los negocios que la vieja Ucrania soviética tenía con Rusia. Así sucedía en la región del Donbass, cuya minería estaba articulada en una división del trabajo ligada al aparato industrial militar ruso en la frontera este de Ucrania.
La Ucrania que se declaraba “independiente” terminó siendo, en manos de la burguesía, una nación semicolonial oprimida, un eslabón y un camino de Rusia al Glacis y a la Europa imperialista. Es una de las naciones más ricas y codiciadas por las potencias imperialistas a partir de la restauración capitalista del ‘89, y un punto de salida clave de Rusia hacia Europa, de las enormes riquezas gasíferas. Ucrania es un productor clave a nivel mundial de commodities. Posee enormes riquezas, pero succionadas por el imperialismo, mientras se encuentra totalmente endeudada con el FMI.
En el ’89, entonces, emerge una Ucrania quebrada, en grave crisis, a la que Moscú, primero con Yeltsin y luego con Putin, le tiró inclusive parte de la deuda externa rusa con el imperialismo, para que sea la “Ucrania independiente” la que la pague. El gobierno de Yanukovich, que asume en el año 2010, sostenido por Moscú, bajo el mando del FMI, largó una ofensiva fondomonetarista que estaba estrangulando a la nación y arrasando con todas las conquistas de la clase obrera y el pueblo pobre.
Una fenomenal crisis había estallado. La nación entraba en cesación de pagos, con una deuda externa que representaba el 80% de su PBI. Se profundizaba la crisis social, con obreros que ganaban menos de 50 euros, tarifazos, crac, default y, ante la tendencia a la irrupción de masas y el odio generalizado hacia el gobierno, se abrían brechas en las alturas donde la burguesía ucraniana y el imperialismo discutían cuál era la mejor forma para contener los levantamientos, cobrarse la deuda externa y para ello aplicar el plan del FMI.
Un sector de la burguesía que se hace llamar "pro europea" hizo aumentar la deuda externa en negociaciones leoninas con el FMI. La deuda externa se convertía así en una bola de nieve impagable, como sucede con la gran mayoría de los países del mundo.
Ese sector de la burguesía “pro europea” fue el que encabezó el gobierno del 2005-2010 de Vicktor Yushenko y Yulia Timoshenko. Asentados en las finanzas de Kiev y las comisiones de los gasoductos que pasan por allí en la ruta de Rusia a Europa, esta pandilla burguesa quería arreglar directamente el ingreso de Ucrania a Maastricht ante la crisis y el default del año 2014. Ya fuera del gobierno, empujaban a Yanukovich para que aplique directamente, tal cual “limón exprimido”, un ataque contra las masas para garantizar el pago de la deuda externa. Putin fue al rescate de su amigo, en plena crisis. A cambio de que no toquen a su hombre de confianza en Kiev, o sea sus negocios en Ucrania, se ofrecía como garante del pago al FMI con 15.000 millones de euros.
Decimos que estas burguesías son "pro rusas" y "pro europeas", muy entre comillas, porque esta élite dominante de un puñado de burgueses no tiene patria. Y cuando se hacen llamar "pro rusos" o "pro europeos" solo están hablando de sus negocios, siempre dispuestos a cambiarlos mirando ya sea hacia oriente u occidente, arreglando con el que les convenga en ese momento para llevarse suculentas ganancias como socios menores del imperialismo. Seis familias de oligarcas constituyen la élite gobernante de Ucrania, aliadas a las distintas pandillas imperialistas y asociadas con el aparato industrial-militar ruso a través de la minería en el este ucraniano, como ya dijimos.
