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Estados Unidos - 15 de abril de 2025

EEUU declara la guerra comercial al mundo con enormes barreras arancelarias

Busca quebrar a la Europa imperialista de Maastricht, someter a Rusia y rendir a China para quedarse con su mercado

Ataca con métodos fascistas a los inmigrantes y profundiza la masacre del sionismo en Medio Oriente

El imperialismo yanqui se vuelve a vestir de Trump para recuperar la hegemonía que perdió en la política y la economía mundial

 

¡Por la unidad internacionalista de la clase obrera para derrotar a la bestia imperialista!

 

Proyecto de Documento Internacional hacia el VII Congreso
del Colectivo por la Refundación de la IV Internacional / FLTI

Parte I

El gobierno de Biden preparó las condiciones…
Ahora con Trump, EEUU “declara la guerra”

1) A principios de este año Biden se retiraba del gobierno habiendo obtenido dos enormes logros a favor del imperialismo norteamericano.
El primero de ellos fue su política fascista de comandar al estado de Israel que ya ha asesinado a más de 50 mil palestinos en Gaza, en un verdadero genocidio étnico. Biden devino en el jefe del genocida Netanyahu. Y creó las condiciones para el regreso del “gran Israel” que, sobre la sangre de las masas palestinas, vuelva a actuar como gendarme de los yanquis en todas las rutas del petróleo en Medio Oriente, invadiendo y bombardeando el sur del Líbano, Siria y Cisjordania, como avanzada de la nueva Nakba que ha comenzado.

Por otro lado, Biden se va -y Trump viene a terminar su obra- habiendo partido Europa y desorganizado la división del trabajo establecida por Maastricht, bajo el eje franco-alemán, de Portugal a Rusia. EEUU utilizó para ello la ocupación de Putin a la Ucrania oprimida.
Pintado por la izquierda reformista como un “demócrata”, Biden y su partido demostraron ser representantes de las pandillas más guerreristas de EEUU.
Tiraron a Ucrania como un peón para que Rusia la invada en una guerra de partición y ocupación. El imperialismo norteamericano, a partir de esta guerra, cortó el suministro de gas y petróleo barato de Rusia a Europa, provocándole una aguda crisis económica y encareciendo enormemente el precio de las materias primas, especialmente de la energía.
Esto ha llevado, por ejemplo, a que Alemania sufra la caída de su producción en un 6% y entre en recesión, quizás la más grande desde la segunda posguerra. Inclusive, el imperialismo alemán hoy amenaza con frenar la producción automovilística de Volkswagen… y para sobrevivir, ya planifica reconvertirla a la industria de guerra.
Lo que EEUU comenzó a lograr con la contraofensiva que lanzó Biden por recuperar sus zonas de influencia, fue empezar a empujar más y más al Maastricht imperialista a una franja cada vez más estrecha del mercado mundial y, tal cual vimos con la guerra de Ucrania, del europeo en particular. Esto no se hizo por “vía pacífica”, sino con guerras militares y, como ahora con Trump, abriendo una fenomenal guerra comercial en la economía-mundo.

Hoy el mercado europeo, que se había cerrado ante los golpes recurrentes del crac en EEUU, ha quedado partido y dividido. Ucrania ha quedado ocupada por Rusia. Su lucha de liberación nacional contra la invasión de Moscú amenaza con una grave derrota. Es sobre esta derrota que ahora Trump, buscando un pacto con Putin, persigue el objetivo de que sean los yanquis los que se queden con el 90% del botín de esa nación oprimida.
Es decir, Ucrania ha quedado ocupada por Putin… Los yanquis se quedan con sus “tierras raras”, que son minerales preciados para las nuevas ramas de producción de alta tecnología, con su gas y su renta agraria… Y el flujo de energía barata de Rusia a la Europa de Maastricht ha sido cortado.
Y pensar que la izquierda stalinista mundial y muchos de sus seguidores de los renegados del trotskismo veían en Ucrania una guerra “entre la OTAN y Rusia”… Hoy se les ha terminado esa mentira e infamia con la que encubrieron la ocupación y devastación de la nación oprimida ucraniana.

Ahora Trump, con arancel cero a Rusia, le deja la puerta abierta para que esta se someta al plan de los yanquis en Europa… o si no, la alternativa será la guerra.
Este es un acuerdo aún inestable que EEUU debe conquistar, pero ya son los yanquis los que comienzan a manejar los gasoductos y oleoductos que llegan a Europa, ya sea a través de Ucrania o por el Cáucaso, a través de Turquía hacia el Mediterráneo.

2) Como vimos, Biden lanzó esta contraofensiva yanqui porque en los últimos años, el mercado europeo no dejaba de fortalecerse. A cada golpe de la crisis mundial que estallaba desde Wall Street, venía cerrando más y más sus fronteras aduaneras, extendiéndolas hasta Rusia. Aún hoy hay una fila de más de una decena de países del este y el Glacis que buscan ingresar a la Unión Europea...
El Maastricht imperialista era el que venía empujando a EEUU más y más de la economía-mundo, mientras Japón “silenciosamente” penetraba con su capital financiero en China y se estaba convirtiendo en el mayor inversor en la India.

El estallido de las nuevas disputas de las potencias imperialistas y la crisis de la división del trabajo a nivel internacional tienen su origen en el 2008 y los sucesivos cracs de Wall Street, como el de 2017 o 2020.
Enormes masas del capital financiero de las potencias imperialistas europeas habían quedado atrapadas en la quiebra de los bancos y en los cracs bursátiles y de las burbujas inmobiliarias de EEUU. Más del 70% de los activos de los bancos imperialistas europeos estaban en inversiones en Wall Street y se esfumaron en apenas horas o días.
Uno de los últimos ejemplos de esto sucedió en 2023, cuando se hundieron las acciones de las empresas tecnológicas que estaban totalmente sobrevaluadas, lo que llevó a la caída de todos los bancos comerciales ligados al Silicon Valley en EEUU. Esto provocó la quiebra del Credit Suisse, uno de los bancos más grandes de Europa.
EEUU le tiró toda su crisis al mundo y a sus competidores, y Europa se encerró sobre sí misma para protegerse no sin que antes su capital financiero vacíe los tesoros de los estados del Maastricht imperialista. Esto llevó a feroces ataques a la clase obrera de ese continente como en Francia, Inglaterra, Grecia, el Estado Español, etc.
China también cerró su mercado interno, mientras duplicaba sus exportaciones a EEUU e intentaba abrir sus negocios con el Maastricht imperialista con la “Ruta de la Seda” que desde Pekín, pasando por Irán, el gran proveedor de petróleo, y cruzando el Mediterráneo, iba a llegar a Europa.
La “China exportadora” fue en gran medida la que sostuvo, con su excedente comercial, el déficit norteamericano. En la década pasada, llegó a tener más de 4 billones de dólares en títulos del Tesoro de EEUU. Al primer golpe de la crisis, China comenzó a desprenderse de ellos.
Esto es un ejemplo de lo que provocó el crac de Wall Street: el mundo comenzaba a dejar de financiar el déficit del estado norteamericano. Para poder mantenerlo, los yanquis tuvieron que subir los intereses a los tenedores de bonos de su estado. Esto tuvo enormes consecuencias inflacionarias al interior de EEUU, que fueron arrojadas a la clase obrera y al pueblo pobre de ese país, como vemos hoy.

De 2008 a 2023-2024 la crisis económica se expandió como un espiral a la economía-mundo. Se tendió a restablecer un nuevo equilibrio, donde EEUU tendía a debilitarse cada vez más en sus zonas de influencia. Los yanquis retrocedían así en su hegemonía de la economía-mundo.

Mientras tanto, el eje franco-alemán utilizaba a Rusia como fuente de materias primas, gas, hidrocarburos, etc., en una división del trabajo que organizaba la producción y un equilibrio económico en todo el continente europeo, como ya dijimos.

 

Alemania, que había sido derrotada en la Segunda Guerra Mundial y estaba partida hasta el ’89, logra hegemonía en el mercado europeo, seguida por Francia

3) Se daba así una gran paradoja: Alemania, la potencia imperialista derrotada en la Segunda Guerra Mundial y que no había sido protagonista de la restauración capitalista en la ex URSS y en China en el ‘89, es la que ya reunificada, se quedó en el centro del comando de los negocios del mercado europeo y encabezó la extracción de las riquezas de Rusia y las inversiones en ese país. Una verdadera anomalía. Es que fue el imperialismo angloyanqui, primero con Nixon y luego con Reagan y Thatcher, el que había conquistado la restauración capitalista en la ex URSS, China y Vietnam.
Habían sido el Citibank, la Banca Morgan y la city de Londres los que habían asfixiado la economía de la ex URSS, estrangulándola más y más y rindiendo a la burocracia stalinista que vio las condiciones para devenir ella en una nueva clase dominante, aliada al imperialismo… Pero fueron Alemania y Francia las que se venían quedando con los hidrocarburos y el gas de Rusia.

Así, la “gran Alemania”, con su capital financiero inclusive siguiendo silenciosamente las “guerras del petróleo” de EEUU en Medio Oriente de las últimas décadas y la “Ruta de la Seda” con Francia hacia Pekín, se transformó en la gran competidora del imperialismo yanqui. Lo hizo asentada en uno de los mercados más poderosos del planeta, junto al de EEUU, como es el de todo el continente europeo.
Además, junto a Japón, Alemania le disputaba el mercado interno de China a las empresas norteamericanas, que ya había sido conquistado desde mediados de los ’70 por los yanquis.
Francia no se quedaba atrás y le compraba gran parte de las acciones de los bancos del estado chino, compitiendo en esa carrera con la banca de Wall Street.

Entre 2001 y 2007, cuando estallaron distintas crisis en China, se produjeron enormes saltos en la apertura de su economía.
EEUU y todo el imperialismo mundial buscaban que de “potencia exportadora”, China se convirtiera cada vez más en “importadora” para aprovechar el enorme mercado interno desarrollado como motor por las fuertes inversiones imperialistas que se instalaron allí ya desde el año 1975.
A partir de 2001-2007 las empresas transnacionales utilizaron a China como una tendencia contrarrestante a su crisis de sobreproducción. Basta recordar que, por ejemplo, Hewlett-Packard anualmente vendía 250 millones de computadoras y Volkswagen 20 millones de coches también por año. Pero donde se concentró el capital financiero fue en controlar hasta el 25% que permitía el régimen chino de cada banco estatal de las provincias de China. Esto le dio al imperialismo una enorme superioridad en la tenencia de acciones del capital bancario en ese país.
Ahora los yanquis quieren todo, sacándose de encima a sus competidores de las demás potencias imperialistas.

Ver hoy como respuesta a la guerra comercial de Trump, a Japón haciendo un bloque con China y Corea del Sur y firmando un nuevo acuerdo económico y comercial, sirve para sacar conclusiones del retroceso que comenzaba a tener EEUU también en el mercado interno chino, cuando este venía controlando gran parte del mismo desde finales del siglo XX y principios del siglo XXI.
Ante esto, el secretario general de la OTAN viajó rápidamente a Tokio y le hizo recordar a Japón de quién dependen, teniendo las dos bases militares yanquis más grandes del planeta en su territorio… De esto también se trata la “guerra comercial” de Trump y EEUU que, como lo vimos en Europa y ahora en Japón, hace valer contra sus competidores todo el peso de la OTAN, que es la alianza militar que lideran los yanquis por ser los vencedores de la Segunda Guerra Mundial.

EEUU comienza su guerra comercial luego de haber desarticulado y debilitado a grado extremo al mercado europeo. Ahora sí, mientras buscan un acuerdo definitivo con Rusia, los yanquis van a intentar recuperar su hegemonía en el mercado mundial.

 

Wall Street reagrupa a la oligarquía financiera yanqui para comandar la guerra comercial de Trump

4) Ayer, en 2008, Obama intentó por “las buenas” que la Europa imperialista abra sus fronteras aduaneras. Comenzó una negociación interminable de más de 130 mil productos que no pagarían impuestos, cuestión que quedó en la nada.
Mientras tanto, las empresas automotrices como Volkswagen, Renault y Citroën, los laboratorios, farmacéuticas y químicas alemanes, etc., se instalaban en México y Canadá y desde allí introducían sus productos sin aranceles dentro de EEUU, apoyándose en el tratado de libre comercio del NAFTA, cuestión que los yanquis no podían hacer en Europa.
Como vimos, fue Biden quien pateó el tablero de los negocios de EEUU con el “viejo continente”.

Frente a China, Obama había endurecido su política. Allá por el año 2009, en su asunción, afirmaba que EEUU era una “potencia del Pacífico” y constituyó un bloque en esa región de más de 14 países para cercar a China. Como vemos, la guerra comercial por China no la comenzó Trump…
Luego Biden, durante la contraofensiva yanqui, se chocó con una China ya cerrada. Eso creó una enorme tensión hasta el día de hoy, que incluye tensiones militares, como las maniobras de EEUU en el Mar de la China y su reconocimiento de Taiwán, mientras China ha iniciado una política de armamento defensivo. Sabe que las cañoneras yanquis presentes en sus costas le apuntan para que se rinda comercialmente.
En cambio, imagínese el lector al ejército de China haciendo maniobras militares en el Golfo de México o en las costas de Florida o poniendo bases militares en Europa, África o América Latina… El imperialismo se encargaría de que no duren ni dos minutos allí.

