Medio Oriente - 24 de septiembre de 2020
Con pactos infames de las burguesías árabes y el sionismo, y asentando el genocidio en Siria
El imperialismo lanza una nueva ofensiva para derrotar a las masas sublevadas de Magreb y Medio Oriente
Líbano, Irak, Irán, y ahora Egipto…
Con nuevos levantamientos revolucionarios, las masas presentan batalla
Medio Oriente hoy vuelve a estar en llamas. Por un lado, vemos nuevos levantamientos revolucionarios en Líbano, Irak, ahora Egipto, mientras la clase obrera iraní protagoniza enormes jornadas de lucha contra los ayatollahs. Pero también, los explotados venimos de sufrir amargas derrotas de las revoluciones que estallaron en 2011 y que recorrieron de Túnez a Siria, de Libia a Egipto, de Bahréin a Irak… como el aplastamiento a sangre y fuego durante más de 9 años de la revolución siria, la masacre en Yemen, la invasión saudí a Bahréin, la partición de Libia, entre otras. Estas revoluciones habían derribado a las autocracias como las de Túnez, Libia, Egipto, y habían puesto en cuestión las propias fronteras del sionismo, quien no podía disparar un solo tiro a riesgo de unificar toda la región en una misma lucha por su destrucción. Pero las direcciones de las organizaciones obreras del planeta actuaron. En Túnez y Egipto apoyaron “salidas democráticas” que no fueron más que un rodeo para volver al fascismo y regímenes dictatoriales. En Siria apoyaron al genocida Al Assad. Desde el Foro Social Mundial lanzaron el grito “el enemigo es el ISIS” y calumniaron a las masas de “terroristas” y “jihadistas” e impusieron un cerco a las revoluciones de Medio Oriente, que las aisló de la clase obrera mundial y le dejó las manos libres a todos los agentes contrarrevolucionarios para que aplasten a las masas a sangre y fuego.
Gracias a estas direcciones se impusieron las mencionadas derrotas de los procesos revolucionarios y sobre ellas el imperialismo y sus petroleras quieren avanzar en imponer un triunfo estratégico en la región, generalizando el pacto de Ginebra y asentando a su gendarme sionista y devolviéndole poder de fuego que había perdido en 2011. Les va la vida en derrotar los procesos actuales para así terminar de asentar la contrarrevolución. Para ello está avanzando en establecer acuerdos con la burguesía sunnita de la región con el fin de ampliar el reconocimiento del estado de Israel, que se suman a los que ya existen con Jordania y Egipto. Así, el gobierno de los EAU y de Bahréin ya han firmado estos pactos, mientras el imperialismo anuncia que hay otros que concretarán y se darán a conocer en los próximos días con 13 gobiernos más de la región, entre los cuales estarían incluidos Arabia Saudita, Marruecos y también Sudán.
En este último país no solo hay un gobierno de burgueses sunnitas, sino que además el Partido Comunista de ese país es un factor de sostenimiento clave, ya que controla los sindicatos y las organizaciones de lucha, y como tales han entrado como verdaderos ministros sin cartera del mismo. Por eso este pacto de sostenimiento del sionismo no solo incluye a los gobiernos de la región, sino inclusive al Partido Comunista, los mismos que ayer fundaron a Israel con Stalin en 1947 desde la ONU.
La derrota de la revolución siria significó el fortalecimiento del sionismo
Ya en el año 1979 se firmaba el llamado Pacto de Camp David, un acuerdo de paz entre Israel y las burguesías y gobiernos de la región, con Egipto a la cabeza, para sostener al sionismo, ocupante de Palestina. Hoy, estamos ante un plan de imponer un “Pacto de Camp David generalizado” en toda la región, de reconocimiento y sostenimiento del Estado Sionista para que termine de asentarse como ocupante de la nación palestina y como gendarme clave del imperialismo en Medio Oriente. Todavía no los ha impuesto. Dependerá de si logra aplastar los procesos revolucionarios abiertos en Líbano, Irak, Egipto… para poder imponerse.