Como ya denunciamos en otros materiales de nuestra corriente, Rinat Akhmetov, uno de los más grandes burgueses de Ucrania, dueño de una de las más grandes acerías en Mariupol y de parte de las minas del Donbass que exportan a Rusia, hasta el 2014 había sido uno de los más grandes sostenes y laderos de Yanukovich. Pero a su caída, cuando empezaron oleadas de huelgas de los mineros del Donbass negándose a aceptar el cierre de las minas y los despidos, este oligarca se “pasó de bando” y comenzó a sostener al nuevo gobierno de Ucrania, el de Poroshenko, el magnate del chocolate. Toda esta lacra de parásitos burgueses provienen de la misma madre: de los traidores del stalinismo, que se robaron a cielo abierto todas las ramas de producción clave de la ex URSS, mientras mantenían el control del aparato del Estado, acumulando enormes riquezas.
2014: año clave en Ucrania
Lo que sucedió en 2014 no fue un golpe de estado, como pregona el chacal Putin y los traidores del stalinismo a nivel mundial hoy, que en su momento salieron a apoyar abiertamente el plan del FMI que aplicaba su gobierno, el de Yanukovich.
El 2014 fue el año de un enorme levantamiento contra el ataque del FMI, el gobierno de Yanukovich y los grandes capitalistas. Las masas irrumpieron enfrentando al gobierno que veían como agente directo de Moscú. Esto fortalecía a la pandilla burguesa “pro europea”, que, para contener a las masas, les prometía el “paraíso” en la UE, intentando manipularlas con este enorme engaño.
El levantamiento en Plaza Maidán no fue porque las masas apoyaban un golpe de estado contra Yanukovich, sino porque tenían hambre, salarios de miseria y millones de familias sobrevivían solo gracias a las remesas del exterior que recibían de sus familiares migrantes. Fueron 3 meses de lucha, en una verdadera acción independiente que rompió todos los diques de contención de las distintas pandillas burguesas, y así se unificaron las filas obreras con los mineros del este, del Donbass, en el reclamo por la caída de Yanukovich, pues este quería privatizar las minas. Fue el látigo del capital el que unió a los trabajadores contra el gobierno.
En el Donbass hay un poderoso proletariado minero, de casi 100.000 trabajadores, que producen en minas en gran parte obsoletas y saqueadas durante décadas por la burocracia stalinista, que solo robaba a beneficio propio y no invirtió un centavo en su tecnificación. Los mineros de esa región eran enemigos declarados de la pandilla “pro Maastricht” de Kiev, puesto que veían correctamente que esta les cerraría gran parte de la minería, e impondría miles de despidos.
Pero en el 2014, los mineros del Donbass y los obreros de las grandes siderúrgicas, como las instaladas en Mariupol, no intervinieron en defensa del “pro ruso” Yanukovich, sino todo lo contrario. Es que el gobierno del amigo de Moscú, aplicando el plan del FMI, imponía un ataque a los trabajadores del Donbass aún mayor que el que se impulsaba desde la Troika de Maastricht.
La ocupación de la Plaza Maidán durante meses, los combates de las masas por defender esa plaza ocupada, se transformaron en un punto de referencia de todos los explotados de Ucrania. Los obreros allí enfrentaron la represión sangrienta del gobierno, organizaron centenares de marchas y movilizaciones por todo Kiev, y día a día nuevos trabajadores se sumaban desde distintas ciudades a la lucha, hasta que llegaron a paralizar toda Ucrania y el gobierno de Yanukovich quedó suspendido en el aire sin ningún tipo de sostén, salvo el de Putin. Su caída era inevitable. Pero antes provocó una verdadera masacre en la Plaza Maidán, mandado a su policía armada a asesinar abiertamente a los manifestantes.
Ante la tendencia a la unidad de la clase obrera ucraniana, y viendo la crisis del gobierno, la burguesía “opositora” intentó anticiparse a una crisis revolucionaria y mandó a la Plaza Maidán a sus hombres, que desde el parlamento rechazaban el plan del FMI de Yanukovich, pero de forma cínica en realidad prometían hacer lo mismo pero vía el ingreso de Ucrania a la UE. Los mismos que habían entregado Ucrania al FMI en su gobierno de 2005-2010 le querían ahora hacer creer a los trabajadores, junto a los popes de la iglesia ortodoxa, que con Ucrania en la UE iban a ganar como los obreros alemanes, franceses, etc.