Trump, el hombre representativo de los grandes trust de EEUU, gestores de negocios de la oligarquía financiera yanqui, viene a impulsar una guerra comercial generalizada partiendo de los enormes avances contrarrevolucionarios conseguidos por los yanquis durante el gobierno de Biden.
Los yanquis van por Rusia (como paso previo para ello, buscan quedarse con la mayoría de las riquezas de Ucrania, pactando la ocupación de la misma con Putin)…
EEUU, y su competencia imperialista, también va por China. Buscan controlar sin intermediarios la mercancía más importante que tiene China y que todos quieren: su fuerza de trabajo. Con total soberbia yanqui, el vicepresidente de Trump, Vance, llamó “campesinos” a los trabajadores chinos, pero en realidad se lamentan de no poder manejar la superexplotación de ese enorme proletariado en su totalidad.

5) Cuando asumió nuevamente como presidente de EEUU, Trump estuvo rodeado por los más grandes magnates de las industrias tecnológicas y de los enormes fondos de gestión de negocios de Wall Street: BlackRock, Vanguard y State Street. Estos estuvieron representados por Elon Musk, Mark Zuckerberg de Facebook/Meta, Sundar Pichai de Google, Tim Cook de Apple, etc.
Por detrás estaban los verdaderos dueños de Wall Street, el club selecto de las familias que manejan gran parte del PBI de EEUU y el mundo, como los Morgan, DuPont, Bush, Rothschild, Rockefeller… Ellos le dieron el visto bueno a Trump para que el nuevo gobierno largue una feroz guerra comercial para, como decimos en el título de este trabajo, recuperar la hegemonía que EEUU perdió en la política y la economía mundial.

Estos grandes fondos de inversión acumulan el 80% del capital financiero y parasitario yanqui.
Manejan más de 11 billones de dólares en inversiones en EEUU y en el mundo entero que equivalen en los negocios que realizan, en sus inversiones y en sus facturaciones, a más del 70% del PBI mundial.
Estos fondos de inversión, llamados “grandes gestores de negocios” de los bancos y empresas transnacionales más importantes de EEUU, son los emergentes de la enorme concentración del capital yanqui que se produjo en los últimos años. Este proceso pegó un salto inmenso a partir del estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008 de EEUU y de las distintas rondas y crisis bursátiles que no dejan de golpear a la economía norteamericana y mundial.

La Banca Morgan, el Citibank, Mc Donald’s, la Chevron y decenas de grandes empresas y bancos son las que están gestionadas hoy por BlackRock, Vanguard y State Street, para dar tan solo algunos ejemplos.
Estos gestores de negocios poseen los paquetes accionarios suficientes de cada empresa y banco que administran, para controlar sus operaciones. Es que de eso se trata del imperialismo: de la emergencia del capital financiero, uno de cuyos rasgos centrales es actuar como usurero en la economía-mundo.
Elon Musk y el resto de los custodios de Trump en su asunción, no son más que los parásitos quizás más representativos de estos grandes fondos como BlackRock que deben repartir permanentemente dividendos y utilidades a millones de parásitos que viven de “cortar cupones” sobre la esclavitud y el trabajo asalariado de la clase obrera y la expoliación del mundo colonial y semicolonial.

6) Durante el crac de 2008, se esfumaron 90 billones de dólares de títulos, acciones y deudas incobrables que habían acumulado los bancos y empresas imperialistas. Estos no tenían respaldo alguno en la producción de bienes. De ello se trata el imperialismo: de parasitismo sostenido por los estados que controlan la economía-mundo y las fuentes de materias primas, y se anexan y saquean a las naciones oprimidas.
Desde 2008, la crisis avanza sin solución de continuidad y en sus distintos estallidos golpea en distintas zonas del planeta y en diferentes ramas de producción. Es que, tal como plantea el marxismo revolucionario, allí donde el trabajo humano no ha producido bienes, no hay monedas, valores, títulos de deuda de estados, etc., que adquieran valor. Los parásitos capitalistas imperialistas en 2008 se habían gastado a cuenta los beneficios que el trabajo humano aún no había producido. Ese fue el punto de partida de una enorme crisis de la división internacional del trabajo y del equilibrio de la economía mundial.

En los bancos de todas las potencias imperialistas se acumulan los llamados “valores derivativos”, que son bonos de deudas externas de las naciones, de las hipotecas inmobiliarias totalmente sobrevaluadas, de valores de commodities e hidrocarburos a futuro, etc., que son incobrables y figuran como activos en los bancos y empresas, lo que constituye un verdadero fraude en sus balances.
Aquí la cuestión es clara: quién paga esos títulos que no tienen valor. Es decir, qué país imperialista hace que los otros sean los que los paguen. Es que, como plantea el apotegma leninista, a una potencia imperialista le va bien si a la otra le va mal.

Estas son las condiciones intrínsecas a la decadencia del sistema capitalista que empujan más y más a la guerra.

Una enorme crisis en espiral recorre todo el planeta, y son el imperialismo yanqui y el podrido sistema capitalista mundial los que arrojan sus crisis y pestilencias a todo el mundo.

 

Las disputas por los nuevos minerales necesarios para las nuevas ramas de producción tecnológicas son un componente de la crisis y decadencia de EEUU

7) Las nuevas ramas de producción de las empresas tecnológicas que vienen desarrollándose en el último período, como la inteligencia artificial y demás tecnologías aplicadas primero a la guerra y luego a ramas civiles, necesitan de enormes cantidades de nuevos minerales fundamentales para su producción. Las disputas por el coltán, por las llamadas “tierras raras” (que contienen 18 minerales clave), por el oro, el platino, el litio, etc., son feroces por parte de las empresas de coches eléctricos, de inteligencia artificial, de robótica y, sobre todo y fundamentalmente, de la industria militar de alta tecnología.
Esta necesidad de nuevas fuentes de materias primas y la valorización de algunas de ellas por el amplio mercado de empresas tecnológicas que las necesitan, es lo que impulsa y fogonea la exacerbación al extremo de los choques entre las distintas potencias imperialistas que vuelven a disputarse las zonas de influencia donde estos minerales abundan, como el coltán en el Congo, donde las transnacionales alientan una guerra de Ruanda contra esa nación. También es el caso del litio en el triángulo de Bolivia, Chile y Argentina, y en Perú, y las “tierras raras” que tienen China y Ucrania (que están incluidas en el pacto de rendición de Ucrania que impone Trump).

La lucha por estas fuentes de materias primas ya ha causado enormes masacres como en Medio Oriente, nuevamente en el Congo y en Europa, con la guerra de Ucrania, donde las hienas y los leones se disputan a dentelladas las presas.

Este factor es un componente más que echa gasolina al fuego de las disputas interimperialistas por la economía-mundo y por el control de las nuevas ramas de producción tecnológicas.

 

Parte II

El crac imperialista reafirma una vez más las contradicciones insalvables del podrido sistema capitalista mundial

8) El capitalismo en su fase imperialista lejos de anular la anarquía en la producción, la exacerba y, como vemos en las disputas interimperialistas y los combates por las zonas de influencia, esta contradicción clave del sistema capitalista, la resuelve con guerras comerciales y militares. Es decir, en la época imperialista a la competencia se la arrodilla. De esto se trata la guerra comercial lanzada por EEUU al planeta entero.

Con la emergencia del imperialismo como fase superior y decrépita del sistema capitalista, surge el monopolio que es un intento de solución a la grave contradicción que el mismo capitalismo crea y desarrolla, que es entre la producción social y la apropiación individual de lo que el sistema produce.

En la fase imperialista, la época del capitalismo decadente, se ha dado una enorme concentración de grandes masas de capitales en los países que llegaron primero a un desarrollo capitalista pleno a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Se desarrolla también entonces una brutal crisis y contradicción entre las enormes fuerzas productivas creadas y las fronteras nacionales, que constituían el mercado del sistema capitalista en su época juvenil y de expansión, desde donde se integraba y comerciaba en la economía-mundo.
La concentración del capital bancario e industrial como capital financiero y la exportación del mismo al mercado mundial fue la “solución” imperialista, con el surgimiento del monopolio, que le permitió una sobrevida a este podrido sistema capitalista, agudizando todas sus contradicciones. Estas ya vuelven insoportable la vida para los explotados en el planeta, al que han transformado en una sucia prisión.

El monopolio es la máxima expresión de que se acabó la era de los mercados nacionales. Para el reformismo de hoy, como para el stalinismo ayer, la economía mundial sería una sumatoria de la producción de las economías nacionales, que de forma autárquica entrarían al comercio mundial.
Para todo marxista serio, es exactamente al revés. Los trotskistas afirmamos que lo que existe es una economía-mundo, donde son las condiciones de esta las que determinan la política y la economía de los estados.

El imperialismo, entonces, agudiza al extremo la contradicción que existe entre el crecimiento de las fuerzas productivas de la economía-mundo y las fronteras que separan naciones y estados, ya sean opresores u oprimidos. Es más, las guerras mundiales no son más que la expresión de una sublevación de las fuerzas productivas contra las fronteras nacionales. Por ello, a partir de 1914, la época abierta está signada por la alternativa de hierro de socialismo o barbarie.
Insistimos: las enormes fuerzas productivas creadas son incompatibles desde hace ya demasiado tiempo con los mercados nacionales. Es que las fuerzas productivas de los países más avanzados no encontraron -y hoy mucho menos- un lugar suficiente al interior de los límites de las fronteras nacionales. Por ello se ha establecido una división del trabajo marcada por estas enormes contradicciones a las que nos referimos.

En esta división del trabajo, los distintos países producen bienes que necesita la economía mundial y allí adquieren los que ellos no producen.
Los grandes países imperialistas van a la economía-mundo con máquinas-herramientas, alta tecnología e industria militar avanzada. Otras naciones proveen de alimentos y productos agrícolas. La industria abastece al campo de tecnología y fertilizantes. En otros casos, los países aportan autopartes o microchips para la industria de guerra y las distintas ramas de producción, mientras otros, esencialmente los semicoloniales, entran al mercado mundial comerciando commodities, energía y minerales.
No puede existir ninguna economía nacional separada de esta división internacional del trabajo.

El capital financiero es el que controla los créditos, las deudas de los estados, las rentas mundiales y el cobro de royalties y patentes que deja en el mundo colonial y semicolonial.

Con el crac de 2008, la división del trabajo que mantenía un relativo equilibrio desde el ’89, entró en abierta crisis y estalló.
Justamente, la actual guerra comercial de los yanquis es porque EEUU, a expensas de la Europa imperialista que había establecido un mercado único de Rusia a Portugal y una división del trabajo que le permitía encerrarse sobre sí misma, estaba quedando rezagado y perdía hegemonía.

El capitalismo es un fenómeno mundial. La guerra comercial actual, al igual que las guerras militares mundiales, son en última instancia lo que hemos definido anteriormente: una brutal sublevación de las fuerzas productivas contra las fronteras nacionales. Ante esto, el imperialismo responde ya sea encerrándose sobre sí mismo y sus zonas de influencia, o bien, cerrando sus aduanas para abrir las de todo el mundo, como hace EEUU hoy apoyado en sus cañoneras y en su industria de guerra de altísima tecnología.

La actual ofensiva arancelaria de los yanquis es una guerra, y por lo tanto provoca y provocará destrucción, al igual que sucede con las guerras militares. Inclusive, se pueden destruir ramas de producción enteras. Los que queden de pie y hayan ganado la guerra comercial, reconstituirán su tasa de ganancia aprovechando el enorme negocio de la reconstrucción, que será tan grande como el de la guerra militar misma.
Es hora de explicarle a la clase obrera mundial que en esta guerra comercial estamos frente a un enorme derroche y destrucción de fuerzas productivas, de bienes, de fábricas, creados con la sangre y el sudor de los trabajadores y las masas explotadas del mundo. Esto pone al desnudo que este sistema capitalista de persistir, está llevando ya a la civilización a la barbarie. Esta ya está aquí…

9) Esta teoría marxista de la época imperialista fue pisoteada, entre otros, por el stalinismo que desde mediados de los años ’20 afirmaba que se podía construir el “socialismo en un solo país”. Un brutal engaño e infamia de la burocracia stalinista, que llevó a la ruina a la URSS y demás ex estados obreros y los terminó de entregar en 1989.
Es que ni el país imperialista más avanzado del planeta, incluido EEUU, aunque llame a dios a sentarse a su diestra, puede producir todo lo que consume. Es más, el país capitalista imperialista más rico es el que más necesita a la economía-mundo para desarrollar sus fuerzas productivas, entre otras cosas, porque necesita materias primas baratas, controlar la mayoría de las ramas de producción, etc.
Por ello las guerras económicas o las militares son una sublevación de las fuerzas productivas donde las potencias imperialistas se disputan el control de las fuentes de materias primas, de los excedentes y de los valores financieros.