Cuando estallaron los procesos revolucionarios en 2011, la burguesía palestina le planteó a su pueblo que había que ser neutral para conseguir el apoyo tanto de los pueblos como de los gobernantes. Lo mismo planteó el estalinismo en Palestina como el FPLP y el FDLP. Se empecinaron, como toda la izquierda mundial, en separar a las masas palestinas de las masas sirias, aun cuando en el campo de Yarmouk en Damasco los palestinos se movilizaban también por la caída del régimen y Al Assad los masacraba despiadadamente. La realidad fue que más se aplastó la revolución siria y más se fortaleció el sionismo, pues el verdadero enemigo de ese enclave contrarrevolucionario son las masas y sus levantamientos revolucionarios y no esos gobiernos que les cuidan las fronteras.
Hoy tenemos el resultado de aislar al pueblo sirio del palestino: el genocidio y la partición de Siria y el fortalecimiento del sionismo. Hoy vemos el “apoyo” que la burguesía de la región le da al pueblo palestino firmando los pactos de reconocimiento del sionismo. Trump declaró a Jerusalén capital de Israel y las burguesías árabes hacen fila para firmar los pactos.
La burguesía palestina de la OLP, que se ha mostrado en la prensa internacional como opuesta a los acuerdos de EAU con el sionismo, ha venido colaborando estrechamente con el ocupante, incluso llenando sus cárceles de presos que buscan enfrentar al sionismo. Gaza y Cisjordania devinieron en bantustanes y a esto esta burguesía lo llama “estado Palestino”.
Aquí está el resultado de la política de la Nueva Izquierda de apoyar a Al Assad, cercar la revolución siria… e inclusive estar a los pies de los “dos estados”. Ellos también son una pata que sostiene al sionismo.
El pacto de Ginebra-Sochi del imperialismo y sus agentes contrarrevolucionarios se generaliza en la región
Así ha quedado el imperialismo en la región, en primer lugar ha incrementado su saqueo de los pueblos oprimidos y ahora busca pactos con la burguesía sunita para que sostenga a su gendarme sionista, mientras evalúa deshacerse de la burguesía chiita luego de utilizarla para hacerle el trabajo sucio de masacrar. Israel debe volver a ser su gendarme estratégico en la región y recuperar su poder de fuego pleno, que hoy no lo tiene.
El imperialismo avanza a partir del genocidio sirio. Con el pacto de Ginebra-Sochi, partieron Siria. EEUU se ha quedado con el petróleo directamente y se lo llevan sus petroleras, sin dejar ni una gota ni siquiera en Damasco, dejando a esta ciudad en crisis de escasez de combustible. Siria es ya un protectorado. Ha sido ocupada y entre todos los ocupantes empiezan a repartirse los negocios sobre la base del cementerio sirio, donde, insistimos, lo fundamental es que el imperialismo yanqui controla el petróleo, Rusia sigue siendo sicario y Turquía controla la frontera norte del país y se ha quedado con Idlib. Con los generales del ESL (y también de HTS) mantienen el control de esa provincia, para imponer a las masas allí la rendición y que se establezca la “pax de los cementerios”. Ellos fueron los que cerraron los frentes, disolvieron los comités de coordinación, desarmaron a las masas y pactaron los negocios comunes con Al Assad. Es decir, Turquía, como los generales del ESL y de HTS, son parte del acuerdo de Ginebra, son socios de Al Assad.
Turquía es parte no solo de la partición de Siria, sino también de la partición de Libia y el desangre de esa nación saqueada. El pacto de Ginebra no solo es para Siria, sino en toda la región, y sus integrantes son ya dispositivos contrarrevolucionarios que intervienen a nivel regional.
Los nuevos levantamientos que hoy golpean Medio Oriente son los mejores aliados para derrotar este infame pacto de Ginebra y a todas las fuerzas contrarrevolucionarias. Son las fuerzas para, junto con la resistencia siria y la lucha del pueblo palestino, derrotar al imperialismo y el sionismo.