Durante semanas y semanas, sus representantes no pudieron ingresar a Plaza Maidán. Durante meses no pudieron ni siquiera dar un discurso en dicha plaza sin ser abucheados; es que las masas identificaban al conjunto de la burguesía como los causantes de sus penurias.
Solo pudieron ingresar a la plaza cuando la policía y las fuerzas represivas llenaron esa plaza de sangre. Antes de que las masas alcanzaran su armamento y derrotaran a la policía en las calles, este sector burgués mandó a grupos “fascistas” armados, que no eran más que la guardia de seguridad de los Poroshenko. Estos fueron vestidos de “defensores del pueblo” ante la represión, cuando en realidad fueron a garantizar que sea la burguesía “opositora” la que capitalice y vuelva a controlar a las masas a la caída de Yanukovich.
Así, esta burguesía comienza a tomar el control del levantamiento de masas, con sus bandas armadas vestidas de “defensores del pueblo”. Lo pudieron hacer porque toda la izquierda reformista y el stalinismo internacional apoyaban al “golpe” del FMI en Ucrania y a su gobierno. Para que este control sea efectivo, la burguesía “opositora”, poniéndose a la cabeza del levantamiento, apareció como la que impuso la renuncia del odiado Yanukovich, expropiando y desviando el empuje revolucionario de masas. Se cerraba así la crisis revolucionaria. Los de arriba entregaron la cabeza de Yanukovich, pero mantuvieron el control del régimen sobre los explotados.
Este fue el plan de salida a la crisis organizado por el imperialismo, que utilizó a Yanukovich y los gobiernos “pro rusos” como “limones exprimidos” para que ataquen a las masas, para luego desviar los ascensos de masas y ponerlos a los pies de la UE. Junto a la iglesia ucraniana y la burguesía “opositora”, como lo hicieron también en 2004, llamaron a poner en pie “frentes democráticos”, que solo sirvieron para abortar esos levantamientos de masas.
Los traidores de los partidos socialimperialistas, burócratas stalinistas de los sindicatos europeos, se quejan de esa “conciencia pro-burguesa” de la clase obrera ucraniana. Pero son ellos los responsables de restaurar la más feroz dictadura del capital y gobiernos burgueses en todo el territorio de la ex URSS. Es más, se cansaron de proclamar que su modelo era el “socialismo de mercado” chino, con obreros llevados a una abierta esclavitud. Ellos son los que gritan a los cuatro vientos que “el socialismo no va más”, como lo hacen desde La Habana en los últimos años.
Si la burguesía ucraniana pudo copar el levantamiento de la Plaza Maidán, fue por responsabilidad, entonces, de las aristocracias y burocracias obreras de Europa, por las direcciones de la así llamada “nueva izquierda” que afirmaban que era posible conquistar “un Maastricht social”, que era posible “morigerar el ajuste” y así le cerraron el camino a la revolución griega, al levantamiento de los indignados obreros del Estado Español y a los enormes combates contra el brutal ataque de la V República Francesa que le arrancaba las 35 horas semanales de trabajo a los obreros franceses, que inclusive también perdieron todas sus conquistas.
El límite que tuvo entonces el levantamiento revolucionario de las masas ucranianas en 2014 no fue otro que la enorme traición de la dirección de la clase obrera europea. La clase obrera ucraniana tenía y tiene sobre sus hombros la tarea de luchar contra la restauración capitalista y por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias para conquistar la más mínima de sus demandas, junto a la clase obrera de las ex naciones soviéticas. Esta es una tarea que no podrá hacer sola, y debe contar con el apoyo de la clase obrera de Maastricht y de todo el continente europeo.
Así quedaron aisladas las masas ucranianas, que peleaban por tener salarios europeos, y dividieron su combate de la lucha de los trabajadores de los países centrales.