El proletariado tiene enormes armas para la batalla contra el imperialismo, si retoma su conciencia y su organización internacional y sobrepasando a las direcciones traidoras, agentes de sus verdugos, avanza en un combate internacional.
Basta tan solo adelantar un ejemplo para demostrarlo: si se impone la ruptura con el FMI y la suspensión del pago de las deudas externas fraudulentas y usurarias que los bancos imperialistas imponen a los países oprimidos, el imperialismo norteamericano y alguno de sus socios no aguantarían ni 48 horas sin que un crac de sus bolsas y de su capital financiero estalle en sus narices.
No existe un “súper Trump” ni un “ultra-imperialismo”. Lo que existe es una guerra comercial de las pandillas imperialistas por la supremacía en el mercado mundial, donde la clase obrera debe intervenir de forma decisiva para impedir la catástrofe que ya está aquí.
Hay que romper a machetazos toda la falsa conciencia y la telaraña que las direcciones traidoras le meten en la cabeza a los trabajadores para hacerles creer que son “débiles” y que “no se puede derrotar al imperialismo”, cuando en realidad, ellos tienen en sus manos la fortaleza para cambiar el curso de destrucción de la civilización entera, terminando con este sistema capitalista mundial, comenzando por los países capitalistas más avanzados.

10) Basados en esta teoría revolucionaria, desde los años ‘20 los trotskistas, y después la IV Internacional, discutían contra la lacra stalinista que la URSS no podía aislarse de la economía-mundo y que el socialismo no podía construirse en un solo país, sino era tomando el poder en los países capitalistas más avanzados y a nivel mundial.
La URSS, por más progresiva que era la nacionalización de las fuerzas productivas, no producía todo lo que consumía. Necesitaba la economía mundial, como el pez necesita el agua. Para comerciar en ella, el estado obrero necesitaba oro y luego dólares. Cuando no los tenía, se tuvo que endeudar y adquirir créditos, o sufrir enormes crisis de subproducción que le provocaron penurias inauditas al proletariado de la ex URRS, China, etc. Esto es lo que llevó a la clase obrera de los ex estados obreros en el ’89 a no defender inclusive las fuerzas productivas nacionalizadas, porque ya no tenían ningún tipo de conquista.
En 1989, el Comité Central del PCUS estaba absolutamente todo, con Yeltsin y Gorbachov a la cabeza, alineado tras los CEOs y accionistas del Citibank y la City de Londres. Dependían de sus créditos y de sus “comisiones” para mantener los restos que aún quedaban de la vieja URSS.

11) Por todo esto, vamos a insistir, es que el “nacionalista” Trump que cierra el mercado norteamericano, lo hace para abrir el del resto del mundo, como hacen las potencias imperialistas cuando entran en guerra, que no es para encerrarse en sus fronteras nacionales, sino para dominar el planeta.

El miserable de la Casa Blanca es el “más liberal de los liberales”. En última instancia, es el que viene a intentar imponer la restauración de la “globalización” bajo hegemonía norteamericana, como la tuvo a la salida de la Segunda Guerra Mundial y en las dos primeras décadas después de la restauración capitalista del ‘89.

Los reformistas hoy hablan del “nacionalismo” de Trump, como ayer hablaban del “socialismo en un solo país”.

No hay que olvidar que EEUU luego de la derrota del ascenso revolucionario del ‘68-‘74, le largó una brutal guerra comercial a la ex URSS, China, Vietnam, Cuba, etc. para que abran sus fronteras y se rindan. Cuando cayeron los estados obreros, los piratas imperialistas no llevaron “nacionalismo” y “proteccionismo” a esos países, sino la más grande de las aperturas para quedarse con sus riquezas.

 

Con su guerra comercial, Trump persigue la restauración de la “globalización” bajo hegemonía norteamericana

Levanta sus barreras aduaneras para abrir los mercados de todo el mundo

12) Ya nadie puede dudar que esto es así y creer que Trump quiere un “mundo de países cerrados”, como afirman algunas corrientes de la izquierda reformista pro-Maastricht. Esto no es posible y, en primer lugar, para EEUU. Serían medidas suicidas para el imperialismo y para el norteamericano en particular, que es el que más necesita del mundo, no solamente para controlarlo, sino también para conseguir allí lo que no produce, justamente, por ser el mercado más fuerte del planeta. Pero si EEUU pierde su hegemonía en la economía-mundo, perderá gran parte de sus negocios. Y eso no lo hará pacíficamente. Antes hará guerra, comercial y militar.

Algunos charlatanes plantean que EEUU buscaría hacer una especie de Commonwealth como la que hizo Inglaterra en 1932 con decenas de países a los que colonizaba de forma directa. El imperialismo británico se encerró con ellos y creó un mercado donde esos países solamente podían comerciar con Inglaterra.
Pero EEUU no necesita una pequeña porción del mercado o su propio mercado interno. Necesita toda la economía-mundo, como lo conquistara en Yalta luego de la Segunda Guerra Mundial (que todos los reformistas pablistas ocultan) y como lo hizo plenamente a partir del ’89, cuestión que hoy ha cambiado drásticamente. Es un pasado al cual los yanquis ya no pueden volver. Es que no existe un “súper-imperialismo”, sino distintas potencias imperialistas que se disputan el planeta.

El ’89, lejos de crear una “relación armoniosa” entre las distintas potencias imperialistas, como plantea el reformismo, agudizó terriblemente las contradicciones y choques por esos nuevos mercados que fueron introducidos de forma directa a la economía-mundo.
El imperialismo históricamente está agotado. Ya no es capaz de progresar en bloque como lo hiciera en el siglo XIX en su época reformista. Como afirma el trotskismo, esto no significa que ciertas ramas de la industria, como vemos hoy en las de alta tecnología, y ciertos países, por ejemplo China, no puedan progresar con un ritmo desconocido hasta ahora. Es que desde 1975 hacia allí fueron, como lo venimos diciendo, las más grandes inversiones imperialistas para explotar a la masa más concentrada de fuerza de trabajo del planeta.
Pero todo progreso capitalista en la época imperialista se realiza y se realizará en detrimento de otras ramas de producción y de otros países. Los gastos de producción del sistema capitalista mundial devoran cada vez más sus beneficios y lo vuelven a este cada vez más parasitario, usurero y guerrerista.
EEUU acostumbrado a dominar el mundo a su antojo, ya desde 2008 ha chocado brutalmente con las otras partes del mundo y se ha establecido una nueva correlación de fuerzas por su reparto. La guerra comercial es expresión de esto. Por ello, las contradicciones más importantes de la crisis actual se desarrollan en EEUU.
En última instancia, todo vuelve a su “normalidad” en la época imperialista. El sueño dorado del reformismo de un “súper imperialismo” y su “expansión armónica” en el planeta se ha roto los dientes con la vida misma.

13) Lo que busca este nuevo gobierno de Trump, con la suba de aranceles, por un lado, es por supuesto volver a fortalecer al mercado norteamericano. Este se “debilitó” por su fortaleza: justamente, por la enorme salida de capitales de EEUU para controlar la economía-mundo, cuestión que se agudizó a partir del ’89 (cuando se produjo la caída de los ex estados obreros como la ex URSS, China, Vietnam, etc., bajo el mando de los yanquis). Fueron a aprovechar la mano de obra esclava como en China, las fuentes de materias primas como en Rusia y a controlar las nuevas ramas de producción en el planeta.
Esta es una contradicción inherente a toda potencia imperialista: más y más domina el mundo, y más y más debilita a su mercado interno. Es que en el planeta consigue mano de obra y materias primas más baratas y mayores ventajas de las monedas y de la explotación de la clase obrera en los países que oprime, al servicio de sus grandes monopolios y transnacionales.

Hay que recordar que cuando Inglaterra dominaba el mundo, destruyó su propia agricultura, puesto que conseguía commodities baratísimos en el resto del planeta.
En los ’80 liquidó toda su minería y cerró sus minas de carbón, despidiendo inclusive a 600 mil obreros que estuvieron en huelga durante 6 meses contra el gobierno de Thatcher. Es que saquear los minerales de África, como lo hace con AngloAmerican, le resultaba mucho más económico a sus transnacionales instaladas en todo el mundo.

Como planteaba Trotsky en discusiones contra el stalinismo a fines de los años ’20, a propósito de la teoría de la Revolución Permanente:

“La división mundial del trabajo y el carácter supranacional de las fuerzas productivas contemporáneas, lejos de perder importancia, la conservarán y aún la doblarán y decuplicarán para la Unión Soviética, a medida que esta vaya progresando económicamente.
Todo país atrasado ha pasado, al incorporarse al capitalismo, por distintas etapas, a lo largo de las cuales ha visto aumentar o disminuir la relación de interdependencia con los demás países capitalistas; pero, en general, la tendencia del desarrollo capitalista se caracteriza por un incremento colosal de las relaciones internacionales, lo cual halla su expresión en el volumen creciente del comercio exterior...”

El señor Trump, como matón de cantina, no podrá resolver estas contradicciones sin guerras comerciales y militares para que EEUU no retroceda en esa división del trabajo, controlando la mayoría de las zonas de influencia. Es que EEUU depende decisivamente del mundo colonial y semicolonial, al que saquea, explota y somete, inclusive a expensas de debilitar su propio mercado interno.
Trotsky desarrollaba justamente esta posición en su polémica con el stalinismo, afirmando a continuación:

“Desde un punto de vista cualitativo, la relación de dependencia de la India con respecto a Inglaterra tiene, evidentemente, distinto carácter que la de Inglaterra con respecto a la India (…) La India es una colonia, Inglaterra una metrópolis. Pero si hoy Inglaterra se viera sujeta a un bloqueo económico, perecería antes que la India”.

Es que todas las potencias imperialistas necesitan materias primas: oro, platino, minerales de todo tipo, commodities, etc. Inclusive, dependen del mismo capital que exportaron a las colonias y semicolonias que oprimen para aprovechar sus ventajas comparativas, aumentar su tasa de ganancia y extraer todas las rentas que le permiten repartir suculentos dividendos a los accionistas de su capital financiero.

Indudablemente, el reformismo presenta al imperialismo como un monstruo al que no se puede derrotar, cuando en realidad, la unidad de los trabajadores del mundo semicolonial con la clase obrera de las potencias imperialistas en un combate revolucionario común, crearía las condiciones para un salto cualitativo en la lucha por la revolución socialista internacional. Y esas son las banderas de lucha y por las que combate la IV Internacional.

14) El actual peso de EEUU en la economía-mundo y las enormes masas de capitales que este exportó para controlar y saquear el planeta, debilitaron su mercado interno, que vuelve a ser también un gran negocio en este momento de crisis yanqui. Trump lo que plantea es volver a fortalecer el mercado norteamericano con un nuevo ciclo de inversiones que le den más autonomía a EEUU en momentos en que se debilita el dólar y su déficit estatal no deja de aumentar.

Esto que afirmamos tiene un ejemplo en lo que Obama contó en sus memorias: le preguntó al presidente de Hewlett-Packard por qué no llevaba sus fábricas instaladas en China a producir dentro de EEUU. Este le respondió: “por ahora no es el momento. En mis empresas en China tenemos a los obreros durmiendo en galpones adentro de la planta. Cuando llega un despacho para cualquier país del mundo, los despertamos a las 3 de la mañana, les damos una taza de té con algunas galletitas, y salen a producir el tiempo que yo necesite. Esas condiciones no están en EEUU”.
Hoy Trump quiere darles estas condiciones a las empresas norteamericanas también en EEUU mismo, para hacer negocios allí con una clase obrera esclavizada a niveles chinos. Ese es el verdadero plan. Todo lo demás es demagogia para arrastrar a un sector del proletariado de EEUU tras un sueño irreal.
Es que las potencias imperialistas son las que más necesitan al mundo que oprimen para controlar las fuentes de materias primas, saqueando a los pueblos oprimidos y superexplotando al proletariado.

Apple ha puesto el grito en el cielo planteando que no puede trasladar rápidamente su producción de China a EEUU y que sería costosísimo hacerlo. Trump le pide paciencia y le prepara las condiciones para ello.

Pero lo que es más importante: por estas contradicciones es que los yanquis necesitan derrotar a su propia clase obrera para volver a retomar el control y la producción en su mercado interno. Por ello esta medida de la suba de aranceles fue acompañada de una feroz ofensiva semi-fascista para expulsar a millones de inmigrantes de EEUU y encarcelarlos, inclusive en Guantánamo. Buscan reducir el ejército industrial de reserva en EEUU para imponerle a la clase obrera blanca, hoy desgarrada, hambrienta y desocupada, que no tiene ni habitación ni casa donde dormir, que entre a trabajar por monedas en los nuevos empleos que creen las nuevas inversiones capitalistas dentro de EEUU. Eso prepara Trump: condiciones de esclavitud chinas para reactivar el mercado interno norteamericano.

15) Si bien esta cuestión es importante, no es la causa fundamental que empuja a semejante guerra comercial mundial lanzada por EEUU. Lo sustancial es que hoy los yanquis, cerrando su propio mercado con aranceles generalizados, también buscan imponer la apertura de los mercados del resto de las potencias imperialistas que le compiten y del mundo entero. De ello se trata la guerra comercial y el “nacionalismo” de Trump, como ya dijimos.
A sus empresas les dice: “Esperen. En toda guerra hay pérdidas, pero con estas medidas se comenzarán a abrir todas las aduanas”. “Así volveremos”, promete Trump, “no solo a fortalecer nuestro mercado interno y a hacer trabajar a los obreros norteamericanos como a los obreros chinos (a los que despectivamente llaman “campesinos”), sino también y de forma decisiva a terminar de abrir el mercado mundial para que vuelva la “globalización” pero controlada por nosotros. De no ser así, perderemos todas las posiciones ganadas en la economía mundial. Y no lo hará solamente Apple. Nuestro déficit estatal estallará en 20 mil pedazos. Nuestros bancos con bonos sin valor, caerán estrepitosamente. Europa se armará hasta los dientes e irá por el mercado chino…”
El imperialismo sabe que el monopolio es de bandera y que las relaciones en la economía-mundo son a partir de la relación entre estados, oprimidos y opresores.
Para los yanquis, quedarse con las riquezas de China, su poderoso mercado interno, los negocios de la poderosísima burguesía comercial e industrial de ese país y la explotación de su clase obrera, es decisivo. Y por ello está dispuesto a derrotar, por ahora comercialmente y después militarmente sino ceden, al resto de las potencias imperialistas que le disputan esos nuevos mercados, para quedar así a las puertas de Pekín.