Nuevos levantamientos revolucionarios motorizados por el hambre
Aún con semejante dispositivos contrarrevolucionarios, con tanta derrota, a pesar de tanta traición impuesta a las revoluciones que sacudieron Medio Oriente desde 2011, las masas siguen presentando batalla. Como consecuencia de que no hemos triunfado, el imperialismo nos impuso peores penurias. Pero en estas condiciones de hambre, masacre, derrota y durísimas traiciones se pone de pie nuevamente la clase obrera en feroces acciones revolucionarias motorizadas por el hambre. La revolución en el Líbano en los últimos días ha dado saltos enormes hacia adelante no dejan dormir en paz a los explotadores. Allí se ponen de pie las fuerzas que tienen la llave del triunfo del pueblo palestino, de la clase obrera que en 2006 derrotó al sionismo, de la clase obrera que tiene en sus manos combatir contra los carniceros del Hezbollah que vienen de masacrar con sus tropas gurkas en Siria. En Irak, desde octubre no se abandonan las calles en lucha contra el régimen del protectorado yanqui porque no aceptan ser el tercer exportador de petróleo de la OPEP y no tener ni electricidad ni agua potable, ni trabajo, ni pan.
En Irán, los obreros que ni siquiera cobran sus salarios han salido a enfrentar con una oleada de huelgas y movilizaciones, a los ayatollahs hambreadores, que le hacen pagar a los trabajadores todo el costo del cerco yanqui mientras se han llenado los bolsillos en fabulosos negocios con Europa y en privatizaciones fraudulentas.
En Egipto, los explotados nuevamente marchan de a cientos y cientos de miles en todas las ciudades, chocando duramente contra la policía de esa dictadura asesina de Al Sisi. Un nuevo levantamiento recorre Egipto al grito de pan, dignidad y vivienda, puesto que esta dictadura ha comenzado a demoler las casas de los obreros para hacer fabulosos negocios de construcción de edificios, centros, hoteles, etc. en su lugar, sin siquiera pagar indemnización. Si se avanza en esas acciones revolucionarias, disolviendo a la policía asesina, poniendo en pie los comités de fábrica y los comités de autodefensa de las masas para conquistar el pan, pone en serio riesgo el pacto de Camp David y con ello sería un duro golpe a la ofensiva imperialista. El de Egipto es un combate clave contra la ofensiva imperialista y el sionismo.
Este nuevo embate revolucionario de los oprimidos del Magreb y Medio Oriente necesita un curso certero para triunfar, y para ello son necesarias las lecciones revolucionarias de los procesos de 2011. Derribamos gobiernos y ajusticiamos a nuestros verdugos como a Khadafy en Libia y a Saleh en Yemen, pero faltó expropiar a los capitalistas y poner los bancos, fábricas y pozos de petróleo de la región bajo control de los trabajadores y al servicio de todos los explotados. Nos sometieron a burgueses locales que solo pactan negocios sobre la sangre y la miseria de los oprimidos, cuando lo que necesitábamos era avanzar a gobiernos obreros y campesinos. Nos impidieron un combate unificado con la clase obrera de los países imperialistas, sin el cual no se podía triunfar. Las direcciones de la clase obrera mundial se encargaron de impedir todo esto y de que los explotados queden sometidos a los distintos sectores burgueses, y a merced de las masacres. Bajo el programa y la estrategia de la IV Internacional que se pondrá de pie entre los mejores combatientes revolucionarios del heroico proletariado árabe y mundial que se levanta contra las ignominias de este podrido sistema.
Los aliados de las masas de Medio Oriente se han puesto de pie en el levantamiento revolucionario de Bielorrusia, que enfrenta al gobierno asesino de Lukachenko, aliado del perro Putin.
Pero sobre todo, nuestros aliados están en los países imperialistas. Ellos pueden golpear desde adentro a los jefes de los gobiernos contrarrevolucionarios de Medio Oriente. Nuestros hermanos marchan en las calles de Grecia y Alemania en defensa de nuestros hermanos que sufrieron el incendio en los campos de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesvos. Nuestra revolución vive en los combates del pueblo negro y la clase obrera que gana las calles de Portland, Nueva York y todas las ciudades sublevadas en EEUU. Junto a ellos, con los levantamientos de Egipto, Líbano, Irak y la lucha de la clase obrera iraní, derrotaremos la ofensiva imperialista para esta vez tener un 2011 triunfante.
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