Para la burguesía ucraniana, ingresar a la UE significaba fortalecer sus negocios con los bandidos imperialistas de Maastricht, para desde allí culminar el saqueo de la nación y pagarle al FMI. Para los obreros de Ucrania, marchar a Europa significaba en su conciencia ganar como los obreros de la Europa de Maastricht, es decir, un salario mensual de 1500-2000 euros.
En el año 2009, los trabajadores de la Renault de Rumania exclamaban que querían ganar lo mismo que los trabajadores de la Renault de Francia. Ese camino a la unidad de la clase obrera europea para luchar fue impedido por las aristocracias y burocracias obreras del continente. Les cerraron a los trabajadores del continente toda perspectiva de salir de su miseria al impedir su unidad. Y les fue muy mal a los trabajadores del este europeo y de occidente.
Fueron estas traiciones la que han dejado a la mayoría de la clase obrera ucraniana sometida a la burguesía “pro-Maastricht”, y así se volvió a dividir a la clase obrera ucraniana, en momentos en que los mineros se sublevaban en el Donbass contra todo intento de cerrarles sus minas y fuentes de trabajo. El desgarramiento de las filas obreras fue lo que abrió el camino a la partición de Ucrania. Es que en un país semicolonial, la clase obrera es la única “clase nacional”.
Luego del aborto de la revolución de Maidán se profundiza el ataque del FMI
La revolución ucraniana vuelve a ponerse de pie con una sublevación obrera en el Donbass
Tras la destitución de Yanukovich, asumió el presidente interino Turchínov, cuya tarea no era otra que profundizar el ataque del FMI, que incluía y tenía como base la privatización, la reconversión y el cierre de acerías y minas, que, como decíamos anteriormente, están íntimamente ligadas, en el este ucraniano, en la región llamada Donbass, con la industria rusa.
Comenzaba entonces una sublevación obrera en el este del país que no fue otra cosa que la defensa de sus vidas y de su trabajo. Una lucha netamente obrera, centralmente de los mineros. En esos momentos Putin tomaba la Península de Crimea, en febrero de 2014, y movilizaba sus tropas a la frontera ucraniana. Pero como vimos, esas tropas no estaban para defender la sublevación de los obreros del este ucraniano sino para mejor negociar su parte del botín. Está por demás decir que cuando el ejército de Kiev atacaba las zonas mineras del Donetsk y Lugansk, el asesino Putin sacaba sus tropas de la frontera con Ucrania, y solo mandaba a su gente al Donbass a liquidar por la espalda a lo mejor de los dirigentes mineros. Putin era tan enemigo de la unidad de la clase obrera ucraniana como las “fuerzas fascistas” de Kiev.
Las mismas tropas que vemos hoy invadir Ucrania, huyeron cuando los obreros del Donbass combatían y el gobierno de Kiev se preparaba para largar una contraofensiva contrarrevolucionaria. Putin ya había recibido su pago por los servicios que prestaba y que iba a prestar más adelante en Ucrania.
Durante el mes de abril de 2014 el gobierno de Kiev ya había perdido absolutamente el control de la región del Donbass y el este ucraniano. Habían comenzado las tomas generalizadas de los edificios públicos y comisarías. Para mayo de 2014, mientras se realizaban en Ucrania las elecciones anticipadas, garantizadas por la OTAN, que iban a coronar como presidente a Poroshenko, en una elección totalmente fraudulenta donde toda la región del Donbass no votó; allí en el este la burguesía y la oligarquía ucranianas ligadas a Putin, y este último impulsaron los referéndum separatistas de Donetsk y de Lugansk. Así quisieron manipular el legítimo sentimiento independentista de las masas del Donbass, que identificaban a Kiev con el ataque del FMI y el cierre de sus lugares de trabajo.