Así, los yanquis cierran su mercado como un verdadero chantaje para que todo el mundo abra el suyo. Solamente reformistas lacayos pueden creerse el invento de que existe un “súper-imperialismo” norteamericano que funcionaría por fuera de la economía mundial. En última instancia, estas corrientes de la izquierda reformista son continuadores del stalinismo que opinaba que podía construirse el “socialismo en un solo país” por fuera de la economía mundial del sistema capitalista y de organizar y planificar las fuerzas productivas a escala mundial.
Los herederos del stalinismo se han perdido entre tres pinos, pero a los que siempre encuentran son a sus jefes para salvarlos de la revolución proletaria.

16) Hoy el imperialismo negocia. Trump dice hacerlo ahora país por país para que todos se rindan, y abrirá y cerrará sus fronteras aduaneras de acuerdo a lo que le convenga a EEUU. Para nada lo dejó aislado de la economía-mundo. Pero las relaciones económicas de la “época de paz” en la economía mundial se han terminado.

Los yanquis saben que tienen que hacer ciertas concesiones puesto que EEUU es el que más necesita a la economía mundial, como venimos demostrando. Pero a la vez, sino profundizan su guerra comercial, saben que perderá el control de la misma.
“La guerra comercial sigue, pero como en toda norma, debe haber excepciones”, clama Trump. Como veremos más adelante, luego de romper de hecho las relaciones comerciales con China llevando la suba de aranceles a niveles que hacen imposible todo comercio, el gobierno yanqui decretó la exención arancelaria a los productos electrónicos. Apple tendrá tiempo de seguir explotando a los “campesinos” chinos y manteniendo sus superganancias.
“Pero esto no será tan así”, salió al paso el vicepresidente de EEUU… “Será solamente para la producción de componentes de alta tecnología para la industria militar. El iPhone seguirá como hasta ahora”.

 

Parte III

China: el frente de batalla más avanzado de la guerra comercial de las pandillas imperialistas de Wall Street que van por todo

17) La ofensiva comercial de EEUU ha comenzado el 2 de abril. Luego de dar un golpe arancelario internacional, Trump ahora anuncia que más de 75 países lo llamaron para negociar. Él lo hará uno a uno, mientras suspende los aranceles a estos países por 90 días, dejando un piso del 10% para todos. Con palabras grotescas, Trump afirmó que estos países le habían “besado el trasero”. Actúa como un matón de cantina del Lejano Oeste.
Incluso Trump denunció a los políticos republicanos que pedían que sea el Congreso el que negocie los aranceles. Los denostó públicamente, planteando que él es quien sabe cómo negociar.

Europa retrocede e intenta una negociación, pero producto por producto, como siempre lo ha hecho, aceptando arancel cero a algunos y manteniendo aranceles donde son competitivos con la economía norteamericana. Esta cuestión EEUU no la podrá aceptar como no lo hizo anteriormente.
Desde el centro de Maastricht se pide “paciencia”… Pero eso es tan solo una pose. Mientras Meloni de Italia corre a abrazarse con Trump, países como España se reúnen con Xi Jinping para profundizar los negocios con China.
Francia y Alemania se arman, y Macron amenaza con poner parte de su dispositivo nuclear en el Glacis.
Cercada por los aranceles, partida por la guerra ucraniana y por el pacto que se avizora de Trump con Putin, la Europa de Maastricht, que perdió su propio mercado, busca negociar…
La recesión alemana se ha tornado insoportable y ha abierto una enorme crisis social y ruptura burguesa en ese país.
Wall Street deja implacablemente que todos estos elementos de crisis se desarrollen y profundicen.

A Rusia la dejó con arancel cero, como ya dijimos, como un guiño para pactar la partición de Ucrania, pero fundamentalmente, para que se someta a los yanquis y sea un punto de apoyo para que EEUU cerque y rompa al Maastricht imperialista y avance sobre Eurasia.
Desconectar a Rusia de la Europa imperialista sería un enorme triunfo estratégico de los yanquis para colonizar directamente las ex repúblicas soviéticas de la vieja URSS que hoy no están en la Federación Rusa y para mantener a Putin como un perro guardián de sus negocios. No olvidemos que allí se encuentran enormes reservas de gas y petróleo como las de Medio Oriente, como sucede en Kazajistán, Kirguistán, Azerbaiyán (donde la British Petroleum ya extrae el “oro negro” del Mar Caspio), etc.

18) Donde los yanquis no ceden es en China… El gobierno de Trump ha lanzado una ofensiva arancelaria hasta el final contra China que anuncia que, si esta no se rinde, las acciones militares estarán a la vuelta de la esquina.
Trump inicialmente había decretado un aumento de tarifas arancelarias de un 34%, a la que China le respondió imponiendo también un 34% a los productos de EEUU.

Cuando hay disputas interimperialistas agudas, como en las guerras mundiales militares o en estas guerras comerciales, las grandes burguesías nativas las utilizan para negociar sus dividendos. Eso son los llamados BRICS, a los que Trump desarticuló con sus aranceles generalizados, obligándolos a negociar cada uno individualmente con EEUU.
Pero China, por ahora, se mantiene firme. La poderosa burguesía nacional de Shanghái sabe que su cabeza y sus negocios están en cuestión, pero también las superganancias que obtienen determinadas empresas imperialistas en su mercado interno.
Es que en China también existe una enorme concentración de capital yanqui, de sus transnacionales, de su capital financiero. Muchas de las empresas de la burguesía comercial china ensamblan productos cuyos componentes más importantes son norteamericanos, alemanes o japoneses, que tercerizan su producción o bien, le venden sus patentes para que sus productos salgan como “made in China”, pagando menos impuestos, recibiendo subsidios, etc. Inclusive esto sucede con las empresas de alta tecnología.
Así el capital financiero imperialista extrae enormes masas de plusvalía y utilidades, pero que administra y controla la riquísima burguesía comercial china.

Ante la política dura de China, los yanquis redoblaron la apuesta y elevaron al 104% los aranceles. Así demuestra Wall Street cuál es el epicentro de su ataque. A la posterior suba de aranceles de China del 84%, Trump le respondió con un aumento del 145%, cuestión que significa romper de hecho toda relación comercial.

19) Trump sabe que hoy en China hay una enorme crisis de sobreproducción, es decir, de bienes producidos que no encuentran mercado. China tiene 11 empresas de coches eléctricos que no pueden entrar a competir al mercado mundial. Los países imperialistas no se lo permiten.
El proteccionismo de todos los países del mundo contra el acero que abunda en China, la ahoga económicamente, le provoca enormes pérdidas a sus bancos y la obliga producir a costo o a pérdida.

Xi Jinping sabe las enormes inversiones yanquis que hay en China. Pero Trump busca hacerle comprender que no se trata de tal o cual empresa, sino de quién controla todo el mercado chino. Los yanquis van por todo.

A diferencia de las potencias imperialistas que manejan la cartera de clientes para colocar sus productos en la economía-mundo, que controlan las zonas de influencia y oprimen al mundo colonial y semicolonial, China, que tiene una poderosísima burguesía comercial, no goza de los “privilegios” que tienen los distintos países imperialistas. Es que el imperialismo (aunque el marxismo vulgar se impresione por la “altísima producción” de China), es esencialmente capital financiero, no industrial, y por lo tanto, parasitario.

20) Wall Street quiere manejar el excedente comercial chino, controlar directamente el 100% de sus bancos y disputarle negocios también a la burguesía nacional china que se resiste duramente a quedar por fuera de ellos. Su resistencia está basada en que ve disputas interimperialistas. Ayer con los yanquis y luego con Europa, la gran burguesía nacional china sobrevive en medio de esas disputas y manteniendo también miles de asociaciones con el imperialismo japonés.

Esto es una guerra comercial. Hay bajas de un lado de la trinchera y del otro. La cuestión es quién rinde a quién. Para los yanquis se trata de conquistar el mercado de China y todo el Pacífico y, como ya dijimos, no tan solo de la sobrevivencia de tal o cual de sus empresas, que no son más que un componente de su capital financiero.

El golpe de Trump es durísimo. China produce más de lo que su mercado consume y depende de EEUU para lograr y obtener un enorme superávit comercial. Es decir, para conseguir dólares frescos contantes y sonantes. Las fuerzas productivas desarrolladas en China chocan violentamente con las fronteras nacionales.  En la balanza comercial que existe entre China y EEUU, este le exporta a China 134 mil millones de dólares y China le exporta por 375 mil millones de dólares… Los bandidos de Wall Street, que inclusive tienen testaferros suyos pertenecientes a la gran burguesía china, saben muy bien de qué se trata la guerra comercial. Por eso Trump les pide tranquilidad a Apple y otras empresas que anuncian enormes pérdidas.

Asimismo, las camarillas imperialistas yanquis saben que el bloqueo ya de hecho a China hunde el yuan y valoriza totalmente el dólar. Esto permitiría en el futuro que las empresas y bancos imperialistas se queden con los minerales y la producción china por pocas monedas.
El gobierno de Xi Jinping ha salido a prohibir la compra de dólares, llamando a comerciar solamente con el yuan, puesto que una desvalorización de su moneda implicaría una enorme devaluación y una inflación insostenible en China.

 

La guerra comercial: EEUU no cederá su papel de vencedor de la Segunda Guerra Mundial y jefe de la restauración capitalista en el ‘89

21) Como vemos en la escalada arancelaria con China hoy, EEUU no va a entregar el mercado creado por el capital financiero yanqui en China a partir de 1975 con el pacto entre Nixon y Deng Xiao Ping. Este burócrata traidor stalinista le había entregado a los yanquis todo el sudeste y la mano de obra esclava de ese país, cuestión que se definió en el ’89 con la restauración capitalista en toda China. Fue el imperialismo norteamericano el que conquistó ese mercado que aportó millones de obreros esclavos a la economía mundial y con el cual las transnacionales lograron contrarrestar las enormes tendencias a la crisis de sobreproducción del sistema capitalista.
Los yanquis van por China y por Rusia. Se consideran no solamente los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, sino también del ’89, es decir, de la restauración capitalista en los ex estados obreros, entregados por el stalinismo.
Para ello, deben derrotar a su competencia, las potencias imperialistas de Maastricht organizadas alrededor del eje franco-alemán, y ponerle el pie en la cabeza a Japón.

Estas son las tendencias que se profundizan en la situación mundial: tendencias a las guerras arancelarias y a la guerra militar, que son inevitables mientras se mantenga este podrido sistema capitalista imperialista.
De allí el apotegma del marxismo revolucionario, no para el futuro, sino como necesidad inmediata como lo demuestra la realidad misma, de socialismo o barbarie; revolución proletaria internacional o guerra.

22) El sistema capitalista no se cae ni se caerá solo. Por delante, llevará a la civilización a la guerra y al fascismo. De las cloacas de Wall Street ha salido el “bondadoso” Biden, un verdadero criminal de guerra, y también este monstruo despótico llamado Trump.
Y de las cloacas de los restauradores del capitalismo en el ’89, salió uno de los regímenes burgueses más furiosamente antiobreros, como es el del partido stalinista de Pekín, una de las fuerzas contrarrevolucionarias actuantes más importantes del siglo XX, junto a los stalinistas de Moscú.

La clase obrera internacional debe volver a intentarlo. Lo que fracasó no fue el socialismo, puesto que una cruel burocracia arribista y asesina usurpó los estados obreros o bien se vio obligada a ponerse a la cabeza de la conquista de los mismos, para entregárselos al imperialismo, no sin antes estrangular la revolución socialista internacional.
Hay que volver a intentarlo. Y para ello la historia necesita de la IV Internacional, el partido que recoge la continuidad del programa marxista revolucionario del siglo XX y que hoy ha sufrido un duro golpe, cuando amplios sectores de la misma se pasaron al campo del reformismo.
Pero en esta cuestión tampoco está dicha la última palabra. El reformismo ha quedado moviendo sus pies en el aire, como un pintor que quedó colgado de un pincel pintando un techo sin escalera. Es que la vida, la realidad y los crueles y testarudos hechos demuestran todas las falacias, mentiras y traiciones de la izquierda reformista para engañar al proletariado y expropiar su lucha.
Así, junto a la guerra comercial y las guerras de coloniajes, se ha abierto una etapa de “contrarreformismo”.

 

Luego de la partición del mercado europeo, la guerra de Ucrania y la crisis de Alemania, los yanquis concentraron su guerra en el Pacífico

Por esa región pasa el 40% del comercio mundial

23) En la guerra comercial con China lo que está en cuestión es el mercado del Pacífico, donde Francia, Inglaterra, Alemania y Japón penetraron profundamente con su capital financiero, en China en particular.
Es por esto que el gran capital financiero yanqui por ahora no llora las pérdidas que están teniendo algunas de sus empresas. Como es el caso de Apple, sus acciones volvieron a subir luego de una terrible caída, cuando Trump retrocedió con los aranceles “recíprocos” y suspendió los aranceles de los productos tecnológicos con China.
El gobierno yanqui pide paciencia y plantea que esta batalla será breve. EEUU busca rendir a China, pero antes de que Apple se funda y el capital financiero de Wall Street se ponga en cuestión, a no dudarlo, que desembarcará en Taiwán y obtendrá lo que necesita con guerras, y no precisamente tan solo comerciales.