La tragedia de la revolución ucraniana se redujo desde un comienzo a la desincronización de los combates del este y el oeste del país y a la partición de la nación y de su clase obrera. Como hemos visto, la burguesía “proeuropea“ se anticipó a la acción independiente de las masas y abortó la revolución que se ponía de pie en occidente y entonces fue cuando se levantaron los explotados en el Donbass. Esta desincronización y partición de la clase obrera ucraniana fue la base para evitar que la revolución ucraniana triunfe. Y si esto se pudo lograr fue por una única razón: la crisis de dirección que es la sobreabundancia de direcciones traidoras en Ucrania, Rusia y toda Europa.
Una guerra de clase, de exterminio contra los trabajadores en armas del este del país que se ganaban a los soldados rasos de Kiev que no querían una guerra fratricida
Para junio y agosto de 2014, con las tropas de Putin ya lejos de la frontera ucraniana, el gobierno de Kiev lanzó una verdadera guerra de masacre y de exterminio contra los obreros del Donbass. Putin dejó el camino descubierto para que Kiev perpetre la masacre.
Pero cuando el ejército ucraniano quería entrar en el este con sus tropas, en contra de los trabajadores y sobre todo de los mineros que se sublevaban, la base del ejército de Kiev se desgranaba porque no estaban dispuestos a ir a una guerra fratricida. Entonces se ponían en pie verdaderos comités de obreros y soldados.
Fue entonces que el gobierno de Poroshenko larga la guerra de exterminio y masacre, que fue una verdadera guerra de clases. Entre los meses de junio y agosto de 2014 se cobraron 5.000 vidas y provocaron el desplazamiento de más de 10.000 explotados.
Decimos que fue una guerra de clases claramente porque con bombardeos aéreos, con helicópteros, aviones y artillería se atacaba Lugansk, Donetsk, Sloviansk. Y el 9 de mayo de 2014, el "día de la victoria" en el que se celebra el aplastamiento de las tropas nazis, el ejército de Kiev abrió fuego contra una multitud desarmada dejando 40 muertos, y posteriormente en Odessa los fascistas prendieron fuego la casa de los sindicatos cuando los explotados intentaban refugiarse allí, dejando un saldo de 30 muertos. Toda la infraestructura del Donbass fue destruida y los muertos, tal como hoy, los puso la clase obrera.
Pero con esta ofensiva no fue suficiente para doblegar la fuerza de los mineros y explotados del Donbass, que como dijimos estaban apoyados por sus hermanos de Kiev que se negaban a ingresar al ejército para atacar al Donbass. Entonces comenzó una política que ya habíamos visto en Siria, en Homs, que fue el cerco. Desabastecer las ciudades, dejarlas sin agua, sin electricidad en un invierno de -30°. Incluso desde el gobierno de Kiev le impusieron el bloqueo de la venta de carbón al Donbass sublevado y Putin, el supuesto aliado de los pueblos y defensor de las masas del Donbass, fue entonces quien proveyó de carbón a Kiev. Business are business (negocios son negocios).
Los Pactos de Minsk: partición de la nación y desgarramiento de las filas obreras
El plan de la derrota de la revolución ucraniana con el accionar del fascismo de Kiev y el frente popular de Putin
Ninguna de las políticas que se fueron dando en Kiev fue suficiente para derrotar la sublevación del Donbass y entonces vino el Pacto de Minsk, la misma política que anteriormente se aplicó en Siria con el Pacto de Ginebra.
El Pacto de Minsk tuvo como propósito dividir a la clase obrera ucraniana y partir la nación, cuestión que ya había comenzado Putin arrebatando y robando Crimea. Con el pacto de Minsk -manejado tras bambalinas por EEUU-, Alemania, Francia, el gobierno de Kiev, los gobiernos separatistas de Donetsk y Lugansk y Putin, partieron Ucrania: el occidente del país quedaría bajo control del gobierno de Kiev, títere de la OTAN, mientras que una franja del Donbass y la Península de Crimea quedaban en manos de Putin, el encargado de reprimir, mantener a raya e imponer los planes de despidos y cierres de minas en el Donbass, cuestión que hoy todo el mundo oculta. Fue bajo el gobierno “pro ruso” de Donetsk y Lugansk que se despidió al 50% de los mineros de la región.