24) Las empresas tecnológicas instaladas en China saben perfectamente que de perder su valor, tendrán un enorme resarcimiento en sus ganancias y volverán a hacer subir sus acciones con la industria de guerra, de donde provienen. Y mientras tanto, seguirán cobrando sus royalties por las patentes que entregaron a la burguesía china. Pero el verdadero negocio de estas empresas está en el parasitismo que desarrollan y en el aparato militar de EEUU.
¿Cómo se puede ocultar que EEUU subsidia a las empresas de alta tecnología y del aparato industrial-militar por 260 mil millones de dólares al año y que de allí salieron todas las empresas tecnológicas e inclusive el desarrollo de la inteligencia artificial?
El mundo parece sorprendido por los 800 mil millones de dólares que le dedicarían ahora Alemania y Francia al rearme europeo. ¡Por favor! EEUU es el que tiene las cañoneras.
Tener la marina de guerra es lo que le había permitido a Inglaterra mantener su dominio imperialista en los ’30 luego de que EEUU la aventajara en la productividad del trabajo y en la acumulación de capital.

Las empresas yanquis que están amenazadas en China por la guerra comercial son parte del capital financiero, cuyos accionistas controlan también la industria de guerra norteamericana, que vende armas, suministros y pertrechos a las Fuerzas Armadas yanquis por 700 mil millones de dólares ¡por año! para mantener su funcionamiento en el mundo, a la vez que reciben subsidios supermillonarios
En Wall Street no hay unos “locos aventureros” empujando a empresas a la quiebra. Esta guerra comercial la comanda una mesa de operaciones donde está el 0,01% del 1% de parásitos que controlan el 50% de las riquezas del planeta.

25) Lo que los marxistas vulgares lacayos ocultan es, como decía Lenin, que el imperialismo es monopolio organizado en la economía-mundo como consecuencia de la fusión del capital industrial y bancario. Es decir: es CAPITAL FINANCIERO.
Por esta condición, el capital financiero en primer lugar es usurero, parasitario. Obtiene superganancias no solo en el proceso industrial controlando ramas de producción mundiales y derrotando a su competencia, sino también fundamentalmente saqueando pueblos oprimidos y controlando las RENTAS
De allí salen las superganancias con las que alimenta por monedas a las aristocracias y burocracias obreras para que defiendan sus negocios e intereses. Excelente definición de Lenin.

Estas superganancias las conquista dando créditos y préstamos usureros, con los cuales tiene endeudada al 40% de la economía-mundo, inclusive controlándola como hace con el FMI.
Asimismo, este capital financiero mantiene a sus monopolios.  En el caso de EEUU, este capital financiero y sus subsidios son financiados con fondos de las reservas del mundo, que compran los títulos de su estado como moneda de resguardo de valor. Como ya dijimos, su enorme déficit de 32 billones de dólares es pagado por todo el mundo, en primer lugar, por China y también por Japón.

Este capital financiero, que es rentista, obtiene superganancias también de los bienes que obtiene de la naturaleza viva, es decir, la que se puede aplicar al proceso productivo. Controla la renta petrolera, los minerales y los commodities. Estas fuentes de materias primas se encuentran en países coloniales o semicoloniales a los que deben saquear y esclavizar. Allí, insistimos, EEUU estaba perdiendo también su hegemonía.
¿Cómo puede ser que Turquía, un imperialismo secundario, termine controlando junto a Irán, el orden en los países de las “rutas del petróleo” de Medio Oriente luego de la retirada forzosa de los yanquis de Irak?
Para los yanquis esto es inadmisible. Si Cargill, con un ejército propio de mercenarios entra a Ghana en África y esclaviza a niños y roba el cacao para la industria alimenticia… Si son las empresas tecnológicas las que con más de 60 mil niños sacan el coltán del Congo…
Por ello, EEUU debe poner orden. Las bombas que caen en Gaza y en Yemen, el silencio de Moscú, el genocidio del sionismo, son un factor decisivo e importantísimo de la guerra comercial que está en curso.

26) Sin guerras militares donde el imperialismo impone disciplina en sus zonas de influencia, no funcionan las guerras comerciales. Por ello, ante la guerra comercial largada por Trump, como era inevitable, se profundizan las guerras de coloniajes y agresión.
Un ejemplo claro de ello es Ucrania: Trump le acaba de pedir a Zelensky como contraprestación por los créditos entregados por EEUU para su guerra con Rusia, todo el gas de ese país, sus “tierras raras” con ricos minerales y su enorme renta agraria.

La “liberación de EEUU” que proclama Trump, no es más que Wall Street pateando el tablero de la economía mundial. Volvió a entrar al mundo nuevamente como un huracán, como lo hizo en la Segunda Guerra Mundial para conquistarlo, y ahora lo está haciendo para no perder su control.

 

Para marchar por China y Rusia, EEUU debe sacar del medio a la Europa imperialista, dispersarla o hacerla estallar

27) Como dijimos, Trump en estos días se reunirá con Meloni, la primer ministra de Italia para discutir los aranceles. Mientras tanto, Alemania y Francia anuncian que no piensan financiar a la OTAN y que apuestan por desarrollar su propio aparato militar. Y han impuesto un arancel de un 25% sobre el aluminio, el acero y la industria automotriz de EEUU, que son las mercancías por las que Europa y los yanquis están en abierto choque y competencia. De todas maneras, Maastricht le ha propuesto a Trump negociar arancel cero producto por producto. La vieja propuesta alemana realizada a Obama.
Inglaterra pide calma y no apresurarse. No quiere perder relaciones con su socio en el saqueo del planeta. Pero para los yanquis, esta guerra es contra todos: “EEUU primero”, dice Trump.

El imperialismo también es anexionismo. Trump quiere anexionar Canadá y Groenlandia para fortalecer su mercado interno y quedarse con enormes fuentes de minerales y tierras preciosas.
Desde Londres insisten: “vayamos despacio”, mientras los yanquis amenazan con quitarles Canadá que, por los viejos pactos de la Commonwealth, reconoce al rey inglés como el suyo.

España se entrevista con Xi Jinping por segunda vez en un año, para cerrar acuerdos que implican introducir en Europa los coches eléctricos producidos en China.

Francia de forma audaz, luego de que Macron dijera que “no estaban dispuestos a ser vasallos de EEUU”, proclama que acepta defender a Europa sin la OTAN y amenaza con llevar su armamento nuclear a Alemania… Lo que está defendiendo son las colonias que comparte con el imperialismo alemán en el Glacis, donde se preanuncian choques fratricidas en los Balcanes comandados por Serbia.
En los Balcanes ya huele a pólvora… que esta vez no proviene de Ucrania. Serbia le exigió explicaciones por el pacto de defensa militar de Albania y Croacia con Kosovo, que son abiertamente pro-yanquis.
Las potencias imperialistas son las que organizan estos bloques para utilizar a estos países para ir a choques militares fratricidas a través de terceros para defender sus intereses.

El plan yanqui, insistimos, es pactar con Putin para que este se someta y hacer estallar a Europa por el este en el Glacis y dispersar a las potencias imperialistas que controlan Maastricht.

28) EEUU tiene un plan para retomar su hegemonía en el mercado mundial, que ningún bandido imperialista está dispuesto a entregar “pacíficamente”. Este plan, no nos cansaremos de decirlo, contempla guerras comerciales… y guerras militares.

La guerra comercial que se ha desatado abre un período que vuelve insoportable la convivencia pacífica entre las distintas potencias imperialistas en medio del marasmo y el crac económico mundial. El mercado mundial se ha achicado y hay billones y billones de valores monetarios, de deudas, de títulos, sin respaldo en la producción de bienes en la economía mundial y en manos de los bancos y los estados.

Lo que está en cuestión es la disputa por las zonas de influencia, fundamentalmente por Rusia y China.
A diferencia de las ex repúblicas soviéticas de la ex URSS o Vietnam (que quedaron como colonias o semicolonias del imperialismo), China y Rusia subsisten en la economía-mundo como países capitalistas en estado de transición, relativamente independientes. El imperialismo no puede permitir que estos concentren capital financiero puesto que sobran potencias imperialistas en la economía-mundo. Por eso la lucha por China y Rusia es a matar o a morir, porque de ello también depende la sobrevida de las distintas potencias imperialistas.

Estamos, entonces, ante una guerra comercial por recolonizar China y Rusia y terminar el trabajo iniciado por el imperialismo angloyanqui en el ’89, que aún no terminaron de conseguir. EEUU hace esto o se derrumba. Y antes de ello, y para disputarse ese botín, vendrán las guerras y no solo económicas.

29) No hay que olvidarse ni por un instante que la Primera y la Segunda Guerra Mundial comenzaron con subas enormes de los aranceles y brutal proteccionismo de los países imperialistas.
En ese entonces, Alemania, que había quedado retrasada en el reparto del mundo, se volvió abiertamente agresiva y le disputó en dos guerras mundiales, primero a Inglaterra y después a EEUU, el control de las zonas de influencia.

La crisis hoy es inexorable puesto que las potencias imperialistas que se retrasan en esta nueva ofensiva recolonizadora y pierden hegemonía, son las que se vuelven agresivas, como es el caso de EEUU. Otras se someten, como amenazan con hacerlo ya Japón e Inglaterra, luego de prometer dar batalla.
Pero si el imperialismo yanqui arrodilla a las potencias competidoras y estas quedan rezagadas, serán ellas las agresivas en el mercado mundial.

 

Parte IV

Trump viene a poner a tono su política exterior contrarrevolucionaria con el régimen y el gobierno al interior de EEUU

Para BlackRock y demás bandidos de Wall Street, es la hora del bonapartismo

30) Desde la Segunda guerra Mundial, cada vez que el imperialismo yanqui impulsó ofensivas militares decisivas en el mundo semicolonial, no pudo vencer o fue derrotado, no solo por los heroicos combates de las masas de los pueblos oprimidos, sino también por la irrupción de la clase obrera norteamericana. Esto lo demuestra la guerra de Corea, la revolución cubana, luego Vietnam o más recientemente, Irak y Afganistán. Los trabajadores de EEUU salieron al combate y le abrieron un frente a su interior que paralizó su aparato militar en el exterior.
Lo mismo viene sucediendo hoy con la cuestión palestina: millares de jóvenes vienen ganando las calles y ahora sacan a centenares de miles al combate en todas las ciudades de EEUU contra las políticas de Trump y en apoyo a Gaza.

Trump asumió indultando a todos sus seguidores que organizaron un putch fascista en el Parlamento yanqui, donde ya logró mayoría absoluta. Gobierna por decreto. Los jueces de Wall Street definirán hasta dónde lo dejan llegar y lo controlan, cuestión que no están pudiendo lograr.

31) En EEUU ha comenzado la crisis del parlamentarismo… La crisis del imperialismo ya no permite sostenerlo. Es la hora del bonapartismo. El gobierno de Biden y los “demócratas progresistas” aplicaron los peores ataques de las últimas décadas a la clase obrera norteamericana. Ya antes Obama, con el crac de 2008, les quitó los seguros de salud, las jubilaciones y enormes conquistas, a la vez que subvencionaba por más de 1 billón de dólares a los bancos de Wall Street en bancarrota.
Con el aumento de la inflación, con la que el imperialismo yanqui financió la quiebra y el parasitismo de sus transnacionales, le volvió insoportable la vida a la clase obrera y las masas. Con la desocupación, la clase obrera blanca fue llevada a la desesperación y a la ruina. Justamente, en esta fragmentación de las masas, en la existencia de sectores desesperados de estas y de las clases medias arruinadas, se asienta la actual ofensiva contrarrevolucionaria de Trump y la crisis estrepitosa de las estafas y mentiras del Partido Demócrata que volvió a sus ofensivas guerreristas y le arrojó toda la crisis de Wall Street a las masas.
Como plantea el programa de los trotskistas, la democracia solo es posible en países ricos y EEUU está dejando de serlo. La crisis económica actual es gravísima. La crisis financiera en cada uno de los estados es la misma, lo que aproxima el peligro de una guerra. Estamos ante una crisis social sin precedentes. Más de 300 millones de inmigrantes buscan un país donde trabajar y vivir.

32) El nuevo gobierno intenta no solo atacar todas las libertades democráticas, sino derrotar y aplastar al movimiento obrero norteamericano y a todos sus sectores, como lo hace hoy con los inmigrantes. Logra base social para estos ataques apoyado en promesas y demagogia para la amplia clase obrera blanca arruinada, hablando de “volver al pasado”, al “sueño americano” de la segunda posguerra.
El gobierno de Trump, insistimos, busca hacer coincidir la política exterior bonapartista y fascista del imperialismo en todo el mundo, con el régimen al interior de EEUU.
Es el momento del fortalecimiento del bonapartismo, de la figura presidencial, del gobierno por decreto, del Parlamento que delega todos los poderes en un “monarca”… Se está constituyendo un régimen de dominio bonapartista que le permita al imperialismo disciplinar a sus propias masas y unificar a las pandillas burguesas para poder ir a aventuras políticas y militares superiores, a las que inevitablemente tiene que ir si no desea perder totalmente su dominio del planeta, cuestión que no hará de forma pacífica.
Esta intentona bonapartista al interior de EEUU también prueba las condiciones para el fascismo. En distintas ciudades comienzan a ponerse de pie bandas proto-fascistas. La burguesía sabe muy bien que se avecinan durísimos choques con el movimiento obrero negro. Esto es inevitable. Trump tiene el látigo arriba de la mesa: a Elon Musk, que ya está financiando a grupos fascistas en todo el país.

33) Trump viene también a saldar cuentas con el movimiento negro que lo destronó a patadas en el proceso pre-revolucionario de 2020, que terminó con él escondido en un bunker 14 pisos bajo tierra de la Casa Blanca, mientras la juventud de Minnesota y de todo EEUU luchaba por la disolución de la policía asesina, que había matado a George Floyd.
La tragedia es que hoy vuelve Trump después de que toda la izquierda reformista y la burocracia sindical desviaran esas enormes luchas llamando al apoyo a Biden y al Partido Demócrata. Ellos, ganando las elecciones, demostraron ser especialistas en sacar a las masas de las calles con falsas promesas y “cantos de sirena”, mientras les arrojaron toda la crisis a los obreros norteamericanos y provocaron uno de los mayores genocidios en Palestina.
El actual plan de Trump no habría podido siquiera delinearse sin la ayuda inestimable de su “opositor” Biden, que fue quien sacó a los explotados de escena, para que ahora el nuevo verdugo de la Casa Blanca venga por ellos. Uno (Trump) no funciona sin el otro (Biden). Cada uno cumple su función. De eso se trata la estrategia de dominio de las clases dominantes. Como vemos, hoy Trump no estaría funcionando sin la enorme labor que cumplió Biden para Wall Street. Es que ambos salen de la misma cloaca del capital financiero.
Esta política sería imposible de aplicar sin la colaboración de las direcciones traidoras que van en busca del burgués “progresista” o “amigo de los trabajadores”, para someter a la clase obrera a sus verdugos “democráticos” y así sacarla del camino de la revolución y desorganizar sus embestidas revolucionarias, como desarrollaremos más adelante.

Que las bandas fascistas ya están en las calles de EEUU se ve en el ejemplo de Cincinnati, donde la policía alimentaba el ingreso de fascistas a una comunidad negra, lo que la llevó a esta a armarse de forma generalizada e imponer su propia seguridad. Esto es apenas una muestra de que para nada la clase obrera y el pueblo negro han sido derrotados.

Trump también ataca de frente a la juventud rebelde que viene combatiendo abiertamente la masacre del sionismo y el imperialismo yanqui en Gaza. Amenaza con eliminar los subsidios a las universidades donde haya movilizaciones en apoyo a las martirizadas masas palestinas. Este ataque está cuidadosamente medido, puesto que el movimiento pro-palestino, que es de masas en EEUU, sobre todo en la juventud, no solo llamó a derrotar a Trump, sino a enfrentar a Biden y a todos sus secuaces, a los que acusaron con toda justicia de ser criminales de guerra.

34) Como vemos, a nivel internacional y en EEUU, el imperialismo yanqui debe pasar de las palabras a los hechos. Esto se define en la lucha de clases y el resultado está por verse.

La clase obrera norteamericana, por traición de sus direcciones, entra con sus filas divididas a batallas decisivas, pero los piratas yanquis, pese a las bravuconadas de Trump, buscan impedir derrotas prematuras y son cuidadosos. Intentan rendir a sus competidores y a sus agentes díscolos en el planeta con chantajes, durísimas guerras comerciales y barreras aduaneras, que pagarán los trabajadores y pueblos oprimidos con inflación y carestía de la vida.

 

A propósito de la “globalización” y la pseudo-teoría revisionista de la existencia de un “súper-imperialismo”

Nuevamente, reforma versus revolución

35) “¡Llegó el fin de la era de la ‘globalización’!”, chillan y chillan las cacatúas del imperialismo y todas las corrientes antimarxistas… Y lloran; lo lamentan. Exponentes de estos cipayos plantean que durante la “globalización” de los últimos casi 30 años, el imperialismo “expandía democracia” por doquier y hacía avanzar las fuerzas productivas. Eso es lo que afirman para luego decir que supuestamente en 2008 todo cambió.
Esto es una mentira y una falacia que pregonan corrientes como el PTS de Argentina. Lo único que hacen es esconder la sangre obrera y de las masas revolucionarias del mundo bajo la alfombra, después de las grandes masacres que acontecieron a partir del ‘89. Ahí está la forma en que EEUU “expandió la democracia”: un millón de iraquíes asesinados y una guerra de los Balcanes que haría empalidecer a la masacre de Gaza de hoy. Mienten. Como decía Trotsky de los stalinistas, son el club de amigos de los “imperialismos democráticos”.

El imperialismo impuso regímenes restauradores de terror bonapartistas y semi-fascistas en Rusia y en las ex repúblicas soviéticas euroasiáticas. En Moscú, se juntan dos personas en la plaza central y van presos en dos minutos por manifestarse. Los amigos del FIT-U, ya que dicen que “se expandió la democracia”, podrían ir a construirse a Rusia a ver cómo les va.
Ni hablar de cómo llegó el imperialismo “expandiendo democracia” a China con obreros en fábricas-cárceles que ni Hitler se animó a hacer.
Esta posición del PTS de Argentina ya toca los límites con el cinismo. Que vaya entonces su dirección a vivir a China a gozar de la “democracia” que se “conquistó” después de la masacre en Tiananmén.
O tal vez podrían visitar Chechenia, donde el matón Putin de la KGB, ante la sublevación de esta nación oprimida, impuso un genocidio de 4 millones de habitantes, asesinando a todos los varones mayores de 14 años.

Esto es muy grave puesto que oculta que la “globalización” de la que ellos hablan no fue más que la traición del stalinismo a la revolución proletaria mundial, que le permitió entregar los ex estados obreros como Rusia, China, Vietnam, Corea, etc. a la restauración capitalista. Esto actuó como una inyección de sangre fresca en las venas del anquilosado sistema capitalista moribundo. A esto lo llaman “globalización” que “expande democracia”…
Esta sangre ya se ha acabado. La crisis de 2008 significa que el imperialismo necesita más sangre para sobrevivirse. Y eso lo consigue y lo conseguirá con guerras, comerciales y militares.
Muchas de las corrientes que pregonan la falacia de la “globalización” también hablan de los “imperialismos nacionales”… Otra gran mentira. Más allá de las medidas circunstanciales que tomen las potencias imperialistas, esto un vil engaño para confundir a la clase obrera, fundamentalmente, al proletariado norteamericano, al que hoy Trump quiere cooptar. Por eso invitó a dirigentes de los sindicatos metalmecánicos de EEUU a la firma de sus decretos “proteccionistas”.

36) El único método marxista serio para definir la actual situación de ofensiva yanqui es plantear que ha estallado la división del trabajo a nivel internacional y se ha roto el equilibrio de la economía mundial capitalista.
Ese equilibrio se había roto en el ’89 con la caída de los estados obreros y se rearmó de forma contrarrevolucionaria, hasta el 2008, cuando se volvió a romper, porque se puso en cuestión quién controla la división del trabajo a nivel internacional, en momentos en que EEUU comenzaba a perder su hegemonía.
Por eso son los yanquis los que están dispuestos a profundizar esta crisis y a romper el equilibrio de la economía mundial en las actuales condiciones, utilizando todos los métodos que hagan falta. Lo que busca EEUU con la guerra comercial es volver a moldear al planeta entero de acuerdo a su antojo. Y esta guerra comercial cada vez está más ligada a guerras militares. No se puede ocultar la guerra de Ucrania, las masacres de Medio Oriente, el cerco a Taiwán, como quien oculta un caramelo.

 

Parte V

La victoria de la guerra comercial de Trump no la definirá tan solo él, la competencia imperialista o la burguesía mundial...

La última palabra la tiene la clase obrera internacional

37) Aquí y allá Trump hace concesiones a los que muestran rendición. Pero también la competencia imperialista presenta batalla.
La definición de esta guerra que ha comenzado no la resolverán solamente los bandidos de Wall Street, los piratas de Maastricht, o Xi Jinping y Putin, el carnicero de Eurasia.

Las cobardes burguesías nativas, que fueron todas a pedirle a Trump una negociación y a proponerle arancel cero, no serán las que derrotarán esta ofensiva imperialista.
En América Latina las burguesías lacayas buscan “reagruparse” como en la CELAC o los mercados regionales, como ayer hacían los “bolivarianos”, para negociar mejores condiciones de su rendición… Ellas son las que le siguen pagando las deudas externas y le entregan todas las riquezas de sus países al imperialismo. Miserables.
En el continente africano, que se hunde a pedazos con millones de hambrientos, retrocede la civilización entera, mientras de allí salen los minerales más preciados y necesarios para la industria tecnológica más avanzada del planeta.
Las burguesías nacionales de Medio Oriente han dejado aislada a la Gaza masacrada y en Europa se disputan los despojos de una Ucrania ocupada y partida, entre EEUU, Rusia y con tropas de Francia e Inglaterra, que garantizarán repartirse las enormes riquezas de esa nación entre todos los bandidos imperialistas.

38) El otro actor central de la situación mundial, que definirá la guerra que está en curso, es la clase obrera y el combate de los pueblos oprimidos, que están muy lejos de haberse rendido, como lo vemos en Medio Oriente. La lucha de clases será un factor decisivo donde se definirá este nuevo período que se ha abierto, donde ha terminado de estallar el equilibrio de la política y la economía mundial. Termina el período de la “paz armada”.

Que pierdan cuidado los oportunistas, la guerra comercial no la pagarán las transnacionales, que serán subsidiadas por los estados, sino que ellas buscarán hacérsela pagar a la clase obrera con recesión, inflación y guerras contrarrevolucionarias de saqueo.

39) Lo que explica esta sobrevida del putrefacto sistema capitalista, es la traición de la dirección de la clase obrera a sus mil y un combates, situaciones revolucionarias y pre-revolucionarias que recorrieron el planeta entero en lo que va del siglo XXI, sobre lo que podríamos escribir un libro entero.
Aquí solo recordaremos el rol decisivo que ha tenido la clase obrera norteamericana para atarle las manos e impedir que los yanquis hayan multiplicado por mil su masacre en Palestina, como es lo que necesitan para volver a controlar el planeta.
La derrota yanqui en Irak y antes en Vietnam se resolvió en las calles de Nueva York y de la Europa de Maastricht.
La clase obrera griega fue la vanguardia en socorrer a los miles y miles de refugiados que cruzaban el Mediterráneo huyendo de las masacres contrarrevolucionarias de Medio Oriente.
Aún no está definido históricamente que el proletariado ucraniano que es el que dio la vida en las trincheras defendiendo su nación, acepte la partición y ocupación de la misma, ni que los obreros rusos no vayan a saldar cuentas con los centenares de miles de masacrados en el frente por los negocios de la asesina burguesía de Moscú.

Los capítulos de esta guerra de clases aún no se han terminado de escribir.

40) La clase obrera norteamericana es la gran aliada de la clase obrera mundial. Ella combate y combatió al interior de la bestia imperialista. Hoy miles de jóvenes que ayer enfrentaron a Biden, el entonces jefe del sionismo, continúan ganando las calles pese a la dura represión de Trump y amenazan con arrastrar a las masas norteamericanas a un combate decisivo para bajar del pedestal a ese arrogante y asesino de la Casa Blanca, salido de las cloacas de Wall Street.

Fueron sus direcciones traidoras de la “Nueva Izquierda” las que sometieron a la clase obrera norteamericana al canalla Sanders que a su vez la puso a los pies de Biden, el genocida de Medio Oriente y el más grande hambreador de los trabajadores de EEUU. Ahora estos izquierdistas chillan y se lamentan que masas desesperadas han votado a Trump.
Los “globocharlatanes” podrán seguir echándole la culpa a la clase obrera que supuestamente “no combatió” en estas décadas y podrán seguir alabando las “virtudes” de la “globalización pacífica y democrática” del imperialismo, como ellos mismos la denominan… Podrán seguir mintiendo y engañando a las masas, pero más temprano que tarde los obreros avanzados comprenderán las consecuencias que tiene que sus direcciones hayan sometido a las masas explotadas a los regímenes imperialistas y a la burguesía en todo el planeta.

Los obreros del mundo deberán recordar a la ex burocracia stalinista cubana restaurando el capitalismo en La Habana y gritando a los cuatro vientos que en Obama había un “gran aliado de los pueblos oprimidos”. Una infamia. Esto mientras ese gobierno del Partido Demócrata despedía a mansalva en la industria automotriz y le sacaba las pensiones y demás conquistas a los trabajadores norteamericanos. Y a su vez, intentaba salvar al imperialismo yanqui de las masas de EEUU por su derrota en Irak, luego que sus antecesores “globalizadores”, Bush padre e hijo, invadieran ese país con 23 ejércitos y asesinaran a más de un millón de iraquíes… ¿Y ahora lloran la subida de Trump? Miserables.
Sin Biden y el Partido Demócrata que hicieron muy bien su trabajo de engañar al pueblo, Trump no estaría en la Casa Blanca.