La política del fascismo de Kiev con sus masacres, se combinó con la desorganización desde dentro, el desarme y la masacre que impusieron en el Donbass Putin y la burguesía "pro rusa".
Con el pacto se establecieron zonas desmilitarizadas y a Putin se le otorgó el papel de desorganizar desde adentro y desarmar los comités de obreros y soldados que comenzaban a surgir ante el ataque del gobierno de Kiev. Este fue el rol del frente popular de colaboración de clases que impuso el stalinismo con la burguesía del Donbass y Moscú. También lo vimos actuar en Siria y en cada una de las revoluciones. Pero para cumplir este rol también fue necesario el accionar del stalinismo que mandó a sus "brigadistas internacionales" desde Europa y Rusia supuestamente a “combatir al Donbass”, apoyados por gran parte de los renegados del trotskismo como el EEK y Antarsya de Grecia y el SWP inglés. En nombre de un "Frente anti fascista" establecieron una política de colaboración de clases, manipulando una vez más el sentimiento nacional de las masas y sometiéndolas a Putin y a la burguesía del este de Ucrania.
Fascismo y frente popular fueron las dos puntas de una misma soga para estrangular la revolución ucraniana. Como ayer les prometían a las masas de Maidán que entrando a la UE se acabarían sus penurias, ahora les decían a las masas del Donbass que con Putin y la burguesía “pro rusa” se solucionarían todos sus problemas.
Entonces inventaron la República ficticia de Novorrosia con porciones del territorio de Donetsk y Lugansk con el objetivo de destruir todo organismo de lucha de las masas, adormecerlas y permitir que el fascismo levante cabeza. El propósito y misión del frente popular fue el hacer cumplir los Pactos contrarrevolucionarios de Minsk a rajatabla. Se debía respetar la partición del territorio y las milicias del Donbass tenían que ser disueltas o someterse al ejército regular. Quien no lo quiso hacer enfrentó la tortura, las listas negras y la muerte. La burguesía tomaba el control de la revolución y volvía a poner en pie el estado burgués que había sido derruido por las masas.
Lo que vimos después fue la imposición del estrangulamiento y la derrota de la revolución ucraniana. Con el accionar del frente popular lo único que se logró fue que el fascismo levante cabeza y que entonces los planes del FMI se aplicaran en Kiev y en el Donbass.
Por eso desde el año 2016 y hasta ahora vemos sucederse enormes huelgas mineras, porque ni en Kiev, ni en el Donbass se cobraban los salarios, era y es imposible llegar a fin de mes, ni siquiera es posible conseguir alimentos. La vida se convirtió en un verdadero infierno en todo el territorio ucraniano.
Con la revolución sacada de escena Ucrania quedó convertida en un verdadero protectorado, y hoy pueden avanzar por el camino que estamos viendo. Es que la alternativa en Ucrania era: o colonia tutelada o soviética, unida e independiente.
Ucrania pasaba así de ser una de las capitales de la revolución con que las masas respondían a la crisis económica abierta en 2008 por el imperialismo, a ser una capital de la contrarrevolución (como lo fue Siria) donde el imperialismo concentró sus fuerzas para sacar de escena a la revolución, y que, en el caso de Ucrania, no se expandiera como reguero de pólvora hacia Europa en occidente, y hacia Rusia en oriente.
La guerra de ocupación que impuso en las últimas semanas Putin y la “gran” Rusia sobre Ucrania solo es posible porque la clase obrera ucraniana ha sido llevada, por sus direcciones, a crueles derrotas.
La utilización del imperialismo de Ucrania como una moneda de cambio en su ofensiva hacia el este pone nuevamente a la orden del día una alternativa de hierro: o Ucrania soviética, o colonia tutelada por la Troika de Washington, Maastricht y Moscú. |