 

Para liberar a los trabajadores de China de la esclavitud asalariada:

¡Hay que aplastar al régimen asesino de la lacra burguesa de los nuevos “mandarines”, socios de las transnacionales en la explotación de la clase obrera china!

41) Todos sabemos de la cobardía de las burguesías comerciales ante los piratas imperialistas, que son sus socios mayores.
La cuestión de Taiwán y de su reconocimiento por parte de los yanquis, pone también la guerra comercial en el terreno militar y la negociación se realiza con demostración de armas.

A toda ofensiva contrarrevolucionaria de los yanquis o del Maastricht imperialista, no la va a derrotar Xi Jinping. Él va a negociar mil y una veces, o será sometido en Taiwán.
La victoria de la revolución socialista que impusieron las masas chinas a la salida de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la dirección stalinista, junto a la guerra de Corea, es lo que logró expulsar a los yanquis de Asia, con la guerra civil de clases.
La tragedia de China y Corea son los traidores que entregaron su revolución, esclavizaron con triples cadenas a su proletariado y más temprano que tarde se arrodillarán ante los yanquis o ante el Maastricht imperialista.

A la prepotencia de EEUU se la derrota con una nueva revolución obrera y campesina en China, pero esta vez barriendo a los traidores stalinistas que terminaron restaurando el capitalismo y transformando al proletariado chino en el más esclavizado del planeta, mientras entregaban su economía al capital financiero internacional, asociándose a él.
A los yanquis se los derrota en China con la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, esta vez, con el programa soviético del bolchevismo y un régimen revolucionario de democracia obrera, cuyo objetivo sea extender la revolución a todo el Pacífico.

42) El proletariado chino, junto a la clase obrera norteamericana, que son dos batallones decisivos del proletariado internacional, tienen en sus manos ser la avanzada en derrotar a la bestia imperialista.
La lucha, insistimos, no podrá ser otra que, por la restauración de la dictadura del proletariado, o China se hundirá en las peores de las miserias, cercada por las potencias imperialistas que van por ella. Y muy mal le irá a la clase obrera mundial, si el imperialismo logra derrotarla.

En cada ciclo de crisis como en 2002, 2007, 2017-2020 de la economía china, la clase obrera respondió con enormes combates contra los cierres de fábrica y la desocupación, con más de 250 mil revueltas contra el hambre y la parálisis de las empresas, con la emergencia de una juventud radicalizada que en 2019 empezó a coordinar con los obreros la puesta en pie de comités de fábrica, desconociendo los sindicatos estatizados de Xi Jinping y demás mugre del PC chino.

Trump hoy se juega la “madre de las batallas” comerciales en China… Allí los obreros y campesinos con el programa de la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, junto a la clase obrera norteamericana, tienen en sus manos el futuro de la clase obrera mundial y la oportunidad de pegarle un duro golpe al imperialismo como hicieran con la revolución de 1949 y el triunfo de la guerra de Corea en 1952, que fueran contenidas por la lacra stalinista. Este proceso amenazaba con la expansión de la revolución de todo el Pacífico.

En China, con una nueva revolución proletaria, hay que aplastar a ese partido burgués de origen stalinista de burgueses millonarios, esclavista, opresor y asesino de los obreros chinos, y hacer correr a los yanquis, esta vez no solo hasta el paralelo 38 de Corea como en 1949-1952, sino que aliados al proletariado norteamericano, derrotarlos en las calles de EEUU.

¡Por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias, sin la lacra burguesa de los nuevos “mandarines” chinos! ¡Por los Estados Unidos Socialistas del Pacífico!

 

Se profundiza la época de crisis, guerras y revoluciones

El proletariado debe recuperar su internacionalismo militante
¡Paso a la IV Internacional!

43) Como vimos, la primera medida del gobierno de Trump fue atacar con métodos fascistas a los inmigrantes. Razias casa a casa, en las calles, en los trabajos. Deportaciones masivas. En campos de concentración como en Guantánamo y las cárceles de EEUU. Así este le demostró a la clase obrera mundial cómo piensa tratar el imperialismo a los trabajadores de sus colonias y semicolonias.

También golpeó duro a la juventud antiimperialista que ganó las calles para frenar el genocidio ayer de Biden y hoy de Trump, junto al sionismo a la nación palestina.

Para debilitar la lucha de la clase obrera norteamericana, cooptaron a un sector de los dirigentes de los sindicatos metalmecánicos de EEUU, a los que llevaron a lo que Trump llamó el “Día de la Liberación”, cuando lanzó la guerra comercial.
Así Trump, mientras golpea con ley marcial a lo más explotado de la clase obrera de EEUU, como ayer hiciera con el movimiento obrero negro, hoy busca con una demagogia infame hacerle creer a los trabajadores blancos, mil veces atacados por los gobiernos del Partido Demócrata, que él los llevará nuevamente al “sueño americano” y que para eso, deberá “cerrar sus fronteras” para que “vuelva a haber trabajo americano para los americanos”…
El presidente de la UAW, Shawn Fain, que era un hombre directo del sinvergüenza sionista Sanders que sostuvo a Biden, hoy entusiasmado con las promesas de Trump, declara: “aplaudimos a la administración Trump por tomar la iniciativa para poner fin al desastre del libre comercio que ha devastado a las comunidades obreras durante décadas”.

Pero antes de que suene el último disparo de la guerra comercial, serán los obreros blancos los que con inflación, carestía de la vida, desocupación y una feroz represión, recorran el camino de los trabajadores inmigrantes.

44) La aristocracia obrera y las burocracias sindicales aplauden a Trump. Es que ya se están gastando a cuentas las monedas que este sinvergüenza les tirará por traicionar a su clase… Nada distinto a lo que hizo Biden con sus sirvientes de “izquierda” del Partido Demócrata vistiéndose de “socialistas”, como Sanders y Ocasio-Cortez, que lo apoyaron en sus ofensivas genocidas en Medio Oriente.

Con un vil engaño y trampa están estrangulando a la clase obrera norteamericana. En una punta de la soga, el Partido Demócrata, que liquidó, absorbió y desorganizó al ala izquierda del movimiento obrero de EEUU, como los trabajadores negros y el movimiento de la “Marcha del Millón” contra la guerra. En la otra punta está Trump, que se pinta de “nacionalista” cuando es el más grande liberal y aperturista de las fronteras y aduanas de todos los estados del mundo.

El dirigente de la UAW proclama que “por fin se acabó el tratado de libre comercio con México y Canadá”. En las maquilas al sur del Río Bravo, las empresas imperialistas, en primer lugar las yanquis, hacen producir a los obreros con salarios esclavos en el norte de México. Las grandes transnacionales no volverán a EEUU repartiendo dólares, sino todo lo contrario. Regresarán solo si antes derrotan a la clase obrera norteamericana y en primerísimo lugar, a los obreros de los sindicatos metalmecánicos, haciéndolos trabajar en igual o peores condiciones que en las maquilas mexicanas. Una dirección burocrática y miserable de la aristocracia obrera norteamericana, se ha convertido en socia de los verdugos de los trabajadores de EEUU y a nivel internacional.

Las traiciones de sus direcciones son la mayor tragedia para la clase obrera mundial y norteamericana en particular, que ha dado y continúa dando enormes y agudas batallas al interior mismo de la bestia imperialista y es la más grande aliada de la clase obrera y los pueblos oprimidos del mundo.

Esta putrefacta aristocracia obrera no representa ni de lejos a la mayoría de los trabajadores de EEUU. Solo son sirvientes del imperialismo.

45) El pasado 5 de abril, con enormes movilizaciones de masas, se ganaron las calles en más de 1.200 ciudades de EEUU contra la masacre en Gaza y el verdugo Trump.
Por la causa palestina hoy se están atalonando los trabajadores del mundo. Últimamente, amplios sectores protagonizaron un paro internacional en solidaridad con las masas martirizadas de Gaza y Cisjordania.

Si Trump y las potencias imperialistas pueden avanzar hoy en su política de tirarle toda la crisis a los trabajadores es por la enorme traición de sus direcciones.

Al decir de Lenin, el imperialismo es, y la realidad lo reafirma, la escisión del socialismo, es decir, que las potencias imperialistas solo pueden sostener su política contrarrevolucionaria creando y recreando una aristocracia y burocracia obrera, a las que compran con monedas “que se caen de las superganancias del saqueo del mundo semicolonial”.

46) Fueron los traidores del reformismo los que en las últimas décadas desincronizaron estos combates, los dispersaron y los pusieron a los pies de las burguesías “progresistas o democráticas”, como ellos llaman a estos verdugos de las masas. Ya antes en América Latina los habían sometido a los estafadores de la “Revolución Bolivariana” que terminaron junto al castrismo garantizando incluso la restauración capitalista en Cuba.

En las guerras de opresión nacional y contrarrevolucionarias, pusieron a la clase obrera en las trincheras de los enemigos de los trabajadores y el pueblo, como Putin en Ucrania y Al Assad en Siria.
En 2013-2014, todos se abrazaron al “frente antiterrorista” organizado por Francia y EEUU para aplastar los procesos revolucionarios en Medio Oriente, como hicieron en Siria y Yemen.

Fue la así llamada “Nueva Izquierda” la que con el frente “anti Trump”, sometió a la clase obrera norteamericana a Biden y a sus aliados de “izquierda” como los Boric, los Lula, los Morales, los Petro, para desviar la revolución en América Latina.
El rol del stalinismo fue cruel en África, donde controló los procesos de levantamientos de los trabajadores y explotados y los puso a los pies de las burguesías negras como en Sudáfrica, Mozambique, Zimbabwe, Kenia. En el África Subsahariana fueron los oficiales burgueses de los ejércitos los que expropiaron la lucha antiimperialista de las masas oprimidas.
En Europa, el stalinismo desde la dirección de los sindicatos entregó la lucha de la heroica clase obrera francesa, a la que le arrancaron gran parte de sus conquistas. Traicionaron el proceso revolucionario en Grecia, donde hoy los trabajadores y la juventud intentan volver al combate.
Con la invasión de Putin a Ucrania, se consolidó el control de las bases militares rusas que disciplinan a las masas en Kazajistán, Bielorrusia, Armenia, etc., mientras se escarmienta al proletariado europeo y lo chantajean con crisis económica, despidos e inflación, como sucede hoy en Alemania.
Estos son tan solo algunos ejemplos de que fue la traición de las direcciones que desviaron, sometieron y desorganizaron las ofensivas de masas, lo que permite hoy esta contraofensiva contrarrevolucionaria de Trump y las pandillas de Wall Street, BlackRock y sus gerentes fascistas.

Esta vez con las masas en la resistencia, los choques de clase son inevitables. Ya hemos visto que el proletariado belga recibió a Trump con huelgas generales. En Argentina, comienzan levantamientos independientes de vanguardia contra su agente Milei. El proletariado viene de protagonizar enormes combates en países como Kenia y Mozambique, mientras la clase obrera sudafricana mantiene toda su fortaleza pese a la provocación de Trump de enviar como embajador yanqui al hijo de un dirigente blanco del Apartheid.
Para profundizar las disputas interimperialistas y pelear el mercado mundial, cada potencia imperialista, como dijimos, debe tener las manos libres derrotando a su clase obrera. Esto están lejos de haberlo logrado. En el resultado de esta batalla, que hoy el proletariado por traición de sus direcciones debe dar a la defensiva, se define el futuro de la civilización: si se va a la revolución y el socialismo, o se va a la guerra. La alternativa es socialismo o guerra.

47) En este momento de duras disputas interimperialistas, es cuando la clase obrera puede pegar. El sometimiento del proletariado de los países centrales a sus propias burguesías imperialistas es una vil traición. El grito de guerra de los trabajadores de las potencias imperialistas debe ser: ¡el enemigo está en casa! Y ser así la vanguardia de los combates de los obreros y campesinos de las naciones oprimidas que sus burguesías hambrean y saquean.

La tragedia es que las direcciones traidoras han sometido a la clase obrera a sus verdugos, como al genocida Biden pintándolo de “democrático”, o haciendo pasar al chacal Putin como “antiimperialista” y a los carniceros de Pekín como “progresistas”.
Otros, lacayos de las potencias imperialistas europeas, llamaron y llaman a luchar por un “Maastricht social”, queriendo hacer creer que esa cueva de bandidos imperialistas puede ser aliada de los trabajadores y los pueblos oprimidos.

Lo que la clase obrera necesita es una dirección revolucionaria que solo bajo las banderas de la IV Internacional podrá estar a la altura del combate por la destrucción del sistema capitalista mundial.

 

La clase obrera no se ha rendido. Presentó y presenta batalla

48) La clase obrera no se ha retirado de escena. En su lucha y en la revolución socialista está el futuro de la civilización humana. No nos cansaremos de plantear que una Tercera Guerra Mundial comenzará como terminó la Segunda. Las contradicciones que empujan hacia ella se están desarrollando y son intrínsecas al modo de acumulación capitalista en la época imperialista.
¿Ya se abrió el camino hacia la Tercera Guerra Mundial? Eso se definirá en el período inmediato en la lucha de clases. Los capitalistas harán pagar su crisis a los trabajadores y depende de la respuesta de estos, del curso histórico de los acontecimientos.
Pero lo que sí está claro es que la verdadera crisis que tiene el proletariado para dar una salida a la crisis de la civilización, es la crisis de su dirección.

La clase obrera mundial debe saber que en EEUU no solamente está la bestia imperialista, sino su más grande aliado: el proletariado norteamericano que hoy con su juventud se subleva contra la masacre en Palestina, como ayer lo hicieron contra la guerra en Irak y Vietnam y en miles de combates por sus demandas.
No hay tarea más decisiva para los revolucionarios en el momento actual que definir con claridad ante los ojos de la clase obrera quiénes son sus aliados y quiénes son sus enemigos y cómo actúan para traicionarla.

Para el reformismo, el socialismo es una cuestión “del futuro”, cuando la civilización humana ya está en medio de la catástrofe capitalista y a un paso de la apertura del camino a la guerra.
Para los revolucionarios, la lucha por la revolución socialista internacional es una cuestión de vida o muerte como tarea presente e inmediata. La clase obrera debe volver a intentarlo o será gravemente castigada por la historia puesto que lo que vendrá será la guerra.
Afirmar, como hacen los voceros de esa siniestra “Internacional Progresista”, que el proletariado puede mejorar su nivel de vida y “ampliar la democracia” en los marcos de este sistema en bancarrota, no es solo una política reaccionaria, sino una oscura política contrarrevolucionaria.

Las masas jamás faltaron a la cita. Son sus dirigentes los que las traicionan.

49) Si el “socialismo es para el futuro” como dice la izquierda reformista, el presente será la guerra, los genocidios y la contrarrevolución. Es el momento de reagrupar las filas revolucionarias de la vanguardia del proletariado mundial: revolución, revolución y revolución… o guerra.

El capitalismo no se cae ni se caerá solo, sino que llevará al desastre a la civilización entera. Son sus sepultureros, la clase obrera, los que deben terminar con él.

La premisa del programa de los trotskistas mantiene toda su vigencia: la crisis de la humanidad es la crisis de la dirección revolucionaria del proletariado.
El programa de la IV Internacional, fundada en 1938, mantiene toda su actualidad y ha pasado la prueba de la historia. No lo han hecho y lo han traicionado los que hablaban en su nombre, que incluso han destruido la IV Internacional, el Partido Mundial de la Revolución Socialista.

El proletariado no tiene un estado mayor internacional a la altura de los planes de guerra de sus enemigos de clase. Esa es la verdadera crisis de la clase obrera.

¡Por un nuevo reagrupamiento revolucionario del marxismo principista y las fuerzas revolucionarias del proletariado mundial!

¡Bajo las banderas de la IV Internacional!

¡La clase obrera primero!

¡Para que las masas y los pueblos oprimidos vivan, el imperialismo debe morir!

Carlos Munzer
Por el Consejo Editorial de “El Organizador Obrero Internacional”

 

 


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Trump lanzando la guerra comercial

 

 


Manifestación en EEUU por la libertad de estudiantes pro-palestinos presos

 

 


Trump junto a Biden

 

 


2022: tanques rusos invaden Ucrania

 

 


1989: caída del muro de Berlín

 

 


Funcionarios de Japón, China y Corea del Sur sellan nuevo acuerdo comercial

 

 


Elon Musk y otros magnates de las tecnológicas en la asunción de Trump

 

 


2008: estallido de la bolsa de Wall Street

 

 


Trump firma el decreto de suba generalizada de aranceles

 

 


2019: protestas en Ecuador al grito de "¡Fuera el FMI!

 

 


Trabajadoras superexplotadas produciendo para Nike en Vietnam

 

 


Trump y Elon Musk

 

 


León Trotsky

 

 


Trabajadores inmigrantes son esposados y deportados de EEUU

 

 


Maquilas chinas de obreros esclavos

 

 


Pedro Sánchez de España y Xi Jinping en China

 

 


Coches eléctricos chinos de la empresa BYD varados en los puertos de Europa

 

 


1979: Nixon de EEUU junto a Deng Xiao Ping de China

 

 


El carnicero Biden y el genocida Netanyahu

 

 


Aviones y buques del aparato industrial-militar de los carniceros yanquis

 

 


Bombardeo de la coalición angloyanqui a la nación yemení en el mes de marzo

 

 


Niños esclavizados en las minas de República Demócratica del Congo

 

 


Scholz, actual canciller alemán, y Macron, presidente de Francia

 

 


2007: movilización contra la guerra de Irak en EEUU

 

 


Levantamiento de masas en EEUU contra el gobierno de Trump en 2020

 

 


Noviembre 2024: la juventud pro-palestina gana las calles en EEUU el día de las elecciones presidenciales: "¡Ningún voto para el genocidio!"

 

 


El carnicero Putin de Rusia

 

 


Portaaviones yanqui en el Mar de la China

 

 


Cumbre de la CELAC realizada en Honduras

 

 


Movilización en EEUU contra la guerra de Vietnam en los '70

 

 


El genocida Biden junto al sionista Sanders de la "izquierda" del Partido Demócrata

 

 


Revolución china de 1949

 

 


2025: movilizaciones en EEUU contra el actual gobierno de Trump

 

 


2024: sublevación de masas en Kenia

 

 


Protestas contra el gobierno de Trump en Washington DC

 

 

La falacia sobre la “globalización armónica” de los monopolios y las transnacionales en el mercado mundial bajo la égida imperialista

La actualidad de la teoría leninista sobre el imperialismo, como “fase de agonía mortal del capitalismo”

Reproducimos extractos de “El Organizador Obrero Internacional” N° 25 del 4 de julio de 2018, ante el primer intento del imperialismo norteamericano de largar la guerra comercial al mundo durante el anterior gobierno de Trump

Las cacatúas de la burguesía que hablan de una “globalización armónica de los monopolios y las transnacionales”, proclaman que EEUU se perjudica a sí mismo con su guerra comercial. Para nada esto es así. La verdad es que los monopolios y las transnacionales tienen bandera, como afirmaba Lenin. Son los estados imperialistas los que defienden los negocios de SU capital financiero y SUS transnacionales en las distintas zonas de influencia y ramas de producción que esos estados imperialistas controlan. Sin esos estados, desde donde se exporta el capital financiero, no hubiera surgido el imperialismo, este no se hubiera mantenido en el planeta ni las distintas potencias hubieran podido disputarse las distintas zonas de influencia para luego controlarlas.

El mundo ya ha sido repartido y esto se hizo con la guerra. Los vencedores de la Segunda Guerra Mundial defienden sus zonas de influencia en la economía mundial con cañoneras y bases militares. Es que quien controla las zonas de influencia, controla las fuentes de materias primas, minerales, petróleo, caucho, commodities y las rutas del comercio, cuestiones claves para el proceso productivo. Es más, también controla la súper-plusvalía que se le arranca a la clase obrera del mundo colonial y semicolonial. De eso se trata el poderío de EEUU, que conquistó la mayoría de las zonas de influencia al salir vencedor de la Segunda Guerra Mundial y no las entrega ni las entregará pacíficamente. (…)

La teoría leninista sobre el imperialismo no hace más que confirmarse en el siglo XXI. (…)

Esa visión de un “libre comercio”, de un “desarrollo armónico de las fuerzas productivas, del imperialismo globalizado y el capital financiero”, es una estafa a la clase obrera mundial. Las fuerzas productivas mundiales y sus sucesivas revoluciones tecnológicas, ya hace rato han chocado no sólo con el modo de producción capitalista sino también con las fronteras nacionales. Aquí y allá el capitalismo crea polos de desarrollo en distintas ramas de producción o sectores del planeta, mientras hunde en la miseria y en la catástrofe a la mayoría de ellos. La contradicción es que si a EEUU le va bien, a la Europa imperialista de Maastricht le va mal. Y al revés: si el eje franco-alemán controla Rusia y avanza en la “ruta de la seda” que estaba preparando con Pekín, les irá muy mal a los yanquis.

Los teóricos de la “globalización” en última instancia están hablando de un “súper-imperialismo”, repitiendo tal cual la visión oportunista que tenía el kautskismo. Es gente que ve solamente al imperialismo “desde el punto de vista puramente económico”, al decir de Lenin, que consideraba ello como “un disparate”. Contra los reformistas de principios de siglo XX, Lenin insistía: “Si se entiende por punto de vista puramente económico la ‘pura’ abstracción, todo cuanto se pueda decir se reduce a la tesis siguiente: el desarrollo va hacia el monopolio; por lo tanto, hacia un monopolio mundial único, hacia un trust mundial único. Esto es indiscutible, pero, al mismo tiempo, carece de todo contenido.” (El imperialismo, fase superior del capitalismo). Los reformistas de hoy están diciendo que se marcha hacia un monopolio único de la ultra-agricultura, de la medicina, etc. porque la tendencia del capital es a la concentración y a la “globalización”.
Ya la vida dio su veredicto sobre esta pseudo-teoría que se derrumbó cuando las potencias imperialistas, cada una con sus monopolios, chocaron en dos conflagraciones mundiales. Lenin denunciaba a Kautsky afirmando: “Las divagaciones inconsistentes de Kautsky sobre el ultra-imperialismo estimulan, entre otras cosas, la idea profundamente errónea y que echa agua al molino de los apologistas del imperialismo, según la cual la dominación del capital financiero atenúa la desigualdad y las contradicciones de la economía mundial, cuando, en realidad, lo que hace es acentuarlas.” (Ídem, negritas en el original). En última instancia, la visión de corrientes como el PTS de Argentina y otros “anticapitalistas” de Europa de que el capitalismo se “expande desarrollando la democracia”, es la conclusión política de esta visión kautskista de “desarrollo armonioso” de la “globalización” de los monopolios y del control imperialista del planeta.

Insistimos, las empresas imperialistas tienen bandera: tienen detrás fuerzas armadas, marinas de guerra, bases militares y bombas atómicas, es decir, estados imperialistas con los que logran su supremacía en el planeta, como hicieron con las dos guerras mundiales.
La economía-mundo está regida por una relación entre estados imperialistas que compiten entre sí y estados coloniales y semicoloniales saqueados. Como planteaba Lenin: “Los capitalistas reparten el mundo, no como consecuencia de su particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado los obliga a seguir este camino para obtener beneficios; y se lo reparten, ‘según el capital’; ‘según la fuerza’; otro procedimiento de reparto es imposible en el sistema de la producción de mercancías y del capitalismo (…) La época del capitalismo moderno nos muestra que entre los grupos capitalistas se están estableciendo determinadas relaciones sobre la base del reparto económico del mundo, y que, al mismo tiempo, en conexión con esto, se están estableciendo entre los grupos políticos, entre los Estados, determinadas relaciones sobre la base del reparto territorial del mundo, de la lucha por las colonias, de la ‘lucha por el territorio económico’”. (Ídem)
Hablar que semejantes contradicciones han sido resueltas con una “globalización armónica del capital” es solo justificar el dominio del imperialismo del planeta y la enorme destrucción de fuerzas productivas que éste provoca en su bancarrota.

¿Cómo puede existir un mercado mundial “armónicamente desarrollado” cuando la guerra comercial por el achicamiento del mercado ha dado un salto cualitativo? ¿Cómo hablar de “globalización” y “crecimiento ilimitado de las transnacionales y el comercio” en un mercado mundial que se ha reducido, achicado y destruido en enormes proporciones? ¿Cómo va a existir una “globalización armónica” cuando, por otro lado, hay disponible fuerza de trabajo, máquinas, herramientas y tecnología que están totalmente paralizadas? Con ellas se podrían desarrollar enormes fuerzas productivas mundiales que garanticen trabajo y bienestar a todos los habitantes de este planeta. Esto jamás lo dirán los académicos, socialdemócratas y revisionistas del marxismo que hablan de la era de la “globalización”. Los marxistas revolucionarios afirmamos que esto sólo se puede aplicar con una economía planificada mundial que se podrá realizar cuando triunfe el socialismo a nivel internacional y en todo el planeta. Por ello la tarea del momento es la lucha por la revolución socialista. (…)

Ninguna potencia imperialista vencedora de una guerra, como es el caso de EEUU, entregará el mercado mundial armónica y pacíficamente. EEUU tiene el 80% del presupuesto militar del mundo, es decir, la más grande inversión para sus empresas imperialistas y su capital financiero en FUERZAS DESTRUCTIVAS, el negocio más suculento del imperialismo en su época de decadencia, bancarrota y agonía. La tecnología y las inversiones directas del capital van en su mayoría al saqueo, al parasitismo y a la producción de fuerzas destructivas para la guerra. (…)

Las cacatúas de la burguesía anuncian que la robótica y la inteligencia artificial, como nuevos avances tecnológicos, están poniendo en cuestión el dominio yanqui del planeta.
¡250.000 millones de dólares en investigación tecnológica para la industria de guerra significa una de las más grandes inversiones que haya realizado un estado imperialista en fuerzas destructivas en la historia del capitalismo moderno! Es que solo así puede ampliarse el mercado mundial: produciendo para la destrucción y con inversión del estado. Como manifestaba con claridad la III Internacional de Lenin y Trotsky: EL FACTOR ECONÓMICO MÁS IMPORTANTE EN LA ÉPOCA IMPERIALISTA ES LA GUERRA. Y esto no sólo ha demostrado su validez en el siglo XX, sino que se ha agudizado a grado extremo en el siglo XXI. (…)

¿”Globalización”? No, lucha descarnada interimperialista, guerra comercial y guerra de clases. Todo lo demás es una mentira para edulcorar al capitalismo en bancarrota y el rol actual de los monopolios imperialistas en la época de crisis, guerras y revoluciones.


 

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